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EL ANÁLISIS TRANSACCIONAL EN LA COMUNICACIÓN

¿Te ocurre que según con qué personas y en qué situaciones reaccionas siempre de la misma
forma?

Y una y otra vez te repites que no vas a volver a actuar así, pero lo cierto es en la siguiente
oportunidad vuelve a suceder.

Puede ser una persona que siempre te mete en marrones y a la que no eres capaz de decir que
no. Puede ser un compañero de trabajo que te esté criticando todo lo que haces, y no te sientes
capaz de ponerle límites. O al revés, tal vez una persona a la que no sabes por qué razón siempre
terminas tratándola peor de lo que se merece, pero es que te saca de quicio,…

El análisis transaccional es una teoría que nos permite darnos cuenta de que tenemos parte de
responsabilidad en esta situación, porque somos nosotros de forma inconsciente los que
permitimos o incluso generamos esta situación.

Y además lo hace de una forma sencilla y entretenida. ¿Quieres saber más?

Qué es el análisis transaccional. AT:

El análisis transaccional es un sistema de psicoterapia individual y social propuesto por el


psiquiatra Eric Berne a partir de los años 50, quien lo divulgó con su libro Juegos en que
participamos.

Pretende acercar los modelos de conducta a través de un lenguaje sencillo, que cualquiera pueda
comprender y, por lo tanto, utilizar, para ser más conscientes de nuestras reacciones y permitirnos
cambiar aquellas que nos perjudican.

Estados del Yo del análisis transaccional análisis transaccional. Estados del yo Berne define 3
estados del yo denominados Adulto, Padre y Niño.

Todos poseemos estos 3 estados y cada uno de ellos cumple con una función.

Si están equilibrados estaremos ante una persona emocionalmente sana y estable. Si alguno de
ellos desequilibra al resto, nuestra comunicación y nuestras relaciones pueden verse perjudicadas.

Analizamos nuestra forma de relacionarnos de acuerdo a qué Estado del Yo está presente en ese
momento.

Pongamos un ejemplo. Ante mi jefe diciendo: “No me gusta nada el informe que me has
entregado”

En mi Estado del Yo Padre podría contestar… “No me hables en ese tono”.

En mi Estado del Yo Adulto diría… “¿Qué es concretamente lo que no te gusta del informe?”

En mi Estado del Yo Niño… “Lo siento, no se qué me ha pasado”, o “ese es tu problema”.

¿Cuál sería tu respuesta? ¿Desde que perspectiva contestarías a esta pregunta de tu jefe? ¿Qué
pasaría si contestaras desde otro de tu estado del Yo?
Veamos las características más importantes de cada uno de los Estados del Yo del análisis
transaccional:

1.- Estado del Yo Padre:

Sientes, piensas y actúas de modo similar a la versión que has interiorizado de una figura
relevante de tu infancia. El padre puede tener dos posiciones:

1. A.- Padre Crítico:

Es la figura de las creencias y los límites, de los prejuicios y los valores inamovibles. El padre
crítico establece hábitos y formas de actuar desde el “siempre se ha hecho así”.

Esto a veces es positivo, porque permite ahorrar tiempo y energía, pero también tiene una cara
más negativa porque evita la reflexión y el diálogo “se hace así porque yo lo digo”, “eres un inútil”,
“todos los hombres sois iguales”,…

1. B.- Padre Nutricio:

Es la figura de la protección, del ayudador. En su versión positiva, es el que te acompaña, ayuda,


protege, pero en su versión negativa su sobreprotección puede ahogar y no te permite crecer ni
desarrollarte por ti mismo. “Déjame ya lo hago yo”, “espera que te ayudo”,…

2.- Estado del Yo Adulto:

Es el estado de la lógica racional, de la reflexión. Estamos en el Estado del Yo Adulto cuando


somos capaces de pararnos a ver cuál es la mejor opción, establecemos objetivos o resolvemos
problemas.

También cuando escuchamos o pedimos información. Este estado es el que regula nuestro Padre
y Niño, el que puede tomar consciencia de qué es lo mejor para mí y actuar en consecuencia.

3.- Estado del Yo Niño:

Son las emociones, la creatividad, la espontaneidad. Es la forma normal de actuar de un niño, y


como tal puede ser una reacción natural o adaptada a las circunstancias y el entorno, por eso
vemos que puede hay 3 posibilidades de actuar en el estado del Yo Niño:

3. A.- Niño natural:

Es nuestro estado más emocional, divertido, curioso. Espontáneo independientemente de lo que le


rodee. En este estado del Yo no nos adaptamos a la autoridad. En su parte más negativa puede
ser egoísta, maleducado,…

3. B.- Niño adaptado sumiso:

Queremos complacer y ser “buenos niños”. en la parte más positiva de este estado están las
ganas de agradar, de evitar enfrentamientos, de hacer las cosas bien,.. en su parte más negativa
está la falta de asertividad, no saber decir “no” a lo que no nos conviene, dejarnos pisotear, poner
al otro por delante.

3. C.- Niño adaptado rebelde:


Nos rebelamos ante la autoridad, es la actitud de llevar la contraria, de pasar de todo. En su
aspecto positivo puede ser el luchador por una causa justa en contra de la mayoría, en su parte
negativa se opondrá a todo y a todos, pudiendo ser destructivo.

El modelo P.A.N. del análisis transaccional

Nos movemos continuamente entre los 3 estados del Yo según las circunstancias, la persona que
tenemos delante, el tema a tratar,…

No hay ningún estado más positivo o negativo que otro, simplemente depende de la situación que
sea más conveniente relacionarse desde el Adulto, el Padre o el Niño.

Este modelo plantea que la comunicación se basa en la relación ESTIMULO – RESPUESTA, y


que cada estímulo se realiza desde un determinado estado del Yo y espera una respuesta desde
otro estado del Yo.

Si la respuesta es la esperada la comunicación seguirá, lo que puede que no suceda en caso


contrario.

Estas respuestas son habitualmente automáticas e inconscientes y ante un mismo estímulo


tendemos a responder siempre con el mismo tipo de respuesta. Sin embargo al ser conscientes de
la situación podemos elegir libremente desde qué estado del Yo quiero relacionarme lo que dará
lugar a un escenario diferente al habitual. Al fin y al cabo mi respuesta es el estímulo para la
respuesta de mi interlocutor. Desde el momento en que yo la modifico tengo el poder de cambiar el
rumbo de la relación.

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