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EL HECHO RELIGIOSO

I. ¿QUÉ ES EL HECHO RELIGIOSO?

El hecho religioso es una parte de la


historia humana; es la relación que se establece
entre lo divino y lo humano. La religión es así un
hecho humano específico presente en una pluralidad de
manifestaciones históricas inscritas en un mundo humano específico
definido por lo sagrado. Estas manifestaciones constan de un sistema
organizado de mediaciones en las que expresa la peculiar respuesta
humana de reconocimiento, adoración, entrega, a la Presencia de la
más absoluta trascendencia en el fondo de la realidad y en el corazón
de los sujetos y son portadoras de sentido en la vida del sujeto y de la
historia.

Al hablar del hecho religioso, nos estamos refiriendo a todas


las religiones que han existido en el pasado o existen hoy. En todas
ellas encontramos algo común que nos permite llamarlas «religión».
Eso que todas las religiones tienen en común, sus elementos
principales, su estructura, es lo que intentamos ver a lo largo de estas
páginas, sin fijarnos, por consiguiente, en una religión concreta.

En lo que sigue vamos a tratar de comprender una realidad que


está ahí y no podemos ignorar: la existencia de hombres y mujeres
que, a lo largo de los siglos, han dicho que tienen una religión, que han
estudiado, anunciado y explicado a otros; sobre la que han escrito y
por la que incluso han llegado a dar la vida.
II. ESTRUCTURA DEL HECHO RELIGIOSO

En toda experiencia religiosa se dan estos elementos comunes.

 Realidad Suprema o Misterio. Designamos con el nombre de


Misterio esa realidad anterior y superior al hombre, cuya
presencia se percibe en el ámbito de lo sagrado y que invita a
una reorganización de la vida de la persona. Es trascendente y
sin embargo se le siente cercano. En la experiencia religiosa,
su presencia es absolutamente real, pero al mismo tiempo es
indemostrable, pues ninguna prueba de tipo racional
demuestra de un modo absoluto su presencia.

 Lo Sagrado. Se corresponde con la “atmósfera”


en que están bañados todos los fenómenos
religiosos, el “clima” que envuelve todos los
elementos. Dios no pertenece al orden de lo
natural, es distinto de lo que le rodea y, sin
embargo, lo podemos encontrar en determinadas
personas o acciones. Sagrado significa
“separado”. Las cosas sagradas son distintas
porque “representan algo”. Entonces, no se trata de la
veneración de una piedra o de un árbol por sí mismos, sino por
ser hierofanías o manifestaciones de lo sagrado. Lo Sagrado
atrae y al mismo tiempo produce cierto temor, pero la persona
religiosa se acerca a él porque de ese contacto espera recibir
fuerza, energía, salvación infinita.

 Actitud religiosa. Para que exista religión no basta con un


Dios que se manifieste en lo sagrado. Hace falta una respuesta
positiva, real y efectiva de la persona que orienta su vida hacia

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ese Dios. Es la actitud religiosa. Esto conlleva un cambio de
forma de vida. Se acepta el encuentro con el misterio, que
desenmascara el mal que existe en la propia vida. Se desea
vivir unido a Dios y ponerle en el centro de la vida. Como
consecuencia de este encuentro la vida se trasforma y se inicia
una vida más feliz.

 Mediaciones. La distancia entre el Misterio y el hombre que lo


acepta queda, en cierto modo, salvada por las diferentes
mediaciones a través de las cuales aquél se manifiesta en la
vida del hombre. Los fenómenos de la naturaleza, la historia,
los hombres, pueden ser mediaciones que hagan presente el
Misterio en nuestras vidas. En lenguaje técnico estas
mediaciones de lo sagrado se llaman hierofanías. Son los
caminos por los que se nos transparenta el Misterio, pero no el
Misterio en sí. A lo largo de la historia se produjeron de
muchas formas y en muy diferentes ocasiones. Los lugares
(montes, santuarios, altares...), los tiempos, los
acontecimientos... han servido a los hombres de vehículo para
traer a sus vidas una presencia más clara del Misterio.

III. EXPRESIONES DE LA EXPERIENCIA RELIGIOSA

La experiencia religiosa, fruto del encuentro entre el hombre y


el Misterio, se vive y se expresa a través de palabras, gestos, acciones,
comportamientos... Todos ellos son expresiones simbólicas es decir,
para entenderlos tenemos que mirar a la realidad que simbolizan.

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Entre estas expresiones destacamos los mitos (relato,
generalmente dramático, situado en un pasado remonto que tiene por
finalidad explicar la razón de lo que existe en relación con el Misterio
Último). En segundo lugar, el rito (es el conjunto de acciones y gestos
que exteriorizan el mito y que sirven de medio para que el hombre se
identifique con él y lo reviva en su historia). Rito y mito aparecen
íntimamente unidos: El mito es la palabra sagrada y el rito la acción
que la hace presente aquí y ahora.

La Oración es la palabra por la que el hombre religioso eleva su


mente, su corazón y todo su ser hacia el Misterio Ultimo en una
alabanza, una súplica e incluso a veces en una queja.

Y las leyes de pureza son normas de prohibición (tabú,


prohibición de lo impuro) o de purificación (adquisición de la pureza)
que expresan la necesidad de presentarse incontaminado y digno ante
el Misterio Último.

IV. CONCLUSIÓN

La religión ha sido a lo largo de toda la historia de la


humanidad, y sigue siendo hoy, una de las propuestas más importantes
para dar sentido a la vida de las personas. Que Dios exista o no exista
(o que no pueda saberse ni una cosa ni otra) decide en gran medida
cuál es el sentido último de la realidad y de la existencia humana. Si
además de existir, Dios se comunica con el hombre, entonces la vida
puede cobrar un sentido pleno. Ésta es precisamente la pretensión de la
religión. El creyente pretende encontrar en la relación con Dios el
sentido pleno de su vida.

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