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La Estética en los Edificios.

1. Recreativo y estético.
Los Edificios del género que llaman recreativo lo son por contener actividades
o cosas que fomentan o conducen a la recreación. En estos casos la
recreación también es generada por los contenidos y el animo de la gente no
por el edificio en sí.
Nos interesa mas el hecho de que el edificio puede motivar un simple placer
psicológico que no es propiamente estético; la comodidad física contribuye al
descanso mental.
En el caso del edificio no es válido lo desagradable; aunque sea un medio para
expresarse estéticamente. Es muy largo el tiempo que se convive en un
espacio arquitectónico para tener que soportarlo. Un cerramiento o un techo
muy bajos, un techo inclinado que llegue al suelo, se sienten aplastantes.
La sensación agradable que da la simple comodidad, el orden, la limpieza, el
silencio deseado, el contacto visual con la vegetación, no es forzosamente
sinónimo de lo estético, pero se integra a este y por lo general el bienestar
psicológico es una condición indispensable y previa para estar en una situación
anímica favorable para percibir lo estético arquitectónico
2. Justificación.
Ante la repetida pregunta de si la arquitectura es un arte, es inevitable
responder preguntando también: ¿Considera que para pertenecer a las Bellas
Artes la obra tiene que ser “estéticamente pura”, “esencialmente estética” o
basta que existan posibilidades estéticas? ¿Del edificio se puede afirmar al
mismo tiempo que lo tecnílico es lo no sacrificable y que su valor primordial es
el estético? ¿Descartaría de la arquitectura todas las obras que según su juicio
no tienen valor estético?
En el caso de los edificios tienen relaciones entre los valores que cambian en
diferentes épocas.
El programa de las necesidades extra estéticas para cada genero fue
ampliándose en la historia, coartando cada vez mas la libertad estética, pero
también el desarrollo creciente de las técnicas constructivas fue incrementando
la versatilidad formal.
Cuando el cliente le solicita al arquitecto una gran calidad artística, de ninguna
manera pretende que los demás valores vayan a ser sacrificados.
En el diseño del edificio hay un núcleo esencial o primario de cualidades
imprescindibles: el programa tecnílico posible para cierta época, lugar, genero
y obra específica; seguridad, durabilidad, por lo general máxima economía,
adecuación a un conjunto, etcétera.
Un edificio que cumple con el núcleo esencial de valores se justifica mas que
aquel en el que, sin el consentimiento del promotor o cliente, el arquitecto
sacrifico cualidades esenciales en nombre de supuestos valores estéticos que
no reconocieron ni los usuarios ni los demás, ni en su época ni después.
Más feo que el demonio.
Y si no se lo creen, a las pruebas nos remitimos. Se trata del Palacio de Congresos de
Oviedo. Una obra que no aparece en ninguno de los libros dedicados al arquitecto porque
todo el mundo, incluso sus más acérrimos defensores, admiten que se trata de una
auténtica abominación. Porque hay que reconocer que muchos edificios de Calatrava son
inútiles y caros pero que, al menos, son bonitos. El Palacio de Congresos de Oviedo
-comúnmente conocido como el ‘centollu’- es enorme, inútil, caro y más feo que pegarle a
un padre. Erigido en el solar que dejó el antiguo estadio Carlos Tartiere, encajonado entre
feos bloques de pisos de protección oficial, esa mastodóntica estructura blanca es un
auténtico pulpo en un garaje. No es que sea un edificio que no “dialogue” con su entorno,
es que se pelea con él. Esa monstruosidad parece una mantis agazapada que esté a
punto de lanzarse sobre la ciudad para devorarla. Si Mies van der Rohe dijo aquello que
“menos es más”, Calatrava lo tiene claro: “más es más”.

3. Conflicto de valores.
Como en todo objeto de diseño, en el edificio no existe algo así como la
satisfacción absoluta de todas las demandas de un cliente mas las que el
arquitecto quisiera satisfacer.
Hay pugnas, no sólo entre los ideales estéticos y la resolución del núcleo
primario, sino entre todos los valores y entre diferentes cualidades de un
mismo tipo de valor. Diseñar implica comparar continuamente posibilidades,
sopesar, buscar congruencias, hallar soluciones comunes a diferentes tipos de
necesidades y tener el sano criterio para saber qué sacrificar.
En resumen, cuando sólo existen opciones posibles entre soluciones
igualmente ventajosas y defectuosas, el arquitecto que se inclina por la que
favorece su intuición estética no está sacrificando todavía el núcleo primario
por razones formales.

4. Bellos recursos agregados


Un medio indirecto empleado desde la antigüedad para aumentar las
cualidades recreativas de los edificios ha sido la incorporación a estos de la
belleza natural y de objetos considerados por ´sí mismos como estéticos:
ubicar el edificio frente a paisajes hermosos; crear jardines, bosques, fuentes,
ambientes para animales, cerca de ventanas o terrazas; reubicar arboles y
piedras; colocar esculturas en exteriores o interiores, colgar pinturas, introducir
muebles, tapices o lámparas de gran valor.
Después del siglo XIX en los proyectos urbanos se les da mucha mayor
importancia a las áreas verdes: la ciudad utópica de William Morris, la ciudad
jardín de Howard, Broadacre City de F. L.. Wright, la ciudad industrial de
Garnier.
En la mayor parte de la historia de la arquitectura las artes visuales se han
incorporado al edificio por medio de la ornamentación: pinturas decorativas
geométricas, murales, vitrales, relieves, estatuas en posiciones prefijadas,
mosaicos, herrería y ebanistería decorativos.
El orden, armonía proporciones que presidieron la composición del conjunto se
puede manifestar en la decoración. Cada generación deja su sello particular en
la ornamentación.

5. Jerarquía y voluntad estética.


Cada uno de los valores que incluimos en el núcleo primario (tecnileidad,
seguridad, durabilidad, economía, adecuación urbana) puede tener diferente
grado de importancia en cada obra concreta. Sin embargo, las actitudes del
diseñador son varias:
a) Resolver lo imprescindible del núcleo primario dentro de las grandes
limitaciones impuestas por la falta de recursos económicos, de
conocimientos, de tiempo.
Lo imprescindible puede ser según el sitio y estación, protegerse de la lluvia
e inundación, del frío, de los rayos solares intensos, tener de donde sacar
agua y en que depositarla.
b) En construcciones no profesionales resolver de manera más completa el
núcleo primario, con la distribución de varios espacios internos, con
ventanas, con pequeños rasgos de significación y voluntad formal, que
pueden seguir costumbres y tradiciones especialmente interesantes para
los estudios de la llamada arquitectura vernácula.
c) En la arquitectura profesional aceptar voluntariamente como único diseño
valido resolver sólo los valores del núcleo primario, a veces lo psico
agradable, pero no aspectos semiótico-estéticos. La apariencia de los
edificios se considera algo superfluo. La razón de la actitud puede ser ética:
mientras existan grandes contrastes sociales, mientras la mayor parte de la
humanidad viva en la pobreza, lo lujos son ofensivos.
d) Creer que la buena resolución del núcleo primario, sin prejuicios sobre la
apariencia del edificio, conduce espontanea o automáticamente a cierta
belleza, congruencia y honestidad, sin necesidad de buscarlas, sin
preconcebir formas.
El concepto de funcionalismo tan sobado en el siglo XX como el de espacio,
se refiere sobre todo a esta idea de eficiente resolución del núcleo esencial
y la belleza como derivado mágico de lo primero; sin embargo, también se
ha utilizado para las variantes que clasificamos como c) y f). El
funcionalismo se asoció también a la idea de arquitectura orgánica: igual
que en la naturaleza, la belleza surge de la adecuación de las formas a los
fines.
e) Integrar satisfactores del núcleo primario con elementos semióticos. Es
común que lo estético se funda con medios expresivos, en especial con
sentimientos dramáticos, en lo que se ha denominado arquitectura
expresionista, pero también se puede dar una arquitectura serenamente
significativa y tecnilico-económico-durable-segura.
f) Integrar al núcleo primario las cualidades semióticas y recreativo-estéticas,
con la condición de no sacrificar el primero y jerarquizar más
específicamente los valores para cada programa particular según el género
y las circunstancias. La mayor parte de los teóricos han afirmado que el
edificio debe ser a la vez útil y estético, pero no todos dijeron que lo primero
no debe ser sacrificado en nombre de lo segundo.
Isaac Ware, en el prefacio de su Complete Body of Archutecture (1756),
afirma que “la arquitectura no puede ser tanto mas grandiosa que útil, ni su
dignidad mas admirada que su conveniencia”. Aloys Hirt escribe en 1804
que la distribución es el propósito principal, durabilidad y belleza son fines
secundarios.
g) Satisfacer de manera primordial una voluntad estética o recreativo-
significativa, aun sacrificando un poco el costo final, el costo de
mantenimiento, la durabilidad o aspectos secundarios de la tecnileidad.
Cuando las limitaciones económicas no son tan estrictas, renunciar al costo
menor por rezones éticas tiene sus relatividades. Ninguna construcción
humana se libra de un limite de esfuerzo, tiempo o presupuesto que el
diseñador y constructor tiene que respetar.
Per supongamos que la arquitectura estéticamente bien resuelta siempre
cuesta mas y siempre sacrifica algo de un presupuesto que podría ser
aplicado a mejoras tecnilicas, de durabilidad y de seguridad del mismo
edificio.
El hecho de que en la mayoría de los géneros de edificios el núcleo
esencial no se sacrifica por lo estético no significa que el orden en el
proceso de diseño debe ser de manera forzosa desde lo tecnilico hacia lo
estético. Como en todos los objetos de diseño ha habido una voluntad
selectiva tanto por parte de los arquitectos como de los usuarios o
promotores, para dar mayor importancia al aspecto estético de ciertos
géneros de edificios: religión, artes, divulgación cultural, exhibiciones;
edificios que representan ideas, instituciones, países o alojan la cúspide de
un gobierno y edificios privados que cuentan con un alto presupuesto.
6. Fronteras desvanecidas.
En cada una de las artes el creador integra como un todo indisoluble una
serie de aspectos diferentes, independientemente de las técnicas con que
el teórico analiza sus partes. En receptor de la obra puede captar una parte
de los elementos involucrados o, por el contrario, añade a su juicio estético
motivos no tomados en cuenta por el autor, que hemos llamado fenómenos
intrusivos. En la composición del edificio la mezcla de valores extraestéticos
es variada. Hay formas colores texturas, proporciones, un aprovechamiento
de contrastes entre luz y sombra o de dimensiones y escalas. Existen
características propias del espacio intersolido: forma y dimensión.
A grandes rasgos, tecnileidad, durabilidad y seguridad están relacionados
con propiedades intrínsecas de la materia, y lo estético con la apariencia de
los espacios aéreos y de la construcción, pero la belleza técnica del
artefacto bien resuelto, la sensación agradable de la limpieza, la
comodidad, excelencia y el orden, en el edificio y sus contenidos, son
factores extraestéticos que se diluyen en lo estético que influyen en el juicio
estético. Se puede estudiar por separado la proporción, pero no se puede
evitar que los demás factores estéticos influyan en el supuesto juicio aislado
sobre la proporción

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