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Bolivia y Los Organizadores de Derrotas
Bolivia y Los Organizadores de Derrotas
Por lo tanto, hay que preguntarse cómo fue posible que la derecha racista y
religiosa lidere hoy a sectores de las masas bolivianas. Y cuestionarse por qué
otros muchos trabajadores no se movilizaron, ni se movilizan, en defensa “del
socialismo siglo XXI”. En particular, es imposible desconocer que el líder de la
Central Obrera Boliviana, Juan Carlos Huarahci, pidió la renuncia de Morales
antes de que lo hicieran las Fuerzas Armadas, sin que enfrentara
cuestionamiento alguno, medianamente serio, por parte de los trabajadores.
Repito, ¿cómo fue posible? Remitir todo a Washington y derechistas manejando
a su gusto a las masas equivale a no explicar nada.
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Rolando Astarita Bolivia y los organizadores de derrotas
En junio de 2012 CIDOB denunció “la intromisión del gobierno con el único
propósito de manipular, dividir y afectar a las instancias orgánicas y
representativas de los pueblos indígenas de Bolivia”. Un grupo de disidentes
con apoyo del gobierno desconocieron a las autoridades y convocaron una
“comisión ampliada” para elegir nuevas autoridades.
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Este es el estilo de un gobierno que denuncia “golpe” pero una y otra vez ha
actuado de forma represiva contra los sectores populares organizados que
enfrentaron sus políticas extractivistas.
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Finalmente, la nueva auditoría de la OEA dijo que había habido “una clara
manipulación” del sistema informático con el que se realizó el conteo de votos,
tanto para los resultados preliminares como en el conteo definitivo. Poco antes,
la consultora panameña Ethical Hacking, contratada por el Tribunal Electoral,
había afirmado que “el proceso electoral está viciado de nulidad”. Acorralado,
el domingo 10 Morales anuncia nuevas elecciones, y la constitución de un
Tribunal Electoral renovado con miembros de la oposición. Pero continuó la
movilización en las calles, en tanto la policía seguía amotinada. Morales pidió
entonces la intervención de las Fuerzas Armadas. Pero estas dijeron que no
reprimirían y le “sugirieron” renunciar. A esa altura, y como ya hemos señalado,
la COB le había retirado el apoyo y pedido la renuncia. Morales hizo caso, sin
decir palabra sobre un golpe militar. Una extraña manera de enfrentar un golpe
militar por parte de un dirigente “socialista y revolucionario”.
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negociación en la que Morales aparezca como aquel que puede evitar una guerra
civil. Es que ningún Estado funciona sin un Ejecutivo. Pero si esa fue la táctica
(y no encuentro otra explicación a las renuncias en cadena), hay que decir que
es desastrosa para la clase trabajadora. Es que profundizar la crisis, en estas
circunstancias, sin tener el apoyo del movimiento obrero (al menos, no de su
mayoría), y con fuerzas de extrema derecha en ascenso, solo puede llevar a un
régimen más represivo, o de rasgos más acentuadamente bonapartistas. Es que
no existe vacío de poder que pueda durar indefinidamente. La opinión pública
termina clamando por orden, de la manera que sea. La militarización de las
calles, a la que se asiste en estos días, se inscribe, y se legitima, en esta
necesidad de orden burgués.
Por eso también, una variante de ese orden es un eventual gobierno de tipo
bonapartista, pero “nacional y popular”, con apoyo de las Fuerzas Armadas, o
de algún sector de estas. Tal vez esto explique el cuidado que tuvo Morales de
no denunciar a las FFAA como partícipes de un golpe militar; incluso ahora
habla de “sectores” de las mismas. Lo cual apuntaría, a más largo plazo, a una
suerte de “socialismo estatista” sostenido en la burocracia estatal capitalista y el
Ejército. Se trata de un programa que es respaldado por gran parte de la
izquierda latinoamericana, y que se justifica, principalmente, en nombre del
“antiimperialismo” (véase más abajo sobre las relaciones Morales - FFAA)
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A fines de los años 1920 León Trotsky escribió una larga crítica a las políticas
de conciliación de clases de la Tercera Internacional, que fue publicada bajo el
título Stalin, el gran organizador de derrotas. Con las adaptaciones del caso,
podemos aplicar el mismo calificativo a los nacionalismos burgueses y
burocráticos, que se disfrazan de revolucionarios para terminar llevando a las
masas al callejón sin salida de la desmoralización, el desconcierto y, peor
todavía, la división y el enfrentamiento. El avance de las fuerzas armadas, y de
elementos profundamente reaccionarios, se desarrolla sobre este terreno.
Subrayo: en Bolivia hoy la clase obrera no tiene presencia política propia,
significativa. El “socialismo siglo XXI” no la ha fortalecido, política o
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