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Por: Frankin Aníbal Osorio Londoño.

Delegado de Pastoral Familiar

“Ponerse en los zapatos del otro”: Gran paso hacia el perdón

El Apóstol Pablo en su elogio a la caridad afirma que esta “no busca su propio
interés” (Cfr. 13,5b). El Papa Francisco en su encíclica Amoris Laetitia al respecto
refiere: “También se usa esta expresión en otro texto: «No os encerréis en
vuestros intereses, sino buscad todos el interés de los demás» (Flp 2,4). Ante una
afirmación tan clara de las Escrituras, hay que evitar darle prioridad al amor a sí
mismo como si fuera más noble que el don de sí a los demás. Una cierta prioridad
del amor a sí mismo sólo puede entenderse como una condición psicológica, en
cuanto quien es incapaz de amarse a sí mismo encuentra dificultades para amar a
los demás: «El que es tacaño consigo mismo, ¿con quién será generoso? [...]
Nadie peor que el avaro consigo mismo» (Si 14,5-6)”.

Tomar parte en los intereses de los demás no es olvido de sí mismo, sino que se
trata de ponerse en los zapatos del otro, tratar de comprender su temperamento,
su psicología, su historia de vida. En palabras más técnicas desde el ámbito
psicológico se trata de “empatía”, y desde un ámbito más espiritual se puede tratar
de “misericordia”.

Una de las actitudes que puede generar mayores conflictos en la convivencia


familiar, y en todo tipo de relación interpersonal es el buscar siempre y en todo
lugar el propio interés. Que sea mi opinión y mi parecer que predominen sobre los
demás; el querer en todo momento ser escuchado y no escuchar; pretender que
mis necesidades sean las que tengan mayor prioridad. Que en el hogar se cumpla
mi propia voluntad sin mirar las necesidades de los demás. Una actitud de estas,
con el pasar del tiempo, puede ir generando grandes heridas en la familia.

En todo proceso de perdón y reconciliación es fundamental evitar el egoísmo que


conduce a un egocentrismo inútil que lleva a ignorar o despreciar a los otros,
especialmente a aquellos más cercanos como son nuestros familiares. Buscar
sólo y exclusivamente los propios intereses puede entorpecer el diálogo, pues,
será difícil llegar a un común acuerdo cuando cada quien hala para su propio lado.

Ponerse en los zapatos del otro permite tener una visión más amplia que lleva a
identificar y reconocer al otro. Se trata de verlo no como un enemigo al que tengo
que eliminar o del cual me tengo que defender o cuidar, sino que es otra persona
diferente a mí, con quien puedo entablar una relación sana fundamentada en el
amor y la comprensión. Ponerse en los zapatos del otro ayuda a entender que
muchos piensan diferente y poseen una historia diversa a la mía, con sus
aspectos por mejorar pero también con grandes virtudes y cualidades. En fin,
ponerse en los zapatos del otro, puede ser un gran paso hacia el perdón, tan
necesario en la convivencia familiar.

Para Reflexionar…

¿Cómo es mi relación familiar?

¿Alguna vez me he puesto en los zapatos del otro?

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