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Los medios de comunicación que se dirigen a una gran audiencia se conocen como medios
de comunicación masiva.
Audiovisuales: Pueden ser escuchados y vistos al mismo tiempo. Los soportes que utilizan
emiten imágenes y sonido cuyo objetivo final es transmitir información. Dentro de estos se
encuentran la televisión y el cine. Radiofónicos: Se emiten exclusivamente bajo formato sonoro.
Su proceso de producción es menos costoso y más sencillo que el de la televisión. Su desventaja
es que está limitado geográficamente por las señales y el sonido puede verse afectado. En la
actualidad se pueden escuchar emisoras también a través de canales digitales lo que ha generado
que haya un aumento de usuarios siguiendo este tipo de medios. Las plataformas en el entorno
radiofónico también se han adaptado al mundo digital.
Impresos: Dentro de esta categoría se encuentran las revistas, periódicos, folletos y todos
aquellos formatos que están realizados en papel. Es un tipo de medio que está en declive por su
elevado coste de producción y por la competencia de los medios digitales.
El lenguaje –esa extraña herramienta con la que el ser humano ha logrado prosperar y
organizarse socialmente, entre cosas– es el gran patrimonio compartido por todas y cada una de
las personas que habitan el planeta Tierra. Por tanto, su importancia es extraordinaria.
El uso del lenguaje hace que este sea algo vivo, algo en constante evolución. Pero no por
ello debe entenderse que un uso incorrecto y repetido se puede imponer a lo que dicta la
semántica, la sintaxis o la ortografía, por ejemplo. Sería una auténtica insensatez que el
castellano, nuestro idioma, se convirtiera en un escaparate de incorrecciones, vulgarismos o usos
que lo rebajasen a un idioma de segunda categoría.
Todos los mensajes, orales y escritos, son importantes para el emisor y son emitidos con un
propósito particular, tienen la intención comunicativa de dar a conocer un suceso, una emoción,
convencer, obtener un favor o realizar una actividad. Todos hablamos con una finalidad. Dentro
de la comunicación lingüística se emplean seis funciones.
Función apelativa o conativa: Influye, aconseja o llama la atención del receptor para que
actúe de una determinada manera.
¡Cállate!
Función expresiva o emotiva: Transmite o expresa los sentimientos o estado de ánimo del
emisor.
!Te odio!
Función fática o de contacto: entrar en contacto con el medio ambiente y las personas en
este, sean conocidas o no. Se divide en tres etapas:
Tercera etapa: el mensaje es el mismo, pero surge una barrera que imposibilita darlo
Función sintomática: Expresa los síntomas del receptor al recibir el mensaje o los del
emisor al emitirlo. Esto da información sobre ellos.
Función lúdica: Esta se encuentra cuando, a través de un juego, se dan las funciones.
Dentro del proceso de la comunicación es importante conocer qué diario utilizamos las
funciones lingüísticas, de manera que nos sean útiles para exponer nuestras ideas de forma lógica
y coherente, dichas funciones pueden enriquecer la lengua. Debe tenerse presente que a veces el
emisor tiene una intención falaz y puede emitir juicios que considera falsos aparentando una
función representativa o mostrando una emoción que no siente. En estos casos, tal vez podríamos
clasificar su emisión como dentro de la función conativa, ya que trata de influir en el receptor
para que tenga un estado de conocimiento erróneo.