quedate en casa
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Hola a tod@s:
Soy Ada Fanelli, y les doy la bienvenida a esta clase tan especial en estas
circunstancias tan especiales también. Y cuando digo esto, nadie necesita demasiadas
aclaraciones, porque por primera vez tod@s los humanos estamos compartiendo las mismas
circunstancias.
Suelo apelar a la metáfora de abordar un crucero para iniciar un largo viaje cuando empezamos
un nuevo curso. Esta vez, que cosas, la metáfora se me hizo realidad. Iniciamos un viaje, y
comenzamos una aventura. Vamos a conocer gente nueva, vamos a encontrar nuevos amigos
con quienes aprender y compartir.
Hasta aquí, la situación no es nueva. Todos escuchamos alguna vez la historia del Arca de Noé:
lo único que nos diferencia con aquella antigua historia es que, esta vez, el arca tiene un tamaño
suficiente como para no dejar a nadie afuera: esa Gran Nave Mágica se llama “Web”.
El término “resiliencia” tiene origen en una disciplina tan lejana de estos temas como es la
Ingeniería, y sirve para determinar la resistencia de los materiales que se utilizan en una
construcción. Representa la capacidad de soportar presión, incluso provocando deformarción.
Un árbol viejo, por ejemplo, tiene poca capacidad de resiliencia, aunque lo veamos fuerte y en
apariencia poderoso: si la tormenta lo derriba ya no se podrá levantar. Sin embargo, el árbol
nuevo, aparentemente débil, se inclinará ante el huracán, y cuando este pase, volverá a alzarse.
Esta metáfora –cuando hablamos del alma usamos muchas metáforas- es ilustrativa, pero
engañosa. Porque estamos hablando de seres humanos, y no de cosas. Ni un árbol ni una viga
de acero pueden decidir sobre su destino como lo hacemos nosotros.
Sería muy fácil suponer que los niños, como el árbol joven, pueden pasar esta crisis más
fácilmente que los adultos mayores, y por eso conformamos la población de riesgo.
¡Falso! Como decía, debemos cuidarnos de los ejemplos fáciles porque pueden inducir a error...
La resiliencia para los humanos es algo mucho más complejo que entre los vegetales. ¡Porque
los humanos somos mucho más complejos! Mientras los arbolitos, y los perros y los gatos nacen,
los humanos nos construimos a través de un largo proceso al final del cual todos somos
diferentes, por eso las generalizaciones, pueden inducir a error.
Por cierto: según cuentan, después del diluvio, Noé le pidió a Dios que nunca volviera a castigar
al mundo con una tempestad interminable. Y Dios así lo prometió, y para olvidar el contrato
entre el cielo y los hombres, puso el Arco Iris en el cielo, bien alto, para recordarle el momento
de terminar con la tormenta. Creo que es bonito, y no se a Dios, pero a nosotros nos recuerda
que nada es para siempre.
Seguramente ustedes ya sabían los que significa la palabra resiliencia, y de paso les cuento que
en mis clases nunca enseño nada nuevo. Mi trabajo consiste en invitar a mis alumnos a pensar
de nuevo las cosas de siempre.
¡Cuántas veces aplicamos viejas soluciones a nuevos problemas! Y después nos quejamos de
que siempre nos pasa lo mismo. ¡Pero es que hacemos lo mismo de siempre!
Esa estrategia es adecuada para la vida diaria: no consultamos todos los días el mapa para ubicar
la parada del colectivo que nos lleva al trabajo. Solo nos preguntamos qué pasa cuando el
colectivo no llega. Y ante la crisis, buscamos opciones: ¿Voy en taxi? ¿Voy en subte? ¿Qué otra
línea me deja cerca?
Esas simples preguntas son capaces de resolverlo, pero la elección es nuestra. Tenemos que
cambiar, en este caso, de medio de transporte, hacer evaluaciones, decidir si gasto mi dinero en
un taxi, o voy a pie.
Esa compleja capacidad combinatoria se llama creatividad. Es lo que nos separa a los humanos
de los otros reinos de la naturaleza. Ante las dificultades, los arbolitos se adaptan, los animales
pelean, y nosotros creamos.
Que valioso ¿cierto? Jeje, no tanto, porque a veces, muchas veces ¡Tantas veces! ¡Lo que
creamos son…! ¡Más problemas!
Esta crisis que atravesamos no es muy diferente de otras, por eso la creatividad de alguien nos
va a sacar de aquí: un científico inventará la vacuna o el remedio, no tenemos dudas. Y tal vez
después descubramos que el virus también fue un problema que nos ganamos, por ejemplo,
destruyendo la naturaleza.
Pero no vamos a meternos en escarbar en ese agujero: ahora lo que importa son las soluciones.
Porque el virus no sólo una amenaza a nuestra salud: existen problemas colaterales a los que
nuestra creatividad necesita dar respuesta. Estemos pasando la cuarentena solos o
acompañados, no es sencillo.
Y aunque no todos podemos inventar una vacuna, cuidar nuestro estado de ánimo y la
convivencia en el hogar son temas de nuestra incumbencia y que demandan nuestra atención y
nuestra creatividad.
Aunque parece una disciplina nueva, al menos entre nosotros, sin embargo ya tiene cien añitos.
Si, leíste bien: un siglo (o un poquito más)
Pero sigamos: Aquellos tiempos fueron diezmados por una epidemia silenciosa y mortal. No tan
silenciosa, en realidad, porque la tos la delataba: se trataba de la tuberculosis.
La tuberculosis era conocida como la “fiebre de los artistas” y se la veía con un halo de
romanticismo, porque la debilidad del paciente, los largos periodos de laxitud a que obligaba a
las personas y la tristeza de saberse en las puertas del final, nos dejó, a cambio, maravillosas
obras de arte. Entro otros muchos, muchísimos, podemos nombrar a Modigliani y a Chopin. Y
sin embargo. ¡¡Cuanta vida hay en las obras de Amadeo!! (les comparto la película para resucitar
“las horas muertas” jeje)
También Adrián Hill contrajo la tuberculosis y fue internado en el hospital con pocas
posibilidades de recuperación. ¿Pero qué puede hacer un pintor cuando enferma, por muy grave
que sea su enfermedad? ¡Si! ¡Pintar!.
Los compañeros de sala admiraban sus producciones, y como algunos también eran artistas
reencontraron sus capacidades, y otros, que aún no lo eran, quisieron aprender. Hasta aquí nada
nuevo. Si hay profesores de arte en este grupo, saben que todos queremos aprender a dibujar.
Y con un poco de tiempo y aliento, podemos hacerlo. La enfermedad les dio el tiempo y Adrián
el aliento.
Hasta aquí no hay nada fuera de lo normal. Lo que viene ahora sí es especial: lo médicos notaron
que en esa sala los pacientes se estaban recuperando en un índice mucho mayor al normal. Y
demás está decir que nuestro muchacho se recuperó, pero no para marcharse del hospital,
porque los médicos le pidieron que siguiera concurriendo para dar clases de Arte.
Y así nació el primer arte terapeuta. Además de conformar la disciplina, también la bautizó como
Arte terapia, nombre con el que todavía hoy la conocemos.
Nuestro hombre tuvo una larga vida. No los voy a entretener contándoles sus dificultades,
porque fueron muchas y muy complejas y no son lo que aquí nos interesa.
Sí vamos a intentar responder a lo que varios de ustedes, por no decir todos, se están
preguntando:
La respuesta a estas preguntas no es sencilla, por eso les pido que me acompañen a pensar
juntos.
La primera pregunta que les propongo es: ¿Quién cura? ¿El remedio cura? ¿El médico lo hace?
Ninguna de las respuestas puede ser afirmativa. NO es el remedio el que cura la enfermedad, y
tampoco el medico la cura. Ambos brindan su ayuda, con frecuencia imprescindible, para ayudar
al cuerpo a que se cure. Y aquí si tenemos la respuesta correcta: El paciente se cura, el médico
y el remedio colaboran.
Por eso es importante estar sano antes de estar enfermo, como nos repiten hasta el cansancio.
Alguien que tiene una enfermedad preexistente se le pondrá más difícil recuperarse que a
alguien sano y fuerte.
Pero ¡Cuidado! Los remedios colaboran en el restablecimiento y mucho. Pero aca, otra vez,
vamos a aclarar:
Hay medicamentos que no son remedios, y remedios que no son medicamentos. Van a ver que
esta vez se me ponen muy fáciles los ejemplos:
Y voy a empezar por mí: Nacho, mi nieto, con quien tenemos un muy buen vínculo, terminó
séptimo no muy a gusto. Todo lo hacía con desgano, al punto de llegar a decirme una vez: -“Yo,
abu, no soy inteligente, no sirvo para estudiar. ¡Nunca en la vida me voy a sacar un diez!”
Pueden imaginarse el dolor que experimenté, pero siendo consumidora de mis propias recetas
me propuse trabajar con su resiliencia. Nos pusimos muy fuerte con el pasaje a primer año y
empezaron muy bien las cosas. Buena escuela, buen grupo de compañeros. Pero…paso lo que
pasó. Yo, aislada en mi casa y él con su mama y su hermanito que está muerto de celos y no lo
deja en paz. Yo, super preocupada, como buena abuela hincha que soy.
Hoy, sin embargo, me llamo mi hija para decirme que sigue las clases por Internet, que le está
yendo super bien con los profes y los compañeros y que ¡La primera nota fue un diez en
biología!!!
Me puse muy muy contenta, pero no me puse del todo bien. Incluso ahora que lo estoy contando
–gracias por leerme- estoy haciendo fuerza para no mojar el teclado de la PC. Le mandé mis más
sinceros buenos deseos y felicitaciones, pero sigo triste.
¿Imaginan que remedio necesito? ¡Si! En este momento no habría mejor remedio para mí que
un abrazo grandote, bien grandote, ¡de Nacho! Jeje. Bueno, cuando termino la clase organizo
una video llamada si él no me llamó antes.
Un abrazo, una caricia, una palabra, pueden ser un remedio tanto como un Tafirol lo es para el
dolor de cabeza. Eso sí: curan diferentes cosas. O no. ¿Por qué no?
Vamos a intentar una definición: El Arte es la capacidad humana de buscar soluciones bellas.
Y se vale de la creatividad, que es la capacidad humana de ordenar las cosas de otra manera.
Cuidado, porque la definición de belleza no es la misma para todos, por eso no todos tenemos
los mismos objetivos.
Pintar un mandala no hace descender la fiebre ni la carga viral de ninguna enfermedad, pero
puede ponernos de mejor ánimo, bajar nuestro nivel de stress, y eso sí que facilitará la cura
dándonos fuerza para pelear con las dificultades.
¿Sabían que dibujar y-o pintar mandalas nos ofrece los mismos efectos que la meditación? Por
eso es una práctica que se considera dentro de las “meditaciones activas”.
Vuelvo a decir que acá la idea no es extendernos mucho, sino dar un panorama de como el Arte
beneficia nuestro estado general de salud. Por eso, déjenme decirles que sí, que sobre eso hay
enorme cantidad de bibliografía e investigación. Solo voy a nombrarles a Bruce Lipton, un
médico estadounidense, uno de los primero investigadores en células madre, que aunque no sé
muy bien para qué se usan, sé que es muy serio y científico, jeje!!
“Bueno, algo estás haciendo mal para enfermarte tanto, sino te ponés más positiv@ no te vas a
curar”
Y esto, lamentablemente, también es un error común que surge de generalizar acerca de lo que
no sabemos. ¿Por qué estaría equivocado este “buen amig@”?
Ahí es donde el arte “funciona” muy bien, porque nos ayuda a “sacar afuera”, es decir, hacer
catarsis, lo que es en principio, es liberador y placentero. Tiene muchos otros efectos positivos,
como facilitar la sublimación, posibilitar la simbolización, modificar el auto concepto, favorecer
la autoestima y conectarnos con nuestra capacidad creativa, que una vez recuperada podemos
utilizar en lo que se nos dé la gana. Para algunos de estos puntos, es necesario el
acompañamiento de un arte terapeuta, pero otros, no menos satisfactorios, podemos llevarlos
adelante solos.
Si van a abordar el desafío, les hago antes algunas sugerencias: el arte es la búsqueda de belleza,
no la producción de cosas lindas. El arte expresa nuestra subjetividad, por lo cual no debemos
interpretar NUNCA ninguna obra: ni propia ni ajena.
-“Si, claro, vos me decis “A” pero en realidad me queres decir “B””
Eso se llama análisis salvaje, porque toda interpretación fuera de sesión es una agresión. Incluso
si la hace un psicoanalista. ¡Y como en esta bendita Patria nuestra, psicoanalistas somos tod@s!
jeje-
Cuando le decimos a alguien que no dice lo que dice, sino que en realidad quiere decir otra cosa,
lo que hacemos es ¡no escucharlo! Aún cuando lo hagamos con la mejor intención del mundo,
vamos a salir de la cuarentena directamente al estudio del abogado, no del psicólogo, jeje.
Por eso, en arte terapia atendemos al proceso, no al producto. Si lo vamos a hacer, dejemos de
lado al “criticón” y al sabihondo, que son muy malos compañeros para estos días.
Pero creo que el peor de todos es el criticón interno, porque no hay forma de que se calle. Ese
que nos sirve para pelearnos solos. Es muy poderoso, si no pueden ganarle, si de cualquier
manera no consiguen hacerle soportar que las cosas no salgan “BIEN”, o no puede dejar de
buscar el doble sentido, les digo que la maestría es la hija de la práctica.
Practiquen si les interesa el resultado. Claro que ese es el camino del artista, no el terapéutico:
¿Pero cómo podríamos saber que no vive en nosotros un artista que ahora encuentra el
momento de surgir?
¿O un psicoanalista más preocupado por lo que no ve que por lo que ve? En ese caso, POR FAVOR
no practiquen con la familia: estudien. ¡Y suerte! ¡¡Les deseo suerte como psicoanalistas!! jeje
¡¡¡Bien, nunca pensé que podría resumir en tan pocas lo más significativo del curso de Arte
terapia!!! Jeje. Un curso que tiene una modalidad teórico-vivencial. Es decir que explico cómo y
porque, pero la parte más importante les toca a mis alumnos: ¡Poner manos a la obra!
Para eso se indica una consigna en alguna rama del arte que después subiremos al foro de la
clase. Eso también se podrá hacer aquí. ¿La consigna? ¡Chan chan chan chan!
Consigna I
Van los pasos numerados:
1.- Vamos a encontrar nuestro lugar para el arte en la casa. Si tu casa es grande, una habitación.
Si es chica y además vivís con hijo, marido y el suegro al que justo lo agarro la cuarentena en tu
casa, el lugar no será tan grande, pero no hay motivo para no tenerlo. No depende de la amplitud
de la puerta lo divertido del viaje que empezamos. Puede ser un cuaderno, un lápiz, una birome
o cualquier otro material que les guste. ¡No sabes las cosas espectaculares que se pueden
conseguir con una birome! Jeje-
2.- Busca un horario tranquilo. ¿No te podes dormir? No te preocupes, nadie puede. ¡Ponete a
producir! Busca silencio o la música más te guste.
Y una advertencia: el dibujo o el texto (sí, claro, puede ser un texto) no tiene que ser bello. La
belleza está…en los ojos del que mira. O sea, tenés que partir de algo que te guste. La obra, el
resultado, ya no es tuyo. Serán tus compañeros quienes digan si les gusta o no. Y si, a algunos
les va a gustar más que a otros. Incluso alguien te la quiera comprar. Bueno, no, jeje. ¡No es la
idea! ¡La obra es TUYA! Pero no tuya para vos, sino que sale de vos para buscar al otro.
4.- Le sacás una foto con el celular y la subís a la plataforma así disfrutamos tod@s...
solidariamente!!
5.- La yapa: si te entusiasma la yapa, declaraste pertenecer al 60+ ¡Pero vale la pena!!!
Para los “pendex” Yapa era un pequeño regalito que el comerciante añadía a la compra,
generalmente un par de caramelos para los niños.
¡¡¡Esperamos tu producción!!!
¡¡Compartan!!
Super abrazo de OSO que contagia solamente amor!!!