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Practica 1:
1. ¿Qué busca el área de Formación Integral Humana y Religiosa?
Esta área propicia una ética humana y cristiana, a fin de influir mediante la
educación religiosa en la formación de una persona integral, capaz de
incorporarse a la sociedad dominicana, colaborar y comprometerse con el
desarrollo y la transformación socio cultural, con principios humanos, morales y
religiosos.
La educación y la iglesia:
Eugenio María de Hotos también impulsó a la educación fue obra de los gobiernos
azules, el proyecto social de Hotos, basado en la educación, en las escuelas, consistió
en crear ejércitos de maestros en toda la República para que militara contra la
ignorancia, contra el cretinismo y contra la barbarie.
A estos niños, cuando han regresado a la sociedad y pese a tener, a veces, las
mejores familias, escuelas y profesores, les resulta imposible alcanzar igual desarrollo
que otras personas de su edad pues se comportan como prototipo de retrasados
mentales moderados o severos, cuyo mecanismo determinante es el social. Se trata de
los “niños lobos” y los “hombres monos”, que por haber sido “crías” de fieras se
denominan técnicamente “niños ferales”. El aspecto más importante de esta
experiencia, inicialmente reportada por familiares y maestros, es hoy en día ciencia
constituida: los niños tienen una etapa ideal para el desarrollo de diferentes
conocimientos y habilidades así como para la satisfacción adecuada de sus múltiples
necesidades, denominada ventana de aprendizaje, que marca un tiempo limitado,
cuando este transcurre sin los aprendizajes que corresponden, resulta posteriormente
imposible recuperar totalmente lo perdido.
Veamos ahora de manera muy sintética las necesidades fundamentales de los seres
humanos y las consecuencias esperables de su insatisfacción.
Es posible que esta proyección que acepta lo espiritual, como equivalente a vasta
cultura, ilustración, creación y disfrute estético, no alcance igual relevancia en
dedicaciones ajenas a la prestación de servicios como los de salud, religiosos, de
formación patriótica, escolares u otros que garanticen la formación de seres humanos
capaces de desarrollar ese mundo, mejor, que además de posible resulta actualmente
indispensable.
Aún cuando muchos reconocemos que el hombre puede definirse simplemente como
un ser social, o bio-social, la historia moderna ha registrado la necesidad del desglose
de su integralidad para visualizar componentes muchas veces subvalorados en la
etapa somatista de las concepciones médicas, seguida por la psicosomática, y la bio-
psico-social, que al enriquecerse con las proyecciones ecologistas en diferentes
países, parecen haber incidido en el solapamiento cultural-espiritual antes comentado.
Unos 130 años atrás, nuestro Apóstol José Martí, expresó: “El espíritu es lo que nos
induce a comportamientos ajenos a nuestras necesidades corpóreas” y coincidió
magistralmente con los criterios mantenidos hasta la actualidad por la mayoría de los
autores tanto de nuestro continente, como de otros, para los que en efecto, el concepto
de espiritualidad se vincula con “no solo de pan vive el hombre” y también con el
focalizado al campo médico por Letamendi; “Quien solo medicina sabe, ni medicina
sabe” es decir que existen otras necesidades además de las biológicas o corpóreas,
necesidades cuya satisfacción adecuada se relaciona con infinidad de categorías que
incluyen: valores, principios, motivaciones, vocaciones, aficiones, intereses científicos,
artísticos, religiosos, deportivos, laborales, profesionales, filosóficos, políticos,
actitudes, estilo de vida y muchos más, conjunto de características humanas
relacionadas tanto con los aforismos anteriores, como con “haz bien y no mires a
quien” y “el hombre justo siente la bofetada en la mejilla ajena”.
Concepto sobre el ser humano en la Sagrada Escritura.
La Biblia nos revela que Moisés también definió al Hombre como aquel ser que es
imagen y semejanza de Dios. El libro de Génesis es el punto de partida obligado para
el estudio antropológico del hombre desde el punto de vista bíblico. En este primer
artículo vamos a exponer unas consideraciones muy generales en cuanto a las
enseñanzas antropológicas que la Biblia nos imparte.
La primera revelación de Dios que nos encontramos es la de su nombre: Elohim. En
Gen. 1:1 leemos: “En el principio creó Dios los cielos y la tierra”. Aquí aparecen dos
términos, un sustantivo y un verbo, que analizaremos con exquisito cuidado y respeto
más adelante.
El término Elohim es un sustantivo plural que significa: Uno en el que hay varios. A
través de 2000 años de cristianismo se ha discutido mucho, y aún se sigue discutiendo,
en qué sentido fue el hombre creado a la imagen de Dios. Muchos han visto, y otros
siguen viendo en ese término, la revelación de la Santísima Trinidad. Y como
consecuencia de esa exégesis y hermenéutica llegan a deducciones racionalistas de
muy poco calado. Dios sería una realidad personal que tendríamos que definir como la
Santísima Trinidad: Tres personas distintas y un solo Dios verdadero. Querer penetrar
en la misma interioridad de Dios, para contar los varios que contiene, es elevar el plano
de la Razón a nivel de la omnisciencia. Aquí conviene recordar lo que escribió Sören
Kierkegaard en su obra sobre la fe de Abraham (Temor y temblor): la fe empieza donde
la razón termina.
Se ha argumentado que el hombre es imagen y semejanza de Dios en cuanto
estructuralmente Dios contiene tres personas y el hombre (individuo masculino o
femenino) se expresa en tres estratos: cuerpo–soma, alma-psyque y espíritu-pneuma.
Considero que esta comparación es ingenua, baladí y filosófica y teológicamente
intrascendente. De las recomendaciones más trascendentales que Dios hace al pueblo
de Israel, destaca la siguiente: “Oye Israel: Jehová nuestro Dios, Jehová uno es…Y
estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón; y las repetirás a tus
hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y
cuando te levantes. Y las atarás como una señal en tu mano, y estarán como frontales
entre tus ojos; y las escribirás en los postes de tu casa, y en tus puertas” (Deut 6 :5-9).
Palabras que fueron validadas por Jesús de Nazaret, cuando le preguntaron acerca de
cual era el primer mandamiento de todos (Mr 12:28-29). Hay una verdad en la Escritura
que es incontrovertible: Dios es uno.
Creo que nadie como Dietrich Bonhoeffer entendió el significado del nombre de la
persona divina. En su Obra sobre La Iglesia (La Santorum conmunion), define a Dios
como una persona colectiva. Éste es también mi pensamiento. Dios es uno en el que
hay varios: Dios se manifiesta como Padre, como Hijo y como Espíritu Santo. Creo que
hasta aquí llega todo lo que Dios ha querido revelarnos al respecto. Ni más, ni menos.
El término Trinidad no existe en la Escritura y nuestras racionalizaciones carecen de
autoridad para crear doctrinas de hombres que, incrustándose en la Tradición,
pretenden estar por encima de la mismísima revelación de Dios. Los teólogos de la
Liberación han elaborado un pensamiento al respecto que merece la pena considerar:
es el vocablo Interjórosis. Dicho término vendría a decirnos que el Padre estaría en el
Hijo y en el Espíritu; que el Hijo estaría en el Padre y en el Espíritu y que el Espíritu
estaría en el Hijo y en el Padre. Estas consideraciones creo que están más acordes
con el significado del término Elohim.
Ahora bien, dejando claro que Dios es Uno, bien podríamos entender que Elohim
puede manifestarse como Padre, como Hijo o como Espíritu Santo. Los
ultraconservadores inquisitoriales, con su doctrina (para mí antibíblica) de La Santísima
Trinidad han perseguido y sesgado miles de vidas, de verdaderos creyentes, porque no
estaban conformes con su dogma. Ante el rechazo que la llamada doctrina de la
Trinidad ha venido cosechando en el campo de la filosofía y de la teología, hoy ya no
hablan tanto de ella, cuanto que lo hacen de la Triunidad.
El Concepto de Persona:
la palabra persona hace referencia a un ser con poder de raciocinio que posee
conciencia sobre sí mismo y que cuenta con su propia identidad. El ejemplo excluyente
suele ser el hombre, aunque algunos extienden el concepto a otras especies que
pueblan este planeta.
Una persona es un ser capaz de vivir en sociedad y que tiene sensibilidad, además de
contar con inteligencia y voluntad, aspectos típicos de la humanidad. Para la psicología,
una persona es alguien específico (el concepto abarca los aspectos físicos y psíquicos
del sujeto que lo definen en función de su condición de singular y único).
La dignidad humana.
La dignidad humana es el derecho que tiene cada ser humano, de ser respetado y
valorado como ser individual y social, con sus características y condiciones
particulares, por el solo hecho de ser persona. La historia nos muestra muchos casos
en que la dignidad humana ha sido avasallada. Son ejemplos de ello la desigualdad
social vigente en la Edad Media, los abusos del poder, o el holocausto. Justamente
este último hecho hizo que se dictara la Declaración Universal de los Derechos
Humanos en 1948 que declaró a todos los seres humanos como iguales y libres en sus
derechos y EN SU DIGNIDAD. Esta práctica de reconocimiento de la dignidad humana
siguió plasmándose en tratados internacionales y Constituciones nacionales.
Cada uno pertenece a una determinada raza, sexo, religión; posee una ideología,
nacionalidad, determinados rasgos físicos (alto, bajo, rubio, moreno, delgado, robusto,
etcétera) un cierto coeficiente intelectual, más o menos habilidad física, mucho o poco
dinero, y un aspecto que puede o no coincidir con el ideal de belleza; puede padecerse
algún problema de salud, que impida algunas acciones, pero en esencia todos somos
iguales como sujetos de derechos, y aquellos con menores posibilidades deben ser
ayudados por el Estado para que tengan igualdad de oportunidades.
El ser humano: libertad y consciencia.
Libertad: Es la capacidad que tiene el ser humano de poder obrar según su propia
voluntad, a lo largo de su vida. La importancia de la libertad. Desde siempre se ha
definido la libertad como uno de los atributos de los humanos. Forma parte de sus
propiedades, de su dignidad.
Conciencia se refiere al saber de sí mismo, al conocimiento que el humano tiene de su
propia existencia, estados o actos. Conciencia se aplica a lo ético, a los juicios sobre el
bien y el mal de nuestras acciones. ... Una persona "de conciencia recta" no comete
actos socialmente reprobables.