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“La creatividad es un proceso dinámico, es una fuerza viva y cambiante del ser
humano; es decir, es el motor del desarrollo personal y ha sido la base del progreso de
toda cultura”.
Cuando se trata de efectuar una auditoría, esa fuerza viva del auditor debe ir encaminada a
utilizar, o mejor crear, las mejores herramientas que por sí solas encaminen al profesional
en auditoría a evaluar de manera precisa, soportada y objetiva en la organización esa
“camisa que solo le sirve al dueño”, como es el control interno, soportada con prácticas o
programas consecuentes con la misión, normas, objetivos, procesos, y resultados de la
gestión y control empresarial.
A lo que me estoy refiriendo es que, si bien existen innumerables herramientas
estandarizadas de auditoría y control interno, la creatividad del auditor estará en el sentido
de diseñar sus propias herramientas que alimenten y den plena garantía de un trabajo
formalizado pero consecuente con resultados contundentes.
Por lo anterior y como requisitos para contar como un auditor creativo se requiere: