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EL ORIGEN PROFÉTICO DEL PUEBLO DE DIOS

Hacia una identidad profética saludable

La impresionante creciente de denominaciones cristianas, es sin


duda, la manifestación de clara inconformidad con los grupos
tradicionales. En el mundo evangélico por ejemplo las divisiones en estas
últimas décadas son “pan de cada día”, y aunque todas las
denominaciones cristianas dicen ser el pueblo verdadero de Dios, es
notable que pocos hagan el intento, por lo menos, de argumentarlo a la
luz de la Palabra de Dios. La razón, es variada, no obstante, una de ellas
es la creencia de que “habrán salvos de todas las iglesias”, o en palabras
de Cristo, “tengo otras ovejas que no son de este redil” (Jn. 10:16), y la
frase conocida de que “todos los caminos conducen a Roma”.
Únicamente basta creer en el Señor Jesús, para ser salvo, esto es, la
salvación por gracia, mediante la fe (Ef. 2:8).
Sin embargo, ¿Es la Iglesia Adventista del Séptimo Día simplemente
otra denominación más? ¿Puede ser catalogada como una iglesia
evangélica sabática? ¿Qué es lo que le hace diferente con otras
denominaciones? El adventista de hoy se ve retado, sin duda, a mirar a
su derredor al bosque espeso de denominaciones, y demostrar con base,
el surgimiento bíblico de su iglesia o de su pueblo. Y no sólo eso, sino
que, se ve tentado probablemente a reaccionar frente al “coqueteo” con
grupos disidentes en el marco de la iglesia adventista. Este asunto no es
nuevo, pero es más que necesario recordarlo.
A través del surgimiento profético del pueblo de Dios en el Antiguo
Testamento, Israel, la presente tiene el objetivo de presentar breves
argumentos del surgimiento profético del pueblo de Dios en los últimos
tiempos, a decir, la Iglesia Adventista del Séptimo Día.

Dios siempre tuvo un pueblo


Es evidente a la luz de la Biblia que Dios siempre tuvo un pueblo
escogido. Desde el Génesis mosaico, al apocalipsis juanino, esa idea es
más que notable.
En el principio, la promesa hecha a Adán y Eva, después del
pecado, conocida como el protoevangelio (Gn. 3:15), muestra claramente
la “simiente escogida” para ser el pueblo de Dios. Por donde vendría el
Salvador Jesús.
En tiempos de Noé, el “arca” simbolizaba a la iglesia de Dios. Los
que abandonan el mundo corrupto, para ingresar a la “iglesia de Dios” y
encontrar la seguridad y salvación (Gn.6:18).1
Pero la promesa más clara de un pueblo para bendición, es la que
Dios hizo a Abraham, en palabras de Dios, “Y haré de ti una gran nación.
Te bendeciré, engrandeceré tu nombre, y serás una bendición. […] Y por
medio de ti serán benditas todas las familias de la tierra” (Gn. 12:2,3).
Sin embargo, también le profetizó con detalles el destino de ese
pueblo, “Ten por cierto que tus descendientes serán peregrinos en tierra
ajena, y serán esclavos y oprimidos durante 400 años. Pero yo castigaré a
la nación a quien servirán. Después saldrán con gran riqueza” (Gn.
15:13,14).
Es de esta manera que el pueblo de Dios en el Antiguo Testamento
fue profetizado con anterioridad, para su origen y su caminata rumbo a
Canaán.

1
Brian Jones, La iglesia: Novia regia de Jesús (Buenos Aires: ACES, 1996), 18.
SURGIMIENTO PROFÉTICO DEL PUEBLO DE DIOS EN EL ANTIGUO
TESTAMENTO: ISRAEL
Dos históricos libros se encuentran, el Génesis y el Éxodo, el
principio y la salida, para mostrar el origen del primer pueblo de Dios,
como indicaba la “agenda divina”.
Génesis registra, “Ten por cierto que tus descendientes serán
peregrinos en tierra ajena, y serán esclavos y oprimidos durante 400
años. Pero yo castigaré a la nación a quien servirán. Después saldrán con
gran riqueza” (Gn. 15:13,14).
Éxodo hace alusión a Génesis diciendo, “Pasados los 430 años, en
el mismo día, salieron de Egipto todos los ejércitos del Señor” (Ex. 12:41).
En expreso, la “agenda Divina”, presenta la primera profecía con fecha
exacta para el origen del pueblo de Dios.

En la fecha exacta
El texto menciona claramente, “Pasados los 430 años. Ese mismo
día”, salieron de Egipto para enrumbarse a Canaán, la tierra prometida.
Para algunos estudiosos existe una contradicción cronológica entre los
dos textos (Gn. 15:13 y Ex. 12:41), pues en una menciona 400 años y en
el otro 430 años.
Sin embargo se debe tener en cuenta las palabras de Pablo, “Esto,
pues, digo: La Ley que vino 430 años después, no abroga el pacto
previamente confirmado por Dios, para invalidar la promesa” (Gal. 3:17).
Mostrando que La Ley (los 10 Mandamientos en el Sinaí) no anula o
abroga el pacto hecho con Abraham cuando lo llamó a salir de Ur de los
Caldeos (Gn. 12).
Por lo tanto, Moisés considera los 430 años desde que Abraham
salió de Ur hasta el día del Éxodo (215 años desde el llamamiento de
Abraham hasta cuando realmente descendió Jacob a Egipto, y 215 años
más tarde hasta el mismo éxodo), pues desde que Abraham dejó su
terruño fue un peregrino.2

Conclusión
En consecuencia, Dios había profetizado siglos antes, el
surgimiento de su pueblo, el cual sería oprimida, esclavizada, humillada
(Ex. 1:13), pero al final sería libertada, no por mano humana sino por
mano divina (Ex.14:30,31).
Sin lugar a dudas, el pueblo de Israel tiene un origen profético. Es
por ello que a través de la historia, el pueblo israelita, se sentía segura y
orgullosa de ser el pueblo de Dios. No por fábulas, ni historietas, sino por
su origen profético en la Biblia, la Palabra de Dios. Y aunque esclavos se
atrevieron a increparle incluso a Jesús, “Descendientes de Abraham
somos, y jamás hemos sido esclavos” (Jn.8:33), poseedores de una
identidad profética sin igual.

SURGIMIENTO PROFÉTICO DEL PUEBLO DE DIOS EN EL TIEMPO


DEL FIN: IGLESIA ADVENTISTA DEL SÉPTIMO DÍA

2
“La profecía que dice que la cuarta generación de los que habían entrado en Egipto
saldría de allí (Gén. 15: 16), y su cumplimiento registrado (Exo. 6: 16-20), hacen
imposible cualquier otra explicación del período de los 430 años”. Véase Francis, Nichol,
ed., “Éxodo”, Comentario bíblico Adventista del Séptimo Día. 7 vols. Traducido por
Victor E. Ampuero Matta (Berrien Springs: Pacific Press Publishing Association, 1980),
1:568.
Dos libros proféticos se encuentran, Daniel y Apocalipsis, la profecía
y la revelación, para mostrar el último pueblo de Dios tal como indicaba la
“agenda divina”.
Daniel, el varón muy amado de Dios, dice “Pero tú Daniel, cierra
las palabras y sella el libro hasta el tiempo del fin. Muchos correrán de
aquí para allá, y la ciencia aumentará” (Dn. 12:4).
Juan, el discípulo amado, dice “La voz que oí del cielo me habló otra
vez, y me dijo: “Ve toma el librito abierto de la mano del ángel que está
en pie sobre el mar y la tierra” (Ap. 10:8).
Es interesante notar que en Daniel encontramos un libro cerrado
hasta el tiempo del fin, y en Apocalipsis encontramos un libro que está
abierto en el tiempo del fin. Pero surge una pregunta importante,
¿Cuándo es el tiempo del fin? Daniel menciona la respuesta, “Y él
respondió: Hasta 2300 días de tardes y mañanas. Entonces el Santuario
será purificado. Mientras yo contemplaba la visión, y trataba de
entenderla […] Pero él me dijo: “Hijo de Adán, entiende que la visión es
para el tiempo del fin (Dn. 8:14-17).
Claramente el tiempo del fin, es dado inmediatamente después del
cumplimiento de la profecía más grande con fecha exacta en la Biblia
(Dn. 8:14), pues cuando Daniel no entendía se le dice “entiende que la
visión es para el tiempo del fin”, es decir la visión de los 2300 días, pues
es la que calza más exactamente.3
En profecía, las tardes y mañanas, o días completos, deben ser
entendidos simbólicamente, un día representa un año (ej. Nm. 14:34; Ez.
4:4-6),4 es decir 2300 años. Pero surge otra pregunta importante, si son
2300 años literales, ¿Cuándo tienen su inicio? Para ello es imprescindible
estudiar las “setenta semanas” de Daniel 9, pues son parte de las “2300
tardes y mañanas” (Dn. 9:24-27). Los exegetas conservadores coinciden
en forma generalizada que la mejor fecha para el inicio de la profecía es
457/458 a.C.5
En consecuencia, la fecha para la culminación de los 2300 años, “de
forma sistemática, los autores historicistas han situado el cumplimiento
de los 2300 días entre 1843 y 1847”.6

El sermón apocalíptico de Jesús


A Jesús le preguntaron, “Dinos, ¿cuándo serán estas cosas y qué
señal habrá de tu venida y del fin del mundo?” (Mt. 24:3). Después de
darle algunas señales generales (24:4-28), les presenta señales
específicas (24:29-31), después de la persecución. Tres señales
astronómicas que son mencionados por el mismo Cristo como eventos
antes de Su advenimiento: (1) persecución, (2) “el sol se oscurecerá, la
luna no dará su resplandor” y (3) “las estrellas caerán del cielo”. Después
de ello “Y entonces aparecerá en el cielo la señal del hijo del Hombre, y
todas las naciones de la tierra se lamentarán; y verán al hijo del Hombre
que viene sobre las nubes del cielo, con gran poder y grande majestad”
(Mt. 24:30).
Al confrontar el texto anterior con Apocalipsis 6:12-16 “Miré cuando
él abrió el sexto sello. Se produjo un gran terremoto, el sol se ennegreció

3
George R. Knight, La visión apocalíptica y la neutralización del adventismo: ¿Estamos
borrando nuestra relevancia? (Buenos Aires: ACES, 2010), 34.
4
Asociación Ministerial de los Adventistas del Séptimo Día, Creencias de los Adventistas
del Séptimo Día (Buenos Aires: ACES, 2007), 359.
5
George R. Knight, 77.
6
Ibid.
como un saco de cilicio, la luna se volvió toda como sangre, y las estrellas
del cielo cayeron sobre la tierra, como la higuera echa sus higos cuando
es sacudida por fuertes vientos […] Y decían a los montes y a las peñas:
“caed sobre nosotros, y escondednos de la vista de Aquel que está
sentado en el trono y de la ira del Cordero.””
A lectura simple, se nota en expreso que los dos pasajes bíblicos
son más que similares. Por historia, conocemos que los eventos descritos
en el libro de Apocalipsis tuvieron su cumplimiento como sigue: (1) el
terremoto de Lisboa en 1755, (2) el eclipse del 19 de mayo de 1780, y
(3) la lluvia de meteoritos el 13 de noviembre de 1833.7

Guillermo Miller y la profecía


Hablar del surgimiento del pueblo adventista sin mencionar a
Miller es no reconocer cómo Dios guió a su pueblo. Guillermo Miller (1782-
1849) es sin duda, la figura cumbre del adventismo.8 En 1818 llegó a la
conclusión que el cumplimento de las 2300 tardes y mañanas, y la
purificación del santuario se darían unos 25 años más tarde.9
Para Miller, la “purificación del santuario” se refería más
explícitamente a la “purificación de la tierra”, es decir, el fin del mundo
(Mt. 24:3), y sería purificado con fuego alrededor de 1843. Era en esa
fecha aproximada cuando Jesús volvería por segunda vez.
Lo que pocos saben, es que Miller, inicialmente no daba una fecha
clara respecto a la “venida de Jesús”, ya que siempre decía: “por el año
1843”. Fue más bien por presión a sus seguidores que se animó a dar una
fecha “exacta”, en algún momento de ese año judío, que él calculó corría
desde el 21 de marzo de 1843 hasta el 21 de marzo de 1844.10
Sin embargo, fue Samuel S. Snow quien convencido, por sus
estudios intensivos sobre el tabernáculo mosaico y de los tipos en los
festivales judíos, sugirió a Gullermo Miller que Cristo volvería en ocasión
al Día de Expiación judía (de los caraítas), en el séptimo mes del año, esto
sería en el otoño en vez de primavera de 1844. Es decir el 22 de octubre.
Miller y otros dirigentes especiales del movimiento aceptaron esta
postura recién el 16 de octubre de 1844, días antes.11
Llegado el 22 de octubre de 1844, la experiencia del movimiento
adventista fue “dulce como la miel, pero después […] fue amargo” (Ap.
10:10). Dulce por el mensaje precioso y la gran acogida que tuvo, y
amargo por el “gran chasco” de no haber visto el regreso de Jesús.

Dios guió al movimiento adventista


Algunos podrían sonreír leyendo la historia del movimiento
adventista, pues Jesús mismo dijo: “De aquél día y de la hora nadie sabe”
(Mt. 24:36; Mr. 13:32), de la venida de Jesús. No obstante, cuando un
sincero lector confronta el sermón apocalíptico de Jesús y las señales
astronómicas (Mt. 24:29-31) con las catástrofes del sexto sello (Ap.
12:12-17), no puede dejar de sorprenderse y notar que está hablando del
mismo acontecimiento profético.12

7
Enoch de Oliveira¸ La mano de Dios al timón (Buenos Aires: ACES, 1986), 24-25.
8
Miguel Ángel Núñez, La verdad progresiva. Desarrollo histórico de la teología adventista
(Lima: Fortaleza Ediciones, 2007), 19.
9
Richard W. Schwarz y Floyd Greenleaf, Potadores de luz. Historia de la Iglesia
Adventista del Séptimo Día (Buenos Aires: ACES, 2002), 30.
10
Ibid, 41.
11
George Knight, 40.
12
Elena G. de White, El conflicto de los siglos (Buenos Aires: ACES, 2005), 382.
Guillermo Miller, entendió que Cristo vendría a purificar el santuario
(la tierra para Miller), después de las 2300 tardes y mañanas, es decir, el
22 de octubre de 1844, ese sería el día del advenimiento segundo.
Sin embargo, “Dios se propuso probar a su pueblo. Su mano cubrió
el error cometido en el cálculo de los períodos proféticos. Los adventistas
no descubrieron el error, ni fue descubierto tampoco por los más sabios
de sus adversarios. Estos decían: "Vuestro cálculo de los períodos
proféticos es correcto. Algún gran acontecimiento está a punto de
realizarse; pero no es lo que predice Miller; es la conversión del mundo, y
no el segundo advenimiento de Cristo."13
Todo estaba profetizado y dirigido por Dios. No importa lo que
pensemos acerca del futuro de la iglesia, hay Uno que “hace todas las
cosas según el designio de su voluntad” (Ef. 1:11).14

En la fecha exacta
Apocalipsis 10 es sin duda el comienzo de la historia adventista.
Después del sexto sello (Ap. 6:12-17), y su cumplimiento
respectivamente, el 22 de octubre de 1844 es el día de nacimiento de un
pueblo con un origen profético, una misión, “Y me dijo: “es necesario que
otra vez profetices a muchos pueblos, naciones, lenguas y reyes”” (Ap.
10:11), y un mensaje relevante “¡Reverenciad a Dios y dadle gloria,
porque ha llegado la hora de su juicio! Adorad al que hizo el cielo y la
tierra, el mar y las fuentes de las aguas” (Ap. 14:7), el juicio investigador,
en el marco del santuario celestial.
El mismo día en que Dios había señalado, el 22 de octubre de 1844,
nació el pueblo de Dios del tiempo del fin, al finalizar las 2300 tardes y
mañanas o años. Como es sabido, esa fecha marca el inicio de una etapa
nueva para la historia de la humanidad. Cristo inicia su ministerio sumo
sacerdotal en el lugar santísimo del santuario celestial (Heb. 8:2; 9:23, 24
cf. Ex. 25:9, 40; Lv.16).

Conclusión
La última profecía con fecha exacta es la del pueblo Adventista del
Séptimo Día y su origen profético. No hay otra profecía más con fecha
exacta para el surgimiento de un pueblo de Dios. Al cumplimiento de la
profecía de las 2300 tardes y mañanas, ese mismo día, el 22 de octubre
de 1844, Cristo dio origen a Su pueblo, que “Guarda los mandamientos
de Jesús, y tiene el Testimonio de Jesús” (Ap. 14:12), y es contra ella que
Satán se opone (Ap. 12:17), con el pueblo remanente de Dios.
Salen de Babilonia, para ser parte de Israel espiritual, de las
tinieblas a la luz admirable (1 Pe.2:9).

CONCLUSIONES
Israel como pueblo de Dios, tuvo un origen profético muy claro, es
de suponer que el pueblo de Dios en el tiempo del fin, debe tener un
origen similar. Es por ello que, al analizar este asunto a la luz de la Biblia,
es notable esta realidad.
El mismo día, tal como Dios lo había dicho, levantó un pueblo para
el tiempo del fin. Ese pueblo es el pueblo Adventista del Séptimo Día. El
22 de octubre de 1844 no debe ser vista más como un “chasco”, sino

Ibid, 423.
13

Ty Gibson, Si hay apostasía en la iglesia, ¿Debemos abandonar el barco? (Bogotá: APIA,


14

1998), 11.
como el inicio del ministerio sumo sacerdotal de Cristo en el Santuario
Celestial, y el día del nacimiento del pueblo de Dios.
Dios sacó a Israel de Egipto, para llevarlos a la Canaán terrenal, el
mismo día que estaba profetizado. Así, Dios sacó a los Adventistas de
Babilonia, para llevarlos a la Canaán celestial, el mismo día en que fue
profetizado.
Es impresionante el símil de los dos pueblos de Dios, que “guardan
los mandamientos de Dios y tienen el Testimonio de Jesús” (Ap. 14:12),
son pueblos para bendición a otras naciones con el evangelio eterno.

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