Está en la página 1de 1

Elijo apostar a la educación para adultos.

Acepto el desafío porque considero


que si vale la pena. Vale porque encuentro en mis alumnos un plus extra de
entusiasmo ya que están asumiendo la responsabilidad de abrirse al
conocimiento y asimilarlo, en la mayoría de los casos, por segunda o tercera
vez (después de haber abandonado la secundaria o no haber querido cursarla).
Están tratando de superarse a sí mismos y alcanzar una meta postergada.
Valoro el hecho de poder acompañarlos en su recorrido y guiarlos para que
adquieran los conocimientos, se interroguen permanentemente e instalen sus
interrogantes en la clase, que cuestionen la realidad que les toca vivir y traten
de encontrar respuestas para descubrir sentidos en cada situación concreta
que la vida les presenta.
Pienso que vale la pena ser docente porque enseñar también nos permite
cultivar sueños y educar requiere una dosis de utopía. Los docentes apostamos
permanentemente a lo que todavía el alumno no puede realizar. Aceptamos a
nuestros alumnos como son pero vislumbramos en lo que se pueden convertir
y ayudamos a concretarlo.

También podría gustarte