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PLAN LECTOR

INSTITUCIÓN EDUCATIVA PRIVADO EVANGELICO “ANTIOQUIA” 3ER GRADO – PRIM.

Aquella mañana, entre las gallinas se produjo un gran revuelo; el gallo no había cantado y todos se
habían levantado sin su acostumbrado ¡Kikiriki!

El ambiente que existía en el gallinero era de suma preocupación, el


gallo caminaba de aquí para allá con la cabeza en alto, pero sin mirar
a nadie. Parecía que estaba muy molesto.

Una de las gallinas comentaba que el gallo debía estar mal, porque era
la primera vez que no cantaba desde que lo habían llevado al gallinero,
pero ninguna de las gallinas tenía el coraje de acercarse al gallo y
pedirle explicaciones. Todas sabían que los gallos eran orgullosos, y
no admitían muchas confidencias, por este motivo ellas lo miraban con
recelo y a la vez preocupadas. Ciertamente, lo que estaba sucediendo
era sumamente grave.

Fue la gallina más vieja que, decididamente, se le acercó y le


preguntó:

-¿Se puede saber qué cosa tienes? Esta mañana no has cantado tu acostumbrado ¡Kikiriki! ¿Estás
mal?

-Me siento muy bien, respondió el gallo muy secamente.

-Y entonces, ¿por qué no has cantado? Para nosotras ha sido una gran sorpresa, se puede decir, una
desagradable sorpresa. ¿Acaso, sin querer, alguna de nosotras te ha ofendido?

-Ninguna de ustedes me ha hecho ningún mal, ninguna me ha faltado el respeto. Existen otras razones
más poderosas... ¡Ya no cantaré más en este gallinero

-Por el tono de su voz se percibía que había un gran peso en su corazón y aquella gallina quería
consolarlo, mientras las otras miraban en absoluto silencio.

-¿Se puede saber cuáles son esas razones? -preguntó con interés la gallina- Nosotras, si podemos,
estamos dispuestas a ayudarte.

-El gallo se puso pensativo, luego miró a su alrededor, como para llamar la atención de las otras
gallinas y con voz quejumbrosa dijo:

-Yo creí ser el rey del gallinero, de ser apreciado y estimado por nuestro patrón y por todas las
personas de esta vecindad, ya que todas las mañanas me preocupaba de levantarlos con mi vigoroso
¡Kikiriki!. Creía que todos me agradecerían y reconocerían por este servicio... ¡Y, en cambio!...

-¿Y en cambio qué?

-Bueno, si verdaderamente lo quieres saber, ayer en la tarde el patrón se acercó por aquí, me miró y
luego hablando con su esposa le dijo:

-Está muy tierno todavía, dejémosle aún cantar; cuando esté un poco más robusto, le cortaremos el
cuello.

¡Pobre gallo! entre los lamentos de todas las gallinas, humillado y preocupado, siguió de aquí para allá
con la mirada perdida en el vacío, pensando con amargura las contradicciones de la vida.

ENRIQUE GONZALES (adaptación)

LIC. NOEMI ROSARIO QUISPE ARIZAPANA

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