Está en la página 1de 2

Cosas de hombres

Los días que mi padre libraba me hacía tostadas con mantequilla para desayunar. El olor
subía hasta mi cuarto y yo bajaba los escalones de tres en tres. Aquella mañana, antes de
que me sentara a la mesa de la cocina, mi padre señaló hacia el salón donde se podría
oír, ver y hasta oler, a mi abuelo tirado en el sofá, roncando y dejando en el cojín un
hilillo de saliva que caía desde su boca sin dientes.

(más hilo aquí, reforzar que este es el conflicto, meter análisis de lo que pasa. Hay
sensación de desorientación)

– ¡No! – Dije yo. – Déjame desayunar primero.

– Venga anda, que las tostadas van a seguir calientes cuando vuelvas.- Contestó mi
padre.

– Es que… todos los fines de semana igual.

– Oye, ya está bien– me cortó él- no seas pesado y tira.

– Voy, pero vigila que el abuelo no se zampe mi desayuno antes de que vuelva.

Mi abuelo solía hacer ese tipo de cosas. Aprovechaba cuando no miraba nadie para
comerse mi desayuno y dejarme con hambre hasta la hora de comer; se secaba con mi
toalla y la dejaba mojada y fría los días de invierno; me robaba los calcetines cuando
llegaba tarde a la escuela o nos decía que iba a misa y luego le encontrábamos en el bar
bailando con desconocidos…Cosas del abuelo.

En el local donde trabajaba mi hermanolo primero que me dijeron al entrar, como


siempre, era que yo no podía estar ahí, que daba unas expectativas a los clientes que la
casa no podía cumplir por cuestiones de estricta moralidad. Según lo que me contaba mi
hermano, ese lugar era una especie de oficina de reclutamiento de jóvenes con
habilidades especiales. Yo imaginaba a un grupo de superhéroes y superheroínas
disfrazados de manera curiosa ayudando a los hombres del barrio que iban ahí al
atardecer.

Antes de que me echaran, se abrió una puerta de la que salió un hombre y tras él mi
hermano con su disfraz del trabajo.
– ¿Qué haces? Te tengo dicho que cuando te aburras hagas cualquier otra cosa antes de
venir, que aquí me desconcentras.-Dijo mi hermano, que se tomaba muy enserio su
trabajo.

– Papa me ha dicho que viniera.

Mi hermano empezó a reírse.

– Serás idiota. Siempre te hacen la misma.- y se rio aún más fuerte. ¿Sabes que te has
quedado sin desayuno no? Toma anda. –Alargó el brazo y entre carcajadas me dio una
bolsa de plástico.

Volví corriendo a casa. Al llegar, mi padre abrió la puerta y crucé delante suyo
empujándole para llegar lo más rápido posible a la cocina. Esperaba en todo momento
que el abuelo siguiera dormido para cuando yo llegara a la cocina y poder dar buena
cuenta de las tostadas con mantequilla a la plancha que debían seguir calentitas y con la
mermelada al lado esperando para ser untada. Pero el cabroncete de mi abuelo estaba
delante del plato, sobre las migas que quedaban, sonriéndome como si fuese tonto.
Entonces, cogí la dentadura que se había dejado la noche anterior donde trabajaba mi
hermano de la bolsa de plástico y la estalle contra el suelo desparramando sus dientes
por toda la cocina.

(fin brusco, habría que alargarlo)

Podría haber metido digresión sobre los dientes por ejemplo, una pesadilla, o en otros
futuros posibles, al ponerse a imaginar…daría universo del prota por dentro y daría
detalle interno

También podría gustarte