Criadero

Según llego al apartamento dejó las maletas al lado del armario y fue a servirse un vaso de
agua. En la mesa de la cocina había una nota. Cogió el vaso y la nota y se echó sobre la cama
dejando las piernas colgando. En la nota podía leerse:

“Estimado Carlos,

Esperamos que disfrute de su estancia y que dedique algo de tiempo a sacarle partido
a la playa, al mini bar (todo corre a nuestra cuenta, así que no sea tímido) y para coger
un magnifico bronceado y ser, a su vuelta, la envidia de la oficina. Por lo demás, le
llamaremos para darle instrucciones.

Mucho ánimo. Un saludo cordial.”

Al dejar la nota sobre la cama, tres golpes secos se oyeron desde la puerta.

-¿Sí? ¿Quién es? Dijo Carlos levantándose sin que nadie contestara. Golpearon otra vez más.

Al abrir, Carlos, se encontró con un hombre corpulento y calvo en bañador, chanclas y una
camisa que sólo se abotonaba por el ombligo.

-¿Qué quiere usted?

- En una hora ponen en la tele un programa que deberías ver.

-Gracias… supongo, pero no he venido aquí para estar viendo la tele.

-Eso dicen todos cuando llegan...

- Mira, yo no estoy aquí sólo de vacaciones, como tú o los demás, yo tengo que supervisar
ciertos asuntos

- Entonces, ¿no lo vas a ver?

¿Qué si lo voy a ver? ¿El programa dices? Pues… Pues, no sé, yo…yo no veo mucho la tele y
además había pensado en ir a darme un paseo por la playa, que me han comentado que aquí
hay unos atardeceres preciosos.

- ¿Vas a ir a la playa? No te va a dar tiempo a volver entonces antes de que empiece.

- Bueno…ya te he dicho que yo no veo mucho la tele.

- ¿Y qué haces?

- Iba a darme un paseo

- Eso suena triste. ¿Sólo das paseos en tu tiempo libre? Quédate conmigo. Te invito a cenar y
vemos el programa juntos. Eso es lo que hacía con el huésped que vivía donde estás tú ahora,
hasta que…

- Pero… No entiendo…

-Mira, no quiero ser borde pero voy a tener que cerrar.

- Aquí es lo que se hace, ayuda a pasar el rato.

- Ya, pero yo tengo cosas que hacer.

Pero… ¿cómo que sabes quién soy? ¿Quién eres tú?