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Factores de Riesgo en los Adolescentes

Como un período importante de transición y cambio, sería sorprendente que no hubiera


problemas graves. Es importante destacar que estos problemas son experimentados por uno de cada
cinco adolescentes, lo cual marca una diferencia a lo que es la opinión popular. Entre los problemas
se encuentran:
En el aspecto social:
Depresiones: es muy habitual y afecta a uno de cada ocho adolescentes. La depresión afecta
a personas de todos los colores, razas, posición económica y edad; sin embargo, pareciera afectar a
más mujeres que hombres durante la adolescencia y la edad adulta. Algunos de los síntomas que las
personas manifiestan cuando están deprimidas:
*Estado de ánimo deprimido o tristeza la mayor parte del tiempo (para lo que no parecería haber
motivos)
*Falta de energía y sensación de cansancio permanente

*Incapacidad para disfrutar de cosas que antes provocaban placer

*Desinterés por estar con amigos y familiares

*Irritabilidad, enojo o ansiedad

*Incapacidad para concentrarse

*Pérdida o aumento considerable de peso

*Cambios considerables en los patrones de sueño (incapacidad para dormirse, permanecer despierto
o levantarse por la mañana)

*Sentimientos de culpa o de inutilidad

*Pensamientos de muerte o suicidio

Los adolescentes que están deprimidos también pueden manifestar otras señales de
advertencia o síntomas. Pueden aumentar sus problemas escolares debido a inasistencias, falta de
interés o motivación, o concentración deficiente y baja energía mental a causa de la depresión.
Algunos adolescentes directamente abandonan la escuela, ya que suponen que van a fracasar a
causa de sus problemas.

Acciones suicidas: Para muchos, los años de la adolescencia son los más difíciles de la
vida. Sus cuerpos sufren cambios; las relaciones con otras personas se vuelven complejas; se
comienza a aprender papeles sociales; y más que nunca, se espera que crezcan de pronto. Estos
cambios y exigencias pueden dejar al adolescente indefenso, confundido y con una visión pesimista
de su futuro. 
Algunas veces, circunstancias problemáticas tales como el divorcio de los padres, el abuso
de drogas, la violencia familiar o el abuso sexual, complican y hacen más dolorosos estos "dolores
del crecimiento". La adolescencia ya es difícil de por sí. Cuando otros problemas se agregan a la
mezcla, la vida puede volverse insoportable para el adolescente causando sentimientos de
depresión, comportamientos destructivos que incluso pueden llevarlo al suicidio. 
El suicidio no es causado por ningún factor individual, sino más bien, por una combinación
de factores. Frecuentemente el suicidio es el resultado de la depresión, la falta de autoestima o la
incapacidad para visualizar un futuro mejor. Algunos factores que contribuyen son, entre otros:
o El abuso de drogas
o El divorcio de los padres

o La falta de empleo de los padres

o Los problemas financieros en el hogar

o El aislamiento de la familia o los amigos

o Un rechazo por parte de un novio o novia

o La violencia o abuso familiar

o La falta de éxito en los estudios

o Depresión

La mayoría de los casos de suicidio en adolescentes no son impulsivos. Al contrario, los


adolescentes que intentan suicidarse usualmente lo hacen despues que fallan sus intentos de buscar
ayuda, o de ser reconfortados por sus familiares y amigos. Por lo tanto hay tiempo para ayudar a la
posible víctima. Los adolescentes que tienen la idea de suicidarse probablemente:  
 
Hablan acerca, o estén preocupados por el tema de la muerte; dirán cosas tales como
"Mi familia estaría mejor sin mí" o "Desearía estar muerto";
o Pierden interés en actividades importantes o placenteras;
o Tienen malos resultados en los estudios;

o Muestran signos y síntomas de depresión

o No se preocupan de su higiene y cuidado personal;

o Se aíslan de sus relaciones, familiares o amigos;

o Actúan temerariamente, corriendo grandes riesgos;

o Abusan de drogas y/o del alcohol.

Factores biológicos:

Abuso de Alcohol: La ingesta incluso moderada de alcohol durante la juventud puede


repercutir de forma negativa sobre el equilibrio nutricional y, en consecuencia, al desarrollo. Los
jóvenes son más vulnerables para desarrollar una adicción, puesto que la progresión del abuso a la
dependencia es más acelerada respecto a los adultos

El alcohol es una sustancia que no aporta ningún nutriente, sólo calorías vacías (7,1
kilocalorías por gramo), y tiene efectos nocivos sobre el apetito, el aparato digestivo, el hígado y el
sistema nervioso. La ingestión incluso moderada (equivalente a dos vasos de vino o botellines de
cerveza diarios) tiene una repercusión importante sobre el equilibrio nutricional y, en consecuencia,
sobre el crecimiento y el desarrollo.

Este efecto perjudicial se da sobre todo a través de dos mecanismos: reducción en la ingesta de
alimentos y modificaciones en la biodisponibilidad de vitaminas y minerales como el ácido fólico,
la vitamina B12, la tiamina o B1, la riboflavina o B2, la niacina o B3, la piridoxina o B6, el cinc, el
magnesio, el calcio y las vitaminas, A, D, K y C o ácido ascórbico. El consumo de alcohol perjudica
la absorción o estimula la destrucción de dichos nutrientes.

El consumo de alcohol también está asociado a un déficit cognitivo que empeora a lo largo
del tiempo, sobre todo si dicho consumo prosigue hasta la adolescencia tardía. Es algo que se ha
constatado en pruebas de memoria verbal y no verbal, en las cuales las personas bebedoras obtienen
unos resultados significativamente peores que las abstemias.

Entre las causas del consumo de alcohol en jóvenes, las más comunes son:

o Para formar parte de un grupo de amigos.


o Para divertirse más y sentirse bien.

o Para olvidar los problemas.

o Por el gusto al sabor.

o Para desinhibirse y "quitarse vergüenzas" que les permita hacer cosas que de otra manera no
harían.
o Muchas veces inciden los problemas familiares (malas relaciones dentro de la familia),
sociales (necesidad de pertenecer a un grupo de iguales), escolares (problemas en la escuela
que me llevan a beber para olvidar)... en la existencia del alcoholismo.

Así, para evitar que un joven se convierta en un alcohólico:


o Debe informarse bien sobre sus efectos y consecuencias en el consumo.
o Debe evitar tomar en grupos de “amigos”, por cualquier motivo.
o Debe valorar su condición individual y en cuanto sienta los primeros síntomas como mareo,
dejar de tomar.
o Debe estar en comunicación con sus padres y estos no deben promover que sus hijos
aprendan a tomar.

Pero en caso de que los jóvenes presenten los siguientes signos, es conveniente solicitar ayuda
profesional para controlar a tiempo el problema:
o Cuando han perdido interés en sus actividades y aficiones normales.
o Cuando quieran aislarse, alejarse de la familia y estar solos todo el tiempo.
o Cuando estén irritables y manifiesten mucha ansiedad.
o Cuando sin motivo disminuyan sus calificaciones escolares.
o Cuando tomen dinero de los padres o las botellas de alcohol desaparezcan de la despensa.
o Cuando lleguen tarde durante varias veces y con aliento u olor a alcohol.
o Cuando descuiden su higiene y presentación personal.
o Cuando comenten y presuman por su aguante al tomar bebidas alcohólicas.

Uso de Drogas: el uso de drogas corresponde a un afán de huir de la realidad. Las drogas
proporcionan una vía de escape, un alivio temporal a los problemas personales, familiares o
sociales. También son una puerta de salida frente al vacío existencial presente en el interior de la
persona, el cual la lleva a volcarse en búsqueda de salidas ilusorias que llenen dicho vacío.

Algunos factores que favorecen el fenómeno de la drogadicción pueden ser clasificados del modo
siguiente:

- Factores de tipo social

El ansia del joven de pertenecer a un grupo, de sentirse parte de un círculo social


determinado, y las presiones por parte de los "amigos", pueden hacer también que el joven se vea
iniciado en el consumo de drogas. El consumo puede ser el requisito para la pertenencia a dicho
grupo, y una vez dentro se facilita la adquisición y el consumo de sustancias tóxicas.

Factores de tipo familiar: Los hijos de padres fumadores, bebedores o toxico dependientes
son más proclives a tomar drogas que los hijos de padres que no lo son. Un ambiente familiar
demasiado permisivo, donde no exista disciplina o control sobre los hijos; o demasiado rígido,
donde los hijos se encuentren sometidos a un régimen demasiado autoritario o se encuentren
sobreprotegidos, puede también fomentar el consumo de drogas. La desatención de los hijos por
parte de los padres, las familias divididas o destruidas, las continuas peleas de los cónyuges frente a
los hijos, la falta de comunicación entre hijos y padres, todos éstos son factores que contribuyen a
crear un clima de riesgo, donde la droga puede convertirse fácilmente en una válvula de escape.

Se ha comprobado que el uso de drogas por parte de los jóvenes es menos frecuente cuando
las relaciones familiares son satisfactorias.

Factores de tipo individual: Muchos factores personales pueden influir en la decisión de


consumir drogas. Éstas pueden ser vistas como una vía de escape a los problemas cotidianos;
algunas personas las usan como medio para compensar frustración, soledad, baja autoestima o
problemas afectivos. En efecto, bajo el efecto de las drogas la persona experimenta un estado de
euforia que le hace olvidar los problemas o las limitaciones que tenga. Lo malo es que es una
ilusión, y luego de ese estado de euforia viene una frustración incluso mayor que la inicial, lo que
lleva a la persona a recurrir nuevamente a la droga.
Otros se inician en la droga por curiosidad, o para experimentar sensaciones nuevas ante una
cierta apatía, hastío, aburrimiento o incluso sinsentido de la vida. Ante el vacío que experimentan,
la droga se presenta como una posibilidad, aparentemente atractiva, de llenar ese vacío.

Entre las consecuencias del abuso de drogas podemos señalar:

o Trastornos fisiológicos y psicológicos: entre los trastornos fisiológicos tenemos el


síndrome de abstinencia, convulsiones, cambios en el ritmo cardiaco, deterioro del
sistema nervioso central, etc. Entre los trastornos psicológicos tenemos:
alucinaciones, tendencias paranoicas, depresión, neurosis, etc.
o Deterioro y debilitamiento de la voluntad: el drogadicto se vuelve literalmente un
esclavo de la droga, pudiendo hacer lo que sea para conseguirla.
o Deterioro de las relaciones personales: el drogadicto ya no es capaz de mantener
relaciones estables, ya sea con familiares o amigos. Muchas veces roba o engaña
para poder conseguir droga, lo cual deteriora aún más sus relaciones.
o Baja del rendimiento en el trabajo o en el estudio. Se llega al grado de abandonar
metas y planes, recurriendo a la droga como única "solución".
o Consecuencias sociales: el drogadicto puede verse involucrado en agresiones o
conflictos. Bajo la influencia de la droga se pueden llegar a cometer crímenes tales
como robos o asesinatos.
o Consecuencias económicas: El uso de drogas puede llegar a ser muy caro, llevando
al drogadicto a destinar todos sus recursos para mantener el consumo.

Las drogas no solamente tienen consecuencias negativas para quienes las usan. También se ven
afectadas las personas que rodean al drogadicto, especialmente las de su entorno más cercano, como
familiares y amigos. No es sólo la vida del drogadicto la que está en juego.

Si sospechas que un hijo adolescente esté consumiendo drogas, hay algunos cambios de
comportamiento o hábitos que nos pueden servir como pista. No obstante, es importante subrayar
que ver en tu adolescente una o más de estas señales no significa que su hijo sea consumidor de
drogas. A veces la propia adolescencia u otro tipo de problema que nada tiene que ver con el las
drogas puedan ser la causa de un cambio de comportamiento o actitud específico.

Por otra parte, si crees que tienes motivo para preocuparte, y si durante un tiempo notas algunos
de los cambios de personalidad, apariencia o comportamiento listados a continuación, es
conveniente que hablas con tu adolescente y que busques ayuda profesional.

Cambios de comportamiento en el hogar relacionados con consumo de droga

o Pérdida de interés en actividades familiares


o Falta de respeto hacia las reglas familiares

o Aumento o pérdida notable en su apetito

o Falta de cumplimiento con las responsabilidades y tareas


o Falta de cumplimiento con la hora acordada para llegar a casa

o Tendencia a ser abusivo verbalmente o físicamente con terceros

o Desaparacen cosas de valor o dinero en la casa

o No quiere decirte dónde va

o Empieza a mentir sobre qué hace, con quién y dónde

o Ofrece excusas constantemente por mal comportamiento

o Pasa mucho más tiempo en su habitación

o Objetos raros en su habitación como: papel de fumar, pipas, discos de cristal, bolsitas de
plástico...

Cambios de personalidad relacionados con consumo de droga

o Signos de depresión. No quiere salir


o Empieza a insultar a los demás miembros de la familia

o Parece huir del ámbito familiar y de la gente a la que quiere

o Parece muy enfadado o confundido

o Sufre de paranoia o cambios muy bruscos y extremos en su estado de ánimo

o Parece preocupado, argumentativo y negativo

o Parece demasiado cansado o hiperactivo

o Excesivo rebeldía

o No parece tan feliz como antes

o Ya no habla de sus problemas personales

o Engaña, roba, miente

o Cambia de amigos

Cambios en su aspecto físico


o Huele a marihuana
o Pierde o gana mucho peso de repente

o No se lava, no se peina parece descuidado

o No se preocupa por su aspecto físico

o No duerme ni come mucho, por lo que tiene aspecto de cansado


o Le falta energía

Riesgos sexuales:
Enfermedades de Transmisión sexual: son bastante frecuentes en el adolescente y adulto
joven por las siguientes razones:
o Los adolescentes están teniendo relaciones sexuales cada vez con mayor precocidad.
o Tiene una tendencia a cambiar de pareja con mucha frecuencia.

o Generalmente no usan preservativos o espermicidas que los protegen.

o Muchas veces están contagiados y no tiene síntomas, lo que los hace portadores de la
enfermedad

La mayor parte de las ETS son tratables, pero todavía no se cuenta con tratamiento eficaz
contra el virus de la inmunodeficiencia adquirida (SIDA) y, tarde o temprano, la muerte se presenta
en la mayoría de los casos.

Aunque es posible contagiarse con el VIH por el uso de agujas contaminadas o, en raras
ocasiones, por transfusiones sanguíneas, es más común que se transmita por contacto sexual. El
virus, que está presente en el semen y en las secreciones vaginales, entra en el cuerpo a través de
pequeños desgarros de la mucosa vaginal o rectal durante la actividad sexual. La transmisión del
virus sólo tiene lugar por el contacto íntimo con la sangre, semen o secreciones vaginales
infectadas. Se han descrito casos de VIH transmitido a trabajadores de la salud mediante la punción
de aguja.

La única forma segura de prevenir las ETS y el SIDA es a través de la abstinencia sexual o
que las relaciones sexuales tengan lugar exclusivamente entre dos personas no infectadas. En caso
de contar con varios compañeros sexuales o que uno de ellos este infectado, el individuo está en alto
riesgo de contraer una enfermedad de transmisión sexual.

Embarazos: Se considera “embarazo adolescente” al que se produce en mujeres menores de


19 años y, generalmente, se produce por no utilizar métodos anticonceptivos y no por ser
voluntariamente buscado.
Y es que los jóvenes comienzan demasiado pronto a experimentar con sus cuerpos y a
practicar el sexo, y no son plenamente conscientes de que las consecuencias de no practicarlo con
seguridad pueden condicionar el resto de su vida. Y no nos referimos sólo a quedarse embarazada
demasiado pronto, sino también a las enfermedades de transmisión sexual, algunas de las cuales
pueden llegar a ser muy graves y de fatales consecuencias.
Por otra parte, el embarazo de una adolescente está considerado de alto riesgo, pues el
cuerpo de la mujer a esa edad aún no está suficientemente maduro como para afrontar el desgaste
que supone dicho proceso. Por supuesto a menor edad, mayores complicaciones existen. Y es que la
llegada de la edad fértil con la aparición de la menstruación no implica que la fisionomía de la
afectada esté aún suficientemente desarrollada para soportar los cambios que produce el embarazo,
ni para dar a luz de forma natural. Hay que recordar que la menstruación, que marca el comienzo de
la fertilidad de la mujer, suele aparecer en torno a los 11 años, a veces incluso antes.
Por otra parte, y no menos importante, está el desarrollo emocional, la madurez que se
necesita para ser madre, que tarda aún más en llegar que el desarrollo físico. La adolescencia es una
época complicada, es el periodo en el que se está a caballo entre la niñez y la edad adulta, en el que
se reacciona como niño pero se pretende actuar como si ya se fuese mayor.
Y ahí está la clave de esta cuestión. Las relaciones sexuales no son un juego, no son
simplemente una forma de pasarlo bien. Para disfrutar de ellas es necesario tomar precauciones y
ser conscientes de porque se llevan a cabo. Cuestión aparte son los casos en los que la adolescente
ha sido forzada y, a consecuencia de este hecho terriblemente doloroso, se queda embarazada. En
estos supuestos lo mejor es denunciarlo cuanto antes y ponerse en manos de los especialistas.
Entre las complicaciones médicas que se puede encontrar una adolescente embarazada
encontramos la hipertensión, la anemia, la placenta previa o el parto prematuro. Incluso el riesgo de
muerte a consecuencia de estas complicaciones es mayor a menor edad.
Y, aparte de todo esto, están las repercusiones en cuanto a la vida diaria de la joven, como
tener que dejar de estudiar, enfrentarse a la decepción familiar, asumir responsabilidades que aún le
quedan muy grandes.
Entre las opciones encontramos:
o Decidir seguir adelante y cuidar del bebé, preferiblemente con ayuda de la familia.
o Abortar, pues la ley lo permite en supuestos de menores de edad cuando la salud de
la paciente corre peligro.
o Darlo en adopción, para lo cual también hay poseer cierta madurez o será una
decisión que marcará negativamente toda su vida.

En cualquier caso, una vez que ya existe el embarazo, lo mejor es que la adolescente pueda
contar con su familia y que se busque la mejor manera de que, a pesar de asumir su responsabilidad
adquirida, en caso de que opte por tenerlo y ser madre, pueda continuar su desarrollo personal y
educativo lo más normalmente posible. Esto irá en beneficio no sólo de la futura madre, sino
también del hijo que está por llegar.
Trastornos de la conducta alimentaria
La alimentación es clave durante la adolescencia. Se trata del período de mayores
necesidades nutricionales, tanto desde el punto de vista energético como cualitativo. Para hacer
frente a los cambios, los requerimientos nutricionales son muy elevados.

Las necesidades nutricionales de los adolescentes vienen marcadas por los procesos de
maduración sexual, aumento de talla y aumento de peso, característicos de esta etapa de la vida.
Hay que tener en cuenta que en esta etapa el niño gana aproximadamente el 20% de la talla que va a
tener como adulto y el 50% del peso. Estos incrementos se corresponden con aumento de masa
muscular, y masa ósea. Toda esta situación se ve directamente afectada por la alimentación que
debe estar dirigida y diseñada para cubrir el gasto que se origina y así evitar situaciones carenciales
que puedan ocasionar alteraciones y trastornos de la salud.

Es por eso que es tan importante preocuparse de los diversos trastornos y desórdenes
alimentarios, que además se encuentran en el tercer lugar de las enfermedades de los adolescentes,
después de la obesidad y el asma. Los más conocidos son la anorexia y la bulimia, que son
problemas diferentes pero que en muchos casos se desarrollan juntos.
Anorexia es la obsesiva búsqueda de adelgazamiento mediante una dieta progresivamente
restrictiva. Los principales síntomas de la anorexia son:

o Rechazo a mantener el peso corporal por encima del mínimo adecuado para la estatura,
llegando a situaciones de delgadez extrema.
o Miedo intenso a engordar, incluso cuando el peso es muy bajo.

o Sensación de estar gordo/a en general o en algunas partes del cuerpo, como nalgas, muslos,
abdomen. Tienen una percepción de su cuerpo que no es real. Aunque estén realmente
delgados/as, su espejo les dice que siguen estando gordos/as.
o Aparecen otro tipo de problemas físicos que acompañan la desnutrición, como es en el caso
de las mujeres la retirada o el retraso de la menstruación.
o Ejercicio físico excesivo.

o Conducta alimentaria extraña: come de pie, corta los alimentos en pequeños trozos.

o Incremento de las horas de estudios y disminución de las de sueño.

Bulimia es la incapacidad para controlar los deseos de comer, hacerlo en cantidades


extraordinarias y recurrir a actos purgatorios para lidiar con la culpa, como vomitar, usar laxantes y
diuréticos o realizar ejercicio físico extenuante. Hay una preocupación obsesiva por la comida, con
deseos irresistibles de comer; menstruaciones irregulares, y ligero sobrepeso.

Se calcula que un 0.5 a 3 por ciento de adolescentes y mujeres jóvenes tiene anorexia
nerviosa y estas cifras aumentan al doble cuando se incluyen adolescentes sanas con conductas
alimentarías anormales o con preocupación anormal por el peso corporal. La edad promedio es de
13,75 años y se desarrolla mucho más en mujeres, con una proporción de 9 a 1. En el caso de la
bulimia, se estima que de un 0.6 a un 13 por ciento padecen el trastorno, también en mayor medida
las mujeres mayores de 18 años.

Los trastornos alimentarios son multifactoriales. Primero debe haber factores de


predisposición:

o Individuales: sobrepeso infantil, perfeccionismo, alta autoexigencia, impulsividad, ausencia


de hábitos bien estructurados, baja autoestima, miedo a madurar, gran autocontrol.
o Familiares: hábitos alimentarios desestructurados, preocupación por la figura, obesidad de
algún familiar, baja resolución de conflictos, pobre comunicación, sobreprotección, mezcla
de roles familiares.
o Socioculturales: estereotipos culturales femeninos (delgadez extrema), prejuicios contra la
obesidad, determinadas profesiones y deportes (moda, gimnasia rítmica, patinaje).

No existe una causa única, por eso es necesario un tratamiento a cargo de un equipo
multidisciplinario donde participen nutricionistas, sicólogos, psiquiatras e incluso en algunos casos
ginecólogos.

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