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Mi vida sin mí

Estaba en el último año de Enfermería, y estaba haciendo las prácticas en el hospital


de pediatría, elegí esa especialidad porque siempre me han gustado un montón los
niños, no sé si será porque soy hija única o qué pero me decidí por ellos.
Una noche que estaba yo de guardia me llamaron para un parto, la mujer estaba
cumplida y los niños, porque eran dos, corrían peligro, así qué había que hacerle una
cesaría inmediata.

Eran siameses, un niño y una niña, pero no venían bien, estaban unidos por un solo
tronco y unos pulmones, apenas lloraban... no pienses que eran repulsivos, para nada,
cuando los tenías en brazos eran solo bebes.
No iban a sobrevivir. Los metimos en la incubadora mientras que los médicos hablaban
con el padre para ver qué era lo que se iba a hacer, el padre no quiso ni verlos, ...
Finalmente decidieron sacarlos de la incubadora y esperar a que se murieran. Yo me
ofrecí para quedarme con ellos, me daba lástima que estuvieran solos en una fría sala
de hospital...
Duraron treinta horas, los tuve en mis brazos treinta horas, les cante canciones, les
recité poesía, les conté cuentos, les conté historias, historias de un mundo que nunca
iban a conocer. Se iban haciendo pequeños en mis brazos, yo ya no sabía que más a
hacerles, me los comía a besos.

Primero murió el niño, Pedro, le puse nombre, y a las seis horas murió María,... dicen
que las niñas siempre aguantan más y yo también lo creo.

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