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Samanta Schewblin Pdjaros en la boca
mira las cosas que nos van regalando y Tengo insomnio. Paso las noches despierta,
-papá en la cama. Miro el techo con las manos sobre
asiente.
no sé... yo, y no sé si me refie- la pequeña Teresita. No puedo pensar en nada
-Ay, -digo La verdad es que no más. No puedo entender cómo en un mundo en
ro al regalo o a Teresita-.
sé digo más tarde a mi suegra cuando cae el que ocurren cosas que todavía me parecen
-le
con un juego de sabanitas de colores-, no sé maravillosas, como alquilar un cochc en un país
ya sin saber qué decir, y abrazo las sá- y devolverlo en otro, descongelar del freezer un
-digo
banas y me largo a llorar. pescado lresco que murió hace treinta días, o
El tercer mes me siento más triste todavía. pagar las cuentas sin movcrsc dc casa, no pue-
Cada vez que me levanto me miro al espejo y da solucionarse un asunto tan trivial como un
me qucdo así un r¿rto. Mi cara, mis brazos, todo pequeño cambio cn la organización de los he-
mi cucrpo, y por sobre todo la panza, están cada chos. Es quc simplcmcntc no mc lcsigno.
vcz más hinchados. A veces llamo a Manuel y Entonces olvido la guía de l¿r obra social y
le pido quc sc p¿rrc a mi lado. A é1 en cambio lo busco otras alternativas. Hablo con obstetras,
veo más flaco. Adcmás , cada vez me habla me- con curanderos y hasta con un chamán. Alguien
nos. Llcga del trabajo y se sienta a mirar televi- me da el número de una comadr<¡nzr y hablo con
sión sosteniéndose la cabcza. No es que ya no clla por telófono. Pcro cada uno ¿r sll manera
me quiera, ni que me quiera menos. Sé que Ma- prescnta solucioncs conformistas o pervefsas
nuel me adora y sé que, como yo, no ticne nada que nada tienen que ver con lo que busco. Me
en contra de nuestra Teresita, qué va a tcner. cuesta hacerme a la idca dc rccibir a Teresita
Pero es que había tanto que hacer antes de su t¿rn temprano, pero tampoco quicro lastimarla.
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Samanta Schewblin PtÍjaros en la boca
padres, por nuestro matrimonio, por las rela- marcha, y no hay nada que discutir. Papá va a
ciones particulares entre cada uno de nosotros' preguntar algo, pero Manuel lo interrumpe:
Contestamos todo lo que pregunta' Weisman que hacer lo que les decimos
entrecruza los dedos y apoya las manos sobre
-Tienen
ce-. Entiendo lo que siente: tomamos esto -di-
en
el escritorio, parece conforne con nuestro per- serio y esperamos lo mismo de los demás, en la
fil. Nos cuenta algunas cosas sobre su trayec- hora y al tiempo que corresponda.
toria, el éxito de sus investigaciones y lo que nos Están preocupados y creo que no llegan a en-
puede ofrece¡ pero entiende que no necesita tender de qué se trata, pero se comprometen a
convencernos, y pasa a explicarnos el trata- seguir las instrucciones y cada uno vuelve a su
miento. Cada tanto mir<¡ a Manucl: escucha con casa con una lista.
atcnción, asicnle, parcce entusiasmado El plan Cuando concluyen los primeros diez días las
incluye cambi<¡s en la alimcntación, cn el sue- cosas ya están un poco más aceitadas. Tomo mis
ño, ejercicios dc rcspir-ación, meclicamentos' Va tres pastillas diarias en horario y respeto cada
a haber que hablzrr cr:¡n mamá y papá, y con la sesión de «respiración consciente,. La respira-
madre de Manuel; el papcl de ellos también es ción consciente es parte fundamental del trata-
impofiante. Anoto todo en mi cuadcrno, punto miento y es un método de relajación y concen-
por punto. tración innovadoS descubierlo y enseñado por
qué seguridad tenemos con este trata- el mismo Weisman. En el jardín, sobre el cés-
-¿Y ped, me centro en el contacto con «el vientre
miento?
-Pregunto.
lo que necesitamos para que todo húmedo de la tierra,. Comienzo inhalando una
-Tenemos Weisman. vez y exhalando dos veces. Prolongo los tiem-
salga bien
-dice Manuel se queda en casa' pos hasta inspirar durante cinco segundos, y
Al día siguiente
Nos sentamos en la mesa del living, rodeados exhalar en ocho. Tras varios días de ejercicio
de grillas y papeles, y empezamos a trabajar' inhalo en diez y exhalo en quince, y entonces
Anotamos lo más fielmente posible cómo se han paso al segundo nivel de respiración conscien-
ido dando las cosas desde el momento en que te y empiezo a sentir la dirección de mis ener-
sospechamos que Teresita se había adelantado' gías. Weisman dice que eso va a tomarme algo
Citamos a nuestros padrcs y somos claros con nr/rs clc ticmpo, pero insiste cn que el ejercicio
cllos: cl ¿rstlnt() cstá tlccicliclt¡, cl t t I i t I I i ' I t I I I t'l t t'sl¿i a lrri ¿rlc¿urcc, cn qr¡c tengo quc seeuir tra-
-
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Pdjaros en la boca
Samanta Schewblin
que había pensado en este detalle durante mu- sobre el escritorio, hacia mí, eI frasco de con-
cho tiempo, me pide una bolsa para envolver el servación. Está helado, y así debe mantenerse,
paquete. Es que así lo traje, dice, con bolsa, así por eso traje la vianda térr¡ica, como Weisman
que así se va, y nos guiña un ojo. Después les recomendó. Debo guardarlo en la heladera en
toca a mis padres. También vienen por sus re- cuanto llegue. Lo levanto: el agua es transpa-
galos, Ios reclaman uno por uno: primero la toa- rente pero espesa, como un frasco de a]míbar
Ila con capucha en piqué, después los escarpi- incoloro.
nes de puro algodón, por último el cambiador Una mañana, durante una sesión de respira-
lavable con cierre de velcro. Los envuelvo. Ma- ción consciente, logro pasar al úItimo nivel: res-
má pide acariciar por última vcz la panza. Me piro lentamente, el cuerpo siente la humedad de
siento en el sillón, ella se sienta al lado mío, y ha- la tierra y la energía que 1o envuelve. Respiro
bla con voz suave y cariñosa. Acaricia la panza una vez, ofra vez, ofra vez, y entonces todo se
y dice, ésta cs mi Teresita, cómo voy a extrañar detiene. La energía parece materializarse a mi
a mi Teresita, y yo no digo nada, pcro sé que, si alrededor y podría precisar el momento exacto
hubiera podido, si no hubiera tenido que limi- en el que, poco a poco, comienza a circular en
tarse a su lista, habría llorado. sentido inverso. Es una sensación purificadora,
Los días del úitimo mes pasan rápido. Ma- rejuvenecedora, como si el agua o el aire volvie-
nuel ya puede acercarse más y la verdad es que sen por sí mismos al sitio cn el que alguna vez
su compañía me hace bien. Nos paramos fren- estuvieron conten idos.
te al espejo y nos reímos. La sensación es todo Entonces llega el día. Está marcado en el al-
lo contrario a lo que se siente al emprender un manaque de la heladera, Manuel lo rodeó con
viaje. No es la alegría de parlir, sino la de que- un círculo rojo cuando volvimos del consulto-
darse. Es como si al mejor año de tu vida le agre- rio de Weisman por primera vez. No sé cuándo
garas un año más, bajo 1as mismas condiciones' sucederá, estoy preocupada. Manuel está en ca-
Es la oportunidad de seguir en continuado. sa. Estoy recostada en Ia cama. Lo escucho ca-
Estoy mucho menos hinchada. Eso alivia minar de un lado a otro, intranquilo. Me toco
mis actividades y me levanta el ánimo. Hago mi la panza. Es una panza normal, una panza
última visita a Wcisman. como la clc cualquicr muje¡ quiero decir que no
Sc ¿tcclc¿t cl ntomento dicc ó1, y cmpttia ('s luril l)anz¿r clc cmbar¿rzada. Al contrario,
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Pdiaros en la boca
Samanta Schcwblin
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