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Alejandra Bedoya
Alejandra Arroyave
Darío Serrano
¿Qué es la estética del consumo? De acuerdo con esta pregunta nos planteamos
una premisa y presunción.
Las personas sacrifican su ser y su goce por una identidad impuesta por la
sociedad para poder ser reconocidos por otras personas, en ese sentido, un
ejemplo muy claro es como las personas cada día se preparan más -estudian-
para conseguir mejores empleos que les permita tener voluntad y capacidad de
consumir de acuerdo a estándares establecidos por la sociedad de consumo, esta
a su vez expone todos los días nuevas experiencias que podrían ser cumplidas
creyendo satisfacer un deseo que por el contrario es un deseo deseando otro
deseo como se afirma en el texto de Zygmunt Bauman. Este deseo se vuelve un
estado de culpa que se ve reflejado hoy en día en la sociedad posmoderna como
un estado de ansiedad y tristeza constante. Ese estado resulta de la idea de
pertenecer a un grupo social o llegar a un tope de experiencias nuevas y
novedosas que ni siquiera existe. Y si a esto le agregamos el narcicismo habilitado
por la sociedad de consumo individual que le permite a las personas ser los reyes
en su propio mundo, es decir, por la posibilidad que tienen de elegir, juzgar y
criticar; por consumir de manera individual y el ego que aumenta, debido al
reconocimiento de esa elección de consumo.
Y ese trabajo, es lo que nos vende la sociedad como objeto de consumo, aquel
que tenga la libertad de no cumplir con una jornada determinada diaria, que no
espera quince días para recibir retribución por parte de su trabajo, es valiente, es
el objeto de envidia y de inseguridad para una gran parte de la sociedad. Cada vez
se hace más evidente la presencia de hostigamiento y presión por salirse de la
zona de confort, de apostar siempre por lo seguro y no de aventurarse por los
caminos desconocidos; nadie tiene por qué dar ordenes, nadie tiene por qué tener
potestad de manejar el tiempo de manera individual, la industria no tiene el control,
es la persona que tiene el manejo de la industria, ese es el pensamiento común,
estos son los personajes “ dignos “ de admirar y seguir, por lo menos eso es “ Lo
que la gente cuenta “. que al fin al cabo es la misma identidad nueva que surge
como objeto de consumo impuesto.
Podemos decir, que la estética del consumo en nuestros días gobierna donde
antes lo hacía la ética del trabajo, debido a que en la sociedad de consumo no hay
lugar para el aburrimiento, por que las personas creen sentir libertad de elegir y
hacer lo que mejor les conviene. Esa libertad, sigue siendo una identidad impuesta
por la sociedad de consumo que es supuestamente la capacidad de satisfacer las
necesidades de manera diferente y sin necesidad de crear ningún tipo de vínculo o
lealtad hacía alguien o algo.