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Edmund 2{/ _ Husserl ldgicas Biblioteca de la Revista de Oceidente Edmund Husserl (1859-1938) nacié ‘en Prossnitz (Moravia), estudié matematicas en Meierstrass y, entre 1884 y 1886, asistié a las clases de Brentano en la Universidad de Viena, clases que influyeron grandemente en su formacién filoséfica. «Privatdozent» en la Universidad de Halle de 1887 a 1907 yen la de Géttinga de 1901 a 1916, Husserl fue nombrado en 1916 profesor titular en la Universidad de Friburgo iB., donde enseiid hasta su jubilacién en 1928. Los escritos de Hlusser! publicados durante su vida, e inclusive algunos de los que aparecieron poco después de su muerte, representan tan sélo una parte de su pensamiento, pues el gran filésofo dejé gran eantidad de manuscritos, con libros terminados pero todavia no suficientemente organizados, notas procedentes de cursos y de sus meditaciones, textos de las mismas obras ya publicadas durante su vida pero con numerosos comentarios y adiciones, etc., etc Estos manuscritos rescatados, no sin dificultades, por el padre franciscano Hermann Leo van Breda, de Lovaina, se publican, bajo su, direccién, en la serie llamada Hussertiana, que lleva ya’ editados més de nueve vohimenes. Entre las aportaciones fundamentales que nuestro siglo legaré a la historia de la filosofia, puede afirmarse que una posicién relevante pertenece a 1a Fenomenologia y a su fundador, Husserl. Aparte sus contenidos particulares, hay una raz6n que hizo de la aparicién de esa corriente intelectual un acontecimiento decisive, Conforme Ortega analiza en las paginas de su «Prélogo para alemanes», los grandes sistemas del idealismo decimondnico ¢ incluso el neokantismo, eran pensamientos sin suficiente veracidad. La resolucién de reconquistarla con la posible plenitud, procede de la Fenomenologia. En las Investigaciones I6gicas, que significan su iniciacién y constitucién, Husserl escribe: «Pues si estas investigaciones son estimadas ello se debe a que no ofrecen un mero programa (y menos uno de esos programas de alto vuelo, tan frecuentes en la filosofia), sino ensayos 5 de un trabajo fundamental efectivo sobre las ‘cosas miradas y tomadas directamente; ¥ a que, incluso alli donde proceden criticamente, no se pierden en discusiones sobre los puntos de vista, sino que dejan la tltima palabra a las cosas mismas y al itabajo sobre ellas.» Esa vuelta o retorno hacia las cosas fue Ja apertura de un nuevo horizonte para la filosofta del siglo XX. Tanto los ulteriores detroteros del propio pensamiento de Husser! como las teorfas que desde la fecha de la aparicién de estas Investigaciones (1900/1913) hhan ido sucediéndose, muestran la fecundidad de ese comienzo. Pero la interferencia de preocupaciones no teoréticas en el cultivo de la filosofia, provoca de nuevo con frecuencia tuna mengua de esa veracidad irrenunciable para el verdadero filésofo. La lectura y meditacién de estas péginas no es s6lo necesidad inexcusable para quien pretende estudiar la filosofia de auestro tiempo; es, ademés, un entrenamiento insustituible en esa discipfina de respeto y anilisis de la realidad «en las cosas mismas». Estas Investigaciones se vertieron del alemén al espafiol en 1929, muy antes que a ninguna otra lengua; la segunda edicién aparecié en 1967; la necesidad de ya editarla de nuevo prueba Ia existencia de un piblico renovado* y cteciente, interesado por la filosoffa en sus ‘més valiosos testimonios. Esta editorial, que cree haber cumplido alguria misién 2 ese propésito, se complace, en esta ocasién, en manifestatlo Las palabras inéditas de Ortega que encabezan esta edicidn y que fueron escritas en 1929, tienen, entre otros, el valor de que vienen a subrayar esa prioridad espafiola en el conocimiento y la difusién del pensamiento de Husserl. INVESTIGACIONES LOGICAS BIBLIOTECA DE LA REVISTA DE OCCIDENTE, La Biblioteca de la Revista de Occidente nace de 1a limpia ambi- cin intelectual de contribuir a desentraiar los problemas, a veces gra vves, que el mundo y Ia cultura actuales tienen planteados. Problemas cuya paulatina solucién ha de llevar a la plena maduracién de una conciencia universal que se esté fraguando por encima de los limites tradicionales —geograficos, historicos, raciales y de partido— que pertenecen ya al pasado, aunque persistan en la superficie su agitacién y su violencia. Esta Biblioteca, de temética amplia y varia, absorberd en particular las tres Series de Ciencias Histéricas, Politica y Sociolo- ia y Filosofia, que se venian publicando en colecciones independien- tes. La Biblioteca de la Revista de Occidente ofrecer asi al lector aquellas publicaciones que, por el acierto de su tratamiento, puedan ayudarle a un recto planteamiento de las cuestiones del saber y el acontecer actuales, SECCION: FILOSOFIA EDMUND HUSSERL INVESTIGACIONES LOGICAS Bit fa Revista de Occidente General Mola, 11 MADRID. © Revista de Occidente, S. General Mola, 11 - Ma ISBN: 84.292°8725.6 Depésito legal: M. 23.426-1976 Printed in Spain - Impreso en Espafta por Ediciones Castilla, S. A.- Maestro Alonso, 21 - Madrid-28 A id (1) (Espanta) Indice Lo Nivo DE LA FENOMENOLOGIA, de José Ortega y Gastet Provoco PROLoce 4 LA SEGUNDA EDICION PROLEGOMENOS A LA LOGICA PURA Iwrnopuccioy 51. La discusign en torno le definicién de la légica y al contenido esencial de sus doctrinas $2. Necesidad de una nueva dilucidacin de las cocstiones de princ! § 3. Las euestiones discutidas. El camino a emprender Capiruto 1—LA LOGICA COMO DISCIPLINA NORMATIVA Y ESPECIAL MENTE COMO DISCIPLINA PRACTICA, 44. La imperfeccién reorética de las ciencias particulaces § 5. Complemento teorético de las cencias particulares por la metatisca ¥ la teoria de Je cienc $6 Posibildad y justificacidn de’ una idgica como teoria dela ciencia, #7 Conuinuatisn, Las tes pecularidades mis importantes de las for 8 8 Relacién de estas peculiaridades con la posibilidad de ia ciencia y de la teoria de la ciencia $9. Procedimientor met6dicos de las ciencias: fundamentaciones y dis ositivos auxiliares para lay fundamencaciones 5.10. La idea de tora y Ia iden de wien como problema ide i tora de Ie ciencie $11. Le iégica 0 teoria de ia ciencia’ como disciplina notmativa y como $12. Definiciones “de la “igica inspiradas’ en esta concepcién Carivie 2—DISCIPLINAS TEORETICAS COMO FUNDAMENTO DE LAS NORMATIVAS 3.13. La discusion en torno al cardcter prictico de Ia I6gies 314 El concepto de Ia ciencia normativa, El principio que le da unidad 415. Disciplina notmativa y arte 5 16. Disciplinas teoréticas como fundamentor de las’ notmaiivas Cariruio 3—EL PSICOLOGISMO, SUS ARGUMENTS Y SU POSICION FRENTE A LOS CONTRAARGUMENTOS USUALES 117. La evestién de si tos fundamentos teoréticos esencisles de Ia 16 Blea normativa residen en la psicologt : § 18. La Gemostracidn ‘de la resis psicologista 319 Los argumentas fabituales del partido contrario y su Soluciée por parte de los psicologistas § 20. Un'vecfo en la demosteacin de ia ‘esis psicologista » 2 2 3% 38 6 Indice Caviruvo 4—CONSECUENCIAS EMPIRISTAS DEL PSICOLOGISMO § 21, Delaciin de dos consecuencias empitistas de la posici6a psicalo: Bist y su refutacién B $22, Las'leyes del pensamienta como supucsias leyes naturales que ca san el pensamiento racional, en actuacisn aislada ws § 23. Una tercera consecuencia del. psicologismo y su refutacién sl $24. Continuacidn 3 Cavituio 5—LA_INTERPRETACIONES PSICOLOGICAS DE LOS PRIN: ‘CIPIOS LOGICOS $25. EI principio de contradiccién en la interpretacidn picologista. de Mill y'de Spencer 37 § 26. La interpretacién psicoidgics del principio, dada’ por Mill, no pro. pporciona ninguna autentica ley, sin ana ley empirica comple: famente vaya y no conteastada clentficamente 8 Sobre algunos errores fundamentales del empirismo o $27. Objeciones andlogas contra las restantes interpretaciones psicoléei ‘eas del principio légico. Equivoces como fuentes de error =. 93 $28. La supuesta dualidad de! principio de contradiceidn, ), 2. Si es uma ciencia independiente de las demds ciencias y en especial de la psicologia y la metafisies. 3. Si es una disciplina formal o, como suele decirse, si se refiere a la «mera forma del conocimiento» 0 debe tomar en consideracién también su «mmaterian, 4. Si tiene el cardcter de una disciplina @ priori y demostrativa o el de una disciplina empfrica einductiva, Todas estas cuestiones se relacionan tan intimamente, que la posicién adoptada en una condiciona o influye de hecho en las restantes, al menos hasta cierto grado. Propiamente sélo hay dos partidos, La Iégica es una disciplina teorética, independiente de la psicologia y a la vez formal y de- mostrativa, juzga el uno. Para el otto es una tecnologia que depende de la icologa; con lo cual queda excluido de suyo que tenga el carécter de una disciptina formal y demostrativa, en el sentido de la aritmética, que es ¢jemplar para la parte contrari. Nosotros no aspiramos propiamente a tomar parte en estas discusiones tradicionales. Nos proponemos poner en claro las diferencias de principio que actiian en ellas y iltimamente los objetivos esenciales de una légica pura, Seguiremos, pues, el camino siguiente: Tomaremos como punto de artida la definicién de la l6gica como un arte, admitida en la actualidad casi universalmente, y fijaremos su sentido y su justificacién, Con esto se relaciona naturalmente la cuestidn de las bases teoréticas de esta disciplina y, en especial, de su relacién con la psicologia. Esta cuestién coincide esen- ialmente, si no en todo, al menos en una parte capital, con la cuestién car- dinal de la teoria del conocirtiento, que concierne a la objetividad de éste. El resultedo de nuestra investigacién sobre este punto es la obtencién de tuna ciencia nueva y puramente teorética, que constituye el fundamento més importante de todo arte del conocimiento cientifico y posee el carécter de una ciencia @ priori y puramente demostrativa, Es aguélla que han buscado Kant y los restantes defensores de una Idgica «formal» o «pura»; pero cuyos contenido y extensién no han sido comprendidos ni definidos justamente, EI thimo resultado de estas consideraciones seré una idea claramente es- ‘bozada del contenido esencial de la disciplina discutida; con lo cual quedaré adoptada una posicién clara frente a Jas cuestiones planteadas. CAPITULO 1 La légica como disciplina normativa y especialmente como disciplina prattica $4. Laimperfeccién teorética de las ciencias particulares Enséfianos Ja experiencia cotidiana que Ia maestrla con que un artista ‘maneja sus matetiales y con ef juicio decidido, y con frecuencia seguro, con que aprecia las obras de su arte, sélo por excepcién se basan en un conoci- miento teorético de las leyes que prescriben al curso de las actividades préc- ticas su direcci6n y su orden ¥ determinan a fa vez {os criterios vaforativos, con arreglo a los cuales debe apreciarse la perfeccién o imperfeccién de la ‘obra realizada. El artista profesional no es por lo regular el que puede dar justa cuenta de los principios de su arte. El artiste no exes segia principios, ni valora segiin principios. Al crear, sigue el movimiento interior de sus facultades arménicamente cultivadas, y al juzgar, sigue su tacto y senti- miento artfstico, finamente desarrollado. Pero esto no sucede sélo en las belfas artes, en las que primero se habrd pensado, sino en todas las artes en general, tomada la palabra en su sentido més’ amplio. Concierne, pues, también a las actividades de la creacién cientifca y a la apreciacién teorética de sus resultados; esto es, de fas fundamentaciones cientificas de los hechos, leyes y teorlas, Ni siquiera el matemético, el fisico 0 el astrénomo necesita egar a la inteleccién de las sltimas rafces de su actividad, para levar a -tabo las producciones cientifcas mis importantes; y aunque Tos resultados ‘obtenidos poseen para él y para los demés la fuerza de una conviccién ra- ional, no puede el cientifico tener la pretensién de haber probado siempre las iltimas premisas de sus conclusiones, ai de haber investigado los prin- Prncpalment It pole a, ae la digsion de ext cueaign hay que tener en cuenta mis ain que ta ‘bea tpastta de Milly bia de polemics conta Hamilton. Migs bajo ida lis cae Decca. wSigwart, Lotit, p10, +E Bale, Pepi, (1879), § 50, pp. 34 y 5 56 Edmundo Husserl Los numerosos tratados de lgica que han aparecido en este siglo casi nunca hacen resaltar con claridad ni examinan con cvidado el punto de diferencia de que tratamos. Teniendo en cuenta que Ia exposicidn de a égica, desde el punto de vista préctico, es perfectamente compatible con ambas posiciones y que ambas partes ‘han concedido por lo regular su utilidad, la discusién sobre el cardcter (esencialmente) prictico 0 teorético de la légica ha parecido a algunos exenta de importancia, No han visto étos nunca con clatidad la diferencia entre fas_posiciones. Nuestros fines no exigen que entremos en ta critica de las disputas entre los antiguos Iégicos: si la légica es un arte, o una ciencia, o ambas cosas, o ninguna; si en el segundo caso es una ciencia especulativa, © préc- tica, © ambas cosas ala vez. Si William Hamilton juzga sobre cllas, y a la vez’ sobre el valor de estas cuestiones, como sigue: «The controversy. is perbaps one of the most futile in the history of speculation. In so far as Logic is concerned, the decision of the question is not of the very smallest import. It was not in consequence of any diversity of opinion in regard to the scope and nature of this doctrine, that philosophers disputed by whet name it should be called. The controversy was, in fact, only about what was properly an art, and what was properly a science; and ax men attached one meaning or another to these terms, so did they affirm Logic to be an art, or a science, or both, or neither». Es de advertir, empero, que Hamilton na ha indagado muy profundamente el contenido y el valor de las distinciones y controversias d¢ que se trata, Si existiese una ade- cuada unanimidad respecto al modo de tratar Ia I6gica y al comenide de las doctrinas que deben adjudicérsele, le cuestién de si y de cémo los conceptos de art y science son inherentes a’su definicién seria de menor importancia, aunque seguitia estando bien lejos de ser cuestién de mero rétulo. Peto la discusién sobre las definiciones es en verdad (como ya hemos expucsto) una discusién. sobre Ja ciencia misma y no sobre Ja ciencia hecha, sino sobre la ciencia en gestacién y por el momento s6lo presunta, en fa que Ios problemas, los métodos, las teorias, en suma, todo es ain dudeso. Ya cen los tiempos de Hamilton, y mucho antes, eran muy considerables las diferencias respecto al contenido esencial y a la extensién de la légica, ast como al modo de tratarla. Compérese tan sélo Iss obras de Hamilton, Bol- zano, Mill y Beneke. Dichas diferencias no han hecho més que aumentar desde entonces. Si comparamas a Erdmann y a Drobisch, a Wundt y a Berg- mann, a Schupe y a Brentano, 2 Sigwart y a Ueberweg, podemos pregun- tarnos: ges esto una ciencia © meramente un nombre? Casi nos inclina- Hlamos a esta tiltima decisién, si no hubiese acd y allé algunos grupos mas amplios de temas comunes, aunque ni siquiera dos de estos ldgicos se en- tiendan de un modo aceptable respecto al contenido de las doctrinas € in- cluso al planteamiento de los problemas. Si se afiade a esto lo que ya ® Sit Wiliam Hamiion, Lectures on Lage, vol. I (Lect. om Metepbysir ond Logic, 1), 1884, pp. 9-10. Investigaciones Idgicas 37 hemos subrayado en la introduccién —que las definiciones se limitan a expresar las convicciones acerce de los temas esenciales y del cardcter me- t6dico de la légica, y que los prejuicios y los errores sobre estos puntos pueden contribuir en una ciencia tan tetrasada a empujar de ancemano la investigacién por falsos derroteros—, segutamente no se podra prestar asentimiento a Hamilton cuando dice: The decision of the question ix not of the very smallest import No poco ha contribuide a ta confusién la circunstancia de que también algunos distinguidos campeones de los derechos propios de una légice ears, como Drobisch y Bergmann, han considerado el caricter normativo de esta disciplina como algo esencialmente inherente a su concepto, La parte adversa ha visto en ello una patente inconsecuencia, incluso una contradiccién. zNo ‘entra en el concepto de la normacién la referencia a un fin y a unas acti vidades subordinadas a éste? ¢No significa, pues, una ciencis normative exactariente lo mismo que un arte? La forma en que Drobisch introduce sus definiciones y las formula puede servir para confirmar esto, En su Ldgica, ain valiosa, feemos: «El Pensamiento puede ser objeto de una investigacién cientifica, en un doble especto: primero, en cuanto es una actividad del espitinu, cuyas condi- cones y leyes cabe investigar; segundo, en cuanto es un instrumento para Ja adquisicién del conocimiento mediato, el cual no slo admite un uso recto, sino también un empleo defectuosa, conduciendo en el primer caso a resultados verdaderos, en el segundo a falsos. Hay, pues, tanto Leyes natu- rales del pensamiento, como Leyes normales del mismo, Preceptos {normas) Por los cuales ha de dirigirse pata conducir a resultados verdaderos. La in- Vestigacién de las leyes naturales del pensamiento es misién de la psicologta, pero la formulacién de sus Jeyes normales es la mision de fa (6zican "Ya ‘mayor abundamiento Ieemos en la explicacién adjunta: «las leyes normales regulan una actividad, siempre conforme a cierto fin» La parte contraia did que no hay agui una palabra que Beneke o Mill no pudiesen suscribir y emplear en su favor. Pero si se concede Ia iden- tidad de los conceptos de «disciplina normativan y «arte», es claro que el azo que une las verdades légicas en una disciplina no es la congruencia material, sino el fin directivo, como en las artes en general. Y entonces es evidentemente absutdo imponer a fa Iégica tan estrechos limites como lo hhace la légica aristoxélica tradicional —pues a ésta se reduce en realidad a légica «puray—. Es un contrasentido proponer a la Kigica un fin y ex- cluir fuego de ella ciertas clases de normas ¢ investigaciones normativas inherentes a ese fin. Los defensores de la Iégica pura se hallan atin bajo e) conjuso de Ja tradicién. El sorprendente hechizo que el huero formulismo de la logica escoléstica ha ejercido durante milenios sigue siendo todopo- deroso en ellos. Esta es la cadena de inmediatas objeciones —totalmente adecuadas para ” Deobisch, Newe Darstellung der Logik, WV, 8 2, . 3 38 Edmundo Husserl desviar el interés moderno ¢ impedirle-dirigit una consideracién més exacta sobre los morivos objetivos— que han usado grandes e independientes pen- sadores en pro de una légica pura como ciencia propia, y que atin hoy po- drfan aspirar a un serio examen. El excelente Drobisch puede haberse equi- vocado en su definicién; pero esto no prueba que su posicién sea en lo esencial falsa, como tampoco la de su maestro Herbart finalmente la del primer promotor, Kant ". Ni siquiera impide que haya detrés de la imper- fecta definicién un pensamiento valioso, al que sélo ha faltado ser expre- sado en conceptos claros. Fijémonos en la comparacién de la Idgica con la matemética pura, tan en boga enité los defensores de una Iégica pura. Tam- bién las disciplinas mateméticas sirven de base a tas artes, A Ya arit- mética corresponde el arte de calcular, a Ia geometria el arte de la agri- mensura, Aunque de un modo algo distinto, también las ciencias abstractas © teoréticas de la naturaleza dan origen a tecaologias, la fisica a las tecno- logias fisicas, la quimica a las quimicas. Teniendo esto en cuenta, cabe la presuncién de que el sentido propio de la pretendida Iégica pura sea el de tuna disciplina abstracta o teorética, que sirva de base a una tecnologla, la lgica en el sentido vulgar, 1a légica préctica, de un modo anélogo a los casos indicados. ¥ asi como en las artes en genetal proporcionan la base para la deduccién de sus normas, unas veces una disciplina teorética prin- cipalmente, otras veces varias, también Ia légica, en el sentido del arte lgico, podria depender de varias de estas disciplinas, esto es, poseeria en aquella I6gica pura meramente un fundamento, aunque acaso el capital. Si resultase ademas que las formas y leyes légicas en sentido estricto perte- necen a un circulo de verdades abstractas teoréticamente cerrado, que no puede incluirse de ningtin modo en las disciplinas teoréticas delimitadas hasta el presente, y que debe tomarse por ende como la misina légica pura en cuestién, impondrfase entonces la presuncién de que la causa que ha favorecido la confusidn de esta disciplina con aquel arte y ha hecho posible la discusién sobre si la ldgica debe definirse esencialmente como una disciplina teorética © prictica, reside en las imperfectas definiciones del concepto de la misma, y en la incapacidad para exponerla en su pureza y para aclarar su relacién con la I6gica como arte, Mientras un partido dirigia su vista a aguellas proposiciones ldgicas en sentido estricto, pura- "Kant mismo, aunque opone a Sas eyes psicolégicas, que dicen «cémo es y iensa el entendimienton, les leyes Iigicas, areglas necesarias» que dicen cémo de ia proceder al pensar» (cf, las Lecciones de lépica, Obras, Ediciée Hart, VIII B. 14), no tenia en tltimo término la intencién de considerar la léica como una isciplina normativa (en el sentido de una disciplina que mide y estima la adecuacién 1 determinados fines). Asi To indica inequivocamente. su coordinacign de la légica y Ja eatética, con arreglo a las dos «fuentes fandamentales del espiritu», éta como la sciencia (se. racional) de las reglas de In sensibilidad en. generals, auélla como la Correlativa aciencia de las teglas del entendimiento en general», Ast como la ete tica en el sentido Kantiano no puede pretender pasar por una” disciplina regulativa sconforme a ciettor fines, tampoco puede pretenderlo su ldgica. (CE. Critica de la raxin pura, introduccion 4 la ldgica trascenderta, 1, Snel del segundo spare) Investigaciones Idgicas 39 mente teoréticas, el otto se atenia a Jas discutibles definiciones de la pre- tendida ciencia teorética y al modo efectivo de desarrollarla La objecién que afirma que se trata de una restauracién de 1a ligica aristotélico-escoléstica, sobre cuyo escaso valor la historia ha pronunciado su juicio, no debe inguietarnos. Acaso resulte que la disciplina en cuestién no es de tan escaso volumen y tan pobre en problemas profundos como se le reprocha. Acaso Ia antigua ldgica fuese sélo une realizaciéa. soma. ‘mente imperfecta y turbia de Ia idea de esa I6gica pura —aunque siempre Util y digna de atencién, como primer comienz0 y conato—. Es también cuestionable si el desprecio de Ia I6gica tradicional no es una injustficada epercusién de Jas emociones del Renacimiento, cuyos motivos ya no pue den tocarnos hoy. La lucha contra la ciencia escoldstica, que histéricamente esté justificada, fue irrazonable con frecuencia en el fondo; dirigiase ante zodo, como se ‘comprende, contra la Iégica, que era la metodologia corres. pondiente a aquella ciencia, Pero el hecho de que fa I6gica formal tomase el caricter de una falsa metodologia en las manos de los escolésticos (prin- | cipalmente en el periodo de la decadencia), s6lo prueba acaso que faltaba a éstos una justa comprensidn filoséfica de Ja ciencia légica (hasta donde ya se habfa desarrollado) y que por eso la utilizacién préctica de le-misma ‘seguia camincs errados, exigiéndosele funciones metédicas 4 las cuales no estaba destinada por su naturaleza, Tampoco la mistica de los ntimeros Prueba nada en contra de la aritmética. Es sabido que la polémica, lgica del Renacimiento fue objetivamente vana e infecunda; en ella se expresaba Ja pasién, no la inteleccién. ¢Cémo vamos nosotros a dejarnos guiar por sus juicios despectivos? Un espiritu teoréticamente creador, como Leibniz, en quien coreian parcjos et desbordante impulso reformador del Renaci- miento y la meticulosidad cientifica de la Edad Moderna, no quiso saber nada de la cinegética antiescoléstica, Con palabras calurosas se encargé de defender la desdefiada I6gica atistotélica, aunque por otra parte le parecta —iustamente a él— muy necesitada de ampliacién y mejora. En todo caso podemos prescindir del reproche de que la ldgica pura acaba en una reno- vacién del «huero formulismo escoléstico», hasta legar a poner en claro dl sentido y el contenido de la disciplina en cuestiGn, justificando acaso las resunciones que se nos han impuesto. Pata examinar estas presunciones no nos dedicaremos a recoger todos “los argumentos que se han expuesto histéricamente en pro de una u otra concepcién de la légica, sometiéndolos a un anilisis ctitico. No seria este el buen camino para prestar a le antigua discusién nuevo interés. Pero los antagonismos de principio, que no llegaron en ella ¢ pulcra diferenciacién tienen su propio interés por encima de las limitaciones empiricas de los contendientes; y este interés es el que perseguimos. 60 Edmundo Husserl § 14, El concepto de la ciencia normativa. El principio que le da unidad Empezamos sentando una proposicién que es de importancia decisiva para la investigacién subsiguiente: que toda disciplina normativa, e igval- ‘mente toda disciplina préctica, descansa en una o varias disciplinas teoré- ticas, en cuanto que sus reglas han de poseer un contenido teorético, sepa- rable de Ia idea de normacién (del deber ser), contenido cuya investigacién ientifica compete a esas disciplinas teoréticas Para poner esto en claro, empecemos por considerar el concepto de ciencia normativa en su relacién con el de ciencia teorética, Las leyes de Ja primera expresan, segsin se dice habitualmente, lo que debe ser, aunque caso no sea, ni pueda ser en las circunstancias dadas; las leyes de le se- gunda, por el contrario, expresan pura y simplemente lo que es. Y se pre- gunta: gqué se quiere decir con ese deber ser opuesto al ser puro y simple? Es patentemente harto estrecho el sentido primitivo del deber, que se refiere a cierto desear 0 querer, a una exigencia o a un mandato; por ejem- plo, ti debes obedecerme, X debe venir a mi casa. Asf como en un sentido amplio hablamos de una exigencia, incluso donde no hay nadie que exija, ni eventualmente nadie tampoco a’ quien exigir, asf también hablamos con frecuencia de un deber, prescindiendo de todo desear o querer. Si decimos: un guerrero debe ser valiente», esto no quiere decir que nosotros ni nadie deseemos o queramos, ordenemos o exijamos tal cosa. Mejor cabria sostener Ia opinién de que semejante deseo y exigencia esté justificado en general, ‘esto es, con respecto a tedo guerrero, Pero tampoco esto es completamente exacto; pues no es necesatio que tenga lugar realmente semejante valoracién de un desco o una exigencia. «Un guerrero debe ser valiente» significa mas bien: sdlo un guerrero valiente es un ebuen» guerrero; y esto implica que tun guertero que no sea valiente seré un «mab guerrero, puesto que los predicados de bueno y malo se reparten la extensién del concepto de gue- fiero. Porque este juicio de valor es vilido, tiene razén todo aquel que exija de un guerrero que sea valiente. Por el mismo motivo es deseable, Yoable, etc., que lo sea. Y lo mismo en otros ejemplos. «El hembre debe amar al projimo», es decir, quien no lo haga no es un hombre «eno»; y.€8 0 ipso un hombre «malo» (en este respecto). «Un drama no debe disolverse en episodios»; de lo contrario, no es un «buen» drama, no es tuna everdadera» obra de arte. En todos estos casos hacemos depender nuestra valoracién positiva, la concesién de un predicado de valor positivo, del cumplimiento de una condicién, cuyo incumplimientg trae consigo el predicado negativo correspondiente. En general podemos ‘considerar como iguales, o al menos como equivalentes, estas {rmulas: «un A debe ser B> y aun A que no es B es un mal A» o «sélo un A que es B es un buen A>. El término de ebueno» nos sirve agai, naturalmente, ea el sentido am. plio de valioso en general; en las proposiciones concretas que responden Investigaciones ldgicar 61 nuestra férmula, deberd entenderse cada vez en ef sentido especial de las valoraciones que les sirvan de base; por ejemplo, itil, bello, moral, etc. + Hay tantos modos de hablar del deber, como distintas clases de valoracio- nes, esto es, de valores reales 0 supuestos, ‘Los enunciados negativos det deber no han de interpretarse como nega ciones de los afirmativos correspondientes. Tampaco en el sentido habitual Ia negacién de una exigencia tiene el valor de una prohibicién. Un guerrero no debe ser cobarde, no significa que sea falso que un guerrero debe ser ceobarde, sino que un guerrera cobarde es un mal guerrero. Son equivalentes, pues, estas férmulas: «un A no debe sex Bs y «un A que es B es en general tun mal Ap 0 «s6lo un A que no es B es un buen A». Es consecuencia Iégicoformal de los enunciados interptetativos, que el deber y el no deber se excliyan; y lo mismo cabe decir det principio de ue los juicios sobre un deber no implican ninguna afitmacién sobre un ser ‘correspondiente. Los juicios de forma normativa, que acabamos de explicar, no son evi- dentemente Jos inicos que pueden considerarse como tales, aunque en [a expresiénno se emplee la palabra «debe». Es inesencial que en lugar de «A debe (0 no debe) ser B», digamos «A tiene que (0 no puede) ser Br». ‘Mis importante es seftalar las dos nuevas formas. «A no tiene que ser Br y 4A puede ser B», que representan las contzadictorias de les anceriores No tiene quer es la negacién de «debe», 0 —lo que es lo mismo— de iene quer. «Puede» es la negacién de uno debe» 0 —lo que es lo mismo— de «no puede»; como se ve facilmente por los juicios de valor interpreta- tivos: «un A no tiene que ser By = «vn A que no es B no es por ello un mal A>; «un A puede ser By = «un A que es B no es por ello un mal Ap. Pero aiin deberemos incluir aqui otras proposiciones, por ejemplo: «pa que un A sea un buen A, basta (0 no basta) que sea B». Mientras que | roposiciones anteriores concernian a las condiciones meceseries pare cor ‘ceder 0 negar los predicados de valor, positivos © negativos, en las actuales Proposiciones se trata de las condiciones suficientes. Otras expresarén a la vez condiciones necesarias y suficientes Con esto quedan agotadas las formas esenciales de Jas proposiciones normativas generales. Hay también, naturalmente, formas correspondientes de juicios de valor particulares e individuales; pero no aportan nada impor- tante al andlisis, y en todo caso las diltimas no entran en cuenta para nuestros fines; todas tienen una relacidn préxima 0 remota con ciertas proposiciones normativas generales y, en las disciplinas normativas abstractas, s6lo pueden ‘entrar como ejemplos de las proposiciones generales que las regulan. Dichas ‘mantienen, en general, mas allé de toda existencia individual; us proposiciones generales son de indole epuramente conceptual», tienen el cardcter de [eyes en el verdadero sentido de la palabra. ___ Vemos, pues, pot estos andlisis que toda proposicién normativa supone sietta clase de valotacién (apreciacién, estimacién), por obra de la cual surge el concepto de lo «bueno» (valioso) 0 «malo» (no valioso) en un 62 Edmundo Husserl sentido determinado y con respecto a cierta clase de objetos, los cuales se dividen en buenos y malos con arreglo a ese concepto. Para poder pronun- iar el juicio normativo: «un guerrero debe ser valiente», necesitamos tenet algin concepto del «buen» guerrero; y este concepto no puede radicar en ratia definicién nominal, sino tan sélo en una valoracién general, ar a los guerrcros ya como bucnos, ya como malos, por estas 0 aquellas cualidades. No entramos a considerar si esta estimacidn es ‘© no «objetivamente vilida» en algtin sentido; si debe hacerse en general una distincién entre lo «bueno» subjetivo y lo bueno objetivo; sélo nos interesa fijar el sentido de las proposiciones normativas, y para ello basta que algo sea tenido por valioso, que haya una intencidn cuyo contenido sea que algo es valioso 0 bueno. ‘Ala inversa, si sobre la base de cierta valoracién general ha sido esta- blecido un par de predicados de valor para la clase correspondiente, queda dada la posibilidad de pronunciar juicios normativos; todas las formas de las proposiciones normativas reciben su sentido determinado. Toda nota constitutiva, B, del ebuen» A, proporciona, por ejemplo, una proposicién de la forma: «un A debe ser Bv; y una nota B’, incompatible con B, la proposicién: «un A no puede (no debe) ser B’», etc. Por siltimo, en lo tocante al concepto del juicio normativo, podemos des- cribirlo, después de nuestro andlisis, de la siguiente manera; Se llama nor- mativa toda proposicién que con referencia a una valoracién general bisica y al contenido de la correspondiente pareja de predicados de valor, deter- minada por esta valoracién, expresa cualesquiera condiciones necesarias 0 suficientes, o necesarias y suficientes, para la posesién de uno de dichos predicados. Una vez que hemos legado valorativamente a establecer una distineién entre «bueno» y «malo» en determinado sentido y por ende en determinada esfera, nos interesa naturalmente averiguar qué citcunstancias, qué cuslidades externas o internas garantizan o no la bondad o la malda ‘en dicho sentido; qué cualidades no deben faltar, para poder otorgar a un objeto de esa esfera el valor de bueno, etc. Cuando hablamos de bueno y malo solemos distinguir también, en va loracién comparativa, lo mejor y dptimo de lo peor y pésimo, Si el placer es el bien, el més intenso de dos placeres y el més duradero a igual inten- sidad, serd el mejor. Si el conocimiento es para nosotros el bien, no todo co- nocimiento es para nosotros «igualmente bueno». Valoramos’més alto el conocimiento de las leyes que el conocimiento de los hechos singulares; el conocimiento de las leyes més generales —por ejemplo, «toda ecuacién de enésimo grado tiene n raices»—, mas alto que el conocimiento de las leyes especiales subordinadas a aquéllas —atoda ecuacién de cyarto grado tiene 4 raices»—. Suscitanse, pues, andlogas cuestiones normativas con respecto a Tos predicados relativos de valor que con respecto a los absolutos. Fijado 1 contenido constitutivo de lo que debe valorarse como bueno —o malo—, se pregunta qué deba considerarse como mejor o peor constitutivamente en una valoracién comparativa; y luego cuales sean las condiciones préximas Investigaciones légicas 63 remotas, necesarias y suficientes, para los predicados relativos que deter- minan constitutivamente el contenido de lo mejor —-o peor—, y por iil. timo, de lo relativamente éptimo. Los contenidos constitutivos de los pre- dicados de valor positivo y negative son, por decitlo asi, las unidades de medida con que medimos los objetos de la esfera correspondiente. La totalidad de estas normas forma evidentemente un grupo cerrado, definido por la valoracién fundamental. La proposicién normativa, que exige en general a los objetos de la esfera que satisfagan en la mayor medida po- sible a las notas constitutives del predicado positivo de valor, ocupa una posicién preeminente en cada grupo de normas afines y puede designarse Como la norma fundamental. Este papel representa, por ejemplo, el impe- rativo categstico en el grupo de proposiciones normativas que constituyen Ia ética de Kant; igualmente el principio de «la mayor felicidad posible del mayor niimero posible» en la ética de los utilitarios. La norma fundamental es el correlato de la definicién de lo «bueno» y Jo «mejor», en el sentido en cuestidn. Indica el principio (el valor funda- mental) con arreglo al cual debe verificarse toda normacién, y por ende no representa una proposicién notmativa en sentido propio. La relacién de la norma fundamental con las proposiciones propiamente normativas es and Joga a la que existe entre tas ttimadas definiciones de la serie numérica y Jos teoremas aritméticos sobre relaciones numéricas —fundados siempre en aquéllas—. Cabria designar también la norma fundamental como la ede- finicién» del concepto del bien respectivo —por ejemplo, del bien moral—; pero esto serfa abandonar el concepto légico habitual de la definicién Si nos proponemos el fin de investigar cientificamente, con referencia a una

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