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__HERACLIO BONILLA, ED. EL SISTEMA | COLONIALEN LA AMERICA ESPANOLA Manuel Mito Griava LA MANUFACTURA COLONIAL: ASPECTOS COMPARATIVOS ENTRE EL OBRAJE ANDINO Y EL NOVOHISPANO Itnopucciox La comparacign siempre resulta de gran tilidad en la explica- ida y comprensién de un proceso histrico determinado, aunque También son claros Ios resgos y las limitaciones que ese tipo de anilisis presenta; por ello se ha tratado de seguir sus principios fundamentales poniendo atencién em el hecho de que las realidades que se comparen sean susceptibles de ser comparadas, con el fin de encontrar semejanzas y diferencias vlidas que permitan ubicar ¥ definir con rasgos firmes el objeto de estudio, en este caso del ‘Sector manufacturero de la cconomia colonial. Sin duda no resulta fie la comparacién, unas veces por la desigualdad en el conoci- ‘mento de los espacos, otras por las aparenessimiltudes que pe- den resultarengafosas; de todas maneras, si se superan los ost eulos las ventajas son mayores. En nuestro caso ereemos que el fenfoque comparativo nos ha permitido encontrar una explicacién ala organizaciGn y funcionamiento del obrajeen cada uno de los | espacios, asi como presentar in movimiento mis coherente que el ‘que se observa aisndo ambos procesos, lo cual, por supuesto, no ‘excluye la presencia de lagunas © vacios causados, principalmente, por la falta de fuentes para uno o varios de los aspectos que s¢ labordan en este trabajo. En general, sin embargo, se puede obser- ‘var que el sector text de la economia colonial americana ha reibi- [LA MANUFACTURA COLONIAL 103 do en los itimos afos una atencién particular por parte de lo investigadores y estudiosos de ambos espacios, aunque en el junto de los problemas tratados por la historiograia econémica no puede alirmarse que haya reibido la misma dedicacion y esfuerzo {ue los desplegados para otros sectore, lo cuales obvi, traténdo> Sse de una actividad secundaria en el proceso general de la economia, colonial. Hasta 1976 en que aparecen los trabajos de John Super y Rob son Tyrer para Quetéiaro y Quito, respectivamente, los estudios sobre el obraje colonial dependian de fuentes predominantemente jurdicas: sn dda, no desearto que para exa visidn hayan pesado ‘ignificativamente crteios de orden metodolégico, pues los conte- nidos de las preguntas y sus hipétesis —cuando se efeetuaban— no han sido los mas adecuados para analizar el sector obrajero. Con todo, existe un material juriico importante al que se han st ‘mado informes de corte burocritico de valor desigual, pero que han sido de gran valor para establecer las bases legals del Funcio- ramiento obrajero. Lamentablemente, la documentacion sobre el funsionamiento in- terno de las unidades manufactureras, para unas regiones mis que para otras, ha sido de dificil acceso, partcularmente Ia que contie= ren lo libros de registros de la produccién, comercalizaciOn, sale ‘hos, inversones, cte., conformandose los investgadores con inven- tarios y datos cas siempre aislados, sobre los que se han caleulado costos y beneficos que no pasan de ser aproximaciones inseguras sobre la produccién global. Tal vez este hecho explicaria que para [Nueva Espana, por ejemplo, se hublese dado més énfasis al estudio de los sistemas y condiciones de trabajo, lo cual explica tambien peso que ha tenido hasta ahora la visita que registra la situacién 4de'los obrajes de Coyoacin a mediados del siglo xvn y cuya im pportanca, sin duda, es incuestionable (Gorman, 1940), A és s& hhan sumado las contribuciones de corte normativorealizadas por ‘don Luis Chaver Orozco (1936) consstentes en la publicacion de las principales ordenanzas y reales eédulas sobre el trabajo en los obrajes: asi como las que realizara don Silvio Zavala (1979-1980; 1984-1985) para Nueva Espata y el érea andina al dar a luz una Hea documentacion sobre el servicio personal de los indigenas y ‘au, con las anteriores, constituyen el ordenamiento juridico funda ‘mental que normé la vida obrajera (Zavala y Castelo, 1941-1946). 10% EL SISTEMA COLONIAL EN LA AMERICA ESPAROLA, -Para el area andina, todo el proceso anterior se realiz6 basica- ‘mente con Ferando Silva Santistevan (1968) quien intenta na mera aproximacion sistemtica sobre el sector obrajero en el Vite ato del Peri desde una perspectva también juriica, por lo cual son parte importante de su estudio las ordenanzas ditadas por el virney Toledo (1577); las de don Luis de Velasco (1597) y las del “conde de Santstevan (1660). Recién en 1976 se publicaron las orde- nnanzas de Matias de Peralta (Oniz de la Tabla, 1976: 895-931) que, on las anteriores, forman el armazén juridco alrededor del cual ‘si el funcionamiento del trabajo obrajero andino, aunque estas fltimas incorporan, como no lo hablan hecho las anteriores, orde- ramientos de tipo ténico y administrative que constituyen una cla- “fa muestra de racionalizar y organizar de manera eficente Ia em- | presa manufacturera por parte del Estado colonial. Sin embargo, ‘en el andisis y explicacién del problema de la fuerza de trabajo fobrajera ha pesado también signficaivamente el «informe» elabo- ado por el presidente de ln Real Audiencia de Quito en 1681, Lope | Atonio de Munive,’ que si bien revel la estructura bisica ‘de 108 Sistemas de trabajo, su objetivo y manejo de los datos, muestra “tun documento mas de corte burocritico cetido al eneuadee legal "que encubre los aspectos més importantes dela relaién del trabajo “en el proceso de produccidn, ast como la composicién los mesa hismos de incorporacién del indigena al obrae. ecuaier mana dened 96 enue apari euio se observa aul esfuerz0-por. ‘de Chavez. Orozeo.. Bendre bi ha ido mi indi pate Sei ra el ea andna, aungue ene conjunto de problemas camo una. mayor-isponib- Tidad de Tuentes— los studios dedicados al obtaje anne tsuslan os realizados para cl Eerste i qe mpg sconce ln vanes ee sobre todo a partir del trabajo de John Super. ‘Asi, Ia presente exposicién tiene como objetivo principal rea ‘ar un examen del estado al que han lcgado los estudios sobre 1 Lope Antonio de Munine, store gue Mace a su Majed Prete Ae Qulio en os pos gu sono a Real dla Se 168, en Abert Lanter Soto 99: Tio. Ja manufactura colonial, con énfasis en los problemas sobre fos cuales existe mayor informacion para Nueva Espafa y para Quito, porque son las regiones sobre las que se ha investgado mas ¥ que, particularmente, conozco mejor. En este sentido he eeido pertinen- te abordar varios problemas relacionados con las condiciones que posibiltaron el surgimiento del sector manufacturero: su consti idm y organizacion; los cambios y continuidades del sector, es de cir, la dindmica a largo plazo en la que se muestra el proceso por 1 que atraves6 el obraje alo largo del perfodo colonial, asi como las principales modalidades y sistemas de trabajo utilizados en la produccidn de tejidos, que fue la base del enriquecimiento de wn rupo determinado, cuyos rasgos pueden trazarse ahora de forma mds segura y definida. LAS CONDICIONES COLONIALES QUE POSIILITARON EI. SURGIMIENTO Nueva Espara, primero, v en el érea angina, de los rebafios de ovejas se extiende hacia los grandes espacios in trarrepionales ain desocupados, Con Estos se-taslada Ta Mesa area central y sur de México y se funda en su capital una organiza ‘ién similar en 1537; en 1541 en Puebla y en 1543 en Oaxaca (Mi- 'W. Bosh (198, Wilam Dusty (47: 22.28); Manuel Cavern ‘Stamps (1954 oe: 1-17 Bs ra (1963, ah Basa (19: #3516) Fane {Sr Pat (1965) Richard Grea (167 27250" Maris de or Anas Roe Friel ia Sonn C: Supe (96 19726), Samat agen (977,199, 901.29), Hans Pht (£3 Hane Pot, Jaa Macnach y Walp Lake (9784-4), Re ‘tare Saves (97 405-48) Roberto Sandoval Zara (97% a6 5); Leonor {Crea (980 Robero Sandoval Zara (Jorge Gone Ang Rater ‘Stndoal Zac (980s Carmen Vigna Landa (8) 9110) Manu Gr avs ieh bts 198; 198) Alberto Carbarin Grala (988) ¥ fox ego 1 G98) Para ea ain, apart de nabs cade Sa Santeran aes ‘had, aparecketon de Masini Monon (8S) Robon Tyrer (90 vet ‘Onis dn Taba Dee (97 11 Se, Andes Guero (97.6892) Mam Sas de Coloma (1939) Nicip Csr (1982) ee en ee 106 BL SISTEWA COLONIAL EN LA AMERICA FSPASOLA, anda, 1972: 153-182; Dusenberry, 1984: 345-350, 1963; Romero, 1975: 95, Esta insthucion no tuvo en el ea anda, particular tment en Quito, ninguna scogda diferencia que es importante ano- tar porgue és tarpoco encontrar caida en la organzaciongre- tat de tejdo, al contrario de lo que sicedi en la Chad de Mézico, Posba y otras; crunstancia que, ale poste, 2c revlard como un elemento medula en relacion co la producisn obrajra. ‘Ala existenca de una abundaniemateca prima se-sumaton la disposicién de fuerza de trabajo indigena —que al menos en el caso 4 Quito no presenta los nivel desesents obser adon naa os Spacor=, ef Tunconamieno extend de Ima text, a baa Esai del abao va seca de n-ne ‘de-un-miercado_extenso_ubi- oe eins at del exact ive, 56; Onis a, 1977; Tyre, 1976) A estas condiciones 4 asegaran te factors que me pacen impact seor ‘brajero: en primer lugar, enire 1549 y 1570 ve empieza a imponer outa fc conta gees, palate de Quo, deta abe oe et. IBIRTO-4 aves del rabajo en. Jn-obrae, mies que aquelas ‘Gen ae 1 sn oe of sri seit Gieansanca se rae fusza en Tos Obrajes de particulares o en las haciendas, hecho que marca- la ef inicio de Ia desestructuracion de la economia campesina, se- fin a hpotes expuesa por Carlos Marchan Romero (Marché, ny Fn segundo lugar, el Estado col sus inicio rato tex og cear un sondueocfsente baka Ja-obension de a ate lbutria que simian mont impor {ante en los ingreos cles, Fl presidente de Quito, en 168), poaia Ae maniisto Gas Main, cuando afirmaba que los obras de ban mantenese porque eran pessamente la base de las erogaio- ter en el expucio productor’ Sin embargo, ¢lmismo sims s: suido_por a Corona con os obrajes de. Siblemente tuvo su inspracién en la propia casa del artesano que albergaba a oficiales y aprendice; en el repartimiento y en la enco- rienda. Silvio Zavala demuestra que el trabajo del hilado de algodén se realizaba en buena parte alrededor de ésta, para lo cual «los tencomenderos concentraban a veces las india en locales determi- ‘nados para hilar, lo que facilitaba la vigilanciay asepuraba el ma- Yor fendimiento de ls obras» Zavala, 1984: 321), en tornos cada dia que hilan indios dentro de una casa, ¥ mu ‘muchos flares. Yo los Wy visi, a fo, también cd ueblo_y Andrés de Vallegera, oner los indios ave traieten LaLa. a_hases-obrat-not us. manos Lodas In cosas nessalas anexas al isha obra (Ro- mero, 1949: 208) ‘Otro testimonio consigna que por 1559 se concedieron certos legios para el trabajo de la lata, particularmente un obraje fe se instal en Sanja. Para ello vino un maestro tejedor, quem taj 9 oficiales, 2 cardadores, 2 plates, 2 tundidoresy un tntorero, es gue importaron. En Cérdaba, alrededor de 1600, se extablecen «con- clertos entre encomenders espesalistas ene amo text similar 8 la «compatia» antes mencionada—. Estos debian eapacitat a los nas en los diversosofiiono pasos del trabajo manufacturero, De acuerdo on los contratos, el encomendeto partcpaba eh presa con la instalaion de los insrumentosnecesarios para pro Aiccign y con la inversion en terreno, eifiis, insumosy fucraas de trabaio; el expecilina, en cambio, aportaa bu experiencia y pacidad organizadora dei oficio. De sta forma cl funcionamiento fe exa empresa presponia un proceso de inversion asi como la apc cacion de elementos tcnolicoseuropeos(Assadourin, 1982: 23). ‘Gael conjunc de caractersiem: dele produccién manulacaar a, dataca en prime? Tugar Ia espcializaciOn productiva af elds de lana, aunque ocasionalment E a deal ; Gebers ea ie paa Ea aor ieaesseen eT tefido las operaciones destinadas al renido_y Tas que le daban Srna fall c apicte cn 2 ate ee furido, frzado, prensado " 13. sobre ote poco de tad compu el exgeso ot Pan adie ‘Muragaea yo auc preset en Siva Sater (Bet 42.53), Calor Rome: fo 9: 624480 el eminem de eae de San Mig el rand, Loto de ‘In Gamal, AGNM, vo 80" 7S. 3-2, Manuel Nita Grits (985 SD Salas de Cama (998 10-10, ado posto desrto two una bse sali. musi ‘2c ullzda ex Espana por fos areanos, quienes tansoten Jos Junto tos se uilzaron las cardas, pales con f Seige ties mae a Ulizadas en pala.” Para Texcoo o Tlaxcala se consata también exam Imodaldad, aa ver quel obraje econoce una exrecha vinclaion Con seciores econdmieos diversox como el comercial, el ageala 0 14 Para eft ponte comane mi ato (185: 48.8. 1S AGT. Taact, Netra m1 ep Sear 3, x. 35, 6,557 — 122 BL SISTEMA COLONIAL EN LA AMERICA ESPAROLA. ff ganadero, lo cual posiblemente aconteié también en México En el siglo xv, en cambio, las empresas obrajeras en Nueva Es: afta cayeton casi en todos los casos bajo la dependencia de comer- Slantes: eso es claro para la Ciudad de México, Acimbaro, Tlaxca- Jao Querétaro, principales eentros obrajeros. Frecventemente 86 utllizaron también créitos del sector religioso y, en muchos casos, fl obraje funciond ligado a la hacienda tradicional, aunque hasta fl momento no se dispone de andlsisconcretos. En cl caso 10, el papel econsmico del enc eee puts, Tue deermingntc en la oceania Finalmente, un sector que diferencé et obraje novohispano del ‘andino fue su ubicacién especial. En Nueva Espana, el obraje se lubicé predominantemente en las zonas urbanas, aundue tambien se extendi6 hacia el interior de las grandes haciendas manteniendo luna estrecha vinculacién con el mercado, ademés de cumplir con funciones de autoabastecimiento. En cambio, en el area anding, partiularmente et ies se caracteriaron por su ub) A-fural, © por estar junto lo los, en edifiios onsimaidos para el efecio. Sin embargo, tanto en Nueva Fy Tunlonaton ttenddamente obrajer ex eV tear dea propiedad i cong Gato oss Fr Ss ito y owas partes del Peri, en areas urbanas sf, Tos elementos expuentor mUESTST> Taridad, ‘que el obraje colonial ténicamente fue una empresa europea, trans ‘mitda y armada en base al conocimiento y experiencia de maestros ¥ artesanos espafioks que lograron, al amparo de la encomienda, e la hacienda, independientemente 0 en «compaia»,impulsar el trabajo manufactuero a través de Ia concentracién de fuerza de trabajo indigena, esclava, libre o condenada, con el objeto deel borar tejidos ordinariosy finos de lana. Algunos autores han visto ‘en el obraje «verdaderas fibricas», otros, en cambio, han confun dido el taller artesanal con la manufactur, asi como su régimen de trabajo con el sistema doméstico indigena, todo lo cual no pare- Ge tener un sustento hisérico correco.”™ 16. Veane por eho, M. Carta Stamp 1: 150 Bard Arla Pasian [EA MANUPACTURA COLONIAL 123 Del conjunto de rasgos espcificos que conformaron la organi zacién manufacturera nos detendremos a profundizar en el entra ‘mado social que la caracteriad y que se expres claramente en sus dos secores claves: por un lado, la constituién de un grupo defini= do de empresarios —de diversa magnitud en ambos espacios— y por otro, fa constante busqueda de trabajo excedente que configurd sistemas y mecanismos propios de reproduce, Los propitarios obrajeros Sobre este punto se ha avanzado significativamente, aunque no cn a dimension descada; sin embargo, a estas alturas de los conoci- ‘mientos se puede tazar un perfil bastante claro sobre la figura de ‘ste grupo, asimilando tradicionalmente a oscuros designios y mar- sinado de ia vida socal, bajo el supuesto de que el hombre de em- presa menospreciaba esta actividad. Los pocos estudios que abor- ddan el problema no s6lo contradicen esta visi, sino que vineulan tstrechamente al propetario con lo altos sectors de la sociedad y, ‘ho pocas veces, con gran influencia en las decisionespoliticas locals, El obrajero queretano, por ejemplo, tal como lo describe Super, comparte su actividad econémica, al menos en los inicios del i= ‘lo Xvit, con elcomercio, que era'su actividad preponderant; ara vex partcipaba de la categoria de terrateniente pero ain no tenia ‘medios para obtener un cargo en el gobierno local. Hacia 1700, sin embargo, wlos duetos ya podian competi simulténeamente en diversos negocios y codearse Iibremente con la elite de provincia» (Super, 1976: 102-108). Sus actividades econémicas y polices se hnabian diversficado hacia el sector agrari, el comercioy los pes- {os pblicos. Para finales del mismo siglo se observa que «de los 29 propietarios registrados como tales, 16 dicen haber nacido en Espafa y 3 en Queritaro; 7 eran comerciantes, 6 hacendados, 2 tratantes..ademds 8 eran funcionarios piblicosy oficiales milta- reso, Estas caractersticas del sector posibiltaban, sin dda, que ‘ran parte de la legislacion colonial promuleada ‘para el trabajo fen el obraje se aplicara selectivamente, iT, 2:4 Five Susteran (196: 3.3); Seo de Pt (97S: $9} ‘Andie Goce? 60 12h SISTEMA COLONIAL IN LA AMERICA ESPAROLA [En el conjunto det sector, Super piensa que por el papel secun- dario que tenia el obraje frente a otras actividades econémicas, no se percibe el hecho que permitaestablecer la exstencia de un grupo teonereto de fabricantes ditintos y con valores propios en relacién con los agricultores, stuacién que se agudizaba por la continua Inestabilidad de los propictaris en relacién con sus unidades pro dductvas textiles, hecho que influia tambien para la ineristencia de ‘un proyecto comin en materia tex (Super, 1976: 104). Esta dti- ‘ma visi, sin embargo, suena para el tiempo muy forzada y fuera de contexto, pues en un mundo precaptalista en donde dominaban ain las formas mercantile, no se puede exgir la existencia de un Proyecto que fue tipico del desarrollo industrial capitalist. se observa, en su origen, una composiion anterior, lo que le proporcioné cierta singularidad al Sector, en relacién con el conjunto de la sociedad poblana det si slo xvi. Desde mediados de este siglo, el centro poblano exhibe un fsrupo especiico dedicado a la indusiria text de la lana y de la Seda, como actividad econémiea principal. Sus miembros legsron directamente de Espana, es decit, no patiiparon de manera algu- ra en la conguista y pacificacién del pas: procedian, cai todos, de una ciudad espanola, la Villa de Brihuela [Guadalajara] y, por fdentidad de intereses, formaron el grupo social més compacto de Ja ciudad (Romero, s. f.: 99). En cambio, en el mismo siglo, los ropictaris obrajeos de Tlaxcala fueron de divero tipo: hubo desde spafoles y portugueses hasta mestizos ¢ indios (Szewezyk, 1976: 146), mientras en Texcoco fueron todos espafoles radicados en kt Gindad de México (Lewis, 1976: 129) Para otros casos, como el de San Miguel el Grande, se disponen e datos seguros slo para el siglo xv. Richard J. Salvueei muestra ‘9bmo dos de los obrajeros mas importantes dela villa, aunque le- tzados al negocio tardlamente, fueron los que monopolzaron y de- tentaron el dominio econémico y euya lucha por el poder envolvis los principales sectres de la sociedad de entonces(Salvucci, 1979: 405-443). Sin embargo, como en el caso de Quetéaro, el sector textil compartia la gestién econémica con el sector agrario y, pos! Dlemente, con el comercio y el agio. Particularmente en la segunda mitad del siglo xv, el sector ‘comercial de México, Tlaxcala, Acdmbaro —como sucedié en Que- rétaro, aunque en menor intensidad— coatrolab cas todos los obra- [LA MANUPACTURA COLONIAL Jes existentes. La mayorla de sus propietarios eran de origen espa- Aol, que por diversas aliansas se ubicaron en el Scctor econdmico dominante de entonces. En la Ciudad de México, las familias Paus lin y Adalidtpifcan esta situacién, pues legaron a controlar nada menos que los obrajes de Mixcoc, Posadas, Tacuba y La Concep- ion, 1os més importantes conjuntamente con el obraje de Panzaco- la, propiedad de otro comerciante espafiol, Pedro de Oteiza. En ‘Acimbaro, los obrajes eran propiedad también de comerciantes y hhacendados, muchos de origen espanol, como también lo era el €0> merciante de Tlaxcala, Tomas de Varela, quien posefa uno de los fobrajes mis importantes del reino (Mino, 1984e: 91-98). {ig composicién del sector de propictarios es dstnta en el rea andina. Mienras que en Nueva Espana el obraje esti deslgado de la encomienda y la hacienda, al menos en su orgen, en Quito, como en otras repiones del Peri, sucede lo contrario y puede observarse, fon rasgos definidos, el proceso de transformacién del sector que ‘s¢ movie entre la encomienda, el obraje ola hacienda, sin descartar ‘4 Corona y a la comunidad indigena como importantes propicta- ‘os, particularmente entre 1560 y el siglo om. A esta diferencia ‘¢ Sumé otra, no menos importante, qUe estino relacionada con la estabildad en la posesion de sus unidades productivas, Aun a pesar de la carencia de suficientes datos, se observa que en Nueva, Esai esrelatva la continuidad en la propiedad, y que el obrajero tuvo una ampliay rapida movilidad en el mancjo de su empresa ‘ambiando 0 compartiendo constantemente su actividad. Otra vez ‘el caso de Querétato es revelador. En un lapso de 27 aes se suce- dieron 70 obrajeos, es decir, un promedio de 2,5 aftos por obraje, 9, en los casos mas extremos, el 64 por 100 mantuvo el obraje durante menos de 4 anos y apenas uno lo posey6 durante 16 (Su per, 1976: 201), hecho que no se observa para el caso andino por ‘arias razones que apuntaremos a continuacién. [Log obrajes inicales, en el caso de Quito, aparecen vinculados| 4 lus principales familias de encomenderos; sin embargo, después 4e 1607 se multipicaron las icencias para obrajes tanto a familias similares como a otras muy vinculadas con la Audiencia, o que ‘mantenian directamente cargos publices. Esta primera generacién de obrajeros, a la vez que van inerementando y expandiendo su propiedad territorial, van enlazandose entre s propotcionando miem- bros para el clero, hecho que les permite consolidarse como un sec- 126 HL SISTEMA COLONIAL EN LA AMERICA ESPANOLA tor econémico definido en el contexto local. As, para el siglo xv hnaciendas y obrajes eran scaparados por wn reducido sector social perteneciente a la llamada arstocraciaerolla que, como en el caso de encomenderos y obrajeros de los siglos xv1 y xvit, mantentan ‘una fuerte endogamia (Ortiz de la Tabla, 1977: 522530) ned tO feRS de ingress que produjeron Ios obras de a “Auiencia de Quito posibiltaron que los propictarios no slo ‘se comslidaran como hacendados, sino que extendieran xi radio ‘de accin al comercio ubicindose, de esta manera, en los sectores ‘mds altos de la sociedad. La produccion de ropa y el comercio no fueron vstos como actividades denirantes y, mis bien, como mues- tua Tyrer, fue el origen de los titulos de noblera y de sw fortuna Jo que coafirié a los hacendados-obrajeros influencia y poder poli- tico (Tyrer, 1976: 283-296). De acuerdo lo que muestran los ext dios de este akimo y el de Ortiz de la Tabla, ct sector obrajero fue ol mis poderoso de la Audienci, al menos hasta bien entrado cl siglo xv, cuando fue desplazado por el grupo de comercantes ‘«profesionales» al caer el mercado de Lima; como consecuencia, la produccidn tendré que ovientarse de una manera mas perceptible al espacio de las minas de Nueva Granada, en donde el monopolio estaba consttuido por los comerciantes ligados al comercio de im portacion a través de Cartagena Sin embargo, existe otra diferencia importante en Is conforma cin y acttudes que caracerizaron a ls abrajeros de Quito. Estos, diferencia de los novohispanos, llegron tempranamente a const. tir un sector bien diferenciado hasta la invasion del eapitalismo industrial. Casi siempre actuaron de manera sstematica y organiza- ds frente la poltica metropolitan, logrando maniatar y controlar sus preocupaciones; manejaron a su antojo la politica interna y, ‘de manera prepotente, acallaron los reclamos y queias de las com hidades contra la explotacin de su trabajo y la sistemdticaexpro- piacién de sus tieras. Una muestra de sus actitudes como grupo ‘ohesionado fue la presién que se ejercié sobre la Carona cuando ‘en 1680 habia amagado con demoler sus obrajes:reliiosoe,audien- cia, cabildos y particulares se presentaron en bloque para defender Sus posesione las que, por supuesto, serfan garantizadas por la me- ‘rdpolt previo el pago del valor de Ia conocida composiidn. A esto se sumé la presién que el grupo ejercia contra quienes intentaban, denunciar las deplorables condiciones a las que habia legado el . — LA MANUFACTURA COLONIAL trabajo en los obrajes."” Nunca, hasta donde se sabe, el sector obrajero dominante de la sociedad de Quito sutiéresquebrajamien- tos, pues el fundamento de si identidad no era otra que el paren- tesco familiar yeconémico del sector que envolvia a religiosos secu lares y regulars erollos y al de propiearios. ¥ esto es obvio si se recuerda que las drdenes relsiosas también fueron importantes propietaras de obrajs,particularmente los agustnosy jsutas Ortiz de la Tabla, 1977: Si4-S16). Esta importancia del encomendero-obrajero primero, y del ha- -obrajero, después, ha sido tambign puesta de manifisto para regiones como Huamanga (MOrner, 1978: 87; Tord y Lazo, 1981: 42), y Cuzco (Salas, 1979: 41-49), para los siglos x¥ry Xv tespectivamente El trabajo y 105 trabajadores Sobre este problema hay una mejor informacién dada fa abun dante lepsacin, Ia existenia de visitas 0 petosjudiciales, asf como testimonios de viajeros u observadores de la époea que no pasaron. por alto las denuncas y las duras condiciones que soporté el traba- jador obrajero. Por el momento se puede observar, a través de los studios realizados, que el camino ha sido transitado con alguna Seguridad, al menos en sus lineamientos geneales. Para elc4s0 00- ohispano, con una 0 dos variantes,esth aeptado que las formas de incorporacion de fuerza de trabajo al obraje sigueron cuatro libre de trabajo; 6) esclavituds e) con- sje. Al parecer no existe una tendencia efinida que muestre, alo largo del tiempo, el predominio de una forma w otra, aunque se percibe que el trabajo esclavo y de los 17. Denuacia fre Juan Arto Ullo gee due de et aces eg ramente Gaal ere avatar sa con mecha grado soe ila pron ado eae] aetna al aces — eve ‘mits sua cm dep oto de palo or te ds seo ical Se consep is ineron-pstonw acer ena ive ants te eben inkl ender armen el elie ew ge on ‘vis rational camino o atest hace spina dig, Neat ‘crear de amc, Eines Mat Oxo, Bustos aes, 1983, 7. 208 F 128 BL SIsTEWA COLOMIAL EN LA AMERICA ESPAROLA, ‘condenados por la juticia colonial se dieron con mayor fuerza en Ja segunda parte del siglo xvi y el siglo xvi (Palmer, 1976) Super, para el caso de Querétaro, demuestra que el trabajo de los esclavos negros era suplementario al trabajo que desarrolaban los indios, que era el més importante, aunque despues de la década de 1630 se invrtié esta stuacién; hecho que no parece que haya tenidorepercusionessignifcaivas, pues el mismo ator sosiene que s6lo en walgunos obrajes> fue més importante el trabajo eslavo. ‘También se utilzaron en los obrajes queretanos trabajadores con ddenados que numéricamente tampoco tuvieron importancia. A los sistemas anteriores se sumaron los aprendiees, que empezaron Iegar al obraje desde la ima década del siglo xvi apremiados or sus padres o familiares, por necesidad o con el fin de aprender el oficio. Sin embargo, después de 1750, la relacidn entre Ios obra- {es sus trabajadores se fue modificando cuando el obraje emperd a Tlegar directamente hasta el campo ¥ las 2onas urbana; de esta forma, «los trabajadores de las fincas y ls pastores que contalan ddeudas con el dueno, se enfrentaban ahora ala posibilidad de pres- tar trabajos forzados en los obrajes» (Super, 1976: 96-97) Asi legamos al problema medular del trabajo obrajero durante periodo colonial: la deuda como mesanismo motor de incorpora- cidn y retencion del wabajador, cuyo origen fue la necesidad, el ‘engaio ¢ incluso la presi. En su evolucion parece tener algunas ‘ariantes, pero que sin duda eran parte de un mismo proceso. Charles Gibson (1967: 155-156), sobre Tlaxcala, argumentaba que «salvo error, podria concluise que los indigenas ... aceptaron la deuda, © el Contato de trabajo voluntariamentey. Esta contratacién libre ‘qued6 reistrada en instrumentos concretos yespecificos y que, para el mismo caso de Tlaxcala, Szeweaky (1976: 186-147) muestra que arante el siglo xv, aexcepto pocos casos», los operarios obraie: 1s trabajaban bajo un contrato en el que se estableca tiempo y salario determinados; stuacién que Lewis (1976: 129) observa para ‘Texcoco en el mismo siglo. Sin embargo, en ambos ejemplos, existe luna vision muy incompleta det problema del trabajo, porque sus anilisis se basan, en particular, en registros notariales que no 800, precisamente, las fuentes més idéneas para analizar este problema, porque se sabe que eran parte de las formas legales que habia que eubrir. De Ia misma manera, José 1. Urquiola (1985: 12, 19, 36), a en ee {LA MANUFACTURA COLOMAL 19 través de un examen detenido de los contratos de servicio realizados en Puebla, Tlaxcala, Querétaro y Cholula entre 1572 y 1607, mues- ‘tra que 461 casos caen dentro del tipo voluntario y 166 en diversas formas de trabajo. Observa Urquiola que entre los primeros la si- ‘uacién més comin fue a entrega de un adelanto parcial sobre el salario o jomal por el tiempo concertado, siendo una tninoria los ‘esos en donde no se proporciona el adelanto. Entre el trabajo com- | pulsivo predomina, sin embargo, «la realizacin del contrato moti- | | | vvado por una deuda», sea con el propio obrajero 0 con otra perso- na, Este hecho representa para Urquiola «un punto de ricién> con. lo que se ha explicado anteriormente, en el tendo de que el ade sto constitu una «tactca empresaral» para comprometer el set~ vicio, y observa que mis bien parece una antigua costumbre para Iniciar la relacion de trabajo. Charles Gibson (1967: 250), para el. Valle de México, asegura que, efectivamente, os términos del tra- bajo eran resistrados en contatos escritos, debido a que en parte esta forma de proceder estaba de acuerdo con el ideal de trabajo voluntario impuesto por la Corona, por el cual el patrono y el tabajadoraparecan como agents res {ue Hlenaban fas frmalidaes leas, espeifiando slrios, horas, ‘te hacéndols del conocimiento de los juces corrals ot | oniatsestaban sjeos a muchas clases de sbusos, todos en favor {eos patronos ua se penso en un procedimlento que aseura "2 que se cumplian Tos conto As, el adelanto del salrio, realizado dentro de los parimeteos legales, era el inicio de un sistema del que no escapé la generalidad 4e los trabajadores obrajeros. Para Sandoval Zarauz, ese sistema creaba la subordinacion al propictaio y a un sistema de consumo, ‘ues reproducia la sujecion ala vez que creaba un ciruito de com- bras y consumo en el interior del obrae, lo cual reproduc a det a permanente Sandoval, 1981: 114; Carabarin, 1984: 39-40). Asi, ta aparece como «una préctica corrosva de lo que se ha aceptado tradicionaimente como trabajo libre» (Sandoval, 1981: 131). La deuda también era traspasida o «heredada» a consortes 0 familiares dl trabajador muerto en el obraje y que no habia logra- do pagarla, 0 de aquellos que habian logrado hur, como sucedio en Pucbla de acverdo a los datos que presenta Carabarin Gracia 130 EL SISTEMA COLONIAL EN LA AMERICA ESPASOLA (1984: 33). Como en otras regiones, el enclerro también desemboca- ba en el taspaso de operarios de un obraje a otro, por venta del ‘stablecimiento e, incluso, por lo que se lamé trocado en el pero do colonial, y que conssta en cambiar un trabajador por otro, familiar 0 garante, para que éste desempete las funciones del ope. ratio remplazado. El abuso del sistema colonial contemplé también otras formas de reclusiin. Charles Gibson (1967: 247) menciona que desde el Diincipio del periodo colonial se practic el seeuesro de indios fue ta de a encomienda y del repartimiento, practica que se encuentra también en Queréiaro y Puebla como lo demuestran Sandoval Za- uz y Carabarin (1981; 130; 1984: 38. Sobre los trabajadores condenados, Samuel Kagan ha demostra- do que en el caso de los obrajes de Coyoacin entre 1660 y 1685, asi como en Querétaro, los prisioneros formaron un pequedo por” fentaje del conjunto de trabajadores obrajeros, hecho que muestra laramente que el trabajo de los condenados jugé wn papel econd- ico marginal en esa locaidad. Sin embargo, es importante anotar ‘cémo el sistema de deuda funcionaba también en esos caso, pues los obrajeros obligaban a los condenados a permanecer en sus esta Dlecimientos aun después de cumplida su sentencia so pretexto de osi0s adicionales, pago de tributos o pérdida de la lana que se Nes entregaba diariamente para sus tareas (1977: 156; 1979: 207-283). El sistema de trabajo por condena fue perdiendo la poca importan- ia que tenia, ya que desde mucho antes de su abolicidn legal, los ‘brajeros de Querttaro se oponian a recibirlos, como tambien suce- 1i6 en Valladolid 0 Toluca.” Sin embargo, después de 1777 la ‘Audiencia de México sigui imponiendo tal castigo (Maclalan, 1976: iy, El problema de a fuerza de trabajo en Quito revstié caracteris mis profundas en el intro ee ae ee (G comanida, durant el zmpo en abe funcionaron se consti on en el eje en forno al cual se concentraba la poblacin i ¥en general, porque se consttuyé en la mano de obra exchisiva 7. Son muy pocos Tos catos en los aus 1B AGNOT. Teac, vo. 5, cde 3, 171: Super, La ie n Quer, oo 1A MANUFACTURA COLONIAL 11 se encuentra mi sn dada no fue utlizada mace ee ee neal Sieg na a ee Se ae eee ear eats se ee ee (cero eae ae mr as nS oa eee ee =o ors pare, Robon Tyrer (976: 15-15), pest dere on teteioas caemice Where te rai, See bien que la «mita» fue la hase en los obrajes de comunidad y tam- bien se asignd mano de obra a pocos obrajes privados que obtuvie- ron este privileso de la Corona pagando ates sumas de En los obvajes prvados_que-dependian de una fuera de tabalp leglmente ire, subsistiae endendamiento-y resonoce que winica- Speer fo ve, pncament- To ugh ALaala de dl voluntarios se sum6Ia_presenia_de ts lanados.mushashos aprenices, Asi, parece correcta a apresiacion de Andrés Guerre (G97. 7381) de que los obraes con licencia y asenaidn de indios ‘taban en realidad figados a un dobleconjunto de relaiones: as Felaciones comunalesy las relacines de dominacén exraccons- ‘nde tipo exatal cuyaexpresin eran as formas de trabajo fore. 4 come fa} ita ol desuite de wibwton, yen segundo gt, las relaiones de produciony de dominacion gue se constiuyen cn | jacion de lor trabajadores dentro de la propiedad terra, Inlamada en Ia hacienda), La base documental que sirve para estimar la proporciéa entre trabajo compusivo y trabajo libre, ex el «informe» del presidente Munive de 1681, que si bien apunta las categorias principales no fevela las condiciones y, por supuesto, todas las varlantes que se daban en los mecanismos de incorporacién del trabajador al obra- 4, sobre todo en un contexto original, que adscribia la empresa un mundo rural y no urbano como habia sucedido en Nueva Es [BL SISTEMA COLONIAL EN LA AMERICA ESPAROLA. pata. Sin embargo, un tipo de fuente, distinta a ta burocrética, ‘egstra con claridad no sélo las diversas, modalidades de adscrip- ‘dn, sino los diversos mecanismos que utlzaron los obrajeros para ‘proveetse de fuerza de trabajo, me reflero ala Visita realizada por [ius Joseph de Merlo al obraje de San lidefonso en 1661 que mues~ tra mis detalladamente, rabajador por trabajador, que la composi- tin de la fuerza de trabajo era més compleja que la que exhibe documento de Munive, pues registra la existencla tanto de gana nes y wmitayos de obras» como muchachos de encomienda, con- Glertos y presos con grillos ycormas».” Este testimonio concuer 44a mucho con los que recoge Salas de Coloma (1979: 60-70) para fines del siglo xv1 en dos obrajes de Huamanga, en donde se en ‘contraban formando parte del obraje indios de encomienda o asig- ‘mados, indios enganchados por deudas, indios de alquiler, yanaco- ‘nase Indios dela wmita de Humanga>, repartdos por el corregdor. La visita demuestra tambien, de manera definia y clara, el do- ‘le panel que podia cumplir el operario obrajero” y que en el si- lo Xvi parece consolidarse, Sin dada, como lo consigna Tyrer, Jos indigenastibitarios fueron incorporados al comple hacizada™ hrae-en unas repones mis aueen.otas con esi ds ini har costos de produecign, pues Ios sindias concirtom. pain. som ir filmente la agricul E {UL As, el compijo hacienda-obraje mantenia Bub operaros, to cual no tenian los obrajes ubicados en 19, Vista mca pr don La ough de Mvo ela Face del obaje Se itis taajado tite ator como slate, aio, carbon y etd, OVO fbi eric ss aos de nin yer de mes de encom, Habla en {ratte anitn como eer ompedory empimdor Francico Peto es tan que por scupar organs que dan pra nbrecaYeina ne eae, Seales defor jor credo. Mara Ost ean or caer peso en baie ‘Seni, porsche padre, Eo camblo ScbariinTinagano se pus fo pe con win stad porte cas ed endo enero. eV 0. Por cep, Sebsin Mingus der ene ts as ese, eas oven brie = 9 eer de gut del bande de Charl, meta ‘Sn tonne Bue vin cso mesa tombn ow cambon en ot mesa 4 yropad de a fac de ato impo Ings aba a baie ems de la eacominda nego se qu como sean had sVistay 133, ‘urbanas (1976: 320-321). EI mejor ejemplo del funcionamiento del ‘complejo o proporciona Nicolds Cushner con los abrajes de la ha- cienda de los Chillos, propiedad de la Compania de Jests. Cada una de las haciendas o ranchos dela orden conribula con los ele ‘mentos esenciales del trabajo obrajero, sistema similar al seguido ‘or los jesuitas en el obraje de San Ildefonso y en Yarvaul (Cush- net, 1982: 89-115). En todos los obrajes, sin embargo, los trabaj ores permanecian endeudados, pes los adelantos y socorras pro- pprcionades a través del aflo dejaban al oficial obrajero, al final, ‘sin un realy (ibid: 101-103). El tabajador originalmentelibge que fentraba a trabajar al obraje no tardaba en caer bajo el sistema pe a afirman que aquellos que To niegan; pero sin duda, a pesar de ser un sistema muy extendido,” sin embargo se conocen casos en que, al contrari, era el patrén quien debia el salario al operario Salas, 1919: 79) En resumen, los testimonios sobre laexensin del endeudamiento {yl presi ejercida sobre el trbajador, parecen conceder leitim- ‘dad a la vision comparativa que tealizara Humboldt en los inicios el siglo x1x sobre los obrajes de Quito y de Querétaro, Segin et ‘observador, el patrén seleccionaba una fuerza de trabajo con capa- idad para’ realizar las tareas asignadas y, a través del adelanto, Convertia al trabajador libre en trabajador compulsivo. El encierro ‘en el obraje era la garantia que tenia el patron sobre su desembol- ‘0, el cual sevia de engranaje al que se conectaban socorras © pa- 21. Et oir Matis de Lagune caracrata a abo bre els ober sin sensing po 187 afrmando seen cor obese Volum ‘os come noha non pecs Gem, ode enc ita des obra: forse de «hae en indos por varios modo preior ene obra: et To (dpa Con gus fasta pet endo dee boascoe'y x vcore {iio ben adhd, edo, le afeen plat apa: ln ion rebon oeden suing ich, por enone obrajro con ucran sip: fete. HE Leta don Matin e Lagan enor de ls Auden de Qi aon= tne ¥. Majo» en Landi Soto, Hl rginen labora. p- 201 22." 'En Canc s dese ambien ue ln aguls onan por 167 ean te scoma to ae en 9 on st abo pseu 309 300 sia 9 poss das ‘mess cee el arzo = [yl no poder pay quehn encarta mason Stove. Lsin Cave, Sado por Sve Tord Nisa y Cros Lazo Gace (980. Ho. [BL SISTEMA COLONIAL EN LA AMERICA ESPAROLA EES: eerie abatntabilenpad cdr eas ec cerca ee ‘eatledor five (lambs 19605. ese, bs res deepens y be tesinolo ame pe. _spepetacheenbaertarigetdpriewene ter rece ces ceases coun ccnp Sie scmens socvcrescnastnemaenanas en Ja Real Audiencia de Quito casi o_utiliz6.ssclavos.coma.cn ee ee ee ee seat ee see een ee eee een ee eee Fe eee cceecaeecenen eee res gen y tag apenes Or ena, Serer cme sei ee ne ee ee ieee Soe ee eee Ree ceric: ciease meee Snes ees a eee eee SG ee et eee Re eee ec ee Btediee sr coe poe ae a ics specced cevjos sestcite b Saa Pi ajo, $e pera pica cn pap he Spa Pies etc 0 encpcn Lo obra tana, pon ee ee ae ts cata: te incenas cae es SN apes: es ve ocactareron os en tae wslon Batis Ss Sue's ass cot can ores igados a la dindmina general que planted el complejo hacienda- om. ‘.. [LA MANUPACTURA COLONIAL ‘Caoamios v CoNTINUIDADES DEL SECTOR: LA DINAMICA A LARGO PLAZO El nacimiento del obraje colonial se lo ubica por 1o general en | Ja désada de 1530 en Nueva Espafa, particularmente en tempos Gel virrey Antonio de Mendoza, 1o «cual antes de que a dicho v= rey viniese no lo habia» (Hanke, 1976: I, 107). Para esa época, Jan Bazant (1964: 488) presenta también testimonios de su existe cia en Puebla. Este sera el inicio de una diversificacin en Ia pro- dduccin y el consumo de tejdos que, hasta entonces, se habia basa do en el algodén. Su organizaciOn a partir de la primera parte del Siglo xv fue fruto dela iniciatva privada y funcioné siempre como tal bajo la direcidn de empresarios que por Io general compartie- ron sus actividades econdmicas con la hacienda ¥, sobre todo, con. el comercio, paricularmente en el siglo Xv j Factores demogréticos, mineros, mercantles, como habiamos su- serido antes, fueron fundamentals en el ritmo de la produccién ‘manufacturera, sobre todo entre 1570 y 1630, lapso en el cual las noticias coinciden en que el trato de lanas fe en gran erecimien- to» y expansidn, hecho que motivé el intento por parte dela auto- ridades coloniales por concentra la produceidn obtajera en ls prin ‘ipales ciudades para entonces caracterizadas por el trabajo tet, finales del siglo xvi. A princpios del siguiente (1604), constan 25 obrajes en la Ciudad de México, mas ses obrajes en sus alrede- ‘ores: dos en Tacuba y cuatro en Xochimilco; Puebla mantenia 35 obrajes; Cholula wes, Tepeaca cinco, Texcoco ocho, Tlaxcala ‘rece, aunque de dimensiones variables. Hacia el Bajio, particular- mente en Celaya aparecen cuatro. En total sumaban 102 obrajs, sin contabilzar los que se consigna para Querézaro, Coyoacén, Cua: titén, Villa de Carrién, Tecamachalco y otros Urquiola, sf: 11). Por el momento parece claro el influjo y repereusion que two la mineria frente a la produccién regional y al mereado interno colonial. Particularmente pueden citarse los casos de Parra y Zaca- teeas, que fueron de gran influencia en relacién con las regiones agrozanadetas del norte como del Bajio, sobre todo de esta ‘tltima, e la que provenia a mayor produccién destinada al abastcimien’ to minero, Est intercambio se extendia también a espaciosalejados en busca de productos industiales, prncipalmente 1s tejidos y eue- os, y cuyos productores se ubicaban particularmente en Puebla, Te rn ee ey Tr 136 EL SISTEMA COLONIAL EN LA AMERICA ESPAROLA Guadalajara, Michoacén y la Ciudad de México. De esta manera, la produccién mercantl colonial estuvo determinada, en sus dife- Fentes fases, por los ciclos de Ia produceién minera, sepin C. S. ‘Assadourian, dominante en el conjunto de la actividad econémica ‘colonial. En'el sector text, sin embargo, fue decsiva también la presencia del sector externo aunque en unas coyunturas ms que Después de la décads de 1620, se observaba que la evolucién del obraje estavo mareada por una baja constante en la mayoria de los centrostradicionales, ala vez que se fortalece la dependencia dal sector mercantl. Concretamente,centros como Puebla presen tan una caida vertginosa a lo largo de los siglos xvi y xvi; si para 1579 mantenian 40 obrajes, para 1622 se habian reducido a 22.y a dos en la dévada de 1790 (Zavala, 1967; Polh, et.al, 1978: 441; Bazant, 1964: 488; Mito, 1984: 91:98; onziles y Sandoval, 1980: 187). En Tlaxcala ocureia la misma situacién: hasta 1635, mds © menos, habian funcionado més de 10 obrajes, fecha después de la cual caem a cinco en 1674 y a dos al finalizar el periodo colo- nial.” Para principios del siglo xvi, por la visita de obrajs rea- lizada en 1716, constan s6lo obradores, y fos més tarde, en 1744, ‘se decia que existian dos obrajes pero que no trabajaban continua ‘mente. Los dos obrajes que constan por 1801 vuclven a funcionar ‘alrededor de 1781 “Texcoco fe otfo centro text tradicional que sufra dela misma pardlisis; la visita de 1710 dejaba al descubierto esta situacién, al onsignar la existencia sélo de obradores como en el cato anterior. [No habia demanda de teidos: uno tienen valor ni despacho las elas que se tejen», se dein. Otro testimonio de finales det siglo ‘xvi consignaba las ruinas de lo que habian sido grandes obrajs. La caida obrajera también era clara para la Ciudad de México en donde desaparecieron muchos obrajes y se habia sucedido una serie de quiebras y traspasos. Para 1759 sélo constan 18 obrajes y, finalizar et siglo, apenas dos (Sandoval, 1984: 31). Sin embargo, durante la segunda mitad aparecen funcionando de manera conti- ‘nua los obrajes ubicados en sus alrededores como el de Tacuba; 23. 1674, Len de Ale! dab ttimonio gue en tempor ms péseot (160, miso mens coun do 90250 mi mci dean shay 82 ed contumi ui eee mi aoa, et Cayetano Ree (97. {LA MANUFACTURA COLONIAL los de Coyoacin, Posadas, Panzacala y el Mixcose. En este contex- to decreciente, en San Miguel el Grande apenas apareeen dos en 1744, aunque en 1759 se citan cuatro: en corto tiempo, sin embar- 80, desaparecen dos quedando uno al ampro dela hacienda y ot, ‘Que no sabemos si lleg6 a desaparecer en el mismo siglo. ‘A pesar de este proceso de clara tendencia a la desuparicién, 5 necesario destacar que durante el siglo xvi se inerementan las lunidades productivas en Querétaro y Acimbaro. En primer caso, de 13 obrajes que tiene funcionando a principios dl siglo, sube ‘2 30 a mediados del siglo y, desde entonces, hasta despuntar el siglo xiv, mantavo entre 24'y 19. Sin embargo, este aparente ere- ciminto encubre una gran inestabildad en el sector de propetarios ‘observada, prinipalmente, entce 1782 y 1809 por Super. En el se- undo caso, Acimbaro parece consolidarse como centro obrajero ‘@ meciados del siglo xvi, con aproximadamente 13 unidades en toda su jurisdiceén: nueve en la ciudad, una en Salvaticrra y tres en las haciendas de Gerécuaro y Puruahua. Entre 1793 y 1801 man- tuvo diez obrajes. Predominaron en la ciddad tejidos angostos de lana y en las haciendas los teidos anchos. Bsta dable constatacion, sin embargo, sélo parece ser la expresién de un reordenamiento ‘que posiblemente sucedié en ese siglo y que implic6 una especializa- cin regional del trabajo text, ntidamente expuesta por los tejedo~ es de Tlaxcala en 1744, quienes constataban que en tempos ante- totes existeron «muchos obrajes de tejer lanasy, pero que «con el motivo de Tos que se han puesto en la ciudad de Querétaro y fotras partes donde antes no los habla ... muchos de los ofiiales 4e lo ancho ... para mantenerse se apliaron al oficio de teer algo in» (Mino, 1984e: 178), AAs, la exposicin anterior muestra, en breves y muy’ simplica- os raspos, que le expansion y estabilidad dela produccin obraje- a slo pucde localizase entre 1570 y 1630 més 0 menos: & parti de entonces, s6lo se observa un movimiento decrecieme que, en ‘muchos de os casos, significé la desaparcion de ls unidades pro- ductvas “wn.mecanismo para monetizar la renta tributaria, organizaron des- de 1860 Ja fundacion de obrajesdecomunidad y de particulares. ‘Con el tiempo. sin cmbargo. ¢3t¢ lkime sector absorberia el con- ffl det product fx minando el funsonamiene de Ts de 136 EL SISTEMA COLONIAL BN LA AMERICA ESPAROLA. comunidad, a 1s par que espandia su dominio teritoral Ase! Sector textile conforma iniiamente. gn torn .losobraies de So: ‘munidad, aunque parallamente elector privado.tambign s-u6s- adi ‘Tyre de nuestra que alrededor de 1600 existeron 38 obrajesprivados con licencia en la repin centro-norte de la Real Audiencia de Quito: tres sin licencia y 13 obrajes de comunidad. Sin embargo, fue a it de 1606-1607 cuando se otorga cl mayor nimero de liceeias de Ins covcesone (Ortiz de la Tabla 1977: S12). As {Que enire 1590 y 1620 se produce la expansién mas ripida; después de esta iltima década, el incremento de obrajes es mas gradual, Ihasta 1680 cuando a través de las composiciones la Corona aceleré ‘ste movimiento. En general, se observa que entre 1601 y 1628 la icencia para la fundacién de obrajesprivados Ticencia—, que con los 15 de comunidad con: tabilizaron un total de $6 obrajes. Después de 1686 hasta 1712 se conceden 77 nuevas licencias; sin embargo, los obrajes de comuni dad bajaron a 13. Al inicarse el silo Xvit se observa que el sec- tor privado detentaba la propiedad de 161 obrajes que, con los 13, {de la comunidad, sumaban 174 las unidades productivas del espacio uiteto (Tyrer, 1976: 138) En lo que se refiere alas dimensiones que adquirié el conjunto {industrial en general, e observa que, al terminar el siglo xv, fun sionaban 80 obrajs grandes que mantenian 30 0 més trabajadores ¥ cxrea de 100 obrajuclos de caractristicas domésticas con menos 30, y que entre ambos sectores produjeron, probablemente, so bre el milli de pesos anuales. En términos de a fuerza de trabajo, cl sector obrajero utlizd un minimo de 10.000 indigenas adultos (ibid: 104, 162)" Todo exe Todo ese ciscimisnio sus. n.amplio.mexcado-oventado ‘nai dos regones claramente definidas cota) ee ee ee eee Lage de Quito os ei miso is cexones ar ojanaders de Nueva Granada. Estas operaron independientementé la una de 24. Phelan (95:7) ein que come clo conervaorHepaban& 2.800 [UA MANUFACTURA COLONIAL, 19 1a ova. . le, Buenos Aires; mien ‘ages > eres ol mercado-del not, De sta. mans. Quito En el desarrollo de la industria tex ao largo dal siglo xv 3d sine, po hbo una cx como centros caves en la produccién de teiidos. Esta situacion, Segui Tyrer (1976-8), OBITS a conceniracion de poblacién por tratarse de dreas que mantuvieon la mayor densidad indigena. ‘Durante el siglo vise produce una tansCommacin susan en torno a Ta vida del obra. Los de comunidad. par pee ace re {bra ue para ae Veto ta ota a oeligerane deta ya que el promedio de Ia tasa de ganancia ep aquellos nicamente {ir6 del 9 al 14 por 100 cuando en los obtajes privados fue del 17 al 26 por 100 del capital invertido. Los eosios de produccién ‘eran més altos, particuarmente el rubro referido a la fuerza de trabajo en un 72 por 100 mas que en los privados, lo cual fue lun fuerte incentvo econémico para la expansion de &stos en el siglo ‘xvi, circunstancia que en el siglo siguiente signified la sobreviven- ‘embargo, la desaparicién de los obrajes de comunidad, ep ee Ge tones Oraeras radicionales vc mds impociante-p.elcalan- $0 minero de Potosi, que a finale del siglo xvi y princi eee ae Siglo Xvi srk poco alentador. Estima Wueva Granada y Cartagena. Al parecer, no hay duda de que una casas de Ta calda del sector obrajero fue el incremento, des- de princpios del siglo xv, de Ios textiles importados que se acen- tud a finales de siglo y principios del x1x (Mio, 1984b: 71-76; (Oniz de la Tabla, 1976: $32; Marchén, s.f: 47), como una clara rmanifetaciin del naciente capitalismo industrial. ‘Ginembargo, mientras la reduccin de los teidos empezd a ser senfida en Quito, los obrajes del Cuzco presentan, durante ls pri- ‘meros tercios del siglo xvi, rasgos de expansin y creimiento en toeno a la produccién de tejidos angostos y ordinarios, movimiento ‘que también se observa en Huamanga entre 1660 y 1760, sexin Miriam Salas quien, ademas, presenta evidencias clara en su con ‘ra de que e secor obrajero local se encontraba «subordinado di- teeta o indirectamente al ciclo de cirulacién del capital minero» como ha setalado Assadourian en reiteradas oportunidades dada ‘a importancia —segin la autora de los centros mineros a don- de acudian a vender sus productos» los propietarios huamanguinos, lo cual producia como efecto inmediato,segin se deduce, el wcrei miento... de a actividad mercantil de la regi... ASi, Ia expan- si6n observada pareceria responder més bien a un reordenamiento de la divisign regional del trabajo txt, en momentos en que Quito presenta un claro deterioro de su espacio més que un adesfase» entre produccion textil y produccion minera, sobre todo cuando Son slo tres obrajes —me refiero a los de Huamanga— de un con- Junto mds amplio y complejo. Sin embargo, sea por lo que fuere, para las tres Ulkimas décadas del mismo siglo se habla de que en ‘Cuzco «al presente [1773] estan los obrajes muy atrasados», deca- dencia que es expicada por la competencia del sector text de teli- dos importados, hecho que también es extensivo para Hu “Todo este movimiento dececiente que se observa en el conjunto colonial, particularmente en lor casos de Nueva Espana, Quito y ‘Cuzco en el siglo xvi, en especial desde 1750, internamente obe- ddecea un hecho trascendente que ayuda a explicar esta baja y que, 1A MANUFACTURA COLONIAL, 141 la vez, conclia el aparccimiento de nuevos centros de produce text o el remplazo de ls centros tradicionales del trabajo obrajero 4e la lana por el trabajo del algodén y que no ha sido examinado suficientemente por Ia historografia econémica del periodo. Ta idea anterior puede ser expuesta de una forma simplifieada 4e la siguiente manera: en el contexto de la econorila mundial {odo el proceso producivo colonial habia seguido, en ness genera Jes, el camino trazado por la ténica y la expecaliacion lanera que Se dio en Europa hasta bien entrado el siglo Xvmm, cuando el tra bajo de Is lana seria desplazado por dos elementos fundamentals: or un lado, el cambio hacia los teidos de algodén que pasaron a dominar el mercado internacional de una manera contundeate Ys por otro, el répido avance teenolépico. Para el caso colonial, Tue determinante el impulso que la Corona espanola intents creat fen torno al proceso indusrializador que entonces se estaba produ endo en Cataluna, en las fabricas de indianillas y de pintados (© acabados de telas, lan esta hipbtesis, particulamente para Nueva Fepafa, Cush a en In iera sur de-Quito— azn ala epi6n ob tadiciona, Nueva Granada, Trl, Coch ispersion y concentraién simultnea de ia produccién solo ‘ra un paso intermedio de todo el proceso que estaba en marcha EE siguiente se dio con la instalacién de las conocidas fabricas de Indianillas orientadas al acabado 0 finishing de la manta tejida sn teriormente por el tejedor del campo o la ciudad, agremiado 0 no, [pero dependiente del comerciante. Este proceso se encuentra dibu: “ado en Nueva Espana con bastante claridad en el caso de la fa 142 FL SISTEMA COLONIAL 1 LA AMERICA ESPAROLA a de indianillas de Francisco de Iglesias, todo lo cual muestra que ten Nueva Espata se niciaba un movimiento industrial de clara ten- dencia capitalista evando empezaron las guerras de independencia (Mino, 1984a). PROBLEMAS ¥ REFLEXIONES La dinimica que envolvié al sector manufacture colonial, @ grandes rasgos parece inscribise dentro de los prolonsados ccios {Que acompanaron a la evonomia colonial, en los que In indica el sector minero, por una parte, y las presiones del sistema exons ‘ico mundial, por otto, le concedieron su propia especiiidad. Ast, Ins manfeacooe des cesniento utero elias. Ne ‘on como, ‘auge minero de la scyunda mitad del Siglo xv1y primeras décadas del siglo ‘rs general Ge ole Wr que Hr so tals pars ol xpct ela av Hipano- En eie-contesto we expen claramente la volun del fector obrajero en Nueva Espana y el rea andina. Con diversas Proporciones podria setalarse provisionalmente que étaaraves6 por una stuacion semejante, pues el aparente crecimiento y ml Plicaciin de obrajes durante las thtimas décadas'del siglo Xv Ffomo es el caso de Quito sélo representa, a mi modo de ver, ff definitivo desplazamiento del sector por la expansion dela pro- Piedad aarara, que incorpor6 al obraje como un elemento mas de fu propia dinimica y reproducein. Los datos, aunque fragmenta tos y poco s6lidos ain, muestran un espacio sacudido por una e las crisis més agudas que eg a su culminacion a principios ‘el siglo siguiente y que, a In poste, constituye la causa inmediata para explicar las revuetas y rebeliones continuas que se sucedieron fo largo del siglo Xvi “Tedricamente, la organizacin y funcionamiento de obraie co- Jonial hablan sido objeto de un andisis que sugera su vincuiacion aun estado de desarrollo superior al artesanal, a a vez que en permanente contradisin con su forma sremial, cuya pariculares ‘aracteristcas, sepin Luis Chiver Orozco, lo constituan el embridn de la fébrica que, al desarcollarse, daria ugar al naciniento del Sistema fabril Sin embargo, a estas altras de las investigaiones fobre el sector obrajero, puede aseguarse que ni hubo una perma LA MANUFACTURA COLONIAL 13 nente contradiceién con las formas gremiales de produecién, sino ‘més bien una complementacién, y que ni la manufacture por si Sola podria desembocar en una etapa superior de produccién ni provocar una transformacién sustancal en la estructura econémica ‘colonial, pues el desarrollo del capitalismo no so supuso esta trans formacién, sino que el sector textlsiguié de manera predominante ‘el camino del algodén, por wna pare, y el sistema de trabajo a ‘domiclio, por otra, los que con la renovacién tecnoligicay la am- pliacién del mercado mundial darian como resultado la empresa de tipo captaisa, como una manifestacién final de su desarollo, apta para enfrentar una produccién en masa de tefidos para un mereado en expansin. En otras palabras, la evoluciin del taba) ‘extil americano recverda mis e caso europea donde la 7 arcsanal plazada_por jo-a domes y- qus,como as de indianilas, de claro origen_capitalisa, proceso que, en el ‘489 novohispano, quedd tuncado al iniciarse la independencia El ecarde‘erconsuntivo» de la economia colonial tambien arg. ‘do como absticale al desarrollo de Ia manuacturatextil —sumada Ia presion metropolitana— por ahora muestra fuerts limitaciones, fal menos en lo que se reflere a su planteamiento original, pues par- ticularmente para Nueva Espana se habia puesto mucho énfasis en luna «citeulacin cerrada» de la produccién text, limitada al espa- io productor, cuando en realidad su radio de accin aparece mu tho mis extenso y dindmico como sugieren varias de las investiga- tiones realizadas para explicar el abastecimiento de los cenos Imineros del norte dl reino y las espeificasrealzadas por nosotros sobre este problema en particular. Pero a pesat de tod, puede ob- Servatse que tanto su radio como su intemidad de movimiento no ‘una primera jimpresin, ies se aba os mesads usados des, Aunque sin doda su intensidad fue variable coun ab forage og ry oe Tae a Ne hay que ofar que en todo ie owinieno, la produesioa ovo. hispana hasta finales de ls década de 1620 habia también penetrado fn el mercado andino, acceso que contd con la prohibicion del co- Imei nro ol cla a adn sats a de 144 PL SISTEMA COLONIAL EN LA AMERICA ESPAROLA Finalmente, me gustaria apuntar algunos problemas a los que no se les ha prestado la atencidn que merecen a pesar de su impo tancia En primer lugar, el obra en Nueva Espata ha sido estu ddo como unidad de produccidn excusivamente urbana, por ser esta, tuna de sus principles caracteristcas, pero se ha descuidado su rela tfdn con el sector agrario, que las fuentes ponen de manifesto de forma reiterada, sin que an no exista una estimacion de su impor- tancia, tanto hacia el interior de la hacienda como hacia el mereado pienso en los casos concrets de las haciendas de Acimbaro—, ‘ya que no s6lo se revelan como mis importantes que muchos de fos que se encuentran en las ciudades, sino que su radio de acién y mercantilizaciin de su producclén esordena el mereado put ‘mente local yrepional. Por otra parte, si se pone mayor atenciéa ‘muchos obrajescitados como «urbanos», se observard que seen ‘entran orientados mis hacia el campo que hacia la ciudad, y esto 5 Iopico s se piensa en que el obraje para su funcionamiento nece- Sikaba permanentemente de condiciones fsias concretas —acequias de agua, por ejemplo— y del abastecimiento de una fuerza de tra- bajo que fécilmente podia ser captada de las comunidades © pue- bos de indios. Un estudio mis a fondo de esta situacion podria hacer cambiar la perspectiva del obraje novohispano. Al contario, ‘en Quito se ha puesto toda Ia atencién en los obrajes rurales y fe ha olvidado a Tos urbanos, también por la obvia razin de haber Sido dominantes los primerds sobre estos ultimo. En segundo lugar, el problema sobre la estimacin dela produc cin presenta mayores dficultades de cAlculo y las aproximaciones texistentes son slo eso, tal vex porque las fuentes son mas escuridi- ‘as, pues no se ha logrado hasta el momento un cuerpo sido que permita realizar estimaciones mis profundas, por ello silo me limi- {0 a sealar el problema. En cambio, en lo que toca al andlisis sobre la evolucion y movimiento general dl sector manufacturer no se ha puesto sufciente atencidn en la influencia y dindmica del Sector eatacterizado por el trabajo del algodén que estuvo organi dado en torno a la comunidad o al grupo doméstico urbano y que, fn cieras covunturas, como la de ls inicios det periodo colonial Ya ima parte de éste, se muestra mis dindmico que el trabajo ‘Obrajero, ya que posiblemente fue alrededor del algodén que el c0- ‘mereiante se movi6 mds libremente, hecho que podria sugerirefec- ail {fos mas sensibles sobre la formacién, organizacin y desplazamien- to del sector manufacturero, Los problemas anteriores, sin embargo, slo recuerdan que et tratamiento y anilisis de la orpanizacion obrajera no puede reali- arse adecuadamente si se olvidan las otras formas dé organiza- idm del trabajo textil que se dieron en el interior del espacio colo- nial; el proceso que siguio el sector externo de Ia economia; el. anilisis micro de le organizacin y, por supuesto, si no se incor- ora al andliss el funcionamiento de wastema de la economia c0- Tonia {LA MANUFACTURA COLONIAL 14s Bintiodaarta ‘Aus Rowe, Guadalupe TF ts10 i sociedad colonial de Pact dels Angeles ene silo 1m Jahrbuch, vel 7. ‘Arcis Fass, Edvard 1914 Reforms econdmicas det silo xn on Nueva Espana, Sepse tents, México ‘Assavounian, Caos Seurar 1962 EI sistema de le economia colonial, IEP, Lima Bazan, Jan 964 eEvolucsn dela industria text pobana, 154618459, Hisar Mexicana, vo. 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