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Vicente Martínez Francisco Javier

Sobre la lectura de Vernet, Los orígenes del Islam

La lectura de este texto francamente me fue muy complicada, y hube de utilizar


hasta los últimos recursos de mi paciencia, por ser mi primer acercamiento a la
temática que presenta. Fue todo un reto para mí tratar de encontrar el hilo
conductor en medio de un mar de nombres, fechas, etapas, clanes, hipótesis,
teorías y datos anecdóticos. Por tanto lo que pasaré a escribir son las ideas que
pude rescatar y que al momento de la lectura pensé me servirían para orientarme
y asimilar mejor el curso de Edad Media que contempla tratar, igualmente, el
Islam. No estoy seguro de haber comprendido ciento por cien toda la temática y
en eso quiero ser honesto.

Capitulo tras capitulo intenté recoger las ideas que consideré de utilidad
para poder ofrecer una síntesis de la cuantiosa información, siendo así que a lo
largo de sus diez capítulos iba yo enterándome de cosas que, como historiador en
formación, instintivamente iba poniendo en duda debido a la ausencia de notas a
pie de página; sólo hasta la parte final del libro son enlistadas las fuentes que
respaldan cada una de sus tesis.

Por lo que indagué, este señor es una autoridad en el tema, no obstante no


considero que sea este un material anime a la gente a saber más sobre el asunto
por lo mismo de su basto contenido. Desde un inicio aclara que la historia del
Islam sólo posee unas cuantas fuentes coetáneas, algunos papiros y muchas
referencias de otros autores no musulmanes… escritas en lenguas no árabes.
Desde aquí preveía yo que la historia que nos presentaría iba a ser
considerablemente imprecisa por la naturaleza misma de la información de que se
dispone.

Los asuntos religiosos de por sí son complicados de tratarse. Para el caso


del Islam van unidos a procesos de expansión, revelaciones divinas y conquistas
de territorios en donde hay presencia de otras formas de concebir lo sagrado. Esto
último lo hace ser un tema controversial por ser sus puntos de vista distintos a las
grandes religiones como el judaísmo y el cristianismo.

Por la temporalidad que abarca está historia es de obviarse que se tocarían


temas en relación a la ideología que de Cristo que define la era medieval, pero son
revisados de manera accesoria para complementar el tema principal. Sí me
gustaría remarcar el asunto de que hay confusión y heterogeneidad en las fuentes
que nutren la historia del Islam y que abundan versiones distintas sobre un mismo
hecho.

En los primeros capítulos Vernet hace un esbozo de lo que fue la península


arábiga antes del nacimiento del Islam y la hégira del siglo VII de nuestra era.
Abundan las leyendas, y tradiciones orales sobre les hechos principales, que
tratan de la gran diversidad de clanes beduinos habidos a lo largo de los siglos en
este territorio inhóspito que presentó dificultades a la gente, misma que hubo de
adaptarse al tórrido clima y a la precariedad de los recursos necesarios. También
había conflictos constantes, invasiones persas, migración, duras reyertas,
querellas y enfrentamientos entre estos pueblos que mantenían relaciones
comerciales con India, China, Egipto, Constantinopla y Grecia, entre otros, de ahí
que hayan sido afectados culturalmente como es de pensarse. Hay que tener claro
que la Arabia pre islámica era muy diversa en cuanto a lo religioso. A grandes
rasgos esta era la situación de Arabia en el momento en que Mahoma iba a hacer
su magna empresa de unificar el territorio.

Cuando el autor precisa cosas como “los hechos históricos, al pasar de


memoria en memoria, sufrieron sucesivas amplificaciones que terminaron por
constituir leyendas, más o menos coherentes, más o menos exactas que quedaron
petrificados al ponerse por escrito” 1 me hace pensar en que me muevo en terreno
delicado al optar por una de las versiones de los hechos y por eso en esta reseña
estoy anotando ideas más bien generales como ahora pasaré a hacerlo con el
asunto de Mahoma.

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Poco antes de la revelación coránica “se fue desarrollando progresivamente
la idea de un Dios que tenía una jerarquía superior a los demás, como ocurre con
Júpiter en la mitología clásica. Ese Dios fue el Dios por autonomasia, designado
en la mayoría de las lenguas semíticas con la palabra Alllah, “el dios” en árabe” 2 y
pienso yo que esto fue terreno propicio para la buena nueva que Mahoma iba a
predicar. En el espacio que queda quisiera centrarme en explicar la vida del
predicador así como las principales características de su doctrina. Considero que
esto es lo más importante del libro puesto que los capítulos de la segunda parte se
desprenden de estos acontecimientos capitales que circundan el nacimiento del
Islam.

Nuevamente, las fuentes en torno a la vida de Mahoma son muy diversas y


algunas hablan a su favor como otras en contra. Las más importantes de ellas
quizá sean los hádices, aunque no más que el Corán en donde hay datos
autobiográficos. Mahoma pudo haber nacido en el 550 y muerto en la primera
mitad del siglo VI de nuestra era. Tuvo una vida abundante en peripecias. Desde
sus primeros años hubo de sufrir de pérdidas familiares muy importantes que lo
condujeron a ser adoptado por sus familiares lejanos, hasta que se casó con una
viuda, misma que le facilitó el camino para hacerse comerciante y así pudo viajar a
tierras lejanas mientras conocía importantes rutas y otro tipo de culturas.

La comunicación que tuvo con la divinidad se describe en el Corán. Ahí se


relata que el encargado de transmitirle las revelaciones era el arcángel Gabriel, “la
base de la revelación, era según Mahoma, un libro guardado en el cielo” 3. Desde
que se sintió llamado por Dios, hasta el final de las revelaciones, transcurrieron
una veintena de años. El núcleo de su predicación aclamaba creer en Dios, pedir
perdón por los pecados, rezar frecuentemente y llevar una vida casta; un ideal del
hombre sometido a Dios.

El mensaje de la nueva doctrina provocó una crisis de conciencia. Los


politeístas veían en ella un peligro pues la ley que llevaba implícita podría derogar

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a las tradicionales. Por ese motivo el profeta fue objeto de intrigas, enemistades y
amenazas. Esta animosidad le iba convenciendo de que la voluntad de Dios sería
la se destruir a sus adversarios. Es aquí cuando comienza a fraguarse en su
mente la visión universalista de su proyecto. Aún en medio de las contrariedades
comienza a ganar importantes adeptos, entre ellos Umar, el que sería el segundo
califa. Cuando el movimiento tenía ya considerable fuerza pensó en combatir a los
oponentes a su doctrina y en pactar con los dóciles a ella. Fue en la región de
Medina donde obtendría grandes favores por parte de un sector poblacional así
como protección y juramentos de lealtad. La emigración (hégira) y estadía en esta
región marca el inicio de la cronología musulmana.

Considero que otro aspecto importante es la enemistad del movimiento con


los judíos, por una parte, y con los cristianos, por otra. Los primeros veían
amenazada su influencia política en la zona y los segundos la integridad de los
dogmas cristológicos. Igualmente me gustaría resaltar el pacto musulmán que los
defina como una “comunidad única que debía aliarse, hacer frente,
mancomunadamente, a quienes les atacaran y se les opusieran” 4. No alcancé a
comprender a cabalidad el asunto de la libertad de cultos, promovida por Mahoma,
justo porque arriba hablábamos acerca de la enemistad con los politeístas, pero
según sé este factor les favorecía al momento de conquistar territorios a este
respecto Vernet dirá: “para evitara enemistad total de sus adversarios, propugnó
una serie de normas culturales para permitir la coexistencia en paz de las
religiones”5

Quisiera concluir estas anotaciones excusando mi falta de precisión para


haber abarcado todo el libro, pero justamente la parte que sigue me fue aún más
complicada de comprender. Sé que tiene que ver con las acciones de Mahoma
una vez emprende el proceso de expansión, ya no necesariamente piadoso sino
coactivo y que se justifica en la noción ecuménica a la que fue mutando en Islam.
Vernet trata luego sobre los califas y emires con sus respectivas políticas,
genealogías y conflictos incesantes. Me parece que una vez leído este texto podré
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comprender bien la lección que nos espera sobre el islam y su gran expansión a
través de los siglos.

Bibliografía:

Juan Vernet, Los orígenes del Islam, Barcelona, Editorial Acantilado, 2001, 261
pp.

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