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rece evitar todo sentimiento, que es simplemente siglo XIX fue el siglo romántico por excelencia, de
cerebral e inteligente, no emocionalmente signi- un romanticismo que encontró su expresión más
ficativa. En un breve párrafo no podemos tratar característica en el arte de la música. Ello acaso
adecuadamente este persistente error. Si la obra de explique la continua renuencia del público meló-
un compositor contemporáneo le parece al auditor mano a reconocer que con el nuevo siglo había de
fría e intelectual, el auditor debe preguntarse si no nacer una clase distinta de música. Y sin embargo,
está aplicándole normas de comparación que real- sus colegas en el mundo de la literatura no esperan
mente ya no proceden. La mayoría de los meló- que André Gide o Thomas Mann o T. S. Elio: nos
manos no sabe hasta qué grado se halla bajo el conmuevan con los acentos de Víctor Hugo o de
influjo del enfoque romántico a la música. Nuestros Walter Scott. Entonces, ¿por qué hemos de esperar
públicos han llegado a identificar el romanticismo que Bartók o Sessions canten con la voz de Brahms
musical del siglo XIX con el propio arte de la música. o de Tchaikovsky? Cuando una pieza contempo-
Como el romanticismo constituyó, y aún constituye, ránea le parezca seca y cerebral al lector, cuando
una expresión tan poderosa, suelen olvidar que du- aparentemente exprese poco sentimiento, hay una
rante cientos de años, antes de que floreciera el gran posibilidad de que el lector esté siendo insen-
romanticismo, se escribió gran música. sible al característico idioma musical de su propia
y sucede que una proporción considerable de la época.
música de hoy tiene nexos estéticos más íntimos Ese idioma musical -de ser realmente vital-
con aquella música anterior, que con la de los ro- sin duda incluirá un lado experimental y contro-
mánticos. El camino de los mejores románticos, vertible. Y, ¿por qué no? ¿Por qué ocurre que el
con su calor e ímpetu tan personal y sin inhibicio- típico melómano de nuestra época sea al parecer
nes, no es nuestro camino. Aun aquel segmento de tan renuente a considerar una composición musi-
la música contemporánea que claramente conserva cal como, posiblemente, todo un desafío? Cuando
tonalidades románticas tiene buen cuidado de ex- yo oigo una nueva pieza de música que no com-
presarse más discretamente, sin ninguna exage- prendo, quedo intrigado; deseo entrar en contacto
ración. Y así debe ser, pues es una verdad evidente con ella nuevamente, a la primera oportunidad. Es
que el movimiento romántico ya había llegado a su un desafío; mantiene vivo mi interés en el arte de la
clímax al terminar el siglo pasado, y que nada fres- música. Si después de repetidas audiciones una
co podía sacarse de él. obra no me dice nada, no por ello concluyo que los
La transición del romanticismo a un ideal musi- compositores modernos se encuentran en una con-
cal más objetivo se realizó gradualmente. Como los dición lamentable. Simplemente, concluyo que esa
propios compositores encontraron difícil el rompi- pieza no es para mÍ.
miento, no debemos asombrarnos de que el públi- A pesar de todo, ya he observado, tristemente,
co en general sólo haya aceptado lentamente todo que mi propia reacción no es la típica. La mayoría
aquello que implicaba lo que estaba ocurriendo. El de la gente parece disgustarse por el lado contro-
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vertible de la música; no desean ver perturbados de las experiencias más emocionantes que puede
sus viejos hábitos. Se valen de la música como de darnos el arte de la música. La música contempo-
un diván; desean sentirse mecidos por ella, rela- ránea nos habla como ninguna otra música puede
jados y consolados de las tensiones de la vida co- hacerlo. Es la música antigua -la música de Bux-
tidiana. Pero la música seria nunca pretendió ser tehude y de Cherubini-la que debiera parecernos
un soporífero. La música contemporánea, espe- distante y ajena, no la de Milhaud y de William
cialmente, ha sido creada para despertar al audi- Schuman. Pero, ¿no es universal la música? Acaso
tor, no para ponerlo a dormir. Pretende sacudir y el lector pregunte, ¿qué puede decirnos el composi-
.excitar al auditor, conmoverlo, aun dejarlo exhaus- tor vivo que no pueda encontrarse, en términos
to. Pero ¿no es esa clase de estímulo la que se bastante análogos, en la música anterior? Todo
busca en el teatro, o por la que se compra un libro? depende del punto de visión: lo que vemos produce
Entonces, ¿por qué hacer una excepción con la mayores extremos de tensión y distensión, un opti-
música? mismo más vivo, un pesimismo más gris, clímax de
Bien puede ser que la nueva música suene como abandono y de histeria explosiva, variedad colorís-
algo peculiar, por la única razón de que, en el curso tica, sutilezas de luz y sombra, un sentido relajador
de la audición ordinaria, se oye tan poco de ella en del humor, que a veces llega a lo grotesco, texturas
comparación con la cantidad de la música tradi- apretadas, panoramas abiertos, "dolorosos" anhe-
cional que se ejecuta año tras año. Los programas los, una deslumbrante brillantez. Indudablemente,
de radio y de los conciertos, los anuncios de los fa- varios matices y gradaciones de todo ello tienen su
bricante~ de discos y de sus representantes, los equivalente en la música antigua; pero ningún
habituales programas escolares, todos ellos pare- auditor sensitivo podría confundirlos jamás. Habi-
cen convenir, acaso inconscientemente, en la idea tualmente reconocemos el periodo al que pertenece
de que la música "normal" es la música del pasado, una composición en alguna parte esencial de su
la música que ha demostrado su valía. Un cálculo fisonomía. Es lo único y exclusivo de toda auténti-
generoso indica que tan sólo una cuarta parte de la ca expresión artística la- que hace inconcebible toda
música que escuchamos puede ser llamada con- aproximada duplicación en cualquier otro periodo.
temporánea, y tal cálculo se aplica principalmente Ésta es la razón por la cual el melómano que des-
a la música que se oye en los grandes centros musi- deña la música contemporánea está privándose a sí
cales. En tales circunstancias es probable que la mismo del goce de una experiencia estética imposi-
música contemporánea siga pareciendo "peculiar", ble de obtener de otra manera.
a menos que quien la escucha esté dispuesto a La clave de nuestra comprensión de la nueva
hacer el esfuerzo extra necesario para romper la música es: repetidas audiciones. POI- fortuna para
barrera de la no familiaridad. nosotros, la abundancia de los discos de larga dura-
No sentir la necesidad de participar en la expre ción nos facilita enormemente las cosas. Muchos
sión musical de la propia época es cerrarse a una melómanos han atestiguado el hecho de que la in-
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