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LA MÚSICA CONTEMPORÁNEA 223

muy fáciles de comprender, en tanto que otros


pueden resultar difíciles, o bien, distintas piezas de
un mismo compositor pueden caber en la una o en
IX. LA MÚSICA CONTEMPORÁNEA la otra categoría. En el medio se encuentran muchos
autores contemporáneos, que van desde totalmente
accesibles hasta bastante difíciles.
UNA y otra vez se plantea la pregunta de por qué Colocar toda esta música bajo el marbete de "mo-
tantos melómanos se sienten desorientados cuando derna" resulta una injusticia patente y sólo puede
escuchan la música contemporánea. Parecen acep- producir confusiones. Por tanto, acaso resulte útil
tar con ecuanimidad la idea de que las obras de los poner cierto orden en el aparente caos de las compo-
compositores de la actualidad no se hicieron para siciones contemporáneas, separando a algunos de
ellos. ¿Por qué? Porque, sencillamente, "no la com- sus más destacados exponentes, según su grado re-
prenden". Tal como recientemente dijo un no profe- lativo de dificultad para la comprensión de sus idio-
sional, "demasiados melómanos retroceden cuando mas respectivos:
se les dice que una pieza de música es 'moderna"'. Muy fáciles: Shostakovitch y Jachaturian, Francis
Antes -hasta mediados de los años veinte, poco Poulenc y Erik Satie; en sus primeras obras, Stra-
más o menos- todavía la nueva música de tenden- vinsky y Schoenberg; Virgil Thomson.
cia progresista fue agrupada, indiscriminadamente, Bastante accesibles: Prokofieff, Villa-Lobos, Er-
bajo el marbete "ultramoderna". Aún hoy persiste la nest Bloch, Roy Harris, William Wa!ton, Malipiero,
idea de que lo "clásico" y lo "moderno" representan Britten.
dos estilos musicales irreconciliables, el primero de Considerablemente difíciles: El Stravinsky de sus
los cuales plantea problemas comprensibles, el otro últimas obras, Béla Bartók, Milhaud, Chávez, Wi-
abunda en problemas insolubles. lliam Schuman, Honegger, Hindemith, Walter
Lo primero que debe recordarse es que los artis- Piston.
tas creadores, en general, constituyen un grupo Mlly difíciles: Schoenberg, en las obras de su ma-
serio y profesional: su propósito no es desconcertar durez; Alban Berg, Anton Webern, Varese, Dallapic-
a nadie. Esto, a su vez, presupone de parte del me- cola, Krenek, Roger Sessions y, a veces, Charles Ives.
lómano un criterio abierto, buena voluntad y cierta No es esencial que esté usted de acuerdo con
confianza, a priori, en aquello que va a escuchar. estas apreciaciones comparativas. Simplemente
Los compositores varían enormemente en su ám- pretenden indicar al lector que no toda la música
bito y gama, en temperamento y expresión. Por nueva debe ser considerada como igualmente inac-
ello, la música contemporánea no constituye sólo cesible. La escuela dodecafónica de Schoenberg es
una índole, sino muchas clases distintas de expe- la más peliaguda, aun para los músicos. Para apre-
riencia musical. También debemos tener eso pre- ciar al Stravinsky de sus últimas obras se deben
sente. Algunos compositores de la actualidad son amar el estilo, la precisión, la personalidad; para
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gustar de Milhaud o de Chávez se precisa una afi- los compositores recientes han adaptado y extendi-
ción a las sonoridades bien sazonadas. Hindemith do nuestros recursos técnicos para sus propios fines
y Pisto n exigen un oído contrapuntístico; Poulenc y de expresión. Estas extensiones de los procedimien-
Thomson, ingenio e inteligencia; Villa-Lobos, la tos habituales necesariamente exigen al auditor la
intuición de lo exuberante y pintoresco. capacidad de prestarse, por instinto o por prepara-
Después, el primer requisito es diferenciar a los ción, a escuchar un idioma no familiar. Por ejem-
compositores, tratando de oír a cada uno por sepa- plo, si usted es de los que rechazan una pieza por-
rado, de acuerdo con lo que cada cual desea comu- que le resulta muy disonante, ello probablemente
nicarnos. ¡Los compositores no son intercambia- indica que su oído está insuficientemente acostum-
bles! Cada uno tiene su propio objetivo, y el auditor brado al vocabulario musical de nuestra época, y
inteligente hará bien en tener presente tal objetivo. necesita más práctica, es decir, más preparación
También debemos tener en cuenta esta clarifi- para escucharla. (Siempre existe la posibilidad de
cación de objetivo cuando distingamos los placeres que haya culpa de parte del compositor, por haber
musicales que pueden derivarse de la música anti- escrito disonancias no inspiradas o simplemente
gua y de la nueva. El melómano no iniciado seguirá caprichosas.)
considerando peculiar la música contemporánea Al seguir una nueva obra, el contenido melódico
mientras persista en tratar de oír la misma clase de -o su ausencia aparente- puede ser causa de con-
sonidos u obtener la misma índole de deleite musi- fusión. El auditor acaso eche de menos la tonada
cal que obtiene de las grandes obras de los maes- que puede tararearse. Es posible que las melodías de
tros del pasado. Esto es esencial. Mi amor a la mú- hoy sean "incantables", especialmente en la escri-
sica de Chopin y de Mozart es tan grande como el tura instrumental, aun cuando sólo se deba ello a
de cualquiera; pero me sirve de poco cuando me que van mucho más allá de las limitaciones de la voz
siento a escribir mi propia música, porque su mun- humana. O acaso se deba a que son excesivamente
do no es el mío, y su idioma musical me es ajeno. tortuosas, o sincopadas, o fragmentarias, para tener
Los principios subyacentes en su música son tan un atractivo inmediato. Éstos son atributos expre-
válidos hoy como lo fueron en su propia época, sivos que, temporalmente, pueden dejar perplejo al
pero con aquellos mismos principios se puede obte- auditor; pero el compositor, dado el ámbito ensan-
ner, y se obtiene, un resultado totalmente distinto. chado de la invención melódica contemporánea, no
Al enfrentarnos a una obra actual de pretensiones puede regresar a la escritura melódica, sencilla, a
serias, debemos comprender, primero, cuál es el veces obvia, de antaño. Si reconocemos talento a un
objetivo del compositor, y luego disponernos a oír compositor, las repetidas audiciones de su obra
una especie de tratamiento distinto del que fue ha- pondrán de manifiesto el atractivo, a largo plazo, de
bitual en el pasado. su línea más intrincada.
Al tratar los elementos y las formas de la música, Finalmente, hay un reproche que se repite más
hemos citado varios ejemplos para mostrar cómo que ningún otro; a saber, que la música de hoy pa-
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rece evitar todo sentimiento, que es simplemente siglo XIX fue el siglo romántico por excelencia, de
cerebral e inteligente, no emocionalmente signi- un romanticismo que encontró su expresión más
ficativa. En un breve párrafo no podemos tratar característica en el arte de la música. Ello acaso
adecuadamente este persistente error. Si la obra de explique la continua renuencia del público meló-
un compositor contemporáneo le parece al auditor mano a reconocer que con el nuevo siglo había de
fría e intelectual, el auditor debe preguntarse si no nacer una clase distinta de música. Y sin embargo,
está aplicándole normas de comparación que real- sus colegas en el mundo de la literatura no esperan
mente ya no proceden. La mayoría de los meló- que André Gide o Thomas Mann o T. S. Elio: nos
manos no sabe hasta qué grado se halla bajo el conmuevan con los acentos de Víctor Hugo o de
influjo del enfoque romántico a la música. Nuestros Walter Scott. Entonces, ¿por qué hemos de esperar
públicos han llegado a identificar el romanticismo que Bartók o Sessions canten con la voz de Brahms
musical del siglo XIX con el propio arte de la música. o de Tchaikovsky? Cuando una pieza contempo-
Como el romanticismo constituyó, y aún constituye, ránea le parezca seca y cerebral al lector, cuando
una expresión tan poderosa, suelen olvidar que du- aparentemente exprese poco sentimiento, hay una
rante cientos de años, antes de que floreciera el gran posibilidad de que el lector esté siendo insen-
romanticismo, se escribió gran música. sible al característico idioma musical de su propia
y sucede que una proporción considerable de la época.
música de hoy tiene nexos estéticos más íntimos Ese idioma musical -de ser realmente vital-
con aquella música anterior, que con la de los ro- sin duda incluirá un lado experimental y contro-
mánticos. El camino de los mejores románticos, vertible. Y, ¿por qué no? ¿Por qué ocurre que el
con su calor e ímpetu tan personal y sin inhibicio- típico melómano de nuestra época sea al parecer
nes, no es nuestro camino. Aun aquel segmento de tan renuente a considerar una composición musi-
la música contemporánea que claramente conserva cal como, posiblemente, todo un desafío? Cuando
tonalidades románticas tiene buen cuidado de ex- yo oigo una nueva pieza de música que no com-
presarse más discretamente, sin ninguna exage- prendo, quedo intrigado; deseo entrar en contacto
ración. Y así debe ser, pues es una verdad evidente con ella nuevamente, a la primera oportunidad. Es
que el movimiento romántico ya había llegado a su un desafío; mantiene vivo mi interés en el arte de la
clímax al terminar el siglo pasado, y que nada fres- música. Si después de repetidas audiciones una
co podía sacarse de él. obra no me dice nada, no por ello concluyo que los
La transición del romanticismo a un ideal musi- compositores modernos se encuentran en una con-
cal más objetivo se realizó gradualmente. Como los dición lamentable. Simplemente, concluyo que esa
propios compositores encontraron difícil el rompi- pieza no es para mÍ.
miento, no debemos asombrarnos de que el públi- A pesar de todo, ya he observado, tristemente,
co en general sólo haya aceptado lentamente todo que mi propia reacción no es la típica. La mayoría
aquello que implicaba lo que estaba ocurriendo. El de la gente parece disgustarse por el lado contro-
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vertible de la música; no desean ver perturbados de las experiencias más emocionantes que puede
sus viejos hábitos. Se valen de la música como de darnos el arte de la música. La música contempo-
un diván; desean sentirse mecidos por ella, rela- ránea nos habla como ninguna otra música puede
jados y consolados de las tensiones de la vida co- hacerlo. Es la música antigua -la música de Bux-
tidiana. Pero la música seria nunca pretendió ser tehude y de Cherubini-la que debiera parecernos
un soporífero. La música contemporánea, espe- distante y ajena, no la de Milhaud y de William
cialmente, ha sido creada para despertar al audi- Schuman. Pero, ¿no es universal la música? Acaso
tor, no para ponerlo a dormir. Pretende sacudir y el lector pregunte, ¿qué puede decirnos el composi-
.excitar al auditor, conmoverlo, aun dejarlo exhaus- tor vivo que no pueda encontrarse, en términos
to. Pero ¿no es esa clase de estímulo la que se bastante análogos, en la música anterior? Todo
busca en el teatro, o por la que se compra un libro? depende del punto de visión: lo que vemos produce
Entonces, ¿por qué hacer una excepción con la mayores extremos de tensión y distensión, un opti-
música? mismo más vivo, un pesimismo más gris, clímax de
Bien puede ser que la nueva música suene como abandono y de histeria explosiva, variedad colorís-
algo peculiar, por la única razón de que, en el curso tica, sutilezas de luz y sombra, un sentido relajador
de la audición ordinaria, se oye tan poco de ella en del humor, que a veces llega a lo grotesco, texturas
comparación con la cantidad de la música tradi- apretadas, panoramas abiertos, "dolorosos" anhe-
cional que se ejecuta año tras año. Los programas los, una deslumbrante brillantez. Indudablemente,
de radio y de los conciertos, los anuncios de los fa- varios matices y gradaciones de todo ello tienen su
bricante~ de discos y de sus representantes, los equivalente en la música antigua; pero ningún
habituales programas escolares, todos ellos pare- auditor sensitivo podría confundirlos jamás. Habi-
cen convenir, acaso inconscientemente, en la idea tualmente reconocemos el periodo al que pertenece
de que la música "normal" es la música del pasado, una composición en alguna parte esencial de su
la música que ha demostrado su valía. Un cálculo fisonomía. Es lo único y exclusivo de toda auténti-
generoso indica que tan sólo una cuarta parte de la ca expresión artística la- que hace inconcebible toda
música que escuchamos puede ser llamada con- aproximada duplicación en cualquier otro periodo.
temporánea, y tal cálculo se aplica principalmente Ésta es la razón por la cual el melómano que des-
a la música que se oye en los grandes centros musi- deña la música contemporánea está privándose a sí
cales. En tales circunstancias es probable que la mismo del goce de una experiencia estética imposi-
música contemporánea siga pareciendo "peculiar", ble de obtener de otra manera.
a menos que quien la escucha esté dispuesto a La clave de nuestra comprensión de la nueva
hacer el esfuerzo extra necesario para romper la música es: repetidas audiciones. POI- fortuna para
barrera de la no familiaridad. nosotros, la abundancia de los discos de larga dura-
No sentir la necesidad de participar en la expre ción nos facilita enormemente las cosas. Muchos
sión musical de la propia época es cerrarse a una melómanos han atestiguado el hecho de que la in-
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comprensibilidad gradualmente cede ante la familia-


ridad que sólo pueden darnos repetidas audiciones.
Sea como fuere, no hay modo mejor de averiguar si
la música contemporánea habrá de tener significa- x. LA MÚSICA DE PELÍCULAS
ción para nosotros.

LA M(;SICA de películas constituye un nuevo medio


musical que puede ejercer una fascinación propia.
En realidad, es una nueva forma de música dramá-
tica -relacionada con la ópera, el ballet, la música
incidental para el Leatro- en contradistinción con
la música de concierto, sinfónica o de cámara.
Como forma nueva, abre posibilidades inexplo-
radas para los compositores, y plantea algunas pre-
guntas interesantes al aficionado al cine.
Millones de cinéfilos consideran como algo na-
tural el acompañamiento musical de una película
dramática, hasta un grado injustificado. Cinco mi-
nutos después de terminada la película, no podrían
decir si han oído música o no. Preguntarles si con-
sideran que la música era interesante, o tan sólo
adecuada, o verdaderamente horrible, sería causar-
les un complejo de inferioridad. Pero después, posi-
blemente como auto-proyección, viene la pregunta:
"¿Verdad que no se supone que uno esté escuchan-
do la música? ¿O no se supone que trabaje en el
inconsciente, sin tener que escucharla directamen-
te, como si se estuviera en un concierto?"
Ninguna discusión de la música de una película
llega muy lejos sin que antes se plantee este proble-
ma: ¿Se debe escuchar la partitura de una película?
Si el lector es un músico, no hay problema, porque
lo más probable es que no pueda menos que escu-
char. Para mí, más de una buena película ha sido
arruinada por una partitura deficiente. ¿Ha pasado
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