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LA O P C I O N
ENTRAÑABLE
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LA OPCION
ENTRAÑABLE
© Luis Pérez Aguirre
© Ediciones Trilce 1989
Misiones 1408
Montevideo - Uruguay
Luis Pérez Aguirre
La opción
entrañable
TRUCE
EDICIONES
Mientras exista alguien que sufra,
la rosa no podrá ser bella.
Mientras exista alguien que mire
el pan con hambre,
el trigo no podrá dormir.
Mientras llueva sobre el pecho
de un solo mendigo,
mi corazón no sonreirá.
Poetas, matad la tristeza.
No hagáis versos al arco iris.
Hay asuntos más importantes
que llorar por ciertos amores perdidos.-
¡El rumor de un pueblo que se despierta
es más hermoso que el rocío!
¡El metal resplandeciente de su fuerza
es más bello que la espuma!
¡Un hombre libre
es más puro que el diamante!
Manuel Scorza
Prefacio
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Derechos Humanos:
Una cuestión de sensibilidad
Yo me interrogo ahora
¿por qué no be amado sólo
las rosas repentinas,
las mareas de junio,
las lunas sobre el mar?
¿Por qué he debido amar
la rosa y la justicia,
el mar y la justicia,
la justicia y la luz?
Juan Gonzalo Rose (nicaragüense)
Carta a su hermana María Teresa
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D el grito a la compasión
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La religión del cor azón compasivo
No creo alejarme del centro de mi fe cristiana, y de
la experiencia humana básica, si digo y afirmo que lo
esencial no pasa por conocimientos teóricos, ni por
elaboraciones doctrinales o por teorías científicas, sino
por la sensibilidad. Es decir, lo esencial pasa por una
“materialidad” que implica corporalidad, la carne, la
vida y la muerte del pobre, el sufrimiento, lágrimas,
hambre, desnudez o frío... Es la corporalidad, la “car
ne” la que siente, sufre, duele, goza, Y esa dignidad de
la carne tiene un lugar central en nuestra concepción
cristiana.
Es esa materialidad de la realidad que cada día
descubrimos en las “noticias" de las periódicos, la radio
o la televisión: la violencia sobre los cuerpos hambrien
tos de nuestros hermanos en Etiopia o en el Nordeste
de Brasil; las mutilaciones de interminables guerras; de
terrorismos; los torturados en regímenes represivos; la
pobreza insoportable a los ojos en los cinturones de
miseria alrededor de Montevideo, Caracas o Nueva
Delhi... Y leemos en el Evangelio: “Vengan, benditos
de mi Padre, hereden el Reino preparado para ustedes
desde la creación del mundo. Porque tuve hambre y
me dieron de comer, tuve sed y me dieron de beber,
estaba sin casa y me hospedaron, enfermo y me visita
ron, estuve en la cárcel y fueron a verme..."(Mateo
25:34-35).
Es absolutamente necesario tener en cuenta esta
“materialidad”, esta “sensibilidad” de la que venimos
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(1) Enrique DUSSEL, H ipótesis p a r a u n a historia de la
teología en A m érica Latina, Indo-American Press Service,
Bogotá, 1986, p.10.
(2 ) Ibid.
G) Conf. de Puebla, n.87-89.
(4) Enrique DUSSEL, op.cit., p. 11.
(5) Este es el H om bre , Sal Terrae, Santander, 1980, p.104.
(6) Citado por J. MOLTMANN en El D ios cru cificado,
Salamanca, 1975, p-243.
(7) Ibid, id.
(8 ) José I. GONZALEZ FAUS, op. ciL, p.115.
(9) En Cuba, Edic. Carlos Lohlé, Buenos Aires, 1972,
p.135.
(9) Semanario M archa, Montevideo, marzo de 1965.
(10) Cf. Selecciones d e Teología, vol.XU, n. 45 (1973), p.6.
(11) José 1. GONZALEZ FAUS, op.cit., p.124.
(12) Ver Enrique DUSSEL, Etica C om unitaria, Edic.
Paulinas, Madrid, 1986, pp.71-75.
(13) Ibid.
(14) Ibid., pp.74-75.
(15) Leonardo BOFF, S an F rancisco d e Asís, Sal Terrae,
Santander. 1982, p. 25-26.
(16) José I. GONZALEZ FAUS, A cceso a Jesús, Edic.
Sígueme, Salamanca, 1980, p.174.
(17) José I. GONZALEZ FAUS, ibid., p. 95.
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Segunda Parte
La opción entañable
en forma de parábola
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L a parábola clave
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seguidor de los pasos de Jesús, impregnado de su
Espíritu, encuentra el sentido de su existencia en pro
longar esas mismas actitudes y conductas de Jesús.
El Maestro no nos dejó una doctrina sistemática, ni
un catecismo en el que encontramos las pautas para
actuar. Su vida, su práctica fueron la referencia para
quienes lo siguieron, ellas fueron la gran enseñanza.
Pero también explicó en muchas ocasiones qué le
movía a actuar así, a comportarse de esa manera. Y lo
hizo con un medio pedagógico privilegiado: el de las
parábolas. Ellas abundan en los Evangelios y son una
manera excelente de acceder al pensamiento de Jesús.
Joachim Jeremías, el gran exegeta de las parábolas, nos
dice que “cuando leemos las parábolas, estamos en la
proximidad inmediata de Jesús”, y que “todas las pará
bolas de Jesús obligan a los oyentes a tomar posición
sobre su persona y sobre su misión" (1).
Estas afirmaciones son de particular importancia y
las tendremos en cuenta al analizar la parábola del
Buen Samaritano, que hemos considerado como “la
clave" de la opción entrañable por los derechos de la
persona y de los pueblos. La parábola es la siguiente:
Se levantó un maestro de la Ley, y para ponerlo en
apuros le dijo: "Maestro, ¿qué debo hacer para conse
guir la vida eterna?". Jesús le dijo: "¡Qué dice la Biblia,
qué lees en ella?". Contestó: "Amarás al Señor, tu Dios,
con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu
fuerza y con todo tu espíritu; y a tu prójimo como a ti
mismo" (Lev. 19,18). Jesús le dijo: "Tu respuesta es
exacta; haz eso y vivirás".
Pero él quiso dar el motivo de su pregunta y
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¿Q uién es mi prójimo?
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porque es evidente que no se puede amar a todo el
mundo. Jesús nunca da una definición teórica del
concepto de “prójimo”, ni exige -no podría hacerlo-
como los griegos, un amor abstracto y universal a la
humanidad. El concepto que nos llega desde los euro
peos y occidentales de “prójimo” es, en contra del
cristianismo y a pesar del mismo, de carácter griego y
se reduce simplemente a su noción o definición. Sus
orígenes están en la traducción de los LXX (en tiempos
de Ptolomeo II Filadelfo, 250 a.C.), que traducen del
hebreo re por plesion. Y así entienden que plesion es la
base de nuestro término “prójimo” para designar sen
cillamente al otro, sea quien sea. Por ejemplo, en esta
concepción, cuando dos se encuentran, uno es próji
mo del otro, independientemente de las relaciones o
de lo que piense o sienta el uno del otro. De este modo
nuestro concepto de “prójimo” pertenece al lenguaje
formal que señala los términos de las relaciones huma
nas en general y parte de la noción de humanidad. En
esta concepción el prójimo no es más que una ilusión.
“A distancia, el prójimo no es más que una sombra que
flota imaginariamente ante el pensamiento de cada
hombre”, decía S. Kierkegaard. En el Evangelio, en
cambio, el prójimo tiene un significado totalmente
diferente.
Por eso la pregunta por el prójimo es pertinente y
fundamental aquí. De la respuesta que le demos de
penderá haber entendido por dónde pasa la salva
ción. Y desde ya debemos entender que no cual
quiera es prójimo de alguien. Jesús pregunta: “¿Cuál
de los tres fue prójimo?”, con lo que está dan-
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un momento dado, mientras que los representantes del
templo y de la ortodoxia no son prójimos a pesar de la
sublime doctrina que puedan profesar. Con este tras-
fondo contextual nos salta a la vista el novedoso con
tenido y su casi escandaloso significado expuesto por
Jesús a sus oyentes. Significado que era reforzado por
la conducta de Jesús, que provocaba a menudo el
escándalo por aceptar la compañía de los discrimina
dos -de aquellos que por un motivo u otro no podían
o no cumpían con la Ley- la compañía de los samarita-
nos, publícanos, prostitutas y vagabundos. Era justa
mente eso lo que le echaban de modo permanente en
cara los escribas y fariseos y otros grupos de “justos” o
“puros”.
Así, a la luz de este relato genial de Jesús, en el que
los ministros no cumplen con el mandamiento princi
pal por motivos rituales y culturales mientras que el
mestizo despreciable encarna la perfección del amor,
queda ilustrado el sentido y la meta del mandamiento
absoluto.
A la pregunta inicial del doctor de la Ley: “¿Quién es
mi prójimo?", Jesús contesta con otra pregunta: “Según
tu parecer, ¿quién de los tres se constituyó en prójimo
del que cayó en manos de los salteadores?”. Y la
respuesta no puede ser otra que la expresada clara
mente por el interpelante: “El que usó con él de mise
ricordia".
La parábola del Buen Samaritano nos muestra des
de dónde debemos optar y vivir. No desde la Iglesia, o
desde una doctrina o unos mandamientos, sino desde
el “otro” que me interpela en su necesidad. En la
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cimiento esotérico de secretos o misterios. No mencio
na claves secretas ni privilegios. La gente se salva
únicamente porque han prestado ayuda. En efecto, los
justos preguntarán asombrados al conocer la senten
cia: “Señor, ¿cuándo te vimos hambriento y te dimos de
comer?, ¿cuándo te vimos sediento y te dimos de
beber?, ¿cuándo te vimos como forastero y te recogi
mos?, ¿cuándo te vimos enfermo o en la cárcel y te
visitamos?”. Y el Rey les contestará y dirá: “Les aseguro
que cada vez que lo hicieron con el más pequeño de
mis hermanos, lo hicieron conmigo”.
Volviendo a la parábola, a la pregunta genérica y
abstracta de ¿quién es mi prójimo?, Jesús responde
claramente: no existe el prójimo en sí. El prójimo ya
hecho. El tener o ser prójimo dependerá de mi capaci
dad de “aproximarme” como el samaritano, de hacer
me “prójimo de él”, entrando en su vida y condicionan
do la mía a la suya, mi tiempo, mis intereses, mi
camino... Y, además, el criterio para esta aproximación
no es la cercanía en sí, sino la necesidad del otro. No
son unos particulares derechos, sino el amor que salta
toda barrera y distancia.
Entender esto es clave porque nuestra fidelidad al
gran mandamiento de Jesús no se juega con respecto a
las personas con las que me liga una proximidad
“impuesta”, sino en la aceptación o el rechazo de las
innumerables oportunidades en las que puedo iniciar
esas relaciones en la sociedad y el tiempo en que vivo.
Y decimos que es clave entenderlo porque la tragedia
está en que normalmente estamos usando mecanismos
para alejar, para no aproximarnos a los demás. Me
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invirtiendo la pregunta inicial. En lugar de responder
quién es mi prójimo según la ley, responde de quién
debo hacerme prójimo antes de consultar la doctrina o
la ley. Y se acierta, dice Jesús no sin gran dosis de
asombro y escándalo por parte de los doctores, no por
conocer la ley, sino por la compasión hacia el necesi
tado. Sólo desde esa actitud se puede finalmente ir a la
ley y entender lo que significa.
M ás allá de la parábola :
MI PRÓJIMO-LAS MASAS EMPOBRECIDAS
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mojaba los labios. Había gente tirada allí, pero
estaban tapados, sólo oían los ruidos y las pala
brotas.
-Después me sacaron de allí. En un auto
fuimos a una casa como de hospital, y me
dijeron que unos señores me iban a llevar de
vacaciones. Todavía duran esas vacaciones. Yo
tengo más cantidad de años ahora. Son siglos.
Ya no tengo siete años, tengo setenta veces
siete.
-Me dijeron que a mamá no la vieron más.
Una vez mis nuevos padres me dijeron que ella
se había enfermado y que ellos me cuidarían
hasta que se pusiera buena. Que no tenía que
temer nada porque ellos, no ves, me dan todo y
no me falta nada. Hasta cariño. Otro año me
dijeron que no sabían nada de mamá, pero que
se habría muerto porque si no les hubieran avi
sado para ir a verla. Pero que no me tenía que
preocupar porque ellos harían todo lo posible
para averiguar.
-“Ahora tenés nuevos amigos, y en la es
cuela la maestra nos dijo que te portás muy bien,
que hacés todos los deberes siempre. Pero que
tendrías que jugar más con todos, ser más
comunicativo”...
-El año pasado quise llorar. Las lágrimas
del lloro sin llanto que aprendí cuando tenía
siete años mojaron otra vez mis labios. Tenía
diecisiete años recién cumplidos en invierno,
porque cuando era chico yo me acuerdo que en
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mis cumpleaños hada calor, debían de ser en
verano... ¿Por qué desde hace años son en in
vierno? Ese día, con furia contenida y mal com
prendida, fui quemando mis cosas, mis papeles,
un diario que había escrito, unas fotos que tenía
y los dibujos de la escuela. Porque no quiero
otro rastro de mí. La memoria, esa del principio,
que me acompaña siempre, que sabe todo, es mi
única mochila en esta vida. La radio está encen
dida, la canción de Milton Nascimento otra vez,
machaconamente:
Descobri que minha arma é
o que a memoria guarda...
-Miro por la ventana abierta, primavera
en los plátanos de la calle, me extraña no oír el
ulular de algunas sirenas de vehículos polida-
les. ¿Cuánto vale la vida en esto que llaman
guerra interna, guerra permanente... Vale lo que
nuestro peso que se devalúa sin remedio, por
que para asegurar la Seguridad Nadonal opta
ron por lo seguro: el premio Nobel de economía
Milton Friedman. El resultado son más numeri-
tos agregados en la lista de haberes del Citybank
y más nombres tachados con rojo en las listas del
registro civil.
-Ayer leía en un librito de Galeano: “El
que así se llamaba, ¿dónde amanece? Te amor
dazan, te atan las manos, te suben al Falcon.-
escuchás los sonidos de la ciudad que se aleja y
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decís adiós o lo pensás porque tenés una venda
en la boca:
-No, no. Esperen. Así no. De frente no,
que no merece. Por la espalda.
Un hombre advierte que lo siguen. Corre
por las calles, se mete en una cabina de teléfo
nos. Todos los números dan ocupados o no con
testan. A través del vidrio él ve a los asesinos que
lo están esperando...”.
-Viene el informativo: escucho sin ganas
porque te dicen sólo lo que se puede decir. Pero
aun lo que se puede siempre duele a uno.
Hablan de unos legisladores uruguayos que
aparecieron muertos en Buenos Aires. Declara
el ministro de Defensa argentino: “Se trata de
una operación uruguaya. Todavía no sé si oficial
o no”.
Ginebra: “El embajador uruguayo decla
ró ante la Comisión de Derechos Humanos
que, en cuanto a las vinculaciones entre la
Argentina y el Uruguay, por cierto que exi
sten. Nos sentimos orgullosos de ellas.
Estamos hermanados por la historia y la cultu
ra”.
San Pablo: El jefe de seguridad pública de
San Pablo declaró: “Esta es una guerra cruda,
una guerra desnuda, y es una guerra en que
nosotros tenemos que usar las mismas técnicas
de nuestros enemigos, si no queremos ser derro
tados. Vamos a almorzarlos antes de que ellos
nos cenen”(8).
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Montevideo: El coronel Silva Ledesma
dijo: “tenemos 1500 problemas porque no tene
mos 1500 muertos...”
-El cronista mezcla los últimos datos
deportivos con curiosidades científicas recien
temente descubiertas. Se comprueba un distan-
ciamiento tecnológico progresivo entre los paí
ses industrializados y América Latina... Apago la
radio. Aquí la universidad no tiene recursos, yo
me tengo que sentar en el pretil de la ventala del
aula, pero los laboratorios militares compiten en
imaginación creadora para el uso de los nume
rosos recursos asignados en tecnologías “de
punta”, del terror, que le dicen. Mejorar las
técnicas para hacer desaparecer, para matar sin
rastros, para torturar, sembrar el miedo y asesi
nar las ideas. Los manuales tecnológicos "made
in USA" enseñan que lo primero es la eficacia.
Hay que preparar al torturador para que sea
eficaz. Prueba de capacitación: Distinga, Señor
Oficial, cuál es el individuo más eficaz: ¿el sádi
co, el drogadicto, el alcohólico, el que pasa por
honesto ciudadano? Tache el que no sirve.
La tortura debe ser eficaz. ¿Para qué sirve?
Vea el capítulo “tortura”en el manual: sirve para
arrancar información vital, para quebrar las
conciencias, para desmovilizar al pueblo por el
terror... Si no obtiene eso: mejorar los mé
todos, está mal aplicada. Revise la máquina,
altere el orden, reitere la secuencia: capucha,
plantón -interrogatorio liviano-, submarino,
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caballete, interrogatorio pesado con picana,
cepo, "pau de arara" (así le dicen en Brasil y
ahora también en todos los países, porque se
exporta lenguaje en esta materia). De vez en
cuando el “teléfono". Golpes a discreción. El
torturador no debe perder la disciplina. La
máquina exige mucha disciplina. Hay algunos
tan naturalmente dotados para la tarea que al
final la hacen con facilidad y placer. Verdaderos
profesionales, altamente calificados. Se gra
dúan recién cuando llegan a cumplir sus accio
nes aberrantes sin mala conciencia. A ello con
tribuye el hecho de que efectúa sus labores co
tidianas en forma habitual y remunerada por un
servicio público prestado. Su financiamiento
procede de las arcas fiscales y lo pagamos todos
con los impuestos y otros gravámenes. Además
está plenamente justificado ideológica y políti
camente por la “doctrina de la Seguridad Nacio
nal”.
-Este pensamiento me enferma. Me des
compone, ¿cómo mantenerme sano en este sis
tema enfermo? Busco dentro de mí, parece que
alguien dictó la orden de estar triste. Dentro
encuentro que estoy condenado a ser un delin
cuente en el sistema porque la alegría, la vida, la
libertad son delitos de alta traición a la Seguri
dad Nacional.
-Yo estoy solo, pero me pregunto: ¿esa
parte prohibida de mí, de la alegría en mí, tendrá
que estar condenada a convivir con la otra parte?
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Tercera Parte
Derechos Humanos:
una cuestión de solidaridad
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una simple luz mortecina. Con el paso del tiempo, con
el giro de la historia, las palabras se cargan de significa
ción, se hacen densas, fuertes, omnielocuentes o, por
el contrario, se apagan, se callan o incluso enmudecen
definitivamente”(l).
Cada época y cada cultura tiene sus signos, sus
palabras claves. El cristianismo batalló durante siglos
con la riqueza que encerraba el término “caridad”. Hoy
día, en nuestra época, estamos asistiendo a un cambio
importante en este sentido. Existe un gesto, una acti
tud, que se impone como el nuevo contenido para
reemplazar a la desgastada palabra caridad. Es la “soli
daridad”. Ella se ha convertido para nosotros en nueva
clave, cargada de un contenido que rescata lo que
otrora la caridad quería significar. La solidaridad hoy
nos evoca un mundo entero de nuevas resonancias,
actitudes y esperanzas.
Antiguamente la caridad era el centro de todo para
el cristiano: expresaba la médula del mensaje de Jesús,
era la referencia para la salvación, la motivación para la
conducta ética, el meollo de la práctica cristiana... En
los mil avatares que padeció la palabra caridad, ha
significado casi todo, lo principal y lo rechazable.
Significó lo máximo del amor radical y también signifi
có el vergonzante amor paternalista, aquella limosna
que se entrega con mala conciencia para acallar las
exigencias inapelables de la justicia. Parecería que
ahora, en nuestra época, la caridad cede su lugar, su
importancia, ante el advenimiento de la solidaridad.
Hoy ser una “persona caritativa” no suena bien a
nuestros oídos, en el mejor de los casos significa ser una
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manera de experimentar a Dios. Ese Dios inabarcable,
que percibimos nuevo y misterioso, desbordante de
cualquier elucubración teórica o imaginativa.
La historia, la tradición han ido progresando en ese
descubrir a Dios y transmitirlo a las nuevas generacio
nes. Con el paso del tiempo es indudable que se ha
enriquecido la captación y la experiencia de Dios en la
Iglesia. Nuevas perspectivas y exigencias de vida se
hacen presentes. Podemos decir que “solidaridad" es la
palabra que hoy nos expresa mejor esa experiencia de
Dios, aunque -forzoso es reconocerlo- siempre de
manera inadecuada e incompleta. La solidaridad es
nuestro lenguaje para expresar las exigencias actuales
de la caridad que emana del Dios-caridad, siempre
mayor y siempre redescubierto en la práctica del amor
solidario.
Desde la experiencia de la solidaridad nos damos
cuenta de que está apareciendo un nuevo rostro de
Dios. Un rostro renovado, despojado de esa capa de
polvo que la historia del cristianismo había ido secular
mente velando. Nuestro siglo, con el Concilio Vaticano
II, es testigo del surgimiento de una nueva experiencia
de Dios. La teología actual, los aportes de las nuevas
ciencias bíblicas, la práctica de los cristianos, la densi
dad del martirio latinoamericano, nos acercan, como
nunca, un nuevo rostro del Dios anunciado por Jesús.
Podemos decir que el conocimiento y la experiencia
que tenemos ahora de Dios son nuevos, no habían sido
captados en los veinte siglos anteriores. Y aunque esto
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Epílogo
Oir el canto del pueblo
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violencia. Y ella se instala en los sistemas, las institucio
nes y los corazones. Crece como desde una fuente
repugnante con el afán de doblegar y dominar aquello
que el miedo nos impide afrontar.
No está todo dicho porque tiene que surgir el
imperativo del respeto ofrecido a toda persona huma
na, independientemente de su ideología, de su raza, de
su sexo y de su credo, sabiendo que los conflictos
debemos resolverlos creativamente, solidariamente,
en un marco de derecho elaborado con la participación
de los que han sido eternamente marginados y olvida
dos.
No está todo dicho porque los derechos humanos
todavía no son el referente primordial de la comunidad
y de la acción educativa en y con el Pueblo. No está
todo dicho porque la auténtica educación para los
derechos humanos debe convertirse en parte integran
te de la vida del pueblo y no en una preparación para
la vida. La misión de esa acción educativa es que el
pueblo aprenda a aprender. Y la única actitud acepta
ble es la de solidarizarse con su difícil esfuerzo por
tomar su destino en sus propias manos, para lo cual
debe poder pensar por sí mismo, imaginar, crear,
probar, arriesgarse.
No está todo dicho porque hasta aquí hemos usado
un lenguaje conceptual, con la rigidez de los conceptos
racionales y ello no expresa, no puede expresar ajusta
damente todo lo que hemos intentado transmitir. Nos
vemos traicionados por el lenguaje. Todo lo valioso de
nuestra lucha, de nuestra experiencia entrañable du
rante los duros años de dictadura militar, con su carga
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de sufrimiento, sangre, lágrimas, heroísmos y alegrías,
queda fuera, desconocido, borrado en este horizonte
demasiado abstracto. Queremos, en un intento final,
rescatarlo de alguna manera en toda su riqueza. Pero la
única manera posible es cambiando completamente el
lenguaje, otra vez, como Jesús, y servimos de la fuerza
que tiene la parábola, ayudarnos de toda la riqueza de
ese género expresivo y abierto en la simbología. Este
libro trató de una parábola (“el buen samaritano”),
incluyó otra (los desaparecidos) y quiere terminar con
una más. Quizás así todo él se convierta en una gran
parábola y podamos llegar a decir con claridad lo que
sólo atinamos a balbucear en nuestro pobre lenguaje
conceptual.
Nuestra parábola está inspirada y adaptada de un
texto anónimo brasileño, que llegó a nuestras manos
hace ya muchos años y que me dijo tantas cosas que yo
había querido expresar, como en este libro, y no
encontraba la manera adecuada. Es la parábola de El
pájaro Alegría.
Este pájaro del que hablo no era muy grande.
Sus plumas eran blancas como la alegría de los
niños del pueblo.
Las de su cabeza eran amarillas, como los girasoles
que muestran siempre la cara al sol.
Las alas y la cola, azules, como una pequeña laguna,
transparentes en la claridad de la mañana. Y en el
pecho tenía unas plumitas rojas que parecían una he
rida.
No era propiamente un pájaro hermoso. Era un
pájaro simpático, juguetón y gracioso.
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Cantaba bien.
En realidad habían en el monte otros pájaros mucho
más lindos y que cantaban mucho mejor.
Pero el canto del pájaro Alegría, porque así se
llamaba el de la cabeza amarilla hecha girasol, que
siempre muestra la cara, era un canto... popular.
Andaba por todos los rincones del monte. Se junta
ba con los gorriones y otros pájaros de ese tipo, que no
son tan hermosos ni tienen un canto tan suave como se
dice. Alegría los escuchaba y los escuchaba hasta
aprender el canto de ellos. Después, él mismo lo
cantaba.
Cuando los gorriones y otros pájaros escuchaban su
propio canto interpretado por Alegría, le decían: “Ale
gría, enséñanos a cantar!".
Entonces, Alegría les enseñaba la misma musiquita
que ellos hacían, sólo que más linda; y hacían unos
coros fantásticos. Pues el canto de todos juntos sonaba
que era una maravilla.
Un día, unos pájaros que se creían muy hermosos y
que cantaban mucho mejor que los demás, se enojaron
con Alegría porque nadie se paraba en los árboles
vecinos para admirarlos y oír su canto.
Dijeron: “Ahora que los gorriones y los otros pájaros
feúchos están aprendiendo a cantar juntos, nadie se
preocupa de nosotros. Y el culpable de todo es Alegría.
Vamos a sacarlo de aquí y pronto”.
Entonces llamaron a un hombre que tenía una jaula
y le entregaron a Alegría para que lo encerrase.
¡Cómo lloraron los gorriones cuando se enteraron!
Ya no pudieron seguir cantando. Se hizo el silencio
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a los Romanos Ro
la a los Corintios 1 Co
2a a los Corintios 2 Co
a los Gálatas Gài
a los Efesios Ef
a los Fil ¡penses Fil
a los Colosenses Col
a Filemón Filem
la Tesalonicenses 1 Tes
2a Tesalonicenses 2 Tes
la a Timoteo 1 Tim
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C>£> OÍ> 0 {> OC> 0 {> Oí> OÍ>
2a a Timoteo 2 Tim
a Tito Ti
a los Hebreos Heb
150
oO
INDICE
Prefacio...................................................... 11
PRIMERA PARTE
Derechos Humanos:
Una cuestión de sensibilidad.................. 15
Todo empieza por un grito
Del grito a la compasión
La religión del corazón compasivo
SEGUNDA PARTE
La opción entrañable
en forma de parábola..............................51
¿Quién es mi prójimo?
La compasión como clave
Más allá de la parábola:
mi prójimo-las masas empobrecidas
Cuando la vida se hace parábola:
los desaparecidos
TERCERA PARTE
Derechos Humanos:
Una cuestión de solidaridad................. 105
Solidaridad: el nuevo nombre de la caridad
Solidaridad: clave del mensaje bíblico
Solidaridad como clave de la identidad cristiana
Solidaridad: una nueva experiencia de Dios
Solidaridad es ponerse del lado de las víctimas
Epílogo
Oir el canto del pueblo.............................. 143
Lista de abreviaturas............................... 149
Luis Pérez Aguirre