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FIEBRE TIFOIDEA

1. Descripción – Enfermedad bacteriana sistémica que se caracteriza por la aparición insidiosa


de fiebre continua, cefalea intensa, malestar general, anorexia, bradicardia relativa,
esplenomegalia, tos no productiva en las fases iniciales, manchas rosadas en el tronco en 25%
de los enfermos de piel blanca y (constipación) estreñimiento con más frecuencia que diarrea
en los adultos. El cuadro clínico varía desde un padecimiento benigno con febrícula hasta una
afección grave, con molestia abdominal y numerosas complicaciones. La gravedad depende de
factores tales como virulencia de la cepa, magnitud del inóculo ingerido, lapso transcurrido
hasta recibir un tratamiento adecuado, edad y exposición previa a la vacuna. Se presentan
muchas infecciones leves y atípicas, en particular en las zonas de endemicidad. Entre 60% y
90% de los pacientes con fiebre tifoidea no reciben atención médica o son tratados en forma
ambulatoria. Los casos leves no muestran afección sistémica, y su cuadro clínico es el de una
gastroenteritis (véase Salmonelosis).
2. Agentes infecciosos – Según la nomenclatura propuesta recientemente para Salmonella, el
agente antes conocido como S. typhi ahora se llama S. enterica subespecie enterica
serovariedad Typhi (denominado comúnmente S. Typhi). Los agentes causales de la fiebre
paratifoidea son principalmente S. Paratyphi A y S. Paratyphi B.

3. Distribución – Mundial. Se calcula que la incidencia anual de fiebre tifoidea en el mundo es


de unos 17 millones de casos, con alrededor de 600 000 defunciones. El mayor volumen de
pacientes se concentra en los países en desarrollo. En Estados Unidos, cada año se presentan
menos de 500 casos esporádicos, y la cifra es similar en otros países industrializados; en la
actualidad, la mayoría de los casos del mundo industrializado son importados de zonas
endémicas. En diversas regiones del mundo se han vuelto prevalentes las cepas resistentes al
cloranfenicol y a otros antimicrobianos recomendados. La mayor parte de los aislados
provenientes del sur y el sudeste de Asia, el Oriente Medio y la zona nordeste de África
durante los años noventa eran cepas que tenían un plásmido del factor R, el cual codifica la
resistencia a múltiples antimicrobianos que habían sido la base del tratamiento oral, como
cloranfenicol, amoxicilina y trimetoprim-sulfametoxazol.

4. Reservorio – Los seres humanos, tanto para la fiebre tifoidea como para la paratifoidea, y
en raras ocasiones los animales domésticos en lo que respecta a esta última. Los contactos en
el núcleo familiar pueden ser portadores transitorios o permanentes. El estado de portador
puede surgir después de un cuadro sintomático agudo o de infección leve o subclínica. En
muchas partes del mundo son más comunes los portadores fecales de corta duración que los
portadores urinarios. El estado de portador crónico es más común (de 2% a 5%) en las
personas infectadas en las edades medias de la vida, especialmente mujeres; los portadores a
menudo tienen alteraciones de las vías biliares, incluso cálculos, y presencia de S. Typhi en la
vesícula biliar.

5. Modo de transmisión – Ingestión de agua y alimentos contaminados con heces u orina de


enfermos o portadores. En algunos países, son importantes vehículos de transmisión los
mariscos (en particular ostras) procedentes de lechos contaminados con aguas negras; las
frutas crudas; las verduras cultivadas con abono que contiene excremento y se consumen
crudas; la leche y los productos lácteos contaminados (por lo común por las manos de
portadores); así como los enfermos no diagnosticados. Las moscas pueden contaminar los
alimentos en los cuales los microorganismos pueden multiplicarse hasta alcanzar dosis
infectantes (que son mucho menores en el caso de la fiebre tifoidea que de la paratifoidea).

6. Periodo de incubación – Depende de la magnitud del inóculo y de factores del huésped;


varía de 3 a más de 60 días, por lo regular con límites de 8 a 14 días. En el caso de la fiebre
paratifoidea, de 1 a 10 días.
7. Periodo de transmisibilidad – Mientras persistan los bacilos en las heces y la orina, por lo
común desde la primera semana hasta el final de la convalecencia; después es variable (por lo
general, de una a dos semanas para el caso de la fiebre paratifoidea). Cerca de 10% de los
pacientes con fiebre tifoidea no tratados excretarán bacilos durante tres meses después del
inicio de los síntomas, y de 2% a 5% se convertirán en portadores permanentes. Un número
mucho menor de personas infectadas con el microorganismo de la fiebre paratifoidea pueden
volverse portadoras vesiculares permanentes.

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