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GEOMORFOLOGÍA

Clase N° 08

Geomorfología Litoral y Submarina

Prof. Alejandro Vial Latorre


Geógrafo

Otoño 2019
10.- El subsistema de erosión litoral
Cuando tratamos el tema de geomorfología litoral y submarina, ya estamos fuera de los grupos
de sistemas de erosión morfoclimáticos o “zonales”. En efecto, los océanos son, por excelencia
el mayor sistema de erosión no climático o “azonal”.
Este sistema de erosión tiene diversos “estilos”, según sea el entorno: principalmente dos, un
ambiente litoral y un ambiente submarino. Sin embargo, en el ambiente submarino es posible
distinguir cuatro “facies” asociadas a la profundidad: el nerítico, el pelágico, el abisal y el
hadal; lo que veremos en la segunda parte de este capítulo.
 Alrededor de los mares y los grandes lagos se desarrolla un sistema morfogenético peculiar
que, como hemos dicho, tiene sus propias características diferenciadas y que en buena medida
son independientes de las condiciones bioclimáticas. Hablamos de una franja de amplitud
variable entre el límite de la tierra y el mar.
El litoral es el sector que está directamente sometido a la acción de las aguas marinas, y
lacustres. La zona barrida por las aguas se llama estrán o zona intertidal. Su amplitud depende
de las mareas (no más de 20 metros) y de la pendiente de la costa. Se calcula un total de
150.000 kilómetros cuadrados en todo el mundo.
La influencia del mar se hace sentir mucho más adentro, lo que se llama línea costera. Se
encuentra entre el litoral y la zona pre-litoral. Esta es una zona en la que el relieve cambia con
mucha rapidez, incluso en el intervalo de una pocas décadas.
 La erosión litoral tiene unos caracteres originales que combina procesos morfogenéticos
marinos aunque también hay que tener en cuenta la influencia de la intervención aérea.
La erosión marina, y los procesos morfogenéticos que conlleva, asocia de forma compleja
acciones mecánicas (olas y corrientes), químicas y biológicas. Pero además, una de las
originalidades del medio litoral es que existe una zona, el estero, que se ve periódicamente
sometido a fenómenos de sumersión y emersión y por lo tanto de humectación y desecación
muy rápidos, lo cual tiene consecuencias morfogenéticas muy importantes.
Además de las acciones morfogenéticas estrictamente marinas sobre el litoral también ejercen
su influencia los procesos ligados al medio bioclimático.
Tendremos en cuenta dos modos de intervención: los fenómenos atmosféricos que influyen
sobre la erosión marina y las combinaciones con los procesos morfogenéticos continentales.
El medio morfoclimático influye en las modalidades y la eficacia de los procesos morfogenéticos
que afectan al litoral. Distinguiremos dos modalidades, la directa, a través de la interacción con
procesos morfogenéticos continentales y la indirecta, a través del aporte de materiales a la
erosión marina.
Interacción con procesos morfogenéticos continentales
La acción directa de los procesos morfogenéticos continentales afecta a la franja litoral situada
detrás de la línea de costa, y son aquellos que corresponden con el dominio morfoclimático
correspondiente. La meteorización proporciona material ablandado para la abrasión marina, o
bien un roquedo más vulnerable, al verse sometido a mecanismos de transporte de los
fragmentos más efectivo, la dinámica de las aguas marinas. En dominios fríos y tropicales
húmedos esta acción en más efectiva que en los dominios templados y áridos.
El mar influye en las características de los procesos morfogenéticos continentales debido a su
influencia sobre el clima, formando un topoclima1 más estable y húmedo. En este sector son
más frecuentes las brumas y las precipitaciones, por lo que son más efectivos los procesos
ligados al agua, tanto mecánicos como químicos. Además, la salinidad del agua dificulta la
colonización vegetal, y por lo tanto la protección que esta ofrece ante la erosión. Este hecho
explica el corte vertical de los acantilados modelados en limos o arenas.
En la franja litoral es constante la presencia del viento. Su importancia morfogenética es mayor
en las regiones arenosas que presentan un amplio estero entre la marea baja y la alta. En esta
zona el viento ejerce toda su competencia morfogenética hasta acumularse en dunas. En
regiones de vientos fuertes la acción de viento se extiende a los relieves costeros próximos,
sobre todo en forma de dunas que pueden alcanzar varias decenas de metros.
 
Geomorfología de costas.
El contacto entre el mar y el continente es denominado “costa”. No es propiamente una línea,
sino una faja, que está delimitada por las cotas que alcanzan las mareas en la máxima pleamar
y la más baja bajamar. Esta faja “intermareal”, denominada estrán, constituye el contacto
entre mar y continente. En esta delgada zona se desarrolla la mayor parte de los procesos
geomorfológicos propios del litoral. En ella se produce la rompiente de las olas y su avance y
“resaca”, responsables del desplazamiento de los materiales sueltos que se encuentran en esta
área.

1
Cuando algún lugar tiene un clima diferenciado del clima zonal decimos que es un topoclima.
Tipos de costa
    Como consecuencia de las formas de ablación, su modelado y las formas de acumulación
podemos hablar de diversos tipos de costa. Podemos clasificarlas de muchas formas, pero nos
centraremos en dos tipos en los que la acción del mar es predominante, las costas primitivas (u
originales) y las costas evolucionadas.
Según sea su disposición y composición, las costas pueden ser altas o bajas, rocosas, arenosas
o pedregosas. En general el contacto entre mar y tierra se produce en forma suave
(constituyendo “playas”) o abrupta (en forma de “acantilados”).
Los litorales presentan formas muy variadas en función de las particularidades de la erosión
marina, las características litológicas y las influencias bioclimáticas. En un primer momento
podemos distinguir entre las formas de ablación y sus formas de modelado, y las formas de
acumulación, que nos dan distintos tipos de costa.
Como consecuencia de las formas de ablación, su modelado y las formas de acumulación
podemos hablar de diversos tipos de costa. Podemos clasificarlas de muchas formas, pero nos
centraremos en dos tipos en los que la acción del mar es predominante, las costas primitivas (u
originales) y las costas evolucionadas.
Las costas primitivas se caracterizan por que sus formas son, fundamentalmente, las iniciales,
las que caben esperar de la acción del contacto entre el mar y la estructura geológica
continental. Son resultado de un contacto reciente, o bien un mar poco activo. Podemos
distinguir las costas estructurales y las costas de los modelados subaéreos.

Costas estructurales.     Las costas estructurales se caracterizan por que sus grandes líneas
se corresponden con las direcciones tectónicas de las rocas. Cuando son muy recientes, o están
activas se llaman costas tectónicas. Normalmente son algo elevadas. Se disponen de tres
formas diferentes con relación a la línea de costa, longitudinales, transversales y oblicuas.
Las costas longitudinales (tipo pacífico) son paralelas a la línea de costa. Presentan un trazado
rectilíneo, particularmente rígido cuando existen fallas, en las que el bloque hundido está
sumergido. El plano de falla forma, así, un falso acantilado, que dificulta la acción marina
cuando su base está por debajo de la rompiente de las olas. Este tipo de costa también se
forma cuando quedan al descubierto antiguas fallas que habían sido fosilizadas, costas de línea
de falla.

Cuando el mar entra en contacto con relieves plegados se forman las costas tipo dálmata. Se
caracterizan por la existencia de islas alargadas cuyo origen está en los sinclinales, sumergidos,
y los anticlinales, las islas, separados por surcos marinos, canali. Las aguas de estas zonas
suelen ser tranquilas, debido a la multitud de obstáculos que encuentra la corriente. Las
estructuras apalachenses dan lugar a costas del mismo tipo.
En las costas transversales (tipo atlántico) las estructuras geológicas son perpendiculares, más
o menos, a la línea de costa. Su trazado presenta entrantes y salientes continuos y muy
definidos. Hay, pues, multitud de cabos y golfos profundos entre ellos, consecuencia de la
inundación de las estructuras tanto plegadas, como apalachenses o falladas, en las que se
inunda el graben.
Cuando las estructuras geológicas se disponen de forma oblicua con la línea de costa (costas
con redans) se forman bahías en forma de hoz separadas por promontorios simétricos.
Especial interés tienen las costas primitivas de origen volcánico, ya que suelen ser muy
recientes o incluso activas. Hay que recordar que los archipiélagos volcánicos, y los volcanes en
general, se alinean a lo largo de las grandes fracturas tectónicas terrestres, o sobre las
dorsales oceánicas. Las islas volcánicas son, en realidad, un cráter. Cuando se abre una brecha
en el cono, el mar invade la caldera formando una bahía y una isla con forma de herradura, o
múltiples islas que rodean la caldera. La multiplicación de los volcanes a lo largo de las costas,
da lugar a un trazado lobulado cuyos cabos son las lenguas de lava más o menos recientes. La
originalidad de las costas volcánicas es que apenas han sido desmanteladas, ya que en caso
contrario se clasifican en uno de los tipos anteriores.
Costas de modelado subaéreo.     Las costas de modelado subaéreo son aquellas en las que
la erosión ha conformado diferentes relieves y son estos las que entran en contacto con el mar.
Los ejemplos más típicos son las entradas de mar a través de los valles de ríos (rías) o
glaciares (fiordos).
Las costas de rías se forman en
regiones de relieve accidentado
profundamente entalladas por
los cursos fluviales. Se forman,
predominantemente, en regiones
de relieve sobre rocas
metamórficas, cuya
desembocadura es inundada por
el mar al subir su nivel
eustático. Su localización
depende de la red de fallas o la
existencia local de rocas menos
resistentes. El tipo clásico es el
de ría abierta, con forma de
embudo orientado hacia el mar,
pero también se da la ría en
botella, cuya salida está cerrada
por un paso estrecho. Ante la
salida de las rías suele haber
islas, residuos de rocas
resistentes. En los márgenes de
la ría se desarrollan
Ría gallega (Vigo) tímidamente, acantilados, áreas
pantanosas o flechas.
Las costas de fiordos se localizan en
regiones en los que la lengua glaciar ha
alcanzado la costa, y cuya parte más baja
también ha sido inundada por el ascenso
del nivel eustático del mar. No obstante, la
desaparición del peso del hielo ha
provocado el ascenso isostático del
continente, con lo que el contacto entre el
mar y el continente ha sido mucho más
variable, lo que ha dificultado la erosión
marina. El fiordo presenta una entalladura
muy profunda modelada sobre rocas
resistentes. Normalmente están
ramificados. Su localización depende de la
red de fallas o la existencia local de rocas
menos resistentes. Sus paredes son
notablemente verticales, con valles
colgados que vierten sus aguas en forma de
cascadas. Suelen estar enmarcadas por un
strandflat, una plataforma de abrasión que
ha quedado colgada debido al ascenso
isostático del continente. Los escollos
rocosos forman skjargaard. La
sedimentación en los fiordos es pobre, y
además la profundidad de los valles dificulta
la emersión de depósitos.
Fiordos Elefantes y Cupquelán. Región de Aysén
Las costas cubiertas por un inlandsis presentan formas que dependen de los modelados locales,
ya sean de excavación o sedimentación. Suelen presentar múltiples entalladuras y estar
precedidas de islas bajas. La inundación de los canales intermedios forman costas de fjards con
bahías y estrechos muy complejos. Delante de ellas se desarrolla el skjargaard. Cuando hay
valles digitalizados muy cerrados se habla de costa de forden. Pero lo más característico son
los amplios lóbulos frontales del inlandsis sobre los que se desarrollan bahías abiertas poco
profundas que conforman la costa de bodden.
Las formas de erosión
En las costas de erosión predominan los procesos ablación marina, acantilados y
plataformas de abrasión litoral. Las costas acantiladas bordean los mares con mucho
oleaje, sobre todo en regiones montañosas o de macizos antiguos y escudos. También
aparecen en rocas sedimentarias compactas, como las calizas. Los acantilados más verticales
se presentan sobre las rocas más sensibles a la acción mecánica y lo suficientemente
coherentes como para mantener la verticalidad.

Acantilado visto de perfil. En la parte superior, la terraza. Rompientes en arrecifes antepuestos a la costa. Hawaii

Los acantilados.    


Un acantilado es un resalto no cubierto de
vegetación, de fuerte pendiente (entre unos
15º y la posición vertical o hasta en
desplomo), de altura muy variable, situado
en el contacto de la tierra y el mar, y que es
debido a la actividad o a la presencia
marinas. Se puede llamar falso acantilado a
una forma que presente caracteres más o
menos análogos a los expresados, pero que
no está ligada a la actividad o a la presencia
del mar. Lo más frecuente es que en su pie
el acantilado esté precedido por un estrán
rocoso, de pendiente mucho menor que él y
que lleva tradicionalmente el nombre de
Costa acantilada
plataforma de abrasión. Pero hay casos,
sobre todo en las puntas, en los que el
acantilado (verdadero o falso) penetra en el
mar sin mediación de ningún rellano y en las
bahías el acantilado suele estar precedido de
una playa en lugar de una plataforma
rocosa. Las denominaciones de costa rocosa
y costa acantilada no son forzosamente
sinónimas.
La concepción clásica de la formación de un acantilado y de la plataforma rocosa que le
precede, es muy sencilla, y bastará recordarla brevemente: la escarpa terminal de la pendiente
o vertiente del continente hacia el mar es resultado del arranque de una «cuña» de materiales
mediante la acción mecánica de las olas; la plataforma rocosa marca el nivel en el cual se ha
detenido esta acción, por lo menos temporalmente; el desgaste de dicha vertiente se prosigue,
por efecto de las olas armadas de fragmentos de roca que provienen de los derrubios del
propio acantilado. Las olas minan el pie de éste, haciendo que, por encima del socavón así
formado, quede una masa en voladizo que desaparece periódicamente por desmoronamiento al
faltarle la base; las olas crean, además, grutas cuyo techo se hunde, y dentro de las cuales la
fuerza del mar aumenta considerablemente por el cerramiento y la presión. En rocas hete-
rogéneas, las grutas subrayan todas las porciones débiles (capas blandas, líneas de falla...). La
plataforma de abrasión es más regular que la línea de los acantilados, aunque en detalle
presente muchas rugosidades estructurales.
Los acantilados se diferencian por su perfil. Siempre tiene una pendiente muy fuerte y terminan
en una nítida ruptura de pendiente basal que señala el paso a la plataforma rocosa.
Generalmente esta línea presenta una muesca más o menos profunda y continua. También
pueden presentarse una serie de grutas más o menos profundas a lo largo de la línea. Estas
grutas se desarrollan en los puntos más vulnerables, como las diaclasas y fallas que presenta la
roca, o bien en zonas donde las olas inciden con especial virulencia. Las grutas tienen forma de
embudo y pueden desembocar en cámaras circulares cuyo techo puede estar abierto al exterior
por detrás de la línea de costa, muy frecuentes en zonas calizas. Durante las tormentas o las
grandes mareas el agua es inyectada a presión por estas grutas y expulsas con violencia por
estos boquetes, llamados tafonis. En estas grutas se distingue: pistas, acanaladuras, cúpulas y
tafonis, si tienen salida al exterior. La progresiva erosión de estas estructuras produce, de
menor a mayor: boquetes, pozos, puentes naturales, espigones, agujas y conjuntos de islotes.
Los acantilados más verticales y con el escarpe más rígido y definido se desarrollan sobre rocas
sedimentarias o esquistosas coherentes, como las calizas, las areniscas y las pizarras. Si la
capa no ha sido plegada, y por lo tanto está en posición horizontal, muestra un brusco escarpe
en la intersección de los planos horizontal y vertical.
En las rocas sedimentarias deleznables, menos coherentes, la verticalidad es menos acentuada,
hasta reducirse a los 45º (100%), incluso a los 30º en las regiones áridas. Además, los
movimientos en masa y los fenómenos de acarcavamiento producen un perfil irregular. Si se
alternan rocas deleznables y coherentes, dispuestas horizontalmente, aparecen numerosos
resaltes en la línea del acantilado.
 Las rocas cristalinas, como las de los macizos antiguos o las rocas volcánicas, dan lugar a
acantilados muy definidos, pero con un perfil convexo y cubiertos de vegetación. Sin embargo,
la erosión marina sólo afecta a la base de la roca, por lo que en realidad se trata de falsos
acantilados, ya que no son producto de la erosión marina.

Situación inicial: contacto directo del mar con una Situación final: la erosión ha socavado el acantilado,
costa alta. Comienza el proceso de erosión del pie del dejando un estrán pedregoso antepuesto. El mar no
acantilado llega hasta el pie del acantilado y ha aparecido una
playa.
Los acantilados pueden presentar una muralla costera vertical que puede alcanzar los 300 y
hasta los 500 metros de altura, auténticos mega-acantilados como los de Irlanda, Escocia o
Galicia.
Mayores son los mega-acantilados de la costa del norte de nuestro país.

Iquique: Plataforma costera entre el mar y el mega-


acantilado
El mega-acantilado supera los 800 m.
Esta costa acantilada se extiende a lo largo del litoral
norte, desde el cerro Camataga (939m) al sur de Arica,
prácticamente hasta Taltal.
Acantilado costero al sur de Iquique
Se presentan algunas interrupciones por trozos de terrazas,
como en Iquique y la península de Mejillones, o
desembocaduras de cursos de agua, como el río Loa.
Las plataformas de abrasión litoral o rasas costeras2.     Las plataformas de abrasión
litoral, llamadas, también, rasas (o terrazas) costeras, son rampas de anchura variable con una
pendiente muy suave (la misma que la de la playa) labrada por la acción de las olas por
ametrallamiento y la compresión-descompresión sobre el sustrato rocoso del continente.
Normalmente está cubierta por arena, gravas o cantos que es el material abrasivo que usan las
olas para desgastar la roca. En la parte cercana al acantilado puede observarse pero mar
adentro puede tener una terraza de acumulación más o menos potente. El talud terminal de la
terraza marca el límite del dominio litoral. Por supuesto el depósito de clastos no puede ser tan
potente que la fuerza de las olas no sea capaz de movilizarlo por completo.
La terraza se encuentra a los pies de los acantilados, aunque los cabos y las puntas carecen de
ella. Tampoco se forma terraza en las zonas donde la eficacia de la erosión marina es escasa.
En las bahías puede asentarse sobre ella una playa arenosa.
La anchura de estas terrazas es variable. En mares con mareas débiles no tiene más de unos
cinco metros de anchura, y en los de mareas vivas pueden alcanzar varias decenas de metros.
La terraza costera, pues, se forma por la acción de las olas en la zona que estas alcanzan, pero
frecuentemente se presentan terrazas escalonadas, estas son una prueba de las diferentes
alturas que el nivel del mar ha alcanzado en el pasado. En rigor, la terraza es la plataforma de
abrasión heredada. Las plataformas escalonadas se presentan en gradas separadas por
rebordes con escarpes más o menos altos. En ocasiones en estas terrazas han quedado
depósitos de cantos, gravas y hasta arenas, residuos de playas fosilizadas.
En los esteros de mayor pendiente situados por delante de los acantilados aparecen las
plataformas acanaladas. Estas presentan acanaladuras paralelas orientadas según la línea de
máxima pendiente, que se rellenan de arena durante la marea.
En las cavidades de las rocas se forman torbellinos que crean marmitas de erosión turbillonar.
Son oquedades más o menos profundas abiertas hacia el mar a través de un surco por que
entra y sale el agua.

La Portada de Antofagasta
La terraza no es una plataforma lisa y regular, sino que tiene una amplia variedad de
micromodelado que traduce la estructura geológica de la roca: diaclasas, diferentes planos de

2
Se conocen también como “terrazas litorales”.
capas, esquistosidades, líneas de debilidad, etc. Aparecen, así, surcos, crestas, cubetas y
resaltes rocosos que no superan el metro de desnivel.
La consideración del relieve continental inmediatamente adyacente proporciona indicaciones,
preciosas muchas veces, acerca de la importancia del retroceso de la tierra bajo la acción del
mar. En efecto, si el relieve continental está formado de colinas, y se da el caso que la parte
propiamente marina del acantilado esté continuada por una pendiente que desciende hacia el
interior, y no hacia el mar, se puede decir que el mar se ha “comido” por lo menos la mitad de
una colina. En el caso contrario (es decir, cuando hay una pendiente superior dirigida hacia el
mar), la erosión marina no ha llegado todavía a destruir la mitad de la colina; y prolongando
idealmente hacia abajo lo que queda de su pendiente se puede reconstruir lo que el continente
ha perdido; a menos que por una acción previa no se hayan destruido, y descombrado,
totalmente una o varias colinas delanteras; pero, en general, el examen de un sector bastante
largo de la costa efectuado por un observador experto permitirá decidir.

Distintos tipos de costa:


Costas de acumulación
Las costas de acumulación se presentan en regiones llanas. Su característica más importante
es que están en vías de emersión, o de progresión, más o menos rápida. La costa primitiva se
encuentra retranqueada con respecto a la línea de costa actual, incluso varios kilómetros. Su
variedad depende de las formas de acumulación litoral.
Las costas de lidos se caracterizan por la existencia de un largo cordón litoral arenoso paralela
a la línea de costa primitiva. Este cordón, de decenas de kilómetros, está interrumpido por
surcos que permiten la renovación del agua del interior. Algunos brazos del cordón pueden
estar enlazado con la costa. Cuando el cordón se encuentra aislado a varios kilómetros se habla
de costa con islas en barrera. Son propios de mares con muy poca marea y golfos extensos.
Las lagunas interiores son áreas de acumulación que tienden a colmatarse.
En el dominio fluviomarino y pantanosas predominan las costas pantanosas y con marismas.
Son muy bajas y llanas. Se localizan en torno a mares con plataformas continentales poco
profundas capaces de acoger los derrubios finos que aportan los grandes ríos. Cuando en las
zonas pantanosas hay manglares se forma una costa con manglares.
Los deltas forman costas deltaicas. Su configuración se debe más a la acción de los cursos de
agua que a los agentes marinos. Aparecen en mares con poca marea y en la desembocadura
de los grandes ríos siempre que la plataforma continental tenga poca profundidad. Los deltas
coalescentes forman llanuras deltaicas.
Cuando la arena forma dunas de litoral hablamos de costas dunarias. Se caracterizan por
presentar un ancho cordón de dunas que puede extenderse durante decenas de kilómetros y
elevarse decenas de metros. Hacia el interior se presentan diferentes estadios del paso de
dunas vivas a dunas fijas colonizadas por la vegetación. El agua de arroyada puede quedar
atrapada en el interior del cordón dunario formando rosarios de lagos de agua dulce, colgados
ligeramente por encima del nivel del mar. Se localizan en zonas de amplios esteros barridos
por la brisa del mar.
Los arrecifes coralinos también forman costa, costas coralinas.
Todos estos tipos de costa tienen contactos entre sí, de tal manera que existe una zona de
transición en la que se mezclan formas de sendos tipos de costa. Las costas con estuarios
presentan caracteres ligados a la inundación del curso fluvial, aunque sus formas dependan
más de la dinámica de las aguas corrientes. No obstante, también se forman flechas que aíslan
lagunas. En costas con grandes golfos, resultado de la sumersión de las regiones bajas de una
llanura aparecen costas con limans cerrados por flechas de origen fluvial o eólico.
Las formas de acumulación litoral.     Las formas de acumulación litoral son el resultado de
la sedimentación marina y de la actividad de los seres vivos. Se localizan delante de las costas
bajas y presentan gran cantidad de tipos, dependiendo de las modalidades de desarrollo y las
condiciones del medio que las acogen. Los principales tipos son: las playas, con sus diferentes
tipos de playa, las dunas litorales, las áreas pantanosas marítimas y las marismas, las
desembocaduras fluviales: estuarios y deltas del dominio fluviomarino y los arrecifes
coralinos. Cada una forma un tipo de costa..
Las playas
Una playa es una acumulación litoral de sedimentos sueltos con tamaños que van desde el
grano al bloque. Se encuentran en el espacio en el que los sedimentos son movilizados por las
olas. Por lo tanto van desde los puntos más extremos a los que son lanzados los guijarros por
las olas más fuertes hasta las profundidades en las que la agitación es capaz de mover el
fondo. Las playas sólo están formadas por arenas, gravas o bloques movilizables por la acción
de las olas. Las partículas menores de 40 micras son una rareza, ya que la agitación de las
aguas las mantiene en suspensión.
En las playas se distinguen diversos elementos morfológicos, el cordón litoral, el bajo de playa
y la anteplaya.
El cordón litoral es la parte superior del estero. Su parte culminante se llama cresta de playa,
que contiene los fragmentos de mayor calibre, y se sitúa por encima de las pleamares que
tienen lugar con el mar en calma. En su cara externa aparecen gradas de playa, escalonadas,
que se corresponden con sucesivas crestas de playa formadas en diferentes momentos. En su
base pueden existir surcos espaciados regularmente y delimitados por lomas terminadas en
punta, que forman crecientes de playa. Esta estructura puede haberse quedado separada del
relieve litoral, en este caso suele encerrar una marisma o una laguna.
El bajo de playa viene marcado por una atenuación de la pendiente. Está formado por
elementos más finos y se desarrolla desde la parte inferior del estero hasta el límite de las
bajamares. Si es arenoso o limoso aparecen pequeños surcos muy móviles llamados ripple
marks. Las ripple marks son pequeñas ondulaciones que se forman en depósitos de arenas y
limos no consolidados que están sumergidos en un fluido en movimiento. Se forman, pues,
tanto por la acción de las aguas como por el viento, pero sólo las ripple marks formadas por el
agua tienen carácter morfogenético, ya que las que se forman por el viento son muy
inestables. Las marcas están orientadas en paralelo a la dirección del flujo y se encuentran
siempre en la zona inundada. Las ripple marks provocadas por las olas son simétricas entre sí,
mientras que las formadas por corrientes constantes son asimétricas, más tendidas en la
dirección de las corrientes. Los surcos pueden adoptar otras formas, lobuladas, que pueden ser
alunadas si se abren en la dirección de la corriente o linguales si se abren en dirección contra
corriente. Si el flujo se encuentra con un obstáculo las ripple marks dibujan surcos romboidales
alargados llamados losanges.
La anteplaya es la zona que está permanentemente sumergida. En ella aparecen barras y
surcos prelitorales, que se disponen paralelamente en dirección oblicua al trazado de la costa.
Los surcos son acanaladuras transversales que aparecen entre ellos canalizan el agua mar
adentro. Se trata del mecanismo que desaloja de la costa el agua llegada en superficie.
Durante las bajamares las partes superiores de las barras y surcos pueden quedar al
descubierto y estos aparecen inundados por láminas de agua llamadas bacas.
Como hemos visto la mayoría de los materiales de las playas los aportan las aguas corrientes,
pero su organización morfológica depende de la dinámica marina. La continua trituración de los
fragmentos les confiere una facies pulida y brillante. Los fragmentos más angulosos se pierden,
por lo que una de las características de los depósitos marinos es la redondez de las gravas y
cantos. Una de las originalidades de los depósitos marinos es el entrecruzamiento de los lechos
superpuestos, producto de la indefinición de la corriente. Los depósitos marinos presentan un
calibre de todos sus elementos muy similar en cada sector, esta homometría es producto de la
eficacia y constancia de los mecanismos de transporte marinos.
Todos los elementos de la playa se organizan según un perfil transversal más o menos regular.
Su pendiente varía en función de la topografía subyacente pero siempre es muy suave. En las
arenas la pendiente suele ser de unos dos grados, y en las gravas puede llevar hasta los 20º.
El dibujo muestra las partes principales de una playa: 1= Playa; 2 = Estrán; 3 = Cordón Litoral; y detrás del cordón
litoral, Laguna Litoral y Marismas.

La formación de una playa es producto del oleaje y las corrientes de deriva. Son estas las que
transportan los materiales aportados por las corrientes fluviales a lo largo de la costa. En el
primer momento la acción de las olas se ve frenada por la acumulación de depósitos a cierta
distancia de la costa. Se forman así bancos litorales que acaban por emerger. Es entonces
cuando el oleaje ataca el depósito remodelando su configuración y desplazándolo hacia la
costa. La fuerza del swash es mayor que el flujo del retorno, lo que empuja el depósito en
avances sucesivos hasta lograr un perfil de equilibrio en el que el flujo de retorno y el swash se
compensan. Este perfil depende de la fuerza de las olas y el calibre de las partículas, así que es
muy inestable.
Los oleajes normales sólo movilizan arenas, mientras que los oleajes de los temporales
movilizan gravas y cantos, que pueden implicar modificaciones apreciables de las playas. Los
oleajes normales aportan material a la playa, engrosándola y levantándola, mientras que los
fuertes desalojan, mar adentro, arena de la playa. Cuando un oleaje muy fuerte desaloja la
arena de la playa hasta mostrar el sustrato en el que se asienta se observa un pequeño
escarpe que marca el límite entre el continente y la acción de las olas. El equilibrio de las olas
constructoras y destructoras depende del carácter del clima y sus variaciones estacionales.
Algarrobo Zapallar
Tipos de playas
La forma de una playa depende de cómo las corrientes de deriva litoral y el oleaje distribuyen
los sedimentos. A pesar de la variedad podemos distinguir varios tipos de playas agrupados en
dos familias: playas libres y playas bloqueadas, dependiendo de si los sedimentos se
encuentran atrapados por la topografía o no.
Entre las playas libres distinguimos: playas de cola de cometa, que se desarrollan detrás de un
obstáculo, islote o escollo, debido a la reducción de la velocidad de la corriente de deriva tras el
obstáculo y en paralelo al oleaje medio. La cola de la playa puede alcanzar la costa si se
encuentra próxima. El punto de contacto puede colmatarse con lo que se forma una playa de
tómbolo. Las playas de tómbolo unen la costa con un islote. Si el obstáculo es suficientemente
grande se crea una playa de tómbolo en cada lado, dejando en el centro una laguna. En mares
con mareas vivas las playas de tómbolo se ven interrumpidas por pasos. Si la corriente de
deriva es muy fuerte la playa de tómbolo se reduce a una playa de espiga, que se forma por la
destrucción del depósito. Por último, si los aportes sedimentarios son muy abundantes se
forma un cordón litoral por delante de la playa de espiga. Se forman así tómbolos triples.
Las playas bloqueadas se disponen perpendicularmente al oleaje medio. Entre las playas
bloqueadas distinguimos: las playas adosadas a la costa; suelen tener forma de arco y son muy
estables. Se sitúan en ensenadas abiertas entre promontorios. Las playas de ensenada son
continuamente enriquecidas por aportes, ya que no pueden desalojar partículas. En costas
acantiladas de trazado rectilíneo es más difícil a formación de playas. Se forman, no obstante,
playas de tránsito, que se desplazan a lo largo de la corriente de deriva a impulsos
discontinuos. Por el contrario, en las costas bajas sin acantilados las arenas colmatan las
pequeñas irregularidades lo que hace aparecer playas largas y rectilíneas. Estas playas tienden
a conformarse de manera rectilínea aún cuando existan entrantes, bahías. En el contorno de
los entrantes aparecen flechas, depósitos adosados al litoral por uno de sus extremos. En ellos
se acumulan arenas que forman fondos altos. Sobre ellos, las olas de temporal favorecen la
aparición de grandes ondulaciones paralelas a las olas, llamadas barras de antecosta. El oleaje
normal las amontona haciéndolas emerger y formando las flechas. La flecha termina en una
especie de gancho curvado hacia el interior. En la zona interior el gancho existe un punto
muerto móvil llamado fulcrum. Esta movilidad permite la formación de sucesivas flechas
superpuestas.
Las flechas pueden adoptar diversas posiciones con relación a la línea de costa: oblicuas
cuando el oleaje medio es también oblicuo a la línea de costa; flechas de centro de bahía,
dispuestas de espaldas a la línea de costa, y dejan pasos para las corrientes de marea; flechas
de entrada de bahía, que se desarrollan desde uno de los extremos, es la más común, y
tienden a transformarse en flechas de obstrucción, que encierran lagunas. No obstante, las
corrientes entre la bahía y el mar abierto dificultan en cierre completo de la flecha. En los
estuarios es la corriente fluvial la que mantiene abierto el paso. Este tipo de flechas reciben el
nombre de poulier, y el canal abierto el de musoir.
Las barras de antecosta, cuando emergen, forman cordones litorales libres, lidos. Con el tiempo
estas barras alcanzan las puntas salientes de la costa y dejan encerradas lagunas y albuferas.
Estas barras también tienen un dibujo arqueado, debido a que las corrientes son más fuertes
en el centro que en ellos extremos. No obstante, estas barras están rotas por pasos, graus,
que permiten el intercambio del agua entre la laguna y el mar.
Asociadas a las playas arenosas se encuentran dos formas de acumulación de agua: las
lagunas litorales o albuferas, que son el resultado de cursos de agua cuya competencia les
impide romper el cordón litoral; y las marismas, que son áreas inundables en costas muy
bajas, donde se mezclan aguas continentales y agua de mar infiltrada a través del cordón
litoral. En nuestro país casi todos los esteros de la zona central terminan en una laguna litoral;
y se puede encontrar marismas en la costa del golfo de Arauco.
La fuente de alimentación de la arena de las playas se encuentra en los ríos que llegan al mar,
ya que el mar por sí mismo prácticamente no produce arena. Las playas de rodados se
encuentran con mayor frecuencia en las costas rocosas alejadas de desembocaduras de ríos.
Las playas pedregosas se forman, regularmente, por los trozos de roca que el mismo mar
extrae del pie del acantilado que hace las veces de cabecera de la misma playa, ya que el
oleaje ─ayudado por los propios trozos de roca mencionados─ ataca permanentemente la base
de los acantilados, destruyéndolos paulatinamente.

Playa pedregosa. Lago Calafquén


Influencia del clima
A pesar de que estas formas de playa se desarrollan en todas las latitudes también existen
peculiaridades debidas al medio morfoclimático.
Las playas de los dominios de la zona fría se ven favorecidas por la abundancia de materiales
sueltos, aunque de gran tamaño y a pesar de la presencia de hielo en la línea de costa, que
dificulta la formación del depósito.
Las playas de los dominios de la zona tropical húmeda se caracterizan por su longitud y la
finura de sus materiales, aportados por los grandes ríos. Las acumulaciones alcanzan
rápidamente su equilibrio y permiten el desarrollo de grandes flechas y cordones litorales que
encierran un rosario de lagunas, llamadas restingas. En estas playas es frecuente el gres de
playa, una especie de arenisca formada por arena, conchas y gravas más o menos cementados
por calizas. Estos depósitos están ligeramente inclinados hacia el mar, con el mismo ángulo
que el de la playa.
Las playas de los dominios de la zona templada tienen gran cantidad de formas heredadas,
sobre todo de formaciones periglaciares y glaciares. Pero además, las características del oleaje
varía con las estaciones, lo que provoca períodos constructivos y destructivos, y gran movilidad
de los depósitos.

Las dunas litorales


Las dunas litorales se encuentran asociadas a las playas arenosas. El margen costero se ve
sometido a vientos litorales constantes que modelan las arenas y forman costas dunares. Las
dunas se disponen transversalmente a los vientos dominantes. Además, la salinidad y la
porosidad del suelo dificultan la colonización vegetal. No obstante, las plantas halófilas, juncos
y gramíneas, frenan la progresión de las dunas hacia el interior.

Vista general de una anteduna, playa Agua


Amarilla, cerca de los Vilos, 31º 50’S (R. Paskoff) Duna de Concón, vegetación estabilizadora en la
ladera de barlovento (H. Manríquez)
Por encima del límite de las mareas las dunas forman, por coalescencia, un cordón paralelo al
litoral llamado duna marginal. Esta duna, aunque más estable, es muy vulnerable a la acción
de los vientos de temporal que desplaza gran parte de la duna y forma otro cordón dunar aún
más al interior. En este cordón aparecen formas de detalle en el que están implicados la acción
del viento y la presencia de plantas. Los vientos fuertes, desalojan la arena y excavan unos
surcos entre ellas llamados caoudeyers. Estos surcos, dejan entre sí montículos arenosos
colonizados por plantas llamados crocs. Hacia el interior la arena se amontona caóticamente en
montículos llamados pourrieres. Estos pourrieres presentan una fuerte pendiente a sotavento.
Todo este conjunto de dunas en espacios abiertos y sus respectivas depresiones se denomina
lette.
Las dunas litorales tienen una disposición es inversa a la de las barjanas, con la convexidad a
sotavento, el talud de cara al viento y las alas en sentido contrario. La presencia de varias
dunas consecutivas y unidas da lugar una duna de peine. Cuando una duna se ve atacada por
el viento en el estadio inicial de la formación de un pourriere se forma una duna parabólica,
caracterizada por el recorte de las alas al encontrarse con la vegetación. Finalmente se forman
dunas alargadas paralelas a la dirección del viento.
La movilidad de las dunas litorales se pierde hacia el interior, debido a la menor acción del
viento, la escasez de arena y la colonización vegetal, se forman así dunas fijas. En las regiones
áridas su influencia puede sentirse muy lejos de la costa.

Progresión de la urbanización sobre las dunas colgadas de Concón entre 1954 y 1996
Las dunas y el hombre
La ocupación humana en el borde costero se encuentra asumiendo una orientación paralela a la
línea de costa, generando una urbanización continua, favoreciendo las conurbaciones y en
definitiva desnaturalizando espacios de indudable valor natural: el ser humano se encuentra
coexistiendo con las dunas.
Estas unidades naturales están sometidas a una presión constante debido a una insuficiencia
de espacios para localizar actividades, es por ello que se experimenta una competencia de usos
(urbano, portuario, industrial, pesquero, acuícola, agrícola, recreativo), por un suelo cada vez
más escaso en las costas.
Las dunas, vistas como espacios con múltiples y muy variadas interacciones posibilitan
entregar algunas recomendaciones que permitan realizar una gestión sustentable de las costas
y de las dunas como uno de sus elementos característicos.
· La existencia de las dunas es un fenómeno natural y no existen entonces fundamentos para
oponerse a sus movimientos, salvo donde su desplazamiento presente un riesgo para las obras
humanas
· Se deben considerar las características diferenciadas de las costas y no abordarlas como
unidades únicas e indiferenciadas
· Es necesario conocer y comprender el funcionamiento de las unidades naturales con el objeto
de no interrumpir su desarrollo.
· Se deben elaborar cartografías detalladas de unidades fisiográficas costeras que muestren su
sensibilidad ecológica a diferentes usos.
? Es necesario estimular una ocupación transversal a la línea de costa, dejando “ventanas
verdes”, (como por ejemplo los campos de dunas) entre los espacios urbanos.
? Es imprescindible elaborar mapas de riesgos en la costa. (inundación, erosión, aluvión,
deslizamiento)
Como conclusión general, las dunas constituyen espacios de indudable valor ambiental,
geográfico y patrimonial, su protección debiera contar con una política de conservación que
permita incorporar estos y otros elementos particulares para su gestión y manejo territorial.

Concón (33º01’S), origen de las dunas colgadas y deterioro de la cubierta vegetal que las estabiliza por el
paso de vehículos todo terreno (H. Manríquez)

Nota
Para mayor información referente a las dunas chilenas, consultar el texto “Las dunas de las Costas de Chile” (R. Paskoff
y H. Manriquez), publicado por el Instituto Geográfico Militar (2004)
Las áreas pantanosas del litoral y las marismas
 Además de arenas, gravas y cantos, en las aguas marinas también existen limos y arcillas, y
estas partículas más pequeñas también son sedimentadas. Son materiales aportados por los
ríos, la ablación marina y el viento. Esta sedimentación se hace en condiciones especiales,
rincones del litoral al abrigo de la agitación de las olas y aguas someras. Aparecen en las zonas
más altas de las mareas justo en su punto culminante y en el comienzo del descenso de la
marea. Surgen, así, regiones mal drenadas de carácter pantanoso y marismas. La zona
pantanosa del litoral se diferencia de la marisma en que esta tiene una pendiente contraria a la
dirección del mar.
La sedimentación marina de las partículas más finas, menores de dos micras, produce limo, un
fango viscoso, plástico e impermeable. Se compone de arcillas, restos orgánicos, en
proporciones inferiores al 10%, y hierro, en proporciones inferiores al 6%. La materia orgánica
confiere a los limos un color negro o gris, y el hierro un color rojizo. Mezclados con los limos se
encuentran fracciones de partículas más gruesas, menos del 20%. Este es un medio
permanentemente saturado de agua, suelo gley salado, lo que favorece la presencia de gran
cantidad de paltas y animales.
Dependiendo de las condiciones de sedimentación tendremos: limos arenosos (terre de bri),
que pueden tener hasta un 80% de arenas, la tangue contiene hasta un 80% de caliza, y las
marismas tropicales (potopoto) contiene grandes cantidades de materia orgánica. Pero,
además de condiciones de aguas tranquilas, la sedimentación se ve favorecida por la presencia
de vegetación que atrapa las partículas.

Las áreas pantanosas del litoral


La colmatación de las depresiones litorales cerradas crean terrazas cada vez más altas que
favorecen la sedimentación de limos, formando llanuras bajas. Sus características varían
dependiendo de su distancia de la línea de costa. Las que se encuentran al borde del mar
(vasiere) son cubiertas periódicamente por la marea.
En las regiones templadas y frías la frecuencia sumersión por la marea disminuyen en las zonas
más alejadas. Se diferencian, entonces, en el vasiere, dos sectores: el slikke y el schorre.
 El slikke se corresponde con la parte más blanda y sin vegetación del estero. Se encuentra
sumergida durante las mareas altas normales. En los períodos de desecación el fango se
cuartea fragmentándose en polígonos. Se encuentra surcado por pequeños canales sinuosos
que se renuevan en cada bajamar. La ausencia de vegetación se explica tanto por la frecuencia
de la inundación, como por la alta salinidad del medio. La poca vegetación consiste en algas.
Sólo en la zona superior del slikke, donde sólo alcanzan las mareas altas, aparece una
vegetación herbácea de halófilas. En las aguas cálidas este es el dominio del manglar.
El schorre es la parte más alta del pantano, y por lo tanto sus fangos son más estables y están
más poblados por vegetales. Sólo se inunda durante las mareas vivas y los temporales.
Normalmente se reconoce por un pequeño escarpe (inferior a un metro) que le separa del
slikke. Posee canales meandriformes, heredados de cuando función como slikke, por donde
penetra la marea. En la parte superior comienza la formación de suelo, al disminuir la
salinidad, mientras que en la zona afectada excepcionalmente por la marea aparecen los
prados salados.
Las marismas
En este medio, el hombre ha favorecido la formación de suelo construyendo canales, diques y
sembrando plantas halófilas. Se crea, así, el paisaje de marisma, que tiene un
aprovechamiento agropecuario.
Las marismas tienen una pendiente contraria a la dirección del mar, lo que dificulta la
evacuación del agua. En el interior aparece una turbera de musgos y cañaverales llamada
marisma húmeda. Esta marisma se inunda por desbordamiento de los ríos, en las riadas más
grandes se desborda la marisma. La parte externa, más elevada, se deseca rápidamente, tras
la marea.

Marismas en la costa del Golfo de Arauco.

Las marismas están marcadas en el mapa con el signo convencional:


Las marismas presentan diversos niveles de estancamiento, que se corresponden con
diferentes niveles de terrazas. Los antiguos canales de marea subsisten en forma de surcos
meandriformes, un poco elevados. Entre ellos se forman pequeñas lomas (de 0,5 a 2 metros).
En las regiones muy pobladas las marismas
han sido explotadas desde la Antigüedad
por sociedades muy organizadas. Con el
tiempo, la marisma termina por ser
desalinizadas por los aportes de agua dulce
(lluvias y desviaciones de ríos). Estas
tierras son muy feraces. La construcción de
diques frente al mar y paralelos a la línea
de costa protegen la marisma de la invasión
del agua del mar, o del agua de río por
medio de diques fluviales. También se
construyen diques de bocamanga, que
protegen la zona de las crecidas de los ríos
y los canales que la atraviesan. La
construcción de obras de drenaje controlan
el agua excedentaria. Consiste en una red
de zanjas y canales que vierten las aguas al
Marismas. Costa del Golfo de Arauco exterior. Antiguamente el agua se
movilizaba por medio de molinos, hoy en
día se hace con bombas extractoras. La
expresión más acabada de este tipo de
paisaje son los pólders holandeses.
Las desembocaduras fluviales: el dominio fluviomarino
En las desembocaduras fluviales podemos encontrar playas, áreas pantanosas, marismas y
formaciones dunares, pero todas ellas son fruto de la combinación de procesos fluviales y
marinos. Según las condiciones de su evolución podemos distinguir estuarios y deltas.
Mecanismos morfogenéticos
En principio, las desembocaduras fluviales son brazos de mar que inundan la parte más baja de
los valles fluviales. En ocasiones esta sumersión afecta a valles más o menos grandes de
laderas abruptas, se forman, así, las rías, calas (en las regiones cársticas) y fiordos (cuando se
inundan valles glaciares). En valles poco encajados estas diferencias apenas se aprecian.
En las desembocaduras se desarrollan procesos morfogenéticos específicos, caracterizados por
el encuentro entre las aguas dulces, turbulentas y cargadas con sedimentos de los ríos y las
aguas del mar: saladas, limpias y agitadas por el oleaje y las corrientes. La pendiente casi nula
de la desembocadura sólo es capaz de transportar los materiales más finos. Durante los
mascaret y las mareas de salinidad se produce sedimentación en el cauce del río, mientras que
durante las mareas dinámicas se produce sedimentación en la parte baja del estero y arrastra
los materiales sedimentados anteriormente al final del cauce. Los excedentes de la carga sólida
alimentan la sedimentación marina, los más gruesos, arenas, se depositan en deltas
submarinos. En estos depósitos se forman canales que prolongan la corriente fluvial mar
adentro. También sirven para formar barras de antecosta, que tras su emersión pueden formar
flechas y cordones litorales. Estos elementos aíslan zonas donde el agua pierde agitación, y son
ideales para el depósito de los aportes fluviales más finos. De su cara exterior se desprenden
partículas que se sedimentan en los fondos marinos.
Así pues la deposición de sedimentos en la desembocadura depende del volumen de los aportes
fluviales, el caudal del río, el vigor del oleaje y la fuerza de las corrientes de marea. Los ríos
pequeños no tienen suficiente vigor como para sostener estos depósitos. Los estuarios y los
deltas aparecen ante ríos muy poderosos.
Las desembocaduras fluviales: estuarios
Un estuario es una desembocadura fluvial en cuya acumulación sedimentaria se dibujan
intrincados canales cuyo modelado depende de las mareas que empujan hacia arriba el flujo de
agua. Solamente existen en mares con mareas importantes. El estuario, pues, se desarrolla
tras la línea de costa. Existe un canal principal, delimitado por sedimentos laterales que
colmatan los entrantes, aunque pueden estar enmarcados por laderas rocosas (musoirs). Su
modelado es fruto de la corriente de reflujo. Su extensión depende del área cubierta por la
pleamar y de la pendiente del río, de tal manera que en un río con poca pendiente su capacidad
para arrastrar la carga sólida disminuye, y la marea influye en la sedimentación de la misma en
zonas a las que no llega físicamente.
Desembocadura del Bío-Bío Desembocadura del río Valdivia
En los estuarios la sedimentación no es uniforme, ya que durante las crecidas del río llegan
fragmentos notablemente más gruesos. También, durante los temporales, el mar aporta
fragmentos gruesos, que se depositan en la parte baja del estuario. No obstante, la
sedimentación es siempre efectiva lo que termina por levantar el lecho del río.
Existe una zona de máxima turbidez en el encuentro de las aguas marinas y fluviales. En el
punto que alcanza la pleamar y en el momento inicial del descenso de la marea, la competencia
transportadora es mínima. En esta zona se depositan los materiales finos en suspensión. Se
forman, entonces, áreas pantanosas y marismas de estuario. Hacia el interior, y en los sitios
abrigados de la cosa, se van formando lagunas o albuferas de agua dulce, colonizadas por
cañaverales. Una albufera es un lago de aguas someras poco saladas separadas del mar por
una barra o flecha que generalmente aparece en un estuario o al abrigo de un entrante en la
costa. En las regiones tropicales los mangles colonizan el estuario río arriba. Los deltas
submarinos pueden prolongar el estuario un poco por delante de la línea de costa.
El estuario llega a alcanzar un equilibrio entre el flujo del río y la marea, de tal manera que ya
no es posible la sedimentación y todos los aportes nuevos son transportados hacia el mar.
Desembocadura del río Maule
Las desembocaduras fluviales: deltas
 Un delta es un depósito sedimentario construido en la desembocadura de un río por delante de
la línea de costa. Son el resultado de una mayor competencia del flujo de las aguas corrientes
que del mar (o lago) que penetran en él, formando costas deltaicas. Los depósitos son
modelados por la acción del mar. Se encuentran, principalmente, en mares sin mareas, aunque
los hay en todos los mares del mundo, la condición es que los aportes fluviales superen a la
capacidad del mar para desalojarlos.
Las sedimentaciones en los deltas son muy potentes, varios centenares de metros. Los
fragmentos más gruesos se depositan cerca de la desembocadura, mientras que los finos llegan
más lejos. Los depósitos con partículas más gruesas forman las capas de fondo y las capas
frontales, con una pendiente notable en dirección al mar, y terminados en un talud. Son el
basamento sobre el que se construye el delta. Encima de estas se depositan las capas
somitales (las superiores), depositadas por el agua de las crecidas y el viento cuando el brazo
de mar inicial está colmatado. Forman un cono aplanado de arenas y limos, y son la parte
emergida del delta.
Su modelado es complejo. Existen muros naturales, rebordes de ribera por los que se canalizan
los diferentes brazos del río, tanto los vivos como los abandonados, áreas pantanosas y
lagunas. La disminución de la pendiente del río implica el abandono de los fragmentos más
gruesos, con lo que se va elevando el lecho menor. Se forman así los muros naturales. El río se
desborda con más facilidad, y durante las crecidas en el lecho mayor, muy amplio, se depositan
los fragmentos finos. Estos muros pueden ser destruidos durante las grandes crecidas,
generando una red de brazos de río, unos vivos y otros abandonados. La sedimentación es
diferente en distintos zonas, por lo que se crean, así, sectores de lagunas de agua dulce, áreas
pantanosas y de marismas y zonas colmatadas emergidas.
La intervención del mar en el modelado se limita al margen exterior del delta. Consiste
únicamente en la redistribución local de los depósitos. Con esta redistribución se forman
crestas prelitorales, cordones y flechas que encierran lagunas saladas en las que se depositan
los materiales finos. Así pues hay sectores en los que predomina el transporte de material y
sectores en los que lo que predomina es la acumulación. Pero, además, dependiendo de las
crecidas fluviales estos sectores son cambiantes. El resultado es una llanura compartimentada
muy feraz y explotada para la producción agropecuaria. En ellos se construyen canales, se
desecan zonas, se levantan muros artificiales, y se acelera la deposición de sedimentos. No
obstante, en los países ricos, la construcción de pantanos a lo largo de todo el curso fluvial
disminuye la carga sólida que transporta el curso de agua, lo que redunda en una menor
capacidad de sedimentación. Incluso en algunos deltas, como el del Ebro, la capacidad de
desalojo del mar es superior a la capacidad de deposición del río, con lo que se está
desmantelando el delta.
Los deltas se diferencian por su forma. Todos los deltas tienen forma de abanico, y presentan
la forma convexa al mar. No obstante, en esa forma general hay particularidades y
distinguimos: deltas digitalizados, con forma de huella de palmípedo, cada canal del río se
adentra en el mar formando un pequeño subdelta, el canal principal crea un subdelta más
grande y largo. Cuando sólo hay un brazo que se adentra en el mar se forma un delta en
cúspide, con una forma triangular muy característica. Son típicos de ríos con grandes aportes y
aguas poco agitadas. En los mares con oleaje algo más fuerte se forman deltas lobulados,
parecidos a los digitalizados pero con cada extremo más corto y redondeado debido al empuje
de los depósitos hacia la costa. Cuando la marea es activa se forman deltas de medias lunas,
que presenta secciones cóncavas entre las bocas de cada canal. Cuando lo que predomina es la
corriente de deriva aparecen deltas redondeados. Cuando las mareas y las corrientes son muy
vivas sólo se desarrolla un delta atrofiado, que no es más que un ligero saliente de la línea de
costa.
Para terminar hay que mencionar la influencia del medio morfoclimático en la formación de los
deltas. No hay que olvidar que son construcciones fluviales que depositan los materiales de la
erosión continental. Los deltas de los dominios de la zona fría son muy grandes, debido a la
gran cantidad de fragmentos aportados por los ríos, sobre todo durante el deshielo. Son
fragmentos relativamente grandes, que incluyen grandes bloques de hielo. El crecimiento
desmesurado del delta puede llegar a que se fusionen deltas de ríos próximos, formando
llanuras deltaicas.
 Los deltas de los dominios de la zona tropical húmeda también pueden alcanzar grandes
dimensiones, pero están formados por materiales muy finos, con lo que las zonas emergidas
apenas destacan del conjunto. El manglar coloniza las formaciones deltaicas. Durante las
grandes avenidas estos deltas se inundan por completo, lo que supone una catástrofe para la
población asentada en ellos.
Los deltas de los dominios de la zona xérica, normalmente en la boca de los ríos alóctonos, la
abundancia de arena forma dunas que elevan notablemente los muros aluviales. Las
depresiones entre ellas están ocupadas por lagunas, e incluso sebjas.
Los arrecifes coralinos
En el mar también encontramos formaciones sedimentarias en cuya génesis intervienen de
manera decisiva los seres vivos. Son construcciones coherentes debidas a la fijación de
diversos minerales (carbonatos) que se encuentran disueltos en el agua de mar y los seres
vivos lo utilizan para su crecimiento. Estos organismos deben estar sumergidos parte del día.
Se forman, así, los arrecifes. Un arrecife es una barrera de rocas situada en el mar y en zonas
de mareas que durante la marea alta permanece sumergido y durante la marea baja aparece
parcialmente emergida. Cualquier tipo de roca, independientemente de su génesis, forma un
arrecife, pero aquí nos interesaremos por los arrecifes creados por los seres vivos, los corales.
En el Mediterráneo las algas que fijan calizas construyen, bajo la zona de ruptura de las olas,
trottoirs, o andenes, que tienen una anchura que oscila entre unos decímetros y dos metros.
 Un arrecife coralino es una construcción biológica formada por los esqueletos calcáreos de
madréporas agrupadas en colonias de pólipos y algas a lo largo de las costas tropicales de
aguas cálidas y poco profundas, y los materiales procedentes de la cementación y
fragmentación de los esqueletos antiguos. Las partes vivas forman una biocenosis compleja en
la que encontramos vegetales y animales. Los pólipos son animales que viven fijos en el fondo
de las aguas por uno de sus extremos, y tiene en el otro, la boca, rodeada de tentáculos. Las
algas tienen especial importancia puesto que dan cohesión al armazón de las madréporas.
 La temperatura del agua es decisiva, no debe bajar de los 18 ºC y la oscilación térmica no
debe ser mayor de 3 ºC; la temperatura ideal está entre los 20 y los 30 ºC. Estas condiciones
se encuentran en las zonas occidentales de los océanos tropicales. La salinidad debe ser
superior al 27 ‰, por lo que no se encuentran frente a las desembocaduras de los grandes
ríos. Además, la agitación de las aguas es necesaria para asegurar la renovación de los
nutrientes. En condiciones óptimas pueden crecer un centímetro al año.
En un arrecife coralino distinguimos: el frente, orientado hacia el mar y con una pendiente
superior a 45º. Puede tener varios centenares de metros. En su culminación se desarrolla una
cresta de litotamnion, formada por litotamniados, unas algas rojas que viven en la zona de
ruptura de las olas y la marea. Esta cresta es un elemento de protección ante las olas. En ella
existen profundas entalladuras y túneles que permiten la comunicación entre el agua del mar y
la del interior de arrecife. En la parte interna hay una cresta arrecifal (o platier) de varios
centenares de metros compuesto por corales muertos y grandes bloques arrancados durante
los temporales. Estos bloques son atacados en la base por proceso químicos, adoptando un
aspecto de rocas en forma de seta. Fuera de la cresta arrecifal, a sotavento, se forman islas
arenosas coronadas por dunas (cayos), que son colonizados por cocoteros y manglares. En los
sectores descubiertos durante la bajamar se observan las formas típicas de los esteros calizos.
En el dorso del arrecife se acumula la arena y tiene una pendiente más reducida. Aquí la
agitación de las aguas es menor.
Tipos de arrecifes
La organización de los arrecifes coralinos depende del sustrato, la dirección de las olas, las
corrientes y los vientos (que generan las olas). Los edificios totalmente sumergidos forman
plataformas coralinas o platures. A sotavento se acumulan cayos arenosos muy inestables. Los
arrecifes bien formados siempre tienen una parte emergida.
Adosados a las costas del continente e islas aparecen los arrecifes marginales. Tienen un
carácter discontinuo, rotos por las desembocaduras de los ríos. En la parte exterior se
desarrollan playas de arena coralina. Entre el arrecife y el continente se forma un surco
estrecho de aguas poco profundas llamado canal de embarque. Cuando estos arrecifes tienen
continuidad durante varios kilómetros se habla de barreras de arrecifes. Un rosario de islas
bajas y alargadas revelan su posición. Cuando las barreas de arrecifes rodean una isla forman
un anillo entorno a ella. Las barreras de arrecifes encierran un lagón, que puede ser muy ancho
(hasta 50 kilómetros) y relativamente profundo (40 ó 50 metros). En su dorso se depositan
arenas y limos que tienden a colmatar el lagón. Si las aguas son limpias se forman nuevas
colonias de corales de crecimiento vertical que forman pináculos.
Los arrecifes coralinos más característicos son los atolones. Se caracterizan por su forma de
anillo que encierra un lagón de diámetro variable (desde unos centenares de metros a 60
kilómetros). Su profundidad también varía entre unos metros y unos centenares de metros, ya
que tiende a rellenarse por depósitos de arenas y limos. Por el lagón se dispersan pequeñas
islas bajas similares a los pináculos. Entre ellas existen amplios surcos que permiten la
renovación del agua. Los collares de atolones reciben el nombre de faros. Son resultado de la
existencia de oleaje en las dos caras del arrecife, bien por que es tan grande que en el lagón
hay un oleaje potente o bien porque los vientos soplan en direcciones diferentes en distintas
épocas del año (monzones), en cuyo caso se alinean en barreras de arrecifes.
Génesis de los arrecifes coralinos.     Además de las condiciones ecológicas antes
descritas, para la formación de arrecifes coralinos es necesario que exista un soporte rocoso
no muy profundo, para que en él se fijen las especies vegetales y animales. En los arrecifes
marginales ese sustrato es el propio continente, pero en los atolones de mar abierto hay que
suponer la existencia de un fondo alto, bien de origen continental, pero sumergido, bien por la
existencia de un volcán sumergido. Sin embargo existen atolones y arrecifes pelágicos, cuya
base está muy por debajo del límite considerado viable para la vida de los corales. Este
fenómeno tiene dos explicaciones complementarias el ascenso del nivel eustático del mar
durante el cuaternario y la subsidencia del conjunto bajo el peso de las nuevas construcciones
coralinas.
Geomorfología Submarina.

Planeta Tierra - Planeta Océano


Así como la voz Geografía fue adscrita a la descripción de las tierras emergidas, la voz
Oceanografía, formada por las raíces griegas okeanos, océano, y grafo, describir, fue aplicada a
la descripción de los océanos y mantuvo plena vigencia durante la etapa colombina, puesto que
los periplos de Colón, Vasco de Gama, etc., permitieron la cabal exploración y descripción de la
distribución de los océanos y las formas de sus bordes litorales.
Pero hacia finales del s. XVIII el capitán James Cook inició el estudio científico de los océanos al
realizar determinaciones de la temperatura superficial del agua; estas observaciones de
superficie fueron proseguidas por Kotzebue, Fitzroy, etc., hasta mediados del s. XIX, en que
fue abordada la exploración científica de las profundidades y del contenido oceánicos.
De este modo, los meros afanes exploratorios se vieron definitivamente evolucionados en una
nueva y sugestiva ciencia, cuya autenticidad es subrayada al estar presidida por la
investigación de las relaciones causa-efecto en una amplísima y compleja gama de fenómenos,
importantes desde el punto de vista utilitario. En consecuencia, parece llegado el momento de
reflexionar en el sentido de que, anacrónica o desfasada respecto a estas directrices actuales,
aquella segunda raíz etimológica debe ser reemplazada por la, asimismo griega, logos, tratado,
conduciéndonos a la voz Oceanología que, mucho más lógica, debería sustituir definitivamente
a la de Oceanografía, todavía utilizada por inercia.
Definición, contenido y ciencias asociadas. La Oceanología abarca todos los aspectos relativos
al océano, a su contenido y a sus nexos con los medios limítrofes: atmósfera, litoral y sustrato;
en suma, en la ciencia que intenta explicar los procesos oceánicos y sus relaciones con las
fases sólida y gaseosa de la Tierra y con el Universo. Diversificada en numerosas ramas (Física
oceanográfica, Biología marina, Química oceanográfica, Geomorfología submarina,
Sedimentología, Geología submarina, etcétera), entraña un dilatado dominio científico,
obviamente apoyado sobre gran número de ciencias auxiliares: la Astronomía y la Mecánica
explican las fuerzas externas e internas de la dinámica oceánica; la Meteorología ayuda a
establecer el recíproco influjo entre océano y atmósfera; la Biología identificando su contenido
biótico y su ecología; la Química analizando la composición del agua y los sedimentos marinos;
la Física interpretando la dinámica oceánica; la Geología interpretando la Geomorfología,
submarina, la identidad y distribución de los sedimentos y fondos rocosos, el origen de las
propias cuencas oceánicas y su evolución en el decurso de la historia terrestre, etcétera; la
Geofísica aportando los únicos medios para investigar el sustrato oceánico; etc. Equipos de
trabajo. La naturaleza del medio operacional y la enorme diversidad de investigaciones
implicadas exigen atención preferente hacia los equipos personales e instrumentales. Se
precisan científicos competentes y capaces de soportar la dureza de la vida y el trabajo a bordo
de barcos que deben adecuarse para un preliminar análisis de datos y muestras, así como para
el archivo de éstas, cuyo estudio definitivo se realiza en los laboratorios de tierra firme.
El buque oceanográfico debe disponer de un laboratorio electrónico dotado de amplificadores y
registradores de datos (obtenidos por los ecosondadores, batitermógrafos, magnetómetros,
sismómetros, gravímetros, etc.), así como de calculadoras, microscopios, etc., para el
preliminar examen de datos y muestras. Otro laboratorio húmedo permite el examen de las
muestras biológicas y el análisis químico del agua (fosfatos y oxígeno libre). Las observaciones,
ya sean puntuales o en perfiles continuos, precisan conocer en cada momento la exacta
situación del buque, que es obtenida mediante la navegación astronómica y las equipos
electrónicos (radar, shoran o loran) que, como el de radiocomunicación, suelen instalarse en el
puente de mando.
Entre el equipo instrumental deben figurar rastrillos, redes y mangas que, por arrastre,
permitan las capturas biológicas en diversas profundidades. Los ecosondadores y
batitermógrafos suministran registros continuos de la profundidad y temperatura, mientras que
los hidrofotómetros y bioluminógrafos miden la cantidad total de luz que, respectivamente,
existe y emiten los seres marinos. Los termosondadores miden el flujo térmico emanado del
fondo marino del que es posible obtener muestras mediante cucharas, dragas y tubos de
sondeo. Cámaras especiales, tomavistas y cámaras de televisión permiten fotografiar el fondo
marino y observar directamente los seres vivos; los batiscafos (en cuyo interior descienden los
investigadores) seleccionan muchos aspectos de la observación. En fin, la infrayacente corteza
terrestre es estudiada mediante equipos sísmicos, geomagnéticos y gravimétricos
especialmente diseñados para el medio oceánico.
Problemas oceanológicos. En el dominio de la Física destacan los intercambios energéticos con
la atmósfera, muchos desplazamientos acuáticos (mareas de fondo, olas y ondas internas,
circulación profunda, etc.) abordables con las nuevas técnicas experimentales que permiten
una mayor precisión en la determinación de los parámetros termodinámicos el contenido
gaseoso, la salinidad y expansión termohalina, la conductividad eléctrica, densidad, velocidad
acústica, índices de refracción, distribución de radioelementos, etc.
En el dominio de la Geología descuella el problema implicado por el mecanismo de la dispersión
sedimentaria y la propia naturaleza del sustrato oceánico que alberga la clave sobre el origen y
la evolución de las cuencas oceánicas, etc.; también debe dilucidar (con la Biología) los
procesos microbiológicos capaces de transmitir energía química a los sedimentos en los que se
advierte una difusión y adsorción de elementos químicos en virtud de procesos que es preciso
determinar en conexión con la Química; gracias a los isótopos, en conexión con la Física ha
logrado resolver algunos problemas paleoclimáticos (evolución térmica oceánica durante el
Cuaternario, etc.) y lograr técnicas que, rutinariamente, permiten la datación precisa de los
sedimentos cuya edad no rebase del medio millón de años, aunque actualmente se intenta
alargar hasta cinco millones mediante el berilio 10.
En el dominio de la Biología, subsisten los clásicos problemas de identificación y sistematización
de nuevas especies marinas, el estudio de su hábitat, relaciones ecológicas, etc.
Aplicaciones prácticas. Además de facilitar las comunicaciones, el océano es un enérgico
destructor mecánico, químico y biológico, así como el recipiente en que se confinan y
regeneran naturalmente los desechos continentales. El 71% de la energía solar (fuente de la
energía vital) que alcanza a la Tierra es recibida por los océanos que, en consecuencia,
constituyen un inmenso almacén energético cuyos aspectos mecánico (oleaje, mareas, etc.),
calorífico (diferencias térmicas oceánicas), nuclear (agua pesada y deuterio, del que es fuente
inagotable), etc., son susceptibles de explotación.
Los recursos minerales del océano (magnesio, bromo, petróleo, manganeso, etc.), al igual que
el agua desalinizada, ya han comenzado a explotarse industrialmente. Inmenso almacén de
recursos nutritivos, precisa la investigación del incremento y racionalización de las pesquerías Y
en fin, su propia fenomenología superficial y profunda entraña preciosas aplicaciones en las
comunicaciones, en la guerra, etc.
     
Los océanos no están repartidos de forma equilibrada sobre
la Tierra, el tamaño y la ubicación de los mismos varían, al
menos en espacios de tiempo largo. La corteza terrestre
está compuesta de terrones en continuo movimiento y del
desplazamiento de los continentes se forman los océanos,
mientras otros desaparecen o en parte con sus suelos se
hunden bajo estos pliegues o capas continentales.
Actualmente más de dos tercios de la superficie terrestre
está cubierta de agua, y un 97% de todas las aguas que hay
sobre la Tierra, son agua de mar. Todos los mares están
conectados unos a otros, y conforman finalmente como
nexo común el océano.
En el hemisferio norte del globo, con la extensión del suelo
de los continentes de América del Norte, Europa y Asia,
asciende el componente de tierra un 39%, y el componente
de mar con 155 millones de kilometros cuadrados, por
consiguiente el 61%. En el hemisferio sur, por el contrario,
sólo están situados los conos sur de los continentes
sudamericano y africano, así como los pequeños continentes
Indico y Antártico, que juntos cubren solamente una
superficie de tierra del 19%. En cambio 207 millones de
kilómetros cuadrados o el 81% del área están cubiertas por
agua.
Los continentes y sus correspondientes islas dividen al
océano en: Atlántico, Pacífico e Indico,y a través del círculo
de agua antártico se encuentran enlazados libremente unos
a otros. Las zonas polares son independientes pero no se
diferencian, el mar del Polo Norte se le suma al Atlántico. El
continente y las cadenas de islas estrangulan en mayor o
menor medida las zonas de mares aisladas,
transformándolas así en mares secundarios. Los mares
intermedios como el Mediterráneo, el Caribe o el mar del
Polo Norte están rodeados por la Tierra en su mayor La cubierta de agua sobre la
extensión. Tierra al norte “del hemisferio de
tierra”
Si bien el desarrollo de la costa oceánica es medible
cartográficamente resulta insuficiente el conocimiento del
suelo submarino. A partir de 1995 la marina estadounidense
hizo público los valores de gravitación de la Tierra, de los
cuales los oceoanógrafos pudieron suministrar un atlas del
suelo submarino con extraordinaria precisión. Muestra la
topografía con una exactitud de 6 km.

 
 
 De polo a polo
De la distribución de las zonas marítimas del polo norte al
polo sur, se hace evidente qué partes de las regiones de la
Tierra se sitúan en cálido, frío, húmedo o seco. Se puede
distinguir la posición cercana al Ecuador y meridional del
océano Indico y la inmensidad del océano Pacífico en la
región tropical y subtropical (hasta unos 45° a ambos lados
del Ecuador), mientras que el Atlántico con casi la misma
latitud une las zona polares de la Tierra.
El 40% de la superficie de la Tierra se encuentra situada en
zonas climáticas tropicales, entre el Trópico de Cáncer y el
Trópico de Capricornio (23° 27’ de latitud septentrional y
meridional). Aquí donde la intensidad de los rayos solares
producen una mayor evaporación de los mares, los océanos
influyen fuertemente sobre el calor y la economía hídrica de
la Tierra.
Existen grandes diferencias entre los océanos respecto a la
superficie total oceánica y del tamaño de las cuencas
hidrográficas de los continentes. Por lo general, el Atlántico
está fuertemente rodeado por regiones llanas, en las cuales
desaguan las grandes corrientes, como por ejemplo: el
Amazonas, el Missisippi, el Congo, el Níger, el Nilo. El
océano Indico está rodeado sólo en parte por pequeñas
masas de tierra ubicadas en áreas secas. Son dignos de
mención los afluentes Zambese o Ganges.
El océano Pacífico en cambio está prácticamente limitado
por altas cadenas montañosas. Al este del gigantesco
océano hay sólo ríos del tamaño medio, como el Colombia o
Colorado, y al oeste, al menos, el Amir y Yang-Tsé, mientras
que del continente australiano no desembocan grandes
cantidades de agua.
 
El fondo marino de las profundidades
Si pudiéramos contemplar el fondo marino sin
agua, no veríamos solamente abismos. Más
bien podríamos contemplar un imponente
paisaje, donde abunda la diversidad de formas
como en tierra, con montañas y valles,
altiplanos y llanuras abisales, extensas cadenas
montañosas. Sin embargo, por encima del
mismo hay una media de 3.650 metros de
agua y, a partir de una profundidad de unos
500 metros, reina la más absoluta oscuridad.
Además, con una temperatura relativamente
constante de 1 a 3 °C, no es precisamente
cálido según criterios humanos y la presión
hidrostática del agua aumenta una atmósfera
por cada 10 metros de profundidad. ¡Eso
supone 1.100 atmósferas a once kilómetros de
profundidad!
Casi un 80 % del fondo marino está por debajo de los 1.000 metros, por lo que la presión
hidrostática normal para sus habitantes es unas cien veces superior a la presión atmosférica a
la que estamos habituados. La variación de la presión al aumentar la profundidad en los
océanos es un factor que no pueden evitar los organismos vivos y, en consecuencia, tienen que
adaptarse al mismo. Evidentemente, estas condiciones adversas no impiden el despliegue de
una diversa vida animal, pues incluso en los fondos de las simas más profundas encontramos
seres vivos.
Si durante mucho tiempo se creyó que las profundidades marinas constituían un hábitat
uniforme y escasamente poblado, sobre todo por la falta de nutrientes, esta imagen ha
cambiado a lo largo de las últimas décadas. Con el descubrimiento y la exploración de
comunidades bióticas desconocidas en las chimeneas hidrotermales o la sorprendente
biodiversidad en las montañas submarinas, se confirmó progresivamente la impresión de una
considerable variabilidad espaciotemporal de este ecosistema casi inaccesible.
Las transiciones entre las distintas zonas son fluidas: las zonas eulitoral y sublitoral están
marcadas por las mareas y la situación del borde de la plataforma continental, la zona batial
incluye el talud continental, la zona abisal engloba el pie del talud continental, las llanuras
abisales y las dorsales oceánicas. La zona hadal comprende las fosas por debajo de los 6.000
metros.
 
Corrientes en la profundidad

Como gigantescas cintas transportadoras, las grandes corrientes marítimas atraviesan los
océanos por diferentes pisos. Además la llamada circulación termohalina hace avanzar las
corrientes profundas: las aguas saladas y frías son más pesadas que las cálidas, y se hunden
en la profundidad. De la succión dejada por la corriente hundida lentamente fluyen a
continuación masas de agua cálida, que se enfrían y siguen la misma dirección.
La bomba más grande de éste tipo trabaja en el norte del Atlántico. La corriente del Golfo
mueve quinientas veces más agua que el Amazonas. La corriente del Golfo forma parte del
sistema de corrientes universales. Es calentada por el sol caribeño, luego fluye hacia el norte a
lo largo de las costas americanas hasta las aguas polares. Los vientos árticos entre Groenlandia
y Noruega, enfrían las masas de agua, de alta salinidad, provenientes de los trópicos, hasta
casi su punto álgido.
Por el alto contenido en sal, el agua se vuelve tan pesada que se hunde en la profundidad; en
invierno se hunden aproximadamente 17 millones de metros cúbicos por segundo, y así es que
la corriente lleva 20 veces más agua que los ríos en la Tierra. Las aguas frías comienzan su
recorrido por el globo al cabo de dos hasta tres kilómetros de profundidad: hacia el sur a través
de la cuenca occidental del Atlántico, hasta la corriente del círculo polar antártico, y desde allí
hasta los océanos Indico y Pacífico. En las áreas de flotación, aproximadamente por delante de
la costa peruana o californiana sale nuevamente el agua de mar sumergida después de cientos
de años.
Por un lado mientras los vientos remueven, empujan rápidamente y por todas partes el agua
de la superficie del Océano, por otro lado la corriente del Golfo alcanza hasta 9km/hora, en
cambio las aguas profundas, se mueven sólo muy lentamente, como máximo hasta
0,36km/hora. Sólo un ciclo de agua de mar a lo largo de las cintas transportadoras globales
tarda también aproximadamente 1000 años.

 
Geomorfología Submarina.

EL FONDO OCEÁNICO
LA EXPRESIÓN popular ¡Tan cerca y tan lejos! refleja muy bien la situación del fondo marino
con respecto a los exploradores, pues aunque se encuentra a sólo unos 3.7 km, en promedio,
de la superficie terrestre [en este caso bajo el nivel del mar (BNM)], y ¿qué es una expedición
de menos de 4 km para un explorador?, las enormes presiones hacen que la exploración del
fondo marino sea una empresa muy ardua. Sin embargo, los océanos ocupan 71% de la
superficie terrestre, y para saber lo que pasa en ésta no basta con conocer menos de una
tercera parte suya.
La batimetría, esto es, el mapeo de la profundidad del fondo oceánico o la topografía
submarina, comenzó muy temprano en la historia de la navegación. Al principio se llevaba a
cabo mediante sondas que eran simplemente pesos atados a la punta de un cable, que se
bajaban hasta el fondo (si alcanzaba el cable) y a veces se untaban con gterraza para recoger
muestras del suelo submarino.
Durante la segunda Guerra Mundial se desarrolló un equipo, llamado sonar, para hacer
sondeos acústicos; el sonar emite un sonido y calcula la distancia al fondo marino a partir del
tiempo que tarda el sonido en reflejarse en el fondo y volver a la superficie. Versiones
modernas muy sofisticadas de este método se usan en la actualidad para obtener una imagen
detallada de la batimetría.
Otro método de explorar el fondo oceánico era mediante el dragado, que consiste en arrastrar
una combinación de rastrillo con red que permite obtener muestras de rocas y seres vivos. Hoy
día hay vehículos robots o tripulados que permiten recolectar muestras e imágenes de zonas
muy profundas del fondo oceánico.
Otras medidas modernas de propiedades del fondo oceánico se refieren a su gravedad y
magnetismo, y barcos equipados con equipos de perforación (parecidos a los usados para la
exploración en la búsqueda de petróleo) han obtenido un buen número de muestras de la
estructura del fondo marino en muchos puntos de la Tierra.
Los estudios batimétricos indicaron la existencia de cuatro rasgos importantes del fondo marino
1) Grandes áreas relativamente planas que cubren la mayor parte del fondo a profundidades de
2 a 6 km, llamadas planicies abisales.
2) Profundas depresiones alargadas, llamadas trincheras oceánicas, que alcanzan grandes
profundidades.
3) Enormes cadenas montañosas muy extensas, llamadas cordilleras oceánicas.
4) Grandes zonas de fractura que separan secciones de las cadenas montañosas.
Estos rasgos y otras propiedades del fondo oceánico son algunos de los datos que apoyan con
más firmeza la teoría de la tectónica de placas, y que eran inexplicables hasta el surgimiento
de ésta. A continuación veremos con más detalle algunos aspectos de estas características del
fondo oceánico.
Antes de estudiar el relieve marino debemos situarnos en el medio. Para ello definiremos
primero brevemente las diferentes zonas o regiones oceánicas, sus correspondientes límites, y
algunos accidentes geográficos significativos.
Plataforma continental: En la configuración de los
fondos marinos, a una profundidad media de
aproximadamente unos 200 a 300 metros, se
distingue la llamada plataforma continental, extendida
en torno a la tierra firme con una mayor o menor
anchura, y con un relieve muy accidentado de valles y
alturas que se relaciona con el entorno físico de las
tierras emergidas en que se sitúa. Sobre esta
plataforma se van acumulando o sedimentando los
materiales erosionados que son arrancados de las
superficies continentales.

El 7,5% aproximadamente de los fondos La plataforma finaliza en un talud (el talud


oceánicos están ocupados por la continental) de fuerte desnivel, y a partir del
plataforma continental; ésta se extiende cual se inicia la región pelágica, que constituye
por los bordes de los continentes con un la más extensa de los océanos.
desnivel muy suave de apenas un
grado, desde el litoral hasta el llamado
talud continental (véase más abajo el
apartado sobre el talud continental) que
cambia de nivel bruscamente.
La anchura de las plataformas es muy
variable; suele ser inversamente
proporcional al nivel de las cadenas
montañosas con las que limita; así, las
hay que superan los 500 km., como la
correspondiente al litoral de Argentina;
de anchuras medias como las del
Atlántico Norte, costa Europea y Pacífico
Oeste; o que apenas existen, como en
las costas chilenas en el Pacífico
oriental, donde las grandes cordilleras
discurren paralelas o de forma
contiguas al océano. Ocasionalmente se
distinguen accidentes submarinos entre
la plataforma y el talud continental,
tales como cañones o valles excavados
en V, e incluso canales submarinos
correspondientes a los cauces de Plataforma submarina de las islas Falkland o Malvinas
antiguos ríos actualmente sumergidos.

Región nerítica: Comprende la zona de la plataforma continental, es decir, se sitúa desde el


borde del talud continental hasta el litoral, pero sin contacto con ésta última. Alcanza unos 200
metros de profundidad de media.
Talud continental: Es la superficie que separa la plataforma continental de la zona abisal. Se
sitúa entre los 200 metros y los 2.000 metros de media. El límite de la plataforma continental
con la zona abisal se llama talud continental, consistente en una inclinación del terreno muy
abrupta o ruptura brusca de la pendiente del fondo, y que da paso a profundidades del orden
de los 1.000 a 2.000 metros. La anchura del talud es variable, pero se estima una media de
unos 45 km.; su superficie constituye alrededor del 9% de los fondos oceánicos.
Ocasionalmente, muestran accidentes geográficos en forma de paredes escarpadas, canales o
cañones submarinos, o gargantas oceánica. A través del talud continental se suceden
movimientos de sedimentos marinos procedentes de la erosión continental, y que se depositan
finalmente en la llanura abisal, la cual constituye la superficie de las profundidades marinas
llamada región abisal.

Región pelágica: En sentido estricto, es la región del mar abierto a partir de la plataforma
continental. Incluye el talud continental y las regiones nerítica, batial y abisal. En esta zona se
alcanzan las mayores profundidades.
Región batial: Comprende la zona del talud continental. Se sitúa entre los 200 y 2.000 metros
de profundidad aproximadamente.
Región abisal: Comprende las zonas marinas más profundas. Se extienden más allá del talud
continental, aproximadamente desde los 2.000 metros en adelante. La región abisal es la zona
del fondo marino más extensa del planeta; representa aproximadamente el 80% de las
superficies oceánicas, es decir, más de la mitad de toda la extensión de la Tierra. Está
comprendida entre los 2.000 y 6.000 metros de profundidad aproximadamente, pero en esta
zona se encuentran también las mayores depresiones, algunas llegan incluso a los 11 km. de
profundidad (véase el apartado sobre las fosas submarinas). En la región abisal, concretamente
en su zona más llana o llanura abisal, se manifiestan procesos de sedimentación constante por
efecto de la precipitación química de las sales disueltas, la descomposición de la materia
orgánica, y las materias procedentes de la erosión continental que se deslizan a través del
talud continental.
En lo que respecta a la producción biológica, la falta de luz solar impide la existencia de
vegetación; la fauna está adaptada a grandes presiones y manifiestan características biológicas
especiales, tales como ojos telescópicos o luminosos, e incluso degeneración total de esos
órganos (muchos son ciegos) por extrema adaptación a la oscuridad.

Llanura abisal: Es la superficie llana del fondo oceánico que se extiende por la región abisal.
La superficie llana o más o menos ondulada de la región abisal es la llanura abisal. Su desnivel
es inferior a 1º, pero su anchura puede alcanzar varios cientos de kilómetros.
A pesar de su regularidad orográfica, presenta ocasionalmente accidentes submarinos
salpicados por toda la superficie; entre ellos se distinguen cordilleras, mesetas, pequeñas islas
de origen volcánico, pitones (agujas aisladas producidas por erupciones volcánicas), y guyots
(similares a los pitones pero con las cúspides aplanadas).
Dorsales oceánicas: Son cordilleras o cadenas
montañosas submarinas, habitualmente situadas en
el centro de los océanos y con actividad volcánica.
Las dorsales oceánicas son cordilleras sumergidas,
habitualmente con actividad volcánica, que
constituyen los límites de las placas litosféricas
(también ocupan áreas continentales). En éstas
dorsales se manifiestan fuerzas expansionistas de la
corteza terrestre, y que al asomar a la superficie
dan lugar a la formación de archipiélagos de origen
volcánico; a lo largo de la historia geológica se han
ido modificando y reposicionando estos límites. En
las áreas existentes entre las dorsales y la
plataforma continental se desarrollan las cubetas
sedimentarias submarinas, consistentes en unas
llanuras muy amplias y profundas con numerosos
accidentes.

La comprensión de las dorsales oceánicas son fundamentales para el conocimiento de la


evolución de las cuencas oceánicas, y es una referencia obligada en el estudio de la tectónica
de placas. Las dorsales se asocian con la actividad volcánica, sísmica y las grietas
hidrotermales que emiten fluidos ricos en sustancias químicas procedentes del interior de la
corteza terrestre.
En las dorsales oceánicas se crea corteza oceánica. Al manifestarse la erupción volcánica, la
corteza más antigua se separa hacia los bordes de la dorsal, mientras la lava fundida asciende
hasta la superficie enfriándose y solidificándose. Esta actividad volcánica y magmática implica
el movimiento de la dorsal oceánica; en el Atlántico se manifiesta el movimiento mas suave,
con unos 2 cm. al año de media.
En el Pacífico oriental se suceden los desplazamientos más rápidos, con unos 14 cm. de media
anual; en ella la corteza regresa al manto terrestre (queda subducida) al cabalgar una placa
sobre la otra (se superponen). Cuando se produce la subdución se forman grandes fosas
submarinas (véase el apartado sobre fosas submarinas). La fosa más profunda conocida es la
de las Marianas, situada al Este de las Filipinas, con alrededor de unos 11 km. de profundidad.
Las mayores cadenas montañosas terrestres se incluyen en los sistemas de dorsales oceánicas.
La cadena de Nansen, por ejemplo, se extiende por el océano Ártico desde la placa continental
siberiana hasta Islandia; desde aquí continúa a través del Atlántico central hacia el Sur,
bordeando el cabo de Buena Esperanza hasta adentrarse en el Océano Índico. Después se
divide en dos ramas entre la India y Madagascar; la primera hacia el golfo de Adén, donde se
vuelve a dividir, una hacia el mar Rojo y la otra convertida en cordillera se adentra en el Rift
Valley, o gran falla africana. La otra rama se dirige al Sur de Australia y Nueva Zelanda,
alcanzando el golfo de California tras cruzar todo el océano Pacífico.
Fosas oceánicas: Son grandes abismos o depresiones de los fondos marinos (de la región
abisal), generalmente con más de 6.000 metros de profundidad. L as fosas oceánicas o
submarinas son grandes abismos o depresiones de los fondos marinos (los superiores a los
6.000 metros de profundidad). Son físicamente estrechos y largos, ubicados en los bordes
continentales y próximos a los archipiélagos. Las fosas oceánicas suponen menos del 2% de las
profundidades oceánicas, pero son fisiográficamente muy notables, y al contrario de lo que
cabría esperar se encuentran paradójicamente cerca de los continentes. La mayor parte de
ellas se localizan en el borde occidental del océano Pacífico, pero también en el Índico y el
Atlántico Norte.
La fosa más profunda, con unos 11.000 metros aproximadamente, y por tanto el punto más
profundo de la Tierra, es la fosa Challenguer, también llamada de las Marianas, por encontrarse
en las proximidades de esas islas. Le siguen las de Tonga, con unos 10.800 metros; y Filipinas
y Kuriles, con unos 10.500 metros; todas ellas situadas en el Pacífico. Por su parte, las fosas
más largas son las de Perú-Chile, con unos 5.900 km. de largo; Java, con unos 4.500 km.; y
Aleutianas, con unos 3.700 km.

Las fosas oceánicas, al igual que las dorsales oceánicas, tienen especial interés para
comprender como funciona la tectónica de placas. Mientras que unas se asocian con una
plataforma continental, otras lo son con un arco de islas. Las dorsales se forman cuando se
separan dos placas litosféricas, mientras que las fosas surgen cuando dos placas colisionan y se
produce la subducción, es decir, una de las placas se introduce por debajo de la otra que
cabalga. Si una placa oceánica colisiona con otra placa continental, la oceánica se subduce por
debajo de la continental por efecto de la mayor densidad de aquélla, formándose una fosa en el
mar y una cadena de montañas volcánicas en tierra. Este fundamento se puede ver
materializado por ejemplo en la costa chilena, donde una subducción que se produjo hace unos
80 millones de años formó en tierra la cordillera de los Andes, a la vez que en el mar, y a lo
largo de toda la cordillera, se formó la fosa conocida como Peruana-Chilena, cuya profundidad
se estima en los 7.635 metros. Otras zonas de Indonesia y Japón se pueden observar ejemplos
similares.

Fosa de las Marianas


La fosa de las Marianas, también llamada fosa
Challenguer en honor al HMS Challenguer II que
realizó los sondajes en 1948, está considerada
como la mayor depresión oceánica del planeta.
Se sitúa en el Pacífico occidental, y se extiende
en forma de arco junto a la dorsal de las
Marianas a lo largo de unos 2.550 km., con una
anchura aproximada de 70 km. Su profundidad
es de unos 11.034 metros, sondada a unos 338
km. al Suroeste de la isla de Guam, en el
extremo Suroccidental.
Como todas las fosas de este tipo, se formó por
subducción de una placa oceánica bajo otra
(véase más arriba el párrafo sobre los arcos de
islas). La dorsal de las Marianas divide a su
cuenca en dos sectores, uno occidental y otro
oriental. Al Este de la fosa se sitúan las islas del
mismo nombre.
Fosa de las Tonga
La fosa de las Tonga, en la Polinesia, es
el segundo punto más profundo del
planeta (después de la fosa de las
Marianas), la depresión supera los 10
kilómetros de profundidad. Comienza
próximo a las Islas Samoa y se extiende
hacia el Sur hasta unirse a la fosa de las
Kermadec, que continúa hasta Nueva
Zelanda. La fosa de las Tonga es muy
estrecha y escarpada, y hacia ella
discurre en el Suroeste el fondo marino
de las islas Samoa. Al Oeste se sitúan
algunos montes submarinos, muy
escarpados, y una cordillera de la que
emergen algunas islas volcánicas activas.
La placa del Pacífico en su parte Este
está activa y en pleno proceso de
subducción; la fosa es un borde activo en
el cual la placa del Pacífico se está
sumergiendo hacia el Oeste bajo la placa
indo-australiana. Toda la zona es objeto
de actividad volcánica y numerosos
terremotos submarinos.
Fosa de Tonga, en el Pacífico Occidental

Fosa de las Kuriles


La fosa de las Kuriles es una de las
depresiones más hondas del planeta, con
unos 10.542 metros de profundidad
máxima. Se sitúa en el Pacífico
Noroccidental, al Este de las islas Kuriles,
la isla japonesa de Hokkaido y la
península rusa de Kamchatka. S extiende
a lo largo de unos 2.900 km. en dirección
Norte-Sur en forma de arco. Su
formación y el arco de islas asociadas, ha
tenido lugar por la subducción de la placa
del Pacífico bajo la placa Euroasiática.
Esta depresión enlaza con la parte
meridional de la fosa de las Filipinas, y
finalmente con la fosa de las Marianas, a
través de una cadena submarina que
comienza en el extremo Sudoriental del
mar de Bering.
Fosa de las Filipinas
La fosa de las Filipinas, también llamada
fosa de Mindanao, se sitúa en el Pacífico
occidental, concretamente en el mar de
Filipinas, bordeando la costa Este de la isla
de Mindanao, y las islas de Samar y otras
más pequeñas que se localizan en sus
inmediaciones. Se trata de una de las
mayores depresiones oceánicas del
planeta, con una profundidad máxima de
10.540 metros. Se formó por colisión de
dos placas oceánicas y subducción de una
de ellas bajo la otra.

Fosa de Puerto Rico


La fosa de Puerto Rico es, junto con la de las Sandwich del Sur, una de las más profundas de
las situadas en el océano Atlántico, con unos 9.212 metros y una longitud superior a los 1.500
km.
Se ubica al Norte de la isla de Puerto Rico, en el Atlántico occidental; limita con las placas
tectónicas de Norteamérica, Sudamérica y Caribe.
La fosa de Puerto Rico se formó por subducción de una placa oceánica bajo otra, dando lugar a
un archipiélago del tipo de arco (semicircular, profunda y estrecha).
En apariencia completa el arco de las grandes Antillas y es continuación de la fosa de Barliett,
de 7.680 metros de profundidad, que se encuentra situada al Sur de la isla de Cuba.
Fosa de las Sandwich del Sur
La fosa de las Sandwich del Sur
es, junto con la fosa de Puerto
Rico, una de las más hondas del
océano Atlántico, con 8.325
metros de profundidad. Tiene
forma de semicírculo, y a lo largo
de ella existen una serie de islas
despobladas, aunque alguna de
ellas es visitada regularmente
por personal científico, ya que se
encuentra en una zona periférica
antártica de interés para la
investigación. Algunas de estas
islas son las Georgias del Sur, y
las que dan nombre a la fosa, las
Sandwich del Sur.

La fosa de las Sandwich del Sur es un punto geológicamente activo. En esta zona hay una
placa muy pequeña, la de Scotia, que se subduce bajo la placa de América del Sur. Como se
sabe, la colisión de dos placas oceánicas produce generalmente la subducción de una de ellas,
es decir, una se sumerge bajo la otra dando lugar a una formación litosférica. En este caso la
actividad sísmica submarina es frecuente, por efecto del movimiento o rozamiento continuo de
las placas entre sí.

Fosa Peruano-Chilena
La fosa Peruano-Chilena se sitúa en el sector
Sudoriental del océano Pacífico, discurriendo
paralela a las costas de Chile y Perú,
concretamente frente a los departamentos
peruanos de Lima, Lambayeque, La Libertad,
Ancash, Ica, Arequipa, Moquegua y Tacna; y
los chilenos de Atacama, Antofagasta,
Tarapacá, Coquimbo y Valparaíso.
La fosa disminuye en profundidad conforme
discurre de Norte a Sur; la zona más profunda
es la llamada fosa de Atacama, frente a la
región chilena de Atacama, con una
profundidad máxima de 8.065 metros y una
fisiografía muy pronunciada en forma de V,
debido a la escasez de sedimentación. Otra
zona de gran profundidad es la que se
encuentra frente al departamento de Lima, con
unos 6.262 metros. Frente a las costas de
Coquimbo y Valparaíso la fosa disminuye
notablemente su profundidad.
Esta fosa se formó por acción de la subducción
de la placa de Nazca bajo el Subcontinente
sudamericano, que provocó el hundimiento del
suelo oceánico y posterior acumulación
sedimentaria procedente de los materiales Fosa de Atacama, frente a la costa de Chile
listosféricos.
Fosa de las Caimán
La fosa de las Caimán, también conocida como hoya de Bartlett, en reconocimiento al marino
del mismo nombre que la descubrió en 1880, está situada en el mar Caribe o de las Antillas,
entre Guatemala, Honduras, Sureste de la isla de Cuba, y Belice. Tiene una profundidad
máxima de 7.535 metros, y se extiende a lo largo de unos 2.000 km., con una anchura de
unos 200 km.
En la depresión de la fosa de las Caimán se ubican las tres pequeñas islas británicas de
ultramar del mismo nombre, caracterizadas por ser bajas, llanas y coralinas.

Fosa de las Aleutianas


La fosa de las Aleutianas se sitúa en las inmediaciones del archipiélago del mismo nombre, en
el océano Pacífico septentrional. Presenta una profundidad máxima de 7.223 metros, y se
extiende en dirección Este-Oeste a lo largo de unos 3.700 km., siguiendo el arco de islas
volcánicas de las Aleutianas. Su formación se debió a la subducción de la placa del Pacífico bajo
el archipiélago.
La cuenca del mar de Bering, que se sitúa al Norte de la fosa y del arco insular de las
Aleutianas, constituye también una gran depresión oceánica, con una profundidad superior a
los 3.000 metros. Mide unos 1.800 km. entre Norte y Sur, y unos 1.000 km. entre Este y
Oeste. Al Oeste limita con la península rusa de Kamchatka.
Fosa de Java
La fosa de Java se sitúa al Sur del archipiélago de Sonda (Java, Sumatra y otras pequeñas islas
pertenecientes a Indonesia), en el océano Índico oriental. Alcanza la mayor profundidad del
Índico, con una máxima de 7.125 metros. Se extiende en dirección Noroeste-Sureste a lo largo
de 4.500 km.
La fosa de Java también se conoce como fosa doble de Sonda, debido a que al Sur de la isla de
Sumatra se divide en dos ramales paralelos y separados por una dorsal oceánica. Todo el
conjunto constituye uno de los bordes geológicos más activos del mundo.
La placa del océano Índico está subducida bajo las islas de Indonesia, provocando frecuentes
terremotos. De hecho, en este punto se concentran el mayor número de volcanes activos,
ubicados en el arco de las islas de Java, Sumatra, Bali y Lombok. Los restos del Krakatoa, por
ejemplo, que se encuentran situados en lo que queda de la isla del mismo nombre, produjeron
en 1883 la mayor erupción volcánica de la historia, explosionando con tal virulencia que causó
numerosas víctimas y destruyó la mitad de la isla; hoy en día sólo mide 15 km2.

Por su parte, los arcos de islas se producen cuando chocan dos placas oceánicas. Una de ellas
queda subducida bajo la otra y se funde con el manto, dando lugar por un lado a una fosa y
por otro a un arco de islas volcánicas. Un ejemplo de arcos de islas asociadas a la colisión de
dos placas oceánicas son las Marianas, en las que se formó igualmente la gran fosa conocida
con el mismo nombre. Arcos de islas con génesis similar son por ejemplo las Aleutianas, Tonga-
Kermadec y Sandwich del Sur.
En las fosas oceánicas el agua es fría, normalmente no superior a 2º C. Aunque la presión le
aporta ligeros incrementos conforme aumenta la profundidad. A pesar de la escasez de
oxígeno, en las fosas existe producción biológica y constituye un hábitat para algunas especies
marinas, tales como determinados crustáceos y  moluscos, así como anémonas, poliquetos y
holoturias.
El estudio de las fosas submarinas resulta técnicamente difícil, debido a las considerables
presiones, ausencia total de luz e inmensas profundidades. El físico suizo Auguste Piccard
(1884-1962), explorador de la estratosfera mediante globos aerostáticos, diseñó y construyó
en 1947 el primer batiscafo tripulado para la exploración submarina, consiguiendo realizar
varios descensos, uno de ellos en 1954 a 4.000 metros de profundidad.
En 1953 construyo su segundo batiscafo, el Trieste, mediante el cual su hijo Jacques Piccard
consiguió el 23 de enero de 1960 situar el record del mundo en 10.916 metros de profundidad.
Piccard, dirigiendo el Trieste y acompañado del teniente de la Marina Norteamericana Donald
Walsh, logro esta hazaña en la gran fosa de las Marianas, la más profunda del planeta, cerca
de de la isla de Guam (véase abajo el apartado sobre la fosa de las Marianas). A esa
profundidad el batiscafo tuvo que soportar una presión 1.000 veces superior a la atmosférica.

Figura 18.
1.TRINCHERAS
Las trincheras oceánicas son depresiones del fondo marino, angostas y alargadas, usualmente
en forma de arco, donde se encuentran las mayores profundidades de la superficie terrestre. La
figura 19 muestra la localización de las principales trincheras oceánicas; podemos ver que gran
parte de ellas se encuentra en las orillas del Océano Pacífico. Las trincheras más profundas son
la de Filipinas (11.52 km) y la de Marianas (11.03 km) que miden unos 1 200 y 2 000 km de
largo, respectivamente. La trinchera más larga es la de las Aleutianas, que mide 3 300 km de
largo y alcanza los 7.68 km de profundidad.

Figura 19.
Gran parte de las trincheras se encuentra en la frontera entre océano y continente, mientras
que otras se encuentran a lo largo de arcos de islas, los cuales son cadenas de islas de
composición volcánica, como por ejemplo las Islas Marianas y Tonga. Tanto en estas islas como
en los continentes, la mayor parte de la actividad volcánica se encuentra distribuida en
cinturones paralelos a las trincheras, que son montañosos en los continentes; por esta razón, a
veces se utiliza la expresión arco de montañas para referirse a la región de la trinchera en los
continentes.
Si se compara la distribución de estas trincheras con la de la sismicidad global mostrada en la
figura 8, puede verse que la mayor parte de los grandes terremotos profundos ocurren muy
cerca de las trincheras, del lado del continente o del arco de islas, según sea el caso. Estos
terremotos, otros menos profundos y la mayor parte de los sismos pequeños que ocurren en
estas regiones tienen mecanismos que son primordialmente reversos o normales.
2. CORDILLERAS OCEÁNICAS
La figura 20 muestra la posición de las principales cordilleras oceánicas (indicadas por pares de
líneas paralelas), y su representación en el fondo marino se puede ver en la figura 8. Las
cordilleras oceánicas son cadenas (algunas de ellas larguísimas, de miles de kilómetros) de
montañas (algunas de ellas muy altas, tanto como el Everest) alargadas, casi todas submarinas
(algunas de ellas asoman a la superficie del mar como islas), en cuya parte central existen
rupturas, también alargadas, de donde brotan erupciones de cojín de lava basáltica que forma
volcanes, y chorros de agua muy caliente (unos 350° C) con cantidad de minerales disueltos. A
los lados de la ruptura existen otros volcanes y chorros de agua, pero la actividad eruptiva, la
temperatura del agua y la concentración de minerales en ella, disminuyen rápidamente
conforme aumenta la distancia a la ruptura central, y cesan a unos cuantos kilómetros de ella.

Figura 20.
El término lavas basálticas de cojín merece una breve explicación. Cuando la erupción ocurre
bajo el agua, ésta enfría la superficie de la lava tan rápido que se le forma una costra de roca
sólida en la superficie, por debajo de la cual la lava permanece líquida y, como los basaltos son
poco viscosos, continúa fluyendo, de manera que forma una especie de tubos o cojines (de allí
su nombre) de roca interconectados.
Las rupturas de las cordilleras oceánicas se encuentran usualmente a unos 2.5 a 2.8 km de
profundidad, donde no llega ya la luz del Sol (penetra hasta menos de 1 600 m) y la vida a
estas profundidades es, en otras regiones de los océanos, muy escasa. Sin embargo, alrededor
de las rupturas de las cordilleras submarinas se encuentran colonias de plantas y animales que
aprovechan el calor y los minerales del agua para vivir. Algunos de estos seres, esponjas
silíceas en forma de champignon, largos "gusanos" en forma de tubo, algunos con capuchones
de colores, etc., no se encuentran en otros lugares y algunas de tales especies recién
descubiertas han recibido nombres como Riftias y Ridgeias, de las palabras inglesas rift y ridge,
que significan ruptura y dorsal (o cresta), respectivamente.
Las cordilleras oceánicas más grandes son:
1) La cordillera Mesoatlántica (CMA) que divide al Océano Atlántico aproximadamente a la
mitad, remedando la forma de las costas de Sudamérica oriental y África occidental. La cresta
de la CMA es muy escarpada, como se puede ver en la figura 21c que muestra un perfil
batimétrico a través de la cordillera, por lo que se le llama a menudo dorsal Mesoatlántica. En
la línea central de la cresta, la CMA presenta un valle central o valle de ruptura, en cuyo centro
se encuentran las rupturas volcánicas mencionadas arriba. En la figura 21b se muestra con
detalle del valle central de la cordillera Mesoamericana.
2) La cordillera del Pacífico Oriental (CPO) que abarca desde cerca de Manzanillo, en la costa de
Colima, hasta los 33° de latitud Sur, se diferencia de la CMA en que, aunque alcanza grandes
alturas sobre el fondo marino, su topografía es mucho más suave (Figura 21a), tanto así que a
menudo es llamada elevación del Pacífico Oriental. No presenta valle de ruptura en la cresta.

Figura 21.
3) Cordillera de Carlsberg (CCA) que divide el Océano Índico desde el Mar Arábigo hasta los
20° de latitud Sur (latitud del Madagascar central).
4) Cordillera Antártica. Esta cordillera rodea casi completamente a la Antártida (en el mapa de
la figura 20 su tamaño está muy exagerado a causa de la proyección) y conecta con las tres
cordilleras antes mencionadas. Su nombre es distinto para diferentes secciones: Antártico-
Pacífico, de Chile, Antártico-Americana, Antártico-Africana y del Océano Índico Medio.
Fue B. Heezen quien, en 1960, sugirió el papel de las cordilleras oceánicas como lugares de
creación de corteza. Basado en esta suposición, H. Hess pudo explicar el proceso de creación
de los montes submarinos conocidos como guyots (véase el apartado VII.4).
3. ZONAS DE FRACTURA
Si nos fijamos en las cordilleras oceánicas mostradas en la figura 18, vemos que cada
segmento está separado de los adyacentes por fracturas que se continúan hacia ambos lados.
El fondo marino presenta diferentes profundidades y diferentes edades de cada lado de cada
una de estas fracturas, a veces rectas, a veces curvas como segmentos de arco.
En algunos lugares se pueden ver grupos de fracturas tan cercanas que es imposible distinguir
entre ellas, se les llama zonas de fractura, algunas de ellas serán mencionadas más adelante y
unas cuantas están indicadas en la figura 20 con las letras ZF.
El tamaño de los sismos ocurridos en las zonas de fractura es mayor mientras menor sea la
velocidad de movimiento relativo entre las placas y mientras más larga sea la parte activa
(véase el apartado V.5) de la zona. Los mayores sismos ocurren cerca del centro de la parte
activa, lo que indica que las altas temperaturas de la corteza que se encuentran cerca de las
crestas de las cordilleras oceánicas no favorecen la ocurrencia de sismos.
4. LOS SEDIMENTOS EN EL FONDO DEL MAR Y SU EDAD
En primer lugar veremos algunos principios básicos de la sedimentación en los océanos, y a
continuación las observaciones que causaron los problemas mencionados en el capítulo I.
Las principales causas de sedimentación en los océanos son: productos de erosión de los
continentes arrastrados por ríos o acarreados por el viento, cenizas de explosiones volcánicas,
también acarreadas y distribuidas por el viento, y deshechos orgánicos formados por
fragmentos de conchas, esqueletos y otras partes duras de especies animales y vegetales, la
gran mayoría de los cuales habitan aguas menos profundas de 400 m.
Los productos gruesos de erosión continental son naturalmente más numerosos en las regiones
costeras, donde pueden depositarse de 50 a 500 m de sedimentos cada millón de años. Cerca
de un volcán activo, en la dirección de los vientos dominantes, pueden depositarse unos 10
m/Ma de cenizas.
Por otro lado, las partículas más finas de erosión y vulcanismo continentales pueden ser
acarreadas muy lejos sobre los océanos por el viento, después de lo cual pueden permanecer
largo tiempo en suspensión en el agua antes de ser depositadas, por lo que pueden alcanzar
una distribución bastante uniforme en las cuencas oceánicas. Estas partículas se depositan
produciendo arcillas abisales (a profundidades de 2 000 a 6 000 m) a razón de 1-20 m/Ma.
La producción de desechos orgánicos es mayor donde hay más concentración de vida marina,
principalmente de los seres microscópicos que forman el plancton, los cuales no se encuentran
distribuidos de manera uniforme por todos los océanos. Sus concentraciones son mayores en
zonas donde existen corrientes ricas en sustancias nutritivas, que se encuentran cerca de las
costas occidentales de los continentes, a lo largo del ecuador y, cosa curiosa, en el Ártico y en
el Antártico.
No todos los desechos orgánicos llegan a depositarse, pues gran cantidad se disuelve antes.
Los que están compuestos por carbonatos normalmente se disuelven por completo antes de los
3 700 m (profundidad de compensación de carbonatos), los de sílice alcanzan profundidades un
poco mayores. Esto quiere decir que no debemos esperar encontrar sedimentos orgánicos
donde la profundidad del fondo oceánico es mucho mayor que la de compensación. En regiones
someras se deposita un promedio de 10 m/Ma de sedimentos orgánicos.
En regiones donde hay gran densidad de población marina y, por tanto, gran densidad de
desechos orgánicos, el agua somera puede saturarse y la profundidad de compensación puede
aumentar. En estas regiones, como la ecuatorial, la sedimentación orgánica es mucho más
rápida, del orden de 15 m/Ma, y puede alcanzar profundidades de 5 000 m.
Un rápido cálculo nos indica que, tan sólo del Cámbrico (590 Ma A.P., cuando aparecen
animales con concha y esqueleto) a la fecha, se debían haber depositado unos 5 900 m (en
algunos hasta 8 850 m) de sedimentos orgánicos en lugares someros. Por otro lado, la fecha
de comienzo de la sedimentación está indicada por la edad de las rocas sedimentarias más
antiguas que se conocen, que tienen unos 3 400 Ma de edad. Desde entonces a la fecha se
debían haber depositado de 3 400 a 68 000 m de arcillas abisales en las cuencas marinas; de
170 000 a 1 700 000 m de sedimentos de origen continental cerca de las costas (en algunas de
ellas un poco más debido a depósitos volcánicos). Estas cantidades son claramente absurdas,
aun considerando sólo los mínimos y corrigiéndolos por compactación de los sedimentos.
En la realidad el espesor de los sedimentos es de unos 1 500 m en las cuencas oceánicas y
esencialmente nulo en las crestas submarinas. Además, bajo las arcillas abisales se encuentra
una capa de material orgánico, y en algunos lugares se encuentran debajo de ella otra capa de
arcilla y otra de material orgánico.
La observación que permitió explicar estas contradicciones (sin tener que recurrir a las
propuestas de que en el pasado los procesos de erosión y sedimentación eran distintos a los
actuales) es que la edad de los sedimentos orgánicos y del propio fondo marino aumenta
conforme más lejos se hallan de las cordilleras oceánicas.
Si se aceptaba la teoría de la expansión del fondo oceánico, era posible explicar la ausencia de
sedimentos en las crestas (recién producidas), el aumento progresivo de sedimentos orgánicos
que forman la capa orgánica próxima al fondo hasta alcanzar la profundidad de compensación,
y luego el depósito de la capa superior de sedimentos abisales conforme el fondo se hace más
profundo al alejarse de la cordillera.
Si, tras depositarse la capa abisal, el fondo oceánico pasa por una zona, como el ecuador,
donde la profundidad de compensación es grande, se puede depositar otra capa orgánica que
es a su vez cubierta por otra capa abisal al dejar atrás la zona de sedimentación orgánica. Esto
explica la existencia de las otras dos capas, pero se requería de la teoría de la deriva
continental para explicar por qué se encuentran en lugares alejados de las zonas en que
pueden producirse.
Estas observaciones apoyaban las teorías mencionadas, pero quedaba aún el problema de
dónde estaban los sedimentos antiguos y el fondo oceánico antiguo sobre el cual se deberían
haber depositado
5. BANDAS DE MAGNETIZACIÓN DEL FONDO MARINO
Durante los últimos años de la década de 1950 y los primeros de la de 1960, se encontró en el
campo magnético del fondo oceánico "bandas" de distinta polaridad alineadas con las
cordilleras oceánicas y distribuidas simétricamente a ambos lados de éstas. La figura 22
muestra un fragmento del patrón de bandas magnéticas obtenidas sobre la cresta de
Reykjanes (al sur de Islandia), sobre ellas se indica la edad del fondo oceánico correspondiente
a algunas de las bandas.
Figura 22
Por las mismas fechas se llevaban a cabo estudios de magnetismo remanente en rocas de la
superficie y se había planteado la posibilidad de que el campo magnético terrestre invirtiera de
vez en cuando su polaridad. Los cambios de polaridad observados para el fondo oceánico
coincidieron perfectamente con los observados en rocas de tierra firme.
F. Vine y D. Matthews, combinaron la teoría de Hess acerca de la creación de corteza en las
cordilleras submarinas con las investigaciones acerca de las edades de las bandas magnéticas y
propusieron el siguiente mecanismo para la creación de dichas bandas.
Cuando el material del manto llega a la superficie en la angosta zona de ruptura de un centro
de extensión se encuentra fundido, es decir, por encima de la temperatura de Curie. Al
enfriarse, pasa por la temperatura de Curie, y obtiene magnetización termorremanente en la
dirección del campo magnético terrestre existente en ese momento. Funciona en forma análoga
(aunque el mecanismo de grabación es distinto) a una grabadora donde cada tramo de la cinta
magnética graba el campo existente en el momento que pasó cerca de la cabeza de grabación
(la fuente del campo). Este proceso se ilustra en la figura 23 que muestra además los nombres
que han sido asignados a las diferentes épocas de una polaridad determinada, dentro de las
cuales ocurren eventos que son intervalos pequeños de polaridad inversa a la de la época.

Figura 23.
El descubrimiento de las bandas magnéticas en el océano es importantísimo, pues significa que
cada pedazo de fondo oceánico lleva escrita su historia. Basta con identificar la banda
magnética para saber cuándo fue formado y qué orientación tenía entonces con respecto al
polo magnético; además, el ancho de la banda indica qué tan rápida era entonces la extensión
en el centro donde fue creado.

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