Con la creatividad en el desarrollo personal ocurre algo similar a lo que ocurre con la inteligencia. Es una cualidad que se manifiesta en unos de forma diferente que en otros, una cualidad que, además, se puede potenciar. Sin embargo, desde bien pequeños nos etiquetan como más o menos creativos (o nada en absoluto) en función de nuestras manifestaciones ‘artísticas’ en disciplinas como la pintura o el dibujo, la redacción, la música y la danza, u otras capacidades. A medida que nos hacemos mayores, otras cualidades (como el estilo a la hora de vestir o de decorar nuestro entorno, la capacidad de diseñar o de tener ideas innovadoras) también van siendo consideradas a la hora de etiquetar y diferenciar a los creativos de los que no lo son. No cabe duda que la creatividad es un rasgo importante del ser humano, uno de los más importantes, de hecho. Es más, la creatividad es un rasgo que poseemos todas las personas, siendo uno de los rasgos principales que nos hacen exitosos como individuos y como especie. Es increíble lo fácil que resulta lograr que las personas que piensan que no tienen ninguna creatividad hagan un trabajo muy innovador e imaginativo utilizando las técnicas adecuadas.