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La insurrección de diferentes luchas sociales en el mundo, refleja una facción que revela
un carácter defensivo sobre los reveses desarrollados por la mundialización del capital,
marcada por dicotomías en diferentes capas de la sociedad, al mismo tiempo que inaugura
la convergencia anti-sistémica de los movimientos sociales. La naturaleza de la estructura
capitalista, en su devenir, ha transitado por diferentes etapas de acumulación, pasando
desde un capitalismo mercantil y su carácter genocida en los albores de la sociedad pre-
industrial en América y África particularmente, a un capitalismo industrial con un perfil
monopolista en la instauración de la dominación económica, para posteriormente alcanzar
un nivel financiero, imbricado sobre la base de la política de la privatización y liberación
exacerbada, que está orientada a proponer condiciones políticas y sociales en el marco de
una economía subordinada por el imperialismo.
La discusión del presente principio al interior del colectivo Trabajo Social Crítico
Colombia partira de asumir los movimientos sociales como “la conducta colectiva
organizada de un actor de clase que lucha contra su adversario de clase por la dirección
social de la historicidad en una colectividad concreta" TOURAINE en Múnera ( 1993;
P.60)
Entendidos de esta manera los movimientos sociales desde la perspectiva de Alain Touraine
acogen tres principios de orientación, el primero de ellos corresponde a la identidad,
entendida como la definición del actor por el mismo. La definición consciente de los
actores de clase en relación a los antagonismos que producen las condiciones socio-
históricas de organización y movilización. El segundo de ellos hace referencia a la
oposición, haciéndose alusión en este a la caracterización del adversario-actor antagonista-
y su papel histórico en el proyecto de sociedad hegemónico; y el tercer principio es
comprendido como la elevación de las reivindicaciones particulares al sistema de acción
histórico, la transición de la acción inmediata espontanea hacia la acción colectiva
organizada como agentes de la producción y transformación de la sociedad.
Las relaciones sociales entre clases están determinadas por la construcción histórica de las
mismas. En este sentido, la apuesta político-profesional de Trabajo Social Crítico implica
un primer acercamiento a la comprensión de los movimientos sociales en la historia
nacional, como contexto objetivo en el cual se materializan las luchas de clase pues como
plantearía Marx en el manifiesto del partido Comunista “La historia de todas las
sociedades hasta nuestros días es la historia de la lucha de clases”. Marx (1973; P. 111)
Los acontecimientos históricos devenidos desde Mayo de 1919 con la Creación del Partido
Socialista Colombiano y en Agosto de 1919 con la realización del Primer Congreso del
Partido Socialista se empiezan a dilucidar las estrategias de respuesta Estatal-institucional
ante fuerzas sociales crecientes en masa. Plataformas organizativas y políticas cada vez con
más altos niveles de reivindicación de las causas históricas de sus luchas. De manera
consecuente la respuesta del Estado es con la boca de los fusiles y con sabotajes en
ocasiones infructuosos y otras veces bastante perjudiciales para la organización de la clase
obrera y su carácter a veces subordinado o por otrora ingenuo; como fue el caso de la
Unión de Trabajadores de Colombia que en 1946 encarnaba lógicas de negociación
apolíticas y a-economicistas con ordenes radicales de exclusión de los comunistas o de
sindicalistas de afiliación o militancia internacional. Panorama que ya empezaba a
evidenciar el carácter intervencionista norteamericano en nuestra nación, unas veces de
manera vedada otras veces de manera mas frontal y combativa como es el caso de las
acciones perpetradas por la United Fruit company en contra del creciente movimiento
organizativo, campesino y proletario proveniente del Úraba Antioqueño. Mediante la
masacre de las bananeras que tendría lugar en 1928, método de violencia represiva del
capital nacional y supranacional contra acciones colectivas de los movimientos sociales. En
referencia a este hecho concreto es conveniente citar a Elsa Blair, cuando plantea que las
masacres son: “Una violencia colectiva contra gentes sin defensa, que no pueden ni huir ni
oponer resistencia o, como una acción excesiva donde la violencia disfruta de una libertad
absoluta pues ella no tiene ninguna oposición a vencer” (Sofsky, en Blair).1
1
Blair, Elsa. Mucha sangre y poco análisis sentido: la masacre por un antropológico de la violencia. Antioquia, 2004, p. 168.
Extraído desde: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=55703508
social, sindical, marxista y en general todo tipo de organzacion de izquierda y de tendencia
liberal, tal es el caso (…) “de la crueldad con que se hizo, (…)la masacre de cerca de
medio centenar en la Casa Liberal de Cali en octubre del 49” El tiempo en Archila (1995;
p.67).
Estas protestas anteriormente referenciadas se pueden identificar como las más importantes
manifestaciones de inconformidad y rebeldía popular del siglo XX en Colombia. Este tipo
de levantamientos populares evidenciaban las problemáticas que afectaban a los diferentes
sectores sociales y populares y como las movilizaciones sociales en el campo y en la ciudad
aparecían como expresiones de resistencia para exigir mejoras en los servicios públicos,
vías de acceso, denunciando a la vez la violación de derechos humanos. Las marchas de los
campesinos, los bloqueos de vías o tomas de entidades públicas representaban la estrategia
que permitía hacerse escuchar frente al abandono estatal al cual se encontraban sometidos
principalmente los sectores populares, Además, la protesta social aparecía en el escenario
como la posibilidad de generar alianzas entre campesinos, obreros y estudiantes.
Una de las armas utilizadas por el Estado colombiano para desmovilizar las luchas sociales
y populares era a través del asesinato, la represión y la persecución contra líderes
campesinos, sindicales y miembros de organizaciones sociales, para ello, las fuerzas
paramilitares se iban a convertir en la máxima expresión armada de la ultraderecha para
manter el status quo, controlar los territorios y la población. Acontecimientos como el
genocidio de los miembros del partido político de la Unión Patriótica (UP) entre 1986 y
1989, estos hechos concretos de exterminio de la oposición política contraria, evidenciaria
el terrorismo de Estado instrumentalizado por el capital nacional y supranacional.
Mientras que por un lado ocurrían situaciones como las anteriormente descritas, por otro
lado, se venían generando todas las condiciones para la entrada al país de las políticas
neoliberales, de ese modo, en el gobierno de Virgilio Barco (1986-1989) se comienzan a
evidenciar todas las políticas que dan el impulso a la apertura del neoliberalismo en
Colombia y es quién empieza a reformar el Estado en pro de favorecer los intereses del
capital financiero y de legitimar su entrada al país. Ya Con el consenso de Washington
2
puesto en marcha en todo el continente latinoamericano, en Colombia muchos de sus
efectos se comienzan a sentir en los ámbitos económico, político, cultural y ambiental,
siendo claro su desarrollo con la promulgación de la Constitución Política de 1991
(gobierno de Cesar Gaviria- 1990-1994) la cual permitirá (…)” crear las bases legales de
la apertura y la privatización” (…) (Robledo, 2010. Pág. 4), y en ese sentido se comienza a
privatizar las empresas del Estado para pagar la deuda externa asumida por el país con
organismos como el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional.
La carta política del 91, permite introducir la apertura neoliberal, ajustando las relaciones
sociales a los cambios económicos mundiales, pasando de un Estado interventor y
proteccionista a un Estado que promulga el libre mercado; además dicha constitución busca
frenar el acenso de los sectores populares; ante lo cual aparece como estrategia la
“adopción de una serie de normas que permiten la participación de la población en las
decisiones políticas y económicas”. Participación representativa en el marco de una
estrecha democracia formal-abstracta, como rostro visible del capital financiero
internacional.
Así mismo, a partir de los años noventa los medios masivos de comunicación comienzan a
tener una injerencia mucho más profunda en la desmovilización y desorganización de los
sectores populares y de las organizaciones sociales, dedicándose a estigmatizar la protesta
social que se presenta a lo largo y ancho del país y ocultándoles a los colombianos las
causas históricas que han obligado a los diferentes sectores sociales a acudir a las vías de
hecho para hacerse escuchar frente al abandono y exclusión estatal a la cual se han visto
sometidos históricamente.
El gobierno de Álvaro Uribe Vélez representó un fuerte golpe para las organizaciones
sociales y para los distintos sectores sociales debido al grado de represión que se impuso en
todo el territorio nacional a partir de la política de Seguridad Democrática, devenida de las
doctrinas de seguridad nacional implementadas desde 1946 en Latinoamérica por parte de
los Estados Unidos.
Sin embargo, la aplicación violenta de un modelo de acumulación por desposesión que ha
generado el ascenso de las clases dominantes y de la burguesía financiera, agro exportadora
y minera y de todo su programa económico y político, ha conllevado a la miseria más
profunda de parte de los colombianos, presentándose una agudización de la lucha de clases.
Entre los años 2012-2013, se han presentado uno de los más altos niveles de movilización
en el país, lo cual da cuenta de una sociedad en movimiento con altos niveles de
participación ciudadana y con notoria visibilidad de los distintos sectores sociales. Cabe
destacar los masivos paros agrarios, de mineros artesanales, camioneros y estibadores de
puertos, las huelgas laborales en empresas multinacionales mineras y petroleras, dos paros
nacionales de madres comunitarias, paros nacionales estudiantiles, huelgas de trabajadores
de clínicas y hospitales, y paros cívicos motivados por carencias de servicios públicos o
asociados con actividades extractivas.
Bibliografía
AMIN, S; (2003); La amplitud de los desafíos: reflexiones sobre los orígenes y los
desdoblamientos de las resistencias y luchas; En: BORGIANNI, E; MONTAÑO, C;
(2009); Coyuntura Latinoamericana y Mundial: Tendencias y Movimientos; Cortez editora,
Sao Paulo Brasil.
MARX, C;(1973); El Capital Obras escogidas Tomo II; Editorial progreso Moscú