Está en la página 1de 12

Principio 4

ARTICULAR, DESDE UNA CONSCIENCIA DE CLASE, ACCIONES DE


TRABAJO SOCIAL CRÍTICO CON LAS LUCHAS DE ORGANIZACIONES Y
MOVIMIENTOS SOCIALES
_____________________________________________________________________

“La Organización Revolucionaria, es un instrumento para


hacer revoluciones. Sin el incremento de actividad política de
las grandes masas obreras, las revoluciones proletarias,
simplemente, no son posibles” Lenin (1970; p.21)

La insurrección de diferentes luchas sociales en el mundo, refleja una facción que revela
un carácter defensivo sobre los reveses desarrollados por la mundialización del capital,
marcada por dicotomías en diferentes capas de la sociedad, al mismo tiempo que inaugura
la convergencia anti-sistémica de los movimientos sociales. La naturaleza de la estructura
capitalista, en su devenir, ha transitado por diferentes etapas de acumulación, pasando
desde un capitalismo mercantil y su carácter genocida en los albores de la sociedad pre-
industrial en América y África particularmente, a un capitalismo industrial con un perfil
monopolista en la instauración de la dominación económica, para posteriormente alcanzar
un nivel financiero, imbricado sobre la base de la política de la privatización y liberación
exacerbada, que está orientada a proponer condiciones políticas y sociales en el marco de
una economía subordinada por el imperialismo.

Lo anterior evoca la apertura de las economías nacionales al mercado internacional, en


coherencia con las transiciones democráticas estrictamente representativas, que van
modulando la arquitectura neoliberal con aristas enmarcadas en la impunidad, el
clientelismo, la corrupción y la concentración del poder político y económico, variables que
profundizan las relaciones sociales del modo de producción capitalista y sus consecuencias
remitidas al crecimiento de las desigualdades, la precariedad laboral, el aumento de la
pobreza, la erosión de lo público entre otros sucesos que responden a la restructuración de
las naciones, fundamentadas por programas de ajuste, expresadas en el vaciamiento político
de las luchas sociales y la desregulación económica del Estado.

No cabe duda que estos avances, inspirados en la edificación de un capitalismo flexible,


acentúa un viraje ideológico, económico, político, cultural y militar, que reproduce la
mitificación de una realidad social, presentada como incuestionable, dada al azar e
indeterminada, como asunto de un capitalismo organizado, es decir un proyecto acabado
que se respalda por la tesis del “fin de la historia” para continuar con la consolidación
expansionista alrededor del mundo, incitando de manera concreta crisis sistemáticas, y el
desdoblamiento de luchas intestinas en torno a asuntos de carácter específico en algunas
naciones, tal como lo afirma Samir Amin (2003;P.386) (…)“las contradicciones del
capitalismo hace su trabajo de topo, y un día u otro esas estructuras “estables” se
desmoronan”. En ese orden, la consolidación de un espacio de resistencia, orientada a la
objetivación de nuevos sujetos históricos fortalecen las luchas sociales, en una etapa de
defensa de las conquistas, por medio de la acción política como producto del
“reconocimiento del estado de cosas existentes” Marx (1973; P.261).

Partiendo de la primicia del desdoblamiento embrionario de focos de insurrección, se


conciben un conjunto de acciones colectivas de diferentes sectores sociales, con altos
niveles de organización, que sintetizan la convergencia en movimientos sociales que para
Touraine en Múnera (1993; p.60) (…)“serian así acciones colectivas organizadas y
normativamente dirigidas, en virtud de las cuales, actores de clase luchan por la dirección
de la historicidad o por el control del sistema de acción histórico ”. Esta argumentación
precisa tres principios que subraya el mismo autor, la identidad, la oposición y la totalidad,
en las reivindicaciones que se deben pensar desde el plano societal, aduciendo a los
movimientos sociales como agentes activos en los procesos de reflexión y trasformación de
las relaciones sociales.
Uno de los grandes retos para lograr acciones concretas, se puede entender desde la unidad
de los diferentes movimientos sociales, que se han desarrollado en los últimos 50 años, que
en medio de los avatares del capitalismo cada uno de ellos apuesta a sus intereses
específicos; a continuación se señala a partir de un carácter descriptivo algunos de ellos: El
movimiento Campesino centrado en la reforma agraria; el movimiento indígena y su
proceso de afirmación cultural, social y política; el movimiento obrero junto a las luchas
por mejores condiciones de trabajo; el movimiento feminista y su radicalismo social; los
movimientos ecológicos y su respuesta contrahegemónica al apogeo trasnacional, entre
otros movimientos que convergen en la definición de objetivos temporales y parciales en el
marco de la lucha de clases.

Comprendiendo la lógica de los movimientos sociales, es importante elaborar un marco de


análisis desde la la organización y la articulación como un asunto central de este proceso,
en la que es necesario abordar los planteamientos de Lenin para reconocer el espíritu de una
organización, a partir de sus tipologías. La primera, aquella que nace de acciones
espontaneas de la masa, la cual emerge de una interpretación improvisada, y que por lo
general suele ser recurrente en los movimientos sociales contemporáneos, surge por la
explosión de masas y es motivada por pequeños segmentos cualificados que hacen
reaccionar la masa anónima; sin embargo es menester advertir la segunda tipología, que
proporciona la existencia de una organización vanguardista, que representa aquella que
mantiene una estructura establecida y preconiza un criterio objetivo que fundamenta un
programa, que conduce a la práctica revolucionaria, este último elemento fortalece el
horizonte de los movimientos sociales orientado a la organización, desde un enfoque que
articula diferentes sectores, en la que el mismo Lenin acuña su visión política, advirtiendo
que (…)“Precisamente esta labor, por ultimo acostumbraría a todas las organizaciones en
todos los confines (…) a mantener las relaciones más constantes y a la vez mas
conspirativas, relaciones que crearía la unidad efectiva [de la organización]” Lenin
(2005;p.281)
La teleología de este principio, se inclina en la superación de las fronteras que separan la
conformación de un movimiento social, como principio que le apuesta a alcanzar una
conciencia política de clase, desafío que se preconiza en el deber ser de la masa y la
intelectualidad orgánica en la generación de capacidades y posibilidades para sí, es decir, el
intelectual orgánico como aquel (…) “que emerge sobre el terreno de exigencias en una
función necesaria” Gramcsi (1967; p.22) y que establece una posición de clase en
distinción de una conciencia emancipadora, exige irrenunciablemente la mediación con
diferentes sectores sociales y/o procesos organizativos, dotados de especificidad y el
carácter político, en la búsqueda unánime del reconocimiento en su mundo más inmediato
y en su entorno, lo que Antunes (1990;p.129) definirá desde la superación de lo abstracto,
cuando “los individuos se elevan al punto de adquirir una voz cada vez mas articulada,
hasta alcanzar la síntesis ontológico- social de su singularidad, convertida en
individualidad, como el género humano convertido en ellos, a su vez, en algo consciente de
sí”. La abstención a organizarse, resulta imposible cuando la acción política se encamina a
la objetivación del ser genérico, en el largo trayecto de fundamentar una libertad y
autonomía, propia de la aproximación teórica y filosófica de una ética realizada en la praxis
política.

El CONTEXTO COLOMBIANO Y SUS DIFERENTES LUCHAS SOCIALES EN


LA HISTORIA.

La discusión del presente principio al interior del colectivo Trabajo Social Crítico
Colombia partira de asumir los movimientos sociales como “la conducta colectiva
organizada de un actor de clase que lucha contra su adversario de clase por la dirección
social de la historicidad en una colectividad concreta" TOURAINE en Múnera ( 1993;
P.60)

Entendidos de esta manera los movimientos sociales desde la perspectiva de Alain Touraine
acogen tres principios de orientación, el primero de ellos corresponde a la identidad,
entendida como la definición del actor por el mismo. La definición consciente de los
actores de clase en relación a los antagonismos que producen las condiciones socio-
históricas de organización y movilización. El segundo de ellos hace referencia a la
oposición, haciéndose alusión en este a la caracterización del adversario-actor antagonista-
y su papel histórico en el proyecto de sociedad hegemónico; y el tercer principio es
comprendido como la elevación de las reivindicaciones particulares al sistema de acción
histórico, la transición de la acción inmediata espontanea hacia la acción colectiva
organizada como agentes de la producción y transformación de la sociedad.

Las relaciones sociales entre clases están determinadas por la construcción histórica de las
mismas. En este sentido, la apuesta político-profesional de Trabajo Social Crítico implica
un primer acercamiento a la comprensión de los movimientos sociales en la historia
nacional, como contexto objetivo en el cual se materializan las luchas de clase pues como
plantearía Marx en el manifiesto del partido Comunista “La historia de todas las
sociedades hasta nuestros días es la historia de la lucha de clases”. Marx (1973; P. 111)

Es así como a modo de contextualización nos permitiremos remitirnos a algunos de los


primeros escenarios organizativos y de politización en Colombia. Encontrando como punto
de referencia que en 1904 se constituye la Sociedad de Productores de Café, con base
mayoritariamente campesina, y que en 1906 pasaría a ser expropiada como forma
organizativa por el estamento de los terratenientes y grandes hacendados del país,
convirtiéndose de esta manera en la “Sociedad de Agricultores de Colombia”.

En 1910 en un contexto de industrialización y progresiva modernización de los medios de


producción para masificar las mercancías se empiezan a construir en Colombia pequeñas y
medianas fabricas, talleres, edificaciones, y con estas las condiciones objetivas del
Capitalismo industrial, de manera consecuente se produce progresivamente la
proletarización del campesinado Colombiano, y los grandes éxodos masivos de zonas
rurales a zonas urbanas. Agudizandose las lógicas de apropiación del trabajo creador de los
obreros. Las condiciones concretas anteriormente mencionadas influyen en la conformación
del Partido Obrero Colombiano, sin duda un avance importante para la clase obrera
nacional.
En 1913 se genera una alianza entre el movimiento obrero y artesanal Colombiano
creándose así la Unión Obrera de Colombia, plataforma organizativa en torno a la cual se
crea el periódico de “la Unión Obrera”, y a través de estos medios de lucha política e
ideológica se empieza a objetivar un ambiente de agitación y propaganda de las
organizaciones sociales a partir de periódicos, como herramientas de trabajo político en las
masas populares.

En el periodo de 1917-1925 La línea fundamental del trabajo nacional estuvo orientada


hacia la producción de riquezas de exportación y no primero y esencialmente a satisfacer
las necesidades de los Colombianos, ello conllevo a la elevación abusiva en los precios de
los artículos industriales que nuestro país estaba obligado a comprar para el proceso de
producción, se genera de manera directa una caída en los precios de los productos que
Colombia exportaba, generando un declive en el precio del trabajo en el país. En este
contexto histórico el 06 de Febrero de 1916 tiene lugar el Congreso Obrero Nacional, el
primero de Mayo de 1916 se construye el Directorio del Partido Obrero de la capital
Colombiana y en Mayo se crea la Confederación Obrera de Bogotá.

Los acontecimientos históricos devenidos desde Mayo de 1919 con la Creación del Partido
Socialista Colombiano y en Agosto de 1919 con la realización del Primer Congreso del
Partido Socialista se empiezan a dilucidar las estrategias de respuesta Estatal-institucional
ante fuerzas sociales crecientes en masa. Plataformas organizativas y políticas cada vez con
más altos niveles de reivindicación de las causas históricas de sus luchas. De manera
consecuente la respuesta del Estado es con la boca de los fusiles y con sabotajes en
ocasiones infructuosos y otras veces bastante perjudiciales para la organización de la clase
obrera y su carácter a veces subordinado o por otrora ingenuo; como fue el caso de la
Unión de Trabajadores de Colombia que en 1946 encarnaba lógicas de negociación
apolíticas y a-economicistas con ordenes radicales de exclusión de los comunistas o de
sindicalistas de afiliación o militancia internacional. Panorama que ya empezaba a
evidenciar el carácter intervencionista norteamericano en nuestra nación, unas veces de
manera vedada otras veces de manera mas frontal y combativa como es el caso de las
acciones perpetradas por la United Fruit company en contra del creciente movimiento
organizativo, campesino y proletario proveniente del Úraba Antioqueño. Mediante la
masacre de las bananeras que tendría lugar en 1928, método de violencia represiva del
capital nacional y supranacional contra acciones colectivas de los movimientos sociales. En
referencia a este hecho concreto es conveniente citar a Elsa Blair, cuando plantea que las
masacres son: “Una violencia colectiva contra gentes sin defensa, que no pueden ni huir ni
oponer resistencia o, como una acción excesiva donde la violencia disfruta de una libertad
absoluta pues ella no tiene ninguna oposición a vencer” (Sofsky, en Blair).1

La historia del siglo XX en Colombia, tuvo acontecimientos muy significativos para la


clase obrera y la organización social en general que hay que resaltar, como la insurrección
que produjo el asesinato de Jorge Eliecer Gaitán, el 9 de abril de 1948, donde miles de
personas salieron a las calles a manifestar su inconformidad por el asesinato de quién
representaba la esperanza para comenzar a construir una sociedad distinta a la que se había
venido instaurando en el país durante muchos años. La radicalización popular entre los años
1946-1949 que se concreto bajo las lógicas del movimiento “Gaitanista”, asumiendo un
carácter de revolución social se trasformo en un convulsionado escenario de violencia,
seguida de la lucha partidista y la avalancha de sangre en diferentes regiones del pais,
producto de la pacificación del conservatismo que se imponia en toda la nación.

En colombia historicamente las diferentes formas de protesta han sido mayoritariamente:


huelgas obreras, paros civicos o estudiantiles; amenazas de paros o de huelgas; marchas y
movilizaciones; invaciones de tierra y otras, en tal sentido la carcaterizacion objetiva de los
actores protagonistas de estas luchas corresponde a trabajadores asalariados (obreros y
empleados, sector laboral), campesinos (trabajadores rurales asalariados o pequeños
propietarios), civicos (habitantes urbanos principalmente hombres y mujeres); ante estas
formas de avanzada popular se materializan las ofensivas estatales contra el movimiento

1
Blair, Elsa. Mucha sangre y poco análisis sentido: la masacre por un antropológico de la violencia. Antioquia, 2004, p. 168.
Extraído desde: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=55703508
social, sindical, marxista y en general todo tipo de organzacion de izquierda y de tendencia
liberal, tal es el caso (…) “de la crueldad con que se hizo, (…)la masacre de cerca de
medio centenar en la Casa Liberal de Cali en octubre del 49” El tiempo en Archila (1995;
p.67).

La marcada profundizacion de los embates politicos y economicos que acaecian en el pais,


provoco que en las montañas del sur del Tolima, un pequeño segmento de campesinos
liberales fundaran en 1964 las autodefensas campesinas. Esta forma de organización les
permite defenderse de las agresiones de terratenientes, conservadores y sectores políticos
que defienden los intereses de grandes gremios económicos e intereses extranjeros. Esta
plataforma organizativa armada asume una posición frontal y combativa contra el Estado y
los intereses de clase que este. En el transcurso del tiempo esta forma organizativa posterior
al embate militar contra Marquetalia, se transforma pasando de autodefensas campesinas a
guerra de guerrillas móviles. Esta forma organizativa da lugar a la formación de guerrillas
en Colombia y es cuando el episodio ocurrido en Marquetalia y la resistencia de 48
campesinos liderados por el guerrillero Pedro Antonio Marin más conocido como “tiro
fijo”, despues de sobrevivir a los bombardeos dirigidos por los EEUU surge el bloque sur
que posteriormente se convertirá en las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia
(FARC) compuesta por los campesinos de la región agredida. Un año después se organiza
el Ejército de Liberación Nacional (ELN) cuya tendencia era mas de intelectuales,
universitarios que se alzaron en armas para defender sus ideales libertarios.

En el marco de estas dinámicas de movilización social y armada, se producen las


condiciones objetivas del paro cívico del 14 de septiembre de 1977 que también representa
un hito importante para las luchas sociales y populares en el país, fue la fecha en la que se
realizó una de las más grandes jornadas de protesta ciudadana. El paro cívico del 14 de
septiembre fue convocado por las cuatro centrales sindicales de la época: Confederación de
Trabajadores Colombianos (CTC), la Unión de Trabajadores de Colombia (UTC), la
Central Sindical de Trabajadores de Colombia (CSTC) y la Confederación Genaral del
Trabajo (CGT), sus motivaciones estaban en la situación de carestía que tenía para ese
momento la calidad de vida, así como las altas cifras de desempleo y la negativa del
gobierno del presidente Alfonso López Michelsen2 de negociar los pliegos laborales con la
clase trabajadora.

Estas protestas anteriormente referenciadas se pueden identificar como las más importantes
manifestaciones de inconformidad y rebeldía popular del siglo XX en Colombia. Este tipo
de levantamientos populares evidenciaban las problemáticas que afectaban a los diferentes
sectores sociales y populares y como las movilizaciones sociales en el campo y en la ciudad
aparecían como expresiones de resistencia para exigir mejoras en los servicios públicos,
vías de acceso, denunciando a la vez la violación de derechos humanos. Las marchas de los
campesinos, los bloqueos de vías o tomas de entidades públicas representaban la estrategia
que permitía hacerse escuchar frente al abandono estatal al cual se encontraban sometidos
principalmente los sectores populares, Además, la protesta social aparecía en el escenario
como la posibilidad de generar alianzas entre campesinos, obreros y estudiantes.

Una de las armas utilizadas por el Estado colombiano para desmovilizar las luchas sociales
y populares era a través del asesinato, la represión y la persecución contra líderes
campesinos, sindicales y miembros de organizaciones sociales, para ello, las fuerzas
paramilitares se iban a convertir en la máxima expresión armada de la ultraderecha para
manter el status quo, controlar los territorios y la población. Acontecimientos como el
genocidio de los miembros del partido político de la Unión Patriótica (UP) entre 1986 y
1989, estos hechos concretos de exterminio de la oposición política contraria, evidenciaria
el terrorismo de Estado instrumentalizado por el capital nacional y supranacional.

Mientras que por un lado ocurrían situaciones como las anteriormente descritas, por otro
lado, se venían generando todas las condiciones para la entrada al país de las políticas
neoliberales, de ese modo, en el gobierno de Virgilio Barco (1986-1989) se comienzan a
evidenciar todas las políticas que dan el impulso a la apertura del neoliberalismo en
Colombia y es quién empieza a reformar el Estado en pro de favorecer los intereses del
capital financiero y de legitimar su entrada al país. Ya Con el consenso de Washington
2
puesto en marcha en todo el continente latinoamericano, en Colombia muchos de sus
efectos se comienzan a sentir en los ámbitos económico, político, cultural y ambiental,
siendo claro su desarrollo con la promulgación de la Constitución Política de 1991
(gobierno de Cesar Gaviria- 1990-1994) la cual permitirá (…)” crear las bases legales de
la apertura y la privatización” (…) (Robledo, 2010. Pág. 4), y en ese sentido se comienza a
privatizar las empresas del Estado para pagar la deuda externa asumida por el país con
organismos como el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional.

La carta política del 91, permite introducir la apertura neoliberal, ajustando las relaciones
sociales a los cambios económicos mundiales, pasando de un Estado interventor y
proteccionista a un Estado que promulga el libre mercado; además dicha constitución busca
frenar el acenso de los sectores populares; ante lo cual aparece como estrategia la
“adopción de una serie de normas que permiten la participación de la población en las
decisiones políticas y económicas”. Participación representativa en el marco de una
estrecha democracia formal-abstracta, como rostro visible del capital financiero
internacional.

Así mismo, a partir de los años noventa los medios masivos de comunicación comienzan a
tener una injerencia mucho más profunda en la desmovilización y desorganización de los
sectores populares y de las organizaciones sociales, dedicándose a estigmatizar la protesta
social que se presenta a lo largo y ancho del país y ocultándoles a los colombianos las
causas históricas que han obligado a los diferentes sectores sociales a acudir a las vías de
hecho para hacerse escuchar frente al abandono y exclusión estatal a la cual se han visto
sometidos históricamente.

El gobierno de Álvaro Uribe Vélez representó un fuerte golpe para las organizaciones
sociales y para los distintos sectores sociales debido al grado de represión que se impuso en
todo el territorio nacional a partir de la política de Seguridad Democrática, devenida de las
doctrinas de seguridad nacional implementadas desde 1946 en Latinoamérica por parte de
los Estados Unidos.
Sin embargo, la aplicación violenta de un modelo de acumulación por desposesión que ha
generado el ascenso de las clases dominantes y de la burguesía financiera, agro exportadora
y minera y de todo su programa económico y político, ha conllevado a la miseria más
profunda de parte de los colombianos, presentándose una agudización de la lucha de clases.

Entre los años 2012-2013, se han presentado uno de los más altos niveles de movilización
en el país, lo cual da cuenta de una sociedad en movimiento con altos niveles de
participación ciudadana y con notoria visibilidad de los distintos sectores sociales. Cabe
destacar los masivos paros agrarios, de mineros artesanales, camioneros y estibadores de
puertos, las huelgas laborales en empresas multinacionales mineras y petroleras, dos paros
nacionales de madres comunitarias, paros nacionales estudiantiles, huelgas de trabajadores
de clínicas y hospitales, y paros cívicos motivados por carencias de servicios públicos o
asociados con actividades extractivas.

En relación al panorama que se ha venido describiendo, Trabajo Social Crítico ve la


necesidad de asumir una posición de clase dentro de las contradicciones de la sociedad
capitalista, a partir de acciones y procesos encaminados a la superación de las relaciones
sociales de dominación, en interacción constante con las luchas de organizaciones y
movimientos sociales y siendo partícipes de la construcción colectiva de una sociedad más
digna y más justa y donde no exista la explotación del hombre por el hombre y en donde el
trabajo no se encuentre condicionado por las relaciones sociales burguesas.

APUESTA DESDE TRABAJO SOCIAL CRITICO

En ese sentido, el reto de Trabajo Social Crítico Colombia se inserta en el desafío de la


reconfiguración del orden cultural para el enfrentamiento contra hegemónico al capitalismo
desde la propuesta de lo popular como alternativas de cambio en la lucha organizada, ya
que como argumenta Engels “El proletariado no sólo constituye una clase que sufre, sino
que precisamente la miserable situación económica en que se encuentra le impulsa
inconteniblemente hacia adelante y le obliga a luchar por su emancipación definitiva”,
(Engels en Lenin Pág. 30). Además de acompañar acciones de los movimientos y
organizaciones sociales para su emancipación política, lo fundamental debe ser la búsqueda
de su emancipación humana, a partir del desarrollo de la conciencia, de su formación
intelectual y política, siendo condición necesaria para la búsqueda colectiva de una
sociedad distinta a la capitalista. No obstante, el colectivo Trabajo Social Crítico Colombia
no puede generar lecturas aisladas sino que es un deber vincularnos, proponer y trabajar por
alternativas, que se construyan con las clases históricamente explotadas, generando debates
y renovando con actitud crítica los errores propios, pero en la búsqueda constante de
construir junto al pueblo, una posibilidad más justa y digna, sin explotación, ni alienación
articulándonos a los diferentes procesos que las organizaciones y movimientos sociales
gestan en sus luchas cotidianas.

Bibliografía

AMIN, S; (2003); La amplitud de los desafíos: reflexiones sobre los orígenes y los
desdoblamientos de las resistencias y luchas; En: BORGIANNI, E; MONTAÑO, C;
(2009); Coyuntura Latinoamericana y Mundial: Tendencias y Movimientos; Cortez editora,
Sao Paulo Brasil.

ARCHILA, M; (1995). Protestas Sociales En Colombia 1946-1958. Extraído desde:


http://historiacritica.uniandes.edu.co/view.php/105/index.php?id=105

GRAMSCI, A; (1967) La formación de los intelectuales; Editorial Grijalbo; México D.F

LENIN, V; (2004); Que hacer; Editorial de ciencias sociales, La habana Cuba.

MARX, C;(1973); El Capital Obras escogidas Tomo II; Editorial progreso Moscú

MUNERA, L;(1993); De los movimientos sociales al movimiento popular;

También podría gustarte