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a co: Conha Lap Nae, 1957 (© Debs dais hen fone Ary 1097 {Gee esnips Ang 197 sha octane He BS Wate porerinteied st eet "er 98 8p ad 2 ‘9a! tes 200 1 gee 2008 Dune Ter eo sav sea0775568 Depts nd 1208 aon hh rn 9 ‘ie Sara cro ap Pl a Sn Quizds ya concces carolina. 8i'c0 af, sabes miy bien due 0 tna gallina slegve, dacidide Ygeterosa, que vive 2 84 talrer, y nunca mejor Sicho porave le encanta volar, pere Si ain no Ta conoces, aqui ia {lenes, diapvesta a presenterse ta historia que hoy va a converte ea 1a do so tan anor Carolina aa tenia pensade gacatee: por naturaleza es Thdependiente y ekenpre euro suficiente con sun amigos para sentiree feliz. rere un Bucs dia SBereeld on oi gallinero we alle grandote ¥ sonsience, se Toneba Teobside y tenka sentido Get himoe Teobalde era cantante y Le gustaba aprender cosas. nuevas. Caroling 1e ensené a patinar sobre Ioa charcos he y aef ge divistieron juntos. AL principio eran inleaneate buenos amigos. Pero, pases a poco, alge sucedis, y cuando Se miraban a los ojos lee eunga desde el pecho una extrana enoeiény sdenie, Iee tonblaban ‘as puntes de las plumes y Sentian las patas tan aebiles cone ei fueran de algoasn. Th fin, jere el amor! V equé ee puede hacer cuande el amor Gonpartir ios mejores grance ae mats -y de teigo, y también lor cantoz y los cacarsos, Y'es0 fue 10 que hicieron Carolina y Teabaldo, y ast Guntoe ae vieron envueleae fn peligros y snociones. ‘A-eaura del amor sucedieren muchas cosas. Pero debe ser Carolina 1a que os Lo cusste, 08 dejo con ella y me dexpsdo hasta el préxino Iibro. ae A nuestro amigo Miguel Rodriquez, que vive donde piven los libros yque tantas veces nos ha hecho un hueco enssu casay. Juan Ramén Alonso y Concha Lépez Narvaez 1 PRESENTACION ANTES de empezar os diré que soy Carolina. Mi nombre es extrafto para una gallina. Lo sé, todos me lo dicen. Pero a mi me gusta. Le elegi yo misma. Y como soy yo? Por dentro, en lo del caracter, sencilla y ale- gre, aunque testaruda. Por fuera, en lo de las plumas, de lo m&s corriente. Qué hago? Mi oficio es poner, y pongo tres huevos en una semana. Ya sé que no es mucho; pero los fabrico lo mejor que puedo. Para ser sin- cera, me parece que me salen bien. En el ga- linero hay gallinas que ponen un huevo dia- rio. Pero eso no es vida, y ademas los hacen de cualquier manera. éQué cosas me gustan? Me gusta volar, subirse encima del aire es maravilloso. De todas maneras no vuelo muy alto porque no soy pajaro. Pero si say fuerte y aguante bastante. Por lo menos vuelo dos horas sequidas por el aire bajo Ademés de hacer vuelo sin motor, me gus- ta dormir en un arbol, y sentarme al sol y mi- rar la luna, Y también me gusta charlar y tener ami- gos. El mejor de todos es Amigo Perro. Lo conozco de toda la vida. Cuando era peque- fia, viviamos en el mismo sitio, Jugébamos juntos, me ensefaba cosas, me daba conse- jos, v hasta me dejaba montar en su espalda Ahora yo vivo en el gallinero y él vive en el patio. Pero Amigo Perro viene a visitarme con mucha frecuencia, aunque entre los dos esta la alambrada. EI se queda fuera, yo me quedo dentro; pero estamos juntos. El me cuenta cosas, yo también le cuenta, Algunas son tristes, otras son alegres, cosas de la vida; hablamos de todo. Mi mejor amigo en el gallinero se llama Marqués. Es quapo, elegante y listo, aunque también es algo presumido. Pero es natural, todas las gallinas le dicen que quieren casarse con él, Sin embargo, él me quiere a mi. Un dia me dijo: —Carolina, césate conmigo y serés mar- quesa. Yo le respond: —Escucha, Marqués, no quiero casarme contigo. El se sorprendié: —Pero, Carolina, si te gusta estar a mi lado, y cenar conmigo, y sentarte al sol cuan- do yo me siento. Dime: zqué es lo que ti quieres? —Pues, sencillamente, quiero ser tu amiga Mi respuesta no le convencio. Me dijo: —Yo esperaba més. En fin, Carolina, ten: dré que aceptarlo. De todas maneras, aunque lo acepto, se pone nervioso cuando ve a otro gallo hablan- do conmigo. ‘Tengo que decir que yo habia pensado no casarme nunca. Es que siempre he sido muy itm dependiente, y ademas me gusta vivir a mi aire. Pero a veces las cosas ocurren sin que las esperes y, sin esperarlo, me llegé el amor. Sucedié un dia de diciembre. La verdad es que a mi el invierno no me gusta mucho. Durante el invierno mi arbol se queda sin hojas y el frio se sienta en todas las vamas. (Creo que ya he dicho que duermo en un drbol, a él me refiero.) Las otras gallinas duermen a cubierto, en una casita pequefa y oscura. Pero a mi me agobia dormir encerrada y con tanta gente. Durante el invierno hiela por las noches y el viento parece que lleva cuchillos en todas sus rafagas. Durante el invierno la luna me mira con ojos de asombro y luego pregurita —;Por qué no te marchas a dormir aden- tro? Las otras gallinas se acuestan temprano y duermen tapadas con mantas de paja. Y yo le contesto: —Si me meto dentro, me acuesto tempra- no y duermo tapada con mantas de paja, ya no podré ver tus cielos de plata. Y, al salir el sol, tampoco veré sus rayos dorados rom- piendo la niebla y abriendo las puertas para la mariana. La luna me mira y sonrie. «Gallinita loca. Ademés, tampoco es tan malo dormir en el arbol. En el tronco hay algunos huecos, y en uno de ellos me he hecho una cama. El colehén es de hojas secas y la almohada es de plumas blandas. Sea como sea, el invierno es duro. Prefiero el verano y la primavera @ incluso el otoho, Menos cuando nieva; la nieve me encanta: Cuando nieva, las nubes se abren como tuna pifiata y los copos bajan, Es precioso y muy divertido, Las gallinas saltan y alargan los picos. ¥ después se enfa- dan porque piensan que han cogido algo deli ioso y resulta que no tienen nada, solamente agua. Cuando nieva mucho, la tierra se vuelve blanca y silenciosa. No se oyen los pasos y los copos caen sin hacer ruido. Cuando nieva mucho, las gallinas no salen de casa. Dicen que las patas se les ponen ro- jas y las crestas palidas. Tampoco yo piso la nieve cuando nieva mucho. Y no es que me irmporten mi cresta o mis patas. Es que me parece que se pone tris- te al verse manchada, Cuando nieva mucho y no sale el sol, la nieve se convierte en hielo. Entences patino. Patinar es algo estunenda. Pero peligroso cuando no se sabe. Si se esté aprendiendo, hace falta un buen profesor. Yo patino bien ponque patinar es como vo- lar, pero sin subirse encima del aire, Cuando yo patino, los ojos me brillan y mis plumas tiemblan de emocion. Mi cresta se alegra y se pone todavia més roja. Parece un geranio. Cuando yo patino, mi madre se asusta y me dice: —Te vas a hacer dao, Yo [a tranquilizo y procuro ir con mucho cuidado. Las otras gallinas estan envidiosas Porque no se atreven a pisar el hielo. Pero di- simulan y fingen que no les importa, Algunas me dicen: —Carolina, haz algo més util, No pierdas el tiempo. Les digo: —Patinando, mis patas hacen ejercicio y el ‘ire ensancha mi pecho. Patinar es sano, Cuando cae la nieve y luego se hiela, es ‘emocionante. En fin, que la nieve siempre me ha gusta- do. Peto ahora la adoro porque un dia de di- clembre, con la nieve helada, encontré el Pero eso merece una historia aparte. 2 EMPIEZA LA HISTORIA (COMO va he contado, era un dia de invier- no y yo patinaba, Lo mismo que siempre, mi madre me de- cia; — Cuidado! Las otras gallinas, también lo mismo que siempre, me decian que perdia el tiemy “Al caer la tarde, llegé al gallinero la mujer sgranjera. Venia con alguien. Sin embargo, yo no me dini cuenta. En ese momento slo me importaba sequir patinando Sobre el hielo formaba figuras, eruzaba las patas, abria las alas, volaba un segundo y vol via al suelo tan répidamente como habia subi- do. Después giraba como una peonza. De pronto lo vi. Era un gallo nuevo y esta- ba mirandome. Tenia las palumas blancas y grisaceas, y no =cPor qué no lo dejas? Me dito: —Si lo dejo ahora, ede qué habrin estas dos caidas? —Pues tienes razén. De todas maneras, lo pensaria, El no lo pens6. Lo volvi6 a intentar y aca- bo en el suelo por tercera ver, Pensé que iba a ser iniitil tanto entrena- miento, pero de repente lo vi patinar. Lleva~ ba los ojos alegres, el pico apretado, las alas abiertas... Dio un paso, dio dos... ;Zas! Un resbalén. =iHuy! —exclamé, Otro paso mas, otto resbalén, otto «huy!».. Dos pasos, tres pasos... Las gallinas, jqué mal educadas!, gritaban: —iSe cae el grandullon! Pero no fue asi: dos pasos, tres pasos, dos més, y de nuevo dos. iLo habia consequido! —iBravol le grit. Y Ame grito: De pronto pregunté: —iTe atreves? —y me alargé un ala. Me atrevo —respondii, y le alargué otra. Durante un buen rato patinamos juntos, aunque muy despacio... Y ocurtié algo muy curioso: yo soy impa- lente por naturaleza, me encantan las prisas. Sin embargo, entonces marchaba como un caracol y no me importaba. Al contrario, dis- fruté ayudandole: —Un pasito, espera. Perfecto, ahora otto Pisa bien, jcuidado! Alarga esa pata, encoge la otta. Adelante, jbravol... La cabeza alta, la espalda derecha, Avanza sin miedo. Muy bien, jestupendo! El me preguntaba: —éTe aburres? —¢Qué dices? Lo paso genial. Aguel gallo nuevo era buen alumno, Tenia decisién y tomaba en cuenta tados mis conse- 40s. Yo creo que por eso aprendié tan pronto. En pocas lecciones se airevié a ir solo. En algunas mis consiguié dar vueltas. Y en cinco minutos hacia piruetas. —De verdad, no puedo creer que esté pati- twndo, iGracias!, te lo debo a ti —me decia ‘on ojos brillantes de gozo. YY ofa vez patinamos juntos, Pero ya como ini me gusta, seguidito y rapido. Me alarga- sun ala, yo se la cogfa. El tomaba impulso, tleypuds me soltaba, Y jallé que iba yo!, desl #éndome igual que una estrella por cielos de Jullo Los gallinas ya no se reian. Ahora nos mi- aban con ojos de asombroy, de cuando en ‘etiando, se ponian las alas sobre la cabeza, ‘somo si ternieran una gran desgracia. Decian: No, si se mataran, si se matarén ‘\ nosotros dos nos daba lo mismo, Patinar m0 un gran placer y lo disfrutabamos. Me dijo: Me encanta patinar contigo, Le dije: —Patinar contigo es mucho mejor que pa~ tinar sola. YY de pronto cai en la cuenta de que atin no sabia su nombre: — {Tit cémo te lamas? —Teobaldo, gy tu? —Carolina. —Carolina... Es un nombre que te viene bien, Cuando lo pronuncio, pienso en risa ale- gre y flores pequeias. —Tu nombre es extraho, pero a mi me gusta. —,Sabes? Yo cleat mi nombre. Me querian llamar Patas Amarillas; pero me nequé. —Yo también elegi mi nombre. Oye, Teo- baldo, me parece que me va a gustar ser a ga tuya, —Yo va estoy seguro de que va a encantar- ‘me sor amigo tus Los dos nes miramos con mirada honda, Se hizo de noche, no nos dimos cuenta Et hielo, al silencio, la luz de la luna, patinar cogidos del ala... Fue maravilloso, casi igual que un suefio. Pero despertamos. —Tenemos que irnos le cle. Me acompaiié a casa. Cuando vio mi ar- bol, que esiaba esperindome con todas las ramas abiertas, me dijo: —Carolina, este drbol tuyo es mas que un refugio, es como un amigo. Parece un gigan- te con cara de bueno. Lo mismo que tit, pens? para mi ME desperté al alba pensando en Teobaldo. {Tenia tantas ganas de volver a verlo! Fn cuanto aclar6, miré hacia la casa, pe- ‘uietia v oscura, que todos usaban como dor- Initio. abrié una ventana y alguien se asomé. wera él Se abrié otra ventana, Era una gallina con ‘gata de suefio y plumas revueltas, Y se abrié la puerta y fueron saliendo galli- fhas 9 gallos: una, otro, otra, otro mis, otra, ora, otra £¥ donde estaria aquel gallo nuevo? {Se hobria marchado nada mas llegar sin decir ni adios? Me bajé del érbol con vuelos inquietos v, al llegar al suelo, tropecé con él. Me miré con ojos contentos: —Buenos dias, estaba esperandote. —Buenos dias. De dénde has salido? —He dormido al pie de tu arbol. El sitio me gusta y yo no soperto dormir encerrado. —El Arbol es de todo el mundo. Si quieres subir, hay sitio de sobra. Else eché a reir: —Pero, Carolina, yo nunca podré dormir encima de un arbol, ¢Olvidas mi peso? Si in- tento valar y me subo al aie, el aire se hunde. —iBah! Ta no estas tan gordo y el aire es muy fuerte, Ademas, volar es muy facil; si quieres, te ensefio. Teobaldo dudaba: —No sé, no sé, Carolina. —Anda, inténtalo, yo te ayudaré. Teobaldo alzé la cabeza. Tengo que decir que mi rbol es grande y muy alto. —Mira, mejor no lo intento. Prefiero se- sir patinando, —Bueno, hoy patinaremos, y a volar te en sefio otro dia. Sabes? Me encanta volar, ésa es mi aficion. Teobaldo, tii tienes alguna afi- —Por favor, canta para mi. —4De verdad quieres escucharme? —De verdad, empieza ensequida Teabaldo cantaba muy bien, y lo mismo le daba un rock que una 6pera Le eploudi hasta que mis alas ne pudieron. mas. Y después le dife muy timidamente: —Todas las mananas, cuando sale el sol, canto la cancion de la despertada. Hoy se me olvidé, pero nunca antes me habia pasado. Dicen las gallinas que cantar cuando nace el dia es cosa de gallos, Pero yo les digo que las despertadas son cosa de todos, y el que mas. madruga es el que las canta. —Carolina, canta para mi una despertada —me pidi6 Teobaldo Y fue algo curioso: todas las mafianas can- taba para mucha gente y no me importaba. Sin embargo, entonces me puse nerviosa: —No sé, no ine alrevo. Tii eres un cantan- te de primera fila y yo solamente una afc nada. —Por favor, canta para mi, Le gusté mi canto. Dijo que mi voz era ‘como el agua clara 0 como la brisa. Lo alegria que senti al airlo se asomé a mis. jos y 6 me lo nots. De ta vergllenza, mi cresta se puso mo- toile, y él, con disimulo, mird hacia otro lado. Despues pregunto; Carolina, gcantamos a dio un canto del alla? Le dije que si y cantamos juntos. En et gallinero ces6 el alboroto. No se ofa Cuando terminamos, gallos y gallinas nos foliciaton y gritaron: «Otrals. En fin, que aca- thamos dando un recital. Después patinamos toda la mafiana. Fue divertido, y no nos caimos ni una sola un m or Cuando nos cansamos, nos sentamos de- iaje de un drbol para hablar un rato. ‘A Teobaldo le encantan las charlas. Pero ho es de esos que hablan todo el tiempo. EL abe escuchar. No sé come fue, pero nos contamos secre- los y cosas muy nuestras. Le dije mis gustos, ine dijo los suyos. ;Qué casualidad, cémo eoincidian! ‘Cuando era pequefio queria ser perro y ser lagartija y ser mariposa, lo mismo que yo. La gente importante no le impresionaba. Lo mismo que a mi, le encantaba mirar a la luna y contar Jos rayos cuando sala el sol. Ademés, tenia una aficién... En fin, nues- tras alnas parecian gemelas, —Carolina, creo que te conozco de toda la vida. —Teobaldo, cuando estoy contigo, el tiem= o se pasa tan rapido Y rapidamente el dia se pasé. Al oscurecer, Teobaldo me acompanié a casa. Liegamos al arbol y nos despedimos. Yo subi a una rama y él se fue a acostar al lado dal troneo. —Carolina, que descanses bien —Duerme bien, Teobaldo, Me dormi pensando en el nuevo dia. Cuando salié el sol, cantamos a dio la can- cién del alba. Y a partir de entonces no nos separamos, Fue otro dia estupendo, El tiempo paso y a cada momento Teobal- do me gustaba més. Y explico por qué. Por ejemplo, saludaba a todos, Y siempre mar: chaba con pasos tranquilos y ojos content Cuando la mujer granjera nos traia el grano, le buscaba un sitio en el comedero a una na enferma y anciana. Y a otra que tenia ret ‘ma en las patas le hizo un asiento con ar blanda. Y més cosas que ya no recuerdo porque fueron muchas. Pequeiios detalles de amabil dad. Un dia se lo presenté a mi Amigo Perro, Los dos se qustaron y el Amigo Perro me dip: Carolina, parece buen gallo. Has tenio suerte En fin, que nuestra amistad crecié muy de prisa, y se hizo tan grande que ya no sabia pasarme sin él y él no sabia pasarse sin mi Hosta que una tarde, cuando patinsbamos, Teobakdo me mité a los ojos y mi corazén se puso a brincar. En sus ojos tendria un imén Porque no podia dejar de mirarlos. Mientras tanto mis plumas temblaban y mis patas no me sostenfan. La emocion se enred6 en mis alas y por todo el cuerpo me corrian relam- pagos de nervios alogres, Carolina, cuando estoy contigo, me sien- {oli —susurré en mi oido. ‘Yo no cie nada porque, de repente, no ha- palabras. Volvid a mirarme, y entonces halle las shnas y dje-en su oido: Teobaldo, zesto que sentimos no seré el jueno, unos como ti y atros como yo. 4 Para NAVIDAD (jordo?... En fin, no vale la pena pensario, es toma de suerte y la suerte es algo que viene y © vo. Por eso hay que aprovecharla. Mira, Carolina, como nos queremos, mi suerte es la yo, come ta tambien, Te he guardaco esto dobajo del ala, y esto, y esto, y esto... Yo movia la cresta con aire de duda y decia: No sé, aiin no lo entiendo. th ‘Teobaldo decia: Carolina, no lo pienses més, Si alguign iene suerte, se pone contento y no le da wel tan Puede que te cuide porque eres cantor y “Aun poco poeta, —-Quizas sea por eso. Pero no lo era. Un dia oj algo que me preo- upo: fa mujer granjera miraba a Teobaldo 60N ojos extrarios y decia a una amiga: Cada dia se pone mas gordo, Parece un lechon. Estara estupendo para Navidad. Sea como sea, yo prefiero el pavo —le dijo su amiga. —Pues no estoy de acuerdo, el pollo es mucho mas tierno. ‘Yo me eché a temblar. No estaba segura de DESDE que Teobalde llegé al gallinero, su- cedia algo que no comprendiamos: la mujer granjera siempre le ponia de comer aparte, Le daba en la mano los granos mejores, y ademas trozos de bellota, castafias partidas y pasas y nueces. En el gallinero nadie lo entendia, y algunas. gallinas se morian de envidia —Me parece que estis enchufado —le de~ cla yo. =Yo también lo creo, y el caso es que no sé por qué. Como no soy quapo ni muy ele~ gante, la granjera no me va a llevar a ningin concurso. Y no estoy enfermo ni deébil para que me cuide con tanto interés. —Si estuvieras débil, no te engordaria. No. es tan amable, lo sé por propia experiencia. —Pero si estoy gordo, gpara qué me en haber comprendido, pero un escalofrio me. recom el cuerpo. Y despues no sabia qué hacer, Teobaldo. era tan faliz...No queria asustarlo, Decidi que iba a vigilar, y a partir de entonces no tuve descanso. Mas que gallina, parecia perro quardién, Casi no comia, no dormia bien y pasaba el tiempo subida en mi érbol, mirando a la puerta por si habia peliaros. Teabaldo llegé a preocuparse: —Carolina, cte sucede algo? —Nada, Teobaldo. Pero, por favor, come: lun poco menos, Creo que cada dia te pones mas gordo. —éEs que no te gusto? =No es 650, carifio. Es que tengo miedo. —eDe qué tienes miedo, gallinita mia? —Es que me preocupo por tu corazén —le decia por disimular. —Pues no te preecupes, Lo tengo de hie- v9, y solo se altera silo alteras ti. ‘Teobaldo, que esta es muy serio. —Anda, Carolina, alegra esa cara. Por far vor, mirame y sonrie. Un poquito mas, muy bien: jla foto esta hecha! iQué payaso era! Los das siguieron corriendo de camino ha cia Navidad. Teobaldo sequia engordancdo, y -yo sequia preocupéneome. —Por favor, Teobaldo, —Carolina, déjame que coma un poquito més. Mafiana empezaré el régimen. Te doy ‘mi palabra, Llegaba maitana y é-volvia a decir —Empiezo maitana, Como yo temia, el peligro estaba acechan- donos y lego la vispera de la Navidad, En el galinero habia buen ambiente: rsas, villancicos, regalos. El Marqués me ofteci6 una flor de invierno: —Carolina, espera que seas muy fli, Marques, te deseo fo mismo, —Eso no es posible —dijo suspirando, y ‘aadié—: Carolina, jau!, si ti: me quisieras.. —Tienes que intentar divertirte un poco —e die para darle animos. EL bajé los ojos v dijo con voz desmayada: —No me quedan ni ganas ni fuerzas, Pero le quedaban, porque de repente tres gallinas jovenes pasaron cantando. ‘Adios, Carolina, ti tienes razén, a ver si Jo Intento —exelamé el Marques y se fue a El Amiga Perro se aceret a los huecos de ‘ucstra alambrada y me entregé un ramo de nienos deseos. En fin, todo parecia que marchaba bien, Dentro de unas horas seria Nochebuena y en «] gallinero habia aires de fiesta Toobaldo dirigia un coro y estaba radiante de gore: oz pare todo el mundo, ‘amor y ategria ‘en la Nowidad. ‘Yen ese momento la mujer granjera.legé ‘ol gallinero, menos mal que yo viilaba. La granjera Ilmaba a Teobaldo con voces ‘omables y ojos de engatio. Le noté algo rara; tna de sus manos esta- ‘ba extendida y tenia en la palma granitos dlo- ‘odlos de maiz y trigo. En cambio, la otra se ‘ecultaba detras de su espalda ‘Yo mo 86 por qué eso me extras. Me acerqué a observa. tba de puntilas y no se dio cuenta, Descubri que en su mano ‘cullabrillaba un cuchillo largo y aflado Lo entendi de pronto: mis patas temblaron ¥ rel mori. Pero busqué fuerzas y grit: —No vengas, Teobaldol pobre Teobakio no entendia nada, pero tne hizo caso. ¥ eso que el maiz vel tigo do- rad decian: ;Comedme! La mujer granjera lo sogula lamando —Ven aqui, galt, mia Io que taigo Mientras tanto yo temblaba y pensaba. Te- nila que hacer algo para distracra Hice muchas cosas y no resultaron, Por «jemplo: volé haciendo dreulos, cord hacien- do eses,salé igual que un canguro, giré como tn trompo, fing que me ahogaba y ped soco ro moviendo las alas la mismo que aspas de ‘motino La mujer granjera no hizo ning caso y st guid llamandot: — (Donde estas, galito? ‘Teobalco estaba escondido. Pero era golo- yo tenia miedo de que no resistiera tanta Hon. —2Donde esta el gallo més fuerte y mas grande del mundo? Mira, mira, mira qué co- sas fan ticas tengo para ti —decia la granjera. ‘A Teobako la boca se le hacia aqua, Las otras gallinas andaban buscéndolo y vo los decia: —No dejéis que salgn. Por favor, ocuttadlo bien —y después me decia a mi misma: +Ca- rolina, tlenes que hacer algo. piensa mas de prisa. Sino tela das, la mujer granjera legaré 2 enconttarlow. Pobre Teobaldo, me lo imaginaba sirvien- do de guiso para Navidad. ;Dios mio, qué es panto! ero no, no iba a consentinlo de ninguna forma. Y para impedirlo puse ojos de ogto, abri mucho el pico y corr hacia la granjera. Ponsaba asusiara, y ella se 6, Dijo: —Bicho, apértate. Intenté plearle y me dio una coz. ¥ de pronto enconiré la idea que necesita. ‘ba, Fue como una luz en la oscuridad 0

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