COLECTIVA 22 BITS
VIRAL BOLETÍN
07
“ESTEMOS O NO DE ACUERDO, HOY LAS VIDAS GRAVITAN ENTRE LA VIRULENCIA
DE LA PANDEMIA Y LA SUPERFICIE DE LAS PANTALLAS, PRESAS DE ESE INTERLU-
DIO PERMANENTE ENTRE LUZ Y CONTAGIO”
boletín 07
IMÁGENES. FRANCISCO BELARMINO
RUIDO
Pensar y escribir sobre las prácticas sonoras
en medio de la pandemia de COVID-19, con
DEL
su irrupción y alteración de las cotidianidades,
tiene una carga diferente al hacerlo desde Chile.
Porque no se trata, simplemente, de ver y
escuchar a una ciudad que vació sus calles
debido a las cuarentenas, sino que en este
27. 07. 2020 contexto, se vaciaron calles que estaban siendo
ocupadas como espacios políticos,
principalmente desde el 18 de octubre de 2019.
NOSTALGIA
de algunas semanas de evasiones masivas de
estudiantes secundarios en el metro de
Santiago, el aumento de la represión y el cierre
de las estaciones de metro, hizo encontrar a toda
la ciudad en la calle, a las personas unas a otras.
La rabia acumulada produjo diversas manifesta-
ciones sonoras: algunas personas gritaban y
aplaudían, otras sacaban las cacerolas a la calle.
Los autos que transitaban acompañaban con
bocinazos mientras atravesaban alguna
barricada. Muchos tomaban piedras o palos y los
usaban para golpear basureros, carteles o rejas,
Colectiva 22bits extendiendo así su propia rabia y formando un
La Colectiva 22bits, conformada por Bárbara Molina y gran cuerpo sonoro. Amorfo, disonante, disidente,
Matías Serrano, se basa en la escucha y la experimentación pero propio. Símbolo del hastío de formar
tecnológica para generar proyectos artísticos desde una
LA
De repente, habíamos dejado de ser cuerpas de otros modos perceptivos: escucharnos, ser
individuales, sobreviviendo a duras penas y de cuerpas presentes, y mantener la memoria viva de
manera angustiosa, y estábamos comenzando quienes ya no estaban.
a mirar hacia el lado, notando que las crisis no
eran tan personales. A algo así, sonaba la “normalidad” en la que nos
encontrábamos, hasta justo antes de la
Si bien el estallido social no es algo que se pandemia. La distancia social que debimos
produjo de un día para otro, siendo resultado de adoptar como forma de cuidarnos tenía otro
procesos de lucha que tienen una larga sabor, porque significaba fragmentarnos y
trayectoria, desde ese día, en adelante, nuestra separarnos de los espacios que nos habían
percepción de la realidad, y por ende nuestra definido los últimos meses, los lugares en los que
identidad, comenzó a mutar de manera resonábamos, y vivíamos. Las tecnologías de la
colectiva. Comenzamos a abandonar la información y comunicación nos ofrecen
lógica vertical, de ser nombradas y ordenadas alternativas para no perdernos de vista, pero son
por los criterios de la autoridad de turno, y sustitutos pobres de la riqueza que tenía
empezamos a preguntarnos cómo nos escucharnos y vernos frente a frente. El ruido de
queríamos identificar y organizar. Si el estallido las calles y el movimiento popular se reemplazó
del 18O, como pulsión emocional, se manifestó por el ruido algorítmico de las redes sociales, los
sonoramente, principalmente como cacerola- servicios de streaming, y el del espectáculo
zos, las semanas y meses posteriores fueron televisivo con los informes diarios de la
incorporando además un componente mucho pandemia. Volvimos a estar delimitados y
más poderoso: la escucha. designados por una autoridad y sus intereses
antojadizos, sin tener mucha posibilidad de seguir
Las cuerpas individuales se dejaron de ocupando los espacios públicos y construyendo
encontrar solas, y la manera de forjar los nuestra dignidad. Añoramos escucharnos sin el
enlaces era a través de crearlos, en espacios de filtro de un micrófono de manos libres, en el
comunicación amorosa y horizontal. espacio público, en comunidad.
Proliferaron los cabildos y asambleas, de
trabajadores, estudiantes y en los territorios. Sin embargo, ese espectáculo pobre y propio de
Se abrieron nuevos espacios de conversación la política chilena, tuvo una particularidad: el día 14
donde la escucha era el mecanismo principal de julio, anterior a la votación por el retiro del 10%
de, primero, reconocimiento de identidad de las AFPs, del ahorro personal de previsión, en la
individual, al permitirnos resonar con los Cámara de Diputadas y Diputados, las cacerolas
conflictos e inquietudes de otras personas, y volvieron a sonar. Se propagaron por cada ciudad
también de construcción de proyectos del país, a modo de advertencia. El sonido
colectivos que hicieran sentido a esas metálico, el mismo que nos hacía aparecer y
comunidades. En la época de las redes hacernos visibles, se volvió a utilizar para advertir a
sociales, y el capitalismo del yo, y la proliferación los de la política de las apariencias: no estamos en
del auto-reconocimiento a través de las silencio, estamos al acecho. Volveremos a
imágenes, se abrió una brecha en la que nos aparecer, viviremos escuchándonos, venceremos
volvimos a reconocer como colectiva a través resonando.
viral 0.7 06 “SI EL ESTALLIDO DEL 18-O, COMO
PULSIÓN EMOCIONAL, SE MANIFESTÓ
SONORAMENTE, PRINCIPALMENTE
COMO CACEROLAZOS, LAS SEMANAS
Y MESES POSTERIORES FUERON
INCORPORANDO ADEMÁS UN
COMPONENTE MUCHO MÁS
PODEROSO: LA ESCUCHA (...)
PROLIFERARON LOS CABILDOS Y
ASAMBLEAS, DE TRABAJADORES,
ESTUDIANTES Y EN LOS TERRITORIOS”
Están pasando demasiadas cosas raras para que todo pueda seguir tan normal
I.
Los pixeles y las pantallas como única ruta de poéticas que se limiten netamente al universo de
acceso a la transmisión de un otro no son la información binaria”. De hecho, la misma
novedad. Imágenes como “Signal” del fotógrafo composición digital se ubica en un permanente
estadounidense John Stanmeyer (ganadora de estado de devenir, dado que la modificación de
la World Press Photo 2013) dan clara cuenta de sus ceros y unos –del código binario– es siempre
aquello, al mostrar a un grupo de inmigrantes una posibilidad abierta. Al respecto, Rodrigo
en las orillas del Mar Rojo, situados bajo la luna Zúñiga delibera que la imagen-pixel está siempre
de la ciudad africana de Djibouti, intentando dar en flujo, bajo esa condición líquida que la desata de
con la señal de internet proveniente de Somalia, cualquier matriz.
mientras sus celulares portan una tarjeta SIM
de dicho país vecino. Así, ante la impronta Si consideramos lo anterior, entonces, trasladar
física de las fronteras geográficas (militarmente la vida mundana y terrenal a la ingravidez de una
impuestas), los grupos migrantes proyectan su pantalla no parece algo completamente
desvanecimiento, al intentar reconectar disparatado. Después de todo, en las raíces del
virtualmente con sus parientes, que han inconsciente yace un devenir líquido, con
quedado estáticos al otro lado del margen. fantasías, deseos y pensamientos inaccesibles a
Algo parecido sucede con los encuentros la conciencia, donde las posibilidades propiciadas
sexuales a distancia, que copulan frente a las por la internet y su visualización en pixeles
pantallas, con estímulos condensados en cada parecen ser una vía para la ‘materialización
pixel. Estas uniones incorpóreas inmaterial’ de este contenido inconsciente. Así, tal
–que paradójicamente acontecen en el como apunta Zúñiga, las imágenes-pixeles
sentir de cada cuerpo– generalmente hablan forman parte de un campo de posibilidades
de comunidades disidentes, que deben inagotables, que no parecen ser una mala vía de
recurrir a esta vía para poder conectarse con acceso a los intersticios del deseo, la
sus fuentes de afecto y deseo de manera comunicación y la convivencia remota a la que nos
segura, ante los preceptos morales que el resto enfrentamos. Todo esto sin mencionar que
ejerce. tampoco existe otra posibilidad de salida ante la
inmanencia del contagio.
Actualmente la vida exterior parece haber
quedado atrás. La posibilidad de desplazarnos y II.
producir instancias de realidad sociales,
espontáneas y en proximidad física a la manera Ondas circulares se propagan por el líquido de
en que estábamos acostumbrados no se ven una pantalla. Al fondo, la imagen en movimiento de
como una opción viable de aquí a mucho un recorrido sobre la atmósfera. Poco a poco, los
tiempo más. La radiación electromagnética del contornos de esta proyección cambian de forma,
sol fue reemplazada por la luz de cada pixel y la hundiendo sus extremos para dejarnos frente a
captación de vitamina D es suplida por una zona convexa. La pantalla, tradicionalmente
medicamentos. Por su parte, el arte relevado tersa, se entrega al arco de esta imagen,
por pantallas, tal como sugiere Diego Maureira, mientras Francisco Belarmino escribe que
no carece de legitimidad a la hora de “proponer siempre ha querido tener una pantalla gigante y
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curva, como la que lo mira desde el otro lado podemos tocar y menos despedir su residencia
de la Alameda. Luego de unos segundos, en la Tierra. Todo esto público, instantáneo y
aparece la imagen de este gran entramado vuelto a la luz del pixel.
electrónico sobre el centro de Santiago. Está
apagada. Es de día y la frialdad de su órbita El 2007 la fotógrafa saudita Evan Baden
contrasta con las fachadas de cemento presentó su serie “The Illuminati”. Las imágenes
gastado de los edificios que la rodean. Hubo un muestran el rostro de los modelos iluminados
tiempo, cuando las masas aún se por las pantallas de sus dispositivos, generan-
desplazaban bajo la carne, en que la luz de esa do un claroscuro entre la superficie lumínica y el
pantalla colmaba el cielo de la Alameda, resto de la escena. El juego entre la conexión y el
mientras abajo en la vereda –similar a las aislamiento simultáneo que presentan estas
tomas de Blade Runner– ardía el fuego de las fotografías, hoy más que nunca, vuelve a
parrillas con anticuchos y los carros con aceite recobrar fuerzas. Si bien por esos años, el Sur
para sopaipillas. Todo rebosante de estímu- del mundo no contaba con un acceso masivo
los, contrastes, multitudes y movimientos, en a las tecnologías que ostentan las imágenes de
una escena que resume –arriesgándose en Baden, hoy la situación es distinta: la clase media
esta generalidad– las vistas de América Latina, y trabajadora goza de conexión a internet,
como si se volcara su flujo en un solo pixel. formando parte de un gran espectro –no sin una
cierta imposición– de illuminatis. Los pobres, en
La pantalla que mira desde el otro lado de la cambio, no pueden costear este servicio de la
Alameda ya no ilumina ese espacio. Hoy son misma manera. Por consiguiente, la educación,
otros los focos que día a día resplandecen, el trabajo y el traslado de la vida al plano virtual
concentrados en los dispositivos tecnológicos ejerce un nuevo nivel de precarización. La
y las presencias espectrales que se proyectan conexión, luz y excitación suscitados al calor del
a través de sus aplicaciones, videos y pixel no irradian por igual y de hecho, la inversión
transmisiones en vivo. También se visitan entre la señal perseguida por los modelos de
imágenes del pasado, que ante las actuales Stanmeyer –en la intemperie foránea– versus la
medidas contra el contagio, vuelven a ser que concentran los de Baden –en la
compartidas y puestas en flujo. Así, comodidad privada de sus autos y hogares– lo
fragmentos dispersos entre el gran acopio resume bastante.
digital de antaño –en desorden y sin nunca
imaginar esta función conmemorativa III.
– retornan a un espacio virtual compartido,
como highlights de un carrusel infinito que Estemos o no de acuerdo, hoy las vidas gravitan
recicla el depósito de los recuerdos. entre la virulencia de la pandemia y la superficie
Fotografías análogas digitalizadas por la de las pantallas, presas de ese interludio
cámara del celular, capturas de pantalla de permanente entre luz y contagio. La serie “Pixels”
hace uno o dos años, videos sueltos, álbumes del fotógrafo argentino Alejandro Chaskielberg
improvisados. Todo emerge como un rito de sintetiza la presencia de los modelos a la
afecto virtual, inspirado en quienes no manera de un color, que es destellado por la
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pantalla del celular que cada uno sostiene. Allá y enfermedad se vuelve endeble. Habitamos una
donde la suma de pixeles de Belarmino oscuridad inagotable, pero abrazamos la vuelta a
conforman un torso desnudo, acariciado en el la luz y el calor del exterior.
intervalo de la pantalla, el centelleo
policromático de Chaskielberg presenta ¿Cómo percibir este periodo en un futuro
cuerpos contiguos, pero enfrascados frente a venidero? Naturalmente, el registro de estos
la luz que acalora sus rostros. Así, encandila- tiempos confinados se detendrá bajo capturas
dos ante los fotones de color y situados en de pantalla, ya que ese es el lugar donde el 2020
puentes, ríos y paisajes del sur de Argentina, transcurre. Estos archivos, más que imágenes,
los cuerpos sostienen y son capturados por la serán fuerzas sensibles, bloques de sensación y
performance lumínica de cada dispositivo. destellos de memoria, que se verán reproducidos
en otras pantallas, aún sin un contexto claro, en
Si a partir de octubre de 2019 las pantallas color sobre color, luz sobre luz y pixel por pixel.
convocaron y replicaron la acción de los
cuerpos físicos aglomerados sobre el espacio
público, con luces provenientes de múltiples
rayos láser que apuntaban hacia los drones,
helicópteros y fachadas de edificios; bengalas Bibliografía
detonadas hacia lo alto, proyecciones de
Delight Lab o colores emitidos por Oxilux Maureira, D. (2020) Frío e inerte. Sobre la obra de
durante año nuevo, hoy toda esa energía se Valentina Maldonado en Artishock, recuperado el
encuentra relegada a la proximidad de cada 29 junio de 2020.
pantalla, en estado de expectación hasta
poder volver a abrirse más allá de cada Sontag, S (2012) La enfermedad y sus metáforas.
dispositivo. Buenos Aires, Argentina, Random House
Mondadori.
IV.
Zúñiga, R. (2015) La imagen infinita. Reflexiones
¿Qué sigue de aquí en adelante? Susan sobre la especificidad ontológica de la
Sontag emprende su libro La enfermedad y imagen-pixel. Revista de Teoría del Arte, (27), p.
sus metáforas (1978) diciendo que la enferme- 13-27. Consultado de https://revistas.uchile.cl/in-
dad es el lado nocturno de la vida y que al dex.php/RTA/article/view/38007/39666
nacer nos es otorgada una doble ciudadanía,
la del reino de los sanos y la del reino de los
enfermos, agregando que “aunque preferimos
usar el pasaporte bueno, tarde o temprano cada
uno de nosotros se ve obligado a identificarse, al
menos por un tiempo, como ciudadano de aquel
otro lugar”. Hoy, cuando el virus se expande sin
claridad ni precedentes, la barrera entre salud
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PROYECTO VIRAL
BOLETÍN 07
Santiago de Chile, agosto 2020
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