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1.

Primera fase: de la teorización del arte en la revolución a la revolución en el arte

La transición al socialismo planteo un nuevo problema en la revolución del arte, ya


que limitaba su amplitud a un enfoque ideológico y realista social, el cual dejaba relegadas
otras formas de expresión, siendo excluyentes.

Defendiendo la validez de la abstracción en el arte moderno, Sánchez Vázquez


amplió la definición del arte como forma de lenguaje y expresión creadora de una
nueva realidad. De este modo el planteamiento hecho se condensaría en un núcleo central
(la concepción del arte como trabajo creador).

2. Segunda fase: la crítica de la mercantilización del arte (años 70-80):

Una preocupación a partir de ella por extender el arte a los más amplios sectores
de la sociedad de tal manera que la creatividad artística no se reduzca a determinados
individuos excepcionales. Paralelamente, desarrolló en mayor profundidad la tesis de la
hostilidad del capitalismo al arte. Según él, lo que mata la creatividad artística es su
conversión en mercancía y su manipulación como “arte de masas”.

Cabe subrayar en este punto es el claro surgimiento de posiciones estéticas


propias del autor, como por ejemplo, la ampliación de la esfera de lo estético y la reflexión
sobre las categorías de la estética más allá del arte y de “lo bello”. Era necesario ahora hacer
énfasis en la problemática de su distribución y recepción
Pero, el capitalismo (luego de la transición del socialismo y neoliberalismo) también
tomo un carácter excluyente (a todo lo que no respondiera a su fin), entonces ¿cómo
asociar lo bello y lo útil? ¿Cómo asociar el arte con la educación estética?

3. Tercera fase: la crítica del clasicismo y del eurocentrismo

El papel de la estética necesita replantearse, por lo cual, también las instrucciones


educativas buscando así el enriquecimiento de la sensibilidad estética y extenderlo a la vida
cotidiana, de donde se dan las situaciones estéticas (el obsequio de una flor, la música, etc.)

Aquí contemplamos la posibilidad de considerar a los medios de producción,


también como posibles creadores de arte (cumplen tanto función utilitaria como estética),
pero en las sociedades capitalistas es dudoso que se den estas experiencias estéticas ya que
cumplen funcionalidad en cuanto al lucro.

Otro aspecto a tener en cuenta es la noción en la estética se reduce a lo bello,


(ignorando lo feo, abstracto, raro, horrible, grotesco como propone también Velázquez).
Esta idea está vinculada a la tradición griega, europea y occidental de la estética, la cual
consiste en reconocer la serie de valores desde lo equilibrado, armonioso. etc. Pero con la
crítica de que estos aspectos no siempre garantizan la esteticidad.

Con esto surge la controversia de la educación arraigada a la visión de las “Bellas


artes” (que viene sustentada por individuos altamente burocratizados). Sus discursos vienen
desde el conocimiento y el retorno de una postura clasicista del arte, dando atribuyendo
conocimiento solo en lo idéntico.

Vásquez asocia esa postura con la pobreza de educación estética en américa latina,
porque debemos salir de ese autoritarismo ideológico europeo en cuanto al arte. También
se apuesta por un resguardo de lo clásico en la educación (y también de su conservadora
postura) y se restringe la educación artística a una educación puramente técnica, es decir, a
la simple acumulación de reglas.

La teoría de educación estética de Vásquez propone ante todo una educación ajena a
los estereotipos académicos que solo buscan reproducir modelos o mercantilizar el arte, a
su vez, reconocer los obstáculos que llevan a esto y los promotores de dicho discurso que
desvalorizan el arte.

Es preocupante que a educación estética tenga problemas de alta comercialización a


raíz del control privado de los medios de comunicación, los cuales justamente promueven
en gran escala la enajenación y la fetichización del arte, por eso dice que al hablar de la
educación estética no se puede ignorar el condicionamiento impuesto por las instituciones
sociales.

En el libro “De la estética de la recepción a una estética de la participación”, asume el


desafío de explicar y valorar el nuevo arte virtual, digital, computarizado, que fascina a la
juventud y se desarrolla como el instrumento ideológico más eficaz de la globalización. La
conclusión de Vázquez es negativa, ya que el aspecto significativo y reflexivo del arte queda
anulado en la recepción ante la preeminencia del sensualismo más elemental. Sin embargo,
no descarta que estas nuevas tecnologías puedan adquirir cierto valor estético en una
sociedad alternativa a la sociedad enajenada, capitalista en que vivimos.

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