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Escuela de Entrenadores César Luis Menotti

Profesor Doctor Roberto C. Frenquelli

Clase teórica del 9 de abril del 2015

….Escher es un artista y dibujante del siglo XX que es muy famoso por una serie de
obras donde él trabaja una especie de dialógica entre lo interno y lo externo, lo que
está arriba y lo que está abajo, la profundidad y la superficie; todas estas
condiciones a modo de hermanamiento, pariendo “mellizos”, que tiene nuestra
mente. En este caso una mano que dibuja otra mano. Por supuesto que Escher
cuando dibujaba no pensaba en cuestiones filosóficas; pero sin duda, estaba muy
comprometido con esta ligazón muy particular entre opuestos. Estas son palabras
que vamos advirtiendo: opuestos, ligazón.

Se podría decir que conforma una operación de indistinción. Es como una


circularidad infinita, sin principio ni fin. Se hace difícil decir dónde empieza y dónde
termina algo.

Visto desde el punto de vista del arte ofrece un cierto impacto estético. Como por
ejemplo, tomando otras obras, donde un joven está dibujando en una ventana
mientras observa una bahía donde hay una serie de barcos, desde uno de ellos hay
otro marinero que observa al que lo está observando. Hay una indistinción entre
quien observa y quien es observado.

Es desde esta trama donde he tomado a Escher para ingresar a nuestro tema de
hoy, “El sistema nervioso como red de operaciones sensomotoras”. Esta cuestión,
de indistinción entre productor y producto, resulta un concepto central para nosotros
en Neuropsicología y Psicología del Desarrollo.

Tenemos un opuesto: lo sensorial y lo motor. Nosotros vivimos permanentemente


en una red de tramitaciones sensomotoras.

Hay quien diría, en unas de esas expresiones algo atrevidas que invitan a pensar,
que la vida es una red de tramitaciones sensomotoras.

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Pensemos. En este momento Ustedes me escuchan, me ven, merced a las


propiedades sensoriales de vuestros sistemas nerviosos. En la intimidad dirán “...
adónde quiere ir este profe...”, “y si estuviera un tanto loquillo?, qué es esto una de
red de tramitaciones!”... Yo, por mi parte, desde la irremediable soledad que todo
docente padece de algún modo, escruto en vuestras expresiones, “cómo estarán
tomando todo esto?...”, “les resultará interesante?...” Un sinnúmero de eventos de
diversa clase y categoría se va dando en este diálogo. Y todo pasa por lo que he
llamado “tramitación sensomotora”. Sí, un trámite; es decir estamos en medio de un
proceso, en secuencia circular, de ida y vuelta, intentando resolver un asunto. Qué
asunto?..., ni más ni menos que entendernos, desenvolver el proceso enseñanza
aprendizaje, nuestra tarea manifiesta aquí y ahora. Toda la vida es un trámite. No un
“mero trámite”, claro está.

En el momento en el cual emito mis palabras produzco vibraciones en el aire


circundante, estas impactan en los tímpanos de ustedes, como “aire organizado”,
son ondas sonoras que producen presión sobre los tímpanos. Desde allí, por la
cadena de los huesecillos del oído medio, que conforman un sistema mecánico,
ejercerán presión sobre la llamada ventana oval en el oído interno. Entonces esas
magnitudes físicas, primero ondas sonoras, después presión de los huesitos,
sufrirán un nuevo cambio a energía electro química, la de los potenciales de acción
del Nervio Auditivo. Ese pasaje de una clase de energía a otra se denomina
Transducción.[1] Por este nervio, uno de los Pares Craneales, arribará tras pasar
por diversas estaciones nerviosas a un punto donde se producirá una “mágica
diferencia”, aquella que les permitirá decir “Oh..., el Profesor ha dicho
Transducción..., qué cosa es esto?” Tal vez alguno, más valiente y decidido, me
diga “...cómo dijo Profesor..., Transducción?, podría repetir la idea...” Se va
delineando ese círculo del que hablaba, de las tramitaciones sensomotoras, de ese
gracioso remolino que parece el perro que se muerde la cola.

Un lindo ejemplo vinculado al movimiento, que nos enseña que es precisamente él,
el movimiento, quien nos pone en el significado de las cosas. Al escribir con tiza,

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algo aprendido, uno termina sabiendo qué es una tiza. Cuando ha practicado con
ella. Cuando se aprende por la actividad sensomotora. Se aprende en la acción.

Otro ejemplo es el de “la pelotez de la pelota”; vayamos a un niño de 3 años. Ya


estamos en la Psicología del Desarrollo. El niño ve un objeto redondo con los
colores preferidos del club de su padre. El niño nota que si le aplica una
determinada fuerza, se mueve; si tras algunos intentos ve que cuando le imprime
una determinada dirección vuelve porque da contra una pared; empieza a practicar
con ese objeto, primero un poquito y después otro más, nota que después vuelve
más fuerte, o más despacio; vuelve algo al costado, la toma y vuelve a despedirla. Y
así. Empieza entonces a hacer una cosa que se llama en terminología piagetiana
reacciones circulares [2]. También podemos hablar de operaciones circulares.
Entonces a los diez días juega con aquel objeto que ahora es para él una pelota!. La
tira contra la pared con mucho placer y eficiencia; más tarde mejora mucho pues la
hace picar, la bota contra en la pared, la ataja, la vuelve a picar; la toma con una
sola mano. Y pronto juega al basketball en Temperley, su club de barrio. A los 15 lo
venden a otro club más importante. Y a los 21 juega en la NBA!

El chico aprendió acerca de la “pelotez” de la pelota. Porque antes cuando veía una
cosa esférica, de color, con ciertos colores que le gustan a su padre, no tenía noción
de que era una pelota. Adquirió el significado de la pelota en la acción[3]. La
Psicología también se aprende en la acción. Lo mismo que el Psicoanálisis. El
Psicoanálisis no se aprende en las declamaciones de ocasión, en las
declamaciones oscuras de cierta retórica aburrida. Lo mismo pasa con todo. Las
clases son una oportunidad, son un momento para entrar en cierta sintonía con el
docente, con lo que dice el docente. Pero el conocimiento genuino está en la acción,
en la Práctica. Por eso son tan importantes los Trabajos de Observación (sobre
otras prácticas o de simulación).

Pero quedémonos por ahora con que las operaciones sensomotoras son reacciones
circulares, de indistinción, de auto corrección. Porque cuando uno tira la pelota
contra la pared y siente un cierto ruido sabe que “algo no va”, e inversamente, que
ese es el ruido del buen movimiento. Lo mismo pasa cuando uno bate yemas de

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huevo, si uno bate muy fuerte puede que tire la yema para todos lados; si lo hace
más lento no notará buen resultado. Hay una búsqueda de cierta armonía entre
sensación y movimiento.

Faltaría agregarle una palabra a este tema, la que los matemáticos llaman
operaciones recursivas. Es concepto difícil. Vamos a suponer que en un cierto
sistema aplicamos indefinidamente la misma operación. Se logra de esta manera
una cierta estabilidad, un estado donde se advierte aquella indistinción. Entre
productor y producto. Arrancamos con un número, le aplicamos repetitivamente la
misma operación, llegamos al mismo número del inicio!

Indistinción entre lo sensorial y lo motor. La repetición de la misma operación,


también llamada “iteración”, lleva a una cierta performance, relativamente estable,
donde se enlazan ambos opuestos. Los opuestos se oponen, pero también entran
en una sinergia colaborativa. Terminan por fundirse entre ellos, en una suerte de
paradoja. Pues son distintos, pero no son distintos.

Recursividad no es lo mismo que dialéctica, en la cual entre tesis y antítesis se


genera un tercer campo inteligible, la síntesis. Aquí, en la recursividad, se produce
un lazo inextricable entre los opuestos. Es una condición de la Biología, de la vida.
Es lo que nos hace pensar en una Lógica de lo Viviente, en la Bio - Lógica. Es como
podemos pensar Biología y Cultura. Como podemos pensar Cerebro y Mente; son
distintos, son opuestos, pero se funden entre sí.

Recursividad tampoco es un circuito de retroalimentación negativa[4], también


llamado “a constancia”. No lo es pues la recursividad implica un cambio en los
elementos intervinientes en la operación. En la retroalimentación los elementos del
sistema permanecen sin variantes, son siempre los mismos. En el momento que el
niño juega “iterativamente” con la pelota está cambiando la calidad de sus
conexiones sinápticas, las está estilizando, las está afinando. Eso lo llevará al
virtuosismo del que hablábamos. Los elementos interactuantes van cambiando,
tanto en lo morfológico funcional como en el sentido específico que se adquiere. Lo
que llamaba hace un rato “pelota roja” es “otra pelota” al terminar el juego.

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Es cierto que mientras se desarrolla el juego se van produciendo cambios al estilo


de correcciones dentro del sistema; el tiro se va mejorando, tanto en la posición de
las manos que arrojan el esférico, como en la fuerza con que se lo hace, como en la
dirección y velocidad. Pero aquí los componentes van siendo modificados. La
máquina viviente se auto-repara y auto-regenera sin cesar. Esto es la organización
recursiva.

En el servomecanismo la máquina es más trivial, no se modifica, solo se


autocorrige.[5] Una ametralladora de tiro antiaéreo corrige la mira para apuntar
mejor el disparo, pero sus componentes no cambian. Siempre es la misma
ametralladora, siempre es el mismo indicio del avión a derribar. En cambio los seres
vivos vamos cambiando el sentido, la significación de la secuencia. Al terminar esta
clase no estarán hablando con el mismo Profesor. Yo tampoco estaré hablando con
los mismos alumnos. Nuestros circuitos neurales, nuestras sinapsis, no serán las
mismas.

Concluimos con una sentencia: la Biología no es de la línea, la Biología – en otros


términos la vida – es del círculo. Del círculo creativo de los bucles recursivos.
Cuando hablamos de estos asuntos no estamos meramente aplicando a sistemas
de “baja complejidad” como podrían ser los reflejos espinales. Toda la interacción
humana, hasta las más complejas, es un entramado multidimensional de
operaciones de este tipo. Por eso es tan difícil puntuar dónde empezó un problema.
Lo que llamamos problemas, todos los problemas, obedecen a una causalidad
reticular, de indistinción productor producto. Hablo de problemas como aquello que
requiere determinada acción en pos de la tramitación vital.

Repasemos ahora algo sobre Neuronas. Sabemos que ellas se conectan entre sí
por las Sinapsis. Conocemos acerca de los mediadores químicos llamados
Neurotransmisores. Antes de Ramón y Cajal se suponía que las neuronas se
comunicaban entre sí sin mediar ninguna solución de continuidad. Se suponía que
el paso entre ellas era libre, al estilo de un sistema cloacal, como el que conecta
abiertamente las cañerías de nuestra casa con el mismísimo Río Paraná. Pero no
es así. El pasaje de la información está reglado, está organizado en forma selectiva.

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Gracias a las Sinapsis que “fiscalizan” ese tránsito. Ya sea facilitándolo o


dificultándolo.

Sabemos de la fantástica interconexión entre neuronas. Hablamos de una “galaxia


neuronal”. La suma de influencias positivas y negativas sobre un cuerpo neuronal
hará que la información tome un sentido u otro. Existen verdaderas Asambleas
Neuronales. De sus “dictámenes” se irán conformando los caminos neurales que
otorgan significación.

Se van in – formando las Redes Neurales. Hay una identidad entre huella sináptica
y significado.

De la esfera roja brillante hemos pasado a la pelota, de la pelota hemos llegado al


virtuosismo del futbol.

Estamos a un paso de formular otro aserto. Es aquél que dice “el psiquismo es una
propiedad emergente del Sistema Nervioso”. En tanto Psiquismo implica cualidades,
significaciones. De las imágenes simples, desanudadas del color, forma,
movimiento, a la esfera móvil, atractiva por sus colores; de la esfera a la pelota con
que se juega; de la pelota a un juego particular; de ese juego al podio de los
grandes deportistas. Toda esa tramitación es propia de los diferentes caminos
neurales que se van estableciendo, que son históricamente determinados. Son los
Caminos del Desarrollo. O del Devenir, si prefieren esta expresión.

Freud, en 1895, en su “Proyecto…” dejó claramente establecido este asunto. Es


cuando conceptualiza acerca de las Facilitaciones entre las neuronas “psi”. Son
caminos singulares, exclusivos. La singularidad propia de lo subjetivo asienta en las
propiedades de las Sinapsis.

No hay efecto del Sistema Nervioso, tanto en lo que hace al movimiento somático
como en el movimiento visceral, - pensemos en el movimiento de mi brazo, de mis
intestinos o de glándulas de secreción externa[6] - que no influya sobre la superficie
sensorial, receptora. Estamos a un paso de entender que la Percepción, tras un
primer momento de copia exacta de la experiencia, se inscribe absolutamente

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siempre en forma particular. La pelota de un niñito no es la misma pelota de su


hermanito. Son siempre distintas. Pues cada cual ha construido “su” pelota. Por eso
los hermanos Maradona juegan tan diferente. La sensomotricidad de Diego no fue la
misma que la de Hugo. Para suerte o para desgracia. Pero fue así.

Hay un quiebre desde la Percepción misma. Por eso decimos siempre, “el
Aprendizaje es una perturbación de una cierta dinámica de estado de un sistema, no
es una instrucción”. No hay fenómeno de mero copiado. Hay una inscripción
particular. Esto es lo que trabajan muy bien los teóricos de la Plasticidad Neuronal.
La Plasticidad Neuronal es la capacidad del Sistema Nervioso de ser modificado por
la experiencia. Pero esa modificación es siempre particular, única y diferente. La
Realidad no se captura, se construye.

Cada uno de Ustedes saldrá algo distinto de esta clase. Cada uno de Ustedes habrá
tomado alguna cosa, vía el particular filtro sensorial de cada uno, según el modo
particular de procesar la información. Nadie saldrá igualmente impresionado por mi
clase. Todos se llevarán algo. Pero ese algo será siempre diferente.

En el Sistema Nervioso se dan fenómenos de Transducción, donde como dijimos se


captan determinadas magnitudes energéticas, como los decibeles, y se llevan a otro
nivel energético, como el electroquímico. Luego se dan fenómenos de Traducción,
donde se pasa de una Huella Sináptica a una Huella Psíquica. Luego se dan
fenómenos de Transformación, donde los significados pueden ir cambiando.
Transducción, Traducción, Transformación. Diferentes modos de tramitar el eterno
comercio entre Cerebro y Cultura. [7] Ha dicho Morin, el epistemólogo de la
Complejidad, “todo conocimiento es una traducción y una reconstrucción”.

El bebé recién nacido, al pasar desde el interior “acuoso” del seno materno al
exterior “gaseoso” del ambiente, sufre aquello que Rank llamara con acierto “el
trauma del nacimiento”. En su llanto, en el desordenado agitar de sus miembros
expresa su Angustia prototípica. Su necesidad de asistencia para evitar una mayor
catástrofe. Pero a su desesperada motricidad se le agrega una poderosa “inyección”
de hormonas como adrenalina o el cortisol. Estas son las secreciones internas de

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las que hablaba hace un momento. Esas hormonas están prestas a la acción, a la
desesperada búsqueda de la asistencia en pos de un nuevo equilibrio. Serán el
calorcito de la piel de su madre, el olor de sus pezones cargados de leche, la
succión y ulterior alimentación, las imágenes que irán esculpiendo sus “caminos
neuronales”. Sus Vivencias de Satisfacción y Dolor, tal como Freud las llamó en el
trabajo que les cité hace un rato. Se irán estableciendo huellas, significaciones. Las
primeras inscripciones, los primeros esbozos de las constantes Espacio Tiempo. O
lo que es lo mismo, las primeras Representaciones. La Realidad se presenta, el
Sistema Nervioso la Representa. Esas inscripciones son las que irán modificando la
Percepción. No habrá uniformidad en el mundo perceptual.

Es un grosero error pensar que la Neurofisiología que sustenta nuestra postura en


Neuropsicología y Psicología del Desarrollo pueda asentar sobre un criterio
positivista, objetivista. La Neurofisiología enseña que la Realidad Objetiva, antes
que nada, es puesta entre paréntesis.

En matemáticas, volvemos a ellas, el paréntesis indica que su contenido debe


evaluarse, perdiendo su significado esencialista. La objetividad se diluye, se torna
una ilusión, dejando lugar a la recursividad entre Subjetivo y Objetivo. En todo caso
podemos hablar de un tratamiento objetivo, pero siempre con finalidad subjetiva.

Digamos como muchos que “…la gente que estudia el cerebro no se da cuenta de
que estudia el cerebro con su espíritu”. Y agreguemos, ahora pensando en nuestro
medio, en muchos Profesores de esta Facultad: “…el espíritu se estudia con el
cerebro”. Esta separación, esta disyunción entre Cerebro y Espíritu. (8) obstaculiza
mucho vuestra llegada a nuestra materia.

En el ejemplo que he dado sobre el Trauma del Nacimiento, ese momento tan
riesgoso de nuestras vidas, he puesto en juego las dos grandes divisiones del
Sistema Nervioso: la vinculada a lo Somático, a veces llamado de “la Vida de
Relación”; la vinculada a lo Visceral, también llamado “Vegetativo”. [9]

En realidad, sería más justo hablar de Sistema Neuroendocrino que de Sistema


Nervioso a secas.

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Notas

[1] Un transductor es un dispositivo capaz de transformar o convertir una


determinada manifestación de energía de entrada, en otra diferente a la
salida.
[2] Inicialmente las entenderemos como acto simple que se repite con cierta
frecuencia.
[3] Bien puede decirse que para Piaget, la acción es el motor del conocimiento.
Sería como dicen las Sagradas Escrituras “en el principio fue el verbo”,
pensando verbo como acción. Puede verse también en Goethe, en su
“Fausto”, donde dice “…en el principio era la acción”.
[4] Los sistemas regulados pueden ser “a constancia” donde el efecto hace
cesar la intensidad del efector, o a “tendencia” donde el efecto aumenta la
estimulación desde el efector. Son los llamados feed backs, negativo y
positivo, respectivamente. Los sistemas vivientes poseen mayoritariamente
circuitos “a constancia”, donde se persigue un valor más o menos estable.

[5] Este tema, acerca de Máquinas Triviales y No Triviales, ha sido muy bien
desarrollado por H. von Foerster en “Objeto, Lenguaje y Realidad”.
[6] Me refiero a motilidad somática como aquella que discurre por las vías
motoras conectadas a los músculos estriados, del Sistema Nervioso de la
Vida de Relación; a motilidad visceral a aquella ligada la musculatura lisa, de
vísceras como corazón, bronquios, pulmones, intestinos, vejiga, glándulas
salivales, etc. , en el orden del Sistema Nervioso Vegetativo.
[7] Todo esto puede revisarse en diversos textos apuntados en la Bibliografía
existente. Corresponden a los grandes capítulos de Sistemas, Complejidad,
Constructivismo.
[8] Uso el concepto de Espíritu en el sentido de Mente, “mind” en inglés.
[9] Recomiendo ampliar este tema leyendo “Psicofisiología - Hacia una
comprensión bio lógica del hombre”, de mi autoría.

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Neuropsicología y Psicología del Desarrollo

Huella Sináptica, Arco Reflejo. Plasticidad Neuronal.

Devenir Sujeto / Sujeto del devenir

Clase Teórica del 24 de abril del 2015

En la clase pasada hemos hablado algo sobre Neurona y Sinapsis. A partir de allí
hemos establecido algunos puntos fundamentales para la comprensión del Sistema
Nervioso Central.

Las neuronas son la unidad elemental del Sistema Nervioso. Su morfología, su


fisiología reiteran esto que venimos viendo acerca de la Sensomotricidad. Pues las
Neuronas tienen un polo receptor, las dendritas, que reciben la información, para
después proyectarlas sobre el polo efector, el axón, que emite la información. De
algún modo podemos hablar de un sistema de entradas y salidas, respectivamente.
Sabemos en el núcleo, allí donde residen los ácidos nucleicos, lo mismo que en
ciertos organoides intracitoplasmáticos, se producen modificaciones que harán que
ese pasaje de entrada – salida, sufra alguna marca, alguna transformación. Las
Neuronas no son indolentes al pasaje de esa información, no resultan
inmodificadas. En ellas, en el conjunto “galáctico” que conforman, en la magnitud
fantástica de conexiones entre ellas, se producen verdaderos caminos facilitados,
uniones y barreras preferenciales que imponen un cierto decurso. Decurso como
sucesión espacio temporal en las redes neuronales.

Es cuando nos acercamos a verdaderos entramados, verdaderos esculpidos en la


materialidad nerviosa, de cierta tramitación que va a intermediar entre sensación y
motricidad.

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La Plasticidad Neuronal es aquella propiedad del tejido nervioso de fijar cierto tipo
de cambios. El Sistema Nervioso Humano es modificable por la experiencia. En todo
momento estamos recibiendo variaciones energéticas desde el ambiente que al ser
procesadas en esos núcleos neuronales, se van fijando nuevas huellas que son la
base de la memoria y el aprendizaje. Resulta una vulgaridad extrema pensar la
actividad del genoma como estable, inmodificable. El genoma tiene una porción
variable que está continuamente modificándose en la experiencia. La idea vulgar,
extremadamente vulgar y casi vergonzosa para un universitario idealmente
planteado como alguien relativamente culto, no se compadece con la expresión que
supone a lo genético como lo inmodificable, con lo “fijo”. Nuestros genomas se
“mueven”, tanto como las revoluciones de los astros alrededor del Sol. Aquellos que
piensan a lo genético como lo inmutable son como los partidarios del Sistema
Ptolomeico, son “pre-copernicanos”[1].

El procesamiento de la información, el establecimiento de huellas sinápticas que


suponen pasajes frutos de la experiencia, modificando la experiencia inicial, es lo
que da lugar al devenir. Devenir es sucesión, es cambio emparentado, en suma
transformación.

Hay una identidad entre huella sináptica y huella psíquica. El Aparato Psíquico es el
Sistema Nervioso. Este presupuesto biológico infiltra toda la obra de Freud. Lo
psíquico no es una compleja “emanación misteriosa” de una cierta “masa babosa”
llamada cerebro. Para nosotros, negar este asunto solo puede justificarse por la
adscripción a cierto oscurantismo[2].

La relación entre la excitación somática y el fenómeno psíquico se produce a través


de una relación concomitante dependiente, no deja de funcionar el fenómeno
psicológico y no deja de funcionar el fenómeno fisiológico. Hay una intersección
entre ambos niveles, no es que uno le deja el lugar al otro. No hay un “final” del
orden fisiológico y un “comienzo” del orden psicológico”. La complejidad fisiológica
es compatible con la complejidad del sentido. Es cuando podemos hablar de lo
psíquico en su mayor nivel expresivo.

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Suelo decir de lo psíquico como lo adscrito a la diferencia. Diferencia como distinto,


como cualidad. Nos acercamos a la idea de lo in – formado, de las formas
diferentes. De la heterogéneo propio de lo subjetivo. Lo psíquico, en su más alto
nivel de complejidad, es lo subjetivo.

En estos últimos párrafos debo hacer justicia a varios autores que sigo lo mejor que
puedo: Ricardo Avenburg, un gran psicoanalista de Buenos Aires; a Francois
Ansermet y Pierre Magistretti, esa fructífera reunión de un psicoanalista y un
neurocientista plasmada en el ineludible “A cada cual su cerebro”; a ese otro coloso
que se llama Gregory Bateson.

Las primeras huellas, que como quedó dicho antes no son la mera copia de lo
percibido, fijan una primera experiencia que luego se reordena, se recodifican en
nuevos conjuntos que establecen una discontinuidad. La huellas primarias se re-
asocian, se recomponen, se establecen nuevos conjuntos. Las nuevas huellas no
están en relación directa con la primera inscripción, con la primera experiencia
idealmente concebida. Ha surgido de las inscripciones iniciales, pero ya no son más
esta misma. Es cuando surge la singularidad.

Es lo que Ansermet y Magistretti llaman con justeza “la biología de la


discontinuidad”. No tenemos un determinismo fatal, lineal y directo. Es cuando
podemos entender que la noción de Devenir se impone a la Desarrollo. Siempre y
cuando se conciba al Desarrollo como ligado a un determinismo rígido, con
secuencias pautadas de antemano. Para nosotros no habría inconvenientes en
pensar Desarrollo Humano como Devenir Humano. Devenir Sujeto.

Nosotros usamos la palabra Desarrollo. Desarrollo psíquico, humano, supone


discontinuidad, predominio de la contingencia. Es cuando el sujeto es autor y actor
de su devenir. No es meramente preso de una fatal determinación. Hay un juego
entre sincronía y diacronía. Entre lo estático y lo evolutivo.

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Antes hablaba de la concepción Ptolomeica de algunos de nuestros colegas


docentes, era cuando aludía al “fijismo” asociado a lo genético; ahora hablaría de la
concepción Dinosáurica, pero ligada a la idea de que Desarrollo supone algo
estático por lo pre determinado. Tal vez sea un tanto injusto con los Dinosaurios de
tiempos remotos, no con los “dinosaurios” de nuestro tiempo. Los Dinosaurios,
según tenemos noticias, supieron cambiar bastante. Y hoy vuelan, por ejemplo.
Pero nuestros “dinosaurios” actuales, cuando escuchan “Psicología del Desarrollo”
se hacen cruces igualito que los peores monjes medievales. Tratan de alejar así al
“diablo positivista”.

Los reflejos serían la forma más elemental de coordinación neural. Se los puede
definir como una respuesta relativamente estereotipada y automática a un estímulo
específico. El arco reflejo simple supone una estructura simple conformada por una
neurona sensorial asociada a una motora, con una sola sinapsis. Es el arco reflejo
monosináptico, que encontramos en la Médula Espinal. Claro que allí mismo, en ese
nivel medular, encontramos muchos otras uniones sensomotoras que incluyen
muchas otras sinapsis, configurando arcos reflejos multisinápticos. El sistema
sensomotor medular no es algo para nada básico, elemental. Es muy complejo en sí
mismo.

Reconocemos en el Sistema Nervioso Humano tres niveles. El espinal, medular,


llamado “bajo”; el “intermedio”, conformado por el Tronco Encefálico, el Cerebelo y
los Núcleos de la Base; el “superior”, donde encontramos la Corteza Cerebral.
Todos estos segmentos están recorridos por estructuras sensomotrices, en un
vaivén permanente.

Es cuando podemos decir que el “arco reflejo”, ya no en su forma elemental, es el


elemento de coordinación neural que alcanza la totalidad de los rendimientos del
Sistema Nervioso Humano. El arco reflejo, ahora como expresión funcional de la
tramitación sensomotriz, ya no el simple, sino el polisináptico, uniendo los diferentes
niveles que antes describía, ya no representa lo estereotipado y automático.
Representa lo novedoso, lo cambiante. Nada escapa a la tramitación sensomotriz, al
funcionamiento reflejo entendido como un eterno, incesante, bucle recursivo.

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Hemos hablado de representaciones. Las asociamos a las huellas sinápticas, a las


sucesivas inscripciones. Hay una identidad entre inscripción y representación. El
Sistema Nervioso tiene dos caras; una abierta hacia fuera, con magnitudes
importantes, que pueden ser discontinuas, pues para anularlas bastaría, idealmente,
con cerrar los ojos; la otra, abierta hacia dentro, recibiendo constantemente lo que
“pulsa” desde la intimidad tisular, con magnitudes energéticas menores, pero
continuas y omnipresentes. Para estas últimas no está dada la posibilidad de “cerrar
los ojos para anularlas”, están allí siempre…, cómo hacer para que cese el hambre?

La experiencia de la necesidad, que en el plano psicológico puede alcanzar el nivel


del deseo, es menester lograr lo que Freud ha llamado con gran acierto “la acción
específica”. Al infante humano, antes de esa consumación en acto, le queda la
posibilidad de alucinar. Momento donde se dispondrá del alimento sin disponerlo,
paradoja que fatalmente llevará a la frustración, no sin cierta perspectiva de horror.
Estamos a un paso de la noción de Afecto, que podemos de alguna manera igualar
con la noción de Sentimiento. Y de Emoción, esa que discurre entre los polos del
Placer y el Displacer, del Dolor.

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