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Aborto sin prejuicios sociales y religiosos.

El aborto es uno de los temas más controversiales en implicaciones religiosas, legales y


sociales. En el transcurso de los años muchas mujeres han luchado contra todos los
prejuicios sociales y católicos que implica el aborto, las tachan como seres pecadores e
inhumanos, pero es más inhumano tener en el vientre, un hijo consecuencia de una
violación.

Para una mujer, joven o ya con sus capacidades legales desarrolladas, es muy difícil llevar
en su vientre la muestra de un acto violento, de irrespeto, de situaciones que dejan marcas
para siempre. Ya es mucho cargar con el peso de ser ser ultrajada de esa manera y las
consecuencias que trae dicho abuso. La salud mental de una jovencita que a muy temprana
edad fue violada, va a presentar cambios, además, qué sentido tendría tener un hijo cuando
aún no se tiene la información necesaria para llegar a la adultez, qué sentido hay en que la
iglesia o la “ley” obliguen a una mujer a no abortar, cuando ellas ni siquiera saben qué
desean para su vida, y mucho menos están preparadas para traer al mundo a un ser humano
al que no se le va a mirar con los mismos ojos, principalmente por sus procedencia. Las
mujeres que por razones éticas o religiosas, no decidan abortar, tienen en sus manos la
decisión, por el contrario hay muchas que por su afán de no cargar en ellas más peso y más
tortura, pierden su vida a por dar fin a su embarazo. La docente de literatura
hispanoamericana y francófona en la Universidad de Caldas; Berta Lucía Estrada, en su
artículo, Por un aborto libre y sin estigmas sociales ni religiosos, dice:

No olvidemos que Colombia, pese a quien le pese, es un Estado laico, y como todo Estado
de derecho está en la obligación de velar por el bienestar de todos sus ciudadanos, no de
seguir imponiéndonos leyes y costumbres que nos sumen en la tragedia humana que nos
venden como una de las posibilidades de acceder al paraíso eterno (Estrada, 2012)

Al momento de hablar de aborto, la iglesia y la sociedad se remite a la idea de que se está


atentando contra la vida de un ser que no es culpable de las malas decisiones de otras
personas, pero nadie piensa la situación en la que está la pobre víctima. También se debe
hablar de las connotaciones morales que hay en un abuso de ese tamaño, se ha optado solo
por llamar inhumano al ser que le da fin a su embarazo, inhumano al violador, pero, qué se
gana con dar esas etiquetas, cuando hay otras implicaciones, al agresor le otorgaran libertad
en unos 12 años, esta condena puede bajar depende del comportamiento carcelario de dicho
agresor, pero la victima estará perturbada de por vida, más allá de las connotaciones
emotivas propias o de la familia, es demasiado tener un hijo que sería la marca de
perturbaciones anteriores.

Es cierto que el porcentaje de embarazos no deseados es muy alto, pero un hijo solo debería
tenerse cuando ambos conyugues están en capacidad tanto mental como económica de traer
otro ser humano al mundo, por tanto hay que ser consecuentes y pensar que es cruel traer
niños a pasar necesidades con tanta pobreza. Es por eso, que debe implementarse la
educación sexual desde una edad en la que los jóvenes ya son conscientes de sus actos. En
el momento, hay muchos métodos de planificación familiar muy útiles, ya es un acto de
irresponsabilidad un embarazo a temprana edad, a menos que se sea víctima de acceso
carnal violento. Estrada comenta:

El derecho al aborto, en condiciones de salubridad y de seguridad para la salud mental y


física de la mujer, no debería ni siquiera ponerse en tela de juicio; máxime en un país donde
la educación sexual está mal vista, no olvidemos que Ordoñez se opone a ella, y donde el
abuso sexual es pan de todos los días. (Estrada, 2012)

No se trata de una postura a favor o en contra, se trata de ser objetivos e imparciales, es


pensar en la salud mental y física de la mujer, además, en la seguridad de aquellos niños
que van a llegar al mundo a tener una vida difícil, niños que podrían ser abandonados
gracias a su procedencia. Es injusto pensar en que una mujer debe (gracias a la iglesia)
tener un hijo que no desea; y más si es víctima de seres que solo piensan con su órgano
reproductor, sin importar los cargos psicológicos y morales que puede causar al ser
victimario de un acto sexual violento. Hay que empezar a romper esos prejuicios religiosos
que etiquetan a una mujer como cruel, por el hecho no querer un hijo que le recordará toda
su vida, el daño que le fue causado. Hay que empezar a dejar de lado la misoginia y otorgar
a una mujer el derecho de tener el control de su cuerpo, sin repercusiones religiosas.
Notas bibliográficas:

Estrada, Berta (2012). Por un aborto libre y sin estigmas sociales ni religiosos. Consultado
el 15 de noviembre de 2015, en Periódico el Espectador.
http://blogs.elespectador.com/elhilodeariadna/2015/11/15/por-un-aborto-libre-y-sin-
estigmas-sociales-ni-religiosos/

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