INTRODUCCION
Respecto a los Servicios Públicos se han dado un sin número de definiciones, sobre
todo desde el ámbito doctrinario, la definición más sobresaliente es la que defina al el
Servicio Público como “Toda actividad de la Administración Pública, o de los
particulares o administrados, que tienda a satisfacer necesidades o intereses de
carácter general cuya índole o gravitación, en el supuesto de actividades de los
particulares o administrados, requiera el control de la autoridad estatal.”
Para lo cual es necesaria una iniciativa legislativa que de una vez lo definida como tal,
y como consecuencia una regulación que pueda ir esclareciendo esta incertidumbre
jurídica. De ahí la importancia de averiguar cuál es el papel que juega el estado para
tan primordial medio de comunicación, recordando que este medio implica dos
derechos fundamentales, el derecho a la comunicación y el derecho a la información.
El ordenamiento peruano no recoge una definición expresa del servicio público, es por
esto que se hace necesario recurrir a la doctrina para poder llegar a esbozar una
posible definición, para esto Jorge Ayala Caldas da una serie de definiciones que se
plasman en los siguientes autores:
En primer lugar, Duguit define el servicio público como, “toda actividad cuyo
cumplimiento debe ser asegurado y controlado por los gobernantes, porque éste es
indispensable para la realización del desarrollo de la interdependencia social, y es de
tal naturaleza que no puede ser realizado completamente, sino por la intervención de
la fuerza gubernamental”.
Por su parte, Hauriou expresa: “Se puede definir el servicio público como un servicio
que se presta al público de una manera regular y continua para la satisfacción de una
necesidad pública y por una organización pública”.
Por otro lado, Jeze manifiesta que “decir en determinado caso que hay un servicio
público, es decir que, para la satisfacción regular y continua a cierta categoría de
necesidades de interés general, existe un régimen jurídico especial y que este régimen
puede ser en todo instante modificado por las leyes y reglamentos.
Principio de Continuidad
La continuidad es la esencia del servicio público, por ello los servicios públicos deben
ser prestados en forma regular con puntualidad y sin interrupciones, independiente de
quien ejerza la autoridad gubernamental; los servicios públicos deben funcionar en
forma continua e ininterrumpida para poder satisfacer las exigencias generales o
sociales.
Principio de Igualdad
Los servicios públicos son uno de los dominios de aplicación del principio de igualdad,
consagrado en el artículo 1º de la declaración de derechos de 1879, en el ámbito de
los servicios públicos este principio obliga a quienes lo tengan a su cargo, a tratar de la
misma manera a las personas que se encuentran en una misma situación de derecho
o, de hecho, salvo que existan exigencias de interés general relacionadas con la
explotación del servicio.
Principio de Regularidad
Este principio significa que los operadores deben realizar las prestaciones a su cargo
con sujeción a los modelos o estándares de calidad del servicio que hayan sido
establecidos para su funcionamiento, ya sea en los respectivos marcos regulatorios o
en los contratos de concesión, con la finalidad de garantizar la calidad de las
prestaciones.
Principio de Mutabilidad
Implica la obligación, para los gestores, de prestar los servicios en las mejores
condiciones técnicas posibles incorporando las innovaciones tecnológicas propias del
servicio, para que las prestaciones suministradas a los usuarios respondan a un nivel
óptimo de satisfacción de los intereses de la colectividad.
Para poder empezar con el desarrollo de este punto tenemos que decir, en palabras
del Jurista Jorge Enrique Ayala Caldas, que los servicios públicos se pueden clasificar
en varias categorías así pues podemos mencionar a:
Los servicios públicos primarios también denominados básicos, son los que tiene que
prestar el Estado directamente, como la justicia, la defensa exterior y la seguridad
interior, a su vez, se puede incluir dentro de esta clasificación a los servicios que
satisfacen necesidades relacionados con la existencia humana, su conservación y su
defensa; por eso es que su prestación es privativa del Estado.
El estado peruano, los presta a través de los ministerios de justicia, defensa y del
interior, respectivamente. Por su parte, los servicios públicos secundarios, serán los
demás servicios, que incluso los pueden prestar los particulares. De esta forma, aquí
encajaría los servicios de telecomunicaciones, energía, agua y saneamiento y
transporte.
En relación a los servicios públicos voluntarios, estos, son aquellos que el particular
puede usarlos libremente por su propia decisión, y su uso implica el pago de una tarifa
o precio, fijando la entidad operadora la contraprestación por su uso.
Por su parte, los servicios públicos obligatorios, son los que deben prestarse por
imperio del Estado, cobrando una tasa por su utilización que debe fijarse por la
corporación (Entidad del Estado Prestadora del Servicio) pública respectiva.
En el caso de nuestro país no hay ningún servicio público que lo ejerza de manera
directa el Estado, es más, él mismo ha delegado dicha función básica a empresas
privadas.
Esta clasificación nos dice que son aquellos que atienden a las gestiones que los
ciudadanos hacen ante las autoridades y se orientan a reglamentar o a controlar una
actividad de interés general.
Pasando a otro tipo de la clasificación, están los servicios públicos sociales, los cuales
tuvieron su apertura en una decisión tomado por el Tribunal de Conflictos de la
República de Francia, el 22 de Enero de 1955, en el caso “Naliato”, a su vez, este tipo
de servicio, fue confirmado el 13 de Enero de 1958, en el caso “señorita Berry”; en
ambos se puede ver que ciertas actividades de servicios públicos tales como colonias
de vacaciones, patronatos o guarderías, eran administrados por personas públicas, lo
cual era similar, por su objeto de actividad privada y sus condiciones de
funcionamiento, debían ser sometidas a un régimen de derecho privado y a la
competencia del ente de administración de justicia.
Así pues, este tipo de servicios públicos deben ser desde entonces considerados
como servicios públicos administrativos, los cuales fueron analizados anteriormente.
En palabras de Pedro Patrón Faura y Pedro Patrón Bedoya se puede decir que los
servicios propios son aquellos que directamente asume el Estado a través de sus
dependencias. Ningún servicio propio se deja de pagar, al contrario, se paga un
derecho o plan tarifario.
Lo criticable en nuestro país radica en el hecho en que siempre hay un alza de los
tributos, de tal forma que los servicios son más caros y lógicamente deberían ser bien
prestados, pero no ocurre esto, sino todo lo opuesto, son muy deficientes y al mismo
tiempo escasos. Pero el gran problema viene a ser la organización y la de idoneidad
del personal que los sirve, en el marco de una política inapropiada.
De ahí, la equiparación que hay entre función pública y servicio público. Por otro parte,
los servicios públicos impropios son los que prestan las entidades particulares, pero
atienden o se interesan por ciertas necesidades de la colectividad.
Así pues, todas las normas contenidas en la Constitución, en cada uno de los títulos y
capítulos en que se dividen, hacen referencia a los organismos y entidades que la
integran, así como las actividades y funciones que desempeñan, aplicándose estas
normas a los respectivos organismos, encargados de cada uno de ellos, de cumplir y
hacer cumplir a cabalidad los servicios públicos en su más amplio campo de acción.
El Rol del Estado en los Servicios Públicos Como ya hemos venido diciendo
anteriormente, los servicios públicos forman parte de las funciones públicas.
Para mayor información verificar el punto número dos del presente trabajo de
investigación donde se define a grandes rasgos el concepto de servicio público. En
esta misma línea, el Estado es y debe ser, el principal gestor del bien común, pero no
el único.
Siendo esto así, el servicio público es un principio de limitación del Estado, el cual está
obligado y limitado por razón de los fines que debe cumplir.
De esta manera, como dijo Vegel, citado por Santiago Muñoz Machado en su libro,
Servicios Públicos y mercado, al mencionar a Duguit, “el Estado contribuye a disipar
los viejos fantasmas de la soberanía ilimitada y de la trascendencia absoluta del poder
público… Más adelante señala que el derecho público moderno se convierte en un
conjunto de reglas que determinan la organización de los servicios públicos y
aseguran su funcionamiento regular e ininterrumpido... Asimismo, los gobernantes
están jurídicamente obligados a asegurar la organización y el funcionamiento de los
servicios públicos.
Con este propósito dictan leyes, las cuales persiguen un fin hacia el correcto
funcionamiento de los servicios públicos, es por esto que ningún gobernante puede
violar estas leyes, ni el particular, que no puede usar del servicio sino conforme a ley,
ni los gobernantes, ni sus agentes, que no pueden hacer nada para impedir el
funcionamiento del servicio conforme a su ley…” De esto y en concordancia con
Santiago Muñoz Machado, sostenemos que decir que los servicios públicos tienen que
tener justificación concreta en el interés general y no puede usarse para imponer a los
derechos de los ciudadanos restricciones innecesarias.
Todo esto sin perjuicio del control judicial en cada caso. Ahora bien, la diferencia
entre control y regulación se advierte cuando se toman en cuenta las siguientes
características:
Por esto es que deben continuarse la gestión privada de los servicios públicos, de
conformidad con la norma constitucional; a su vez, el régimen jurídico debe poner
el acento en la calidad y eficiencia de las prestaciones, en el libre acceso a las
redes y en la competencia, la que debe ser promovida por el poder regulatorio; y
ello sin perjuicio del control administrativo, al que es preciso reconstruir, para
permitir mirar dentro de las empresas que realizan actividad de interés público, y
también para garantizar la protección de aquéllas frente a los excesos.
CONCLUSION
En relación al primer objetivo, relacionado con el rol del estado en materia de servicios
públicos en nuestro ordenamiento jurídico, acotamos que dicho rol radica en que los
servicios públicos son creados como un medio para un fin próximo o para un fin
mediato (El bien común). De esta manera, el estado es y debe ser, el principal gestor
del bien común, pero no el único. En este sentido, la organización administrativa está
conformada por entes públicos estatales y no estatales. Por lo que, los entes públicos
no estatales y aun los entes privados reciben por autorización o delegación estatal
competencias, atribuciones y prerrogativas del poder público, para constituirse en
gestores prioritarios del quehacer público.