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INTERVENCIÓN PSICOLÓGICA Y SALUD GRADO 2012 2013

TEMA 1 ESTRÉS, RENDIMIENTO Y SALUD

1. INTRODUCCIÓN

Es estrés es la respuesta general del organismo ante demandas externas o internas (aparentemen-
te amenazantes) consistiendo en una movilización de recursos fisiológicos y psicológicos para
afrontar tales demandas. Es una respuesta adaptativa (no universal) que puede resultar beneficio-
sa para incrementar y mantener el rendimiento y la salud. Existen casos inclusive, donde le pade-
cimiento de estrés (preocupación, enfado o temor) puede movilizar a las personas para que
funcionen eficazmente y con salud.

Sin embargo el exceso del mismo, tanto en calidad como en cantidad, debido ello a exposición a
múltiples situaciones impactantes, o por falta de recursos apropiados para hacer frente a tales
situaciones, o por el resultado de agotamiento físico que frecuentemente se sobreesfuerza para
manejar situaciones estresantes, puede perjudicar tanto el rendimiento como la salud de la
persona, siendo un factor de riesgo de las enfermedades más graves.

2. CARACTERÍSTICAS BÁSICAS DEL ESTRÉS

El estrés está determinado por la interacción entre situaciones potencialmente estresantes y


características personales relevantes (las que en interacción con las situaciones aumentan la pro-
babilidad de que se dé).

Esta interacción se produce en la percepción y valoración que la persona hace de las situaciones
de estrés y de los propios recursos para hacer frente a tales situaciones. Del resultado de ésta de-
penderá la aparición, duración e intensidad de la respuesta, así como de sus manifestaciones espe-
cíficas.

2.1. Variables situacionales potencialmente estresantes


Son potencialmente estresantes las situaciones trascendentes para las personas que implican cam-
bios significativos en su vida o que les obligan a sobrefuncionar para su manejo y adaptación a
ellas, más cuando son novedosas, inciertas, ambiguas, molestas, incómodas,... Sus características
pueden ser:
– amenazan la seguridad de la persona, la inversión personal que hayan realizado, el
cumplimiento de alguna tarea, su autoconfianza, autoestima o aurrealización, imagen ante los
demás, relación de pareja, relaciones interpersonales,...
– atentan contra principios, valores y creencias fundamentales, contra normas o costumbres de
funcionamiento personal o intimidad,
– exigen un sobreesfuerzo físico y mental y/o un rendimiento elevado y unos resultados
satisfactorios;
– implican la toma de decisiones difíciles, obligación de asumir responsabilidades y/o riesgos
considerables, o el actuar en poco tiempo,
– implican someterse a una evaluación social (por familiares, jefes, amigos íntimos,...)
– plantean problemas o conflictos difíciles de solucionar (enfermedad grave de un familiar,...)
– conllevan la exposición a algo desagradable, doloroso, molesto, “dar la cara”,...

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– suponen la resstricción de la actividad normal y/o la dependencia excesiva de los demás,
– conllevan la realización de tareas monótonas, aburridas, o poco interesantes,...
– propician la aparición de sentimientos de inutilidad o fracaso,
– consisten en la agresión de otras personas, tanto física como verbalmente, o la agresión y
abuso a través de acciones de distinto tipo.

Las mismas manifestaciones del estrés y sus efectos perjudiciales son potencialmente estresantes,
pudiendo provocar más estrés, tanto si es real como si son cogniciones que anticipan la posibilidad
de que aparezcan (miedo al miedo, o miedo a los síntomas)

Las situaciones estresantes pueden presentarse:


– por eventos de gran importancia en una sola vez (situación traumática)
– o bien se trate de sucesos no menos importantes pero que necesiten exposición más prolonga-
da, o coincidir con otros igualmente estresantes (posibilidad de quedarse sin trabajo,...)
– por múltiples sucesos menores que sumando su impacto favorezcan la presencia de estrés
prolongado severo (v.g. pequeños problemas laborales o interpersonales,...)

Las situaciones potencialmente estresantes pueden ser incluso positivas que conlleven algún
elemento amenazante para la persona que se expone a ellas (v.g. ascender en puesto laboral,...)
Así mimo las situaciones provocadoras de estrés no solo incluyen la presencia de excesos, sino
también déficits que pueden resultar muy impactantes para la persona afectada, por tanto unos y
otros deben ser siempre considerados.

2.2. Características personales relevantes

La presencia de estas situaciones potencialmente estresantes no es suficiente para que se mani-


fieste el estrés , prediga la duración ni la intensidad, ni sus efectos específicos en el funcionamiento
y la salud. Cuanto mayor sea la trascendencia objetiva de la situación, su frecuencia, duración e in-
tensidad, mayor será su potencial estresante, pero el impacto de una misma situación será
siempre diferente en función de la presencia o ausencia de variables personales.

Esta posición interaccionista se basa en el Modelo de Lazarus y Folkman (1984), donde la presen-
cia y el impacto del estrés dependen de la valoración que las personas hacen de la situación
estresante y de los propios recursos para hacerle frente. Estas valoraciones pueden depender de
patrones de conducta y estilos de afrontamiento relativamente estables, de valores, creencias y ac-
titudes que afectan la atención selectiva, el procesamieto de la información y el juicio sobre los
propios recursos, de la existencia o ausencia reales de recursos eficaces para controlar las situacio-
nes estresantes y de la disponibilidad o falta de ella de apropiados apoyos sociales.

2.2.1. Patrones de conducta


Se asume que la presencia del patrón de conducta Tipo-A (competitividad, impaciencia y hostili-
dad) y sobre todo del componente hostilidad, y la ausencia del patrón “dureza” (control, compro-
miso y reto), aumentan el valor amenazante de las situaciones pot.estresantes. Probablemente,
bajo esta influencia de hostilidad, la competitividad y la ausencia de retos, se perciben más amena-
zantes de lo que en realidad son; y como consecuencia de la falta de control y de compromiso, no
se perciben recursos personales suficientes para enfrentarse a ellas, pretendiendo afrontarlas

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urgentemente.

La presencia del patrón de conducta Tipo-A puede favorecer, en ocasiones, un rendimiento más
alto en determinados contextos, pero al mismo tiempo, puede contribuir al deterioro de la salud y
del rendimiento a largo plazo.

El problema es que los beneficios de las conductas Tipo-A (v.g. tener éxito) suelen ser más
inmediatos que sus posibles perjuicios (probl.cardiovasculares), consolidándose este patrón que
aumenta la vulnerabilidad de las personas a sufrir estrés y sus efectos.

2.2.2. Estilos de afrontamiento

Los estilos de afrontamiento son elementos moderadores de la relación entre las situaciones
potencialmente estresantes y la aparición del estrés. Los estilos más o menos estables, indican
disposición específica para hacer frente a las situaciones estresantes, afectando la valoración que
hacen de las situaciones de estrés y sus propios recursos para manejarlas.

Por ejemplo, la tendencia a valorar amenazante las situaciones ambiguas puede determinar que se
perciban más situaciones amenazantes; o la tendencia a negar, evitar o escapar de la situación es-
tresante, puede contribuir a que las personas perciban como muy amenazante cualquier situación
pot.estresante y tengan muy deteriorada la autoconfianza respecto a sus propios recursos para
manejarla.

2.2.3. Valores, creencias y actitudes


Beck (1984) ha comentado que el estrés perjudicial coincide con la activación de cogniciones esta-
bles (valores, creencias y actitudes) que propician una valoración sesgada de las situaciones
potencialmente estresantes y los propios recursos, percibiendo más, y más graves, experiencias
estresantes.

Beck sugiere que el contenido de los valores, creencias y las actitudes más estables afecta la inter-
pretación que se hace de las situaciones. V.g. para una persona que valore mucho la opinión que
los demás tienen de ella, resultará más estresante una situación donde tenga que exponerse a una
evaluación de otras personas. Con independencia de otros factores, para una persona que no tra-
baje, esta situación será más estresante si le da mucho valor al hecho de trabajar, o si se relaciona
el éxito profesional a su valor como persona, que si únicamente considera el trabajo como medio
para ganar dinero.

La rigidez de cogniciones muy íntimas que sean significativas en un determinado contexto influye
en la valoración que las personas hacen de sus propios recursos. Una persona “muy perfeccionista”
con creencias rígidas como “siempre tengo que hacerlo todo bien”, infravalorará sus experiencias
de afrontamiento y desarrollará una menor confianza en sus propios recursos afectando su valora-
ción de éstos en otras ocasiones. Mientras que otra más flexible se permite no ser tan perfecta y
tenderá a evaluar sus experiencias de forma más objetiva, detectando y solucionando los déficit
reales e incrementando la probabilidad de valorar más alto sus posibilidades.

La valoración objetiva no garantiza la ausencia de estrés, ya que puede suceder que exista una
situación muy amenazante y/o escasos recursos para enfrentarla, pero sí puede propiciar un

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conocimiento mejor de lo que sucede y una mayor percepción de control.

Desarrollar un estilo de funcionamiento basado en una valoración más objetiva de las situaciones
pot.estresantes y los recursos propios para manejarlas, ayudará a reducir el valor amenazante de
múltiples situaciones. También será necesario modificar, directamente, los valores, creencias o ac-
titudes rígidos que tengan una influencia poderosa. La eliminación o flexibilización de estas cogni-
ciones, favorecerá el estilo de funcionamiento cognitivo más eficaz y saludable.

2.2.4. Recursos y habilidades de afrontamiento


La valoración desfavorable de los recursos propios corresponde a una carencia real de tales recur-
sos, incluyendo las habilidades de las personas para manejarse en situaciones concretas de estrés.

Es conveniente diferenciar recursos y habilidades, pues las habilidades son recursos, pero no todos
los recursos son habilidades, pues algunos no dependen enteramente de la persona que en mo-
mentos puntuales puede disfrutar de ellos, mientras que las habilidades (consolidadas), dependen
fundamentalmente del comportamiento del que las domina y utiliza asiduamente.

La ausencia de recursos para afrontar las situaciones potencialmente estresantes, dificulta la posi-
bilidad de alcanzar uno de los tres objetivos:
1) solucionar tales situaciones,
2) manejarlas adecuadamente aun no eliminándolas del todo, o
3) aliviar su impacto perjudicial.
La acumulación de experiencias en las que no se hayan conseguido estos objetivos, o la expectati-
va de que no se podrán alcanzar, favorecerán la aparición del estrés y el hecho real de no poder
manejarlo, aumentará la probabilidad de sus efectos perjudiciales.

2.2.5. Apoyos sociales


Se ha observado que la presencia de apoyos sociales apropiados, fundamentalmente el apoyo
social percibido más que el apoyo real, puede ayudar a amortiguar las experiencias estresantes.
Probablemente, contribuye a disminuir el estrés por alguna de las siguientes vías:
– Reducienco la trascendencia global y por tanto el carácter amenazante de las situaciones
pot.estresantes.
– Aumentando la motivación de las personas por el reto de superar la situación estresante.
– Incrementando la autoconfianza en los propios recursos (el apoyo social transmite un confianza
sólida, basada en hechos,...)
– Ayudando a controlar el estrés cuando éste se produce (v.g. gracias al apoyo social, la persona
que sufre estrés puede controlarlo mejor aliviando sus efectos negativos)

El apoyo social apropiado debe ser aquel que, favorezca los efectos beneficiosos debiendo evitarse
un exceso de dependencia social que podría propiciar, en la persona apoyada, un estado de
indefensión.

2.3. Respuesta de estrés


2.3.1. Nivel de activación general
La activación general del organismo es una respuesta en la que intervienen el sistema nervioso
central y el sistema neurovegetativo. Al aumentar la activación gral, aumenta el estado de alerta, la
actividad somática y la actividad simpática. El estrés conlleva un aumento del nivel de activación

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(predomina un sobreesfuerzo necesario para hacer frente a la situación estresante o manifestacio-
nes de ansiedad u hostilidad) y los efectos beneficiosos se relacionan con un cierto aumento de
esta activación, mientras que los perjudiciales se asocian con un estado de sobreactivación.

En otros casos, el estrés provoca disminución de la activación (cuando predominan la depresión o


el agotamiento) cuyos efectos suelen ser perjudiciales. No se debe identificar estrés siempre con
activación, pues se puede cometer el error. Un ejemplo: un empleado que percibe que “haga lo
que haga” no puede manejar determinadas situaciones estresantes y reacciona con pasivididad y
desgana. Le gustaría manejar las situaciones con eficacia, pero a pesar de sus esfuerzos “ha
llegado a la conclusión” de que no dispone de recursos para ello (indefensión aprendida). Otro
empleado aún reaccionando igual, con la misma pasividad y desgana, no tiene interés por manejar
tales situaciones. Los síntomas serían similares, pero en un caso estaría presente el exceso de
estrés y en el segundo el déficit de motivación básica.

Una evaluación errónea favorece que se usen estrategias de intervención inadecuadas. Se asumiría
en el primer caso, que la activación gral del empleado aumentaría al subsanarse el déficit de
interés, y en el segundo caso, que aumentará al presentarse el estrés. Sin embargo, ninguna de las
dos estrategias sería eficaz si el problema fuese un estado de indefensión. Sería apropiado utilizar
una estrategia que ayudase a reducir el estrés que sufre este empleado (organizar las situaciones
estresantes de forma que perciba poco a poco que las puede controlar.

2.3.2. Manifestaciones relacionadas con un aumento de la activación

Las manifestaciones se pueden agrupar bajo tres epígrafes: motivación, ansiedad y hostilidad.
– La motivación está presente cuando la persona percibe que podría disponer de los recursos
adecuados para controlar la situación estresante y asume con interés el reto de lograrlo. Se
produce un sobreesfuerzo y en este estado, las personas rinden mejor y actúan de forma más
saludable.
– La ansiedad se caracteriza por el miedo, la preocupación incontrolada y la inseguridad, favore-
ciendo que la persona evalúe la situación incorrectamente, evite o escape de las estresantes,
dude exageradamente sobre lo que hacer, se inhiba y no actúe o lo haga impulsivamente.
En un primer momento, puede propiciar un estado de activación favorecedor del rendimiento,
pero luego para que sea eficaz, debe dar un paso al estado de motivación.
– La hostilidad conlleva insatisfacción, disgusto, irritabilidad, enfado, rabia, agresividad o
enemistad, pero cuando está controlada, puede propiciar condiciones muy favorables para
rendir.
Sin embargo también puede afectar la salud si se mantiene prolongadamente.

La ansiedad y la hostilidad, aunque pueden ser positivas a corto plazo, en gral son manifestaciones
perjudiciales para el rendimiento y la salud. Si se transforman en motivación, puede favorecer un
rendimiento elevado más estable, minimizando efectos adversos, y es este uno de los objetivos
prioritarios de la intervención psicológica en este ámbito.

2.3.3. Manifestaciones relacionadas con una disminución de la activación

Las manifestaciones del estrés relacionadas con una disminución del nivel de activación general,
pueden situarse en: depresión y agotamiento psicológico.

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– En depresión predomina un estado de indefensión aprendida. El nivel de activación gral es bajo
(aunque podría ser algo más alto en otro de los sistema, vg a nivel simpático). La persona
siente frustración, percepción de fracaso y culpabilidad, sentimientos de inutilidad y desánimo,
y éstos provocan percepción sesgada, rígida y negativa de la realidad con pérdida aparente de
interés y conductas que muestran pasividad, lentitud, inhibición o indiferencia.
– Una persona puede disponer de recursos eficaces para hacer frente a situaciones
pot.estresantes, o incluso con estrés se motive convenientemente afrontándolo como reto de
búsqueda de recursos apropiados para manejarlo, pero eso no significa que esté controlado del
todo. El sobreesfuerzo puede producir un desgaste y cada vez será mayor hasta derivar en
agotamiento psicológico.

Esta es una situación difícil de comprender en el entorno del alto rendimiento. Pensemos en un
hombre de negocios o deportista que está expuesto permanentemente a situaciones estresantes
que maneja con bastante eficacia; sin embargo, en un momento dado, siente que tiene menos
energía, su rendimiento se deteriora y es menos eficiente.

Pocos comprenden por sí mismos que lo que les sucede es el resultado de un desgaste progresivo,
y que la solución implica un cambio de comportamiento. Están acostumbrados a relacionar sus
conductas con el éxito, y es difícil comprender que las mismas conductas que contribuyen a éste,
puedan perjudicarlo.

Prevenir el agotamiento psicológico debe ser uno de los objetivos prioritarios de la intervención en
el ámbito del alto rendimiento. El dominio de estrategias apropiadas, puede retrasar considerable-
mente el proceso de desgaste que deriva en el agotamiento.

3. LA RELACIÓN DEL ESTRÉS CON LA SALUD Y EL RENDIMIENTO


3.1. Estrés y Salud

El estrés es uno de los principales factores de riesgo relacionados con las enfermedades de cora-
zón, el cáncer y los accidentes cerebrovasculares. Contribuye favoreciendo la presencia de otros
factores de riesgo (hipertensión, conducta de fumar, obesidad) aumentando la vulnerabilidad a
desarrollar trastornos de la salud que pueden resultar mortales, o bien con otros, que no siendo
tan graves, sí que deterioran el funcionamiento normal, bienestar y calidad de vida, ocasionando
experiencias negativas (reducción del rendimiento laboral, menos energía, empeoramiento del
estado de ánimo, ... Se relaciona igualmente, con trastornos psicológicos (v.g. trastornos de ansie-
dad, depresión,...) tanto en la etiología, desarrollo y mantenimiento, con en su tratamiento. Por
tanto es importante desarrollar estrategias apropiadas para prevenir y controlar el estrés,
evitándose o minimizándose sus efectos negativos. En líneas grales. se produce un sobrefunciona-
miento de diversos sistemas del organismo y un debilitamiento del sistema inmunitario, aumen-
tando la probabilidad de que se presenten o agraven los trastornos:
Trastornos - Hipertensión; - Enfermedad coronaria (angina de pecho, infarto de miocardio)
cardiovasculares - Taquicardia; - Arritmias cardíacas episódicas ; - Enfermedad de Raynaud
Trastornos respiratorios - Asma bronquial; - Síndrome de hiperventilación; - Taquipnea, dificultades respiratorias,
disnea, sensación de opresión torácica.
Trastornos - Gripe, herpes, tuberculosis
inmunológicos - Cáncer; - SIDA
Artritis reumatoide

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Trastornos endocrinos - Hipertiroidismo; - Hipotiroidismo ; - Síndrome de Cushing
Trastornos - Úlcera péptica; - Dispesia funcional; - Síndrome deel intestino irritable; - Colitis ulcerosa
gastrointestinales - Otros: molestias digestivas, digestiones lentas, estreñimiento, aerofagia, espasmos exofá-
gicos.
Diabetes e hipoglucemia
Trastornos - Prurito; - Sudoración excesiva; - Dermatitis atípica; - Otros: alopecia, urticaria crónica;
dermatológicos hipersecreción de grasa cutánea (seboorrea, acné), rubor facial
Dolor crónico y cefaleas - Cefalea: tensional, migrañosa, mixta
- Dolor crónico: lumbalgia, dismenorrea,...
Trastornos musculares - Aumento del tono muscular; - Tics, temblorees y contracturas musculares mantenidas
- Alteración de los reflejos musculares
Trastornos - Bruxismo
bucodentales - Liquen plano oral
Trastornos sexuales - Impotencia; - Eyaculación precoz; - Coito doloroso; - Vaginismo; - Alteraciones libido

3.2. Estrés y Rendimiento


3.2.1. Nivel de activación y rendimiento
El nivel de activación general se podría situar en un continuo que, en estado de vigilia, se extende-
ría desde un estado de máxima calma y relajación a uno de máxima alerta, tensión y excitación.
Cada persona debe aprender a identificar los síntomas que indiquen la presencia de la activación,
como sudor en las manos, agobio, tensión gral, temblores, palpitaciones,... y a la vez aprender a
cuantificar el nivel de ésta, utilizando escala subjetiva de 0-10 (intrasujeto, comparando consigo
misma).

El nivel de activación gral. influye en el rendimiento afectando su funcionamiento físico y


psicológico:
– Repercute en aspectos como la tensión muscular, movilización de energía, coordinación motriz,
conducta no verbal y los elementos de la conducta verbal ajenos a su contenido.
– Influye en la conducta atencional y procesos cognitivos implicados en el procesamiento de la
información, las operaciones mentales y la toma de decisiones.
– Tanto en el funcionamiento físico como el psicológico, la activación puede influir en el rendi-
miento positiva o negativamente. Entre ambos estado de activación existe un nivel que
favorece el rendimiento del individuo: el nivel de activación óptimo.

3.2.2. Nivel de activación óptimo

Este nivel es el que favorece el mejor funcionamiento físico y psicológico, y el máximo rendimiento
dentro de las posibilidades reales de cada persona. Pero los otros niveles de los extremos, propi-
cian funcionamiento defectuoso que perjudica al rendimiento. Si una persona se encuentra por
debajo de su nivel de activación óptimo no será capaz de rendir según sus posibilidades, pero
tampoco lo hará si está por encima. Perseguir el nivel óptimo debe ser otro de los objetivos de la
intervención psicológica.

Este estado de activación óptimo se caracteriza por un estado de fluidez física y psicológica que
permite rendir al máximo sin esfuerzo aparente. Este nivel de activación óptimo será diferente en
función de las características individuales y del tipo de tarea a realizar. Suele ser más bajo cuando

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se trata de tareas complejas que exijan precisión que en el caso de simples que más requieren de
esfuerzo. Dos personas pueden tener diferentes niveles óptimos ante la misma tarea, y en una
misma persona, diferentes niveles para distintas tareas. Para algunas personas y/o tareas el nivel
de activación óptimo es más elevado en términos absolutos que en otros casos.

3.2.3. Identificación del nivel de activación óptimo


El sujeto debe autoobservarse para identificar su nivel de activación óptimo, con el fin de detectar
los síntomas predominantes en dicha activación, utilizando escala de 0-10 puntos para aprender a
cuantificar. Llevará un registro de sus experiencias durante un tiempo, especificando síntomas y
valorándolos. Así podrá evaluar múltiples experiencias de activación, comparando entre sí las
distintas valoraciones para establecer coincidencias y diferencias mejorando su precisión.

El psicólogo ayudará a realizar las comparaciones como parte de su entrenamiento, por ejemplo
observando un autorregistro del paciente correspondiente a la semana a la semana anterior: Has
puesto un 8 en esta experiencia, y también en esta otra. Piensa en ambas ¿crees que en las dos la
activación ha sido la misma? Puede que recapacite y modifique una de las dos puntuaciones, y de
esta forma lo hará cada vez más preciso y fiable.

El siguiente paso es asociar distintos niveles de activación con distintos niveles de rendimiento en
tareas concretas. Durante algún tiempo registrará activación en diferentes situaciones anteceden-
tes relacionadas con las tareas de rendimiento pudiendo utilizar además de las escalas de 0-10,
otras más globales como muy bueno, bueno, regular,... El autorregistro ayudará a la identificación
de los niveles que coincidan con su mejor rendimiento.
Situaciones Síntomas Nivel de Nivel de
relacionadas con el de activación rendimiento
rendimiento activación (0-10) (0 - 10)
... ... ... ...
... ... ... ...
... ... ... ...

3.2.4. Autorregulación de la activación


Se entrenará al sujeto para que autorregule su nivel de activación, situándolo y manteniéndolo en
el n.óptimo. El psicólogo se percatará de si el paciente dispone de estrategias eficaces en su reper-
torio de habilidades. Si falla en estas, será necesario el entrenamiento específico para la adquisi-
ción de las mismas. Una vez disponibles, el trabajo del psicólogo será organizar mejor la utilización
de ellas:

– negociar y acordar con el sujeto cuándo debe emplearlas,


– ayudarlo a que identifique las señales antecedentes en cuya presencia deben emplearse,
– utilizar el ensayo en imaginación o en vivo para practicar su uso correcto,
– planificar las situaciones concretas en las que tales habilidades deben ser empleadas,
– anticipar dificultades y solucionar problemas que puedan impedir la utilización de las
habilidades, y
– supervisar la aplicación de ellas para reforzar al sujeto por las aplicaciones correctas corrigien-
do el procedimiento si procede.

Pongamos un ejemplo de enfermera que domine técnicas de respiración y sufra estados de

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sobreactivación en situaciones concretas de su trabajo, en detrimento de su rendimiento:
1. Negocia y acuerda en qué situaciones debe emplear las técnicas de respiración,
concretando el momento justo con la mayor precisión (- Cuando observe que se encuentre
en la situación A,B y C, deberá hacer una breve pausa lo antes posible, dependiendo de la
tarea que realice para autoeva-luar la activación y si procede, realizar la respiración).
2. Ayuda a la identificación de las señales antecedentes: Justo en el momento que perciba los
síntomas de la sobreactivación deberá utilizar la escala 0-10, y si está por encima de su
nivel óptimo, será la señal que le indique el comenzar con la respiración.
3. Organiza varias sesiones de ensayo en imaginación para practicar la secuencia señalada en
los apartados anteriores. El psicólogo dirigirá cada paso de la secuencia en imaginación
mediante las instrucciones que le dará a la enfermera; y ésta señalará con un dedo para
comunicarse.
4. Ayuda a la paciente a planificar las situaciones en las que aplicará los ejercicios de
relajación.
5. En la misma reunión de planificación, el psicólogo usará preguntas para detectar posibles
dificultades que podrían impedir la aplicación de las técnicas - ¿qué puede pasar si cuando
haces una breve pausa para autoevaluar la activación y aplicar la respiración, tus compa-
ñeros se acercan para preguntarte qué te sucede? ¿cómo podrías manejar esa situación?
¿qué te parece si le dices algo así como...?
6. en sesión posterior, el psicólogo pregunta cómo le ha ido aplicando las técnicas, la refuerza
por cada paso de la secuencia bien realizado y utiliza la experiencia para corregir aspectos
que se deban mejorar.

Si el sujeto no tiene estrategias adecuadas, debe aprenderlas. Conviene iniciar con varias alternati-
vas y le proponga al cliente un breve período de prueba para observar cuál podría funcionar mejor.
Pueden encontrarse pensamientos, imágenes, autoinstrucciones, autoafirmaciones, y ejercicios
específicos de relajación o activación. Hacer un listado de pensamientos, palabras o frases cortas
que podrían ayudarlo a relajarse o activarse. El sujeto anotará su eficacia en las estrategias utiliza-
das mediante la escala, y podrá añadir valoración global y observaciones que estime. A partir de
esta información que traiga, acordarán estrategias más eficaces y dedicar tiempo a perfeccionarlas.

3.2.5. Estrategias de afrontamiento

Estas sirven para autorregular el nivel de activación hasta situarlo en el nivel óptimo, cuando los
sujetos observan que se encuentran por debajo o encima de éste. Estas estrategias deben permitir
autorregular el nivel de activación en situaciones que lo requieran urgentemente y en condiciones
específicas. Es importante elegir, planificar y ensayar bien las estrategias de afrontamiento en cada
caso.

3.3. Estrés, Salud y Rendimiento

El nivel de activación óptimo no implica una sobreactivación poco saludable siempre e incluso pue-
de contribuir a fortalecer la salud en algunos casos. Si el rendimiento exige una sobreactivación
elevada, ésta se podrá paliar aplicando estrategias apropiadas para compensarla cuando no sea
imprescindible. Una visión conjunta de salud y rendimiento permite ayudar mejor a las personas
que deben rendir en cualquier actividad, facilitando, a la vez el máximo rendimiento y mejor salud
posible. De no ser así pueden darse los problemas:

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– Si solo se persigue el máximo rendimiento sin tener en cuenta la salud, llegará un momento en
el que resultará difícil conseguirlo.
– Si solo se considera la salud, sin tener en cuenta el rendimiento, la persona que no rinde como
se espera de ella puede tener problemas que tarde o temprano, afecten su bienestar y su
salud.

El estrés es una variable trascendente, pues influye decisivamente tanto en la salud como en el
rendimiento, por ello el objetivo general de la intervención debe consistir en controlar adecuada-
mente el estrés con el fin de optimizar salud y rendimiento considerando su interacción.

4.INTERVENCIÓN PSICOLÓGICA PARA OPTIMIZAR LA SALUD Y EL RENDIMIENTO MEDIANTE EL


CONTROL DEL ESTRÉS

– Eliminar o aliviar situaciones potencialmente estresantes,


– Potenciar o modificar características personales relevantes,
– Eliminar o controlar las manifestaciones del estrés cuando se hayan producido (control de ac-
tivación, eliminar ansiedad y hostilidad, superar depresión,...)

4.1. Intervención centrada en las situaciones potencialmente estresantes

Se aplicará la intervención en cualquier entorno que sea habitual, eliminando o aliviando


situaciones pot.estresantes significativas. Según las necesidades y posibilidades de cada uno se
puede manipular el entorno familiar, escolar, laboral, hospitalario,... tanto para prevenir o cuando
aún no sea muy grave, como para controlarlo y reducirlo. La intervención incluye las estrategias:

– Solucionar problemas reales: v.g. En ámbito escolar cambiar a un niño de mesa para que
escuche mejor explicaciones del profesor, transporte a pacientes que deban acudir al
hospital,...
– Alterar normas de funcionamiento institucional a las que la persona deba adaptarse.
– Mejorar condiciones del entorno con medidas que contribuyan a hacerlo más agradable y/o
tolerable.
– Aportar más información respecto a la situación estresante (v.g en hospital dar datos sobre la
operación que se va a realizar,...)
– Programar el acercamiento progresivo a cambios que puedan ser más estresantes.
– Programar la exposición inevitable a situaciones estresantes en momentos de ausencia de
otras fuentes (v.g. cambiar a un hijo de colegio al comenzar el curso y no justo antes de exáme-
nes)
– Relativizar la trascendencia de las situaciones estresantes (v.g. ante un partido importante, el
entrenador aporta datos relacionados ccon la competición a sus jugadores,...)
– Racionalizar y objetivar los procedimientos para evaluar el comportamiento de las personas
que pueden sufrir estrés por esta causa.
– Establecer medidas que ayuden a motivar a las personas que realizan tareas monótonas y
aburridas
– Escuchar a las personas expuestas a las situaciones estresantes con empatía y “calor humano”.
– Dirigirse a las personas con cordialidad y respeto, y explicarles con claridad qué es lo que se
pretende de ellas, para favorecer que tengan expectativas realistas de su rendimiento evitan-
do la ambigüedad y/o el conflicto.

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4.2. Intervención centrada en las características personales relevantes
4.2.1. Patrones de conducta y estilos de afrontamiento

Diversos programas se utilizan para modificar el patrón de conducta tipo A (Friedman y Ulmer,
1984) intentando conseguir una forma habitual de funcionar más saludable. En menor medida se
ha intervenido para el patrón “dureza” o para sustituir estilos de afrontamiento perjudiciales por
otros más saludables. Sin embargo el desarrollo de los tres componentes del patrón “dureza” o
“fortaleza mental”, reto, compromiso y control, constituya uno de los objetivos prioritarios para el
control del estrés:
– Cambiar la percepción de amenaza de las situaciones estresantes por la percepción de que
constituyen un reto que puede afrontarse,
– Fortalecer el compromiso del cliente para enfrentarse adecuadamente a tales situaciones,
– Potenciar la percepción de control sobre las situaciones de estrés y sobre el desarrollo de la
intervención.
4.2.2. Valores, creencias y actitudes

Son útiles las terapias y estrategias cognitivas propuestas por Beck, 1984 y Ellis, 1973 al desarrollar
la Terapia Cognitiva y la Terapia Racional Emotiva. El uso de los elementos que forman parte de
éstas: discusión racional, planteamiento de hipótesis, búsqueda de evidencia,... pueden contribuir
a aliviar los problemas de estrés que estén presentes y prevenir futuros, desarrollando un funcio-
namiento cognitivo más eficaz y saludable, con valores, creencias y actitudes más flexibles y
valoraciones más objetivas basadas en los hechos.

4.2.3. Recursos y habilidades


En la parcela de los recursos y las habilidades para solucionar, manejar o aliviar situaciones de
estrés, la intervención comportamental contribuye a mejorar el repertorio de habilidades:
– Técnica para la Resolución de Problemas de D´Zurilla,
– La inoculación de Estrés de Meichenbau, 1977,
– El entrenamiento en Habilidades Sociales , El Entrenamiento Asertivo de Lange y Jakubowski,
1976, o el Entrenamiento para Hablar en público
– Entrenamiento en Relajación de Bernstein y Borkovec, 1973

Otras técnicas utilizadas en menor medida:


– Planificación del tiempo de Bueno y Buceta, 1997; el Establecimiento de objetivos, Elaboración
de planes de actuación, Anticipación de posibles dificultades interferentes y Preparación de
planes alternativos de Buceta,1998; uso de matrices de decisiones y técnicas cognitivas como
autopreguntas, autoafirmaciones y autoinstrucciones dirigidas a aliviar el impacto estresante
de situaciones que no se pueden eliminar ¿es tan grave lo que ocurre? ¿qué es lo peor que me
puede pasar? Tranquilo, ya sabes que esto puede suceder, utiliza el plan establecido,...

Evaluar objetiva y racionalmente las situaciones potencialmente estresantes y los recursos para
enfrentarlos de forma sistemática debe considerarse una habilidad eficaz para controlar el estrés.
Principales habilidades psicológicas en el deporte de competición:
– Establecimiento de objetivos; - Autoobservaación y autorregistro; - Autoevaluación subjetiva del nivel de ac-
tivación y otras experiencias internas; - Evaluación del propio rendimiento; - Autoaplicación de técnicas de
relajación y respiración; - Práctica en imaginación; - Habilidades atencionales; - Aplicación de
autoafirmaciones, autoinstrucciones y autorrefuerzos; - Habilidades para controlar cogniciones disfunciona-
les; - Identificación del nivel de activación óptimo; - Aplicación de habilidades para la autorregulación y el

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autocontrol en la competición y el entrenamiento; - Técnicas para la solución de problemas y la toma de de-
cisiones; - Habilidades interpersonales.

En cuanto a recursos que no son habilidades (v.g. tiempo, acceso a actividades reforzantes,...) los
programas de intervención comportamental pueden contribuir a mejorar esta parcela, incluyendo
estrategias apropiadas para la solución de problemas reales, la planificación del tiempo,... La
intervención psicológica es fundamental y no se debe menospreciarse. El psicólogo debe explorar
las posibilidades del entorno del cliente y adoptar las estrategias adecuadas para enriquecer el re-
pertorio de recursos de éste.
4.2.4. Apoyos sociales

La intervención comportamental apenas se ha dedicado específicamente de los apoyos sociales


pero sí indirectamente con medidas como:
– ayudando a mejorar habilidades sociales que aumenten probabilidad de obtener apoyo,
– modificando cogniciones disfuncionales respecto a la obtención y el mantenimiento de apoyos
sociales.
– Planificando actividades adecuadas para la búsqueda y el desarrollo de apoyos adecuados;
– Incrementando la independencia de funcionamiento personal y reduciendo la dependencia de
los apoyos inapropiados,
– Trabajando con las personas cercanas que pueden proporcionar los apoyos sociales adecuados.

4.3. Intervención para controlar las manifestaciones de estrés

La intervención puede tener objetivos como el eliminar o aliviar situaciones estresantes, modificar
características personales relevantes que contribuyan a a aparición del estrés o puedan ayudar a
controlarlo. También puede dirigirse directamente al control de las respuestas del estrés mediante
estrategias apropiadas en cada caso particular (v.g. DS, biofeedback, detección del pensamiento,
autoafirmaciones,...)

Resula ovbio que una vez presente el estrés, la intervención no debe limitarse a eliminar o aliviar
sus manifestaciones, sino dirigirse a debilitar las VV situacionales y personales que lo favorecen,
además de desarrollar condiciones ambientales y características personales eficaces y saludables
que ayuden a mantener, e incluso a mejorar, los logros de la intervención.

Es igualmente importante reducir el estrés y prevenir su reaparición dentro de programas de


tratamiento de trastornos asociados ya establecidos (v.g. dolro de cabeza, hipertensión esencial,...)
y se debe determinar con análisis conductual si el estrés es uno de los factores que contribuyen al
mantenimiento e incluso al empeoramiento del mismo, dificultando su tto, deteriorando el bienes-
tar, e incluso el que aumente la probabilidad de recaídas cuando se produzca algún progreso.
Cuando sea así se tendrá que intervenir sobre él directamente, considerando siempre el control de
las manifestaciones de dicho estrés, la eliminación o alivio de las situaciones estresantes, y la
sustitución de características personales relevantes, dentro del plan terapéutico que se aplique
particularmente para cada caso.

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