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Agustín García Calvo es Premio Nacional de Ensayo, Premio Nacional de Literatura Dramática

y Premio Nacional de Traducción. Sus interpretaciones de Shakespeare, Platón, Homero, Sócrates,


Paul Valéry o del Marqués de Sade se publicaban mientras él, incansable, no cesaba de escribir su
obra poética -compuesta por doce títulos-, sus ensayos -alrededor de veintidós-, y sus piezas tea-
trales -seis en total-. Es, también, autor de cientos de artículos publicados en diversos periódicos y
creador de la letra que acompaña al himno de 1a Comunidad de Madrid. Pero, escritos al mar-
gen, quizá la mejor manera de acercarse a la figura poliédrica e insumisa de Agustín García Cal-
vo (Zamora, 1926) es dejarse caer por la tertulia que cada miércoles, desde hace diez años, celebra
en el Ateneo de Madrid. Quien decida hacerlo se encontrará con uno de los pocos fenómenos -por
no decir el único- radicalmente independiente e intergeneracional de la ciudad.
Oficiada por el carismático librepensador -filólogo, filósofo, poeta y dramaturgo, aunque él no se
reconozca en ninguno de estos títulos-, la tertulia está compuesta por un núcleo heterogéneo de
unas o menos cien personas dispuestas a estrujarse las neuronas debatiendo las contradicciones ló-
gicas o morales de proposiciones relativas, por ejemplo, a "la libertad de los muertos". Este peculiar
espacio para la reflexión podría pasar como una pompa de jabón más o menos afortunada en mi-
tad del barbecho cultural que padecemos los madrileños, de no ser porque representa el más genuino
y espontáneo frente en la guerra contra la Realidad que sostiene García Calvo desde hace años. Se
niega a admitir, el emérito maestro zamorano, que Realidad es "todo lo que hay". Desde ahí ha
construido un discurso que apela a los márgenes del lenguaje, a las vaguedades dispersas y a los
eternos puntos suspensivos que se usan como tablas de salvación a las que aferrarse entre el ma-
rasmo de personas e instituciones que parecen "tenerlo todo tan claro".

¿De dónde le viene esa actitud de insumisión permanente que tanto le define?

La raíz de la insumisión está en cualquiera desde el momento de su sumisión, desde


que a los dos años, más o menos, se le notifica que está condenado a muerte y se le
impone un nombre propio y una identidad. Como esta operación desde el ‘ahora’ y a
través de los padres nunca se cumple perfectamente, quedan siempre rebullendo
sentimientos de desgracia, de opresión, de resistencia a la estupidez de las órdenes,
promesas que caen encima. En general y mayoritariamente, esos sentimientos quedan
reprimidos con un éxito solamente relativo y es a partir de ahí cuando, por ventura,
viene uno a dar con "unas pocas palabras verdaderas", un aliento de razón común
que desvirtúa las ideas dominantes y alienta el no al Poder. Sucede o puede suceder
que la insumisión, de corazón y de razón, siga por ahí floreciendo.

¿Por qué está en contra de la Democracia?

En el plano político, la aparición más notoria de la mentira constitutiva de la Realidad


son las formas que el Poder toma y cambia para asegurar mejor la dominación de la
gente y hacer callar lo que quede de vida y razón común. La más avanzada de esas
formas ahora -y directamente la única real, ya que todas las otras están en ésta- es el
régimen democrático que hoy padecemos. El Poder confía en que las personas le son
siempre fieles porque siempre tienen miedo, y el hacer pasar a la mayoría -la suma de
las opiniones o gustos de las personas- como un "todos" es falso desde su raíz, ya que
en la Realidad no caben ideales como "todo" o "nada", sino sólo cosas de más o me-
nos. Es por esa colaboración entre el Estado o Capital con las Personas, por lo que este
Régimen que padecemos se nos hace tan poderoso en su mentira. La misma que tie-
ne que estar cada día reafirmada y sostenida por los medios de formación de masas,
con sus noticias y predicaciones de fe en la Realidad.

¿Qué sensación tuvo al volver del exilio durante la Transición Española?

Una sensación de desprecio por la credulidad, todavía, de los supuestos entendidos


en cuestiones políticas. Me encontraba entonces en París adonde había ido a parar y
donde llevaba cerca de ocho años, después de haber tenido en 1969 que escapar sin
papeles, eligiendo mejor destierro que cárcel. La pérdida de la Cátedra y las muchas
detenciones en los calabozos de la Puerta del Sol me habían llevado desde 1965 ha-
cia algo que es lo más increíble y gozoso que me ha pasado: el levantamiento de los
estudiantes de aquella época contra esa forma de Poder que entonces se estaba es-
tableciendo descaradamente por doquiera, de California a Tokio a Madrid, luego
Alemania, París, o sea: un levantamiento contra el Régimen del Dinero, contra el mo-
vimiento del Capital como necesidad primaria indiscutible del Régimen que hoy pa-
decemos. Comprenderás que, habiendo perseguido ese cambio verdadero, no podía
tener importancia alguna para mí la respuesta que entre los menos conformes suscita-
ban cositas como el paso de los últimos y penosos restos de la Dictadura a la adop-
ción de la Burocracia. Recuerdo que, al llegar la noticia a la horda ingente de París -
frente a algunos despistados que descorchaban champán-, tuve que gritar "muera
España" para así recordar qué era de lo que de veras se trataba. Sobre aquel levanta-
miento de estudiantes del 65 y los años siguientes, los que creen en la historia se com-
placen en declararlo fracasado -como si aquello hubiera sido una empresa o un pro-
yecto- y reducirlo a eso, a historia. Yo sigo viviendo de aquello en gran medida y tra-
tando de que estos días siga manteniéndose con alguna gente la alegría de la nega-
ción del Orden y el no al Poder.

¿Cómo es ese nuevo lenguaje en el que está trabajando?

He ido, a lo largo de los años, tratando de darle vueltas a los claros misterios de la
gramática, la maquinaria de la lengua, aunque haya de ser a través de la de un idio-
ma en particular. Así lo he ido haciendo en los tres tomos de Del lenguaje y en otros
sitios. Estos días estaba intentando fabricar unos elementos gramaticales con consulta
y puesta a prueba entre algunos de los que más me acompañan en esto. Están dirigi-
dos para docentes que trabajen con chicos de alrededor de los 17 años y que aco-
metan la descabellada empresa de meterse en la práctica de la enseñanza media,
sustituyendo las grandes y tradicionales mentiras que a los niños se les cuenta acerca
del lenguaje. Tenga la suerte que tenga, creo que vale la pena el intento, ya que sien-
to claramente que las confusiones reinantes acerca de la lengua se deben a la sobra-
da estupidez de pensar que pueden mandar, a través de sus academias o literatos, en
la propia lengua, que es la sola máquina gratuita que se le da a la gente. Mientras
esas confusiones no se derrumben, cualquier discurso político, científico, periodístico,
estará marcado de raíz por esas confusiones más dedicadas a servir al Capital y al Es-
tado que a descubrir sus falsedades.
Existe un debate semántico en la actualidad sobre si la situación de conflicto interna-
cional que vivimos es o no una guerra. ¿En qué medida cree que puede influir que le
llamemos guerra o no?

Más triste y más desgarrador que las noticias de la violencia y horrores que los Medios,
fabricantes de la Realidad, transmiten cada día, mucho más es la falsedad y la estú-
pida aceptación como moneda corriente de la manera en cómo se trata. Por ejem-
plo, usar el nombre arcaico de "guerra", perteneciente a otras realidades de la historia
-a lo largo de las cuales ha venido ciertamente sosteniendo la matanza de reclutas y
la creencia de que donde no había guerra lo que había era paz-, usar ese nombre
para los trapicheos económicos del Capital en los Estados que están a su servicio, a las
necesidades de mover capital -no sólo por vía armamentística sino por la fabricación
de noticias, que es la principal industria de nuestro Régimen-. Ese nombre -"guerra"-y el
de otros nombres como "soldados", "milicias" o "fieles de Alá" -que vienen a ser lo mis-
mo-, son como heridas diarias para lo que nos queda de sentido común o corazón.

¿En qué consiste la guerra contra la Realidad?

La guerra empieza de una manera política como rebelión de lo que nos queda de vi-
vo, de sentido común y de pueblo contra el Poder, en sus formas de Estado y Capital.
Es decir, contra la administración de la muerte, del futuro, que es lo que hacen estas
instituciones. Ahora bien, no creyendo en que la Realidad -las cosas, entre las cuales
estamos nosotros mismos-, sea algo dado de por sí eterno, fatalmente descubrimos
cómo la Realidad está instituida y sostenida por el Poder, que a su vez está sostenido
por la fe en la Realidad. Es así como las cuestiones físicas, científicas y filosóficas se en-
trelazan y confunden con las políticas, y cómo la guerra contra el Poder no puede ha-
cerse con armas más eficaces que la rotura y el desmentimiento de la fe en la Reali-
dad. Se trata de llevar esa guerra con el arma que nos es dada, que es el hablar, no
personalmente, no exponiendo ideas, sino dejándonos llevar por la lengua común, la
razón común.

Por Javier Mendoza.


en Revista Madriz Nº 1
Otoño ’07-invierno ’08.

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