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El cerebro es el director de la película de nuestra vida, es el piloto de nuestro avión, es

decir, el responsable máximo de cada uno de nuestros actos, emociones,


pensamientos o capacidades. Además, nos ayuda a relacionarnos con nuestro exterior.
Pero, ¿sabemos cómo funciona el cerebro infantil?

Su desarrollo depende de dos factores básicos: la genética y el ambiente. Ambos son


responsables de formar nuestra individualidad como seres humanos. Los genes se
heredan, pero su expresión no es inalterable. El modo en el que un niño reciba
cuidados y educación modificará su biología e influirá directamente en este proceso.

Desde que la mujer está embarazada comienza este desarrollo del cerebro infantil.
Tras el nacimiento, el bebé cuenta con casi 85 millones de neuronas que será la cifra
aproximada que tendrá al ser mayor. La diferencia entre el de un menor y el de un
adulto radica en la “sinapsis” (conexiones entre las mismas). Todas ellas crean,
aproximadamente, 900 billones de vínculos a través de 1.600.000 kilómetros de
“circuitos”. Cada uno de ellos es un conocimiento, como por ejemplo, el hecho de
decir una palabra o efectuar un movimiento. Estas conexiones nunca se detienen, ni en
el sueño, ni en reposo, ni en meditación y consumen casi toda la energía de nuestra
alimentación diaria.
Comprender el neurodesarollo

Anatómicamente el cerebro se divide según los lóbulos: frontal, parietal occipital y


temporal, o según sus hemisferios: izquierdo y derecho, los cuales se unen y
comunican mediante el cuerpo calloso. El hemisferio izquierdo es el que controla los
movimientos de la mano derecha y el dominante en casi todas las personas diestras.

El sistema nervioso evoluciona mediante diferentes fases secuenciadas. No es un


proceso lineal, sino que cuenta con momentos más absorbentes, donde se adquiere
mayor velocidad en el aprendizaje, y otros en los que se muestra más lento e incluso
en retroceso, hay que tener en cuenta que en cada niño puede presentar unas
variantes. El tiempo unido a la combinación de genética y estimulación externa
ayudará a poder adquirir nuevas aptitudes. Primero maduran las áreas con la atención
y el lenguaje (lóbulos parietales) y a posteriori, las implicadas en las acciones ejecutivas
(lóbulo prefrontal).

El funcionamiento cerebral se entiende mediante la interacción de tres niveles: el


cerebro primitivo (actividad básica, comer y dormir), el emocional y el racional, este
último necesita que el anterior reciba cariño para presentar una capacidad intelectual
plena.
Proceso del desarrollo del cerebro infantil

El desarrollo del cerebro infantil comienza, como comentábamos, cuando el embrión,


es decir, el óvulo fecundado, aun no se ha convertido en feto, hasta la edad adulta.
Desde la vida intrauterina se creará la arquitectura básica para poder adquirir el resto
de aprendizajes.

 Desde el nacimiento hasta los 3 años el bebé pasará de ser una persona
dependiente absolutamente en todos los aspectos a poseer cierta
independencia y autonomía física, propiciada por el sistema motor, el cual está
vinculado a la maduración de los lóbulos parietales.
 Entre los 3 y 6 años el niño desarrolla el lenguaje y el entendimiento de su
medio. En esta etapa el aprendizaje es más consciente y se produce la primera
poda neuronal, es decir, se destruyen algunas de las conexiones creadas
anteriormente, con el fin de eliminar circuitos que no se utilicen y afianzar
otros.
 La siguiente etapa es de 6 a 12 años, un periodo de estabilidad donde se
consolidan y afianzan los conocimientos de las dos fases anteriores. Más
adelante, desde los 12 hasta los 18 tienen lugar los cambios hormonales típicos
de la adolescencia, evolucionan las funciones ejecutivas (organización, toma de
decisiones y planificación, entre otras), la identidad (básica para la
personalidad) y se produce la segunda poda neuronal, es decir, el cerebro elige
las conexiones menos influyentes o utilizadas y las destruye.

Cuando madura el cerebro de un niño


Un estudio del Instituto de Neurociencia Cognitiva de Londres sugiere que
el cerebro continúa desarrollándose después de la infancia y la pubertad y que no está
totalmente maduro hasta que superamos los 30 años, e incluso después de cumplir los
40.
Que pasa en el cerebro cuando juegan los niños
Jugar es un placer. Es diversión, entretenimiento. Es un aprendizaje. ¿Algo más? Sí. El
juego aporta una infinidad de beneficios a los niños, a todos los niveles (físicos,
mentales, sociales...). Pero además, activa el cerebro. Lo mantiene en forma.
El juego genera una serie de hormonas que trabajan en el cerebro de los niños. Cada
vez que tu hijo juega, estas son las sustancias que se activan en el cerebro: - La
Serotonina: Gracias a ella se reduce el estrés. También es la encargada de equilibrar y
regular el estado de ánimo
Si pudiéramos mirar a través de la pequeña cabecita de nuestro hijo, veríamos la
cantidad de actividad que se genera en su cerebro cada vez que juegan. El culpable de
esto, o más bien la culpable, es la química. El juego genera una serie de hormonas que
trabajan en el cerebro de los niños. Cada vez que tu hijo juega, estas sos las sustancias
que se activan en el cerebro: 

- La Serotonina: Gracias a ella se reduce el estrés. También es la encargada de


equilibrar y regular el estado de ánimo.

- La Acetilcolina: Es la sustancia que favorece la concentración, la memoria y por


supuesto, el aprendizaje. 

- Las Endorfinas y Encefalinas: Encargadas de reducir la tensión neuronal. Es decir, la


que transmite al niño calma y felicidad. Es el mejor momento de creatividad del niño

- La Dopamina: Motiva la actividad física, la que consigue que los músculos reaccionen


ante el juego. También participa en la estimulación de la imaginación, la creación de
imágenes y seres fantásticos.
Por qué es importante dejar que los niños jueguen

El juego abre las puertas de la imaginación y la creatividad de los niños, les mantiene
en forma, les ayuda a generar estrategias y a resolver conflictos y les enseña a crear
normas y respetarlas. Es juego es la mejor asignatura para los niños, la más completa.
Estas son sus grandísimas ventajas:

- Es desestresante. El juego libera de la presión de los estudios o los deberes. 

- Es el mejor vehículo de aprendizaje para los niños. 

 Ayuda a establecer lazos sociales. 

- Potencia y desarrolla el universo interno del niño. 

Jugar, sin más. Jugar al escondite, a los bolos, al cucu-tras. Jugar con los muñecos, con
la pelota, o simplemente con la imaginación. Deja que tu hijo sueñe, imagine, juegue
con otros niños. Estará aprendiendo, y mucho, de la mejor forma posible:
divirtiéndose. 

Crisis
Es un estado temporal de desorganización, confusión emocional y descontrol que le
ocurre a una persona luego de experimentar un evento adverso y que le provoca
diferentes manifestaciones de malestar y tensión (estrés) que le afecta su desempeño
cotidiano y le dificulta manejar la situación. Un estado de crisis provoca una gran
perturbación y pérdida de estabilidad para la persona debido a que vivencia
repentinamente una situación o acontecimiento estresante que afecta al adecuado
funcionamiento que hasta ese momento tenía, de manera que provoca un
“desequilibrio”. Todos los seres humanos, a lo largo de recorrido vital, atraviesan
múltiples situaciones de crisis, algunas de ellas son crisis vitales asociadas a los
cambios que se experimentan en las diferentes etapas de crecimiento, otras están
vinculadas a las exigencias que precisa las transiciones de la vida, y otras a
circunstancias que acontecen inesperadamente. Esta serie de sucesos requieren un
cambio para afrontarlas, en algunos casos pueden ser resueltas con los recursos y
capacidades que las personas han adquirido y desarrollado a lo largo de la vida, pero
en otros casos y momentos determinados sobrepasan la capacidad de respuesta
habitual de las personas por lo que generan estados emocionales de estrés que
requieren de un apoyo adicional para lograr el desarrollo de capacidades de
afrontamiento y agenciar el cambio.
• Hay un suceso precipitante (es decir, un suceso que causa la crisis).
• Es una situación imprevista.
•Hay pérdida del equilibrio emocional (de la forma acostumbrada de sentir y de
expresar lo que se siente).
• Causa sufrimiento (dolor, tristeza, terror, inseguridad, enojo, rabia,
impotencia...)
• Genera cambios: la crisis puede ser un peligro y desencadenar en enfermedad,
pero también puede ser una oportunidad para crecer y aprender.
• Es temporal: después se recupera nuevamente el equilibrio.
• Las formas habituales en que el individuo resuelve sus problemas no funcionan
en esta situación.
¿Cómo es el proceso de crisis?
El proceso de crisis tiene un conjunto de etapas:
1. Evento precipitante: Es el evento o experiencia que provoca la crisis, (momento de
explosión violenta o en el que se presenta el incidente de agresión).
2. Respuesta desorganizada: Hay una gran tensión emocional o estrés físico y
psicológico. Hay desorientación, confusión y paralización. (“no sabe qué hacer”). Las
personas pueden reaccionar de las siguientes maneras: +
Explosión: La persona pierde el control de sus emociones y pensamientos. Hay una
reacción emocional de impacto que incluye llanto, gritos.
+ Negación o bloqueo del impacto: La persona hace esfuerzos para evitar
pensamientos que le recuerden su problema o actúa tal y como si el evento no hubiera
pasado.
+ Intrusión: Se caracteriza por la invasión de pensamientos e imágenes que permiten,
en algún momento, encontrarle sentido a la experiencia.
3. Estabilización: La persona empieza a calmarse y a recuperar el control de sus
emociones, pensamientos y comportamientos.
Encuentra alternativas para manejar la situación a través de las siguientes fases: +
Penetración: Constituye la fase en la cual se llega al proceso de identificar y expresar
los sentimientos, pensamientos e imágenes de la experiencia de crisis. Algunas
personas pueden llegar a ella por sí solas, otras requieren de ayuda externa. +
Consumación: Permite la integración de la experiencia dentro de la vida personal. La
mujer, por ejemplo, no solo ha admitido su situación de maltrato y encuentra una
explicación para ello, sino que ha identificado y expresado sus pensamientos y
sentimientos. Admite a su vez, que está pasando por un período de desorganización,
pero reconoce los mecanismos o estrategias para salir adelante. Se establece el
potencial positivo de la situación de crisis. 4. Adaptación: La persona recobra sus
fuerzas y retoma el control de su vida
Contención emocional
En algunas ocasiones, cuando estoy dictando un taller, en la consulta o en mis clases
de la universidad, hablo de la importancia de brindar contención emocional a nuestros
niños, alumnos o amigos. Al ver la cara de quienes me escuchan, percibo que no
comprenden el término, por lo que procedo a explicarlo de una manera sencilla. Del
mismo modo me gustaría compartir con ustedes lo que les digo:

 La contención emocional es un procedimiento terapéutico. Su objetivo es


tranquilizar y estimular la confianza de una persona que se encuentra afectada
por una fuerte crisis emocional.
 En la práctica estaría relacionada principalmente a dos mecanismos. El primero
es la actitud empática, es decir, la habilidad de colocarse momentáneamente
en el lugar de la otra persona. El segundo, la escucha activa, que es la
capacidad de poner atención al mensaje emitido por otra persona, utilizando
diferentes vías para entender lo que se quiere decir y poder reaccionar ante el
mensaje dado.
 En la vida cotidiana no es necesario que seamos psicólogos, orientadores ni
terapeutas para dar contención emocional a las personas que nos rodean. El
hecho de estar en disposición de escuchar con atención lo que el otro nos
quiere transmitir, sin prejuicios o ideas preconcebidas, y situarnos con el
corazón abierto frente a él o ella, ya es contener emocionalmente.
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 En la mayoría de los casos, tu hijo, alumno o amigo simplemente quiere ser
escuchado, puesto que al verbalizar lo que siente, sin saberlo, su cerebro debe
organizar la mezcla de pensamientos y sentimientos que posee para poder
expresarlos de manera coherente, y eso ya es de gran ayuda para esa persona.
 ¿Acaso no les ha pasado que un amigo los ha llamado porque se sentía mal, y
luego de hablar, y sin tú decir ni una palabra, te dice “gracias, ya me siento
mejor”? Bueno, en ese momento le has brindado contención emocional, de
acuerdo con lo que señala el orientador y terapeuta Jorge Milanés.
 A lo anterior podemos agregar lo que la contención emocional NO es:
regañar/retar, invalidar la emoción con frases como: “Pero si la vida es bella”,
“No te pongas triste”, “No llores”, “No es para tanto”, “Debes acostumbrarte,
la vida es dura” “Quién te manda a hacer eso”, “Lo que hiciste estuvo mal”, “No
tienes por qué enojarte”, “No debes preocuparte”… no, no, no.
 Esto eliminaría por completo el espacio para la empatía, es decir, si el otro llora
por eso, se enoja por eso, se preocupa, es porque así lo siente, porque para ese
otro es importante y VÁLIDO que se sienta así; de allí surge el término
“validación emocional”.
 Lo idóneo es transmitirle que SE VALE llorar y se vale enojarse, utilizando frases
como: “Entiendo que estés enojado por eso” “Me sentiría igual en tu lugar”… o
utilizar la técnica del reflejo: “Veo que estás enojado”, “Noto que estás triste”.

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