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Dios diseñó la iglesia, la estableció en la tierra, y le dio una obra para llevar a cabo. Esta obra es
una obra divina porque la iglesia es una institución divina. Esta obra es la obra más grande
porque la iglesia es la institución más grande. Esta obra es una obra gloriosa porque la iglesia
es una institución gloriosa.
La parábola de la viña describe la iglesia como una institución en operación. Jesús dijo,
“Porque el reino de los cielos es semejante a un hombre, padre de familia, que salió por la
mañana a contratar obreros para su viña” (Mat. 20:1). Una viña es un lugar de trabajo y la
iglesia, siendo asemejada a esto, muestra que ella también es un lugar de trabajo.
La obra asignada a la iglesia es triple: (1) evangelización, (2) edificación, y (3) benevolencia. Hay
una obra que la iglesia en sentido universal (todos los cristianos individuales) debe hacer que
corre paralela a la obra de la iglesia local, pero estamos interesados en esta lección con la de la
iglesia local. Notemos la obra dada a la congregación local en el orden que se declaró arriba. Y
por cuestión de tiempo la veremos de manera concisa.
La humanidad está perdida en pecado (Rom. 3:23). El evangelio es el único poder para salvar
(Rom. 1:16). Consecuentemente, Dios quiere que el evangelio sea predicado (Mr. 16:15; 1 Cor.
1:21), y ha dado esa obligación a la iglesia.
La orden a la iglesia para evangelizar está dado en Mat. 28:19; Mr. 16:15. Jesús dijo ir y
predicar el evangelio a toda criatura. Aunque sabemos que de manera específica se le estaba
dando la comisión a los apóstoles de manera principal, nos damos cuenta por ejemplo
aprobado que la comisión se extiende a la iglesia local y al cristiano en particular. Veamos
algunos ejemplos de iglesias locales del primer siglo que lo llevaron a cabo:
Pablo recordó cómo la iglesia en Tesalónica había divulgado el evangelio. “Porque partiendo
de vosotros ha sido divulgada la palabra del Señor, no sólo en Macedonia y Acaya, sino que
también en todo lugar vuestra fe en Dios se ha extendido, de modo que nosotros no tenemos
necesidad de hablar nada” (1 Tes. 1:8).
Las iglesias del primer siglo enviaron predicadores al mundo a predicar el evangelio. La iglesia
en Antioquía envió a Pablo y Bernabé. “1 Había entonces en la iglesia que estaba en Antioquía,
profetas y maestros: Bernabé, Simón el que se llamaba Niger, Lucio de Cirene, Manaén el que
se había criado junto con Herodes el tetrarca, y Saulo. 2 Ministrando éstos al Señor, y
ayunando, dijo el Espíritu Santo: Apartadme a Bernabé y a Saulo para la obra a que los he
llamado. 3 Entonces, habiendo ayunado y orado, les impusieron las manos y los despidieron”
(Hch. 13:1-3).
La iglesia en Filipos ayudó a Pablo financieramente en la predicación del evangelio. “15Y sabéis
también vosotros, oh filipenses, que al principio de la predicación del evangelio, cuando partí
de Macedonia, ninguna iglesia participó conmigo en razón de dar y recibir, sino vosotros solos;
16pues aun a Tesalónica me enviasteis una y otra vez para mis necesidades” (Fil. 4:15-16).
Vemos en el Nuevo Testamento como las iglesias tuvieron parte activa en la evangelización del
siglo I. Por cerca de 30 años se logró anunciar el evangelio a todo el mundo.
- La Obra de Edificación
Refiriéndose a los cargos o funciones en la iglesia, Pablo dijo que el Señor “11... constituyó a
unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros, 12a fin
de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de
Cristo” (Ef. 4:11-12).
Los apóstoles profetas revelaron la verdad (Ef. 3:5), los evangelistas deben proclamar la verdad
(2 Tim. 4:2) y los pastores (ancianos) deben ver que la verdad sea enseñada en la iglesia (Hch.
20:28-31). Por la enseñanza fiel de la verdad los santos serán perfeccionados para hacer la
obra del ministerio (servicio) y edificación del cuerpo de Cristo.
- La Obra de Benevolencia
Junto con el evangelismo y la edificación está la obra de la benevolencia. Sin embargo, esta
obra es limitada en su alcance como lo enseña claramente las Escrituras.
Cuando una gran hambre vino a través de todo el mundo y afectó a los santos en Judea, la
iglesia en Antioquía envió socorro a los hermanos en Judea, enviándolo a los ancianos por
medio de Bernabé y Saulo (Hch. 11:27-30)
En otra ocasión, cuando los santos de la iglesia en Jerusalén se volvieron des- amparados y en
necesidad, las iglesias en Macedonia, Acaya y Galacia enviaron dinero para aliviar la necesidad
en Jerusalén. Leemos, “Porque Macedonia y Acaya tuvieron a bien hacer una ofrenda para los
pobres que hay entre los santos que están en Jerusalén” (Rom. 15:26). “1 En cuanto a la
ofrenda para los santos, haced vosotros también de la manera que ordené en las iglesias de
Galacia ... 3 Y cuando haya llegado, a quienes hubiereis designado por carta, a éstos enviaré
para que lleven vuestro donativo a Jerusalén” (1 Cor. 16:1,3).
Hermanos, lo anterior constituye la obra de la iglesia. Que estemos satisfechos con la misión
que Dios le dio a la iglesia y no prostituyamos su obra en actividades no autorizadas.
Sabemos que los ancianos en una congregación tienen el deber de cuidar y apacentar del
rebaño de la iglesia en donde son miembro. (Hechos 20:28). Pero hasta que haya ancianos en
una congregación, por inferencia necesaria sabemos que los varones fieles de la iglesia local
pueden encargarse de dirigir y organizar la obra de la iglesia (evangelización, edificación,
benevolencia) y la adoración. A este arreglo necesario y temporal, le conocemos como junta
de varones.
Los ancianos o la junta de varones no existen como “mesa directiva” para cuidar de la
propiedad, ocupar y despedir predicadores e imponer opiniones necias. Los deberes de los
líderes de la iglesia son altamente solemnes y sagrados. Deben siempre concentrarse en la
función bíblica de la iglesia: la edificación (Efes. 4:11,12), el evangelismo (Mat. 28:19; 1 Tim.
3:15) y la benevolencia limitada (el ministerio a los pobres de entre los santos, 1 Cor. 16:1, 2;
Rom. 15:26)
Por lo tanto entendemos hasta aquí, cuales son las cosas por las que la junta de varones debe
velar. En ningún texto bíblico, vemos a los ancianos como los encargados de organizar
actividades sociales para las iglesias a la que apacientan. Ellos velan es por las almas de la
congregación, “Obedeced a vuestros pastores y sujetaos a ellos, porque ellos velan por
vuestras almas, como quienes han de dar cuenta.” (Hebreos 13:17). Es decir, ellos ven por la
obra espiritual de la iglesia local. Nada tiene que ver con los convivios, comidas o cenas que los
cristianos quieran compartir juntos.
Ahora, la junta de varones es un arreglo necesario para encargarse de estas cosas hasta que
llegue haber ancianos en la iglesia local. Y así como los ancianos no tienen que organizar a la
iglesia en asuntos sociales, la junta de varones no tiene tampoco ese trabajo.
Algunos contienden en que la palabra “comunión” autoriza que la iglesia puede organizar
“comida, cenas o convivios”.
La palabra “comunión” nunca es usada para referirse a las comidas o a la recreación social.
(1) Hechos 2:42 - “... en la doctrina de los apóstoles, en la comunión...” - Una actividad
espiritual, no social.
(2) 1 Cor. 1:9 - “... llamados a la comunión con su hijo Jesucristo nuestro Señor”.
(3) 2. Cor. 8:4 - “... el privilegio de participar (comulgar) en este servicio para los santos” -- la
ayuda de benevolencia que indicó una relación espiritual.
(4) Gálatas 2:9 - “ ... la diestra en señal de compañerismo” -- la señal de trabajo de Pablo y de
los otros.
(5) Efesios 3:9 - “ Y de aclarar a todos cuál sea la dispensación (comunión) del ministerio” -- la
participación unida de los Gentiles con los Judíos en Cristo.
(7) Filipenses 2:1 - “ si alguna comunión del Espíritu” - otra vez, no social, sino participación
espiritual.
(10) 1 Juan 1:30 - “ y nuestra comunión verdaderamente es con el Padre , y con su Hijo
Jesucristo”.
(11) 1 Juan 1:6 - “si decimos que tenemos comunión con él, y andamos en tinieblas, mentimos,
y no predicamos la verdad”.
(12) 1 Juan 1:7 - “pero si andamos en luz, como él está en luz, tenemos comunión unos con
otros, y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado”.
Ahora, ¿dónde está el pasaje que indique que el comer conjuntamente es “comunión”?
Es necesario que consideremos estos textos antes de dar una opinión acerca de algo en
asuntos espirituales.
Este hecho debería ser esclarecedor y promotor de reflexión. Ciertamente debería enseñarnos
que la comunión hablada por los hombres inspirados de Dios NO es la de reunir personas,
jóvenes o viejos, con el propósito de actividades sociales, seculares, o recreacionales, tales
como fiestas, banquetes, convivios, etc. La comunión en el Nuevo Testamento fue, y es, una
participación conjunta, una compañía, un esfuerzo común, una salida de los Cristianos para
esparcir el evangelio y salvar almas. Por favor no me mal interprete, estas cosas no son
pecaminosas e incorrectas dentro de sí mismas; más bien, ellas simplemente NO son la obra de
la iglesia de nuestro Señor. Y como la junta de varones, tiene el único trabajo de ver por esa
obra, entonces es obvio, que ella no tiene autoridad bíblica para organizar en sus reuniones
convivios y comidas.
La Autoridad bíblica.
La obra de la iglesia es espiritual- teniendo que ver con el alma, y no con las cosas que son de
naturaleza social, secular o recreacional. Cristo simplemente no estableció la iglesia para tales
actividades. Ellas simplemente no son el propósito o función de la iglesia. Usted no va a ir a
una farmacia, para comprar un par de pantalones de mezclilla. Esa simplemente no es la
función de una farmacia. Usted no va a usar una calculadora para lavar los platos o cortar el
césped. Eso simplemente no es el propósito o función de las calculadoras. Tenemos farmacias
para vender medicina, y tenemos almacenes de ropa para vender pantalones. Tenemos
lavatraste para lavar platos, y herramientas para cortar el césped. Ni más ni menos, tenemos
casa, y escuelas, y clubes para las actividades sociales, seculares, y recreacionales; y, Dios nos
dio la IGLESIA para nuestra comunión espiritual con El en las bendiciones y obra de salvar
almas. Dios instituyó el HOGAR, y lo ordenó PARA los propósitos sociales, seculares, y
recreacionales.
Propósitos del Hogar, el Estado y la Iglesia Dios ordenó el Gobierno Civil PARA el propósito de
proteger la sociedad y promover el bien común desde un punto de vista secular. Y, Dios
estableció la IGLESIA— el Cuerpo espiritual de Cristo, PARA el propósito de redimir las almas
de los hombres y el desarrollo espiritual de aquellas almas. Dios ordenó estas 3 instituciones,
cada una para su propio propósito y función particular. Dios estableció el HOGAR y el ESTADO
para proveer por lo material y físico, lo social y recreacional, los asuntos comerciales y
seculares de esta vida. Esto es donde pertenecen las comidas y las fiestas y los juegos de balón.
Pero la IGLESIA es la institución de Dios para la salvación y desarrollo espiritual del ALMA. El
hogar y el estado están ocupados con el cuerpo, pero la iglesia está ocupada con el ALMA.
Vaya a su Biblia y lea conmigo desde el primer capítulo de Efesios comenzando en el versículo
3, “Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda
bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo...en quien tenemos redención por su
sangre, el perdón de pecados...dándonos a conocer el misterio de su voluntad, según su
beneplácito, el cual se había propuesto en sí mismo, DE reunir todas las cosas en Cristo, en la
dispensación del cumplimiento de los tiempos...y sometió todas las cosas bajo sus pies, y lo dio
por cabeza sobre todas las cosas a la iglesia, la cual es su cuerpo, la plenitud de Aquel que todo
lo llena en todo” (Efesios 1:3,7,9-10,22-23). Muchos otros pasajes podrían ser citados, pero el
tiempo nos prohíbe que leamos alguno más a parte de este ahora.
Un principio de la autoridad bíblica es que CUANDO DIOS ESPECIFICA LO QUE TENEMOS QUE
HACER, EXCLUYE LO QUE NO HA ESPECIFICADO. Y pues, a la iglesia se le dio solamente esas 3
obras espirituales (evangelización, edificación, benevolencia) solo esas cosas ha especificado
Dios en su Inspirada Palabra, excluyendo otros tipos de obras, como la sociales, negocios,
recreativas, etc. La junta de varones, reitero, es para velar por las únicas obras que Dios ha
dejado a su iglesia. Ni más, ni menos.
CONCLUSION:
Los asuntos sociales y de recreación son buenas formas de compartir y divertimos de manera
sana con nuestros hermanos. Pero la evidencia bíblica muestra que dichos asuntos no son
parte de la obra de la iglesia local; es decir, que los que la dirigen (sean ancianos, o junta de
varones) no tienen autoridad bíblica de organizarla para la iglesia local. En el caso de la junta
de varones, ellos solamente deben velar por cada una de las obras que la iglesia local si está
autorizada a realizar, que de hecho están obligadas y ordenadas por mandato divino. Los
convivios como hemos notado, no entran en lo que el Nuevo Testamento se refiere a
“comunión” espiritual. Además, hemos visto que para todo lo que la junta de varones
(iglesia) haga debe ser conforme a lo que está escrito, a la Palabra de Dios. Evitemos a toda
costa, seguir mandamientos de hombres, opiniones personales y tradiciones; y solo fijemos
nuestra mirada en la Bendita Palabra.
Les invito a que sigamos llevando a cabo las actividades sociales, como comidas, cenas y
convivios en nuestro entorno, pero que estas no se entremezclen con el trabajo de la junta
de varones.