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NOTAS Y DISCUSIONES

Multiculturalismo.
Una revisión crítica
MARÍA HERRERA LIMA
Instituto de Investigaciones Filosóficas
UNAM, México

El término «multiculturalismo» refiere a Así, una de las primeras tareas al estu-


un conjunto de problemas de índole diver- diar este tema tendría que ser la de dis-
sa, muchas veces confuso en sus límites tinguir y delimitar campos y ámbitos de.
y criterios de diferenciación. No es lo mis- relevancia para cada problema, y con ello,
mo hablar de la situación de los emigrantes avanzar en la búsqueda de soluciones 1,
en los países desarrollados, por ejemplo, Además de señalar que los mismos pro-
Alemania o los Estados Unidos, que de blemas son de hecho considerados de
las minorías étnicas largamente arraigadas maneras diferentes por los estudiosos,
en esos mismos territorios o en otros; o algunas veces de manera complementaria,
de los reclamos '<nacionalistas» de pueblos otras en cambio desde perspectivas que no
cuya historia los condujo a quedar bajo permiten visiones de conjunto más o
la tutela de un Estado heredero de con- menos coherentes. En esta etapa prelimi-
quistas imperiales. Tampoco pueden asi- nar de identificación y esclarecimiento
milarse al tema de la «diferencia» en un resulta importante, sin embargo, intentar
sentido muy general problemas de natu- considerar hasta donde sea posible con-
raleza distinta, tales como la diferencia de tribuciones emprendidas desde diferentes
género, y otros, aun cuando éstos puedan disciplinas, por ejemplo: aspectos de inte-
dar lugar a la formación de grupos sociales gración económica y formas de desarrollo
con demandas de reconocimiento no satis- alternativo, modos de asociación local, for-
fechas y reclamar para ellos alguna forma mas de representación colectiva, o estudios
de tratamiento preferencial compensatorio de campo sobre movimientos sociales, y
-como las «cuotas» de ingreso a las uni- no sólo consideraciones teóricas de dere-
versidades o lugares de trabajo- y en ese chos o en torno a las autonomías regio-
sentido adoptar frente al Estado una pos- nales o de grupos, etc. Aunque por ahora
tura semejante a la de las minorías étnicas. tendremos que contentarnos con señalar
De modo que las demandas de pluralismo caminos y posibles orientaciones y relacio-
político '-para reconocer, por ejemplo, a nes entre campos de problemas, más que
nuevos sujetos o agentes. sociales-e- no intentar respuestas puntuales.
siempre coinciden con problemas de diver- Desde la óptica más restringida de la
sidad cultural o de relaciones interétnicas, filosofía y teoría política -a la que habre-

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mos de limitar nuestra revisión crítica- mente heterogéneos en el ámbito de los


tendríamos que destacar un cambio impor- Estados nacionales y más allá de ellos.
tante de orientación ante estos problemas Aunque en la etapa anterior del debate
en las polémicas recientes. Si hace algunos los comunitaristas habían planteado ya -y
años los temas a discutir se referían a pro- . continúan haciéndolo- la necesidad de
blemas tales como los de la racionalidad superar este modelo 5 en el presente tra-
de las creencias, o las contradicciones del bajo nos limitaremos a considerar la pers-
relativismo cultural 2, y más adelante se pectiva interna a la teoría política liberal,
presentaría como un enfrentamiento entre prevaleciente como modelo en los Estados
posturas individualistas y comunitaristas democráticos.
en teoría moral :" ahora las preocupaciones La caracterización de la relación frente
se refieren a cuestiones políticas más inme- a las culturas tradicionales que planteaba
diatas; a problemas urgentes que deman- la primera teorfa antropológica como una
dan solución y que exigen ser vistos desde relación entre mundos relativamente auto-
el punto de vista de quienes sufren sus con- contenidos y aislados (o «inconmensura-
secuencias, por ejemplo: las violaciones a bles») resulta poco relevante en el contexto
los derechos humanos de los emigrantes, de una economía globalizada, de impor-
o las condiciones de marginación y pobreza tantes movimientos migratorios y de refu-
de las minorías étnicas, o reclamos de auto- giados, y de demandas crecientes de mino-
determinación de pueblos que han recu- rías étnicas, que ciertamente no son nue-
perado un sentimiento nacional al des- vas, pero que han adquirido mayor visi-
membrarse viejas hegemonías, entre otros. bilidad internacional gracias a los nuevos
Podría hablarse de una nueva sensibilidad medios de comunicación de masas. No es
en tiempos de crisis, aunque de alguna en absoluto despreciable el peso que ha
manera éste ha sido siempre el caso, si tenido, por ejemplo, el apoyo internacional
pensamos, por ejemplo, en' las diferentes y de organizaciones no gubernamentales
formulaciones históricas del concepto de para la supervivencia del movimiento indí-
tolerancia. Como nos recuerda Susan gena en Chiapas. Estos grupos margina-
Mendus, éstas surgieron precisamente en dos, minoritarios o no, han dejado de estar
momentos críticos de persecución religio- «sumergidos» en el tejido de una cultura
sa, o discriminación racial o sexual 4. Por dominante que los ignoró por mucho tiem-
ello, muchas de sus formulaciones concep- po y para la que resultaban «invisibles»,
tuales conservaron las huellas de sus orí- como diría Michael Walzer al mencionar
genes y plantean más tarde dudas sobre la escasa influencia que tuvo la presencia
la aplicabilidad o validez de las soluciones de los indios americanos, y aun de los
propuestas desde horizontes de problemas negros, en la determinación de los rasgos
diferentes, lo que, por otra parte, hace más sobresalientes de la concepción del
necesaria su reconsideración, pluralismo político norteamericano 6, O
Dentro de la filosofía política, el debate como en el caso de los grupos indígenas
actual sobre el multiculturalismo gira en mesoamericanos, cuyas necesidades parti-
buena medida en tomo a los intentos de culares y especificidad cultural han sido
ajustar o modificar el modelo político libe- sistemáticamente ignoradas en la consti-
ral para dar respuesta a los problemas que tución política de los Estados poscolo-
plantea la nueva situación mundial, ya que niales,
el viejo modelo de pluralismo parece insu- De manera que, a pesar de las diferen-
ficiente ante la mayor complejidad de las cias en la naturaleza de los problemas ya
relaciones entre grupos social y cultural- mencionados, existen algunos puntos de

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convergencia en la discusión teórico-po- se mantienen vigentes en su programa de


lítica; por un lado, los que se refieren al justificación filosófica. Cabe mencionar
tipo de instituciones que deben atenderlos que aun en su más reciente versión del
-y que pretenden expandir el modelo del Liberalismo Político, en el que juega un
pluralismo político para incluir el multi- papel más importante la idea de tolerancia,
eulturalismo-, y por otro, a ciertas pos- se mantiene una «estrategia de exclusión»
turas comunes que adoptan los sujetos (como la llama Kenneth Baynes) que con-
políticos que presentan demandas al Esta- siste en eliminar de la agenda política los
do como agentes colectivos y no sólo como temas más conflictivos, o aquellos acerca
individuos. Estos casos tendrían en común de los cuales no puede conseguirse un
la idea de apelar a «derechos colectivos» consenso 7.
y, con ello, plantear un conflicto a la con- Es menester distinguir, no obstante,
cepción individualista del derecho del entre diferentes concepciones del pluralis-
Estado liberal. Ésta será ciertamente una mo (o de la idea de tolerancia a la diver-
de las preguntas clave del debate: ¿puede sidad de creencias, valores y prácticas
postularse de manera coherente esta clase sociales) en la historia del pensamiento
de «derechos-Z, ¿pueden apelar los indi- político que a grandes rasgos puede ser
viduos a formas de membrecía social -o considerado como liberal. Podríamos pro-
étnica, o de género, o de otra naturaleza-s- poner al menos dos grandes versiones o
en sus demandas al Estado?, ¿cómo con- «modelos» de pluralismo político que
ciliar esta clase de demandas con el recla- señalan a su vez momentos decisivos en
mo fundamental de igualdad ante la ley, la historia del pensamiento y las institu-
o frente a una concepción de la justicia ciones políticas: la primera etapa, que
como imparcialidad? corresponde a la constitución de los Esta-
Éstos han sido viejos problemas para dos nacionales, propone la idea de una
la teoría política, y la presencia de dife- nueva conciencia ciudadana más allá de
rencias culturales radicales (lengua, usos las identidades tradicionales ligadas a afi-
y costumbres) ha supuesto siempre un caso liaciones religiosas o étnicas, y define las
«límite» para el liberalismo; éste ha sido características de la teoría liberal en gene-
históricamente capaz de acomodar algunas ral, y de alguna manera incorpora también
diferencias pero no otras. O dicho de otro el caso especial de los Estados Unidos
modo: ha podido hacerse cargo de aquellas como una nación de emigrantes. Después,
diferencias cu lturales (como las de creen- la segunda etapa o modelo del «Estado
cias religiosas) siempre y cuando éstas Se benefactor» que responde a una situación
mantengan en el ámbito privado y no inter- social distinta: ante la presencia de nuevos
fieran con las instituciones políticas ni las agentes políticos surgidos de movimientos
leyes de un Estado liberal que se proclama sociales -como las luchas contra el racis-
«neutral» frente a dichas diferencias. Esto mo o contra la discriminación racial o de
no es de sorprender si recordamos que en género, etc.- que expande la intervención
sus orígenes la teoría liberal fue, al menos del Estado y plantea la defensa de dere-
en parte, una respuesta a las guerras de chos de grupos específicos, y que como tal
religión en la Europa de la primera moder- desborda los límites del viejo liberalismo
nidad. Para algunos de los teóricos del libe- y se acerca a modelos de tipo corporativo
ralismo, como John Rawls, este caso his- en la adjudicación de derechos y formas
tórico constituye precisamente el modelo de representación política. Las fronteras
del pluralismo político liberal, al menos entre ambos son, sin embargo, borrosas,
en algunos de sus aspectos centrales que así corno el alcance que se quiera dar al

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segundo modelo de pluralismo político. seguir el tránsito de esta segunda forma


Para algunos, se trata simplemente de ofre- de pluralismo -que incorpora la nueva
cer un cierto tipo de servicios o tomar heterogeneidad social- a una versión
medidas para cumplir obligaciones -in- ampliada del primero; como sostiene
c1uso de carácter moral- para corregir o Michael Walzer, «no es imposible imaginar
compensar situaciones de desigualdad una sociedad heterogénea pero igualitaria:
social; pero éstas deberán ser vistas como la heterogeneidad cultural y privada, la
soluciones ad hoc que tendrían como fin igualdad económica y política». En cam-
conseguir a la larga condiciones de mayor bio, el segundo modelo de pluralismo polí-
igualdad y, por lo tanto, podrían ser supri- tico que pretende incluir al multicultura-
midas con el tiempo. Para otros, en cam- lismo, como indicábamos antes, resulta
bio, se trata de un cambio de política sus- más complicado. En algunos casos porque
tantivo, que debe incorporar a nuevos sus planteamientos pueden resultar incom-
agentes sociales como sujetos colectivos, patibles con los principios de un Estado
además de reconocer el carácter limitado democrático liberal (como, por ejemplo,
de la idea de «neutralidad» del Estado, el rechazo o restricción severa de los dere-
tanto en atención al hecho de que todos chos individuales), y en otros porque las
los individuos conservan alguna clase de concepciones colectivistas o comunitarias
afiliación colectiva, como porque estas que propone contradicen las creencias más
«marcas de identidad» (lengua, etnia, etc.) arraigadas de la tradición del pensamiento
juegan un papel importante en las rela- político liberal. Aquí se plantea al analista
ciones de poder entre los diferentes grupos del liberalismo un reto importante: el de
que componen los Estados nacionales. Las distinguir entre los supuestos irrenuncia-
versiones más moderadas de este nuevo bles de la teoría y aquellos aspectos de
pluralismo -dentro del marco de un Esta- su formulación conceptual que se deben
do constitucional democrático- sostienen a factores contingentes y podrían ser
que no se trata tanto de suprimir la neu- modificados.
tralidad del Estado, sino de reconocer que Como señala Susan Mcndus, al referirse
ésta no es nunca del todo posible. De a los límites del pensamiento liberal en
manera que lo que se ha llamado un Esta- relación a la idea de tolerancia. Esto es,
do neutral, es en realidad un sistema de a las «huellas» que conservan estas nocio-
«derechos de grupo», esto es, un sistema nes de los problemas históricos concretos
que, como dice Will Kymlicka en los Esta- a los que pretendían dar respuesta y que
dos Unidos, «apoya la lengua de la mayo- explican sus insuficiencias. Así, lo que dis-
ría, su historia, cultura y calendario "de tingue a la idea negativa de tolerancia de
conmemoraciones simbólicas"» 8, entre Locke (en la Epistola de Toleraruia) como
otras cosas. Para los autores de esta orien- mera defensa contra los intolerantes, como
tación no se trata entonces de una modi- algo que involucra una paradoja: defender
ficación sustancial al concepto de derechos el derecho de otros sobre aquello que dis-
políticos liberales, sino de su extensión a gusta o se desaprueba tiene que ver con
los excluidos, aunque esto plantea, por la necesidad de poner fin a las guerras de
supuesto, el problema de cómo decidir lo religión. Mientras que la idea positiva de
que constituye la «identidad nacional» o tolerancia de J. S. Míll (en On Liberty],
cómo construirla a partir de identidades que la ve como una virtud, como la capa-
culturales diversas. cidad de elección libre de los individuos,
En las versiones contemporáneas del como algo que se desprende del concepto
primer modelo se trata ante todo de con- mismo de libertad y autonomía personal,

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responde a una etapa distinta de la vida clamación emblemática oculta con fre-
política y el pensamiento europeo 9. Las cuencia la imposición de una lengua y un
dos concepciones tienen, no obstante, un conjunto de creencias y valores que per-
alcance limitado, por ejemplo, la de Locke: tenecen a la comunidad histórica respon-
se dirige a los intolerantes, pero no dice sable de la unificación del Estado en cues-
nada sobre el daño causado a las víctimas; tión, confundiendo así la defensa de una
considera la irracionalidad de la intoleran- ciudadanía abstracta, ajena a cualquier
cia religiosa, pero no ofrece argumentos particularidad étnica o cultural, con aspec-
en contra de otras formas de intoleran- tos contingentes de una cultura determi-
cia, etc. La de Mili, en cambio, ofrece un nada. Dado que en la Edad Moderna el
argumento más amplio en favor de la diver- modelo político lo proporcionaron los nue-
sidad, e intenta superar la paradoja de la vos Estados nacionales, la idea liberal de
tolerancia apelando a la libertad indivi- tolerancia sólo puede entenderse si ésta
dual, pero depende de supuestos antropo- se da en condiciones de relativa unidad
lógicos cuestionables. Ambas formulacio- cultural. Uno de los requisitos para la via-
nes han conservado a pesar de todo una bilidad de esos nuevos estados, formados
cierta vigencia, y encuentran resonancia por un conjunto de «pueblos» originalmen-
todavía en discusiones actuales, por ejem- te distintos, fue el de conseguir la hege-
plo: Zcómo aceptar en las sociedades tra- monía cultural como un requisito de esta-
dicionales prácticas que consideramos bilidad política -prevenir movimientos
ofensivas o violatorias de la dignidad de separatistas- principalmente a través de
las personas? (esto es, ¿cómo aceptar 10 la unificación lingüística. Éste fue el caso
que contradice nuestros principios en nom- de las naciones europeas modernas y des-
bre de la tolerancia a los diferentes?); la pués el de la política de recepción de emi-
solución de Mili (o de Voltaire) a su dere- grantes de los Estados Unidos; y, desde
cho a elegir tampoco nos resuelve el pro- luego, podemos agregar nosotros, de los
blema, ya que, además, cuando se trata países latinoamericanos herederos de las
de posturas colectivas, siempre cabe la pre- hegemonías lingüísticas de España y Por-
gunta de si los individuos afectados dis- tugal.
ponen efectivamente de los medios para Consecuentemente, se incorporó a la
decidir acerca de las prácticas o creencias ideología liberal la convicción de una ten-
que se les imponen. De este modo, el dere- dencia (más o menos necesaria o inevi-
cho a la disidencia, y alguna forma de table) hacia la «unidad nacional» de todos
recurso a la justificación de las creencias aquellos que por diversas circunstancias
individuales, resulta un requisito irrenun- históricas (conquistas militares, movimien-
ciable de cualquier postura liberal. En tos migratorios) diferían en algún rasgo
cambio, otras de sus limitaciones podrían importante (como la lengua) de la cultura
atribuirse a motivos políticos o de otra dominante. Pero podemos preguntarnos
índole. ahora con mayor distancia temporal: ¿has-
Por ejemplo, resulta contradictoria la ta qué punto el liberalismo debe resultar
consigna «un pueblo, una nación», que, necesariamente en políticas «integrado-
como nos recuerda Michael Walzer, ha nistas», aunque de hecho éste haya sido
acompañado la constitución de los Estados el caso en la práctica en la mayoría de
liberales desde sus inicios 10 y que explica los Estados nacionales", o, en otras pala-
en parte las resistencias 3. la aceptación bras, ¿suponen todas las formas de «plu-
de diferencias culturales «radicales» en el ralismo cultural» una amenaza para las ins-
seno de las democracias liberales. Esta pro- tituciones de las democracias liberales", y

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si no es éste el caso, ¿cuáles y cómo oleadas periódicas de emigrantes y el


distinguirlas? rechazo al bilingüismo (ahora frente al
Pareciera entonces que el primer pro- español) se torna parte integral de la." con-
blema conceptual que requiere esclareci- vicciones políticas más arraigadas de la
miento es el de la distinción entre las pre- teoría liberal norteamericana. Otro caso
tensiones de validez generalizable de la reciente de expresión de temores ante los
teoría liberal del Estado y los aspectos con- efectos disfuncionales del bilingüismo es
tingentes de la historia concreta de las el de Canadá, a pesar de que podrían esgri-
democracias liberales en las que esa teoría rnírse contraejemplos a partir de la expe-
política se ha desarrollado. Una recons- riencia de algunos países europeos, como
trucción histórica cuidadosa podría poner el caso de Suiza.
de manifiesto la manera en que algunos Otro aspecto en el que la versión nor-
de los rasgos de dichas teorías surgieron teamericana presenta un individualismo
de situaciones específicas, y cómo, en bue- más acendrado es el de su rechazo enfático
na medida, sus formulaciones doctrinales de formas de representación colectiva, lo
fueron respuestas a problemas políticos que le habría conducido a distorsionar su
particulares. Con ello, esos rasgos podrían propia historia, ya que de hecho existen
ser modificados frente a problemas y situa- ahora y han existido siempre en la práctica
ciones diferentes sin tener que renunciar en los Estados Unidos formas de repre-
a los principios fundamentales de la teoría sentación política colectiva, como, por
democrática; aunque bien podría tratarse ejemplo, las de los grupos de interés. Sin
de una concepción de la democracia que embargo, para aceptar la existencia de
desborde el marco liberal. estos últimos en tanto que grupos que pre-
La relación que hace Walzer del libe- sentan demandas políticas ha sido nece-
ralismo norteamericano podría ejemplifi- sario «redescríbirlos» como reducibles en
car esta clase de proceso 11 en lo que se última instancia a derechos de individuos
refiere a las características y límites del «libremente asociados». Si hien es cierto
nluralismo político. A diferencia de los que la teoría política del liberalismo anglo-
~ '~stados nacionales europeos, cuyo plura- sajón, en general, ha privilegiado casi siem-
lismo fue la consecuencia involuntaria y pre el modelo de las «asociaciones libres»
muchas veces incómoda de alianzas y con- (frecuentemente como representantes de
quistas militares, los Estados Unidos cons- interescses económicos) frente a las dis-
tituirían una excepción en la medida en tintas versiones de modelos corporativos.
que sus orígenes plurales resultaron del Vernon Van Dyke nos recuerda el caso
hecho de ser una nación de emigrantes, de autores como Harma Pitkin (en Tire
con la peculiaridad de que dichos emigran- Concept af Representation], quien conside-
tes lo eran por voluntad propia yen calidad ra sólo la representación de individuos, aun
de individuos. Esta peculiaridad marcó la cuando las «personas» de las que habla
concepción de ciudadanía de los norte- en algunos casos sean sujetos «artificiales»
americanos y su concepto más restringido o «corporativos» 12. O el de Carol Paternan
de los requisitos de pertenencia cultural (en Participation in Democratic Theory],
-lo que supondría una ventaja si los com- que no explica cómo -si el criterio de
paramos con los europeos-e, pero al mis- representación es individual- el Parla-
mo tiempo planteó una exigencia mayor mento inglés asigna lugares en la Casa de
de unidad lingüística, transformando esta los Comunes (The House ofCommons) por
última en un compromiso «patriótico». De medio de un sistema de «cuotas» a los
manera que la «americanización» de las ingleses, escoceses, galeses e irlandeses,

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respectivamente. Estas distorsiones un alcance limitado. En términos genera-


ocurren también en la caracterización de les, ni en la práctica ni en los esfuerzos
las nociones de obligación y consentimien- de algunos teóricos del pluralismo cultural
to y no sólo en la de representación; Van norteamericano 15 se logró proponer un
Dyke menciona como ejemplo de esto últi- modelo convincente como alternativa al
mo al libro de J. P. Plamenatz Consent, viejo modelo de la libertad de creencias
Freedom, and PoliticalObligation, en el que religiosas: esto es, volverlas políticamente
tampoco se considera la posibilidad de que inofensivas al renunciar a la posibilidad de
el consentimiento pudiera surgir de una presentarlas corno demandas colectivas.
entidad colectiva, o la obligación ser asu- Cuando se examina de cerca el modelo
mida por un grupo, etc. 13 No es tanto que del pluralismo liberal se advierte que es
estas prácticas sean rechazadas o critica- mucho menos tolerante de lo que predica
das, sino que simplemente no se toman ser, en parte por la estrategia reduccionista
en cuenta en la formulación de la teoría. que marca límites no tanto a lo que puede
De modo que la reacción ante las posi- ser tolerado (de hecho, las quejas sobre
bilidades de un «pluralismo fuerte», tal y abusos a la dignidad de las personas, por
corno sería requerido para tolerar la pre- ejemplo, de índole racial o sexual, más bien
sencia de diferencias culturales radicales, lamentan la ausencia de contenidos de
suele ser negativa en la mayoría de los valor en las políticas públicas), sino por
autores liberales. Existe la convicción la manera en que las quejas y demandas
arraigada de que cuando un Estado nacio- pueden ser presentadas y atendidas, que
nal no consigue la unidad cultural (que ignora o falsifica dos hechos sociales fun-
la política siga a la nacionalidad, o que, damentales: 1) la importancia real de las
como en el caso de los Estados Unidos, afiliaciones comunitarias en la conforma-
consiga la unificación de sus ciudadanos), ción de las identidades sociales, y su pre-
como diría Walzer, el pluralismo fuerte de sencia más o menos encubierta en las ins-
«un Estado, muchos pueblos» sólo le pare- tituciones sociales y políticas (como ya
ce posible en las tiranías 14, o en cualquier mencionamos antes, en los mecanismos de
caso, es visto como poco deseable o en representación política y/o en la atribución
exceso riesgoso para los regímenes demo- de responsabilidades y derechos), y 2) los
cráticos. Esta afirmación sostiene no sólo valores y «contenidos» culturales implíci-
el que deba conservarse el Estado nacional tos en las identidades nacionales (además
como supuesto del marco constitucional, de la lengua, etc.) que cuestionan o limitan
un supuesto tradicional de la teoría liberal, el concepto de «neutralidad» de los Esta-
sino que se exige una uniformidad de. la dos en sus políticas públicas.
cultura dentro de los mismos por razones Aun el mismo Walzer, quien acepta las
funcionales o de gobernabilidad, sin que dimensiones contigentes de la doctrina
al mismo tiempo se perciba esta condición liberal norteamericana -que darían cuen-
como una imposición o restricción a las ta de su extremo individualismo y la pos-
libertades políticas. tulada separación tajante entre política y
Si bien, por otra parte, tuvieron lugar etnicidad-, no parece en cambio inclina-
en los Estados Unidos algunos intentos de do a aceptar como consecuencia la posi-
resistencia a la «americanización» como bilidad de dispensar estos atributos. Más
integración cultural forzosa, o como obli- bien, piensa que se debe a ellos la con-
gación de relegar las particularidades de siderable estabilidad política que han dis-
la cultura de origen al ámbito "privado» frutado los Estados Unidos. Aunque evi-
separándolas de la política, éstos tuvieron dentemente existen otras razones para

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explicar el porqué de la aceptación de res- aconsejaba abandonar los términos de «li-


tricciones a la acción política colectiva en berales» y «comunitaristas» para caracte-
el contexto norteamericano, notablemen- rizar la oposición en cuestión, puesto que
te: el valor simbólico de pertenecer a una éstos se refieren sólo a un aspecto del pro-
de las naciones más poderosas del planeta blema, además de que podemos imaginar
y el valor real del éxito material (o la pro- una gran diversidad de combinaciones
mesa del mismo) ofrecidos a los emigran- posibles entre versiones varias del libera-
tes como nuevos ciudadanos. Además de lismo y los comunitarismos (liberales ° no).
que, por otro lado, tenemos motivos tamo De hecho, no todas las modalidades de
bién para dudar del éxito tan rotundo de la teoría política liberal excluyen necesa-
este modelo de pluralismo cultural, puesto riamente la posibilidad de representación
que no ha sido capaz de integrar a todos (y de alguna concepción más o menos res-
los habitantes de su territorio: comenzan- tringida o acotada de «derechos») de natu-
do por sus pobladores originales, los indios raleza colectiva, sino sólo las versiones más
americanos, para continuar después con estrechamente individualistas.
los emigrantes no voluntarios, los negros,
Desde una postura como la de Michael
y los nuevos emigrantes latinoamericanos,
Walzer, por ejemplo, no sería imposible
quienes considerados en su conjunto no
proponer un entendimiento diferenciado
constituyen ya una minoría de escasa
de «esferas» de competencia y formas de
importancia, o un factor marginal en el
tejido social norteamericano. aplicación de la justicia distributiva que
tuvieran en cuenta a las comunidades y
Así que de algún modo estaríamos de
no sólo a individuos aislados 18. Walzer
vuelta al punto de partida al enfrentar el
tema del multiculturallsmo, ya que el parte no tanto de una idea de derechos
modelo liberal del pluralismo político, al humanos o naturales, ni de una concepción
menos en su versión más individualista, universalista de las personas, sino más bien
parece incapaz de responder a sus proble- de lo que él llama una «concepción plu-
mas. Pero tampoco resultaría satisfactorio ralísta de los bienes» (sociales, públicos).
simplemente postular la necesidad de La justicia distributiva se refiere no sólo
incorporar demandas como «derechos» a los bienes o derechos humanos funda-
colectivos --de minorías étnicas o de otro mentales (la vida, la libertad), sino a otros
tipo- sin considerar los problemas y posi- bienes sociales compartidos dentro de
bles incoherencias de esta propuesta. Aun comunidades particulares; y las reglas para
sin entrar en consideraciones de carácter su distribución no pueden seguir criterios
legal más puntual 16, podemos mencionar universales, ni aspirar a las certezas «cien-
en primer término el temor, muchas veces tíficas» del utilitarismo, sino que son, cuan-
justificado por la experiencia histórica, de do mucho, «un arte para diferenciar» 19.
que las fórmulas colectivistas de organi- O, en otras palabras, para establecer de
zación política resulten, si no totalitarias, modo prudencial las «reglas» de aplicación
al menos intolerantes de la disidencia den- de los principios de justicia. De ese modo,
tro de sus comunidades. parecería acercarse a lo que otros teóricos
El conjunto de problemas que nos inte- defensores del pluralismo liberal, como
resa considerar ahora, como lo he dicho Donald Moon, consideran una posible sín-
antes, se refieren ante todo a cuestiones tesis de este último con una «estrategia
políticas, ya que dada la complejidad del aristotélica», siempre y cuando ésta con-
tema no podríamos ocuparnos de todos sus ceda suficiente espacio a la autonomía de
aspectos. Desde 1989 Charles Taylor 17 los individuos 20.

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No obstante, esta «complementario- tación universalista. No se trata, por


dad» entre una postura univcrsalista y una supuesto, de sugerir como política pública
regla prudencial que pretendiera, a la de ningún Estado en particular la admisión
manera de Walzer, realizar la justicia de indiscriminada de refugiados, simplemente
manera diferenciada en situaciones con- porque sería una imposibilidad práctica.
cretas, se consigue al costo de aceptar Se trata, sin embargo, de sostener que las
situaciones parciales de injusticia no sólo afinidades (o simpatías, o semejanzas, etc.)
corno un hecho empírico inevitable -la entre culturas, o pueblos, o comunida-
realidad imperfecta del mundo sobrada- des, etc., no son buenas razones para cum-
mente conocida-c-, sino como parte de la plir una obligación moraL El riesgo de arbi-
teoría. Esto resulta tal vez más evidente trariedad, partidarismo encubierto y
si consideramos lo que dice Walzer sobre auto-engaño acerca de los verdaderos
las condiciones de «mernbrecía» a una motivos resulta demasiado grande, y en
comunidad nacional determinada, y sobre situaciones de guerra, o en contlictos inte-
todo cuando se refiere al problema de los rétnieos, potencialmente desastroso. Si
refugiados. Al plantearse el problema de desde la perspectiva de comunidades más
los refugiados por parte de un Estado-na- o menos aisladas o autocontenidas puede
ción se pregunta sobre las razones de la resultar atractiva la solución comunitarista
obligación moral de recibirlos y señala dos --con ciertas salvaguardias para los dere-
tipos de afinidades con ellos como posibles chos humanos y las libertades civiles fun-
«fuentes» de obligación: en primer lugar, damentales-c-, en cambio resulta inacep-
estarían aquellos que hubieran sufrido un table cuando se consideran problemas de
daño directo del país receptor, o cuya con- desplazamientos interculturales o movi-
dición precaria o de necesidad extrema mientos migratorios fuera del ámbilo
fuera el resultado de las acciones de dicho nacional.
Estado (el caso de los refugiados de guerra, En lo que se refiere al tema de los refu-
Vietnam como ejemplo en el caso norte- giados, en nuestros días no sólo por moti-
americano). En segundo lugar, todos aque- vos de persecución política, sino también
llos que fueran víctimas de represión auto- por razones económicas, el problema pue-
ritaria o discriminación injustificada de ser visto de manera muy distinta si se
podrían ser vistos como «compañeros parte no tanto de las razones hipotéticas
morales de un ciudadano liberal» y se ten- de su posible recepción, sino de los argu-
dría frente a ellos un cierto tipo de deber mentas que podrían justificar el uso de la
solidario. Pero esto último, nos dice Wal- fuerza pública en su contra. Un hecho
zer, sería llevar la idea de «afinidad» dema- indiscutible para los refugiados, nos dice
siado lejos, y si ésta y no otra (compromiso Joseph Carens, es el de que «las fronteras
con un principio universal de justicia) es tienen guardias y los guardias están arma-
la fuente de la obligación de ayudarlos no dos», Aunque no se discuta el derecho a
tenemos necesariamente que postularlo defender las fronteras de criminales, inva-
como un deber, ya que, nos dice, si nos sores o terroristas, ¿cómo justificar el uso
vemos precisados a elegir entre las vícti- de la fuerza contra gente pacífica que bus-
timas correctamente tendríamos que vol- ca mejores oportunidades para ellos mis-
vernos hacia aquellos que tuvieran una mos y sus familias? 22 Carens propone la
conexión más directa con nuestras vidas 21, defensa de «fronteras relativamente abier-
Este ejemplo pone de manifiesto los tas» apoyándose en autores tan diferentes
peligros de aplicación arbitraria de una entre sí como John Rawls, Robert Nozick
regla de justicia que no siguiera una orien- y los utilítaristas, y concluye que desde la

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NOTAS Y DISCUSIONES

perspectiva de la concepción liberal de la mativo que desborde a los Estados en su


justicia no hay buenas razones para impe- conjunto-s- que aún no existe, si bien ha
dir que los individuos emigren y sean acep- comenzado a configurarse de manera
tados dentro de los marcos y procedimien- regional no sólo en aspectos económicos,
tos legales de los Estados democráticos. sino también jurídicos, como, por ejemplo,
De manera interesante para nuestro tema, en la Comunidad Europea.
responde también a las objeciones plan- No obstante, este último no es un mode-
teadas desde la posición de Walzcr. Sin lo fácil de generalizar, ante todo porque
reproducir su argumento, podemos señalar supone una paridad en condiciones de
que expresa nuestras mismas reservas acer- desarrollo que no existe en las relaciones
ca de acudir a la idea de membrecía como con y entre los países de economías menos
criterio para la asignación de derechos, en desarrolladas, o en sociedades étnicamente
este caso, como justificación de exclusiones más diversificadas. Esto no quiere decir,
por haber nacido en un territorio nacional por otra parte, que no se hayan explorado
determinado. formulaciones más amplias de pluralismo
Con ello se abre la discusión al tema político para esta segunda clase de situa-
más amplio de los derechos colectivos. ciones sociales. Como un ejemplo de estos
Paradójicamente, al considerar de cerca últimos podemos mencionar los intentos
casos como los de los refugiados, éstos de conciliar la defensa de la libertad indi-
parecen mejor servidos por una orienta- vidual ~Y el consiguiente derecho a la disi-
ción universalista de la justicia que por pos- dencia-i- con modalidades de organización
turas colectivistas aun de tipo restringido política colectiva y formas de autonomía,
como la de Walzcr, Ciertamente no se trata ya sea regional o de grupos, según fuera
de negar la capacidad legítima de los Esta- el caso, en modelos de participación de
dos nacionales para imponer condiciones poder y de autodeterminación por parte
y posibles restricciones de acceso a sus de las minorías étnicas 23, Estos modelos
fronteras ~al menos dentro de los orde- alternativos de pluralismo político preten-
namientos del Derecho internacional den, entre otras ventajas, la de superar Jos
vigcntcs-, sino de defender dos princi- conflictos que se derivan de establecer la
pios: en primer lugar, situar la liberad de membrecía en un grupo O comunidad (aun
movimiento de los individuos -y entender si se tratara de la «comunidad de ciuda-
de manera más flexible sus posibles modos danos liberales» cuando ésta tiene fron-
de agrupación conforme a patrones cul- teras y requisitos de pertenencia excluyen-
turales diversos-e- más allá de los límites tes) como criterio para la asignación de
de. las fronteras nacionales; y en segundo derechos y deberes. Más bien se intenta
lugar, evitar cualquier forma de abuso a explorar formas flexibles de negociación
los derechos humanos de todas las per- entre grupos que conservan una identidad
sonas, cualquiera que sea su origen étnico cultural claramente distinta de la dominan-
o nacionalidad. Más allá de esto, para auto- te, con Jos organismos políticos estableci-
res como Carens, se trata también de dos dentro de los Estados nacionales. En
reconsiderar la obligación frente a los más muchos casos, estos procesos están aún en
desfavorecidos en las consecuencias de las una fase exploratoria no exenta de difi-
acciones emprendidas por los Estados, cultades políticas severas, por ello es difícil
inclusive más allá de sus fronteras. Aunque predecir resultados.
evidentemente una propuesta como ésta Existen no obstante investigaciones
requeriría de instituciones de cooperación interesantes sobre la cuestión de los dere-
internacional -o tal vez de un marco nor- chos colectivos referidos a aspectos teó-

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NOTAS Y DISCUSIONES

ricos sobre su compatibilidad con el marco ricncía de la acción política colectiva de


de un Estado democrático, rebasando las este siglo. En el contexto norteamericano,
barreras de individualismos estrechos liga- Walzer considera en el trabajo aquí
dos históricamente a circunstancias polí- comentado las consecuencias contradic-
ticas distintas de las actuales, y de algún torias de los sistemas de «cuotas» y los
modo ya obsoletos. También, en lo que problemas de representación en grupos
respecta a los aspectos prácticos de la solu- que no tienen una definición estable, o
ción de problemas concretos de estas en comunidades sin una ubicación terri-
comunidades, tales como solución a torial clara, que no permiten pensar en
demandas de propiedades comunitarias, soluciones del tipo de las autonomías
uso de lenguas diferentes a la «nacional», regionales planteadas, por ejemplo, en
formas de educación especial y desarrollo algunos países europeos, o en el caso
económico alternativo, etc. Un nuevo reto canadiense 25.
a la condición humana presente es el de La experiencia latinoamericana, y de
encontrar nuevas fórmulas para el manejo manera muy especial la de México, plantea
dc la complejidad en las relaciones de 10 un caso digno de estudio en el tema de
local a lo global no sólo en el terrreno las relaciones corporativas en la relación
económico, sino en el cultural, sin perder del Estado con las comunidades indígenas.
el punto de vista de un idea de justicia Esta larga historia, que encontró definición
institucional con la creación del Instituto
univcrsalista que no es necesariamente
Nacional Indigenista a fines de los años
incompatible -sino más bien necesaria,
cuarenta, y que estuvo marcada por acti-
como lo hemos visto muy rápida y esque-
tudes «integracionistas» y paternalistas en
máticamente en casos como los de los
sus inicios, se fue transformando en un sis-
derechos humanos de los refugiados y emi-
tema de control político del Estado por
grados económicos- con el respeto a las
medio de la asignación selectiva de recur-
especificidades culturales y la definición de sos y el establecimiento de formas viciadas
identidades colectivas en condiciones de de relaciones «clientelares» con sectores
libertad para los individuos que forman particulares de estas comunidades, que
parte de ellas. Una buena parte de la lite- han conducido en parte a algunos de los
ratura reciente se ocupa precisamente de callejones sin salida de los conflictos
estos temas 24, actuales 26. Si en algo puede instruirnos
Entre los retos a enfrentar está de modo este ejemplo es sobre los peligros de esta
Importante el de buscar fórmulas alterna- clase de sistema de relaciones políticas,
tivas al modelo corporativista no sólo por- especialmente cuando tienen lugar en
que éste contradiga los prejuicios de un regímenes políticos autoritarios. El sig-
liberalismo estrecho -que reduce la nificado y definiciones de las relaciones
noción de pluralismo político a la toleran- democráticas en el contexto de las socie-
cia de elecciones individuales, separadas dades multiculturales o pluriétnicas está,
o ajenas a la vida pública-, sino por sus sin embargo, aún en proceso de con-
efectos negativos ya conocidos en la expe- figurarse.

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NOTAS Y DISCUSIONES

NOTAS

1 Para una bibliograffa amplia y actualizada que


o popularizadores como Louis Adamic, Cit. en «Plu-
distingue los diversos aspectos del problema ver ralism. A Political Perspective», loe. cit., p. 145.
W. Kymlicka, 11/e Rights of Minority Cultures (Oxford 'w La literatura especializada en este campo es
Uníversity Press, (995), pp. 375-382.
muy amplia, además de lo ya citado ver, W. Kymlicka,
2 Como ejemplo de ese debate podemos meno
Multicultural Citizenship: A Liberal Tneory o[ Minonty
cionar a Brvan Wilson, Rationality (Blackwell, 1970), Rig/¡Is (Oxford University Press, 1995), y Judith Baker
y Martín H~lIis y Steven Lukes, Ranonality and ReJa- (ed.), Group Rights (University ofToronto Press, 1994).
tivism (MIl' Press, 1982).
. n Ver Charles Taylor, «Cross-Purposes: The
3 Un texto clave en esa etapa de la discusión fue
Liberal-Cornmunitarian Debate», en Uheralism and
Michael Sandel, Liberalism and the Limits of Justice the Mural Lije, Nancy Rosenblum (ed.) (Harvard Uní-
(Cambridge Uníversity Press, 1982). versity Press, 1989), pp. 159-182.
4 Susan Mendus, Toleration and the Limits of rs Michael Walzer, Spheres of Iustice. A Defense
Liberalism (Humanities Press, 1989), p. 1. of Pluralism and Equality (Basic Books, 1983).
, Ver en este tema Carlos Thiebaut, Los Limites 19 Ibidem p. XV (Introducción).
de la Comunidad (Madrid, Centro de Estudios Cons- zo J. D. Moon, Constructing Community, Moral
titucionales, 1992), y también Michael Kelly (compi-
Pluralism and Tragic Conflicts (Princcton Unívcrsity
lador), Universalism YJ. Communiiarism. Coniemporary
Press, 1993), p. 35.
Debates in Ethics, Special Issue, Philosophy and Social
z; Ibídem, p. 49.
Criticism (núm. 3-4, vol. 14,1988).
22 Joseph H. Carens, «Aliens and Cítízens: the
6 En «Pluralism, A Política! Perspective», en
Case for Open Borders.., en Kymlícka, loe. cit., p, 33 L
Kymlicka,loc. cit., p. ]42.
" Ver Arend Líjphart, «Self-Determination ver-
, Ver J. Rawls, Political Liberalism (Columbia
sus Pre-Deterrnination of Ethnic Minorities in Power
University Press, 1993), traducción española: México,
Sharíng Systems», en Kymlicka, loe. cit.. pp.278-279.
Facultad de DerechofFCE, 1996. También K. Baynes,
24 En el tema de los derechos colectivos ver
«Liberal Ncutralíty: Pluralisrn and Detiberative Po-
Nathan Glazer, «Individual Rights Against Group
litics», Praxis Iruemaüonal, vol. 12, núm. 1, 1992,
Rights», en Kymlicka, loco cit., pp.l24-13li. También
pp.50-60.
W. Brubakcr (comp.), Immigration and the Politics of
B Kyrnlicka, Introduccción a The Rights of Mino-
Citizenship in Europe and North America (University
rity Cultures (Oxford Univcrsiry Press, 1995), p. 10.
Press of América, 1989), y M. Galenkamp, Individua-
" Mendus, loco cit., p. 55. lism and Collectivism: the Concept of Collective Rights
'o «Pluralism. A Political Perspective», en (Rotterdamse Filosotische Studies, Rotterdam, 1993).
Kyrnlicka, loco cit., pp. 139-154.
z Tendría que ser objeto de otro trabajo la con-
11 Además del trabajo ya citado de Walzer (vid.
sideración de la alternativa comunitarista, Ver, por
supra) ver Susan Mendus,loc. cit., y John Horton (ed.), ejemplo, Charles Taylor, Multiculturalism and «The
Liberalism. Multiculturulism and Toleration. (SI. Mar- Poluics of Recognition», editado por Amy Gutrnann
tin's Prcss, 1993). (Princeton University Press, 1992, y edición revisada
" Van Dyke, «The Individual, the State, and Eth- y aumentada, 1996)_
nic Communities in Political Theory» , en Kyrnlicka, 2. Ver, por ejemplo, Guillermo de la Peña, "La
loe. cii., pp. 48-49.
Ciudadanía Étnica y la Construcción de los Indios en
" Ibidem. el México C.ontemporáneo», en Rev¿~la Internacional
" Kyrnlicka, loc. cit., p. 141. de Filosofía Política, núm. 6, UAM-IJNED, México
" Como en los ejemplos dtados por Walzer: Madrid, 1996, pp. 116-140 (también la Bibliografía allí
escritores como Horaee Kallen y Randolph Bourne, incluida).

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