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MATEMÁTICAS 3°A
TEMA
Reconocer la conformación de la identidad a través de una vista social, así como su papel en
la formación de nuestro sentido social.
Establecer una relación de los temas vistos en el curso, con un ámbito de desarrollo
internacional.
RESUMEN
LA PLUARALIDAD
Nos vemos influidos hasta un grado asombroso por aquellos con los que nos asociamos y por la
gente con la que nos identificamos. La carencia del autoconocimiento y la ausencia de autocritica a
menudo derivan de nuestro apego a un grupo de gente y se traducen, al mismo tiempo, en un
desastre brutal para otro tipo de gente. Nuestra identificación con gente de un grupo de otro
puede ejercer una influencia poderosa en nuestros pensamientos y nuestras emociones y, a través
de ellos, también en nuestros actos.
Difícilmente se puede poner en duda la importancia de la idea de identidad. Nuestra relación con
otra gente se ve fuertemente influida por la manera en que nos identificamos con unos y no con
otros.
Otra gente. La frase puede interpretarse de diversas maneras y mostrar contrastes diversos. Puede
referirse no a mí sino a “otra gente”; no a mi gente, sino a “otra gente”; no a este grupo de gente,
sino a “otra gente”. El primer contraste puede entenderse como algo parecido a una “línea
demarcadora de la identidad” al diferenciar a un individuo, tal como se concibe a sí mismo, de
todos los otros. La inclusión centrada en lo humano abarca a todos los otros-seres humanos. Esta
postura pone contraste con sistemas más limitados del pensamiento ético-político que se reducen,
de una manera u otra, a grupos particulares de gente con cuyos miembros se identifica la persona,
sin embargo surgen preguntas después de reconocer la importancia de las identidades de grupo:
Primero, ¿es necesario que nuestra identidad social se vincule precisamente con un grupo? ¿Por
qué no varios grupos con los que uno se identifica de un modo o de otro? A este problema se le
llamará “identidad plural”. Segundo ¿Elegimos nuestras identidades o simplemente las
descubrimos? Este problema es el de la “elección de la identidad”. Tercero, ¿Cómo debemos
considerar las exigencias de otra gente-no solo aquella con la que nos identificamos-al determinar
lo que sería un comportamiento aceptable o razonable? Se designa el problema de trascendencia
como el de “más allá de la identidad”
La noción de identidad plural se fundamenta en que una persona pertenece a muchos grupos y el
supuesto de una identidad única ayuda a generar lo que K. Anthony Appiah ha llamado “el
imperialismo de la identidad”. Existe una distinción entre identidades “rivales” e identidades “no
rivales”. Los diferentes grupos pueden pertenecer a la misma categoría y funcionar con el mismo
tipo de incorporación (como, por ejemplo, la nacionalidad) o pueden pertenecer a categorías
distintas (tales como nacionalidad, clase, género y profesión). En el primer caso, hay cierta
“rivalidad” entre grupos diferentes de la misma categoría y, por consiguiente, entre identidades
diversas con las que se asocian. Pero cuando se trata de grupos clasificados según bases diferentes
(por ejemplo, profesión y nacionalidad), es posible que no exista “rivalidad” entre ellos en lo que
se refiere a esta “pertenencia”. Aun cuando estas identidades no rivales no se enfrasquen en
disputas territoriales en torno a la pertenencia, pueden competir entre ellas por nuestra atención
y prioridad; cuando uno tiene que desempeñarse de una forma o de otra, puede haber conflicto
de lealtades entre la prioridad que se da a la raza o la religión, a los compromisos políticos, a las
obligaciones profesionales o a la amistad. Descuidar nuestras identidades plurales a favor de una
identidad “principal” puede empobrecer mucho nuestras vidas y nuestro sentido práctico. De
hecho, podemos poseer rivalidades plurales incluso dentro de categorías que rivalizan entre sí.
LA ELECCIÓN DE IDENTIDAD
Dadas las identificaciones diversas que podemos elegir, las identidades reales a las cuales damos
reconocimiento y prioridad son, en gran parte, algo que nosotros determinamos. Esto no significa
negar que lo elegimos -la identidad o cualquier otra cosa- siempre se vea constreñido por
restricciones de viabilidad. Las limitaciones pueden variar en fuerza según las circunstancias.
Puede haber límites especialmente poderosos en la posibilidad que tengamos de persuadir a los
otros de que nos conciban de manera distinta de cómo nos conciben. Ya sea que examinemos
nuestras identidades tal como las vemos nosotros o tal como las ven los otros, elegimos dentro de
límites particulares. El problema no es si puede elegirse cualquier identidad, sino si tenemos
posibilidades de elegir identidades alternas o combinaciones de identidades; y si tenemos la
libertad suficiente para decidir que prioridad le daremos a las diversas identidades que podemos
poseer simultáneamente.
Hay algo de cierto, en la idea de que la cultura dentro de la cual uno nace y crece puede dejar una
huella duradera en nuestras percepciones y predisposiciones; no significa que no una persona sea
incapaz de modificar o, incluso, rechazar asociaciones previas. No solo podemos revalorar a
aquellos grupos con los que desearíamos identificarnos, sino que también podemos examinar y
dilucidar las prioridades que vinculamos con distintas identidades. Esto no contradice en nada los
elementos de descubrimiento que hay en una identidad. Podemos “descubrir” nuestra identidad,
en el sentido de que podemos darnos cuenta de que poseemos una conexión o una ascendencia
que no conocíamos; pero reconocer esto no equivale a convertir la identidad meramente en un
asunto de descubrimientos, incluso cuando una persona descubre algo muy importante sobre sí
misma. ¿Cómo debo vivir? Elegir se asocia inevitablemente con la responsabilidad, y una identidad
elegida se debe defender, lo cual no es necesario en el caso de una identidad descubierta.
Quizá el primer punto que debe tenerse en cuenta es que las exigencias universalistas no
necesariamente adoptan la forma de una identificación con toda la gente, sino que más bien
consideran los intereses y reclamos de toda la gente sin que importe si uno se identifique con ella.
La inclusión moral o política no es lo mismo que la identidad. Hay algo inevitablemente burdo en el
pensamiento de que no podemos experimentar una empatía por las alegrías y miserias, los
predicamentos y los logros de otros si no los vemos como una especie de extensión de nosotros
mismos. Concebir la empatía como una extensión de nuestro egoísmo, mediante el artificio de ver
a los otros como una versión de nosotros, puede poseer su propia nobleza, pero seguramente es
posible ejercer la empatía sin realmente insertarse uno mismo en la vida de los otros.
En la empatía por los otros hay dos usos distintos de la identidad: un uso “epistemológico” donde
uno se coloca en el lugar de los otros y desde ahí trata de averiguar qué sienten y qué ven, y el uso
“ético”, donde se considera a los otros como si fueran iguales a uno. De modo semejante, la
inclusión política puede resultar muy importante para la justicia política, al margen de que se
toque un tema de identidad en esa inclusión.
BIBLIOGRAFÍA
Sen Amartya. (2001). La otra gente más allá de la identidad. Letras libres. México.
ACTIVIDADES
Durante la presentación se hará un intercambio de ideas acerca de la relación del tema con otros
vistos durante el curso, propiciando la aportación y el enriquecimiento de nuestra perspectiva y
nuestro desarrollo docente.
APOYOS DIDÁCTICOS
Computadora (laptop)
Cañón
Presentación de PowerPoint
Pizarrón y marcadores
La evaluación del tema se llevara a cabo a través de la participación en clase, así como de la
revisión de las actividades realizadas.