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Master en “Terapia Familiar Sistémica” – Nivel II
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(*) Articulo publicado en “La crisi della coppia. Una prospettiva sistemico-
relazionale”, volumen a cargo de Andolfi, M. Raffaello Cortina
Editore, 1999.Traducción: Adán Martínez
INTRODUCCIÓN
La vida de pareja, sea matrimonial o no, es sin duda la relación más difícil que existe no
sólo para formarla sino sobre todo para mantenerla. En una extensa investigación
demográfica realizada en 1986, Ira Glick señalaba que en los Estados Unidos, la tasa de
separaciones y divorcios en la pareja era prácticamente de una pareja sobre dos... El
79% de las mujeres y el 83% de los hombres se casaba nuevamente, y en el lapso de 1
a 5años el 50% nuevamente divorciaba (Glick, 1989).
¿Qué es lo que incita al ser humano a intentar y reintentar una experiencia que a veces
ha sido decepcionante? ¿Cuáles son los criterios de formación de una relación que dure
en el tiempo y que garantice simultáneamente la estabilidad relacional, la creación de un
espacio de intimidad y la gratificación de las necesidades y deseos individuales? El
origen etimológico de la palabra (CUM-IUGO, con el yugo) hace temer que los
cónyuges, como los bueyes, sean destinados “a tirar la carreta” de la familia, sin siquiera
tener la posibilidad de verse recíprocamente, hasta que uno de los dos caiga al piso.
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Esta concepción moralista y victimista de la pareja en nuestra sociedad, por suerte está
cediendo su lugar en estos últimos años, a una valorización creciente de la intimidad y
del recíproco cuidado (care-giving) de los miembros de la pareja.
¿Qué fuerza misteriosa impulsa a dos personas que generalmente son desconocidas, a
unirse superando tantos obstáculos, para iniciar aquella aventura existencial tan
compleja como lo es la formación de la pareja? ¿Qué alquimia particular hace que dos
personas se encuentren en un estado de gracia que los hace levitar, más allá de los
comunes mortales, como los personajes de Chagall?
El amor romántico (Johnson, 1983. Bader y Pearson, 1988. Salomón, 1989, Canevaro,
1990, 1992) es aquella relación amorosa que reviste estas características singulares.
La “divina manía” (teomanía) como la llamaban los griegos, es aquel estado que se
apodera de las personas, desencadenando una serie de reacciones psicológicas
particulares: ojos brillantes, luminosidad de la piel, taquicardia, torrentes de endorfina.
Ella perturba a las personas provocando el “mal de amor”, una suerte de alienación y
desaparición de los límites entre el yo y el objeto como ya indicaba Freud en “Malestar
en la civilización”. La rumiación constante del pensamiento, la agitación, la depresión y
el sentimiento de pérdida cuando el ser amado no está presente o la euforia, frente a las
mínimas señales de su existencia (una palabra, una carta, una llamada, un gesto, un e-
mail) la restricción de la conciencia a cada pensamiento o sentimiento que no tenga que
ver con el ser amado, recuerdan a la psiquiatría, las características de un estado casi
delirante.
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Los poetas, y los dramaturgos, por siglos han alimentado las ideas y los conceptos que
regulan la convivencia de la pareja y de las relaciones amorosas promoviendo la
fantasía que dos personas sean una sola, obstaculizando las experiencias de autonomía
de cada miembro de la pareja. Más que una elección de “dos soledades que se dan la
mano”… como dice Rilke, el ideal del amor romántico parece ser la fusión
indiscriminada. Jung, hablando del animus, componente masculina de las mujeres y del
ánima, como componente femenina del hombre, recrea este particular mito, cuando dice
que la verdadera unión profunda se realiza entre estos aspectos inconscientes de los
miembros de la pareja (2). Tristán e Isolda, Romeo y Julieta son arquetipos medievales
de este amor trágico, que alimenta los mitos de nuestra sociedad. Robert Johnson
(1983) psicoanalista jungiano norteamericano, dice que el amor romántico es el más
grande sistema energético singular de la psique Occidental. “Is the single greatest
energy system in the western psiche” (pag. XI Introducción). “En nuestra cultura ha
tomado el lugar de la religión como el lugar donde hombres y mujeres buscan
significado, trascendencia, complementación y éxtasis” (p. XI).
Muchos psicoanalistas, a partir del mismo Freud han enfatizado los aspectos
narcisísticos del enamoramiento. Dice Salomón (1989): “El dilema narcisístico reside en
la paradoja de la intimidad. Empeñarse en una relación intima significa permitir fundirse
con el otro y esto representa un peligro. El miedo de perderse a si mismo
completamente. Usando a la pareja como selfobject, por lo tanto negando su
autonomía, conservamos una ilusión de salvación. A pesar de que el adulto es
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consciente de este deseo, continúa usando al otro como self object a fin de obtener, a
través de la confluencia (Merger) y la fusión, el reconocimiento y la confirmación de sí
mismo. Todo esto forma parte de las experiencias más intimas de las cuales nunca se
comenta a la pareja. Este deseo arcaico generalmente es actuado en las relaciones
intimas”, (p. 77).
Los autores Italianos Norsa, D. y Zavattini, G.C. (1997) hacen un excelente resumen de
este argumento “Las relaciones humanas, en particular las relaciones diádicas
caracterizadas por un contexto afectivo de intimidad y de continuidad, parecen
responder a precisas exigencias narcisísticas de mantenimiento de un equilibrio interno,
aunque en este punto existen posiciones teóricas diferentes (p. 54).
Hindy, C.G. Schwarz, J.C y Brodsky, A. (1989) por 10 años estudiaron el comportamiento
amoroso de 2400 personas en una investigación patrocinada por la University of
Connecticut Research Foundation.
Las raíces de nuestro estudio se basan en el trabajo del psicoanalista John Bolwby y de
la psicóloga Mary Ainsworth que han estudiado los diferentes tipos de vínculos emotivos
que los niños desarrollan con sus madres. Han observado que en los niños en los cuales
las madres respondían con sensibilidad y credibilidad a sus necesidades tienden a
desarrollar un apego seguro. Cuando la madre no es sensible y creíble, el pequeño se
convierte en ansioso, exige ruidosamente el contacto con ella y otras veces lo evitan.
Cuando la madre maltrata o excita al niño es posible que éste se aleje de ella en el
momento de mayor necesidad .Este esquema vincular, se refuerza en la primera
infancia o en la adolescencia, y puede persistir para toda la vida. En los tres tipos de
comportamiento infantil descritos existen similitudes con los tres enfoques del amor
romántico adulto: seguridad, vínculo ansioso y alejamiento. (p. .27).
Existe en la sociedad un doble movimiento que conspira contra esta desidealización. Por
una parte, la existencia de rituales que exasperan (a veces con fines económicos) el
fenómeno del amor romántico, presentando el matrimonio como un fin y no como el
inicio de un largo camino de búsqueda de acuerdos y permanentes transacciones. Por
otra parte nadie habla de “the day after”, como sino se pudieran prevenir los momentos
difíciles y tristes que a veces terminan una relación amorosa. El silencio de las familias
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de origen y de los amigos durante esta etapa, es una forma de pseudo respeto por su
privacidad. De hecho la dejan sola frente a una realidad a veces difícil de manejar en el
pasaje hacia nuevas reglas de convivencia.
¿Cómo puede evolucionar esta relación, y cuáles pueden ser las sucesivas
transformaciones afectivas que permiten superar la fase de desesperanza y desilusión?
Una de las definiciones de amor que más prefiero es aquella de Antoine de Saint-
Exupèry cuando dice: “El amor es tal vez aquel delicado proceso a través del cual te
acompaño al encuentro contigo mismo”... Esta definición me hace recordar el amor que
entregamos a nuestros pacientes, cuando los acompañamos a reencontrarse a sí
mismos en la penosa búsqueda de la identidad. Es por esto que he llamado a esta
dimensión evolutiva amor coterapéutico (Canevaro, 1990, 1992) en el sentido de que
es entrega al otro en la creación de una relación que esté basada en compartir las
vulnerabilidades y al mismo tiempo el crecimiento de la intimidad y del diálogo. Así
como el amor romántico está destinado a disminuir o a desaparecer, el amor
coterapéutico puede al contrario crecer en el tiempo, aumentando aquella dimensión de
recíproco cuidado (care-giving). Esta relación muestra las dos caras de la misma
medalla, las dos dimensiones o fases del mismo amor cuando se tiene la fortuna, por
cierto no privada de esfuerzo, de hacerlo evolucionar. Esta característica ego altruista
del amor coterapéutico es una dimensión netamente interpersonal que es antitética a la
fusión indiscriminada de la simbiosis patológica como veremos más adelante. Compartir
las vulnerabilidades recíprocamente hace que el otro se convierta lentamente en aquella
o aquél que más te conocen en el tiempo, y que aceptándote como diferente a si mismo
crea las premisas para un diálogo profundo y autentico, verdadero antídoto de la
simbiosis. Probablemente el primer imprinting importante de este amor coterapéutico es
la reciproca ayuda que cada uno da al otro en la gradual diferenciación de la propia
familia de origen, titánico trabajo que a veces nunca termina y que siempre condiciona la
evolución de la relación.
LA PSICOTERAPIA DE PAREJA
Los dos autores recuerdan la afirmación de Manus (1966) de que la terapia de pareja
era “una técnica en búsqueda de una teoría” con poca claridad conceptual. Desde
entonces el entero campo de la terapia familiar ha hecho un enorme salto cuantitativo y
cualitativo. El desarrollo del pensamiento sistémico relacional ha dado grandes
contribuciones teóricas y técnicas a la terapia familiar afirmándola como una de las
mayores disciplinas científicas en el campo de la salud mental. No obstante, se hace
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difícil encontrar un punto diferencial con las otras psicoterapias, generalmente bien
definidas: la psicoterapia individual, en las dimensiones intra e interpersonal
(psicoanálisis, psicoterapia de tipo psicodinámico, cognitiva, conductual, individual
sistémica, gestalt, etc.) y la psicoterapia multipersonal (análisis de grupos, estudios
organizacionales, psicodrama, terapia experiencial, etc.)
Por lo tanto considero útil desde el punto de vista trigeneracional reescribir la historia de
la terapia familiar centrándola en la pareja como punto nodal de la familia, cruce de los
ejes de filiación y de alianza, y viga maestra sobre la cual se apoya la estructura
entera. Finalmente, se considera que Sandra Coleman (1985) subrayaba que en el 90%
de los casos de los fracasos terapéuticos por ella estudiados, el estadio del ciclo vital de
la familia coincidía, grosso modo, con las fases del “nido vacío y leaving home”, se
puede entender bien la necesidad impostergable de dedicar nuestras mejores
esfuerzos a un estudio renovado de las dinámicas de pareja en una perspectiva
evolutiva y preventiva.
El desafío clínico
Cuando el psicoterapeuta interroga a los miembros de una pareja acerca de las causas
de sus problemas, hay una respuesta casi omnipresente: “Somos muy diferentes...” La
frase del terapeuta, en cierto sentido provocativa, aparentemente guiada por el sentido
común es: “¡Bien, cuatro ojos ven más que dos!”. No obstante, las señales de tristeza y la
expresión de amargura de sus rostros, hacen pensar lo contrario. Como metáfora útil
para entender sus experiencias y definir un importante objetivo terapéutico, empleo
aquella de los gemelos siameses (Canevaro, 1990). Como todos saben, los niños que
nacen con esta malformación, están unidos en diferentes partes del cuerpo, más o
menos vitales, más o menos separables quirúrgicamente. El desafío para el cirujano es
separarlos sin que ninguno de los dos muera en el intento, de modo que ambos puedan
vivir de forma autónoma .En las parejas ¿como se manifiesta esta “malformación”?
Existen aquellos que nacen unidos por la cabeza y separados por el resto del cuerpo;
son personas racionales, intelectuales, que crecen juntos y a veces militan en las mismas
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causas, que se entienden “al vuelo” pero no vibran ni afectivamente, ni sexualmente.
Sin embargo, no encuentran nadie comprenderlo tan intimadamente como el otro.
Existen parejas que se unen por las vísceras y están separadas sea intelectualmente o
sexualmente. Están llenas de buenas intenciones, generalmente son buenos hijos y
buenos padres, que han sacrificado intimidad y felicidad matrimonial por el altar de la
familia. Finalmente, existen aquellos que están unidos por el pubis, con grandes proezas
en la cama, pero que viven en continuas peleas, oponiéndose a todo, y sin poder
encontrar otra pareja que los pueda satisfacer sexualmente. En un caso de terapia
familiar donde los padres se agredían constantemente, delante de los hijos, y durante la
sesión en modo vivaz, violento, provocando malestar en los observadores, se llegó a un
mejoramiento después de algunas sesiones. Los hijos, superando el desconcierto de las
primeras sesiones y ayudados por la posibilidad de hablar de sus experiencias, cuentan
al terapeuta, que por años, los tres, escuchaban con terror los gemidos de la madre,
detrás de la puerta de la habitación, pensando que el padre la estaba estrangulando!
Una de las fases más difíciles del crecimiento de un ser humano es el proceso de
autonomización, elaboración de un proyecto existencial e inserción creadora en la
sociedad. Diferenciarse de la organización familiar que nos ha dado el nombre y de las
personas con las cuales hemos acumulado miles y miles de interacciones a través del
tiempo es un proceso gradual que nunca termina y que se recicla con nuestros
descendientes en un movimiento cíclico, auto perpetuante...
Bowen (1979) pionero de la terapia familiar, fue uno de los primeros en trabajar con las
familias de origen, decía ya en 1966: “En esta orientación psicoterapéutica, tres son los
conceptos teóricos principales. Uno es referido al grado de“diferenciación de si mismo”
de una persona. El contrario de la diferenciación está dado por el nivel de
“indiferenciación” es decir de la “fusión del yo”. Se ha intentado clasificar todos los
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niveles de funcionamiento humano en un único continuum. En un extremo de la escala
está la máxima intensidad de la masa indiferenciada del yo familiar, en la cual
predomina la “indiferenciación y la fusión del yo” con escasa “diferenciación del sí
mismo”. La relación simbiótica y el otro extremo de la escala predomina la
“diferenciación del sí mismo”, con escasa evidencia de la fusión del yo. Las personas
que se encuentran en este extremo de la escala representan los niveles más altos del
funcionamiento humano. “(p.32).
Este intenso proceso de reestructuración del entero sistema trigeneracional hace que
sea más difícil el alejamiento de los hijos y cuanto más disfuncional es el sistema, más
dura se hará la diferenciación. Cuando los jóvenes adultos son importantes para el
equilibrio relacional dentro de sus familias, debido a las dificultades matrimoniales de los
padres, o cuando juegan un rol homoestático en la evitación de los conflictos, su partida
será activamente obstruida. Este proceso es generalmente simultáneo en ambos SFO y
será el origen de la “pulseada” que frecuentemente la pareja, en una dimensión diádica,
a menudo expresa como rivalidad o escalada simétrica (5) en las negociaciones de las
nuevas reglas de convivencia (elección geográfica del hábitat, modos de reproducción,
educación de los hijos, roles sexuales, etc.). En este agitado proceso de prolongar la
pérdida inminente o al menos “negociarla“, ambas familias de origen entran en rivalidad
en el intento de englobar y hacer “propio” al pariente político.
Este proceso de asimilación es una de las características de los sistemas vivientes, para
neutralizar las diferencias, así como una ameba engloba con su seudópodo a un cuerpo
extraño para hacerlo propio. Los sistemas familiares tienden a reducir o anular las
diferencias, incorporando así el posible rival que puede amenazar la integridad familiar.
Podríamos aplicar a este proceso la lectura antropológica de los factores que regulan la
cismogénesis, descrita por Bateson (6) o la explicación cibernética que da el mismo
autor a la teoría de la evolución para operar en la selección natural (7).
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puede durar toda la vida y ser inútil para la pareja, quitando una enorme cantidad de
energías que podrían ser aprovechadas en un proyecto compartido para una mejor
calidad de la vida.
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Framo en su extraordinario libro “Terapia transgeneracional l” – un modelo de trabajo
con la familia de origen- (Raffaello Cortina Editori, 1966) dice:
Mi método invariante, empleado por más de veinte años (1978, 1982) y descubierto a
través de la clínica de modo empírico-intuitivo, lo he utilizado sistemáticamente y
conceptualmente desde 1985 (Canevaro, 1986). Consiste en el ver al comienzo de la
consulta cada FO separadamente sin el otro cónyuge presente. Framo hace lo mismo
pero con una substancial diferencia. El dice: “desde el momento que el núcleo central es
la relación pasada y presente de un adulto con sus propios padres y hermanos, no
convoco al otro cónyuge a la sesión. Su presencia sería una invitación a los padres y a
los hermanos para hablar de las dificultades de la pareja y de las dificultades
parentales, lo que sería un modo de triangulación que diverge del propósito principal”
(1982 p. 179, el cursivo es mío). En mi enfoque, el tema explícito de la convocatoria es
la relación de pareja. El pedido de solidaridad y de información a las FO sirve, para el
objetivo terapéutico de la definición de la relación sea en la pareja, sea entre el SFO y el
sistema familiar nuclear. (Canevaro, 1988 p.206 y 207). Inevitablemente aparece
siempre (y esto es uno de los objetivos terapéuticos no explicitado del terapeuta) la
relación del miembro presente con su familia de origen, independientemente de la
relación conyugal.
Framo envía una cinta de la sesión al cónyuge ausente para informarlo: “Sugerimos que
el miembro de la pareja escuche la cinta de la sesión, dado que también le pertenece” Es
importante que el miembro de la pareja no se sienta dejado afuera. Estamos
impresionados por el alto grado de cooperación de los miembros de la pareja durante
este procedimiento: ellos han tenido la gran sospecha de que sus parejas ha proyectado
en ellos algo que no les pertenece” (Framo, 1982 p. 182).
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Esta modalidad de tratamiento, las reacciones que provoca en los componentes de cada
familia y las repercusiones observadas, son ya un elemento terapéutico. Cuando se
efectúan las sesiones, se despliega bajo nuestra mirada, cuando sabemos explorarlo,
todo un juego de interacciones de cada SFO, en general oculto, que está implícito en la
patología de la pareja, y que nos permite conocerlo desde un punto de vista privilegiado,
ya que el terapeuta se coloca en una posición que le permite conocer más variables en
juego. El hecho de introducir el secreto de lo que se ha dicho en cada sesión permite
comprender muchas cosas, que a veces requieren un largo tratamiento para que se
manifiesten y que muy frecuentemente nunca se revelarán (Canevaro, 1994 p. 268).
En una terapia de una crisis de divorcio durante el encuentro de la esposa con su SFO,
ella hizo comentarios con sus familiares acerca de su primer matrimonio, información
que yo no conocía y el actual marido tampoco.
Por ultimo, una gran diferencia con Framo es que él prefiere incorporar las FO en el
proceso terapéutico de una pareja después que los miembros de la pareja han sido
preparados, y más bien hacia el final de la terapia, y a veces no se preocupa si uno de
las FO no es incluida (Framo, 1982).Yo no veo nunca un solo sistema familiar de origen
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si el otro FO no está dispuesto a concurrir y si es posible prefiero hacerlo en el mismo
día o al máximo dentro la misma semana, de modo tal que no hayan alteraciones
importantes en el equilibrio entre los sistemas familiares de origen que puedan perturbar
a los cónyuges.
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* A-----------------B * *
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FILOSOFIA TERAPEUTICA
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La transmisión generacional de los valores afectivos y culturales es lo que garantiza la
supervivencia de las personas más allá de la muerte física. Como todas las personas
que en edad avanzada en esta escala generacional tienen derecho a esta suerte de
“trascendencia”, así todos aquellos que los continúan tienen derecho a sentirse
alimentados por aquella fuerza que proviene de las propias raíces. Cuando un hombre y
una mujer forman una pareja, en realidad unen dos sistemas familiares de pertenencia,
los cuales interaccionan a través de este vínculo, lo influyen y lo modifican en un pacto
confirmado por la sociedad.
Este vínculo de alianza tiene un valor antropológico cultural, y es diferente del vínculo
de filiación que une ambos cónyuges con sus propios padres y con los hijos que junto a
ellos formarán una familia. Estos dos vínculos son esencialmente diversos, antitéticos y
al mismo tiempo complementarios entre si. Uno es biológico y endogámico, el otro es
cultural y exogámico. Ambos existen en una relación inversamente proporcional, y
mientras más este vínculo de alianza se consolida creando una serie de reglas propias,
transaccionales, en un cierto clima de complicidad propia de aquella pareja, más tienden
a debilitarse los vínculos que unen ambos cónyuges con sus respectivos sistemas
familiares de origen y la complicidad desarrollada con éstos a través de tantos años de
convivencia. Con el nacimiento de los hijos se extiende el vínculo de filiación en un eje
diacrónico que hace posible el pasaje intergeneracional de aquel hilo conductor biológico
y cultural que permite la supervivencia de la especie. La tensión dinámica que existe
entre estos dos ejes, en una complementariedad de los opuestos, constituye el punto
nodal del sistema Trigeneracional. (Fig.4)
Fig. 4: Intersección de los ejes de alianza y de filiación. Punto nodal del sistema
Trigeneracional.
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El refuerzo de este vínculo de alianza es fundamental para la diferenciación de los
sistemas intergeneracionales en la línea del vínculo de filiación, tanto con una
generación como con la otra. Cuando este sistema es invertido, se producen las
coaliciones intergeneracionales, expresiones de un aplanamiento o de una escisión de
este eje primario antes descrito, y la emergencia de síntomas en cualquiera de las tres
generaciones, según los problemas predominantes.
Dice un antiguo proverbio chino que “se puede separar solo aquello que ha estado
unido”. Este es el objetivo terapéutico: permitir regresar para poder partir mejor.
Trabajar con los sistemas reales trigeneracionales en sus interacciones aquí y ahora no
excluye obviamente la historia, ya que como decía Goethe, aquellos pueblos que no
recuerdan su pasado, tendrán que repetirlo. Esto significa, poner en acción un poderoso
sistema siempre presente en la organización social de la familia. Basta quererlo
convocar. La conciencia de la enorme fuerza que tienen los sistemas familiares y la
aceptación de nuestra debilidad como terapeutas pueden funcionar paradójicamente
como enzima catalítica que permita una colaboración intensa y efectiva. Vale mucho más
el trabajo multihumano con un grupo familiar que el trabajo sobrehumano del terapeuta.
Hemos descrito un modelo de intervención específico, breve, muy poderoso, que puede
ser útil aun en un contexto tan cambiante como la sociedad actual. El milenio se va
llevando consigo las “certezas intocables” de nuestra sociedad. Evidentemente estamos
en una etapa de transición en la organización familiar. De la sociedad agrícola-patriarcal,
con sus certezas a la sociedad post moderna con sus iconoclastas, (que siempre han
estado presentes en la historia), la familia va hacia nuevas formas de organización que
deberán siempre tener presente la relativa inmadurez del ser humano en el crecimiento
y en el largo período de protección del cual tiene necesidad. La forma de este nido
ecológico que es que la familia puede variar, pero siempre existirá. Probablemente
mutara hacia estructuras multifamiliares que reproducirán la organización
multigeneracional (solo que con una gestión más democrática del poder), porque éstas
eran más eficaces que la familia nuclear, para las tareas que hay que cumplir. ¿Tal vez
formarán parte de estas nuevas organizaciones las familias ensambladas?
Seguramente. Los prejuicios sexistas y racistas son inútiles en nuestro mundo
multicultural y nosotros los terapeutas debemos tenerlo en cuenta, ya que nuestro self
personal viene indisolublemente puesto en juego en nuestras terapias. Las nuevas
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formas de procreación y de organización familiar no tradicional nunca excluirán este
entrecruzamiento dialéctico y complementario de los ejes de filiación y de alianza que
como el sol y la luna, la luz y la oscuridad se definen recíprocamente y constituyen la
trama emocional y psicológica que alimenta al individuo.
Notas:
(1) “Y finalmente Zeus, después de grandes reflexiones, dijo: creo haber encontrado la
vía, a fin de que los hombres continúen existiendo, pero, que sean más débiles, que no
sean más arrogantes. Dividiré a cada uno de ellos en dos, y así, siendo más débiles,
serán al mismo tiempo más útiles, porque serán más numerosos...” Platón, simposio XV
Pág.32.
(2) Por esto Jung decía que la meta del desarrollo del alma era el proceso de
Individuación, durante el cual las grandes polaridades y los opuestos complementarios
de la vida se funden en una unidad: la conciencia y, al menos parcialmente, el
inconsciente, la luz y la oscuridad, el masculino y el femenino, presentes en el hombre
como parte femenina (anima) y en la mujer como parte masculina (animus). Wehr, G.
(1999) “Jung, su vida, su obra”, Pág. 194.Ediciones Paidós Ibérica-Barcelona.
(4) Mahler define el concepto de simbiosis así: “El termino simbiosis en este contexto es
una metáfora. A diferencia del concepto biológico de simbiosis, no describe aquello que
sucede en una relación de beneficio mutuo entre dos individuos de diferentes especies.
Describe el estado de indiferenciación, o fusión con la madre, en el cual el yo no se ha
diferenciado del no-yo y en el cual la interno y el mundo externo sólo gradualmente se
van percibiendo como diferentes”. Mahler, Pine y Bergman, 1975, Pág.44 Cit. De Bader,
E y Pearson, P. (1989) Pág.5.
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(7) En el lenguaje cibernético, se dice que el curso de los eventos está sometido a
restricciones y se presume que desechadas estas restricciones, las vías del cambio
serán gobernadas solo por la regla de iguales probabilidades.” La explicación
cibernética”, Bateson (1972) (op. cit. pág. 429).
(9) Entendemos por estancamiento o empate crónico aquél en que los dos adversarios,
como los jugadores de un partido de ajedrez, parecen destinados a enfrentarse
eternamente en una situación sin salida: su relación no conoce verdaderas crisis, ni
escándalos, ni separaciones liberatorias. Uno de los dos a veces exhibe una serie de
movimientos de ataque notorios, de provocaciones con aparente triunfo: parece siempre
que esta por ganar, pero la otra persona, tranquilamente realiza un movimiento y coloca
en cero el marcador. (Selvini Palazzoli, 1988)
(10) Mi contribución original (1982) en el tema del estilo relacional de la familia ha sido
aquél de estudiar la relación entre las dos familias de origen, con la unión de sus
representantes a través del vínculo de alianza .Contexto estructural, real o virtual,
siempre presente, formado por la interacción entre los sistemas familiares de origen y el
sistema nuclear.
Resumen:
"El presente artículo estudia la formación de la pareja y sus peripecias en relación a sus
sistemas familiares de origen (SFO), la forma de amor que los une, romántico y
coterapéutico y la técnica particular (CANEVARO, 1986) creada para enfrentar sus
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disfunciones relacionales, que consiste en convocar separadamente al comienzo del
tratamiento, cada uno de los SFO, sin el otro cónyuge presente. Lentamente, mientras la
pareja se forma (sostenidas por la ayuda permanente de sus SFO) se instaura el
mecanismo insidioso de anulación de las diferencias, diferencias que podrían amenazar
el ideal de fusión. Es así que crece lo que el autor llama "el monstruo
simbiótico"(CANEVARO, 1990) que lentamente engloba los aspectos originales de la
identidad de los miembros de la pareja, haciendo aparecer más bien la imagen de los
hermanos siameses. Esta metáfora teratológica de la pareja es una metáfora destinada
a mostrar cómo este monstruo simbiótico ha "unido" la pareja, separándola. El verdadero
desafió del terapeuta (como el del cirujano) será derrotar este monstruo simbiótico que
aparentemente ha unido la pareja, separándola en realidad en sus competencias
conyugales. Sólo así podrán eventualmente unirse.
El objetivo del método es altamente estratégico y paradoja las técnicas de abordaje son
reestructurantes y experienciales, privilegiando el encuentro emocional. El hecho de
implicar los dos SFO separadamente es ya un elemento de diferenciación en los casos
de las simbiosis de pareja, porque redefine los componentes como pertenecientes a los
respectivos SFO. Busca disolver las coaliciones ocultas, prescribiendo explícitamente la
alianza con cada SFO y es al mismo tiempo un elemento altamente provocador porque
presupone que cada uno de los miembros de la pareja no ha madurado todavía y tiene
que "volver todavía a los origines"
BIBLIOGRAFÍA
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PROGRAMA
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Master en “Terapia Familiar Sistémica” – Nivel II
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4. Infidelidades de enamoramiento (Aventura de desvalimiento)
Pautas de tratamiento:
Reunir a los implicados
Redefinición del Problema
Serenar la situación
Negociación de la resistencia
Reajustar independencia e intimidad
Restructurar identidades
Consolidación de la estabilidad, cohesión y capacidad de
progreso en la pareja.
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SEX THERAPY
Los grandes titulares han contribuido a ofrecer una imagen de la Sex therapy como un
conjunto aleatorio de posturas, técnicas, trucos o artilugios -toda una jerga- para la
práctica del sexo, ese sexo generalizado en su concepto falseado. Contrariamente a
esta creencia y a esa práctica, lo más importante de las innovaciones no reside en
dichas -técnicas sexuales- sino en las claves básicas que dan sentido a unas u otras
estrategias, así como a las tácticas que las acompañan.
Por eso conviene que nos detengamos en algunas claves básicas que forman los pilares
de la Sex therapy, sea cual sea la clase de problema en uno u otro punto del argumento
general. Las tres claves que expondremos a continuación ocasionaron una auténtica
revolución en los tres pilares clásicos de todo el formato terapéutico: en primer lugar
sobre el objeto clínico; a continuación, sobre la etiología y el diagnóstico; y, finalmente,
sobre el mismo tratamiento.
Esta primera clave básica consiste en considerar la queja o disfunción, sea cual sea ésta
dentro de las listas de uso, no como propia de uno o de otro de los dos componentes de
la relación, sino como el resultado o producto de un tercer elemento, es decir, del ars
amandi de la misma relación. -La unidad clínica -escriben Master y Johnson- es la
misma relación sexual- . Y ésta será, sin menoscabo de que, en su momento, se traten
unos u otros aspectos concretos de uno u otro de sus componentes, el objeto central de
toda observación.
No habría por qué extrañarse de esta clave cuyas repercusiones son tan extraordinarias,
si bien es explicable que resulte chocante debido al esfuerzo o cambio que requiere con
respecto a modelos anteriores, habituados al tratamiento de individuos frente al
planteamiento de este objeto clínico nuevo formado por la relación. Sin duda se trata de
un vuelco epistemológico de la entidad clínica misma. Pero es en ese marco, en esa
-mesa de operaciones-, en la que las intervenciones resultan de la máxima eficacia,
incluso en cuestiones que parecen ser estrictamente individuales o independientes de
cada relación.
Se ha dado poco interés a esta clave expuesta por Master y Johnson. Y esto por dos
factores: por un lado, porque la misma realidad de la pareja se ha tomado en su sentido
difuso y voluntarista o moral, y, por otro lado, porque junto a la Sex therapy, se han
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desarrollado otros formatos o enfoques que llevan el nombre de terapia de pareja, no
siempre coordinados con ésta.
Esta nueva clave básica de la Sex therapy concierne a los pasos previos de la etiología
y diagnóstico para la definición de los distintos problemas denominados sexuales. Es lo
que se conoce en el modelo médico como anamnesia. Sin duda esta clave resultó
también excesivamente innovadora. Incluso, como se dijo, revolucionaria. Antes de
Master y Johnson se estaba acostumbrado a distinguir dos parámetros diagnósticos:
uno de orden orgánico o biológico y otro de orden mental o psicopatológico. Tras la
priorización del marco relacional como objeto clínico principal, estas causas de los
problemas fueron automáticamente replanteadas. Y es que tanto los factores de la
patología orgánica como los de la psicopatología que ocupaban un destacado sitio en el
orden anterior pasaban a ser secundarios, no porque no fueran de interés en su
momento para ser tenidos en cuenta sino porque no son los de más interés para el
diagnóstico y, sobre todo, para un tratamiento centrado en las interacciones de la
relación como objeto principal.
Dada la línea de uso en los diagnósticos, Master y Johnson siguieron también con ella
señalando esas causas o factores cuando éstos resultaban claros y directos, aunque en
porcentajes bajos. -Se estima -escriben en un balance de 1987- que entre un 10 y un 20
por 100 de estos problemas tienen una causa preponderantemente orgánica... En otro
15 por 100 estos factores orgánicos contribuyen a que se produzcan los trastornos aun
cuando no constituyan la causa única o directa- . Por eso es siempre conveniente un
reconocimiento en el que sean detectados estos factores como es el caso de la diabetes
o el alcoholismo especialmente en las dificultades relativas a la erección. O el de las
lesiones o trastornos neurológicos, las infecciones genitales, las deficiencias
hormonales, o los problemas vasculares. Es también el caso de la toma de algunos
fármacos, como los reguladores de la tensión arterial, anfetaminas, sedantes o
estupefacientes que, como es sabido, pueden constituir diversas disfunciones.
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Baile de cifras
Entre la clase de los llamados factores psicológicos se suelen apuntar los propios del
desarrollo en sus distintas fases o etapas como son los trastornos generales de la
infancia, la adolescencia, juventud, etc. dentro de los cuales algún percance o
acontecimiento podría haber contribuido a crear este o el otro problema sexual concreto
del que se trate en cada caso. Es sabido, no obstante, que los mismos o parecidos
fenómenos no afectan a todos por igual, de donde es fácil concluir la relativa y dudosa
causalidad psicológica de tales factores, a no ser que por psicológico se entienda todo,
lo que termina en el contrasentido de no saber a qué se denomina sexual, cosa que no
es, por cierto, nada banal y por la que habría que empezar.
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Todavía más: el ars amandi de cada sujeto, como desembocadura pragmática o visible
de su dimensión sexual, es el que lo refleja y resume. Se trata, pues, de las
interacciones de los sujetos sexuados como tales sujetos sexuados con otros sujetos
sexuados.
Primar este eje conductor que constituye el hecho de los sexos y su ars amandi por
encima de los otros factores constituye el núcleo de esta segunda clave básica, o del
diagnóstico, en la Sex therapy. No hace falta insistir en que no se trata de negar o de no
considerar otros factores, sino de considerar este eje por encima de los otros. Más
exacto sería decir: a éstos girando en torno a él. Es, como vimos, el quicio del factor
sexual. Desde este punto de vista, el recurso tan en uso al conocido esquema bio-psico-
social necesita una revisión. Y sobre ello volveremos.
La tercera clave reside en el hecho de que el tratamiento de la Sex therapy tiene lugar
siempre centrado en la relación sexual. Todas las estrategias, tácticas , técnicas o
recursos son aplicados a uno u otro de sus componentes en el marco de dicha relación.
Más exactamente: es la relación la que recibe el tratamiento, aunque en ocasiones
pueda dar la impresión de que se dirige a sus componentes. Es importante destacar que
esta clave no debe confundirse con la diversidad de recursos específicos para cada uno
de los problemas o para algunos de esos problemas en sus distintas fases del proceso
terapéutico.
Ello requiere no solamente adaptar algunos de los detalles o aplicar algunas de sus
técnicas sino fundamentalmente no perder de vista la principal clave que permite la
aplicación organizada y secuencial de todo su conjunto. La base de esta clave reside en
el principio de que, así como las dificultades se crean o aparecen en el curso de una
relación, así también son más fácilmente detectables y abordables en ella.
Hay algo más: el concepto de sexo -el factor sexual- sólo puede ser entendido como una
estructura relacional desde la sexuación de cada sexo. No se trata, pues, de una
ocasional medida voluntariosa o de colaboración entre los miembros de la pareja --que
la pareja colabore...--, sino de una clave básica de epistemología y conceptos, lo mismo
para el conocimiento teórico de los fenómenos que para el tratamiento de sus
problemas. Las implicaciones que se derivan de esta clave básica, así como sus
aparentes complicaciones y complejidades no suelen superar a sus aportaciones, por lo
que, aunque algunos elementos hayan sido modificados con el tiempo, este principio ha
seguido cada día más firme y consolidado . Se ha criticado a Masters y Johnson en este
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punto por tener, se ha dicho, una idea previa de la pareja. Pero no se trata de pareja
sino de relación de los sexos. Curiosamente no se sabe muy bien cuál es su idea de
pareja si no es la que cada relación tiene de sí misma que es, en definitiva, la que crea o
no crea unos u otros problemas. Y de ahí que, más que una idea abstracta de la pareja,
se trate del ars amandi concreto y propio de cada relación: el que crean los mismos
sujetos sexuados que la forman.
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PROGRAMA
Regulador de distancias
Hábitos cotidianos: compartidos e individuales
Complicaciones ordinarias que impiden la interacción de la pareja.
Uso de tiempos y espacios en la pareja
Dinámica: “4 situaciones”
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- Situación nº 1: Falta de deseo sexual de ella
- Situación nº 2: Falta de deseo sexual de él
- Situación nº 3: Vaginismo
- Situación nº 4 Eyaculación precoz
Jane: 45 años. Directiva de empresa familiar. Activa, dinámica, mandona. Dice que
siempre ha sentido el sexo como algo secundario.
Tarzán: 44 años. Fotógrafo. Va de guapo y de monógamo. Dice que el sexo es algo muy
importante para él y que están perdiendo los mejores años de juventud sin disfrutarlo.
Construcción del problema: Les pasa desde que se casaron. Ella tuvo la iniciativa en la
noche de bodas y él la rechazó. Después vino un cáncer de mama a los 30 años y
operaciones y gorduras. Ella no se siente bien con su cuerpo. El le envía doble mensaje.
Estas muy guapa, pero ....ponte esto, viste así, mira esa lo que lleva que a ti te sentaría
bien,....El presiona. Ella a veces a accedido al tipo de sexo que a él le gusta (porno), se
ha depilado por él, se ha puesto lencería porno por él, ...Ella se ha enrocado. No le
apetece seguir haciendo de su “puta”. El la llama monjil y ella guarro y pervertido. Ella
llega a sesión diciendo que prefiere que su marido se vaya de putas y la deje en paz.
Familia:
El: procede de una familia bien. Huérfano de padre desde pequeño. El niño bonito de la
casa. Poca familia algún tío y algunos primos pero con poca relación.
Ella: procede de una familia numerosa. Su padre es una persona autoritaria que ha
construido una empresa familiar y que dirige la vida familiar. Una madre débil que
enfermó y murió cuando Jane era ya una jovencita. Jane lleva la empresa, pero su padre
como considera que una mujer al frente de la empresa puede ser un obstáculo ha puesto
al hermano que la sigue y que es un inútil.
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Ella lleva enfrentándose al cáncer, a su hermano y su padre, a su marido,....
Construcción del problema: Se iniciaron juntos y aprendieron el uno del otro. Ella siempre
ha tenido que tener la iniciativa y después de los niños poco a poco perdieron la
frecuencia y ella se cansó de tomar la iniciativa. El dice que le cuesta empezar, que no le
apetece, ni con ella ni con nadie. Cuando se ponen parece que él sigue un mismo patrón
y a ella le gustaría que fuera más delicado y afectivo. “él va a lo que va”. Como a él no le
sale se frustra y lo deja.
Familia:
Daisy: procede de una familia castellana, que trabajó para darles una educación a sus
hijos. Ella trabajó mucho y estudió para ser profesora. Su padre nunca consideró los
logros de los hijos, es como si han hecho lo que tenían que hacer y ella no se siente
reconocida por ellos. Los cuida porque son mayores y tampoco encuentra afecto. Se
entrega y no recibe.
Donald: procede de una familia extremeña, muy numerosa y gregaria que se reúne casi
al completo para los saraos de cumpleaños, y demás reuniones familiares. El clan tiene
una manera de ver la vida y Daisy es un poco “discola”, va de liberal e impone su criterio
más que el resto de las mujeres de sus hermanos. Donald ha recibido de su familia el
mensaje de que Daisy va por libre.
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- Situación nº 3: Vaginismo
Las relaciones sexuales no funcionan bien. Son pocas. El es muy respetuoso. No fuerza.
No propone nada nuevo por respeto a ella. El está dispuesto a ayudarle a ella, pero no
sabe cómo. Están aquí porque ella lo propuso, para él es muy violento el tema.
Familia:
Maya: familia tradicional de padre empleado de banca y madre ama de casa. Dos hijas.
Todo muy en orden. En su casa no se habla de sexo ni se tienen revistas ni libros de
nada parecido. Sus padres asexuales. Ni besos ni tocamientos. Maya compró un libro
sobre sexualidad pero lo tiene escondido. Le cuesta ponerlo en una estantería en la
casa.
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Ella está claramente insatisfecha y él está muy mal pero no lo comenta, lo sufre.
Familia:
Pinocho: procede de una familia numerosa, él es el mayor y ha tenido que estudiar y
trabajar desde los 14 años. Su padre murió era alcohólico de los que llegaban y se
dormía en el sillón. El tuvo que hacer frente a la casa con su madre. Siente autentico
rechazo a la figura de su padre.
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Introducción
No hay ninguna teoría familiar específica para guiar a los clínicos en su conocimiento y
apoyo de las experiencias de las familias identificadas como gays y lesbianas. Mediante
la aplicación de ideas de la psicología del self en el contexto de la teoría narrativa, este
artículo presentará un marco de trabajo para los terapeutas que puede profundizar en el
entendimiento y la apreciación de los aspectos culturales y clínicos de la parentalidad
gay y lesbiana, a la vez que ofrece aspectos y experiencias más válidas de familias gays
y lesbianas a través de la creación y entendimiento del significado de sus narrativas
parentales.
Homofobia
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Además, los gays y lesbianas pueden internalizar actitudes homofóbicas que se añaden
a la creencia de que no son capaces de llevar a cabo la parentalidad por sí solos debido
a su orientación sexual. El impacto e implicaciones de la homofobia interna o externa al
paciente gay o lesbiana pueden deteriorar el proceso psicoterapéutico y la relación
como un lugar seguro para explorar y entender la dinámica y las circunstancias
concretas que trajeron a la familia identificada como gay o lesbiana a la terapia.
En el contexto del desarrollo normal hay un nivel esperado de falta de empatía por parte
de los cuidadores. La estructura psíquica se adquiere en el contexto de la relación
terapéutica entre el self y el objeto del self con sus inevitables pero manejables
frustraciones y gratificaciones. Este fallo en la empatía puede llevar a una herida
narcisista que puede originar vulnerabilidades estructurales intrapsíquicas. De modo
similar, el fallo en la empatía por parte de la sociedad para validar a las familias
identificadas como gays o lesbianas puede causar una falta de autoestima que impide el
desarrollo de un narcisismo sano como grupo familiar y como gays y lesbianas.
Los terapeutas del self, según Helen Jackson, “ven el cambio como algo que ocurre en
el encuadre de un medio empático, fomentado por intervenciones terapéuticas de
aceptación, comprensión y explicación” (1994). El esfuerzo global empático consiste en
descubrir y comprender la percepción del paciente del daño narcisista que ha
experimentado. Según Michael Basch, el self es un “concepto; una abstracción simbólica
a partir del proceso de desarrollo.” Este self “se refiere al carácter de ser único que
separa las experiencias de un individuo de las de los otros a la vez que confiere un
sentido de unidad y continuidad en las diferentes experiencias de ese individuo a lo largo
de su vida”. Según Baker y Baker, la finalidad del proceso terapéutico es “reanudar el
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proceso del desarrollo frustrado, formando estructuras internas que asumen las
funciones provistas por los objetos del self” (1983)
Proveyendo una empatía consistente, el terapeuta actúa como un objeto del self para el
paciente. Kohut y Wolf han definido un objeto del self como “objeto que experimentamos
como parte de nosotros mismos”(1978). Estos objetos del self son valorados por la
estructura interna y la estabilidad emocional que proveen. El self nuclear, además, es el
aspecto del self más temprano y esencial. El self nuclear se desarrolla a través de las
interacciones tempranas con los otros, especialmente con los cuidadores. Kohut cree
que la empatía fue el elemento más significativo en la creación y transformación de las
imágenes internalizadas de los cuidadores para construir un self nuclear estable y unido.
Los periodos amplios de reflexión permiten al paciente con déficit narcisistas arriesgarse
en el autoexamen y la conciencia.
Teoría narrativa
Las historias y experiencias presentes de los gays y lesbianas a menudo se perciben por
parte de la sociedad heterosexual como un déficit o un fallo para conseguir los
estándares y expectativas de la cultura mayoritaria. Estas diferencias entre gays y
lesbianas y la cultura mayoritaria son a menudo estereotipadas, y reducen en la totalidad
de los gays y lesbianas a unos pocos rasgos erróneos. La pérdida de autoestima
resultante y la internalización de las percepciones y actitudes del grupo mayoritario
impactan directamente en la capacidad de los gays y lesbianas para desarrollar y
mantener relaciones de pareja duraderas. La creación de grupos de familia extensos,
incluyendo hijos y miembros de la familia de origen, a menudo no se considera una
opción para los gays, las lesbianas y la cultura mayoritaria. Este proceso de etiquetación
y estereotipización conduce a una pérdida de poder psicológico y a una alienación social
para ellos.
A menudo, los gays y lesbianas deciden acudir a psicoterapia para crear un lugar seguro
en el que explorar, comprender e incluso aminorar el impacto de esta pérdida de poder y
alienación. Durante el proceso de la psicoterapia, el terapeuta y el paciente trabajan
juntos para comprender el significado de sus experiencias internas y externas, presentes
y pasadas. Según Carolyn Saari, “el propósito del tratamiento es ayudar al cliente a
practicar la creación de significados”(1991). Estas narrativas y estos significados forman
el contexto y el contenido de la psicoterapia. La creación de la narrativa y la búsqueda
de su significado es esencial para trabajar en psicoterapia.
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Theodore R. Sarbin dice: “la narrativa es el principio organizador para la acción
humana”. Mediante esta organización se estructura la experiencia. Además, la narrativa
organiza “episodios, acciones y suma de acciones. Es un logro que unifica los hechos
mundanos y las creaciones fantásticas: se incorporan el tiempo y el lugar. La narrativa
da sentido a los actos y las causas de los sucesos” (1986).
Gergen y Gergen opinan que “el ingrediente esencial de una narrativa (o relato de
historias) es su capacidad para estructurar eventos de modo que muestran en primer
lugar una conexión o coherencia y, en segundo lugar, un sentido de movimiento a lo
largo del tiempo”. Para conseguir esto, deben colocarse dos aspectos en su justo lugar:
primero, debe haber un “sentido de una finalidad o un final buscado” y segundo “que los
sucesos descritos en la narrativa deben estar enlazados para crear el contenido y el
contexto de la historia” (1986).
Palombo opina que la “totalidad de experiencias de una persona, que se organiza como
un todo que es más que la suma de sus partes, es el sentido del self”. El principio de
totalidad, tal y como lo describe Palombo, “define la estructura a través de los motivos o
temas que derivan de las experiencias y han organizado en parte sus vidas” (1992). El
proceso psicoterapéutico puede ser visto como una historia sobre las conexiones entre
la historia, afectos y circunstancias presentes de los pacientes, así como la interacción
entre el paciente y el terapeuta. Dentro del proceso de terapia y mediante la
comprensión del significado de estos motivos, la narrativa del paciente se vuelve
conocida tanto para el paciente como para el terapeuta.
Las palabras usadas que crean una narrativa no sólo hacen posible que se comuniquen
el cliente y el terapeuta sino que también permiten conceptualizar las experiencias y
afectos del paciente. Luria establece que “cada ejemplo de comunicación requiere que
una palabra no sólo se refiera a un objeto concreto, sino que también introduzca una
idea generalizada” (1981). La palabra, asimismo, transforma “experiencias sensoriales
en experiencias racionales” (1981). Las palabras, para comunicar realmente tanto la
experiencia sensorial como la racional, deben tener significados que compartan el
paciente y el terapeuta. Es este conjunto de palabras y sus significados lo que forma la
estructura de la narrativa.
Este proceso también puede verse como un diálogo entre terapeuta y paciente, en el
que los significados de las experiencias del paciente se vuelven gradualmente parte del
sentido del self del paciente. La comprensión empática por parte del terapeuta y el
paciente de estas experiencias da un significado a éstas. Tal como dice Palombo:
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“el diálogo queda enlazado cuando el terapeuta comienza a entender, a través de la
sintonización con los sentimientos del paciente y de la empatía con la comunicación del
paciente, los significados personales del paciente y lo significados para el paciente de
eventos y experiencias pasados. Los motivos que dirigieron esas experiencias son
actualizados. Una experiencia compartida se hace emergente y es posible para el
terapeuta entender los significados que tiene para el paciente lo que ha experimentado”
(1992).
La comprensión del significado de la narrativa para las familias identificadas como gays
y lesbianas puede describir y validar las experiencias de estas familias para sí mismas y
para el terapeuta. Mediante esta validación, estas familias pueden identificar y reforzar
su propia identidad familiar, creando un contexto para entender y clarificarse dentro del
proceso terapéutico. Sin este contexto de validación, la internalización de la
desaprobación social generalizada de la parentalidad gay y lesbiana puede dominar la
autoestima de la familia, como una unidad y la de sus miembros individuales, e inhibir
posibilidades para una parentalidad adecuada. Además, el terapeuta puede inhibirse en
su capacidad para sostener la salud del sistema familiar, mientras trabaja con la familia
en sus áreas de conflicto. La invisibilidad de la familia identificada como gay o lesbiana
como una estructura familiar viable puede imposibilitar a los gays y lesbianas para
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buscar terapia como un modo de trabajar sus dificultades familiares. La falta de
conocimiento de estas relaciones puede hacer invisibles las circunstancias de homofobia
y servir sólo para herir y alienar a la familia.
Este conocimiento para el terapeuta y los padres gays o lesbianas esta influido por dos
sistemas de significado. Palombo identifica estos sistemas como el universo de los
significados internos personales y el universo de los significados externos compartidos y
públicos. La tensión entre estos dos universos de significados es fundamental para el
entendimiento de la construcción de la narrativa del self y su organización. Palombo
también dice que “el sentido de cohesión del self puede entonces definirse como la
experiencia que resulta del establecimiento de un conjunto de significados o una
narrativa personales y/o compartidos coherentes”. (1992, p.258)
Los significados subjetivos perfilan en parte la experiencia de ser gay o lesbiana y los
significados externos del universo público, compartido. Muy a menudo, la incapacidad
del gay o la lesbiana para desarrollar un self cohesionado está relacionada con la
inconsistencia entre estas dos perspectivas. Las actitudes externas hacia la
homosexualidad, el emparejamiento y la crianza de los hijos puede influir
significativamente en la habilidad de gays y lesbianas para tomar decisiones que reflejan
sus creencias personales relacionadas con la creación de una familia identificada como
gay o lesbiana.
El terapeuta trae también a la terapia su propio sentido del self que ha ido perfilando
mediante la tensión e interacción entre sus universos subjetivos y objetivos. Es mediante
la interacción general de estos aspectos como la experiencia del terapeuta y del
paciente crean el proceso sanador de la terapia. La psicoterapia con familias
identificadas como gays y lesbianas debe encontrar caminos para integrar las
experiencias de estos hombres y mujeres en significados personales y compartidos más
amplios. A través de este proceso se produce el reforzamiento de las vidas de gays y
lesbianas. Dentro de este contexto de reforzamiento y cohesividad del self, llega a
producirse la creación de un sistema familiar viable y una parentalidad sana.
Caso clínico
Lauren tiene treinta y dos años, y Jody treinta. Llevan casi diez años en una relación de
pareja. Aunque su relación es realmente estable, han tenido situaciones de conflicto
importante que han amenazado su compromiso hacia la otra. Lauren trabaja como
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ingeniera y Jody es arquitecta. He visto a Lauren y a Jody en terapia individual y familiar
desde 1990. Su hijo, Joseph, nació en 1993.
Jody creció en un barrio a las afueras de Chicago. Sus padres viven y están casados.
Su padre es abogado y su madre ama de casa y, según Jody, su matrimonio está
basado en papeles tradicionales de género y en creencias religiosas. Sus padres y su
grupo de pares saben que es lesbiana. Aunque conocen su compromiso con Lauren, no
apoyan su orientación sexual ni su decisión de convertirse en madre. Jody continúa
sintiendo la desaprobación de su padre porque no se hizo abogada. Jody reconoce que
centrarse en este tipo de desacuerdos puede ser más fácil para su padre que encontrar
un modo de catalogar sus sentimientos sobre su orientación sexual. Jody tiene un
hermano de treinta y tres años, casado, y con una niña de tres años. Jody cree que sus
padres siempre lo han favorecido a él. Su hermana tiene veintiocho años. También está
casada y no tiene hijos. Lauren motivó a Jody para iniciar terapia individual en 1991 para
reflexionar y comprender el rechazo que sentía hacia su propia vida, pero más
concretamente para trabajar su orientación sexual.
Los padres de Lauren se divorciaron cuando ella tenía treinta años. Desde 1987, Lauren
ha estado en rehabilitación para su adicción al alcohol y a las drogas. A medida que se
fue estabilizando su proceso de rehabilitación, mejoró su relación con sus padres. Sus
padres, su hermano de treinta y cuatro años y su hermana de treinta conocen su
orientación sexual. La hermana de Lauren también es lesbiana y está muy cercana a
Lauren. La familia de Lauren conoce y aprueba a Jody. Aunque su familia no estuvo
activamente involucrada en su embarazo, apoyaron la decisión de Lauren junto con
Jody.
Lauren contactó conmigo por primera vez en 1990 para hacer una psicoterapia. Quería
apoyo para su recuperación del alcoholismo y adicción a drogas, que fue resuelto con un
trabajo de 12 pasos. También quería trabajar aspectos relacionados con su familia de
origen y problemas en su relación con Jody. Lauren había sido diagnosticada de bipolar
en el instituto y había dejado recientemente de tomar su medicación. Quería ayuda para
aprender cómo manejarse sin medicación.
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preguntaban si se sentirían aisladas y apartadas de sus amigos emparejados que no
tenían hijos. Jody y Lauren estaban asustadas ante la perspectiva de tener que ir
improvisando. Lauren y Jody querían asegurarse a través de mis opiniones de que sus
sentimientos eran “normales” para cualquier padre que está esperando. Hablé con ellas
sobre el hecho de tener un bebé y cuántas de sus dudas eran normales en padres de
cualquier orientación sexual. Jody se preguntaba como se manejaría en su papel de
madre no biológica y los posibles efectos del donante anónimo como figura paterna en
su relación y en la relación con su hijo.
Las incertidumbres de Jody sobre ser madre la condujeron a terapia individual para
explorar esos sentimientos más en profundidad. Un pariente había abusado de ella
desde los dos a los diez años. La posibilidad de ser madre fue un factor motivante para
su decisión de enfrentar más directamente el impacto de su trauma de la infancia.
Las sesiones individuales y familiares antes y después del nacimiento del bebé fueron
difíciles para ambas. Estas sesiones fueron fuentes de autoestima para ambas y
comprobaron que podían hablar de muchas dificultades entre sí. Por ejemplo, la familia
de origen de Lauren ha conocido a Jody y a Joseph. La familia de origen de Jody, sin
embargo, no conoce a Joseph ni a Lauren. El sentido de apertura entre ambas respecto
a estas realidades que tienen que ver con su decisión de ser madres sirvió para aclarar
y profundizar su mutuo compromiso.
Discusión clínica
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apreciación del significado de sus vidas pasadas y presentes ayuda a crear un contexto
para entender sus narrativas. Al comprender sus narrativas individuales y como pareja,
son más capaces de hacer elecciones y tomar decisiones sobre sus vidas presentes que
incrementarán sus autoestimas. El apoyo y la validación ofrecidas en sus tratamientos
se está internalizando gradualmente y convirtiéndose en algo propio. Este proceso
refleja la idea psicológica del self de “internalización transmutadora” que, según Kohut,
es un proceso a través del cual una “función del objeto del self se transforma en una
función del self”. (Elson, p. 74). Mediante la psicoterapia, Lauren y Jody están
aprendiendo a nutrirse y cuidarse y a proveer funciones de objeto del self para la otra y
su hijo de modos que no eran posibles para ellas en sus familias de origen. Su
compresión y aceptación de este cuidado proviene de mi función de objeto del self para
cada una de ellas en nuestro trabajo juntas.
Dado que Lauren y Jody me conocen como psicoterapeuta y como lesbiana, me ven
como una persona “segura”; en términos de psicología del self de Wolf deberían definir
sus idealizaciones sobre mí como una “necesidad de experimentarse a sí mismas como
parte de un objeto del self admirado y respetado; necesitar la oportunidad de ser
aceptadas por e incluidas en un objeto del self estable, no ansioso, poderoso, sabio y
protector, que posee las cualidades de las que carece el sujeto” (Wolf, p. 55). El proceso
de tratamiento de ambas permitió el reestablecimiento de esta necesidad. Esta
experiencia del objeto del self es un proceso particularmente importante para gays y
lesbianas que no han tenido en su desarrollo la oportunidad y sentimientos proyectados
por la mayor parte de la sociedad ni por sus familias de origen por la influencia inhibitoria
de homofobia.
Esta transferencia permite a Lauren y a Jody identificarse con el poder que han atribuido
al psicoterapeuta. Ser capaces de identificarse con la autoridad es para ellas el
comienzo de su habilidad para conocer su propio poder como lesbianas y madres. Un
propósito de nuestra relación terapéutica consiste en internalizar este poder y autoridad
percibidos por ellas mientras se refuerza su propio poder y autoridad. La capacidad de
ser reforzadas como lesbianas se origina con la autovalidación. Mediante este proceso
de validación, cada vez son más capaces de identificar y crear sus identidades dentro de
la narrativa de su propia familia. El hecho de centrarse en el significado de la narrativa
de su familia les permite comprender a su propia familia arraigada en sus experiencias,
más que en la homofobia que las rodea. Compartir el embarazo, el parto y la
coparentalidad es un proceso que las fortalece en sus propias identidades y autoestimas
individuales y como familia.
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Conclusión
BIBLIOGRAFÍA
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BIBLIOGRAFÍA
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Bellaterra, 2003
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BIBLIOGRAFÍA
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1. INTRODUCCIÓN.
Desde que en 1.996 se abrió, a través del concierto entre la Comunidad de Madrid
y el Colegio oficial de Psicólogos de Madrid (COP-M), el Turno de Intervención
Profesional en Adopción Internacional (TIP-AI), muchas son las familias que se han
acercado a él con el deseo de adoptar, al menos, a un menor que les hiciera
padres.
Esa es precisamente nuestra labor como psicólogos que formamos parte del
turno: encontrar una familia para ese/os menor/es. Una familia funcional, que se
encuentre dispuesta toda ella (especialmente los solicitantes y sus hijos, si los
hubiere) a proporcionar un lugar, un espacio físico y emocional dentro de esa
familia que ya está configurada (que no acabada de construir) y que le proporcione
una identidad de la que su “huella abandónica”, como hecho diferencial del menor
adoptado, formará parte.
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El psicólogo que ha sido elegido desarrolla un rol más activo a la hora de conducir el
peso de la entrevista en cuanto a seguir el guión semiestructurado del que
partimos. Ello permite que el profesional que actúa a modo de “coterapeuta”,
observe aspectos de la comunicación no verbal (Analógico) que como sabemos,
definen el tipo de relación que existe entre los solicitantes así como califica la
comunicación verbal (Digital), que es la que nos habla del contenido, buscando una
congruencia entre ambas y entre ambos miembros de la pareja solicitante. De
existir incongruencias valoramos qué comunican en dichos sistemas
(comunicacional y relacional).
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Otro de los aspectos que entendemos es ventajoso, es la posibilidad de desarrollar
en nuestra labor valorativa, aunando dos perspectivas teóricas que entendemos se
complementan: la Teoría Familiar Sistémica y la Teoría Gestáltica (Neoyorquina).
Lo relacional y lo humanístico. Lo comunicacional y lo emocional individual que
también se expresa circularmente. De tal forma que cada uno de los humildes
representantes de éstas corrientes, procuramos valorar desde dichas perspectivas
teóricas, compenetrándonos en las intervenciones, buscando una comprensión
complementaria de los solicitantes en sus historias personales (con sus respectivas
características de personalidad), desde sus familias de procedencia, y con su
historia de pareja proyectada en aumentar una familia por la vía de la adopción.
3. ¿QUÉ SE VALORA?
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Iniciamos la primera entrevista con una introducción que les sirva de marco de
referencia, a saber, la comprensión de su proyecto de paternidad, las motivaciones
individuales y características personales de los solicitantes que le llevan a la
adopción, y a nosotros a la elaboración de un informe final dirigido al país
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seleccionado. No dejamos de señalar, en cualquier caso, la posibilidad de utilizar
este espacio como un lugar de reflexión y elaboración de los aspectos que
aparecen a lo largo de esta primera etapa del proceso.
Una vez finalizada esta parte, dedicamos un pequeño tiempo a conocer acerca
del periodo anterior a estas entrevistas, en concreto el curso impartido por la
Comunidad de Madrid: su opinión, para qué les ha servido, qué destacan de él y
cómo lo han vivido e integrado en su proyecto. Esta información nos sirve de
Intercambio Social, así como para comenzar a entender el proyecto, su vivencia,
incluyendo también el manejo desde el punto de vista de los trámites
administrativos y para valorar la disponibilidad con la que llegan a esta etapa de
valoración profesional de dicho proyecto.
Preguntar el porqué y el para qué de ser padre es algo que suele producir
distintas reacciones en ellos que van desde la sorpresa de la formulación hasta
algún grado de molestia al sentirse “discriminados” con respecto a los padres que
lo son por vía biológica y como suelen decir “nadie (ni ellos mismos a veces) les
formula a los padres biológicos tal cuestionamiento”. Nuestro interés se basa en
intentar conocer el fondo de los planteamientos que un sistema familiar ya formado
se formula para su ampliación, las expectativas y objetivos a corto, medio y largo
plazo de tal planteamiento, su funcionalidad.
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plasticidad para adaptarse a su entorno y la repercusión en cada uno de los
miembros del sistema que sufrirán ante el cambio.
Es importante tener en cuenta que en la mayoría de las ocasiones estamos ante
futuros padres sin experiencia, es decir, para los que los aspectos relacionados con
la crianza y educación de un hijo son desconocidos de forma directa y que, en
algunos casos, conocen de forma indirecta a través de familiares o amigos de su
entorno. Por lo tanto, a veces les estamos poniendo en situaciones y momentos
totalmente ficticios, pidiéndoles prácticamente que hagan auténticos “ensayos en
imaginación”. Somos conscientes de esto y no pretendemos obtener conclusiones
contundentes si no la exploración de distintos aspectos relacionados con las futuras
funciones que desempeñarán, si son capaces de hacerlo y, sobre todo, si se han
llegado a plantear estas cuestiones. Sería algo a sí como “ponerles en situación”.
Estas parejas suelen llegar con mucha ilusión, bastante doloridos física y
psicológicamente por la renuncia anterior y con una disponibilidad total a continuar
“sometiéndose” a los profesionales. En estos casos intentamos, sobre todo, que
retomen la capacidad para encargarse de su propia vida, de sus decisiones y no
vivan el proceso como una prueba más, si no como la posibilidad de hacerse cargo
de los cambios que ellos mismos van a provocar. Brindarles la posibilidad de
construir desde ya, una familia, haciendo presente a ese menor que, aunque aún
no lo está, ya ocupa un “espacio emocional” en sus vidas. Todo ello para tratar de
sortear esa “evaluación” que, nos guste o no, han de pasar como un mojón más
del camino conducente a la paternidad adoptiva.
Necesitamos conocer los valores que desean transmitir a su futuro hijo, que
generalmente expresa aspectos más o menos idealizados, pero que indican si son
compartidos por ambos miembros de la pareja y sobre todo si son fruto de su
propia experiencia, consecuencia de la educación paterna y por tanto fruto de un
aprendizaje “real”. Pensamos que idealizar es un aspecto que forma parte del ser
humano y que aparece en los momentos y en los proyectos que requieren una
motivación a mantener durante largo tiempo, lo que buscamos es la
complementación con que esa posible idealización converja con aspectos realistas
y con recursos de afrontamiento.
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La elección del país o países barajados hasta llegar a la misma y los motivos,
así como las expectativas del proceso y dicha elección son básicas en la posible
formación de una imagen real o distorsionada del futuro hijo que desean adoptar.
Imagen que se proyecta a tiempo inmediato y también de futuro. Cómo se sienten
con un hijo cuya similitud física, procedencia cultural, es totalmente distinta de las
suyas en este momento, pero también cuando ese hijo tenga otra edad, cuando no
sea un “niño/a”,, si no un adolescente o un adulto...porque en algunas ocasiones su
imagen ideal se estanca en la de un niño, alguien dependiente de sus padres y sin
una identidad propia formada, un primer momento de las funciones de
maternaje/paternaje, sin extenderlo en el tiempo, a edades más complicadas o
simplemente a momentos distintos de la identidad personal, es decir, a los distintos
momentos del ciclo vital personal y familiar. Estos padres sentirían el deseo de una
eterna “confluencia” con sus hijos, sin dejar margen a aspectos más reales del
crecimiento personal y del deseable proceso de diferenciación.
El bienestar del futuro menor a adoptar estará siempre por encima y como
primera condición en esta valoración.
Las expectativas que proyectan para con el menor recogen aspectos que van
desde el tiempo de espera hasta la asignación y el viaje, primer encuentro, cómo lo
imaginan, qué esperan tanto del niño como de sí mismos, qué ocurriría en caso
contrario.....el colegio o educación seleccionada, tiempos libres y cómo ocuparlos,
presentación a la familia extensa, inclusión en el sistema relacional y hábitos de la
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vida cotidiana,.....qué cambios se producirán en la pareja, como “imaginan” al otro
en su función de padre (mecanismo de proyección), cómo esperan que sea el
periodo de adaptación mutua y durante cuánto tiempo, ....etc. Preguntas
destinadas a ver el grado de maduración y meditación del proyecto tanto a nivel
individual como de pareja.
Otro de los puntos a abordar es el apoyo del proyecto por las personas más
significativas de su entorno, tanto de las respectivas familias de procedencia, como
por el entorno relacional y social en el que la pareja se maneja (vecindario,
trabajo...). La funcionalidad de las relaciones como objetivo tras la inclusión de un
nuevo miembro, es lo que necesitamos conocer. Como decimos, culturalmente la
adopción es algo que se ha de construir y no tiene el mismo significado para todas
las personas (y más acudiendo de distintas culturas y países alejados del nuestro).
¿Se comunica que se desea adoptar? ¿A quién? ¿A quién No? ¿Para qué?
Dar a conocer los orígenes.... este es uno de los aspectos que los entendidos
en adopción y los estudiosos de la post-adopción entienden como básicos para la
funcional construcción del sistema familiar adoptivo así como para que el menor
consiga, junto a su familia, construir una narración que dé sentido a su existencia
ayudándole a elaborar la pérdida de la que se parte: tener unos progenitores que
no pudieron, supieron o quisieron hacerse cargo de él/ella, con todo lo que acarrea
a nivel emocional. Nuestra labor consiste tanto en hacerles presente lo
anteriormente mencionado (acuden con conocimientos e información que les ayuda
a vincularse con un menor que no conocen a través de la pérdida), lo que sin duda
acerca humanamente y que se ha de ver reforzado con una concienciación de la
importancia que tiene a la hora de construir la personalidad de ese futuro hijo a lo
largo de distintos momentos de su evolución y, especialmente, coincidiendo con
algunos de los momentos del ciclo vital del menor (adolescencia). Reseñamos que
esta “huella abandónica” es independiente de la edad con la que el menor haya
sido adoptado, porque la experiencia nos indica que algunos padres parten de la
“ilusión” de considerar que los niños de edades muy tempranas “no se dan cuenta
de nada”, y así “borran" para si mismos y para con el menor parte de su historia
personal, la más desconocida, probablemente dolorosa y la más costosa de
“encajar” en su proyecto.
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momento, que les llamó la atención del otro....y como se va consolidando la misma
a lo largo del tiempo. El objeto es tratar de abordar el “mito de inicio” y el de
“mantenimiento” en dicho sistema. Por otro lado, identificar qué buscan el uno en el
otro miembro de la pareja, ¿se ama lo mismo o se busca el complemento en el
otro?
El manejo del poder es otro de los ámbitos que valoramos, tanto de forma
indirecta como de forma directa, junto con la organización defensiva del sistema
(por ejemplo viendo cómo hacen para no “ser absorbidos” por el otro miembro)...
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apartado pues al fin y al cabo, nos están exponiendo los intrincados de la intimidad
de la pareja.
-el número de hermanos, lugar que ocupa, rol que cumple y relaciones entre todos
y cada uno de los miembros familiares anteriores y actuales;
-actividades de ocio y tiempo libre y red social, posibilidades del futuro menor de
incorporación en dicha red;
-dificultades y/o estado de salud en el momento actual, tanto a nivel físico como
psicológico (en caso de haber recibido tratamiento psicológico o farmacológico
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conocer las causas que lo provocaron, el nivel de funcionamiento tras su alta y
hasta la actualidad).
A MODO DE CONCLUSIÓN:
Lo más importante: hacer presente a ese o esos menores que aún no están aquí
pero que ya ocupan un espacio y tienen un lugar en las familias que se acercan a la
adopción.
Deseamos que nuestra experiencia sirva para los motivos que solicitaron este
artículo y nos mostramos abiertos a la comunicación e intercambio de opiniones
profesionales.
e-mail: indrapsicologia@gmail.com.
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BIBLIOGRAFIA
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PRIMER ARTÍCULO
Tanto los profesionales del campo de la salud como de la educación infantil, tienen
como experiencia en el campo de la discapacidad, que el resultado de su accionar no
depende solo de los adelantos técnicos ni de su experiencia en la materia, sino en
contar con la familia para colaborar con ellos.
Simples malentendidos
Incumplimiento de indicaciones
Duplicación de acciones
Cambios caóticos de profesionales
Confrontación o descalificación entre estos
Batallas que entorpecen la rehabilitación o la paralizan privando al niño de una
mejor calidad de vida.
Hace no muchos años quedaba al buen criterio y a la intuición del equipo medico o
del educador la forma de interactuar con una organización tan compleja como la familia.
No disponíamos de bases teóricas para reconocer el funcionamiento familiar y menos
aun para ayudar a la interacción con ella de forma adecuada. La interacción de a dos
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nos era más cómoda: medico-paciente o profesor-alumno. En la interacción familiar nos
encontrábamos con demasiadas personas que atender, muchos pedidos simultáneos.
Es posible que por estas dificultades se postergara por mucho tiempo un verdadero
trabajo con las familias.
No existen recetas simples para comprender y trabajar con un sistema tan complejo
y cambiante como la familia, ni rutinas que se puedan establecer de antemano.
El viejo dicho de que “cada familia es un mundo” tiene aquí plena vigencia. La
diversidad de sus miembros, el tipo de discapacidad, si es mas o menos visible, los
cambios que se producen durante el proceso de duelo por la noticia de la discapacidad,
la adaptación a la nueva situación.
Como respuesta inicial, puede haber mucha variación, desde la negación, que no
ve el déficit y pone en duda el diagnostico y al profesional, hasta la depresión que
inmoviliza por el dolor.
Podemos cometer el error de pretender que estas etapas sean más breves para
pasar a las siguientes, de más acción, en vez de acompañar a las personas con su dolor
inicial, el tiempo que cada familia y cada uno de sus integrantes necesita.
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como estaba. O entregarse a una situación desesperanzada en que no se tengan
expectativas de ningún logro.
Como todos los padres, soñaban con disfrutar a su hijo, verlo crecer y verse
reflejados en él, admirar sus progresos y sentirse orgullosos por todos sus aspectos.
Esto no será así. Las expectativas se verán dañadas en mayor menor medida y puede
pasar mucho tiempo antes que sea posible aceptar la realidad y además en cada etapa
puede ser necesaria una nueva adaptación a los logros o a las nuevas situaciones.
1. Algunas familias tienen formas de organización muy flexibles que les permiten
hacer rápidamente los cambios necesarios en su organización interna, apoyo entre ellos
y con la familia ampliada, reorganización de los recursos familiares, económicos, de
tiempo de los integrantes, emocionales, que la aparición de un niño con enfermedad
crónica requiere.
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3. Si la interacción intergeneracional es armónica que permite límites entre si, se
facilitan los procesos de acuerdo que se necesitan para enfrentar la nueva situación. Las
familias deben encontrar un equilibrio entre la necesidad de proximidad y conexión y el
respeto por la separación y las diferencias individuales.
Mientras que las familias necesitan desarrollar lazos con los proveedores de
servicios, también necesitan mantener su propia integridad y control sobre su vida. Las
familias que se mantienen unidas no se dejan controlar en exceso por lo que los
profesionales quieren que hagan. Es importante una fuerte jerarquía generacional con
líneas claras de autoridad parental.
Aunque los estilos organizativos de las familias varían de acuerdo con las normas
culturales mas o menos apegadas, las familias disfuncionales tienden a caracterizarse
por los extremos del espectro de las modalidades de organización familiar: apego
excesivo: sobreprotección o desapego: abandono.
5. Relación con la comunidad. Activarse para poder funcionar. Las familias que
perduran son las que activamente buscan información, servicios y trabajan para resolver
los problemas.
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El apoyo de otros padres que tienen hijos con enfermedades crónicas se ha
convertido en el mejor recurso para estas familias.
Antes de este acontecimiento, que puede suceder en cualquier momento del ciclo
vital, ellos cumplían una serie de roles, en el campo laboral, a cargo del hogar, eran
parte de una familia extensa, madres y padres de otros hijos, eran una pareja, tenían
grupos de amigos, organizaciones sociales y religiosas. En cada uno de los lugares
destinaban una porción de energía. Obtenían satisfacción. Cumplían tareas.
Se convierten en los padres de Juancito, Matías o Anita, que nació con una
limitación o que le surgió durante su desarrollo. Se nota ya en la forma de presentarse:
“Soy la madre de Juancito que tiene…..” Pierden su propia identidad. Se postergan
todas las funciones, excepto la parental de ese hijo. Sobre todo y primero las que
produzcan placer o distracción.
Pueden renunciar a sus profesiones para quedarse en la casa a cuidar a ese hijo
que tuvo la mala suerte de la posibilidad de un futuro más difícil que los demás. Padres
que cambian angustiados por el futuro, un trabajo que los satisface por otro mejor
remunerado pero menos conveniente para ellos.
Los temas de la pareja son dejados de lado esperando momentos oportunos, que
nunca llegarán porque siempre habrá antes un tema urgente que resolver, generalmente
relacionado con los hijos.
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El cambio mas evidente que se ve con frecuencia en el sistema familiar es la
involución del subsistema conyugal. Lo que en un principio fue un cambio adaptativo,
se puede convertir con el paso del tiempo en la postergación de aspectos esenciales de
la vida familiar. Las necesidades emocionales insatisfechas pueden llegar a crecer
hasta un punto sin retorno. Esto se agrava si hay una historia previa de dificultades en la
pareja. Puede agregarse una infidelidad. Vemos así la desintegración de la relación
conyugal. Más dolor aún al que tenemos por la discapacidad.
Otra situación importante es la distancia afectiva de cada uno de los padres con
el hijo afectado. Si esto sucede en discapacidades mentales, el hijo más involucrado
con uno de los padres, en general la madre, presenta una evolución peor que la
esperada para su grado de discapacidad. No usa sus capacidades, se infantiliza. El
padre mas involucrado, se siente cada vez mas sobrecargado, mientras que el otro
queda más marginado de esta tarea. El padre que se encarga en demasía del hijo, que
lo ayuda y protege, pierde muchas veces su buena relación con él. El niño lo valora
menos y surgen los conflictos, sobre todo en la adolescencia, en que exige más
autonomía. Ambos padres pueden tener sentimientos de culpa, el mas cercano, por no
ser tan eficiente como desea y el marginado por la falta de colaboración, por lo que es
recriminado. Se producen alianzas y coaliciones complejas, con agobio, tristeza,
soledad, rencor y culpa. Este medio sofocante, es apto para enfermar y tener problemas
de relación. El sacrificio no aumenta la eficiencia, sino que la reduce. Les resulta muy
difícil pedir un tiempo para si. El hombre frecuentemente aboga por la pareja, pero
renuncia porque no le puede quitar la madre al “pobre hijo”. Puede aparecer entonces,
la infidelidad.
Los hermanos
Los otros hijos “sin problemas” quedan en segundo plano, pueden desarrollar
problemas físicos o de conducta que desvían la atención de los padres hacia sus
necesidades insatisfechas. En estas familias los otros hijos aprenden a desenvolverse
solos con lo que aparecen las ventajas y las desventajas para su desarrollo. Crecen mas
rápidamente de los que corresponde o se mantienen infantilizados y rebeldes,
esperando lo que no tuvieron en su momento.
Los talleres de hermanos que se hicieron en todo el país por la organización AMAR
y la Fundación Telefónica coordinados por la Lic. Blanca Núñez y el Lic. Luis Rodríguez,
dieron a conocer las ideas que hermanos de discapacitados tienen a partir de su
experiencia. Uno de los deseos más fervientes y generalizados de estos hermanos es
que los padres se den más lugar para ellos mismos.
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Si tomamos en cuenta estas problemáticas, contribuiremos a evitar un dolor más a
las familias ya golpeadas con la discapacidad.
Fuente:
http://www.aanf.org.ar/download/documentos/13.doc
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SEGUNDO ARTÍCULO
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sufrimiento. Una comunicación conjunta, por el contrario, fortalece la relación entre
ambos ayudando a los padres a verse aliados frente a la desventura, unidos
especialmente hasta el límite, frente al médico que expresa una opinión frustrante.
Los padres viven un prediagnóstico como más o menos grave, según cuanto
ellos temen que las futuras incapacidades del paciente que les impedirán
satisfacer sus expectativas inconscientes, que responde a modelos familiares; por
ejemplo, vemos que una familia con un alto perfil cultural, sufre por una diagnosis de
déficit del lenguaje hablado y escrito, que interfiere con la comunicación y el aprendizaje
escolar, más que por una dificultad motora aún grave, mientras un déficit motriz puede
aparecer intolerable para un inmigrante africano que sobreestima la presencia física.
Siendo la familia del discapacitado, una familia “normal”, al menos antes de ser
dolorosamente golpeada, asistimos de nuevo a un proceso natural o sano de
acomodación de los familiares a la desventura. Es decir, constatamos que con el tiempo
los miembros del núcleo se muestran dispuestos a modificar en sentido madurativo la
propia visión del mundo, las propias premisas existenciales, la organización de su vida
salvaguardando el desarrollo sano de los miembros. Emerge en la conciencia de cada
uno, nuevas prioridades y valores que ayudan a integrar, a dar un sentido a los
acontecimientos existenciales de manera que se vuelve posible convivir con una
expectativa de límite y de sacrificio. Asistimos a familias que expresan una gran
solidaridad, que se pone como punto de referencia para otras familias sufrientes, que
anima iniciativas en lo social o que expresan valores de intensa espiritualidad.
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En este caso el terapeuta debe moverse con cautela sin criticar las operaciones
defensivas indispensable de uno, pero vigilando porque detrás de ellos no se escondan
modalidades inconscientes de cesión frente a la pareja.
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La madre y el padre reaccionan con una vivencia de “shock”, atónitos frente a los
acontecimientos, incapaces de defensa, presa de reacciones tanto violentas como
rápidas en su evolución. En particular asistimos a un derrumbe de la organización
defensiva de la personalidad materna, mientras el padre aparece rígido en su propia
defensa.
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para guiarles y ayudar a los progenitores a expulsar en un contexto contenido, la rabia y
la frustración, canalizando la angustia excesiva del momento.
Solo en el caso en que no se encuentre una red de apoyo adecuado será oportuno
ofrecer espacio terapéutico de contención a la pareja conyugal y a la madre en
particular. Es útil en éstos casos, tener presente los importantes resortes de las
asociaciones de padres, que espontáneamente se organizan entorno al “handicap”, para
formar padres maduros, que logren practicar un buen proceso de acomodación, con el
fin de utilizarlos como tutor en las confrontaciones de parejas privadas de red familiar.
Cuando un hijo crece bajo los ojos de los padres, ellos se sienten confirmados en
su propio rol de “dadores de vida”, en la medida en que se alcanza cada etapa evolutiva.
La confrontación con los coetáneos del niño, parientes o hijos de amigos son el contexto
natural de referencia para establecer valoraciones, mucho antes que, al parecer, de los
sanitarios. Si en estas confrontaciones alguna cuestión deja preocupados a los padres o
se sospecha de la adecuación y normalidad de su hijo, éste tiende a replegarse y a
negarse a sí mismo las percepciones difíciles dejando transcurrir tiempo antes de
afrontar el problema. Entonces el médico se encuentra ante padres con esta
preocupación, que acuden con un temor ambivalente de sentir confirmados los propios
miedos y negadas las propias esperanzas.
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e irritación, y a considerarlos precozmente como adultos. En el caso de las patologías
que entran de manera estresante en el sistema familiar durante la fase de crianza del
hijo en el primer desarrollo, la rehabilitación es una útil respuesta terapéutica que hay
que proponer inmediatamente, para dar a los padres la sensación de que el problema
que se ha manifestado, no se solucionará rápidamente, pero que puede ser afrontado de
manera constructiva y, al menos en parte, reparado.
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Todo esto sin percibirse nos dice cuanto teme la familia un juicio negativo bajo el propio
rol de crianza, apoyo y guía.
También los padres necesitan ayuda para no vivir como su incapacidad y culpa la
incapacidad del hijo, reaccionando frente a la escuela como a un perseguidor que
maltrata al niño y les humilla. A este objeto, para formar una alianza terapéutica, para el
paciente son indispensables encuentros conjuntos entre padres y maestros para
organizar una programación del trabajo de aprendizaje apropiado a las exigencias del
paciente, del grupo-clase que comparte el ritmo de crecimiento realista respecto a los
recursos disponibles.
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en esta época de la vida familiar, cuando los jóvenes miembros estén próximos a la
independencia del seno familiar porque la tragedia existencial que padece uno de ellos
no funcione como inhibidora de las maniobras de independencia de los otros; inhibición
a veces usada inconscientemente por los padres, desesperados por perder el hijo sano
que ha quedado como único consuelo.
Conclusiones.
Annamaria Sorrentino
Traducción: Viviana Suárez Arévalo
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Fecha: 11 de Marzo de 2009
Profesor: Maribel Moreno
Módulo: 7. Terapia Familiar y familias violentas
Clase: La violencia familiar
VIOLENCIA INTRAFAMILIAR
López, R. (2005). Violencia Intrafamiliar
I Introducción
Las denuncias de la violencia al interior de las parejas se realizaron a partir de la década de
los 60 por movimientos feminista, que tenia por objetivo sensibilizar y terminar con la
invisibilidad que el fenómeno había tenido hasta entonces, estimulando de manera lenta
pero sistemática y no libre de dificultades el surgimiento de diversos modelos teóricos que
intentaran explicar y conceptualizar el fenómeno de la violencia al interior del grupo familiar
como un problema social mas allá del ámbito de lo privado.
En nuestro país este fenómeno comenzó a ser denunciado en la década del 80 a partir de
trabajos realizados por organismos no gubernamentales y al ser considerado en el
programa de gobierno de la Concertación de Partidos por la Democracia, donde se
establece la necesidad de promover una legislación adecuada para enfrentar la situación
de violencia contra la mujer (Sernam,1992).
Es así como desde la década del 80 se comienzan a realizar una gran cantidad de estudios
tendientes a conocer sobre el fenómeno de la violencia en nuestro país he intentar sacarla
de la invisibilidad social deseando construir modelos y programas que orientasen y
educasen en relación al tema de los cuales podemos destacar las investigaciones de
Ahumada y Álvarez 1987; de la Red de Información de los Derechos de la Mujer (RIDEM),
en 1992 ;en ese mismo año Larrain realiza el estudio de la situación de la mujer en Chile en
relación a la violencia familiar, 1997, Rico y Navarro entre otros todos orientados a dar
luces en lo referido a la situación de violencia que vive la mujer.
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segundaria que revela el profundo desconocimiento y un tramado ideológico que puede
convertir a la persona en victima nuevamente
Los aspectos e ideas que dan sustento a este escrito se centran en conocer aspectos
centrales que nos ayudan a entender la problemática de la violencia, incorporando algunas
idea generales del modelo de Bronfenbrenner que asignan a la violencia de genero un
carácter social, posibilitando un entendimiento de carácter sistémico e integral ya que
reconoce que tanto lo cultural como lo valórico envuelven a las instituciones, la familia y al
individuo y contribuyen en lo relacional. Posteriormente se revisaran algunas ideas
importantes referidas a los tipos relacionales, la mediación y la terapéutica en lo
concerniente a este tema, para finalizar con algunas reflexiones referidas al tema.
La literatura especializada nos acerca y plantea en lo referido a este tema (de la violencia),
a la cultura patriarcal como el continente que da significado a este fenómeno y que concilia
por medio de los procesos de aprendizaje y transmisión cultural, procesos psicosociales
que se manifiestan y nutren a partir de esta cultura patriarcal machista dentro de los que se
destacan invisibilidad y la naturalidad, para efectos de entender esta problemática.
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si a una mujer el marido la golpea por algo sera" o en la expresión que dice
"quien te quiere te aporrea". Traducido esto en palabras de Watzlawick (1967)
existirá en toda relación humana incluida la violencia conyugal modos de distribución del
poder que se transforman en tipos relacionales de complementariedad y asimetría que
construirán sistemas relacionales con estilos y grados de rigidez patológica, que mas
adelante tocaremos con mayor detención.
Mas aun Corsi,(1994;) Ferreira,(1992) refieren al ámbito cultural y exponen que la violencia
se ha transformado en un imperativo de convivencia por lo tanto se transforma en invisible,
esperable y por tanto natural.
Esto nos presenta un panorama donde la violencia se encuentra legitimada desde hace
siglos por la existencia de una construcción identitaria de genero y social que han dado
cabida a creencias fuertemente arraigadas en nuestra sociedad, legitimando la violencia y
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los actos violentos como naturales y/o inherentes a la condición de ser hombre y que se
reproduce en los diversos niveles del sistema social.
En la interrelación entre las partes, es fundamental la importancia que juega el poder cada
participante manipula en la relación, ya que éste es el que le permite ocupar un lugar de
superioridad, de igualdad, o de inferioridad frente al otro hablante-oyente.
En este sentido las relaciones que incluyen la violencia no escapan a esta forma de
organización, según reglas que se instauran en la historia de interacciones. En esta línea,
Reynaldo Perrone y Martine Nannini (1997) tomando las ideas de Watzlawick plantean que
las relaciones familiares violentas no constituyen un fenómeno indiscriminado o multiforme,
sino que, por el contrario, muestran determinadas pautas organizadas de interacción, que
se pueden categorizar en dos posibles formas y una mas que es variante de ellas, que a
continuación se expondrá de manera sucinta.
Violencia castigo: Es otro modo diferenciado por los autores, y se construye sobre una
pauta complementaria, es decir una relación en la que ambos actores han acordado una
diferencia entre ellos y una relación de mutua adaptación. Ambos aceptan que no tienen un
mismo status en la relación, y que mientras uno propone el otro acepta.
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Violencia castigo con simetría latente: Perrone propone una variante de esta segunda
pauta. Siendo una forma de violencia castigo, tiene sus mismas características, con la
diferencia de que quien ocupa la posición baja internamente no acepta esta definición de la
relación, y si bien ve alternativas relacionales, no cuenta con algún tipo de recurso
necesario para salir de la pauta.
Violencia episódica: a las formas propuestas por Perrone y Nannini,(1997) cabe agregar
una cuarta posibilidad, que hemos denominado violencia episódica. Esta se caracteriza por
la ausencia de una pauta estable de relación violenta, con la ocurrencia de episodios de
este tipo que se ligan a alguna crisis en curso: separación de la pareja, pérdida de trabajo,
muerte de un hijo, etc..
Dado las características de las relaciones donde existe violencia conyugal se puede
esperar modos de relaciones del tipo complementario, violencia castigo, con mayor
frecuencia ya que es esta dinámica donde los actores aceptan que no tienen el mismo
status y que mientras uno propone el otro acepta. Las investigaciones en nuestro país así
lo muestran (1997, Rico y Navarro; 1992, RIDEM;)
Walken propone que ellas han sido aisladas y golpeadas en etapas iniciales de su relación,
cuando trataban de cambiar la situación. En esas ocasiones tenían un relativo éxito,
minimizando o posponiendo la violencia, pero pasado un tiempo este control empezaba a
disminuir. Tal situación -analizada desde la perspectiva de la Teoría de Seligman, sobre la
"indefensión" o la "desesperanza aprendida"- lleva a Soledad Larraín
(1994) a describir el desarrollo de la violencia doméstica basada en tres puntos:
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En este proceso, la mujer renuncia a tratar de efectuar modificaciones, aprende a vivir
asustada y a creer que es imposible producir un cambio en la situación conyugal.
Con este enfoque y su experiencia de trabajo con mujeres golpeadas, L. Walker desarrolló su
teoría del ciclo de la violencia conyugal, el cual entrega elementos de gran valor para la
comprensión de la interacción violenta entre un hombre golpeador y una mujer golpeada. Los
primeros índices de violencia se pueden presentar ya durante el noviazgo, la luna de miel o
también junto al nacimiento del primer hijo. Estos primeros incidentes no son correctamente
evaluados; por el contrario, las conductas de celos o posesión son justificadas o mal
interpretadas como halagos o signos de preocupación y afecto.
Previo a la violencia física, generalmente existe agresión psicológica: la mujer es
desvalorizada, frente a la cual responde siendo amorosa, sin enojo y sintiéndose culpable. Se
prepara así el terreno para la violencia física.
Acumulación de tensión.
Explosión o fase aguda de golpes.
Calma "amante" o "luna de miel".
La mujer está en actitud de impedir que la golpeen, lo que la lleva a no enojarse con el
agresor, minimizando los incidentes y los golpes menores. Atribuye a factores externos el
enojo de él (laboral, social, etc.), lo que la conduce a la idea de que ella no puede hacer
nada para cambiar la situación. Con el tiempo, la tensión aumenta y también los incidentes
violentos físicos y psíquicos. En la mujer aumenta la rabia y disminuye al mismo tiempo el
control sobre sí misma y la situación. El hombre golpeador, apoyándose en la aparente
aceptación pasiva de su conducta abusiva, no intenta controlarse.
Muchas parejas permanecen en esta primera etapa durante largos períodos de tiempo:
ambos desean evitar la fase aguda, pero una situación externa o cualquier evento puede
romper el delicado equilibrio.
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puede incluso provocar los golpes para apurar el paso a la tercera fase:
"amante".
La información que se tiene de esta segunda fase es la proporcionada por las mujeres, ya
que generalmente no se cuenta con los testimonios de los hombres golpeadores. La mujer
informa que en este período ella está consciente de todo lo que está ocurriendo, advierte
que no podrá detener una conducta fuera de control y opta por no ofrecer resistencia.
Finalizada la fase aguda, sigue un shock: negación e incredulidad de que el episodio haya
realmente sucedido.
La pareja que vive en una relación tan violenta se convierte en una dupla simbiótica, tan
dependiente el uno del otro que la ida de uno de ellos se considera trágica. En la tercera
fase, cuando el afecto es más intenso, resaltan los aspectos simbióticos del vínculo. La
duración de esta fase varía y no se sabe exactamente cómo termina; la mayoría de las
mujeres afirman que antes que se den cuenta comienza nuevamente la tensión.
En este sentido no es necesario saber como termina este ciclo de violencia sino mas bien
terminar con la violencia ya que esta acarrea para la mujer agredida, agresor y la familia en
general un deterioro a nivel afectivo cognitivo y conductual de todos los integrantes de la
familia.
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por la que se convierte en un fenómeno complejo. Sin embargo, existen ciertas distinciones
en el caso a caso, relativas al objetivo del acto violento y al tipo de relaciones que se
establecen entre las partes en conflicto. La interacción de ambos elementos permitirá una
visión más integral de la violencia.
En los casos con violencia, los actores involucrados son capaces de reconocer su
existencia, porque han logrado cierta concientización del daño que les ha producido. Es en
estos casos donde la mediación ofrece la posibilidad de dialogar y de que las partes
aprendan a posicionarse una en el lugar de la otra. El proceso de mediación no se focaliza
en la conducta violenta, sino en la serie de aspectos que es necesario abordar (visitas,
alimentos, bienes) para que la separación se realice en los mejores términos, como así
también la mediación puede ser de utilidad cuando las partes desean utilizarla como
herramienta para modificar sus pautas interaccionales destructivas sin que este trabajo sea
de naturaleza terapéutica.
En el final de este apartado es necesario que sepamos que el trabajo con la mujer que vive
la violencia al interior de su pareja sean estas violencia enmarcada en relaciones de tipo
complementaria o simétrica implica actuar desde distintos ámbitos : legal, social y
terapéutico. la importancia en un trabajo en esta situación implica plantear la necesidad de
activar los recursos que posee la mujer, tanto aquellos provenientes de su medio natural e
institucional como los recursos personales individuales, con el objeto de interrumpir la
violencia.
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VI. Conclusiones
A raíz de todo lo que se ha expuesto en el transcurso de estas paginas se considera
relevante , en todo trabajo con la violencia considerar las ideologías creencias y mitos que
subyacen en la dinámica de este fenómeno tanto en los sujetos que trabajan en este tema,
las personas que sufren esta situación y la población en general, esto nos da la posibilidad
de poder trabajar a nivel social en cuanto a la prevención y educación intentando a través
de una democracia participativa construir espacios de participación que saque a la luz el
tema de la violencia conyugal y esta deje de permanecer oculta e invisible.
En cuanto a la posibilidad de mediar una situación de violencia los antecedentes nos dicen
que en esta temática no toda la violencia puede ser mediada por tanto es necesario
establecer y distinguir previo al proceso de mediación un diagnostico de las pautas
interacciónales imperantes y el tipo de violencia existente en la pareja que posibilite el
establecimiento de los objetivos en el proceso de mediación. Nuevamente es necesario
conocer las propias creencias y juicios que pudieran, eventualmente actuar como
obstaculizadores del proceso.
VII. Bibliografía:
Corsi, Jorge (comp.), Maltrato y abuso en el ámbito doméstico. Buenos Aires, Editorial
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PROGRAMA
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La Terapia Familiar Sistémica aporta una nueva visión dentro de la psicoterapia con
un abordaje innovador. En este modelo, la persona es observada en las relaciones con
un mundo físico y social, en sus relaciones actuales y reales con el sistema familia y en
la intervención e interacción con otros sistemas (colegio, trabajo, amigos...). Los
síntomas son el producto de una secuencia circular (no lineal) de transacciones
disfuncionales del pasado y/o del presente entre los miembros del sistema. En la
familia, las conductas de cada persona están relacionadas con las de los otros y
dependen de ellas. Toda conducta es comunicación y, por tanto, influye en los demás y
sufre la influencia de los otros.
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identificado). La terapia se orienta a ayudar a la familia a modificar las pautas de
funcionamiento; cuando es posible modificar el sistema de relaciones familiares, se
aplaca la disfunción alcohólica.
Los hijos de los alcohólicos pueden sentirse dolorosamente agobiados por la culpa.
A veces pugnan por ser perfectos para no molestar a nadie; si esto falla, quizás decidan
que les ha llegado el turno de tiranizar a la familia y atraigan la atención de ésta hacia
sus propias crisis de manera dramática (rabietas, fugas del hogar, intentos de suicidio).
Como el progenitor alcohólico es capaz de superarlos en su carrera por ver quién
trastorna más a la familia, los hijos tal vez se den por vencidos y pasen a la
clandestinidad, aparentando conformándose, pero rebelándose por debajo; a menudo
abusan de las drogas y el alcohol, sintiéndose poseedores del deprimente derecho de
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ser tan destructivos como su progenitor. Reciben pocas lecciones de sociabilidad, nadie
les enseña a ser francos o veraces, tienen una desconfianza básica.
En el caso de hijos alcohólicos (alcoholismo juvenil), hay una gran pugna hasta
iniciar un tratamiento. Esta situación puede generar un conflicto en la pareja, por una
falta de acuerdo por parte de ambos cónyuges o por crisis con los otros hijos, ya que no
toleran la situación con el hermano. Hay una tendencia a culpabilizarse por no haber
sabido evitar o resolver el problema. En estos casos, los hijos tienen un consumo
centrado fundamentalmente los fines de semana, por ello no hay una conciencia de
enfermedad. Suele ir acompañado por el consumo de otras sustancias. A medida que
pasa el tiempo, el chico va abandonando sus actividades, el consumo no se limita a los
fines de semana, hay más conflicto familiar, ya que los padres no saben que hacer con
él. Pueden darse también conductas delictivas como pequeños actos de vandalismo,
robos menores en casa o fuera de ella, agresiones, etc.
Los padres pueden entrar en el temor hacia su hijo, algo que paraliza la posibilidad
de una solución, hasta que se produce una crisis que mueve el sistema.
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No discutir ni regañar con el alcohólico cuando esté intoxicado.
Analizar su propia manera de beber.
Interrumpir nuestra obsesión por el alcohólico, una vez transcurrido un período de
abstinencia razonable. Él es y será responsable de lo que haga cuando esté en
tratamiento.
3. Tienen que intentar que en el momento de hablar con él haya alguna figura
influyente en el chico como un hermano, un tío...
5. En esa sesión se les darán pautas a los padres para lograr traer al chico. La
idea es comenzar por las buenas; en caso de que no funcione se empezarán a tomar
otras medidas punitivas como restricción de dinero, salidas,,, Se evaluará la posibilidad
de una amenaza real con violencia, intento de suicidio, etc.
Es importante que el chico vea que hay un frente común formado por los padres,
hay un acuerdo entre ellos sobre cómo ven la situación y qué esperan que haga el hijo.
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B) Cónyuge alcohólico
1. Transmitirle al cónyuge cuando esté sobrio que no puede continuar así y que ha
decidido acudir un profesional, le pide que le acompañe.
c) Padre alcohólico
En caso de que el padre o la madre sean alcohólico puede que tengamos que
trabajar con los hijos. Suelen acudir en una situación de desesperación ante la
degradación de su padre y la sensación de impotencia. Las medidas que se toman en
este caso son similares a las anteriores: en caso de no acceder al tratamiento con los
hijos, se hablará con el resto de la familia, en último término, se cortará la relación,
incluso dejando al alcohólico solo, hasta que él no deje de beber.
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Dar información oral y escrita que sea clara, de igual forma que la posibilidad de
recuperación y los medios para lograrlo, (se hablará más delante de la posibilidad
de recaídas como parte del proceso de recuperación).
Insistir a la familia que los actos del alcohólico: sus brutalidades, sus abandonos,
sus irresponsabilidades, etc. han estado inducidos en la necesidad física del
alcohol y los efectos que esta droga produce. Ayudar a la familia a disculpar y
aparcar los reproches del pasado y construir con el enfermo y el sistema
terapéutico una nueva realidad sin alcohol.
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Después de la primera entrevista, se tomarán las medidas en función del caso,
decidiendo llevar a cabo una intervención ambulatoria u hospitalaria.
3. El desierto emocional
Una familia mojada que, de repente, se encuentra que está seca puede sentirse
inestable y endeble. Durante un tiempo prolongado, la vida de la familia estuvo
organizada en torno a pautas vinculadas con el ahora sí - ahora no del miembro
alcohólico de la familia. El alcoholismo se ha convertido en un modo de vida familiar y
predecible para la familia. La distancia emocional e interaccional de la familia ha sido
regulada por mecanismos conductuales que se encuentran vinculados en forma
estrecha con conductas relacionadas con el alcohol. De pronto se ha interrumpido la
bebida. Cuando experimentan este cambio, la mayoría de las familias tienen la
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sensación de haber quedado sin sus lazos familiares, perdidos en un desierto
emocional, hay una sensación de vacío. Es una etapa de disforia familiar, no sólo para
el miembro que ha dejado de beber. Es preciso ayudar a la familia a tolerar esta etapa y
recuperar un sentimiento de estabilidad, que esta vez se alcanzará sin la utilización de
conductas relacionadas con el alcohol. Habrá que trabajar la recuperación de
actividades en común, darle al alcohólico el espacio y las funciones que había perdido,
retomar la relación de pareja, etc.
Después del desierto emocional y la crisis provocada por éste, la familia deja de
lado las pautas relacionadas con el alcohol, lleva un cambio que rompe la homeostasis
familiar, un cambio a otro nivel, rompiendo con todo lo que se había llevado a cabo
hasta ese momento.
La familia está furiosa con el alcohólico, pero siempre lo protege. Quiere que se
tome una medida drástica, punitiva y liberalizadora de su sentimiento de culpa. Suele
interpretar la situación al revés: cree haber sido la causante del alcoholismo pero no
considera necesario comprometerse con el tratamiento.
2. Compromiso de la familia
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A la familia le cuesta comprometerse porque está cansada y harta de vivir esa
situación, desearía que el terapeuta se lo solucionara todo. Pero si se establece un
buen vínculo y la familia ve que hay firmeza en el trato, se implicará (caso de José y Mª
Luisa).
La pregunta ¿Por qué ahora? es importante porque nos puede dar información en
relación con el momento en el que se encuentra la familia, pero sea cual fuere el
problema presentado, al alcoholismo tendrá probablemente una importancia mayor
4. Receta general
5. Receta específica
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Se estimulará a la familia a que programe su vida en torno a la sobriedad, con
comidas, actividades e interacciones emocionales propias de un grupo de gente normal,
más que de un grupo apiñado alrededor de un individuo enfermo. La idea consiste en
trazar planes basándose en la sobriedad del alcohólico y llevarlos adelante sin él, si asó
lo exigiese su estado de ebriedad.
En general, hay una resistencia a dejar de beber porque no consideran que tengan
el problema. El terapeuta tendrá que trabajar con la familia; tener en cuenta su la familia
quiere convivir con un bebedor tiránico. Quizás el cónyuge no se vea obligado a
abandonarlo y no quiera hacerlo, pero sin duda debe ser capaz de dejarlo. Para ello
trabajaremos con la familia que será el elemento fundamental de presión al cambio.
7.Terminación
BIBLIOGRAFÍA
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ITAD Página 99
Master en “Terapia Familiar Sistémica” – Nivel II
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De INSOO KIM BERG Y SCOTT M. MILLER Trabajando con el problema del alcohol. Orientaciones y
sugerencias para la terapia breve de familia. Ed. Gedisa 1996. Barcelona. España
Existen estadios (Hester y Miller, 1989; Miller, 1985) que demuestran que la
aceptación del tratamiento aumenta drásticamente cuando el terapeuta coopera con el
paciente permitiéndole establecer sus propios objetivos de tratamiento y trabajar para
alcanzarlos. Estos descubrimientos son válidos ya sea que el paciente elija seguir el
modelo tradicional, que enfatiza la abstinencia, o simplemente prefiera
modificar/controlar su manera de beber. Estas conclusiones son reiteradas por el
Instituto de Medicina en su importante estudio sobre el tratamiento de los problemas
vinculados con el consumo de alcohol (Instituto de Medicina. 1990).
Si bien se podría argumentar que el foco exclusivo sobre las características del
paciente ha sido necesario hasta ahora porque la investigación del consumo
problemático de alcohol está en su infancia, nosotros creemos que las consecuencias
estuvieron muy lejos de ser benignas. Quizá la más obvia y problemática de esas
consecuencias haya sido que en este campo se tendió fuertemente a atribuir al paciente
los fracasos del tratamiento (Fingarette, 1988; Peele 1989). Esta tendencia se pone
francamente en evidencia con el uso frecuente de términos como “resistente”, “difícil”,
“defensivo”, “codependiente” y “negador”, aplicados uniformemente para describir a los
pacientes con problemas de alcohol que, o tienen dificultades, o no mejoran con el
tratamiento tradicional. Si bien esas etiquetas pueden basarse en las mejores
intenciones, su efecto real es que desplazan sutilmente la carga de la responsabilidad
por el fracaso del tratamiento, trasladándola de los programas y los profesionales al
bebedor problemático. Por otra parte, la adjudicación de etiquetas les permite a los
profesionales atribuir sólo a los pacientes la “culpa” por el fracaso del tratamiento.
Además, las etiquetas tienen el efecto de convalidar el modelo de tratamiento, tanto si
tiene éxito como si fracasa. Si un bebedor problemático mejora como consecuencia del
enfrentamiento de la “negación”, ello prueba que es correcto instar a los bebedores
problemáticos a admitir que tienen un problema grave. Pero si el bebedor no mejora, el
hecho sólo demuestra que la confrontación no fue lo suficientemente fuerte o que el
bebedor todavía no está preparado para recibir tratamiento. En la terminología de los
tratamientos tradicionales, esto se conoce como “patear el trasero”. Watzlawick (1976)
sostiene que este razonamiento es una “proposición autoconvalidante” y señala que
“con demasiada frecuencia observamos que las limitaciones inherentes a determinada
hipótesis son atribuidas a los fenómenos que esa hipótesis debe supuestamente
dilucidar” 8p. 98). Este punto quedó demostrado en un estudio reciente según el cual los
programas de tratamiento del abuso de alcohol que identifican la abstinencia total como
el único objetivo válido atribuyen siempre los fracasos a las características negativas del
paciente o a su falta de preparación para recibir tratamiento (Rush y Ogborne, 1986).
Volvamos ahora nuestra atención a los tres tipos de relaciones entre paciente y
terapeuta. Estas relaciones deberían ser dinámicas, fluidas y estar en un estado de
constante cambio en respuesta a los cambiantes aportes del paciente y del
terapeuta. Como una relación de este tipo no es estática, es mejor considerar su
evaluación como un proceso más o menos continuo. Este proceso de evaluación del tipo
de relación se hace aún más complejo en los casos que involucran a varios pacientes,
como las parejas y las familias. En estas situaciones, es posible que se descubra que
existe un tipo diferente de relación entre el terapeuta y cada uno de los pacientes.
………………………………
TERAPEUTA: ¿Tiene usted alguna idea de por qué el hermano Joel recomendó
que viniera a verme?
PACIENTE: Sí, bueno, en fin, creo que sí… para salir de… bueno, para entrar en
algún programa.
T: ¿Usted quiere entrar en algún programa?
P: (asintiendo con la cabeza) Sí, para…
T: ¿Para qué? (pausa) ¿Qué clase de problema?
P: Bueno. Supongo… que para las drogas y el alcohol.
T: O sea que usted ha estado hablando con el hermano Joel acerca de su consumo
de alcohol y drogas.
P: Bueno, sí…
T: (continúa la frase) y quiere…
P: Sobre todo, es que quisiera hacer algo… pero me resulta difícil decir lo que
quiero hacer porque realmente… yo realmente no me conozco a mí mismo.
T: No sabe lo que quiere hacer…
P: (asiente con la cabeza)
T: ¿Quiere decir que no sabe si dejar la droga o seguir consumiendo? ¿Es eso lo
que quiere decir?
P: Sí, sí… eso es lo que quiero decir. Sabe, hace un tiempo yo quería parar… por
lo menos me decía a mí mismo que quería… que quería dejar.
T: ¿Dejar? ¿Dejar totalmente?
P: sí, pero ahora no sé, no puedo decidir qué hacer.
T: Y entonces, ejem, ¿su conversación con el hermano Joel tiene que ver con
saber si usted quiere realmente dejar o quiere seguir haciendo lo mismo que hasta
ahora?
P: Bueno, ellos me dijeron lo que ellos creen que debo hacer, y yo me imagino que
me gustaría entrar en algo, una especie de programa o algo así… por lo menos creo que
quiero pero no estoy seguro. Principalmente, no sé bien qué clase de… ejem… no sé lo
que quiero hacer.
Al supervisar los casos de problemas con la bebida atendidos por otros terapeutas
hemos descubierto que por lo general el paciente recibe el rótulo de “difícil”,
“resistente” y/o “negador” cuando el profesional clasifica mal el tipo de relación
paciente-terapeuta. En el caso prototípico, el terapeuta se queja de haber intentado
numerosas intervenciones terapéuticas a las que el paciente nunca se sometió ni
respondió. Por lo general el terapeuta ha reaccionado frente a esa situación trabajando
aún más duro para “ayudar” al paciente. El resultado más común de esa acción es una
serie de tácticas de intervención cada vez más complicadas, creativas y/o agresivo-
confrontativas. Muchas veces los reiterados fracasos sirven para reforzar un círculo
vicioso en el cual se considera que estos pacientes son “difíciles”, agresivas, las que a
su vez, al ser resistidas, llevan a la aplicación de otros métodos, y así sucesivamente.
Nuestra experiencia indica que el problema con estos casos reside en gran medida
en la incapacidad del terapeuta para reconocer el tipo de relación establecida entre él y
el paciente, y fortalecerla. El error más común es confundir una relación de tipo
visitante con otra de tipo demandante o comprador. En general en esos casos
sugerimos que el terapeuta reconsidere el tipo de relación planteada y luego trate al
paciente en consecuencia. Esto resuelve la mayoría de los problemas. Sin embargo,
queremos mencionar también dos estrategias que pueden servirle al terapeuta.
El caso del policía es un buen ejemplo de este enfoque. Este paciente, como se
recordará, acudió a la terapia sólo después de haber sido amenazado con ser expulsado
de la policía. En este caso una estrategia típica podría ser “poner límites" y/o enfrentar
agresivamente al hombre, en un esfuerzo por superar su resistencia y su negación. Sin
embargo, como ya hemos señalado, por lo general esa estrategia sólo sirve para
aumentar y reforzar la actitud defensiva. Por el contrario, el terapeuta encontró un
“comprador oculto” cuando aceptó la opinión del paciente de que él sólo estaba allí para
complacer al capitán.
T: Por lo tanto, ¿usted cree que fue una buena idea hacer que viniera aquí?
(pausa) ¿Usted cree que es una buena idea cumplir las órdenes del capitán?
P: Bueno, creo que sí, desde el punto de vista de asegurarme de que está
conforme… y si él está conforme y se queda tranquilo, el fiscal de distrito también se
queda tranquilo, así que…
T: ¿Qué cree él que conseguirá usted viniendo aquí?
P: Eh… él no quiere volver a oír hablar de problemas.
T: Así que… ¿él se quedará conforme si usted no vuelve a meterse en líos?
P: Correcto, correcto…
T: ¿Y qué tiene que hacer usted para que el capitán no tenga que volver a decirle lo
que tiene que hacer?
P: (Pausa) Bien, ejem, no tomar alcohol ni tener ningún tipo de problemas con mi
mujer, eso es lo que tengo que hacer.
He aquí otro caso de comprador “oculto”: una mujer había trabajado varios años
como empleada en la sección infantil de una biblioteca pública y en ese momento se
consideraba la posibilidad de ascenderla a bibliotecaria jefa de esa sección. El único
problema era que el proceso de selección incluía un test para detectar consumo de
drogas, y la mujer tenía un problema grave con la cocaína. Además de consumir esa
droga, se quejó de padecer serios brotes de depresión. En el transcurso de la entrevista
se puso en evidencia que existía una relación del tipo “visitante” con el tema de la droga.
Pero al seguir la entrevista buscando un comprador “oculto”, se pudo determinar que la
mujer estaba preparada y dispuesta para hacer algo respecto de la depresión. O sea
que en el tema de la depresión existía una relación de tipo comprador. Al finalizar la
primera sesión se felicitó a la mujer por su honestidad y por reconocer su problema con
Y hay una última estrategia que nos parece útil: buscar lo que solemos llamar el
“otro comprador”. Con frecuencia la persona que está sentada en nuestra oficina
nos ha sido enviada por otra persona o por algún organismo - cónyuge, empleador,
poder judicial, etc. – o se la ha obligado a iniciar un tratamiento. En estos casos
puede resultar muy conveniente entrar en contacto con la fuente de la derivación,
para descubrir cuáles son sus expectativas como resultado del tratamiento. Ese
contacto suele servir para favorecer la cooperación y comprometer a la fuente de la
derivación en el proceso del tratamiento. De hecho, muchas veces las fuentes de la
derivación han aceptado participar en el proceso concreto de tratamiento en el CTFB.
Muchos son los beneficios de tal participación. En primer lugar y sobre todo, al
descubrir el objetivo o la dolencia identificados por la fuente de derivación, el profesional
de la terapia está en mejores condiciones para diseñar un tratamiento destinado a
encararlos. Y al hacerlo, el terapeuta aumenta las posibilidades de que el comprador
“real” (por ejemplo, la fuente de derivación) obtenga los resultados que desea y, en
consecuencia, quede satisfecho con el tratamiento. Además, hemos observado que es
muy probable que las fuentes de derivación satisfechas actúen en el sentido de reforzar
los cambios logrados por las personas que derivaron. Por otra partes, sin ese contacto
existen muchas posibilidades de que, independientemente de lo duro que el terapeuta
haya trabajado o de lo espectacular que sea el resultado terapéutico, los resultados del
tratamiento no se adecuen a lo que la fuente había esperado. Además, hemos
descubierto también que es poco probable que las fuentes de derivación insatisfechas
adviertan o refuercen otros logros del tratamiento, no importa cuán positivos puedan ser.
Resumen
Abstract
The objective of this article is to analize the family dinamics of those that have a
member who is an alcoholic. This presentation aims to highlight the caracteristics of
these types of families, and how it is that they adjust to the family system taking into
account the illness of one of its members.
Various ways of how the family handles the illness are analized, as well as how it
affects the members of the family that have to deal with it.
Conclusions are made on how the family "survives" with the illness crisis, and how
it is that specific roles change that affect the children, even in their adult stage.
Marco Teórico.
Alcoholismo:
El alcoholismo es una enfermedad que afecta las áreas biológica, psicológica y social
de las personas. La enfermedad del alcoholismo es una enfermedad crónica, progresiva
y mortal.
A pesar de que no existe, hasta el momento, una cura para el alcoholismo si existen
diversos tratamientos que controlan la cronicidad y progresión de la enfermedad.
La familia:
Si bien, uno de los indicadores más claros de que una familia está funcionando bien
es la coherencia, los términos que mejor describen la vida en una familia alcohólica son
lo incoherente y lo impredecible. Generalmente, lo que un cónyuge o un hijo hacen
cuando viven en un ambiente alcohólico, lo hacen porque en ese momento tiene lógica
para ellos. En la medida en que los problemas que rodean al alcoholismo van
produciendo más y más incoherencia e impredictibilidad en el hogar, es típico que la
conducta de los miembros no alcohólicos de la familia constituya un intento por volver a
estabilizar el sistema familiar. Los miembros de este sistema familiar actúan y
reaccionan de maneras que hacen que la vida sea más fácil y menos dolorosa para ellos
(Black, 1991).
1). El rescatador: este miembro se encarga de salvar al adicto a los problemas que
resultan de su adicción. Son los que inventan las excusas, pagan las cuentas, llaman al
trabajo para justificar ausencias, etc. Ellos se asignan a sí mismos la tarea de resolver
todas las crisis que el adicto produce. De esta manera promueve el autoengaño del
adicto, manteniéndolo ciego a las consecuencias de su adicción y convencido de que no
existe ningún problema con su uso.
2). El cuidador: ellos asumen con ímpetu todas las tareas y responsabilidades que
puedan, con tal de que el adicto no tenga responsabilidades, o tenga las menos
posibles. Ellos actúan así convencidos de que al menos "las cosas están andando". Lo
que no pueden ver es que esto, los carga con tareas que no les corresponden y con
responsabilidades que no son suyas, produciendo una sobrecarga que afecta su salud.
Esto a su vez promueve la falta de conciencia en el adicto, del deterioro que produce la
adicción en su funcionamiento.
3). El rebelde: la función del rebelde u oveja negra, es desenfocar a la familia y atraer
la atención sobre sí mismo, de modo que todos puedan volcar sobre él su ira y
frustración.
4). El héroe: el también está empeñado en desviar la atención de la familia hacia él, a
través de logros positivos. De esta manera hace que la familia se sienta orgullosa, y
ayuda a la familia a distraer la atención que tiene sobre el adicto.
7). El disciplinador: este familiar presenta la idea de que lo que hace falta es un poco
de disciplina y arremete al adicto, ya sea física y/o verbalmente. Esta actitud nace de la
ira y frustración que se acumulan en la familia del adicto y de los sentimientos de culpa
que muchos padres albergan por las adicciones de sus hijos (Aizpún, 2006).
1). Las familias alcohólicas son sistemas conductuales en los cuales el alcoholismo y
las conductas vinculadas con éste se han convertido en principios organizadores
centrales en torno a los cuales se estructura la vida de la familia.
3). El impacto del alcoholismo y de las conductas conexas con el alcohol sobre el
funcionamiento sistémico se advierte con mayor claridad en los tipos de cambios que se
producen en las conductas reguladoras, a medida que la familia adapta, poco a poco, su
vida a las exigencias coexistentes del alcoholismo.
4). A su vez, los tipos de alteraciones que se producen en las conductas reguladoras
pueden verse en su profunda influencia sobre la forma general del crecimiento y
desarrollo de la familia. Son cambios en el ciclo normativo de la vida de ésta, que se han
denominado como "deformaciones del desarrollo" (Steinglass, 1989).
Entre los especialistas en adicciones, existe un dicho que dice que "en la familia
alcohólica existe un elefante en la sala". Ese elefante es la adicción, y nadie habla de
ella ni acepta que existe pero todos funcionan a partir de esta.
Existen algunos especialistas como Stephanie Brown, (1985) que es una de las
pioneras en el tratamiento de las familias alcohólicas, quienes afirman que la familia
con un miembro alcohólico no es una familia disfuncional, es una familia que ha
aprendido a funcionar con un miembro enfermo gracias al reacomodo que se da a
raíz de la enfermedad. Se vuelve disfuncional cuando el alcohólico entra a
tratamiento y comienza a cambiar el rol central que tenia en la familia.
Las personas cercanas al adicto, con frecuencia quieren hacer algo por él, pero
no saben qué hacer, cómo hacerlo ni por dónde empezar. En forma similar al
adicto confunden causas con consecuencias, problemas primarios con
secundarios. Con frecuencia se ven afectados cognitiva y emocionalmente, al
punto de dudar seriamente de sus intuiciones y observaciones. En ocasiones sus
mecanismos defensivos adquieren dimensiones tan patológicas como las del
adicto. Ese intento fallido por ayudar al alcohólico los hace llevar a cabo
conductas "facilitadoras" que en lugar de detener la enfermedad la prolongan
(Cermak, 1986).
De acuerdo con Cermak (1986) los criterios diagnósticos de esta condición son:
1. Negación.
2. Represión de emociones.
3. Depresión.
4. Hipervigilancia.
5. Conductas compulsivas.
6. Ansiedad.
7. Abuso de sustancias.
8. Ha sido o es victima de abuso físico o sexual recurrente.
9. Enfermedad medica relacionada con el estrés.
10. Permanencia en una relación primaria con una persona adicta por lo
menos dos años sin buscar ayuda externa.
Los hijos:
Los hijos de alcohólicos tienen una probabilidad cuatro veces mayor que otros
niños de convertirse en alcohólicos. La mayoría de los hijos de alcohólicos han
experimentado cierta forma de abandono o abuso (American Academy of Chile y
Adolescent Psychiatry, 1999)
Un estudio realizado por la Unidad de Alcohología del Hospital Clínic (2002) que tuvo
como objetivo conocer el perfil psicosocial y los factores de riesgo específicos de los
hijos de alcohólicos con edades que van de los 6 a los 17 años. El estudio analizaba los
datos de 371 hijos de alcohólicos que se comparaban con los de un grupo control,
formado por 148 escolares. Los resultados del perfil psicosocial indican que los hijos de
alcohólicos presentan peor ambiente familiar, menor nivel socioeconómico, peor
rendimiento cognitivo y escolar, más síntomas de psicopatología y mayor necesidad de
asistencia psicológica, que los del grupo control.
Aparte de que los hijos de alcohólicos tienen una gran probabilidad de convertirse en
alcohólicos, las investigaciones demuestran también que a menudo tienden a casarse
con personas que ya son o van a ser alcohólicas. Es posible que aunque no se vuelva
alcohólico o se case con alguien alcohólico, desarrolle patrones emocionales y
psicológicos, o de ambos tipos, que podrían causarle problemas en su edad adulta. Los
adultos que fueron hijos de alcohólicos frecuentemente tienen dificultades para
identificar y expresar los sentimientos. Se vuelven muy rígidos y controladores. Algunos
descubren que son completamente dependientes de los demás; sienten que no tienen el
menor sentido de poder de decisión respecto de la forma en que viven. A menudo sus
vidas están llenas de una sensación difusa de temor y de culpa. Muchos se sienten
deprimidos y con frecuencia no tienen la capacidad de sentirse cercanos de otro ser
humano ni de establecer una relación de intimidad con nadie. Todos estos factores
desempeñan un papel de vital importancia en las vidas profesional y personal de los
hijos de los alcohólicos (Black, 1991).
Los hijos que crecen en hogares donde el alcoholismo es un problema rara vez
aprenden la combinación de papeles que construye una personalidad sana. Por el
contrario, se encasillan en papeles basados en su percepción de lo que necesitan hacer
para "sobrevivir" y para aportar algo de estabilidad en sus vidas (Black, 1991).
Conclusiones.
Es importante recalcar que los miembros que integran la familia con un miembro
alcohólico también enferman de manera progresiva. Al enfermar, existe una gran
inversión por parte de la familia de tiempo y energía en la actuación de roles familiares
disfuncionales, cuyo objetivo es el de proveer a la familia con un mecanismo de defensa
para disminuir la ansiedad y el temor por el cual están pasando.
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Panamericana.
SE ENTREGARÁ FOTOCOPIADO
Los sistemas familiares con problemas psicosomáticos son complicados, con una
delimitación inestable en las fronteras entre generaciones, con una tendencia constante
a la intrusión en los espacios no sólo físicos, sino también emocionales de cada uno de
los integrantes. Presentan además, un bajo grado de tolerancia hacia las tensiones
conflictivas, que impide explicitar los desacuerdos y la posibilidad de definir claramente
las relaciones; todo transita en un consenso unánime de pseudoarmonía, negando la
presencia de cualquier otro problema que no sea el síntoma del paciente.
Ahora bien, una de las hipótesis clásicas acerca del síntoma psicosomático atribuye
la dificultad o imposibilidad de expresar las emociones en forma explícita eligiendo, por
así decirlo, la vía del lenguaje del cuerpo. Pero estas investigaciones centraron dicha
dificultad en el individuo, mientras que si observamos un contexto más amplio como el
sistema familiar, se puede postular que la construcción de la funcionalidad atribuida al
paciente, más que una característica individual, es una cualidad del sistema.
Penetrando a través del mismo canal que utiliza el sistema –el analógico-, el
objetivo del trabajo con esculturas consiste en explorar "lo no dicho", aquello que la
familia no revela de sí misma, o sea, la imagen mítica compartida que el sistema posee
de sí mismo.
LA ESTRUCTURA DE LA TERAPIA
Es posible individualizar tres fases: una inicial donde se obtiene información acerca
del caso y se genera una alianza terapéutica; una central, donde se realizan las
esculturas y se construye una redefinición metafórica del síntoma; y una fase conclusiva,
donde el trabajo terapéutico se centraliza en el subsistema parental con sus implicancias
en la pareja conyugal.
c) La fase final de la terapia: en esta etapa se trabaja con los distintos subsistemas,
y en particular, cuando el paciente designado es un niño o un adolescente. En las
familias que evitan las tensiones emocionales resulta difícil focalizar directamente los
conflictos de la pareja conyugal. Utilizando la llave de la tonalidad emocional
predominante (la unidad familiar y el bien recíproco), es posible trabajar con los padres
en función de lograr una mayor cohesión parental. Asimismo, la relación conyugal se
transforma, aún cuando los conflictos de los padres no son explicitados (transformación
que posiblemente se debe al intenso clima emocional vivido en las esculturas). En otros
casos, si los padres pueden explicitar sus conflictos, se alcanza una resolución más
madura en éstos.
Hablar de orientación sistémica, no quiere decir sustituir un modelo por otro, sino
más bien indicar un método que pueda abrir camino a una nueva epistemología: " la
epistemología de la complejidad". Afrontar este pasaje que comporta el abandono del
modelo, y en consecuencia la renuncia a muchas certezas adquiridas, es sin ninguna
duda un proceso fatigoso y a menudo doloroso, pero también puede ser
extremadamente fecundo y producir así, el nacimiento de una "nueva racionalidad".
Notas
Bibliografía:
Alice Millar. El cuerpo nunca miente. Barcelona 2005. Ed: TusQuets Editores.
ngarcia03@airtel.net
Resumen
Se ha intentado la modificación conductual aislada, pero los resultados son muy escasos
comparados con la cognitivo conductual por lo que no se recomienda su aplicación
como forma única de tratamiento
Hay que tener en cuenta que en fases graves de la enfermedad los pacientes son
bastante refractarios al tratamiento y a provocar cambios a nivel cognoscitivo, por lo que
se deberá iniciar con otro tipo de terapias (psicoterapia de apoyo o sesiones
psicoeducativas), hasta recuperar algo de peso.
Estos pacientes presentan una importante resistencia al cambio ya que las conductas
que presentan les permiten disminuir la ansiedad que les provoca el afrontamiento de
los problemas de la vida diaria, por lo que al modificar estas conductas puede aumentar
esta ansiedad, así que se deben intentar buscar alternativas para reducirla.
Lo primero que se busca es la mejoría física, ya que sino no se obtienen los resultados
esperados en las actuaciones posteriores; para esto se suele utilizar la terapia
conductual mediante refuerzos no punitivos, haciendo un contrato entre el paciente, la
familia y el terapeuta.
Una herramienta útil para valorar el cuadro son las hojas de autorregistro, para buscar
nexos de unión entre los pensamientos, las emociones y las respuestas que éstos le
provocan. De esta manera se identifican las situaciones problemáticas que llevan al
paciente a desarrollar estas conductas (muchas veces son respuestas a problemas de
relación o emocionales) y se actúa sobre ellas.
Para disminuir las conductas patológicas como puedan ser los atracones, el ejercicio
físico excesivo y las conductas purgativas se debe realizar un análisis funcional de las
mismas identificando estímulos antecedentes, las consecuencias obtenidas y la
búsqueda de soluciones alternativas. También es útil la utilización de la exposición con
prevención de respuesta; en el caso de los atracones se debe exponer al paciente a los
alimentos pero sin permitirle que los coma, hasta que disminuya su ansiedad, y en el
caso de las conductas purgativas, dejarle que coma todo lo que quiera y evitando
después el vómito.
Para conseguir que todos los cambios obtenidos se mantengan en el tiempo se deben
realizar técnicas de reestructuración cognitiva actuando sobre los pensamientos
distorsionados y las creencias irracionales, como por ejemplo, el pensamiento
dicotómico (la existencia de alimentos “buenos” y malos”), la sobregeneralización,...
Como forma de que la paciente tome conciencia de estas distorsiones se realizan hojas
de registro en las que se anota la situación, el sentimiento, el pensamiento que
presentaba, el pensamiento más realista y el resultado tras pensar de forma más
realista.
A nivel familiar también se puede actuar mediante la terapia cognitivo conductual para
intentar mejorar las relaciones interpersonales entre los diversos miembros de la familia,
utilizando técnicas de reestructuración cognitiva, role-playing y ensayo conductual.
Tratamiento de los trastornos de la conducta alimentaria desde la terapia familiar
sistémica
ANOREXIA NERVIOSA
Multicausalidad de la anorexia
* Factores predisponentes:
• A escala individual:
• A escala familiar:
caracterizado por:
4) Falta de resolución de conflictos: escasa tolerancia a los factores estresantes por las
características previamente citadas. Son evitadores y negadores del conflicto. Los
problemas no se resuelven nunca, cualquier abordaje de ellos da lugar a interrupciones
típicas y cambios de tema.
*Factores precipitantes:
*Factores de mantenimiento:
- Recuperación del potencial evolutivo del sistema familiar para lograr una funcionalidad
adecuada, expresada en la posibilidad de realizar los procesos de separación y
autonomía de forma correcta.
De forma esquemática, los pasos a seguir por el terapeuta sistémico al iniciar las
sesiones de terapia con la familia serán:
·-Posibilitar un mayor grado de flexibilidad en las relaciones, que faciliten los cambios de
relación que demanda la edad adolescente, concretado en un permiso para una mayor
apertura al mundo externo de la familia y, dentro del sistema familiar, en un mayor
respeto hacia un espacio íntimo individual.
Todo el proceso citado se llevará a cabo por etapas, habitualmente a lo largo de varias
sesiones.
BULIMIA NERVIOSA
Etiología
El estilo de abordaje en el caso de una paciente que padece bulimia nerviosa es similar
al visto para el caso de la paciente anoréxica. Los objetivos terapéuticos dan lugar a las
diferentes etapas del tratamiento:
1) Establecer una alianza terapéutica: Suelen ser pacientes con dificultad de adhesión al
tratamiento, con lo que establecer tempranamente una relación de confianza y un
encuadre claro de trabajo debe ser un objetivo fundamental.
3) Profundizar los cambios iniciados en las etapas anteriores, teniendo como objetivo la
consecución de una mejor autonomía y la prevención de recaídas.
Conclusión
En conclusión, nosotros sugerimos una terapia dialéctica basada por una parte en las
técnicas cognitivo-conductuales para controlar la ganancia de peso, su mantenimiento y
reestructuración cognitiva de la imagen temporal y la terapia familiar sistémica para
examinar las interacciones y límites entre los miembros de la familia así como las
posibles ganancias secundarias del trastorno para el paciente.
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Introducción
Los programas de hospital de día pueden ser una opción válida, pero
requieren que el paciente esté motivado por participar, que acuerde acerca
de los objetivos de tratamiento y que tenga habilidad para relacionarse en
un encuadre grupal. Esta última cuestión generalmente expulsa a la
paciente anoréxica, cuya baja autoestima y cuya hipersensibilidad respecto
de los comentarios de los otros moviliza gran ansiedad en el grupo. El
tratamiento grupal parece ofrecer más riesgos que beneficios.
El primer estudio con una muestra control (2), que compara la eficacia de
la terapia familiar con la de la terapia individual, concluye sosteniendo que
la terapia familiar resulta más eficaz en pacientes con anorexia nerviosa de
hasta 18 años y con menos de 3 años de evolución, tanto en lo que se
refiere a la mejoría de la enfermedad como a la prevención de las
recaídas. Lo mismo se demostró posteriormente (3) con pacientes
crónicas, con un promedio de 7 años de evolución de la enfermedad.
Hasta el momento los estudios parecen indicar que las técnicas cognitivo-
conductuales y las técnicas conductuales simples, tales como el registro
alimentario, resultan más útiles para reducir los síntomas, reducción que se
suele lograr entre los primeros 2 a 4 meses de tratamiento. Sin embrago,
debido a la psicopatología de estos pacientes, así como al conflicto y al
desajuste familiar que produce la conducta bulímica, la mayoría de las
orientaciones psicoterapéuticas puede desempeñar un rol importante en lo
que atañe a la recuperación a largo plazo de estos pacientes.
Consideré que era necesario abordar la cuestión de este modo por la gran
difusión que los medios le han dado a este tema a través de casos
conocidos. En este sentido, conviene hacer una aclaración respecto de la
propuesta de hospital de día, basada en el grupo de autoayuda: si bien
todos los tratamientos tienen algo que ofrecer al abordaje de esta
problemática tan compleja, hoy sabemos afortunadamente que algunas
terapéuticas resultan más apropiadas que otras, y que cada caso debe ser
evaluado con cautela y especificidad.
Referencias bibliográficas
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Ed. Mc. Graw Hill / Interamericana de España. Madrid.
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intervenciones para el cambio. Ed. Paidós. Barcelona.
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Espina, A., Pumar, B., García, E., Santos, A., Eyerbe, A. (1994). Una revisión de los
estudios controlados sobre interacción familiar en la anorexia nerviosa. Rev. Cuadernos de Terapia
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Gordon, R. (1990). Anorexia and Bulimia. Ed. Blackwell Cambridge, MA.
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(x)
Trabajando con familias de pacientes esquizofrénicos
Tratamiento medicamentoso
Trabajo Familiar
Mejorando la comunicación
Criticismo
Sobreinvolucración
Reduciendo el contacto
Conclusión
Notas
Anderson C. y otros autores (1989): Esquizofrenia y familia: Guía Práctica de Psicoeducación. Ed.
Amorrortu. Buenos Aires.
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Middlesex Penguin Books.
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Bateson op. cit.
Bowen M: Esquizofrenia y familia. En D. Jackson. (1981) Etiología de la esquizofrenia. Ed. Amorrortu.
Bibliografía
PSICÓLOGO-PSICOTERAPEUTA (VALENCIA)
1) Relaciones interpersonales:
g) Las relaciones de pareja atenúan su necesidad, pero siguen sin ser felices. De todas
maneras tampoco esperan serlo porque su existencia es una sucesión de desengaños y
no tienen el componente esencial del bienestar: quererse a sí mismos. Este
componente, por otra parte, es fundamental para poder llevar a cabo relaciones de
pareja sanas, equilibradas y mutuamente gratificantes. Esta sensación de tristeza y de
vida torturada se manifiesta con claridad cuando nos damos cuenta de que realmente no
echan de menos el afecto y a veces el respeto que la pareja debería tenerles,
simplemente es algo desconocido para ellos. Esto es algo que resulta difícil de entender
cuando tratamos con estas personas.
2) Autoestima:
Pero sin duda este fenómeno se destapa e incluso se reconoce por el que lo
padece cuando se produce una ruptura. Como es fácil imaginar, las rupturas son
frecuentes en este tipo de relaciones porque la otra persona se cansa de las críticas, de
la hostilidad, del desprecio, de hacer siempre lo que el dominante quiere o de observar
cómo niega tanto para sí mismo como para los demás cualquier sentimiento positivo
hacia ella. Cuando se da la citada ruptura, el dependiente dominante puede reaccionar
exactamente igual que cualquier otro dependiente emocional: entra en una profunda
depresión, suplica a su expareja que se reanude la relación, le promete que cambiará,
reconoce lo mal que se ha portado, etc.
Pero tras la ruptura, los dependientes dominantes pueden reaccionar de una forma
bien distinta. Si su tendencia hostil es superior a su necesidad afectiva, en lugar de
implorar reanudar la relación pueden vengarse de la afrenta recibida, que interpretarán
como la confirmación de sus sospechas sobre la falta de sentimientos de su pareja o
sobre presuntas infidelidades de ésta. La idea de posesión absoluta es tan grande que
no podrán siquiera imaginar que la persona que es de su propiedad, según ellos, tiene
ahora “libertad” para hacer lo que desee. El odio por no poder satisfacer su necesidad
reavivará viejas heridas por desengaños interpersonales sufridos durante toda su vida,
con lo que se abren las puertas para un desenlace trágico. La mezcla de necesidad
enfermiza y de odio hacia una misma persona es extremadamente patológica, y causa
sufrimiento tanto en la persona que la padece como sobre todo en el destinatario de
estos sentimientos.
5.- Conclusiones.
ARTÍCULO:
Bibliografía
COLETTI, M. y LINARES, J.L. (1997, Barcelona). La intervención Sistémica en los
Servicios Sociales ante la Familia Multiproblemática: la experiencia de Ciutat
Vella. Paidos Terapia Familiar
ARTÍCULO:
BIBLIOGRAFÍA
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therapit. Treatment and training. Journal of Psycotherapy and the family. Vol. 3 – nº1.
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Auserseald, E.H. (1987) Epistemological confussion in Family
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