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Un elevado crecimiento económico en tan poco tiempo, ha dado a China una importancia
considerable en el peso del PIB mundial. Si tenemos en cuenta su PIB en paridad del poder
adquisitivo (ajustando las diferencias de precios), pasó del 3,4% en 1980 al 16,6% en 2014,
lo que supone una impresionante evolución (FMI, 1980 y 2014). De hecho, en el año 2014
China superó ya a Estados Unidos como primera potencia mundial, en términos del PIB en
paridad del poder adquisitivo, superando con su 16,6% al 15,9% de Estados Unidos (FMI,
2014).
La economía china goza de una enorme fortaleza. Una muestra de ello es como aguanto
los primeros años de crisis económica internacional (años 2008 y 2009), con unos ritmos
de crecimiento del PIB de un 9,6% y un 9,2% respectivamente, mientras que gran parte de
los países del mundo mostraban una caída y en algunos casos muy considerable. Aunque
China aguantó bien la primera embestida de la crisis económica internacional, ahora está
evidenciando más sus efectos. Observamos que la desaceleración económica mundial,
unida a la creciente morosidad del mercado inmobiliario y del sector de la construcción,
ha provocado una desaceleración en el crecimiento del PIB chino, encontrándonos una
tasa de crecimiento del 7,4% en 2014, su nivel más bajo desde 1990 Una tasa del 7,4% a
simple vista parece una increíble tasa de crecimiento económico, no obstante, es una tasa
de crecimiento muy baja para los estándares chinos.
China necesita crecer a unos ritmos elevados, de al menos el 8%, para absorber la elevada
cantidad de campesinos que llegan de las zonas rurales en busca de oportunidades y
evitar así un aumento del desempleo.
El crecimiento del PIB per cápita chino en las últimas décadas indudablemente ha sido
muy positivo, en cambio, si comparamos el nivel de este indicador con respecto al de
otros países, la situación parece muy diferente. El PIB per cápita de China es muy inferior
al de los países de la zona euro, como es el caso de España, o muy inferior al de Estados
Unidos. De hecho, sus niveles de PIB per cápita se sitúan al mismo nivel que los de España
hace 40 años o los de Corea del Sur hace 20. Esta situación, parece indicar que los niveles
de bienestar de la población China, están muy por debajo de los que encontramos en los
países desarrollados.
Si nos atenemos únicamente a los datos del PIB per cápita, China no se puede concebir
como una potencia económica, sino como la suma de 1360 millones de personas
relativamente pobres. Aunque el país dispone de un elevado PIB, también dispone de una
elevadísima población, por lo que la riqueza real del país es pequeña.
Desarrollo humano:
Desde que se comienza a utilizar el IDH en el año 1990, se puede apreciar una evolución
bastante favorable en China. Podemos observar como este indicador pasó de marcar un
0,495 en el año 1990, a un 0,719 en el año 2014. la evolución que supone esto en base a
los estándares que marca el índice de desarrollo humano, China paso de ser un país con
un grado de desarrollo humano bajo, a ser un país con un grado de desarrollo humano
alto.
Lo que supone una enorme mejora en muy poco tiempo, y además sitúa a China como el
tercer país que más mejoró su IDH en este periodo, por detrás de Corea del Sur e Irán. La
buena evolución que ha ido desarrollando el IDH en China, realmente deja saber que el
crecimiento económico chino también ha venido acompañado de una cierta mejora en la
calidad de vida de la población; sin embargo, su nivel de desarrollo, aun con esta elevada
mejora, queda muy por debajo del nivel que se esperaría de una potencia económica con
unos ritmos de crecimiento del PIB tan elevados.
SUna posición realmente baja, si la comparamos por ejemplo con Estados Unidos, que se
encontraba en la cuarta posición. Estos datos evidencian que realmente a China le quedan
muchos años para poder igualarse a unos niveles de desarrollo similares a los que puedan
tener los países ya desarrollados, y que en termino de personas, desde luego no es una
potencia económica. China es un claro ejemplo de que no sólo es importante tener unos
niveles del crecimiento del PIB elevados, sino también asegurar una cierta calidad de vida
de los ciudadanos.
Los determinantes del proceso de desarrollo económico chino podríamos dividirlos en dos
grandes grupos. El primer grupo estaría configurado por los determinantes
tradicionalmente asociados con cualquier proceso de desarrollo y que encajarían con las
recetas clásicas del consenso de Washington (creado por el economista John Williamson
en 1989), los denominados determinantes “clásicos”. Dentro de los cuales encontramos el
desarrollo agrícola, la educación, la liberalización de los precios y la ortodoxia
macroeconómica. En segundo lugar, nos encontraríamos con los específicamente
asociados al caso chino, estos serían los determinantes “asiáticos”. Dentro de los cuales
encontramos la apertura comercial selectiva y la implicación directa del estado. Por
último, como marco general, hay que señalar el momento histórico, mucho más proclive
al desarrollo económico y caracterizado por un auge muy elevado de los intercambios
comerciales y de los flujos de inversión”.
Uno de los ejes básicos buscados por Deng Xiaoping mediante su reforma, era la
liberalización agraria, con dos grandes objetivos:
De esta manera parte de los precios de la producción agrícola estaban determinados por
el estado, mientras que el resto estaban fijados libremente por el mercado. El proceso de
liberalización de la agricultura culminó en 1988 cuando el gobierno chino inició reformas
que permitieron la transferencia de los derechos de explotación y la contratación de mano
de obra. Lo que propició todo ello a un sistema agrario semiprivatizado.
destacable señalar que, aunque el sector primario haya perdido gran peso en el PIB, sigue
teniendo una importancia muy significativa en el empleo. En el año 2013, supuso el 34,8%
del empleo total del país, por encima incluso de su sector industrial, que se encontró en el
29,5% del empleo total y solo superado por el sector servicios que supuso el 35,7% del
empleo. Por lo tanto, vemos que en la actualidad la agricultura sigue siendo de gran
importancia para la economía China, aun con los cambios estructurales que ha ido
desarrollando en los últimos años.
Aunque ya existía un cierto desarrollo industrial en China desde 1949, en 1978, con la
entrada del nuevo gobierno, se desarrolló una increíble expansión industrial. La creación
de “empresarios socialistas”, junto con la creación de las ZEE, la creación de las reformas
que permitían el desarrollo empresarial privado y la reconducción del desarrollo industrial
por parte del gobierno, asentaron las bases para un increíble desarrollo industrial. Las ZEE
aportaron una ingente cantidad de inversiones empresariales extranjeras en las zonas
costeras, atraídas por la mano de obra barata. Así mismo, los nuevos “empresarios
socialistas”, gracias a las reformas que permitían el desarrollo de la empresa privada,
crearon nuevas empresas industriales en las ZEE que eran parcialmente propiedad de
empresas extranjeras y multinacionales (WANG & SANTANACA, 2007). Por otro lado, el
gobierno recondujo el desarrollo industrial, poniendo remedio a los principales problemas
causados por la mala planificación de los gobiernos anteriores. En primer lugar, consiguió
incrementar la especialización en los procesos industriales, en vez de centrarse en la
autosuficiencia; y, en segundo lugar, redujo el crecimiento, así como la financiación, de la
industria pesada en favor del desarrollo de la industria ligera y del sector de la
construcción.
Industrias principales;