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Dios llama a Abraham, el primero de los

patriarcas, para pedirle que deje su país y


se dirija a la tierra que Él le mostrará.
Abraham fue padre de Isaac, Isaac fue
padre de Esaú y Jacob. Jacob tuvo 12 hijos
que dieron origen a las 12 tribus de Israel.
Algunos clanes o tribus descendientes de
los patriarcas tuvieron que emigrar a Egipto
para sobrevivir.

Los israelitas permanecieron en Egipto 400


años. Al principio, los israelitas vivían
pacíficamente, pero más tarde fueron
hechos esclavos por el faraón de Egipto y
utilizados como mano de obra para la
construcción de las grandes obras públicas.
De todos los israelitas Dios escogió a
Moisés, y desde una zarza ardiente le
comunicó que debería liberar al pueblo de
la esclavitud de Egipto. Así, guiado por
Moisés el pueblo fue liberado, celebraron la
primera Pascua y caminaron por el desierto
durante 40 años hasta llegar a la tierra
prometida.
En el monte Sinaí, Dios le entregó a Moisés
los 10 Mandamientos, con los que se
sellaba la Alianza de Dios con su Pueblo.
Al llegar a la tierra prometida, los israelitas
la encontraron ocupada. Dios eligió a Josué
como sucesor de Moisés, y lo puso al frente
del pueblo. Después de muchos años de
luchas se logró la conquista.
El pueblo se dividió en 12 tribus y Dios
eligió a los Jueces para conducirlas.

Con el tiempo el pueblo de Israel se


organizó políticamente bajo la autoridad de
reyes. Saúl fue el primer rey de Israel, que
fue sucedido por David, el gran rey de
Israel que logró unificar toda la nación.
David fue sucedido por su hijo, Salomón,
que fue el rey que construyó el gran templo
de Jerusalén. 
A la muerte de Salomón, Israel se dividió
en dos: el reino del norte (Israel), y el reino
del sur (Judá). Como consecuencia de esta
división, los reinos quedaron empobrecidos
y a merced de los grandes imperios
vecinos.
Entonces aparecieron los grandes profetas
que invitaban a la conversión.
El reino de Israel terminó siendo destruido y
arrasado por los asirios.
El reino de Israel fue arrasado por los
asirios y todos los israelitas fueron
deportados a Nínive.
Luego, el reino de Judá fue invadido y
destruido por el imperio de Babilonia, y allí
deportados todos los judíos.
Después de muchos años de destierro los
judíos pudieron volver a su tierra, pero ya
no como una nación independiente, sino
como una provincia del imperio persa. Con
mucha dedicación y esfuerzo, conducidos
por Nehemías y Esdras, todos trabajaron
en la reconstrucción de la ciudad y del
Templo.

Nehemías y Esdras, junto a todo el pueblo


judío, trabajaron con mucha dedicación en
la reconstrucción de la ciudad, y todos
volvieron a leer el libro de la Ley.
Luego, Alejandro Magno derrotó al imperio
persa y todos los territorios pasaron a estar
en poder de los griegos. Los judíos
soportaron la nueva dominación, pero se
opusieron con fuerza a las costumbres
religiosas que los griegos querían
imponerles, y aparecieron figuras fuertes
como Judas Macabeo.
Tiempo después los romanos arrebataron a
los griegos sus dominios y construyeron un
imperio que se extendió prácticamente a lo
largo de todo el mundo conocido hasta
entonces. El general Pompeyo fue quien
conquistó Jerusalén y destruyó el Templo
como signo de sometimiento y dominio (el
Templo luego fue reconstruido).
Bajo el imperio romano se produjo el gran
acontecimiento de la historia de la
salvación: el NACIMIENTO DE JESÚS, el
Hijo de Dios, el Salvador. Dios envió a su
Hijo, y con Jesús ingresó la salvación en el
mundo.

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