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DAVOS

Incluso en la penumbra de la Guarida del Lobo, Davos Seaworth podía sentir que algo
estaba mal esta mañana. Se despertó con el sonido de las voces y se arrastró hasta la puerta
de su celda, pero la madera era muy espesa y no podía distinguir las palabras. El amanecer
había llegado, pero no la papilla que Garth le traía todas las mañanas para romper su ayuno.
Eso lo puso nervioso. Todos los días eran lo mismo dentro de la Guarida del Lobo, y
cualquier cambio era generalmente para peore. «Este puede ser el día de mi muerte. Garth
puede estar sentado con una piedra de afilar, incluso ahora, afilando a Lady Lu».

El Caballero de la cebolla no se había olvidado las últimas palabras de Wyman Manderly


para él. «Lleven a esta criatura a la Guarida del Lobo, para cortarle la cabeza y las manos»,
el gordo lord había mandado. «No voy a ser capaz de comer un bocado hasta que no vea la
cabeza de este contrabandista en una punta, con una cebolla metida entre sus mentirosos
dientes». Cada noche Davos se fue a dormir con esas palabras en su cabeza, y cada mañana
se despertaba con ellas. Y en caso de olvidarlas, Garth siempre se complacía en
recordárselas. Hombre muerto era el nombre para Davos. Cuando llegaba por la mañana,
era siempre: –Aquí la papilla para el hombre muerto– Por la noche era: –Apaga la vela,
hombre muerto.

Una vez Garth trajo a sus muchachas para presentarles al hombre muerto. –Una puta puede
no parecerse mucho– dijo, acariciando a una vara de hierro negro y frío –pero cuando la
calientan al rojo vivo y toca tu pene, gritaras llamando a tu madre. Y aquí está mi Lady Lu.
Es ella quien va a tomar tu cabeza y manos, cuando Lord Wyman de la orden.– Davos
nunca había visto un hacha más grande que la señora Lu, ni otra con un borde más delgado.
Garth pasó días afilándola, dijeron los guardias. «No voy a pedir clemencia», decidió
Davos. Moriría como un caballero, pidiendo solamente que tomaran su cabeza antes de sus
manos. Incluso Garth no sería tan cruel como para negárselo, esperaba.

Los sonidos que venían a través de la puerta eran débiles y apagados. Davos se levantó y
caminó por su celda. De forma extraña, era grande y confortable. Sospechaba que una vez
pudo haber sido un dormitorio para algún lord de bajo nivel. Era tres veces el tamaño de su
cabina de capitán en Black Bessa, e incluso más grande que la cabina que Salladhor Saan
disfrutaba en su Valyrian. Aunque su única ventana había sido tapiada en años anteriores,
una de las paredes aún contaba con una chimenea lo suficientemente grande como para
sostener una tetera, y había un genuino retrete construido en un rincón de la esquina. El
piso estaba hecho de tablas deformadas llenas de astillas, y su lecho para dormir olía a
moho, pero las molestias eran leves en comparación con lo que Davos esperaba.

La comida había sido una sorpresa también. En lugar de pan, licor rancio y carne podrida,
lo de costumbre en calabozos, sus guardianes le llevaban pescado fresco, el pan todavía
caliente del horno, el cordero con especias, nabos, zanahorias, incluso cangrejos. Garth no
estaba muy contento por eso. –Los muertos no deberían comer mejor que los vivos– se
quejó más de una vez. Davos tenía pieles para protegerlo del frío por la noche, madera para
alimentar su fuego, ropa limpia, una vela de sebo grasoso. Cuando pidió papel, pluma y
tinta, Therry los trajo al día siguiente. Cuando preguntó por un libro, para continuar
practicando su lectura, Therry se presentó con la estrella de siete puntas.
A pesar de sus comodidades, sin embargo, su celda continuaba siendo una celda. Sus
paredes eran de piedra sólida, tan espesa que no podía oír nada del mundo exterior. La
puerta era de roble y hierro, y sus guardianes lo mantenían cautivo. Cuatro juegos de
cadenas de hierro pesado colgaban del techo, esperando el día que Lord Manderly decidiera
encadenarlo y dárselo a la prostituta. Hoy puede ser ese día. La próxima vez que Garth
abra la puerta, es posible que no traiga gachas. Su vientre rugía, una señal segura de que a
la mañana se convertía sigilosamente en pasado, y seguía sin saber nada de los alimentos.

Lo peor no es la muerte, sino desconocer cuándo o cómo. Él había visto el interior de unas
pocas cárceles y calabozos en sus días de contrabandista, pero los había compartido con
otros presos, por lo que siempre había alguien con quien hablar, a compartir sus miedos y
esperanzas. Aquí no. Aparte de los guardias, Davos Seaworth tenía a la Guarida del Lobo
solo para él.

Sabía que había verdaderos calabozos en el castillo de bodegas-mazmorras, cámaras de


tortura y fosas húmedas con enormes ratas negras y sanguinarias en la oscuridad. Sus
carceleros decían que todas ellas estaban ocupadas en la actualidad. –Sólo nosotros estamos
aquí, cebolla– Ser Bartimus le había dicho. Él era el carcelero jefe, un cadavérico caballero
de una solo pierna, con una cicatriz en la cara y un ojo ciego. Cuando Ser Bartimus tenía
algunas copas encima (y Ser Bartimus tenía algunas copas la mayor parte del día), le
gustaba alardear de que había salvado la vida de Lord Wyman en la Batalla del Tridente.
La Guarida del Lobo fue su recompensa.

El resto de "nosotros" consistía en un cocinero que Davos nunca había visto, seis guardias
en el cuartel de la planta baja, un par de lavanderas, y los dos carceleros que se ocupaba de
los prisioneros. Therry era el más joven, el hijo de una de las lavanderas, un niño de diez y
cuatro. El más viejo era Garth, enorme, calvo y taciturno, que llevaba el mismo jubón de
cuero grasiento todos los días y siempre parecía tener una mirada furiosa en su cara.

Sus años como contrabandista habían dado a Davos Seaworth una sensación de cuando un
hombre era malo, y Garth era malo. El caballero de la cebolla se encargó de cuidar su
lengua en presencia de Garth. Con Therry y Ser Bartimus era menos reticente. Les
agradecía por la comida, les animaba a hablar de sus esperanzas y sus vidas, respondía a sus
preguntas con cortesía y nunca presionaba mucho con las suyas. Cuando hizo peticiones,
fueron las más simples: un recipiente con agua y un poco de jabón, un libro para leer, más
velas. La mayoría se las concedieron, y Davos fue debidamente agradecido.

Ningún hombre hablaba sobre el Señor Manderly, el Rey Stannis o los Frey, pero hablan de
otras cosas. Therry quería ir a la guerra cuando tuviera la edad suficiente, para luchar en las
batallas y convertirse en un caballero. También le gustaba quejarse de su madre. Ella se iba
a la cama con los dos guardias, le había confiado. Los veía a diferentes horas y tampoco
sabía uno del otro, pero un día un hombre o el otro lo descubrirían y ese día podría correr
sangre. Algunas noches, incluso el niño llevaba un odre de vino a la celda, para hacer a
Davos hablar sobre la vida del traficante cuando ya estaba bebido.

Ser Bartimus no tenía ningún interés en el mundo exterior, o cualquier cosa que había
ocurrido desde que perdió la pierna con caballo sin jinete y vio a un maestre. Él había
llegado a amar la Guarida del Lobo, sin embargo, nada le gustaba más hablar de su larga y
sangrienta historia. La guarida era mucho más antigua que White Harbor, el caballero le
dijo a Davos. Que había sido erigido por el rey Jon Stark para defender la boca del White
Harbor contra los invasores del mar. Más de un hijo menor del Rey en el Norte se había
asentado allí, más de un hermano, muchos tíos, muchos primos. Algunos pasaban el castillo
a sus propios hijos y nietos, y las ramas rama de la Casa Stark habían surgido, el Greystarks
había durado más tiempo en Guarida del Lobo, durante cinco siglos, hasta que se atrevieron
a unirse a los Fuerte Terror en rebelión contra los Stark de Invernalia. Después de su caída,
el castillo pasó por muchas otras manos. Casa Flint quienes lo conservo un siglo, la casa de
Locke durante casi dos. Slates, Longs, Holts y Ashwoods habían gobernado, con la
encomienda por parte de Invernalia de mantener el río a salvo. Reavers de Three Sisters
tomaron el castillo una vez, tomándolo como su punto de apoyo en el norte. Durante las
guerras entre Invernalia y el Valle, fue sitiada por Osgood Arryn, el Old Falcon y quemada
por su hijo, el recordado como el Talon. Cuando el viejo rey Edrick Stark se había vuelto
demasiado débil para defender su reino, la Guarida del Lobo fue capturada por traficantes
de esclavos de la Stepstones. Que marcaban a sus cautivos con hierros candentes y los
sometían con el látigo antes de enviarlos fuera, a través del mar, y estos mismos muros de
piedra negra fueron testigos.

–Después de un invierno cruel y largo– dijo Ser Bartimus. –En el Cuchillo Blanco las
heladas fueron realmente duras, e incluso el desemboque el rio se cubrió con una capa de
hielo. Los vientos llegaron aullando desde el norte y obligo a todos los esclavos apiñarse
alrededor de los fuegos, y al tiempo que se calentaban, el nuevo rey iba hacia ellos.
Brandon Stark era, bisnieto de Edrick Barbanieve, a quien los hombres llamaban Ojos de
hielo. Recupero la Guarida del Lobo, despojando a los esclavos hasta la desnudes, y se los
dio a los esclavos que había encontrado encadenados en las mazmorras. Se dice que
colgaban sus entrañas en las ramas del árbol del corazón, como una ofrenda a los dioses.
Los viejos dioses, no estos nuevos del sur. Sus siete no conocen el invierno y el invierno
no los conoce a ellos.

Davos no podía discutir con la verdad de eso, desde lo que vio en el mirador hacia el mar,
que no le importaba saber del invierno tampoco. –¿Cuales son tus dioses?– le preguntó al
caballero con una sola pierna. –Los viejos– Cuando Ser Bartimus sonrió, se parecía a una
calavera. –Yo y el mío estaban aquí antes de la Manderlys. A lo mejor, mis propios
antepasados encadenaron esas entrañas al árbol.

–No sabía que los hombres del norte hacían sacrificios de sangre a los árboles de corazón.

–Hay mucho más que sureños desconocen el norte– respondió Ser Bartimus.

No estaba equivocado. Davos se sentó junto a la vela y miró a las cartas que había repasado
palabra por palabra en los días de su encierro. «Yo era un contrabandista mejor que
caballero», había escrito a su esposa, «un caballero mejor que la mano del rey, una mano
del rey mejor que un marido. Lo siento mucho. Marya, yo te he amado. Por favor, perdona
los errores que cometí contigo. En caso de que Stannis pierda su guerra, nuestras tierras se
perderán también. Lleva a los niños a través del estrecho de mar a Braavos y enseñarles a
pensar amablemente de mí, si quieres. En caso de Stannis gane el Trono de Hierro, la Casa
Seaworth sobrevivirán y Devan permanecerá en la corte. Él te ayudará a colocar a los otros
chicos con los nobles señores, que pueden servir como pajes y escuderos y ganar sus títulos
de caballero». Fue el mejor consejo que le tenía, aunque deseaba que sonara más sabio.
Había escrito a cada uno de sus tres hijos sobrevivientes, así, para ayudarles a recordar al
padre que había comprado sus nombres a cambio de sus dedos. Sus notas a Steffon y al
joven Stannis fueron cortas, rígidas y torpes, a decir verdad, él no los conocía la mitad de
lo que a sus muchachos mayores, los que se habían quemado o ahogado en Aguasnegras.
Para Devan escribió más, diciéndole lo orgulloso que estaba de ver a su propio hijo como
escudero del rey y le recordó que como el mayor era su deber proteger a su señora madre y
sus hermanos menores. Dígale a su gracia que hice mi mejor esfuerzo, terminó. Siento
haberles fallado.

«He perdido mi suerte cuando perdí los huesos de mis dedos, el día en el río ardió por
debajo de Desembarco del Rey».

Davos echaba un vistazo a sus cartas lentamente, leyendo cada una de ellas varias veces,
preguntándose si debía cambiar una palabra aquí o añadir otra allá. «Un hombre debe tener
más que decir al comenzar en el final de su vida», pensó, pero costaba que las palabras
salieran. «No lo hice tan mal, trató de decirse a sí mismo. Me eleve desde el fondo de
pulgas a ser la mano del Rey, además aprendí a leer y escribir»

Él estaba aun inclinado sobre las cartas cuando oyó el sonido de traqueteo de las llaves de
hierro en un anillo. La mitad de un latido del corazón más tarde, la puerta de su celda fue
abriéndose.

El hombre que cruzó la puerta no era uno de sus carceleros. Era un hombre alto y
demacrado, con un rostro profundamente arrugado y una mata de pelo gris-marrón. Una
espada larga colgaba de su cadera, y su capa escarlata con un profundo color estaba atada
en el hombro con un broche de plata pesado con la forma de un puño de hiero. –Lord
Seaworth– dijo –no tenemos mucho tiempo. Por favor, venga conmigo.

Davos miro al extraño con suspicacia, el "por favor" lo confundía. Los hombres a punto de
perder su cabeza y manos no se le conceden a menudo tales cortesías. –¿Quién eres tú?

–Robett Glover, si es tan amable, mi señor.

–Glover. Estaba establecido en Motte Deepwood.

–Mi hermano Galbart es quien está asentado allí. Ha sido y es, gracias a su rey Stannis. Él
ha tomado Bosquespeso de la perra de hierro que lo robó y se ofrece a devolverlo a sus
legítimos dueños. Mucho más ha sucedido mientras usted ha estado confinado dentro de
estas paredes, Lord Davos. El foso Cailin se ha reducido, y Roose Bolton ha regresado al
norte con la hija menor de Ned Stark. Se trajeron con ellos a muchos Frey como huéspedes.
Bolton ha enviado a los cuervos, convocando a todos los señores del norte de Barrowton.
Exige homenaje y rehenes... y testigos de la boda de Arya Stark y su bastardo Ramsay
Snow, Lo que hará que los Bolton puedan reclamar por ley a Invernalia. Ahora, ¿quieres
venir conmigo, o no?
–¿Qué alternativa tengo, mi señor? ¿Venir con usted, o permanecer con Garth y Lady Lu?

–¿Quién es Lady Lu? ¿Una de las lavanderas?– Glover se estaba impacientando. –Todo le
sea explicado, si viene conmigo

Davos se puso en pie. –Si llego a morir, le suplico mi señor que vea mis cartas sean
entregadas.

–Le doy mi palabra de eso... aunque si muere, no será a manos de Glover, ni Señor
Wyman. Rápido ahora, conmigo.

Glover le condujo por un pasillo oscuro y por un tramo de escalones gastados. Cruzaron el
castillo de Godswood, donde el árbol corazón había crecido tan grande y enmarañado que
había ahogado a cabo todas las encinas, olmos y abedules, y envió sus ramas gruesas y
pálidas estrellándose a través de las paredes y las ventanas que daban hacia abajo. Sus
raíces eran tan gruesas como alrededor de la cintura de un hombre, su tronco tan grande que
la cara tallada parecía gorda y enojada. Más allá de la presa de madera, Glover abrió una
puerta de hierro oxidado y se detuvo para encender una antorcha. Cuando estaba ardiendo
roja y caliente, llevo a Davos unos pasos más dentro del sótano con bóveda de cañón,
donde las paredes estaban llorando con costras de sal blanca, y agua de mar se filtraba por
debajo de sus pies a cada paso. Pasaron a través de varias bodegas, y las filas de pequeñas,
húmedas, malolientes celdas muy diferentes de la habitación donde había sido confinado
Davos. Luego hubo un muro de piedra cruda que se doblo cuando Glover empujó en él.
Continuaron por un túnel largo y estrecho internándolos mas a cada paso.

–¿Dónde estamos?– Preguntó Davos a medida que ascendían. Sus palabras hicieron eco
débil, en la oscuridad.

–Los pasos por debajo de los pasos. El pasaje corre por debajo de la escalera del Castillo
hasta New Castle. Es un pasadizo secreto. No serviría de nada que usted sea visto, mi
señor. Se supone que está muerto.

Avena para el muerto. Davos subió.

Emergieron a través de otro muro, pero éste era listones y yeso en el lado opuesto. La sala
del otro lado estaba cómoda, caliente y confortable, con una alfombra Myrish en el suelo y
velas de cera de abejas encendidas sobre una mesa. Davos podía oír tocar flautas y violines,
no muy lejos. En la pared colgaba una piel de oveja con un mapa del norte pintado en
colores apagados. Debajo del mapa Wyman Manderly, el Señor colosal de White Harbor.
–Por favor, siéntese– Lord Manderly estaba vestido ricamente. Su jubón de terciopelo era
un suave color azul verdoso, bordado con hilo de oro en el dobladillo y mangas y cuello. Su
manto de armiño estaba sujetado en el hombro con un tridente de oro. –¿Tienes hambre?

–No, mi señor. Sus carceleros me han alimentado bien.

–Esto es vino, por si tiene sed.


–Voy a tratar con usted, mi señor. Mi rey me lo ordenó. Yo no tengo que beber con usted

Lord Wyman suspiró. –Lo he tratado de forma vergonzosa, lo sé. Tenía mis razones, pero...
por favor, siéntese y beba, se lo ruego. Beba por el retorno seguro de mi hijo. Wylis. El es
mi hijo mayor y heredero. Él está en casa. Esa es la fiesta de bienvenida que escucha. En el
Tribunal Merman están comiendo pastel de la lamprea y la carne de venado con castañas
asadas. Wynafryd está bailando con un Frey con quien va a casarse. Los otros Frey están
vaciando copas de vino para brindar por nuestra amistad.

Debajo de la música, Davos se oía el murmullo de muchas voces, el ruido de tazas y platos.
Él no dijo nada.

–Acabo de llegar de la mesa principal– Lord Wyman continuo. –He comido demasiado,
como siempre, y todos los del White Harbor saben que mis entrañas son malas. Mis amigos
Frey no se cuestionaran una larga visita a el privado, esperemos– Volvió la taza encima. –
Aquí. Usted va a beber y yo no. Sentado. El tiempo es corto, y hay muchas cosas que
tenemos que decir. Robett, vino para la mano, si es tan amable. Lord Davos, usted no lo
sabe, pero está muerto

Robett Glover llenó una copa de vino y se lo ofreció a Davos. Él lo tomó, lo olió, bebió.
–"¿Cómo lo hice...morir, si me permite la pregunta?

–Por el hacha. Su cabeza y sus manos se han montado sobre la puerta de Seal, con su rostro
se torno para que sus ojos miraran a través del puerto. A estas alturas ya están bien
descompuestos, a pesar de que sumergió la cabeza en el alquitrán antes de que lo fijaran en
la espiga. Cuervos y aves marinas se peleaban por los ojos, dicen.

Davos se movió incómodo. Era una sensación extraña, estar muerto. –Si es tan amable, mi
señor, ¿quien murió en mi lugar?

–¿Qué importa? Usted tiene una cara común, Lord Davos. Espero lo que dije no lo ofenda.
El hombre tenía su color, la nariz de la misma forma, dos orejas que no eran diferentes, una
larga barba que podrían ser recortados y en forma como la suya. Usted puede estar seguro
de que él y alquitrán, y empujó a la cebolla entre los dientes sirven para cubrir las
apariencias. Ser Bartimus vio que los dedos de la mano izquierda se redujeran, al mismo
número que suyo. El hombre era un criminal, si eso le da ningún consuelo. Su muerte
puede lograr más beneficios que cualquier cosa que él nunca hizo mientras vivía. Mi señor,
espero no me guarde rencor. El desprecio que le mostré en el Tribunal de Merman era una
máscara falsa para complacer a nuestros amigos de Frey.

–Mi señor debe tener una doble vida– dijo Davos. –Usted y los suyos fueron más
convincentes. Su buena hija parecía querer matarme muy seriamente, y la niña …

–Wylla– Sonrió Lord Wyman. –¿Vio lo valiente que fue? Incluso me amenazó con su
lengua, me recordó la deuda en Puerto Blanco que tengo con los Stark de Invernalia, una
deuda que no se puede pagar. Wylla habló desde el corazón, como lo hizo Lady Leona.
Perdónela si puede, mi señor. Ella es una mujer tonta, atemorizada y Wylis es su vida. No
todos los hombres pueden ser el príncipe Aemon de Dragonknight o Simeón Star-eyes, y no
todas las mujeres pueden ser tan valientes como mi Wylla y su hermana Wynafryd... que
sabiendo, sin embargo, jugó su propio papel sin miedo.

–Al tratar con los mentirosos, hasta el hombre más honesto debe mentir. No me atrevía a
desafiar a Desembarco del Rey siempre y cuando mi último hijo vivo siguiera cautivo. Lord
Tywin Lannister me escribió él mismo para decir que él tenía a Wylis. Si quería fuera
liberado ileso, me dijo, tenía que arrepentirme de mi traición, el rendimiento de mi ciudad,
declarar mi lealtad al rey niño en el Trono de Hierro... y doblar la rodilla a Roose Bolton, el
Guardián del Norte. ¿Debía rechazarlo, Wylis tenía que morir como un traidor, White
Harbor debía ser atacado y saqueado, y mi pueblo debía sufrir el mismo destino que Reynes
de Castamere?. Soy gordo, y muchos piensan que me hace débil y tonto. Mayhaps Tywin
Lannister es un ejemplo. Le envié un cuervo a decir que iba a doblar la rodilla y abrir mis
puertas después que mi hijo regresara, pero no antes. Allí, la cuestión estaba cuando murió
Tywin. Después, los Frey se presentaron con los Huesos de Wendel ... para hacer una paz y
sellarlo con un pacto de matrimonio, según ellos, pero yo no estaba dispuesto a darles lo
que quería hasta que tuve a Wylis, sano y a salvo, y no estaban dispuestos a darme a Wylis
hasta que probara mi lealtad. Su llegada me dio los medios para hacerlo. Esa fue la razón de
la descortesía que te mostré en el Tribunal de Merman, y para la cabeza y las manos en la
punta de la lanza descomponiéndose en la Puerta Seal.

–Corrió un gran riesgo, mi señor– dijo en Davos. –Si los Frey hubieran visto a través de su
engaño...

–No tomé ningún riesgo en absoluto. Si alguno de los Frey hubieran subido por si mismos a
mi puerta para una estrecha mirada al hombre con la cebolla en la boca, hubiera culpado a
mis carceleros por el error y lo presentaría para apaciguarlos.

Davos sintió un escalofrío por su espalda. –Ya veo.

–Espero que sí. Usted tiene sus propios hijos, según dijo.

«Tres», pensó Davos, aunque fue padre de siete. –Dentro de poco tengo que regresar a la
fiesta para brindar por mi amigos los Frey– Manderly continuó. –Ellos me vigilan Ser. Día
y noche, sus ojos están sobre mí, la nariz olfateando buscando el mínimo resquicio de
traición. Usted los vio, los arrogantes Ser Jared y su sobrino Rhaegar, ese gusano sonriente
que lleva el nombre de un dragón. Detrás de ellos se encuentra las monedas de Symond,
tintineando. Que han comprado y pagado por varios de mis siervos y dos de mis caballeros.
Una de las esposas de sus siervos ha encontrado el camino a la cama de este tonto. Si
Stannis se sorprende de lo corto de mis cartas, es porque ni siquiera me atrevo a confiar en
mi maestre. Theomore es todo cabeza y nada de corazón. Ya le has oído en mi salón. Se
supone que los maestres deben dejar de lado las viejas lealtades cuando se ponen sus
cadenas, pero no podemos olvidar que Theomore nació como un Lannister de Lannisport y
ostenta algún parentesco lejano con los Lannister de Roca Casterly. Enemigos y falsos
amigos están a mi alrededor, Lord Davos. Que infestan mi ciudad como cucarachas, y por
la noche los siento arrastrarse sobre mí– Los dedos enjoyados del hombre gordo estaban
apretados en un puño y temblaba toda su barbilla. –Mi hijo Wendel entró a los Mellizos
como un invitado. Comió del pan y sal de Lord Walder y colgó su espada contra la pared de
la fiesta con los amigos. Y lo asesinaron. Asesinado, digo, y que para los Frey sea como una
ultima anécdota. Bebo con Jared, bromeo con Symond, a Rhaegar le prometí la mano de mi
propia y amada nieta... pero nunca piense que eso significa que he olvidado. El norte
recuerda, Lord Davos. El norte nunca olvida, y la mascarada está casi terminada. Mi hijo
está en casa.

Algo en la forma en que Lord Wyman hablo calo de frio hasta los huesos a Davos. –Si se
trata de justicia lo que quiere, mi señor, mire al rey Stannis. Ningún hombre es más justo

Robett Glover interrumpió para añadir: –Su lealtad le honra, mi señor, pero Stannis
Baratheon sigue siendo su rey, no el nuestro.

–Su propio rey ha muerto– les recordó Davos –asesinado en la boda roja junto al hijo de
Wyman

–El joven lobo está muerto– aceptó Manderly –pero ese valiente niño no era hijo único de
Lord Eddard. Robett, trae al muchacho.

–A la orden, mi señor-- Glover dijo saliendo por la puerta.

¿El muchacho? ¿Era posible que uno de los hermanos de Robb Stark hubiera sobrevivido a
la ruina de Invernalia? ¿Ser Manderly tenía un heredero Stark escondido en su castillo?
¿Encontró a uno de los niños o solo era una farsa? el norte se levantaría, sospechaba... pero
Stannis Baratheon nunca haría causa común con un impostor.

El muchacho que siguió a Robett Glover a través de la puerta no era un Stark, ni podía
esperar hacerlo pasar por uno. Era mayor que los jóvenes hermanos asesinados, catorce o
quince años con a simple vista, y sus ojos eran aun mayores. Debajo de una maraña de pelo
castaño oscuro de su rostro era casi salvaje, con una boca ancha, nariz aguileña y barbilla
puntiaguda. –¿Quién eres?– Preguntó Davos.

El niño miró a Robett Glover. –Él es un mudo, pero lo han estado enseñando las letras,
aprende rápido– Glover sacó una daga de su cinturón y se lo dio al niño. –Escribe tu
nombre para Lord Seaworth.

No había ningún pergamino en la cámara. El niño tallado las letras en una viga de madera
en la pared. W... E... X... Se apoyó con fuerza en la X. Cuando terminó le dio la vuelta al
puñal en el aire, la atrapó, y se quedó admirando su obra.

–Wex es un hombre del hierro. Fue escudero de Theon Greyjoy. Wex estaba en Invernalia–
dijo Glover. –¿Cuánto es lo que Lord Stannis sabia de lo que ocurrió en Invernalia?

Davos pensó de nuevo en las historias que había oído. –Invernalia fue capturado por Theon
Greyjoy, que una vez había sido pupilo Lord Stark. Llevo a los dos hijos pequeños de Lord
Stark a la muerte y montaron las cabezas por encima de los muros del castillo. Cuando los
hombres del Norte llegaron a sacarlo, él pasó el castillo entero a la espada, hasta el último
niño, antes de que él mismo fuera asesinado por el bastardo de Lord Bolton.

–No muerto– dijo Glover. –Capturado y llevado de vuelta a Fuerte Terror. El bastardo lo ha
desollado

Señor Wyman asintió con la cabeza. –El cuento que dice es algo que todos hemos oído, tan
lleno de mentiras como un pudín repleto de pasas. Fue el bastardo de Bolton quien paso a
Invernalia a la espada... Ramsay Snow, fue llamado entonces, antes que el niño rey lo
hiciera con Bolton. Snow no los mato a todos. Él reservó a las mujeres, atadas con cuerda,
y marcharon a Fuerte Terror gracias a su deporte.

–¿Su deporte?

–Es un gran cazador– dijo Wyman Manderly –y las mujeres son sus presas favoritas. Las
abandona desnudas y los pone sueltas en el bosque. Tienen para empezar un día y medio
antes de que se abalancen hacia ellas con perros y los cuernos. De vez en cuando se escapa
alguna chica y vive para contarlo. La mayoría son menos afortunadas. Cuando Ramsay las
capturas, les viola, las despellejan, alimenta a sus perros con sus cadáveres, y trae su piel
de nuevo Fuerte Terror como trofeos. Si han sido una presa difícil, corta sus gargantas antes
de despellejarlas. Si no es así, lo hace al revés

Davos palideció. –Dios misericordioso ¿Cómo podría un hombre...?

–El mal está en su sangre– dijo Robett Glover. –Él es un bastardo nacido de una violación.
A Snow, no le importa lo que el rey niño dice.

–¿Fue alguna vez la nieve tan oscura?– Le preguntó a Lord Wyman. –Ramsay tomó tierras
de Lord Hornwood forzando una boda con su viuda, y luego la encerró en una torre y se
olvidó de ella. Se dice que comió sus propios dedos en su extrema inanición... y la idea de
los Lannister de la justicia del rey es recompensar a su asesino con la hija pequeña de Ned
Stark.

–Los Bolton siempre han sido tan crueles como astutos, pero éste parece una bestia en piel
humana– dijo Glover.

El señor de Puerto Blanco se inclinó hacia adelante. –Los Frey no son mejores. Hablan de
huargos y cambia-pieles y afirman que se trataba de Robb Stark, quien mató a mi Wendel.
¡Qué arrogancia! No esperan que el norte crea en sus mentiras, realmente no, pero creo que
ellos piensan que debemos creerle o morir. Roose Bolton miente sobre su participación en
la boda roja y su hijo bastardo miente sobre la caída de Invernalia. Y sin embargo siempre y
cuando ellos tuvieran a Wylis no tenía más remedio que comer toda esta mierda y alabar el
sabor

–¿Y ahora, mi señor?– Preguntó Davos.

Había tenido esperanza al oír lo que Lord Wyman decía, «Y ahora voy a optar por el rey
Stannis», pero en vez de eso el hombre gordo sonrió con una sonrisa extraña, y dijo: –Y
ahora tengo que asistir a una boda. Estoy demasiado gordo para sentarme en un caballo,
como cualquier hombre con un par de ojos puede ver claramente. Cuando era niño me
encantaba montar a caballo, y como un hombre joven cabalgaba lo suficientemente bien
como para ganar algún pequeño reconocimiento en las listas, pero esos días se han acabado.
Mi cuerpo se ha convertido en una prisión más terrible que la Guarida del Lobo. Aun así,
tengo que ir a Invernalia. Roose Bolton me quiere sobre mis rodillas, y debajo de la cortesía
de terciopelo me muestra su carta de hierro. Iré por medio de barcazas y literas, la
participación de un centenar de caballeros y mis buenos amigos de los Gemelos. Los Frey
llegaron por mar, no tienen caballos con ellos, por lo que deberé presentar cada uno de ellos
con un palafrén como un regalo de invitados. ¿Se acostumbra todavía dar regalos de
invitados en el sur?

–Algunos sí, mi señor. En el día que su huésped se retira

–Quizás lo entienda entonces– Se tambaleó Wyman Manderly pesadamente a sus pies. –He
construido buques de guerra durante más de un año. Algunos los viste, pero hay muchos
más escondidos en Puerto Blanco. A pesar de las pérdidas que he sufrido, todavía tengo el
liderazgo de la fuerza más grande que cualquier otro señor del norte al cuello. Mis paredes
son fuertes, y mis bóvedas están llenas de plata. Oldcastle y su viuda me toman como su
mina de oro. Mis abanderados incluyen una docena de pequeños señores y un centenar de
caballeros. Puedo entregar el rey Stannis la lealtad de todas las tierras al este de Cuchillo
Blanco, de Atalaya de la Viuda y Puertacarnero a las colinas de Cabezaoveja y las
cabeceras de Brecha rota. Todo esto me comprometo a hacer si acepta mi precio

–Puedo llevar tus condiciones al rey, pero..

Lord Wyman lo interrumpió. –Si usted acepta mi precio, dije. Stannis no. No es un rey que
necesito, sino un contrabandista.

Robett Glover tomó la palabra. –Tal vez nunca sabremos todo lo que sucedió en Invernalia,
al Ser Rodrik Cassel recuperar el castillo del hombre del hierro Theon Greyjoy. El bastardo
de Bolton reclamó que Greyjoy fue quien asesinó a Ser Rodrik durante una conversación.
Wex dice que no. Hasta que aprenda más letras solo conoceremos la mitad de lo que paso ...
pero él vino a nosotros sabiendo decir solamente sí y no, y con eso puedes recorrer un gran
camino haciendo las preguntas acertadas.

–Ha sido el bastardo quien asesinó a Ser Rodrik y los hombres de Invernalia– dijo Lord
Wyman. –Él despellejó al hombre de hierro Greyjoy también. Wex vio a unos pocos
hombres tratando de rendirse. Cuando se le preguntó cómo se escapó, tomó un trozo de tiza
y dibujó un árbol con una cara.

Davos pensó en eso. –¿Los viejos dioses lo salvaron?

–Después del suceso. Se subió al árbol corazón y se escondió entre las hojas. Los hombres
de Bolton buscaron por el bosque sagrado dos veces y mataron a los hombres que
encontraron allí, pero a ninguno se le ocurrió trepar en los árboles. ¿Es así como pasó,
Wex?
El chico arrojó la daga de Glover, la cogió, y asintió con la cabeza.

Glover dijo: –Se quedó en el árbol durante mucho tiempo. Dormía entre las ramas, sin
atreverse a descender. Finalmente oyó voces por debajo de él.

–Las voces de los muertos– dijo Wyman Manderly.

Wex levantó cinco dedos, se golpeó cada uno de ellos con la daga, y luego dobló cuatro y
se golpeó una última vez.

–Seis de ellos– preguntó Davos. –Había seis.

–Dos de ellos los hijos asesinados de Ned Stark.

–¿Cómo podría un mudo decir eso?

–Con la tiza. Señaló a dos niños... y dos lobos

–El muchacho era un hombre del hierro, así que pensó que era mejor no dejarse ver– dijo
Glover. –Él escuchó. Los seis no se detuvieron mucho en las ruinas de Invernalia. Cuatro
fueron por un lado, dos por otro. Wex siguió después a los dos, una mujer y un niño. Él
debe de haber estado a favor del viento, por lo que el lobo no detecto su olor.

–Sabe a dónde fueron– dijo Lord Wyman.

Davos entendió. –Usted quiere al niño

–Roose Bolton tiene a la hija de Lord Eddard; para contrarrestar Puerto Blanco debe tener
el hijo de Ned... y el huargo. El lobo demostrará que el niño es lo que dice que ser, por si
Fuerte Terror lo intenta negar. Ese es mi precio, Lord Davos. El contrabandista me trae de
regreso a mi señor feudal, y yo tomare a Stannis Baratheon como mi rey.

El viejo instinto hizo que a Davos Seaworth se le resecara la garganta. Los dedos de sus
huesos habían sido su suerte, y de alguna manera sentía que habría necesidad de la suerte
para hacer lo que Wyman Manderly le pedía. Aun así los huesos se habían ido, por lo que
dijo –Usted tiene mejores hombres que yo a su servicio. Caballeros, señores y maestres.
¿Por qué es necesario un contrabandista? Usted tiene los barcos.

–Barcos– coincidió Señor Wyman, –pero mis equipos son hombres de rio, o los pescadores
que nunca han navegado más allá de la mordedura. Para esto, debo tener un hombre que ha
navegado en aguas más oscuras y sabe cómo deslizarse de los peligros, invisible, sin ser
molestado

–¿Dónde está el niño?– De alguna manera Davos sabía que no le gustaría la respuesta. –¿A
dónde es que quiere que me vaya, mi señor?

Robett Glover dijo, –Wex. Muéstrale.


El silencio pasó la daga, la tomó, y luego lo arrojó de punta a punta en el mapa de piel de
oveja que adorna la pared Señor Wyman. Golpeó temblando. Luego sonrió. Por medio
latido de corazón Davos consideró pedirle a Wyman Manderly que lo enviara de regreso a
la Guarida del lobo, a Ser Bartimus con sus cuentos y Garth con sus damas letales. En la
guarida los presos comían una papilla en la mañana. Pero hay otros lugares en este mundo
donde los hombres eran conocidos por romper el ayuno con carne humana.

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