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Y para JD:
Fuiste el mejor amigo que una chica podría pedir.
Bo me recuerda a ti cada vez que leo esta historia.
Te echaré de menos, cachorro.
Gavin Howard saltó en su cama en el momento en que
oyó el ruido de algo estrellándose.
Había estado profundamente dormido, agotado tras un
día de siembra en el campo detrás de su pequeña granja, cuando
una fuerte explosión sacudió la casa hasta los cimientos y un
cegador destello de luz iluminó toda la habitación.
Siendo sacado bruscamente de un agradable sueño que
involucraba a dos jóvenes bailarines de vientre y un montón de
crema batida, Gavin abrió los ojos mientras su confundido
cerebro luchaba por ponerse al corriente. Echando un vistazo al
reloj, Gavin se quejó cuando leyó los números rojos: 2:17 a.m.
que brillaban intensamente. Las luces que brillaban desde su
patio trasero, eran apenas visibles a través de la ventana de su
dormitorio. El rojo y el naranja que parpadeaban se movían
hipnótica y bellamente. Le tomó un buen rato el darse cuenta de
lo que veía.
«¿Qué fue…? ¡Mierda, el patio de mi casa está en
llamas!»
Antes de siquiera darse cuenta que se había movido,
Gavin saltó de la cama y se puso un par de jeans por encima de
su pene medio duro, sin molestarse en cerrar por completo los
botones. Agarró su escopeta y la cargó mientras bajaba por las
escaleras como si una manada de búfalos viniera tras él.
Antes de incluso llegar a la cocina y salir por la puerta de
atrás, Gavin escuchó a su viejo Heeler Azul1, Bo, volviéndose
salvaje, ladrando como un perro endemoniado. El perro se
lanzaba contra la puerta de maya metálica una y otra vez, pero
al estar bloqueada le impedía salir al patio trasero y solo pudo
acallar sus ladridos y comenzar a lloriquear, quejándose cuando
vio a su amado dueño entrar corriendo en la habitación.
Gavin tomó una linterna de debajo del fregadero,
acariciando la cabeza de Bo al pasar.
—Todo está bien chico, ya me di cuenta. —Abrió la
puerta, luego se volvió para hacer retroceder a Bo en la casa
cuando el perro intentó deslizarse entre sus piernas—. Quieto,
Bo. ¡Quieto! —Le ordenó, no quería poner a su perro en peligro
ni siquiera en el patio trasero estaría a salvo. Cerró la puerta,
tomó una respiración profunda preparándose para enfrentarse
a lo que había perturbado su sueño tan violentamente.
Gavin dio vuelta, preparado para enfrentar el asunto en
cuestión.
Y pronto dejó caer la linterna que sostenía.
—No puede... —murmuró, mirando con incredulidad la
escena delante de él. No podía conciliar lo que veía con lo que su
cerebro sabía que tenía que ser posible. Miró a su alrededor.
No, no había cámaras ni micrófonos en ningún lugar a la
vista. Bo, todavía gimoteaba desde el interior de la casa. Gavin
se dio un pellizco en la pierna con su mano libre y siseó a causa
del agudo y evidente dolor elevándose por su pierna. Bueno, no
estaba soñando, lo que significaba que lo que estaba viendo
tenía que ser real.
La escena frente a él parecía imposible, increíble.
1
El Pastor Ganadero Australiano es un perro boyero originario de Australia. En comparación con otras
razas su historia está muy bien documentada, pues es relativamente reciente.
Gavin se quedó allí, aturdido, con la escopeta colgando
inerte en su mano, con la boca abierta.
«¿Qué diablos está pasando?»
De ninguna manera podría haber una nave espacial
estrellada en medio de su campo de maíz.
Reuniendo su coraje ahora hecho pedazos, Gavin se
agachó para recoger la linterna caída y, luego, cuidadosamente
comenzó a acercarse a los humeantes restos, su arma lista para
disparar al menor signo de movimiento. En momentos como
éste, se sentía contento de su entrenamiento militar que le daba
la experiencia suficiente para mantenerse a salvo mientras se
acercaba a una zona de peligro. Sus ojos estaban fijos en el cielo,
para qué, no lo sabía. ¿Más naves quizás?
Tanto como quería negar lo que veía, no había la menor
duda de que lo que veía era una enorme y plateada nave
espacial.
La nave no parecía ser mucho más alta que su tractor,
pero sin duda parecía ser más amplia, al menos de unos veinte
metros de ancho en forma casi de disco. Los lisos lados
brillaban como plata, con un brillo iridiscente que
probablemente servía de camuflaje, mientras que la nave
volaba. Había visto una versión medio parecida de este tipo de
cosa años antes, mientras estaba en una misión especial de los
Marines. Aunque lo que vio en ese entonces ni siquiera podía
empezarse a comparar con el impresionante objeto delante de
él.
La nave caída desprendía una sensación de temblor,
vibrando profundamente en su pecho como un bajo zumbido,
casi como cuando su vecino de al lado tocaba la guitarra
conectada al bajo en su garaje. Gavin todavía podía recordar
aquellos días, cuando vivió en la base. Sabía que el sonido
provenía del amplificador, pero era demasiado bajo para que
pudiera escucharlo realmente. Podía sentir la energía estática y
la vibración en la piel, pero no se oía ningún sonido.
De repente, Gavin se dio cuenta de que lo que estaba
viendo podía ser real. Cuando era niño, siempre había sido un
fan de los cómics y amaba el viejo programa de televisión Star
Trek2. Pero nunca en su vida podría haber imaginado algo como
esto.
«¡Diablos!» Tenía un verdadero platillo volador en vivo y
en directo en su patio trasero.
Gavin comenzó a caminar alrededor de la nave, sus ojos
bien abiertos por si cualquier cosa pequeña y verde pudiera
saltarle encima, mientras su mente corría por todos los posibles
escenarios de lo que pudiera haber derribado la nave.
Obviamente, lo que hizo estrellar una nave de este tamaño tuvo
que haber sido algo grande y poderoso. Empezó a examinar la
nave de más cerca, esta vez buscando inconsistencias en el
casco. A mitad de camino alrededor, finalmente vio algo que no
se veía bien.
Había un agujero de buen tamaño en el costado de la
nave, dejando el cableado interno expuesto al exterior. La zona
que rodeaba el agujero se veía chamuscada. Alguien, o algo,
había derribado esta nave.
Y lo que haya sido podría venir en busca de lo que
quedaba.
«Maldición». Lo último que necesitaba Gavin era a un
puñado de funcionarios gubernamentales y científicos
descendiendo en su pequeña y humilde granja, destruyendo
todo por cuanto su padre y abuelo habían trabajado tan duro en
construir, todo por cuanto ahora Gavin se pasaba la vida
tratando de mantener en buenas condiciones. Después de su
último periodo de servicio en Afganistán, había vuelto a casa
2
En Latinoamérica se comercializó con el nombre de “Viaje a las Estrellas”.
para cuidar de su padre enfermo y hacerse cargo de la arruinada
granja. Después de que su padre murió, toda la responsabilidad
de la granja había caído sobre sus hombros, una carga que había
aceptado de buena gana. Le había costado años a Gavin tener
este lugar de nuevo en funcionamiento.
La sangre, el sudor y las lágrimas de tres generaciones de
hombres Howard habían empapado el suelo bajo sus pies, y
Gavin sería un mal nacido si dejaba que un montón de peces
gordos chiflados entraran y arruinaran todo por lo que habían
trabajado.
«Bueno, ¡mierda!» Gavin necesitaba deshacerse de la
nave, y necesitaba hacerlo muy rápido. Pero ¿dónde? ¿Y cómo
encender la maldita cosa para poder mover la nave de forma
segura?
Acababa de dar dos pasos más cerca de los humeantes
restos cuando oyó un suave sonido a su derecha.
Se quedó inmóvil, tratando de bloquear los sonidos de la
dañada nave frente a él, y escuchó atentamente. «¡Ahí
está!» Pudo oír el extraño sonido de nuevo. Alguien, o algo, se
quejaba.
Miró a la izquierda de los restos, cerca de lo que suponía
era la parte delantera, ya que era la zona más profunda que se
enterró en la tierra durante el accidente y vio la última cosa que
había estado esperando ver.
Un pequeño cuerpo permanecía quieto y quebrado, como
a un metro de la nave.
—¡Joder! —Gavin dejó caer la escopeta y corrió hacia la
inmóvil forma, con la linterna para iluminar el camino. Se
arrodilló junto al cuerpo, iluminando lo que podía, sin saber
dónde tocar por temor a dañar al ser aún más. El herido estaba
de bruces en el suelo, largo y rizado cabello rubio, casi blanco,
caía sobre un cuerpo delgado y pequeño cubierto por lo que
parecía ser un plateado traje bio-luminiscente de algún tipo.
Hombre o mujer —no podía decirlo—, pero quien fuera la
persona, necesitaba ayuda con urgencia.
Pero ¿qué podía hacer? Gavin miró a su alrededor otra
vez, pero nadie estaba allí para decirle cómo ayudarle a una
persona herida —¿o alien?— quien aparentemente había salido
de la nave espacial. Pero no podía simplemente dejarlo ahí.
Como soldado, la idea de no dejar a un hombre atrás se había
perforado en él.
Dudó cuando llegó a tocar a la persona acostada frente a
él. ¿Qué debía hacer? Su mente le gritaba no involucrarse y
dejar a este, eh… alien, suponía, a su suerte. Sin embargo, el
corazón y el orgullo de Gavin, se negaban a dejar que se alejara
de alguien tan necesitado de ayuda.
No era normalmente el tipo de hombre que se
involucraba. Generalmente, mantenía la cabeza gacha y sus
opiniones para sí mismo, a pesar de su siempre presente anhelo
de compañía. Como hombre gay viviendo en un pequeño pueblo
cerca de Oklahoma, se había acostumbrado a estar solo y vivir
de esa manera. La única persona a la que realmente consideraba
un buen amigo era un colega ex marine que vivía en la granja de
al lado.
Tratar con heridos —Dios, no podía creer que estaba
pensando eso— astronautas no formaba parte de su vida
cotidiana normal.
«¡Suficiente! No importa lo loca que la situación
parezca, hay aquí una pequeña persona, que está herida y
necesita que lo ayudes. Están aquí los restos humeantes de una
nave espacial en tu patio y este ser que salió de ella. Haz
cálculos. Sí, es un alien y ahora necesita de tu ayuda. Deja de
actuar como un maricón y ¡mueve el culo, soldado!»
Con cuidado de no lastimar a la persona —o… bien, el
alien, qué se supone se debía decir— Gavin dejó caer su linterna
y rodó el pequeño cuerpo lentamente, una mano sosteniendo el
cuello, la otra sosteniendo las caderas como él recordaba de su
clase de primeros auxilios en la escuela secundaria. Cogió la
linterna de nuevo, la luz hacia abajo para iluminar las
características del alien, revelando, posiblemente, la cara más
hermosa que alguna vez hubiera visto. Una ráfaga de calor
retorció en su vientre, y Gavin luchó contra el impulso de
maldecir. ¿Qué demonios le pasaba? ¡No podía estar echándole
el ojo a un alienígena lesionado! Algo tenía que estar totalmente
equivocado en todo este escenario.
«Maldita sea, sin embargo, realmente espero que este
alien sea un hombre, porque sería raro como el infierno si me
sintiera atraído por una mujer, alien o no». Haciendo a un lado
los pensamientos incongruentes, Gavin se concentró una vez
más en la forma ahí delante de él.
Una nariz delgada, aristocrática, perfectamente a juego
con unos altos pómulos y arqueadas cejas negras, extraño, ya
que el pelo era tan claro. La juvenil piel color crema parecía
suave como la seda, junto con un conjunto de deliciosos y
exuberantes labios color rosa como los que Gavin sabía que
había soñado. Joven, muy joven, probablemente de no más de
veinticinco a lo sumo, es decir, si los alienígenas contabilizaban
su edad de la misma manera que los seres humanos lo hacían.
Pero, maldita sea, este alien era hermoso. Pequeño, casi al
punto de la delicadez —el alien no podría ser más grande de
uno con setenta, y cincuenta kilos estando empapado.
El alienígena dejó escapar un gemido de dolor cuando
Gavin lo levantó en sus brazos y, por primera vez, se sintió
contento de ser un chico granjero de gran tamaño de Oklahoma.
Caminó lo más rápido que pudo sin zarandear al pequeño
alienígena, dirigiéndose hacia la casa, donde podía oír a Bo aun
ladrando. No podía dejar de hacer una mueca de dolor cuando
el extraterrestre gemía con cada zarandeo a causa de los pasos
que daba Gavin.
—Lo siento, lo siento —murmuró Gavin, cogiendo el
ritmo—. Sólo un poco más y te voy acostar en el
interior. Aguanta... —No sabía por qué seguía hablando con el
alien, ya que la pequeña cosita parecía estar inconsciente, pero
hacerlo sin duda lo hacía sentirse mejor.
Bo se reunió con Gavin en la puerta. El perro trató de
levantarse y oler al alienígena, pero una rodilla bien colocada
hizo que el perro retrocediera con enojo. El perro ladró y el alien
gimió. Gavin los calló a ambos.
—¡Ahora no, Bo! —refunfuñó, empujando al viejo chucho,
quien lo siguió, a pesar de la continua demanda de Gavin para
que el perro se quedara en el primer piso. Gavin rodó los ojos, y
luego centró su atención en el alienígena una vez más, mientras
acostaba al pequeño en su cama queen-size. No se dio cuenta
que había acostado al alien en su propia habitación, en lugar de
alguna de las otras dos habitaciones, hasta que había colocado a
la pequeña criatura en la descolorida colcha de retazos con la
que había dormido en su cama desde que era un niño.
Se encogió de hombros, «ni modo».
Luego hizo una pausa, mirando hacia abajo fijamente.
«Bueno, ¿y ahora qué?»
No sabía qué hacer. ¿Debería desvestir al alienígena? ¿O
dejar a la cosa en paz? Podía ver ahora con más luz lo que
parecía ser una larga herida en la frente del extraterrestre.
Todavía seguía sangrando lentamente, todo lo que salía de ésta
se enredaba en el precioso cabello volviendo los largos
mechones de un color obscenamente rojo. Allí parecía haber
otra herida, ésta era profunda y sangraba hacia abajo por el lado
izquierdo del alien, virando a lo largo de la caja torácica,
mojando el traje plateado.
Miró a Bo, quien se sentó a esperar cerca de la cama,
quejándose en voz baja. —Bueno, ¿alguna sugerencia? —
preguntó.
El perro solo le dio un bajo guau, y Gavin suspiró. —
Bueno, gracias amigo, pero eso no ayuda en absoluto.
Finalmente decidió que el mejor curso de acción sería
limpiar y curar las heridas del alien, y luego ocultar la nave
actualmente humeando en su patio trasero. Pensó que si el alien
estaba huyendo y que alguien le había disparado derribando su
nave, entonces no quería que esa persona siguiera al alienígena
hasta su granja. Así que curaría al extraterrestre, y luego se
encargaría de la nave. ¡Buen plan!
¿Y si el extraterrestre resultaba ser una especie de chico
malo, como un asesino en serie intergaláctico o algo así? Bueno,
Gavin se ocuparía de ese escenario más tarde. Pero, por ahora,
le daría a la pequeña cosita el beneficio de la duda.
Entrando rápidamente en su cuarto de baño, agarró el
botiquín de primeros auxilios sacándolo del gabinete y
humedeció un paño para limpiar un poco la sangre. Detuvo su
camino fuera del cuarto de baño para agarrar unas toallas para
poner debajo del alien y así evitar que la sangre manchara el
colchón, y luego se apresuró a regresar al lado de la cama con el
alien. Tenía que trabajar rápido. Cuanto antes estuviera hecho
esto, más pronto podría ir y asegurarse de que la nave estuviera
escondida hasta que el alien estuviera físicamente bien, aunque
no podía juzgar cómo estaría su estado mental. Dios, no quería
que alguien viera la nave antes de que tuviera la posibilidad de
esconder la metálica monstruosidad. Definitivamente no quería
estar en el centro de una situación tipo Roswell.
Nunca podría liberarse de esos bichos raros caza
alienígenas.
Con cuidado, limpió la herida en la frente del alienígena,
callando suavemente el quejido de dolor que se escapó de los
rosados y carnosos labios. —Está casi hecho, aguanta cariño...
casi está... listo. —Usó vendaje mariposa para cerrar la herida,
cubrió la hinchada y magullada carne con una gasa y
suavemente la fijó con una cinta médica sobre esta. Nada podía
hacer acerca del cabello del alien, sino que tendría que esperar
hasta que la pequeña cosita se sintiera mejor y lavar los largos y
hermosos cabellos. En cuanto al corte en la frente, la herida en
realidad no parecía ser tan mala como había esperado, ya que
las heridas en la cabeza tienden a sangrar mucho, pero Gavin
pensó que el corte podría necesitar unos puntos de sutura. Por
las muchas contusiones en la cabeza, Gavin sospechaba que el
alien podría tener una conmoción cerebral.
«Eso, si los alien pueden tener una conmoción…» ¡Dios,
él no quería pensar demasiado en las posibilidades de eso!
Gavin decidió que una vez que la nave estuviera oculta se
quedaría despierto y mantendría un ojo en su extraño pequeño
paciente durante toda la noche, por si acaso, y alejó el resto de
sus preocupaciones.
Estudió el traje plateado del alien, arrastrando los dedos
por el suave material brillante, preguntándose cómo en el
mundo podría quitarle esa extraña ropa. Por lo que Gavin podía
decir, no había cierres, botones perceptibles o ganchos que
sujetaran la tela brillante. «Entonces, ¿cómo se supone que voy
a conseguir quitarle el traje?» Primero trató de quitar las botas
del alien, dándose cuenta de la forma como se despegaban con
la cantidad justa de fuerza tan pronto como se estiraba el
material abrazado a la pantorrilla del alienígena. Maldita sea, se
ajustaba casi como una segunda piel en los pequeños y
perfectamente formados píes.
Al darse cuenta de que estaba admirando los pies del
alien, mientras que el pobre estaba inconsciente y sangrando en
la cama, Gavin rápidamente sacudió la cabeza y se obligó a
seguir adelante. Trabajó en quitar la otra bota, y luego se detuvo
un largo rato. Con un encogimiento de hombros y un mental,
«por qué no», Gavin se apoderó del resbaladizo material con sus
grandes manos en los hombros del extraterrestre y, poco a poco,
fue quitando la tela que se adaptaba perfectamente a la forma
del pequeño cuerpo. Maldita sea, la cosa se aferraba como una
segunda piel. Sin embargo, pudo ir quitando el traje que fue
saliendo suavemente, por el plano pecho y por los brazos,
después de tirar y jalar un poco.
El alien, completamente inconsciente, no se movió ni
emitió sonido. Gavin no sabía a ciencia cierta si eso podría ser
una buena cosa, pero la falta de movimiento sin duda hizo su
trabajo un poco más fácil. Jaló el traje más hacia abajo,
deteniéndose cuando su sentido de la decencia levantó su
cabeza. Diciendo una disculpa silenciosa por la invasión a la
privacidad del alien, Gavin rápidamente jaló hacia abajo el traje
por su cintura, por debajo de las piernas, y lo quitó.
El largo y delgado pene y las pálidas y lisas bolas,
definitivamente proclamaban al alien como un hombre. «¡Oh,
gracias a la mierda!». Fue su primer pensamiento, feliz de ver
que el alien al que había estado admirando parecía ser
humanoide y, definitivamente, un hombre. El segundo
pensamiento que pasó por su mente fue «qué bonito
espectáculo». Gavin casi gimió cuando un rayo de lujuria
atravesó su sistema y fue directamente a su propia polla.
Bo le dio otro bajo guau, y el sonido sacó a Gavin de la
neblina de lujuria que lo consumía.
«¿Qué demonios?» Sintiendo un destello de culpabilidad
por haber deseado al alien sin tener derecho a hacerlo, Gavin
levantó cuidadosamente al hombre pequeño y acomodó las
toallas debajo de él. Luego sacó la colcha de la parte inferior de
la cama y cubrió al hombre hasta la cintura, antes de llegar a
trabajar en la limpieza y vendaje del costado del alien.
Sin embargo, no pudo conseguir sacar la imagen de su
cabeza. Toda esa lisa y pálida piel. Aparte del cabello en la
cabeza del alien, no parecía haber ningún otro en el resto del
cuerpo. El pequeño alienígena parecía ser pequeño, bonito, y
absolutamente perfecto.
Gavin se maldijo silenciosamente mientras pegaba la gasa
en el costado de su paciente. No por primera vez esa noche, se
preguntó qué diablos estaba haciendo al echarle una ojeada a un
alien. El pequeño yacía inconsciente ¡por el amor de Dios! Podía
haber pasado más de un año desde que Gavin había estado con
un hombre, pero su falta de vida sexual no excusaba su furiosa
libido.
Reuniendo toda la fuerza que reinaba en sí mismo, Gavin
acomodó la manta hasta el pecho del alien antes de girar y salir
rápidamente de la habitación. Una mirada al reloj de alarma en
la mesilla de noche mientras se deslizaba fuera de la habitación
le hizo maldecir y darse prisa en ir hacia las escaleras. Tenía que
ocultar la nave antes de que uno de sus vecinos viera el humo de
los restos. Bo lo siguió escaleras abajo, y luego se detuvo en la
puerta de atrás.
—Cuida de nuestro huésped hasta que yo vuelva, chico,
¿de acuerdo? ―Gavin le preguntó; el tono de su voz, transmitía
una orden en lugar de una petición. Bo ladró una vez, dio la
vuelta y corrió hacia las escaleras. Gavin sonrió. Maldita sea,
inteligente ni siquiera empezaba a describir a su perro.
Le dio un anhelante vistazo por última vez a las escaleras,
y luego se obligó a dar la vuelta y dirigirse al establo para
conseguir el tractor. Tenía trabajo que hacer, y lo último que
necesitaba hacer era concentrarse en el bonito y pequeño alien
oculto a salvo en su cama.
La cabeza del Príncipe Mi'Kel Ta'Rulen estaba a punto de
estallar. Apretando los ojos ya cerrados con más fuerza, trató y
no pudo conseguir tener su dolor de cabeza bajo control. Le
dolía el cuerpo de una manera que nunca había experimentado
antes, y parecía estar muy frío.
¿Qué era lo que él y su hermano mayor, No'Lan, se
habían metido la última noche? O más importante, ¿qué habían
estado bebiendo que lo hacía sentirse como si su cerebro
pudiera estar tratando de abrirse camino fuera de su cráneo?
Tirando de las mantas más arriba, trató de volver a
dormir. Toch'La, su criado durante los últimos cinco años desde
que había llegado a su mayoría de edad, vendría en cualquier
momento para despertarlo para su baño, y Mi'Kel quería dormir
tanto como pudiera antes de tener que enfrentar a su padre y a
su hermano en la mesa del desayuno. Hoy sería un día entero de
planificación y conspiración para tratar de salvar a su
moribunda especie y a su moribundo planeta, Zinoa. La
estúpida guerra con el planeta vecino, Vulmia, le había costado
al pueblo de Zinoa demasiado. Ahora que la guerra había
terminado, los Zinoans emergieron como los desafortunados
ganadores, dejando a todos los que quedaban recogiendo los
escombros y tratando de reconstruir sus destrozados mundos de
origen.
Mi'Kel estaba empezando a sentir como si estuvieran
peleando otra batalla perdida.
Oyó que algo entraba en la habitación, y pensó que el
ruido provenía de Toch'La, viniendo a buscarlo para el
desayuno. Abrió la boca, y estando a punto de hablar para pedir
sólo un poco más de tiempo para dormir, algún tipo de aviso
interno le hizo contenerse y escuchar con más atención.
Inclinando ligeramente la cabeza hacia el ruido, Mi'Kel frunció
el ceño en confusión.
Eso no sonaba como Toch'La. Su criado caminaba con un
suave deslizamiento y modales. Lo que acababa de entrar en la
habitación golpeó suavemente y parecía marchar de manera
inusual. Y el recién llegado parecía estar «¿Jadeando...?»
Eso no podía ser correcto, ¿verdad?
Mi'Kel se congeló cuando la cosa se acercó, hasta que
pudo detectar un olor ligeramente agrio que le hizo dar ganas de
vomitar, mientras respiraba bocanadas de aire en su cara.
Vacilante, con el corazón latiendo rápido, Mi'Kel abrió los ojos y
se encontró mirando la boca de una enorme bestia.
Gritó como el jovencito que siempre mantenía insistiendo
a su familia que ya no era, Mi'Kel se alejó de la bestia moteada
de negro y gris corriéndose hacia la cabecera de la cama, en
donde se encontraba acostado. Un pequeño pellizco a su
costado lo hizo hacer una mueca de dolor, pero ignoró el dolor a
favor de continuar gritando. No fue sino hasta que consiguió
estar más lejos de la criatura que se dio cuenta que no parecía
estar en su propia cama.
De hecho, ¡no parecía estar ni siquiera en su propia
habitación!
La habitación donde se encontraba parecía estar
decorada en tonos azules y blancos, no los patrones de color
canela y verde de su dormitorio en el palacio. El mobiliario
parecía grande y pesado, una especie de madera oscura con la
cual no estaba familiarizado, y una alfombra de color gris y azul
cubriendo un piso de madera desgastado y descolorido. Esta no
era su casa, echó un vistazo afuera por la ventana en el lado
opuesto de la habitación. ¿Dónde estaba el cielo de color
púrpura y gris que había llegado a amar?
El cielo en Zinoa no era azul.
«¿Dónde estoy?»
Mi'Kel no tuvo más tiempo para preguntarse, porque la
bestia eligió ese momento para saltar a la cama y dejó escapar
una carga, un sonido agudo. Mi'Kel gritó otra vez, y trató de
tirar las cobijas a su cuerpo desnudo y vulnerable. Ni siquiera
tuvo tiempo para preguntarse por qué había estado durmiendo
desnudo, y no en una bata de dormir, cuando un destello de
dolor en su costado le hizo jadear, gemir y luego empezó a
dolerle. Presionando su mano en el área, llevó su brazo de
nuevo hacia él para ver su mano manchada de sangre.
«Oh dioses, ¿me estoy muriendo?»
Mantuvo una mano apretada a su costado para tratar de
detener la sangre, y se acurrucó empequeñeciéndose lo que más
pudo, cerca de la cabecera, encogiéndose cada vez que la bestia
se acercaba más, aun haciendo esos ruidos fuertes. Sin duda, la
bestia podía oler su sangre y el ataque sería inminente. Estaría
muerto antes de que se enterara cómo fue que llegó a estar en
este extraño lugar.
Entonces, la cosa más maravillosa ocurrió. Un enorme
hombre irrumpió en la habitación, piel bronceada brillando en
contraste con su cabello castaño, viendo la escena delante de él.
Le dijo algo a la bestia, que sonó como a “ba-ga-ge don”,
mientras le hacía un gesto con la mano y, sorprendentemente,
¡la bestia se bajó de la cama y se escabulló fuera de la
habitación!
Mi'Kel rápidamente se tomó un momento para
memorizar las palabras extrañas. Tendría que recordarlas si la
bestia trataba de atacarlo de nuevo. De repente, el hombre
volvió su atención hacia él, y Mi'Kel jadeó de nuevo, pero esta
vez la reacción no fue de dolor.
Nunca había visto unos ojos de ese color antes. De un
profundo y oscuro marrón como la tierra recién removida con
reflejos verdosos alrededor del iris. Contenían una bondad
interior, a la vez que revelaban fortaleza. Mi'Kel se encontró
impotente ante su atractivo. La cara que contenía esos ojos era
igualmente muy atractiva, con pómulos altos, labios carnosos,
nariz orgullosa, y una mandíbula fuerte cubierta de la sombra
de la madrugada. Fuerte. El hombre parecía ser obviamente
fuerte, y los contornos de su cuerpo, parecían tener músculos
largos y continuos, desde la cabeza hasta los pies.
Su cabello había sido cortado, mucho más corto que
cualquiera que Mi'Kel hubiera visto alguna vez. La mayoría de la
gente en Zinoa tenía el pelo largo puesto que el pelo largo se
consideraba un signo de distinción. Los pocos miembros de la
clase baja cortaban su propio pelo para mantenerlo limpio y
fácil de manejar. La mayoría de los nobles tenían el pelo largo, y
su padre, el rey Ju'Nali, tenía el cabello casi hasta los pies, que
llevaba en una única larga trenza, por su espalda.
Este hombre tenía el pelo corto, pero Mi'Kel no creía que
el pelo corto de este hombre significara que era un ciudadano de
clase baja. Su corte de pelo tenía un aspecto similar a los cortes
reglamentarios para los soldados en su mundo.
«Este hombre es un guerrero de algún tipo», se dio
cuenta Mi'Kel. Debía ser un hombre poderoso por derecho
propio, sobre todo porque él había sido capaz de controlar a la
bestia como lo había hecho.
Mi'Kel se encontró extasiado. Si no hubiera sido por la
grave situación en que se encontraba, hubiera pensado que
podría estar enamorado del hombre delante de él, justo después
de haberlo conocido. Todo lo que había querido en una pareja
brillaba en los ojos marrones del guerrero. Su corazón se aceleró
y le sudaban las manos. Un temblor nervioso sacudió el interior
de su vientre, y sabía que de un momento a otro podría
ruborizarse. Mi'Kel trató de decirse a sí mismo que no se sentía
de esa manera con respecto a este misterioso hombre, pero su
cuerpo y al parecer una pequeña porción de su corazón no lo
escucharon. No había nada que pudiera hacer con esos
sentimientos; los Zinoans siempre sabían el momento en que se
encontraban con su alma gemela, y Mi'Kel tenía la sospecha de
que podría estar mirando a los ojos de la suya.
«Por supuesto, la única manera de estar seguro es tener
intimidad con él, y no importa cuánto me gustaría, pero
probablemente ahora no es el momento...» Mi'Kel resopló
desalentado. Maldijo sus anhelos de todos modos inapropiados.
Su polla comenzó a subir, y Mi'Kel luchó contra el
impulso de ruborizarse. Su cuerpo parecía impotente ante las
reacciones que este enorme hombre delante de él le provocaba,
así quisiera su polla o no.
No es que le importara, pero mantener su lujuria bajo
control iba a ser primordial, hasta que descubriera exactamente
dónde y cómo había llegado a estar aquí.
El hombre le dijo algo, el idioma era extraño y ajeno a
Mi'Kel, pero también era similar, como si hubiera oído la
cadencia extraña en alguna parte antes. Frustrado, Mi'Kel alzó
su mano hacia atrás y golpeó el dispositivo de traducción
universal implantado detrás de su oreja, pero no pasó nada.
«¿Por qué no está funcionando el dispositivo?» El hombre
pareció darse cuenta de su confusión, y lo intentó de nuevo,
diciendo otra cosa de una manera diferente, y más familiar.
Cuando se hizo evidente que Mi'Kel aún no podía entenderlo, el
hombre suspiró, frunciendo el ceño, y se pasó una mano por el
pelo grueso y corto.
Mi'Kel observó el movimiento, extasiado.
Decidió que tenía que hacer algún tipo de esfuerzo para
comunicarse con el hombre grande, aunque sólo fuera para
demostrarle que era inofensivo y que no iba a intentar alguna
cosa.
—Soy el príncipe Mi'Kel Ta'Rulen de Zinoa. Gusto en
conocerte, guerrero. —Sonrió, sus nervios hicieron su movida
un poco inestable, pero tenía que actuar determinado para no
mostrar cuán intimidado realmente se sentía. Él era un
príncipe, después de todo. Tenía que ganarse cierto respeto.
Gracias por salvarme de la bestia dijo en su propia lengua,
juntando las palmas delante de él, y haciendo una reverencia de
manera formal como lo hacía su pueblo.
Mirando hacia arriba, pudo ver que el hombre parecía
aún más confundido ahora de lo que había estado antes.
Aunque copió la reverencia, aparentemente dándose cuenta que
el movimiento era la manera establecida en que Mi'Kel
saludaba, la forma en que hizo la reverencia lo hizo verse torpe y
vacilante, y rápidamente se hizo evidente que el enorme hombre
nunca había hecho algo como una reverencia antes. Qué
extraño. ¿Acaso los habitantes de este planeta no tenían
realeza?
Para ahora Mi'Kel estaba seguro de que no estaba en su
planeta en absoluto, sino en un lugar totalmente diferente.
«Pero ¿dónde? ¿Y cómo fue que llegué hasta aquí?»
Pensando con todas sus fuerzas, se acordó de haber
dejado Zinoa para buscar un planeta que mantuviera las plantas
y los animales con vida, por lo que podría tomar los
conocimientos de cultivar la tierra y llevar esa información vital
de regreso a su pueblo. Recordó haber encontrado un planeta
con las especificaciones correctas que había estado buscando, y
se acordó de estar en su nave, viajando por grandes zonas llenas
de plantas y árboles verdes. Este nuevo mundo se veía tan
diferente a su planeta, ya que muy poco verde se podía
encontrar allí ahora, y Mi'Kel había sentido una oleada de
esperanza de que tal vez su loco plan realmente sería fructífero.
¿Habría aterrizado en el planeta, entonces? Recordó un fuerte
ruido, la nave estremeciéndose y las alarmas auxiliares
parpadeando cuando algo se estrelló contra el casco exterior. Se
encontró a sí mismo realizando maniobras evasivas, y debió de
haberse estrellado, porque lo último que recordaba era haber
visto la tierra corriendo hacia él justo antes de sentir un destello
de dolor.
Sólo el recuerdo del accidente envió un disparo de dolor a
través de él, y Mi'Kel no pudo contener el jadeo de asombro que
se le escapaba mientras su cabeza palpitaba. Sintió que algo
húmedo lentamente corría por su costado. Gimió y presionó la
mano de nuevo en su costado, mirando con horror cómo la
sangre brotaba lentamente a través de las vendas y una pequeña
gota se deslizaba a través de sus dedos.
De repente, el hombre se movió a su lado, tan rápido y
silenciosamente que Mi'Kel ni siquiera había oído que se
moviera. Con dedos suaves que enmascaraban su evidente
fuerza, el desconocido quitó la mano ensangrentada de Mi'Kel y
con cuidado palpó la herida en su costado. Mi'Kel hizo todo lo
posible para contener sus gemidos mientras un doloroso
hormigueo hacía eco en la herida, pero un pequeño sonido
escapó a pesar de sus mejores esfuerzos.
El hombre lo tranquilizó, murmurándole en voz baja, en
su profunda voz, antes de llegar a la mesita de noche y agarrar
un pedazo de tela suave y esponjosa, sosteniendo la tela limpia
sobre la gasa empapada, y aplicando presión suficiente como
para que Mi'Kel gruñera.
El hombre más grande dijo algo pero, una vez más, las
palabras eran un completo galimatías para Mi'Kel. Cuando el
guerrero se dio cuenta de que Mi'Kel parecía confundido, el
hombre con suavidad cogió su mano y la apretó con fuerza
sobre la tela. El hombre dijo algo más, lo mismo que antes, y
luego, lentamente se alejó de la cama. Mi'Kel lo miraba con los
ojos muy abiertos, mientras el hombre se acercaba a un lado de
la habitación y pasaba a través de otra puerta. Mi'Kel sólo tuvo
que esperar unos instantes antes de que el guerrero volviera,
esta vez llevando una caja grande de color rojo y blanco.
Mi'Kel se deslizó de nuevo en el temor, cuando el hombre
dejó la caja a su lado en la cama. El guerrero se congeló de
inmediato, hablando en voz baja en su propio idioma,
obviamente, tratando de transmitir una sensación de paz y
cuidado para su ignorante paciente.
Mi'Kel lo miró durante un buen rato, observándolo
mientras mantenía las manos en su costado y la mirada seria en
esos profundos ojos marrones. Muy lentamente, asintió con la
cabeza, y el guerrero de ojos oscuros le regaló una amplia
sonrisa mientras abría cuidadosamente la caja, dándole la
vuelta para mostrarle el contenido a Mi'Kel, probablemente en
un intento de aliviar su miedo.
Gasas, pequeñas píldoras, cinta médica, y vendas
llenaban la caja, y Mi'kel volvió a relajarse. El hombre había
traído la caja para tratar su herida. Aunque primitivo, Mi'Kel
pensó que podría haber equipo médico suficientemente para
simplemente vendar su costado de nuevo. Si tan sólo él tuviera
su propia caja médica, tenía en el interior un sellador
instantáneo que cerraría la herida de inmediato.
Pero ese equipo estaba encerrado en su nave, y Mi'Kel no
tenía ni idea de dónde podría estar su nave o incluso si todavía
estaba alrededor donde pudiera encontrarla.
El guerrero hizo señas para que Mi'Kel dejara de
presionar el paño contra su costado y, una vez que Mi'Kel lo
hizo, el hombre se inclinó hacia adelante y quitó las vendas
empapadas. La herida no parecía tan grande o terrible como
Mi'Kel había pensado originalmente. Estaba parcialmente
cerrada ya, a pesar de que probablemente se la había vuelto a
abrir en su intento de escapar de la bestia. El guerrero se
inclinó, colocando varias pequeñas piezas dobladas de gasa en
el costado de Mi'Kel. Le indicó a Mi'Kel que las sostuviera como
lo había hecho antes, mientras que él comenzaba a envolver
largas tiras de cinta médica alrededor de su cintura.
Mi'Kel luchó contra el gemido que trataba de liberarse,
mientras los cálidos brazos del hombre estaban envueltos
alrededor de su cintura. Beber el olor almizclado del guerrero
envió su cabeza en espiral. «Santa diosa, él huele bien». Como a
hombre, sudor y, extrañamente, aunque pareciera mentira, a
tierra fresca o mantillo3. El olor le hizo agua la boca a Mi'Kel y,
para su horror, su polla lo notó y una vez más hizo un intento de
levantarse de su estado de sueño.
Su rostro se calentó, y Mi'Kel luchó contra el impulso de
retorcerse cuando los brazos del hombre, una vez más, rozaron
sus costados, lo que le hizo temblar. El guerrero se empujó un
poco hacia atrás, con una mirada inquisitiva en sus ojos
oscuros, y Mi'Kel se encontró mirando los ojos de uno de los
hombres más hermosos que jamás había visto en su vida. Esos
ojos marrones jalaban hacia ellos reflejos verdosos, como
fragmentos de piedras preciosas, adicionándole luz interior a los
mismos.
Incapaz de contenerse, Mi'Kel se inclinó hacia delante lo
suficiente para que sus narices se frotaran en una caricia íntima
y dulce. Quería besar esos labios carnosos, pero no quería
meterse donde no había sido llamado. Empujándose hacia
atrás, notó el rubor que cubría las mejillas color canela del
hombre, y se rio suavemente ante la vista poco probable.
«¿Quién iba a saber que un guerrero tan fuerte tendría
una reacción tan encantadora?»
3
El mantillo es un material orgánico que se utiliza para preservar la humedad en las plantas mientras
crecen.
Mi'Kel se recostó sobre las almohadas en la parte
superior de la cama, sintiéndose de pronto agotado. El hombre
frotó ligeramente con un dedo su mejilla, y luego se levantó de
la cama, tirando de las mantas hasta el pecho de Mi'Kel,
acariciándolas como si dijera: "quédate, duerme".
Mi'Kel suspiró y cerró los ojos, relajándose bajo las
mantas. Las sábanas olían como el hombre, se dio cuenta
cuando ya estaba medio dormido. Oyó que el hombre arrastraba
los pies alrededor, quitando la caja de la cama y luego
tranquilamente caminó fuera de la habitación. Mi'Kel relajó su
cuerpo, y luego se enfocó en su propia mente, iniciando el
procedimiento de reinicio del dispositivo de traducción detrás
de su oreja.
Dormiría mientras el dispositivo se reparaba a sí mismo
y, cuando se despertara, sería capaz de entender lo que el
hombre tenía que decir. Quizás después podría averiguar qué
podía hacer ahora que probablemente tendría que quedarse
varado en este extraño planeta por un tiempo.
«Y tal vez pueda averiguar en dónde está mi nave».
Gavin se quejó, frotándose la parte posterior de su cuello
mientras avanzaba por la escalera, en dirección a su dormitorio
y a su "huésped".
Hombre, incluso sus huesos dolían. Había tardado casi
cuatro horas en limpiar el desastre dejado atrás por la nave
espacial que se estrelló en su maizal. Gracias a Dios, que había
sido capaz de labrar la tierra por encima y alrededor del lugar
del accidente, rellenando los surcos que se habían excavado en
la tierra y haciendo que la zona se viera casi normal. Tuvo la
suerte de que la mayoría de la cosecha había terminado y todo
lo que había quedado en el campo eran solo hojas secas de maíz.
Ahora que el campo había sido arado, las hojas y las cáscaras
dejadas estaban listas para convertirse en abono y no había
absolutamente ninguna evidencia de que alguna cosa fuera de lo
común hubiera estado en el lugar.
Con la nave espacial y todos los pedazos rotos de dicha
nave escondidos en la parte posterior más alejada de su granero,
lejos de miradas indiscretas, y el campo finalmente atendido,
Gavin se sintió un poco más confiado en su capacidad para
hacer frente a esta extraña situación.
Alguien tenía que venir en busca de la nave y sus
ocupantes, muy probablemente quien disparó contra la nave en
primer lugar. Gavin quería ser capaz de afirmar que no tenía ni
idea de nada que proviniera del espacio exterior, sintiendo un
indescriptible impulso por proteger al pequeño alien, y el papá
de Gavin siempre le había dicho que confiara en sus instintos.
Con sólo recordar esos ojazos plateados que lo miraban
fijamente, los casi blancos rizos rubios en desorden, los
exuberantes labios rosados, y lo sorprendido que estaba cuando
el pequeño alienígena lo miró por primera vez, causó que la
polla de Gavin se endureciera, y se detuvo en la parte superior
de la escalera, luchando por recuperar el control. Gimió de
nuevo, pero esta vez por una razón completamente diferente.
«Maldición». El delicado extraterrestre era
positivamente el hombre más bonito en el que Gavin había
tenido el placer de poner sus ojos. Cada vez que había tenido
miedo y confusión tomó todo de Gavin para no sostener al
pequeño hombre entre sus brazos y calmar al muy nervioso
pequeñito. Gavin había pensado que había perdido esa clase de
sentimientos incentivado por su estancia en los marines, donde
tuvo que ver algunas cosas que nadie tiene porqué. La guerra
cambia a un hombre y no siempre para mejor.
Sin embargo, el alien atrajo de nuevo todos esos
sentimientos hacia él, como cuando Gavin siendo un niño,
encontró una paloma con un ala rota. Y en lugar de poner fin a
su miseria como uno de los peones le había sugerido, Gavin le
entablilló el ala y la cuidó hasta que recobró de nuevo la salud.
Mientras crecía, siempre llevaba a casa animales heridos
o perdidos, tantos que su mamá y papá se sentían muy
frustrados.
Se rio para sus adentros. «¿Por qué no un alien
también?»
Tomando una profunda respiración, Gavin se detuvo en
la puerta de la habitación por un momento, escuchando con
atención. Cuando no oyó nada, le dio un golpe rápido pero
suave a la puerta, y luego la abrió y se metió en su habitación.
Bo yacía en el suelo cerca de la cama. Levantó un poco la
cabeza cuando su amo entró en la habitación y le dio un bajo
guau. Gavin le frunció el ceño a la estúpida bestia,
preguntándose cómo había entrado el perro en la habitación
estando cerrada la puerta. Después de que el chucho había
asustado al pequeño extraterrestre de forma tan alarmante,
Gavin se había asegurado de cerrar la puerta antes de salir a
arar el campo. No quería que Bo asustara al pequeño hombre de
nuevo.
Suspirando, Gavin sacudió la cabeza. Para nada le
sorprendería si Bo simplemente había abierto la puerta,
entrando directamente en la habitación, el perro siempre había
sido demasiado inteligente para su propio bien. Gavin estaba
casi seguro de que el chucho probablemente podría alimentarse
por sí mismo e incluso conseguir sus propias golosinas si quería,
solo mantenía a Gavin alrededor para que lo hiciera todo por él,
para que el humano se sintiera útil y tal vez por el hecho de que
la torpe bestia no tenía pulgares oponibles. Llevando su mano
hacia abajo, Gavin le dio una rápida rascada en la cabeza antes
de volver su atención al ser en su cama.
La vista ante él le robó el aliento y una oleada de deseo lo
atravesó.
El pequeño extraterrestre de algún modo había logrado
quitarse de encima gran parte de las cobijas mientras dormía,
dejándolas enrolladas alrededor de sus muslos, revelando una
gran extensión de piel suave y pálida desde el hombro hasta
justo por debajo de las caderas para que Gavin la devorara con
ojos hambrientos. Tendido de espaldas, el alien había quedado
completamente expuesto, sus pezones erguidos de color rosa
sólo pedían a gritos ser chupados y torturados hasta volverse
rojos e hinchados, y su vientre pálido, mostraba una
sorprendente cantidad de definición. Esa larga y delgada polla
enrojecida, descansaba completamente en la ingle sin vello del
extraterrestre, las bolas que colgaban muy suavemente por
debajo, eran de un oscuro color rosa. Su luminoso pelo rubio,
descansaba extendido sobre las almohadas, y esos exuberantes
labios soltaron un suspiro mientras el pequeño extraterrestre se
volteaba sobre su estómago, aún dormido. Gavin casi se dejó
caer de rodillas, cuando la redonda pequeña burbuja de su culo
quedó al descubierto, con las piernas separadas lo suficiente
como para insinuar el pequeño frunce color rosa escondido
entre sus cremosas nalgas blancas.
Gavin tuvo que utilizar cada onza de control que poseía
para no sumergirse entre estas y tratar de robar un poco de ese
paraíso escondido. No podía dejar de preguntarse a qué sabría
el pequeño extraterrestre. «¿Sería almizclado y oscuro? ¿O
salado y algo dulce?» La polla de Gavin se endureció
dolorosamente ante el pensamiento, tanto que tuvo que
agacharse para acomodarse mientras soltaba un gemido. El
líquido preseminal ya empapaba el interior de sus calzoncillos y
Gavin se obligó a retirar la mano de su polla. Lo último que
necesitaba era que el pequeño alien se despertara y encontrara a
Gavin de pie junto a él, acariciándose a sí mismo. El pobre
probablemente "llamaría a casa" antes de que Gavin, incluso
tuviera la oportunidad de explicarse.
Pero era demasiada la maldita tentación de seguir
frotando hasta que Gavin encontrara su liberación y su crema
inundara sus calzoncillos. El pequeño alien ni siquiera tenía por
qué estar despierto, sólo tenía que quedarse allí y dejar que
Gavin lo mirara durante un rato.
Y eso lo hizo sentirse como un completo pervertido.
Lo único que le impedía a Gavin hacer alguna cosa y todo
lo que su imaginación cachonda e hiperactiva le rogaba que
hiciera, fue ver el vendaje blanco en el costado del pequeño
hombre, y el vendaje mariposa sobre el corte en la frente, que de
otro modo sería indemne. Primero lo primero, necesitaba ver si
el alien quería un poco de comida. Después de eso, sin duda un
baño seguiría.
Su mamá siempre decía que a veces todo lo que se
necesitaba era un largo baño en la bañera para sentirse limpio y
humano de nuevo. Gavin esperaba que eso se aplicara a los
alienígenas también.
«Bueno, no la parte humana, tal vez...»
Con ese pensamiento en mente, Gavin comprobó al alien
una vez más antes de obligarse a salir de la habitación y tomar
de nuevo las escaleras dirigiéndose hacia la cocina para
preparar algo de comida, silbándole a Bo para que lo siguiera.
No podría ser un chef de clase mundial en la cocina ni
nada, pero después de vivir solo por un buen número de años,
Gavin había aprendido lo suficiente para no envenenarse.
Además, podía revolver los huevos como el mejor de ellos. No
estaba seguro de lo que el alien quisiera comer, o incluso qué
podía comer, pero Gavin imaginó que algo suave para su
estómago sería lo más adecuado. Ex marine o no, Gavin nunca
limpiaría el vómito de un alien.
De repente le llegó la imagen a su mente de la escena de
El exorcista, donde la niña arrojó el vómito de color verde
brillante y se estremeció. Sí, no había ni una jodida manera de
que fuera a limpiar esa clase de desastre.
«¡Qué asco!»
Vagando por la cocina, Gavin se puso a batir unos huevos
y metió unas tostadas en la tostadora. Decidió arrojar algo de
tocino en una sartén dejándolo cocinar por un rato. Después de
todo, el alien podría estar muy hambriento y se comería el
tocino, si no, Gavin se lo comería todo él mismo... nunca habría
una buena razón para rechazar el tocino en su opinión. No sabía
cómo los vegetarianos podían vivir sin estas delicias saladas y
carnosas.
Silbando una antigua tonada de Waylon Jennings4
mientras trabajaba, Gavin sonrió cuando Bo comenzó a gemir
en voz baja cuando el olor del tocino y los huevos llenaron la
habitación.
¿Hola?
4
Waylon Arnold Jennings (15 de Junio de 1937 – 13 de Febrero de 2002) fue un cantante
estadounidense de música country. Jennings (nacido en Littlefield, Texas) hijo de Lorene Beatrice Shipley
y William Alvin Jennings, a los 8 años de edad, su padre le enseñó a tocar la guitarra y dos años después
formó su primera banda. Durante su adolescencia trabajó en diversas ocupaciones, dejando el colegio
para perseguir su carrera como músico; fue en ese periodo cuando conoció a Buddy Holly, quien
también tenía como referencias musicales a los Mayfield Brothers de West Texas, Smokey Mayfield,
Herbert Mayfield, y Edd Mayfield.
La noche del 3 de febrero de 1959, el avión donde iban, Buddy Holly, Ritchie Valens, y J.P. Richardson
(alias The Big Bopper) se estrelló en las afueras de Mason City (Iowa), muriendo todos los pasajeros.
Años después del trágico accidente admitió que se sintió terriblemente culpable por lo sucedido ya que
momentos después de entregar su asiento Holly le dijo a modo de broma "espero que tu autobús se
estropee" a lo que él respondió: "pues entonces espero que tu avión se estrelle".
Hola Gav, es Mark respondió una profunda y ronca
voz.
Gavin sonrió, reclinándose contra la pared para hablar
con su viejo amigo de los Marines, que también pasó a ser su
vecino y mejor amigo. Eh, hombre, ¿cómo te va allí?
¿Conseguiste tener todos tus cultivos recogidos? El canal del
clima dijo que las cosas iban a empezar a estar muy frías a partir
de la próxima semana. Se habían conocido cuando tenían
dieciocho años y el primero en unirse, gravitó hacia el otro, ya
que compartían muchas cosas en común: ambos provenían de
pueblos pequeños, ambos habían perdido a sus mamás muy
jóvenes y, lo más importante, ambos eran homosexuales.
Después de que su última misión estuvo concluida, Mark
simplemente había seguido a casa a Gavin, ayudándole a
trabajar en la granja después de que su padre murió hasta que el
otro había ahorrado suficiente dinero como para comprar una
pequeña granja propia. Había parecido intervención divina
cuando la granja de al lado había sido puesta a la venta. Ahora
los dos eran vecinos, y Gavin se sentía muy afortunado de tener
a su mejor amigo a una llamada telefónica y a cinco kilómetros
de distancia en cualquier momento que necesitara de su ayuda.
¿DTU?
5
APHIS es una agencia del Departamento de Agricultura de los EE.UU. responsable de la protección de
la salud animal, el bienestar animal y la sanidad vegetal. APHIS es el organismo principal que colabora
con otros organismos para proteger la agricultura en EE.UU. contra las plagas y enfermedades
invasivas. APHIS es la Autoridad Nacional de Protección Fitosanitaria del gobierno de los EE.UU., y Jefe
de Servicios Veterinarios de los Estados Unidos.
Lo siento, ¿señor? El representante del dúo,
Smithson, preguntó.
6
El Cuerpo de Marines de los Estados Unidos (United States Marine Corps, abreviado USMC) es una
rama de lasFuerzas Armadas de los Estados Unidos responsable de proporcionar proyección de
fuerza desde el mar, usando la movilidad de la Marina de los Estados Unidos para desplegar
rápidamente fuerzas de armas combinadas. En la estructura de liderazgo civil del ejército de los Estados
Unidos, el Cuerpo de Marines es un componente de la Armada a menudo trabajan en estrecha
colaboración con la Armada. Sin embargo, en el ejército la estructura de liderazgo del Cuerpo de
Marines es una rama separada.
«Maldición. Al parecer, el señor Silencioso es el
inteligente de la pareja. ¡Mierda! ¡Tengo que pensar rápido!»
7
Las siglas en inglés significan Shitt outta luck, que traduce: “con suerte estaría completamente
jodido”, pero como no se encontró una correspondencia para las siglas en español se deja como en el
escrito original.
Mi'Kel empujó su caído largo cabello blanco fuera de su
cara, sus ojos como plata fundida sonriéndole a Gavin.
Gracias dijo en voz baja, un ligero rubor corrió por sus
mejillas. Parece como si siempre tuvieras que rescatarme de
alguna manera.
Gavin se encogió de hombros, su rostro calentándose
mientras trataba de ignorar los efectos que el pequeño alien
tenía en su cuerpo. No me importa respondió él en voz
baja, mirando a esos exuberantes labios rosas pidiendo que los
probara. Casi gimió en voz alta cuando una lengua rosada salió
para humedecerlos.
8
La expresión usada por la autora es safety boy, chico seguro, lo que significa que es un hombre gay
que siempre usa protección.
Pasó las manos sobre el pecho de Mi'Kel en un suave masaje,
calmando al hombre más pequeño hasta que finalmente sus
caderas se apoyaron contra las almohadas del culo de Mi'Kel y
su polla estuvo completamente apretada como en un puño, en
palpitante calor.
Mi'Kel gimió en voz alta, y Gavin se obligó a no moverse
para que el hombre más pequeño pudiera relajarse. Apoyándose
en sus brazos, se inclinó y colocó suaves besos por toda la cara
sudorosa de Mi'Kel.
9
Las siglas en español significan Oficial Comandante.
Gavin tomó un bocado de su filete de pollo frito, actuando
indiferente mientras masticaba y asintió.
10
Es una tienda por departamentos, con locales comerciales por todos los Estados Unidos,
especializada en productos para bebé y mujeres embarazadas. Se deja el nombre como en el original
por ser nombre propio.
tobillos y el ligero recordatorio de su alma gemela todavía
punzando en su parte trasera.
Después de que Gavin hubiera rasgado su vestido de
lunares, Mi'Kel se había decidido por uno más largo, por si
acaso se quedaban fuera hasta tarde haciendo las compras y el
clima se volvía más frío. La ligera tela de su vestido hasta los
tobillos permitía que la brisa de principios de otoño fluyera, lo
cual era bueno ya que los sofocos provocados por su embarazo
lo estaban matando. Con su cabello recogido y el luminoso
maquillaje en su rostro, nadie en la tienda había puesto en duda
que incluso él no pertenecía allí. Todos veían, no todos ellos
querían ver, que era una bonita y joven madre.
Nunca podrían haberse imaginado que en realidad era un
príncipe extraterrestre disfrazado cuya nave espacial se había
estrellado.
«Si mi familia me viera ahora», pensó con una risita.
Estarían sorprendidos, y su hermano No'Lan tendría un ataque.
Después de que atacara a Gavin por vestirlo de esta manera. «Y
no sólo estupefacto cuando se enteraran de que me gusta vestir
así».
El bebé pateó en el estómago cuando Mi'Kel se rio ante la
idea. Comiendo el último pedazo de su barra de chocolate,
Mi'Kel arrugó el envoltorio y lo empujó en la bolsita de basura
en su bolso, volviendo su atención a las pañaleras.
Casi de inmediato, vio la que él quería.
Azul oscura, la bolsa tenía correas móviles, por lo que
podría llevarla al hombro o como mochila. El paquete era lo
suficientemente grande para que cupiera todo lo que el bebé
pudiera necesitar, pero no demasiado grande como para que la
bolsa se convirtiera en un estorbo para Mi'Kel.
Aunque el tamaño y la funcionalidad no era lo que le
había llamado primero su atención. Lo que atrajo a Mi'Kel a la
bolsa eran las pequeñas naves espaciales por toda la parte
frontal. La visión de esas navecitas lo hizo sonreír por su oculto
significado, pero también le gustaba cómo el colorido diseño le
servía como recordatorio de la misión que aún tenía que llevar a
cabo.
La bolsa era perfecta.
Alargando la mano hacia arriba, Mi'Kel trató de jalar la
bolsa fuera del alto estante, maldiciendo en su lengua natal
cuando no la pudo alcanzar. De pie de puntillas, lo intentó de
nuevo, su pequeña lengua rosada sobresaliendo de la comisura
de su boca mientras se esforzaba por alcanzar la bolsa.
No sirvió de nada. El estúpido estante había sido fijado
demasiado alto.
«¿Dónde está mi alto compañero cuando lo necesito?»
¿Gavin?
Moviéndose en dirección al sonido de la voz de su
amante, el cuerpo de Gavin de repente ardió hasta la ebullición,
y su erección en disminución se volvió de piedra.
Mi'Kel estaba en la puerta del cuarto de baño, sus largos
rizos caían libres alrededor de su cara y hombros, delineador
negro con bordes plateados en sus ojos llenos de burlona
picardía, y su sonrisa brillaba con luces color rubí cubriendo sus
labios.
Gavin casi se tragó la lengua cuando sus ojos cayeron en
el sedoso corsé negro que llevaba su amante, y los brillantes
zapatos de tacón negro que encerraba en sus cubiertos medio
pies. Sus medias recorrían todo el camino hasta la mitad del
muslo, haciendo que se vieran más largas que una milla, y Gavin
casi gimió de dolor por la excitación al ver a los extremos una
correa de liga asomándose desde debajo del corsé de Mi'Kel. El
espectáculo en sí hubiera sido suficiente para hacer caer de
rodillas a Gavin si hubiera estado de pie. Añadiendo a todo eso
que Mi'Kel estaba embarazado con su hijo, Gavin tuvo que
limpiarse la baba de la barbilla.
»Si eres feliz, yo soy feliz por ti, shemani. Cuando tome
el trono, te juro que me aseguraré de que tu sho Linko y tu hijo,
mi sobrino, siempre sean aceptados en Zinoa.
Los ojos de Mi'Kel se llenaron de lágrimas ante la
sinceridad en la voz de su hermano. Había estado preocupado
por la reacción de su familia, pero había estado aún más
preocupado acerca de cómo su sobreprotector hermano
reaccionaría.
Sólo necesitaba…
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