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LA

TRINIDAD
POR: ROBERTO GERENA
INTRODUCCIÓN
Al finalizar este estudio bíblico-teológico, el (la) alumno(a)
podrá:
1. Definir lo que significa el término “trinidad“.
2. Definir y explicar brevemente en qué consiste la doctrina
de la Trinidad de Dios.
3. Mencionar por qué resulta importante conocer la
doctrina de la Trinidad de Dios para la vida cristiana.
I. IMPORTANCIA DEL ESTUDIO DE LA DOCTRINA
DE LA TRINIDAD DE DIOS
E. H. Bickersteth (1786-1850), abogado, clérigo anglicano y promotor del evangelismo
misionero, resume la contestación a la famosa pregunta, "¿Por qué creen los cristianos en la
trina (triuna) Deidad?“ así:

Se revela a sí mismo por sus nombres y sus actos. Y, por lo tanto, si, combinado con
afirmaciones de que Dios es uno, encontramos revelado en la Escritura a quien se le
atribuye el mismo nombre, atributos y actos, el nombre en la medida en que lo permita
una distinción personal; si buscamos en vano algún cuarto Divino, o cualquier indicio de
más de tres; si conectamos con esto la unión íntima y necesaria afirmada que existe
entre el Padre, el Hijo y el Espíritu, como cuando el Señor Jesús dice, 'Yo y mi Padre son
uno', y cuando Pablo dice, 'El Espíritu escudriña las profundidades de Dios '; Si,
entonces, encontramos que todo cristiano es bautizado en un solo Nombre, el Nombre
del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo, nos quedamos rápida e irresistiblemente a la
altura de la doctrina (llámelo con qué nombre lo harás) de la Trinidad en Unidad (E. H.
Bickersteth, The Trinity, 150, traducción mía; cf. Robert D. Culver, Systematic Theology:
Biblical and Historical, 108).
I. IMPORTANCIA DEL ESTUDIO DE LA DOCTRINA
DE LA TRINIDAD DE DIOS (CONTINUACIÓN)
Robert D. Culver (Systematic Theology: Biblical and Historical, 108) condensa el resumen antes mencionado de
Bickesteth con textos bíblicos de prueba sobre el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo como sigue:
1. Son eternos (Ro. 16: 26; Apoc. 1: 17; Miq. 5: 2; Heb. 9: 14; Deut. 33: 27).
2. Crearon todas las cosas (1 Cor. 8: 6; Sal. 100: 3; Col. 1: 16; Job 33: 4; 1 P. 4: 9).
3. Son omnipresentes (Jer. 23: 24; Mat. 28: 20; Sal. 139: 7; Hch. 17: 28-29).
4. Son omniscientes (Mat. 11: 27; Hch. 15: 18; Jn. 21: 17; Is. 40: 13; 1 Cor. 2: 10; Heb. 4: 13).
5. Son verdaderos y buenos (Jn. 7: 28; 17: 17, 25; Sal. 34: 8; Jn. 10: 11; 14: 6; Hch. 3: 14; 1 Jn. 5: 6; Jn. 14: 26; Sal. 143:
10; Apoc. 15: 4).
6. Tienen una voluntad de autorregulación (Ef. 1: 11; Mat. 11: 27; Jn. 17: 24; 1 Cor. 12: 11; Hch. 21: 14).
7. Son la fuente de vida (Sal. 36: 9; Ef. 2: 4, 5; Jn. 5: 21; Jn. 3: 8; Deut. 30: 20).
8. Nos santifican (Sal. 138: 3; Is. 66: 13; Judas 1; Flp. 4: 13; 1 Cor. 1: 2; Ef. 3: 16; Jn. 14: 26; Rom. 15: 6).
I. IMPORTANCIA DEL ESTUDIO DE LA DOCTRINA
DE LA TRINIDAD DE DIOS (CONTINUACIÓN 2)
9. Llena nuestras almas con amor divino (1 Jn. 5: 1; 2: 15; 2 Cor. 5: 14; 1
Cor. 16: 22; Rom. 15: 30; Col. 1: 8; Deut. 6: 5).
10. Dan la ley divina (Sal. 19: 7; Is. 11: 8; Ez. 2: 4; Gál. 6: 2; Col. 3: 16;
Apoc. 2: 18; Rom. 8: 2; 2 P. 1: 21; Hch. 13: 2; Stg. 4: 12).
11. Habitan en los corazones de los creyentes (1 Cor. 14: 25; Jn. 1: 3; Ef. 3:
17; Col. 1: 27; 1 Jn. 1: 3; Jn. 14: 17; 2 Cor. 13: 14; Is. 57: 15).
12. Son el supremo Jehová y Dios (Éx. 20: 2; Is. 4: 3; cf. Mat. 3. 3; ; Lc. 1:
76; Mat. 10: 11; Ez. 8: 1, 3; Lc. 1: 35; Deut. 6: 4).
II. LA TRINIDAD DE DIOS
A. ORIGEN (ETIMOLOGÍA) Y DEFINICIÓN DEL VOCABLO “TRINIDAD“
El término “trinidad" procede del latín tardío trinitas (“tríada¹", conjunto de tres; cf. Real
Academia Española, «Trinidad», s/p), del latín trinus (“triple [en uno]“; cf. Francisco Lacueva,
Diccionario teológico ilustrado, 582). Uno de los Padres de la Iglesia, Tertuliano (160-250 D. C.),
alrededor del año 213 D. C., en su obra Adversus Praxeam (Contra Práxeas), 2², usó la frase latina
tres personae para referirse a las tres personas de la Trinidad: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.
En esa misma obra, Tertuliano usará trinitas en la siguiente cita: «los tres son uno, por el hecho
de que los tres proceden de uno, por unidad de substancia.³» La razón para esta cita era porque
se estaba combatiendo la herejía acerca de la unicidad de Dios, o sea, que el único Dios es el
Padre, y que el Hijo y el Espíritu Santo son solamente nombres o modos de llamar a la Divinidad.
Esta herejía fue la precursora de lo que se conocería como el monarquianismo (la creencia que el
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¹ Cf. el griego triás usado en el siglo II D. C. por Teófilo de Alejandría; cf. Arthur W. Wainwright, La Trinidad en el
Nuevo Testamento, 15; Stanton W. Richardson, Manual de teología bíblica, 117. Consúltense además H. C. G. Moule,
Bosquejos de doctrina cristiana, 40; Francisco Lacueva, Un Dios en tres personas, 125.
² Véase James Leo Garrett, hijo, Teología sistemática, 1: 297.
³ En Adversus Praxeam, 3. Cf. Arthur W. Wainwright, La Trinidad en el Nuevo Testamento, 15, n. 1. La cita es
traducción mía del inglés de Tertullianus, «Adversus Praxeam Against Praxeas», 1044.
II. LA TRINIDAD DE DIOS (CONTINUACIÓN)
Padre es el único Rey), sabelianismo* (por el predicador y presbítero libio Sabelio del siglo
III, y contra el que luchó Basilio Magno en el siglo IV) o modalismo (desde el siglo XIX, por
ej., la Iglesia Pentecostal Unida o de “Jesus Only" o “Solo Jesús“**, cuyos miembros se
llama pentecostales de la unicidad). Con anterioridad a esta herejía, hubo la del
arrianismo (por el presbítero y sacerdote Arrio en Alejandría (250-355 D. C.), y quien
negaba la divinidad de Cristo, como ahora los Testigos de Jehová) o unitarismo. Otras
herejías antitrinitarias posteriores han sido el triteísmo (la creencia en la existencia de tres
dioses en la Trinidad) y el politeísmo (la creencia en la existencia de muchos dioses),
siendo ambas falsas doctrinas postuladas por la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los
Últimos Días (Mormones) (cf. Michael Horton, The Christian Faith: A Systematic Theology
for Pilgrims on The Way, 279).
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* Al que Gerald Bray (The Doctrine of God, 137) llama «binitarismo» («binitarianism») o dualismo que enseñaba un doble
principio en el Dios único: el de Hijo-Padre quien se encarnó en Jesucristo.
** Consúltense Francisco Lacueva, Curso práctico de teología bíblica, 34; Les Thompson, La Santa Trinidad, 49.
II. LA TRINIDAD DE DIOS (CONTINUACIÓN 2)
Por otro lado, algunos estudiosos y teólogos (por ej., A. W.
Tozer, El conocimiento del Dios santo, 23; indirectamente
Norman L. Geisler, Systematic Theology: In One Volume, 540)
colocan correctamente a la doctrina de la Trinidad como uno
de los atributos de Dios. No obstante, la mayoría de los
teólogos la colocan en un capítulo o sección aparte en sus
libros de lo que se conoce como teología sistemática (el
estudio organizado de las doctrinas de la Biblia) o dogmática.
II. LA TRINIDAD DE DIOS (CONTINUACIÓN 2)
B. DEFINICIÓN DE LA DOCTRINA
Se puede definir la doctrina de la Trinidad como aquella que consiste en que
«Dios se revela en la Escritura como Padre, Hijo y Espíritu Santo» (Geoffrey W.
Bromiley, «Trinidad», 534; también Stanley J. Grenz, David Guretzki y Cherith
Fee Nordling, Términos teológicos: Diccionario de bolsillo, 132). Dicho de otra
manera, la doctrina trinitaria enseña «que el Ser Divino subsiste en tres
personas» (Francisco Lacueva, Un Dios en tres personas, 125; cf. Lewis S.
Chafer, Teología sistemática, 1: 279; Raúl Zaldívar, Teología sistemática: Desde
una perspectiva latinoamericana, 189) o existe eternamente en tres personas
con la misma esencia divina (cf. Herman Bavinck, The Doctrine of God, 296;
Wayne Grudem, Systematic Theology, 226; Charles Hodge, Teología
sistemática, 1: 319; R. C. Sproul, Las grandes doctrinas de la Biblia, 37). Como
indicaba Louis Berkhof (Teología sistemática, 98): «La palabra "Trinidad'' no
sólo indica la cantidad de tres, sino que también implica la unidad de los tres»
(igualmente véanse Paul Enns, Compendio Portavoz de teología, 191; Bruce
Milne, Know the Truth: A Handbook of Christian Belief, 59; Charles C. Ryrie,
Teología básica, 61).
EL "ESCUDO" DE LA TRINIDAD
III. LA DOCTRINA DE LA TRINIDAD EN EL ANTIGUO TESTAMENTO
Si bien el Antiguo Testamento enfatiza la unidad de Dios (Deut. 5: 7; 6:
4), hallamos las siguientes evidentes implicaciones trinitarias:
1. Por ej., el uso del plural hebreo Elohim [lit. “dioses“; cf. Sal. 82: 6] en
Gn. 1: 1,2, 26, 27; 18; la importancia de la palabra (Sal. 33: 6) y
particularmente la sabiduría de Dios (Prov. 8: 12); así como el uso de Is.
48: 16 en un fuerte contexto monoteísta que, sin embargo, podemos
encontrar una aproximación muy cercana a la formulación
clásicamente trinitaria (cf. Bromiley, «Trinidad», 534). Para decirlo con
Herman Bavinck (The Doctrine of God, 255): «En el AT [Antiguo
Testamento] tenemos un presagio [“foreshadowing"] de la doctrina del
NT [Nuevo Testamento]» (traducción mía).
III. LA DOCTRINA DE LA TRINIDAD EN EL ANTIGUO
TESTAMENTO (CONTINUACIÓN)
Resulta necesario aclarar que, si bien es cierto que el sustantivo o
nombre Elohim se usa en plural, cuando se refiere a Dios, los verbos que
le siguen están en singular, como en el famoso texto de Gn. 1: 26.
Muchos Padres de la Iglesia, teólogos de la Reforma Protestante (como
Hodge, Teología sistemática, 1: 321) y recientes (como Grudem,
Systematic Theology, 227; Stanton W. Richardson, Manual de teología
bíblica, 118) han interpretado a este versículo como una referencia
indirecta a la Trinidad, aunque algunos eruditos conservadores creen que
el plural del verbo “Hagamos" después de Elohim es un plural
mayestático (que realza majestad; así Geisler, Systematic Theology: In
One Volume, 539) o que es una alusión a Dios dirigiéndose a los ángeles.
III. LA DOCTRINA DE LA TRINIDAD EN EL ANTIGUO
TESTAMENTO (CONTINUACIÓN 2)
2. En los pronombres personales que se aplican a la Divinidad (Gn. 1: 26; 11: 7; Is. 6:
8; cf. William Evans, Las grandes doctrinas de la Biblia, 27).
3. Las teofanías o manifestaciones de Dios, especialmente el "Ángel de Jehová (del
Señor)“ (por ej., Gn. 16, 18).
4. La obra del Espíritu Santo (Gn. 1: 2; Jue. 6: 34).
En el caso del adjetivo “uno“ (heb. ejad) de Deut. 6: 4, puede significar “único“ o
“solitario“, pero también “uno [“compuesto“].“ Ejad proviene del verbo ‘ajad, que
implica unidad. Algunos estudiosos conservadores ven una referencia indirecta de
la doctrina de la Trinidad, mientras que otros ven la referencia directa a la unicidad
monoteísta de Dios y exhortan a que busquemos los pasajes bíblicos más claros
para encontrar la doctrina trinitaria.
IV. LA DOCTRINA DE LA TRINIDAD EN EL NUEVO TESTAMENTO
En cuanto a la doctrina de la Trinidad, Geoffrey W. Bromiley («Trinidad», 534) indica
acertadamente que «en el NT [Nuevo Testamento] no existe una declaración explicita de la
doctrina, pero la evidencia trinitaria es extensa» (cf. Gerald Bray, The Doctrine of God, 151).
Esto último concuerda con William Evans (Las grandes doctrinas de la Biblia, 28) quien decía
que «se enseña claramente» por los siguientes textos [entre otros]:
1. El bautismo de Cristo (Mat. 3: 16-17).
2. En la fórmula bautismal (Mat. 28: 19). Resulta interesante que el versículo dice: “en el
nombre [singular] del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo“ (Versión Reina-Valera, Revisión
de 1960).
3. La bendición apostólica en 2 Cor. 13: 13.
4. La misma enseñanza de Cristo en Jn. 14: 16.
5. La enseñanza del Nuevo Testamento:
a. Un Padre que es Dios (Rom. 1: 7).
b. Un Hijo que es Dios (Heb. 1: 8).
c. Un Espíritu Santo que es Dios (Hch. 5: 3-4).
IV. LA DOCTRINA DE LA TRINIDAD EN EL NUEVO
TESTAMENTO (CONTINUACIÓN)
El único pasaje que se habla directamente de la Trinidad es 1 Jn. 5: 7, pero la
segunda parte ("el Padre, el Verbo y el Espíritu Santo; y estos tres son uno“) de este
versículo solamente aparece en los manuscritos tardíos, por lo tanto, es de dudosa
autenticidad y muchas traducciones recientes lo han eliminado parcial o totalmente
(véanse Berkhof, Teología sistemática, 101; Millard J. Erickson, Teología sistemática,
351; cf. Biblia Latinoamericana; Biblia Textual; Nueva Versión Internacional), lo han
colocado entre corchetes (Reina-Valera Contemporánea), en una nota al calce o al
pie de página (Biblia del Peregrino; Bover-Cantera; Libro del Pueblo de Dios; Nácar-
Colunga; Reina-Valera Actualizada; Versión Cantera-Iglesias; Versión Popular “Dios
Habla Hoy") o han puesto una explicación allí (Versión Mundo Hispano). De paso,
los manuscritos que primero han aparecido ese versículo datan del siglo XIV de
nuestra era y que dependen de la Vulgata Latina (cf. Grudem, Systematic Theology,
231).
V. ¿SON VÁLIDAS LAS ANALOGÍAS O COMPARACIONES EXPUESTAS PARA
EXPLICAR LA DOCTRINA DE LA TRINIDAD?
Durante siglos, los pensadores cristianos han presentado analogías iluminadoras
para poder explicar la doctrina de la Trinidad. Varias ilustraciones se tomaron de la
naturaleza inanimada, por ej., el agua de la fuente, el arroyuelo y el río; la niebla, la
nube y la lluvia; la lluvia, la nieve y el hielo; como el árbol por su raíz, tronco y
ramas (Berkhof, Teología sistemática, 105). Otras ilustraciones se han tomado del
ser humano. Tal es el caso del teólogo medieval, Agustin de Hipona, quien ilustraba
la Trinidad de manera tripartita, es decir, por referencia a la unidad y las
distinciones de la memoria, el entendimiento y la voluntad del ser humano (véase
Milne, Know the Truth: A Handbook of Christian Belief, 62). Mas recientemente ha
sido la famosa analogía tripartita del espíritu, alma y cuerpo. Como indican Berkhof
(105), Millard J. Erickson (Teología sistemática, 363) y Grudem (Systematic
Theology, 241), todas estas y otras ilustraciones, aunque interesantes, resultan muy
deficientes porque les falta totalmente la idea de la personalidad. Puede añadirse la
analogía del agua como liquido, hielo y vapor.
VI. APLICACIÓN

Grudem (Systematic Theology, 256-257) menciona las siguientes dos aplicaciones de la


doctrina de la Trinidad a nuestra vida diaria:
1. Porque Dios es en sí mismo unidad y diversidad, eso debe reflejarse en las relaciones
humanas que Él ha establecido como el matrimonio monógamo y heterosexual (entre
hombre y mujer; cf. Gn. 1: 27; 2: 24; 1 Cor. 6: 16-20; Ef. 5: 31).
2. Porque Dios es en sí mismo unidad y diversidad, eso debe reflejarse en las relaciones
entre creyentes cristianos (Rom. 11: 33-36; 1 Cor. 12: 12, 14-26; Ef. 2: 16; 3: 8-10; 5: 31-
32):
para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la
tierra, y debajo de la tierra;
y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre (Flp. 2: 10-11).
CONCLUSIÓN
En resumen, el estudio sobre la doctrina de la Trinidad nos
conduce a ver más aun la grandeza de nuestro Dios,
adorarlo y alabarlo con más sentido. Como indica el final del
himno “Santo, santo, santo“ [(1826), del inglés Reginald
Heber]:
¡Santo, santo, santo! Te adorará todo hombre;
Dios en tres personas, bendita Trinidad.
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