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En 

economía, se entiende por capital un componente material de la producción,


básicamente constituido por maquinaria, utillaje o instalaciones, que, en combinación con
otros factores, como el trabajo, materias primas y los bienes intermedios, permite
crear bienes de consumo.12 Según Michael Parkin, el capital son las herramientas, los
instrumentos, la maquinaria, los edificios y demás construcciones que utiliza la empresa
para producir bienes y servicios.
En sentido contable, se concreta en los bienes y derechos (elementos patrimoniales del
activo) menos las deudas y obligaciones (pasivo), de todo lo cual es titular el capitalista.
Así se dice que se capitaliza una empresa o se amplía capital cuando aumenta su activo o
disminuye su pasivo o se incorporan nuevas aportaciones de socios o se reduce el
endeudamiento con terceros. Cuando el pasivo es superior al activo se resuelve que la
unidad económica está en situación de capital negativo (negative equity, en inglés).
El capital debe distinguirse analíticamente de la empresa en sí y de la gerencia, aunque en
muchos casos los papeles sociales de capitalista o empresario y gerente se puedan dar
simultáneamente en una misma persona, como suele suceder en las unidades productivas
más pequeñas.
Igualmente debe diferenciarse el interés que obtiene el prestamista de la ganancia que se
obtiene por una exitosa actividad empresarial en el mercado, así como del salario que se
recibe por una actividad productiva.

Índice

 1Definición clásica
o 1.1El valor y la conceptualización del capital
o 1.2El interés y la productividad del capital
o 1.3La propiedad y la estructuración del capital
o 1.4Tipos de capital en el sistema clásico
o 1.5Tipos de capital en el sistema moderno
 2Definición marxista
o 2.1Surgimiento histórico del capital
o 2.2Descripción del proceso del capital
o 2.3Condiciones históricas para la existencia del capital
o 2.4Clases mercantiles objeto del desarrollo del capital
o 2.5Relación entre la producción de mercancías y el capital
o 2.6Tipos de capital en el sistema marxista
 3Interpretaciones de la obtención de capital
 4Importancia del capital
 5Véase también
 6Referencias
 7Bibliografía

Definición clásica[editar]
En la economía política, el capital es el conjunto de recursos, bienes y valores disponibles
para satisfacer una necesidad o llevar a cabo una actividad definida y generar un beneficio
económico o ganancia particular, está estrechamente relacionado con el comportamiento
de las personas que intervienen en este aspecto. A menudo se considera como a la fuerza
de trabajo parte del capital. También el crédito, dado que implica un beneficio
económico en la forma de interés, es considerado una forma de capital (capital financiero).
Los bienes de capital (Capital Goods en inglés), en contraste con los bienes de consumo,
son utilizados en la producción de capital físico. Se refieren a bienes de capital real de los
productos que se utilizan en la producción de otros productos, pero no se incorporan a los
demás productos. En los bienes de capital se incluyen fábricas, maquinaria, herramientas,
y diversos edificios. Son diferentes de las materias primas que se utilizan en la producción
de bienes. Muchos productos pueden ser clasificados como bienes de capital o bienes de
consumo de acuerdo con el uso, por ejemplo los automóviles y ordenadores personales, y
la mayoría de estos bienes de capital son también bienes duraderos (Consumer Durables).
Los bienes de capital son también diferentes del capital financiero. Los bienes de capital
son objetos reales de la propiedad de entidades (personas, gobiernos y otras
organizaciones), a fin de obtener un rendimiento positivo de algún tipo de producción.
La actividad que se realiza puede ser la producción, el consumo, la inversión, la
constitución de una empresa, etc. Cuando este capital se destina a la producción, se
convierte en uno de los factores de producción. El capital se puede acumular con el
tiempo, y sus retornos (renta) pueden ser utilizados o reutilizados para aumentar el capital
original.

El valor y la conceptualización del capital[editar]


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La conceptualización del capital está ligada a la conceptualización del trabajo ya que


ambas codependen con la teoría adoptada sobre el valor económico de los bienes y, por
tanto, con los medios para crearlos.
En los economistas llamados clásicos (Smith y Ricardo) se encontraba una posición
ambivalente sobre el determinante del valor de cambio de un bien, oscilando a lo largo de
sus obras entre dos opciones: la cantidad de trabajo y los costos de producción (que son
valores de cambio a su vez que quedarían sin explicar: el interés del capital, el salario del
trabajo y la renta de la tierra). Los problemas de la primera opción los llevarían a adoptar la
segunda como “solución”: la teoría del costo sería sistematizada por John Stuart Mill en
conjunto con el resto de las cuestiones tratadas por los clásicos es un esquema integral de
economía política, mientras que Karl Marx insistiría en la teoría del valor trabajo pero esta
vez como base para una crítica al concepto mismo de economía política.
La revolución marginalista en todas sus variantes (Jevons, Walras y Menger) reemplazó el
aparato conceptual de los clásicos sobre el valor, y con este su propio concepto
económico de trabajo y capital, refiriéndolo ahora a la utilidad marginal, moviendo así la
determinación de la producción y la distribución a la circulación, o sea, al consumo. A
diferencia de los clásicos que, o bien deducían el valor del capital físico del trabajo
invertido en él, o bien del capital en sí mismo, los marginalistas lo encontraban en la
utilidad misma del préstamo del capital.
Los sistematizadores de las diferentes corrientes marginalistas (Marshall, Pareto y Böhm-
Bawerk) se dividieron en dos posiciones encontradas. La escuela neoclásica representada
por Marshall, haciendo una síntesis entre Mill y el marginalismo de Jevons, concebiría al
valor como resultado de la interacción entre una demanda basada en la utilidad del
consumidor en términos marginales, y una oferta basada en los costos de producción pero
esta vez no medidos circularmente desde sus precios sino desde la desutilidad marginal
de los factores de producción (el salario por el sacrificio en esfuerzo y el interés por el
sacrificio en espera o ahorro), volviendo así a la concepción clásica del capital pero sobre
más sólidos fundamentos marginalistas. La escuela austríaca representada por Böhm-
Bawerk, continuador (aunque con ciertas variaciones) del marginalismo puro y subjetivista
de Menger, analizaría en profundidad la cuestión del capital, y llegaría a una definición
que, aunque conciliable con los clásicos, parte de premisas distintas y más relacionables
con el primer pensamiento de Adam Smith anterior a su magnus opus, con la obra
de Richard Cantillon y con la misma línea continuada por Jean-Baptiste Say más afín a la
posición austríaca (Böhm-Bawerk, 1884), en la cual todos los parámetros que definen los
precios de los factores de producción remiten en última instancia a la demanda del
consumidor que es el marco de referencia de las valoraciones en las preferencias
temporales de trabajadores asalariados y prestadores de capital.
La posición de Böhm-Bawerk según la cual el tipo de interés depende de la preferencia
temporal ha sido criticada por Knut Wicksell que defendió el paradigma neoclásico
respecto a que este depende de la productividad del capital. Paradójicamente, la
interpretación austríaca del capital terminaría siendo, a través de las obras de John
Hicks sobre el particular, la más adoptada por el resto de la academia de orientación
neoclásica, aunque en una forma simplificada y con importantes diferencias respecto al
origen del interés (Hicks, 1973); y viceversa, la visión austríaca del capital ha tomado
mayor sofisticación gracias a parte de la crítica de Wicksell (Rallo, 2014). De la misma
manera, la crítica de Böhm-Bawerk a las inconsistencias lógicas de las teorías de la
explotación neorricardiana y marxiana (Böhm-Bawerk, 1884 y 1896), sería la que
finalmente se convertiría en prácticamente clásica debido, entre otras razones, a que es
fácilmente conciliable con casi todas las posiciones tomadas en el espectro del
pensamiento económico. Por esto mismo, la defensa del marxismo contra ésta se
sostendría en la objeción neorricardiana de Piero Sraffa y cuya base está en la crítica de
Wicksell (Rallo, 2014).
La precisa definición de Bohm-Bawerk del capital como se utiliza en los tres tomos
de Capital e interés, se presenta de la siguiente manera como solución al caos de
definiciones que enfrentaba la economía política:

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