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Ya son 4 meses los que han pasado, y son 4 los años que ya cumplimos
en nuestra casa pensada para los 4, y también son 4 los años que va a
cumplir nuestra mascota en los próximos días.
El número 4 pareciera en nuestras vidas casi una condición de vida, era
como tener un rompecabezas completo todo el tiempo. Si alguno faltaba,
la imagen que proyectaba no era la misma. Casualmente pasa lo mismo,
de una manera similar en la naturaleza, en la que existen 4 elementos: El
agua, tierra, fuego y el aire. Si falta uno (por mas prescindible que
pareciera) todo entra en un total desequilibrio. Ahora, soy más consciente
de la esencialidad de cada elemento, o persona en el mundo.
Por místico que pueda escucharse, todos nosotros poseemos en nuestro
interior los 4 elementos de la naturaleza y nos comportamos y/o vivimos
de acuerdo con las cantidades que poseamos. Hay personas que tienen
mucho aire, en su interior, por lo general son bien delgadas y livianas,
tienen la piel y el pelo seco, pero tienen una mente muy creativa, son
inquietos y activos como el aire en sí. Se les facilita estar en diferentes
partes del mundo, circulando por donde puedan ser recibidos. En cambio,
hay personas que tienen fuego en su interior, tienen una constitución
media, tienen bastante sed a lo largo del día, así como un gran apetito y
lo digieren con bastante facilidad. Tienden a ser buenos líderes,
inspirando a los demás, prendiendo esa chispa interna de los demás. Por
otro lado, existen las personas que tienen más tierra, por lo que son un
poco más grandes del promedio, tienen una piel con tendencia a la grasa.
Son muy amables, Tienden a moverse con elegancia, semejando la
propiedad de una piedra preciosa, y están muchas veces en comodidad
con su lugar en el mundo.
Todos tenemos agua en nuestro interior, si tuviéramos excesos o déficits
estríamos deshidratados o hincharíamos. Las cantidades de elementos,
pueden variar a lo largo de la vida, dependiendo del momento en que
vivamos. En Andrea prevalecía la tierra, sus ojos cristalinos, su caminar,
su piel, su tendencia a hacer pereza como hobbie, pero tenía aspiraciones
de ser aire de estar en diferentes lugares, de cambiar su vida, su posición
en el mundo, y también tenía un elemento de candidez, al trabajar tan
duro por lo que creía y parecía.
Hace 4 meses, pareciera que nuestra familia natural hubiera
desaparecido, nos faltaba mucha tierra en nuestras vidas. En un intento
previo de compensarlo, fuimos hasta Argentina a dejarla lo más segura
que creíamos en nueva tierra, e incluso aspirando respirar el mismo aire
que ella y tomando de la misma agua. La falta que hace es tan grande,
que en un inicio pareciera que nuestro ecosistema no fuera a sobrevivir
esa catástrofe natural que vivió.
Pero, ahora lo que salvó nuestra vida, fue recordar que lo que es tan
natural es la muerte en sí misma. Nacemos para morir, antes de nacer
todo parece tan fácil, estamos rodeados de agua, llenos de vida y
nutriendo en muchos casos de vida a los demás. Muchas veces nos da
miedo salir de esa capsula, salir del agua y entrar al aire, tierra y fuego.
Cuando nos acostumbramos vivimos en automático con nuestra
naturaleza, hasta el día de nuestra muerte, nos da miedo cambiar de
nuestro ambiente, da miedo cambiar nuestro elemento, tal vez Andrea
solo durmió y empezó a soñar, tal vez se cayo y vió una pantalla gris, tal
vez intentaba hablar y no podía, tal vez le dio mucho miedo irse, o
incluso le dio miedo volver a nacer.
Para que exista la vida, tiene que existir la muerte, para que crezcan
arboles fuertes en la tierra tuvieron que consumir agua, y posiblemente
acabar con parte de la fuente de respiración de los peces, los peces al ser
pescados nutren la vida de muchos humanos que con el fuego los asan,
pero ese mismo fuego es el que puede dejar sin hogar y familia a muchas
personas.
Los elementos, son elementos porque son esenciales, tenemos momentos
de desequilibrio, pero también de equilibrio. De la misma manera, todos
nosotros somos esenciales, y Andrea ha dejado muchos elementos en
nosotros. Se convirtió en mi polo a tierra en los momentos de ilusión y
desilusión, se volvió una llama que motiva continuar viviendo, esperando
encontrar la estrella en la que habita, es el aire que ronda en la casa y que
permite que nuestro ecosistema siga fluyendo, hasta me atrevo a decir
que se ha vuelto el agua de muchos de nosotros y de este espacio.
Si bien hay excesos y desequilibrios, estoy seguro de que Andrea volvió
a nacer, tal vez en un lugar donde muchas cosas están en equilibrio, o
puede que haya llegado a un lugar en el que pueda equilibrar nuestras
vidas, de manera distintas.
Aunque podría parecer, que nuestros rompecabezas se han
descompletado, aun seguimos siendo 4, no olvidemos tampoco a nuestra
mascota. Pero en sí la ficha de Andrea sigue en mi vida, en nuestra
familia. La diferencia, radica en que tuvimos que hacer un nuevo
rompecabezas y ajustarlo para la incluir a mi hermana,

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