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Ofg: Santiago: Un relato cinematográfico imposible.

Tercera sesión: Nuevo cine chileno I. “No ficción”.

Instrucciones: Deben leer el texto que está debajo, pinchando los enlaces y viendo los videos a
medida que aparezcan. Dense el tiempo de ver cada uno de los videos, la mayoría son bastante
cortos, nadie los apura. El tiempo destinado para leer y ver los videos no debería ser más
extenso que el horario que tenemos para la clase. Cualquier duda, sugerencia o comentario, al
correo o Classroom.

Estimadas, estimados, estimades. Esperamos que estén bien y soportando el encierro. Por
acá algo cansados/angustiados con el formato que nos atraviesa, pero al menos nos permite
ver muchas películas. Ustedes, ¿Han podido ver más películas?. Una buena página que
tiene una curaduría (qué horrible palabra) muy recomendable es esta:
https://zoowoman.website/wp/. En fin. Esperamos que todas, todos y todes estén bien.
Cualquier duda o consulta estaremos atentos a los correos y al foro de Classroom.
Hoy, para bien y para mal (seamos sinceros, es para mal), comenzaremos nuestro
recorrido por el cine chileno reciente. Una industria que ha tenido pulsaciones irregulares,
pero en cuya estética irregular ha reflejado también las asimetrías de nuestra historia
reciente. Sus cicatrices violentas, su precariedad y arranques de entusiasmo.
Uno de los hitos históricos cruciales para el cine chileno reciente es el movimiento
denominado: Nuevo cine chileno. Su supuesto nacimiento ocurrió el año 1967, en el marco
de una crucial versión del Festival de Cine de Viña del Mar. La propuesta era muy similar a
otros rótulos de la época como “La nueva trova” chilena o el “Cinema Novo” brasileño. Se
trataba de realizar películas que se alejarán de las estéticas dominantes provenientes
particularmente desde estados unidos (Holywood) y países europeos como Francia y
España. A su vez había una vocación por abordar temáticas contingentes, problemas
sociales. Si bien, habría un largo debate sobre la veracidad de este término, las películas
que más sobresaldrían en esta línea serían ficciones como: Tres tristes tigres, El Chacal de
Nahueltoro, Palomita Blanca o Ya no basta con rezar.
Sin embargo nosotros dejaremos la ficción para la semana siguiente. Como saben,
los límites en este curso entre documental y ficción están difuminados.
La primera película que analizaremos fue co-dirigida por Nina Serrano, Saúl
Landau y el cineasta más prolífico y valorado a nivel mundial que ha brotado desde este
largo y angosto país: Raúl Ruiz. Se llama Qué Hacer, fue filmada, montada y estrenada el
año 1970. Gran parte de las personas que actuaron en esta película no eran actores, y la
mayoría de las secuencias son registros documentales de época. La trama de la película,
como en todo el cine de Ruiz, es difusa. Pero si se pudiera resumir, un sujeto vinculado a la
política retorna a Chile para analizar opciones y hacer gestiones políticas que tengan como
fin frenar la intervención estadounidense que ya comenzaba a maquinar el Golpe de Estado.
Y lo que muestra la película es eso: un país divido ante las elecciones, la política
intervenida por agentes extranjeros y la pregunta imperativa sobre el qué hacer. De alguna
forma la película materializa las contradicciones que el discurso del Nuevo cine chileno
sostenía.
La idea es que vean las siguientes secuencias, desde el: 0:00 al 33:00. Es crucial
como en el inicio, todos estos elementos se conjugan de forma muy acelerada, sin dar pie a
ninguna trama más que dar cuenta de la extrañeza. De hecho a inicios del minuto ocho,
podemos oír una suerte de canción country que en inglés texano White Trash parodia
justamente la idea de hacer una película en Chile. La letra incluso dice: ellos no tienen
nada, pero seguro tienen venta. Y tras ellos las secuencias continúan develando las
contradicciones internas de las operaciones políticas, la yuxtaposición entre las familias
adineradas y la miseria, y casi en el minuto 31 se oye el coro vitoreando: Patria y Libertad,
antecedente simbólico de los grupos de Vanguardia que machaban por el rechazo todos los
sábados hace algunos meses.

Si la desesperación existencial y/o ideológica es un síntoma en Qué Hacer, en la


próxima película que analizaremos, esa pulsión se desplaza hacia el plano cinematográfico.
El arte desnuda su propia técnica para desplegar un discurso crítico de sí mismo. Filmada
en 1984 por un joven Ignacio Agüero, la película/documental se plantea una misión
aparentemente sencilla: registrar el proceso de filmación de siete películas que durante ese
año se estaban realizando en Chile. El realizador registra las jornadas de rodajes, develando
el estado de precariedad total que tenía el cine chileno: no habían sueldos para los actores y
equipo, tampoco certezas de que la película sería exhibida y/o distribuida debido a la
censura dictatorial. Todo es precario, todo es, desde ése entonces, a la medida de lo posible.
La película en cuestión se llama: Como me da la gana y puede leerse como un
ouroboros. Registrando el proceso de rodaje del propio cine, despliega una crítica sobre el
sentido que puede tener realizar una película de ficción en circunstancias políticas tan
complejas. Deben ver la película completa pues dura tan solo 28 minutos. Favor pongan
atención en el tono agudo del entrevistador-realizador, que suele preguntar –cuando ya hay
confianza–, para qué o quién se está realizando la película. Quién la verá. Cómo se ha
financiado. La respuesta suele ser para el goce propio. Para el bien del equipo del rodaje. Y,
en general, la financiación es propia.
En términos estéticos y técnicos, uno de los aspectos más interesantes, es la forma
en que los planos y encuadres de Agüero retratan los relatos dispares de cada película. Pasa
de planos generales y abiertos del desierto, a tomas cerradas y oscuras de cine seudo-
policial. También están las protestas, helicópteros de pacos amedrentando poblaciones,
marchas enfrentadas: la violencia de ayer y hoy. Pareciera que Agüero al documentar los
rodajes, hace pequeños cortometrajes de ficción de cada una de ellas. Porque como
debemos recordar, el límite entre cine documental y cine de ficción es un rótulo que poco
tiene relación con lo que nos sucede cuando vemos estas películas.

Si el cine es algo que les gusta mucho les recomendamos ver uno de los documentales
paradigmáticos de Ignacio Agüero: Cien niños esperando un tren. Quizá la película que retrató
de forma más alegórica el descampado educacional y la horrorosa segregación que generó la
dictadura. Y una breve entrevista donde alude a los límites difusos del género documental.
También les podemos recomendar una de las películas más hilarantes y paródicas en términos
políticos que se han hecho en Chile: Realismo Socialista de Raúl Ruiz. Y si tienen mucho
tiempo les dejamos una breve e interesante entrevista de él.

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