La fi losofí a, la ciencia y el arte difi eren principalmente según su tema y
también los medios por los cuales lo refl ejan, transforman y expresan. En cierto senti do, el arte, como la fi losofí a, refl eja la realidad en su relación con el hombre, y representa al hombre, su mundo espiritual y las relaciones entre los individuos en su interacción con el mundo.
No vivimos en un mundo primordialmente puro, sino en un mundo que se
conoce y se ha transformado, un mundo en el que todo ha recibido un "ángulo humano", un mundo impregnado de nuestras acti tudes hacia él, nuestras necesidades. Ideas, objeti vos, ideales, alegrías y sufrimientos, un mundo que forma parte del vórti ce de nuestra existencia. Si elimináramos este "factor humano" del mundo, su relación a veces inexpresable y profundamente ínti ma con el hombre, deberíamos enfrentarnos a un desierto de infi nito gris, donde todo era indiferente a todo lo demás. La naturaleza, considerada aislada del hombre, es para el hombre simplemente nada, una abstracción vacía que existe en el mundo sombrío del pensamiento deshumanizado. Todo el rango infi nito de nuestras relaciones con el mundo proviene de la suma total de nuestras interacciones con él. Podemos considerar nuestro entorno racionalmente a través del gigantesco prisma histórico de la ciencia, la fi losofí a y el arte, que son capaces de expresar la vida como un torrente tempestuoso de contradicciones que surgen, se desarrollan, se resuelven y se niegan para generar nuevas contradicciones.
No cientí fi camente, y mucho menos artí sti camente, la persona pensante
puede permanecer sorda a la sabia voz de la verdadera fi losofí a, puede dejar de estudiarla como una esfera vital de la cultura, como fuente de la visión del mundo y del método. Igualmente cierto es que ninguna persona pensante y emocionalmente desarrollada puede permanecer indiferente a la literatura, la poesía, la música, la pintura, la escultura y la arquitectura. Obviamente, uno puede ser hasta cierto punto indiferente a alguna ciencia altamente especializada, pero es imposible vivir una vida intelectualmente plena si uno rechaza la fi losofí a y el arte. La persona que es indiferente a estas esferas se condena deliberadamente a una estrechez deprimente de la perspecti va.