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pleyades2009@yahoo.com.mx
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El Rutilante Pensamiento Reformador
La Gran Memoria Ram
ES SU LIBRO Y MI LIBRO
Antes de cualquier Noé bíblico, en un continente patrón del Remanente
final hace 36 mil años, se revive este Saber que antecedió al tiempo de
Babilonia; en esa época se inicia la travesía del Protector de las Estrellas:
él recibe el Manto y es Profeta al oriente y Guerrero en el sur. Llega a la
Tierra para enseñar el Pensamiento Reformador Espiritual del Sur, darle
forma en su Nave, al Mensaje de la Paloma, la consciencia de los tiempos
finales. El Protector habla, enseña sus símbolos al Reformador, al Saber
del Remanente del Conocimiento Luz: Cuanto te doy en mi corazón,
trasmite en Saber, porque entre tú y yo, una unión de tiempos y espacios
es cumplida. Mi espíritu iluminará el tuyo y aunque no te crean, habla
con este Saber, porque solamente así, se hará sentir tu Verdad de
Reformador y mi fuerza de Protector de Justicia: este es El Mensaje del
Pensamiento Final”…
VENTANA DE TECNOCIENCIA
LA JUSTICIA ETERNA
Y ellos, por todos los tiempos, desde que el hombre terrestre ha transitado
sobre este mundo, están aquí. Tiempo tras tiempo comparten sus vidas
estelares, impulsando los Días Creadores de esta su humanidad hermana.
Así, como un ser normal le reconocí en la travesía de mi vida, rechazando
las injusticias del mundo, un ser extraño al tiempo, pero unido a la gloria
de los hombres de este planeta; y entonces, mirándole al rostro como
Daniel, me pregunté: “¿Quién puede presentar con honradez su camino de
consciencia sobre la tierra? ¿Quién logrará ver claramente su propósito?
¿Cuántos querrán decir sí o no, a esta verdad que sólo yo conozco en él?
Sé que nadie está acreditado para determinar en justicia, mi propia verdad
de cuanto conozco, vi, y él me enseñó. Saber que a pocos doy y que por
esta historia le reconocerán.
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El Rutilante Pensamiento Reformador
La Gran Memoria Ram
Al escribir este libro, que sale al mundo mientras del que hablo cumple su
misión ante los hombres; cada día que transcurre conozco más la mente
pérfida de los inicuos o el corazón y conciencia de los hombres sensatos, y
veo que los Protectores anotan en sus libros de Consciencia, cada obra
humana… Veo que ellos, dispersos por el tiempo del hombre, hacen
consciencia en la conciencia débil de la humanidad… Veo que el Altísimo
y Sin Fin, los ha puesto como enlace entre la justicia y el juzgamiento de
las humanidades, porque la obra de todos y cada uno de los hombres es
juzgada desde arriba, y ninguno de los encarnados en este mundo, aún el
más poderoso, es más grande que las Leyes del Altísimo, el que juzga
luego de escuchar la evidencia de los Protectores, y así está escrito desde
siempre por el testimonio de los ángeles del Sielho: “Y clamaba
fuertemente y decía así: Derribad el árbol, y cortad sus ramas, quitadle el
follaje, y dispersad su fruto; váyanse las bestias que están debajo de él, y
las aves de sus ramas. Mas la cepa de sus raíces dejaréis en la tierra, con
atadura de hierro y de bronce entre la hierba del campo; sea mojado con
el rocío del cielo, y con las bestias sea su parte entre la hierba de la
tierra. Su corazón de hombre sea cambiado, y le sea dado corazón de
bestia, y pasen sobre él siete tiempos. La sentencia es por decreto de los
vigilantes, y por dicho de los Santos la resolución, para que conozcan los
vivientes que el Altísimo gobierna el reino de los hombres, y que a quien
él quiere lo da, y constituye sobre él al más bajo de los hombres”( Daniel
4:14-17).
Todos los terrestres, pequeños y grandes, los reyes de la tierra, yacen sin
gloria, ante el juzgamiento de los Protectores de las estrellas.
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El Rutilante Pensamiento Reformador
La Gran Memoria Ram
Del Libro de los Tiempos “La Profecía de los Tiempos”, Saber que
está escrito en muchos libros de la Tierra.
EL ARADO
Y el Protector impulsó la recurrencia terrenal del Reformador, dio luz a su
camino explicando: “Mi padre hasta ahora trabaja, y yo trabajo”… “y
orado la tierra para amarla y enseñar su Saber al final de los tiempos”…
Y el Protector empezó el diálogo de sus reencarnaciones por este planeta:
le conocí en la Nave y le identifiqué en el sendero del Saber que
Venezuela me entregó. Y así me habló de su tiempo en la Tierra, de
cuanto vino a realizar, como testimonio para esta humanidad… Y esta es
su historia, porque me expresó que así aprendió de la tierra y de los
hombres…
Mi mano sobre el arado; se me envió desde otras edades... mis pies pisan
la tierra... mis ojos otean el horizonte... mi corazón recuerda, siente y ve
desde el ayer hasta el presente donde estoy y grabo mis huellas para
despedirme otra vez de los hombres, para seguir mi camino, que es una
individualidad vestida de eternidad. YO SOY ETERNO, una Luz de soles
invisible a los ojos mortales.
Mi arado surca la tierra del hombre terrestre; vino impulsado por las
estrellas que desea la humanidad... penetra, hiere y rompe la capa
aparente atestada de toscas piedras, de raíces, de malezas que se adueñan
de los espacios donde deben ir las buenas semillas: profundiza
removiendo los nidos de alimañas, que ya heridas de muerte, cortadas en
restos, se revuelven al tiempo que otras, huyen al paso de mi arado.
Mi mano sobre el arado: traspiro el aliento que da vida a los dioses y los
hombres de tiempos que anteceden... son fuertes mis muñecas, mi piel
rubia, tostada por el sol, cubre mi cuerpo de estatura sobresaliente ante los
demás hombres de mi tiempo, en esta encarnación terrestre a donde he
venido, para obtener Consciencia de este mundo de conciencia inicial.
Mi mano sobre el arado; soy una memoria viviente del conocimiento que
en el futuro la humanidad aprenderá... huele a tierra, se siente tierra; se
remueve en el viento que esparce mi emanación. El sudor cae sobre mi
cuello que es fuerte como el de mis bueyes, transpiración pesada sobre mi
carne, pues en mi mundo, el cuerpo trabaja para el espíritu y no para la
materia; sudor que cae sobre mis bueyes; uno de extraño azul oscuro y
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Yo soy el amo y señor de la tierra, guía del arado soy para que la tierra
produzca su noble fruto... Mis bueyes lo saben, la tierra comprende, la
semilla obedece y muere al caer, porque ella prepara reiteradamente su
vientre para renacer cada vez. La lluvia entiende mi aliento, acata mi
designio: Soy el hombre, el guía que cumple la Ley del Arado y
prepararla.
La tierra está lista; mi mano sobre el arado, porque los otros hombres del
mañana esperan por el trigo maduro, que es el hálito de los bueyes, el
renovar de la tierra, el amor y ley del hombre con la esperanza de la
semilla; es el hacer brotar la vida otra vez por la vida.
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El Rutilante Pensamiento Reformador
La Gran Memoria Ram
castiga con cada palabra a Israel: anuncia la presencia del Señor Justo, de
un Dios distinto al de la sinagoga.
Él dice venir del Sin Nombre, asegura que el Verdadero no tiene nombre y
que él es Esencia de muchos hombres y universos... “¿Qué nombre
queréis darme? Soy como cualquiera de vosotros, soy la mano del
anciano y la sonrisa del niño, yo soy el campo y la semilla”...
MIS OVEJAS
Mi mano sobre el arado; los tiempos, determinan mi vida y la de quienes
me conocen sin reconocer... mis primeros años crecí apacentador de
ovejas, en tanto me conformé varón, cuidé las ovejas de mi padre. Allí
aprendí de la identidad de cada una de ellas. Son diferentes en elegancia y
vivir. Unas comen los mejores pastos, la mayoría, individuales aunque
todas son del rebaño; otras, casi muertas, mascan cuanto queda; van hacia
donde la mayoría se dirige, son difuntas porque sin cesar van detrás y son
las que aprovecha el lobo. Aprendí de las ovejas y del lobo que astuto es,
que busca a las ovejas torpes, esas momias que se hacen amigas cercanas
del lobo. La alimaña se acerca a ellas y en su ingenuidad, no son hábiles
de reconocerlo. Se pegan cada vez más, hasta que un día ya no las veo en
el rebaño, se esconden en los mogotes, detrás de los abismos y allí se
traicionan a sí mismas: prefieren la muerte a estar dentro del rebaño y
cerca del pastor y la manada.
EL PROFETA DE AYER
Mi mano sobre el arado; y cada vida, un expandir del Eterno... y así llego
frente al profeta: está allí, es imponente; un volcán de palabras que no son
enunciados del ágora. Es una voz aromada de estrellas que caen como
rocío sobre la tierra que preparan los hombres. Sus palabras son espadas, a
su vez, néctar, miel silvestre que brota libre de las colmenas del verano
que tantas veces he saboreado.
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El Rutilante Pensamiento Reformador
La Gran Memoria Ram
EL PREDICADOR
Mi mano sobre el arado: es soplar en los Océanos de vida… y aprendo
cada palabra que dice el Profeta; siento su Verbo grabarse en mí; lo
identifico con la eternidad del Soy... “Yo Soy el Predicador. Mi nombre es
conocimiento, porque desde el principio llevo en mí el conocimiento del
tiempo y las edades. Yo soy el Predicador, hijo de la Vid Eterna, he sido
rey y ministro de lo Supremo. He caminado la tierra de los hombres,
buscando entre ella, el surco y la semilla y sólo he visto en ella vanidad
de vanidades; todo vanidad. He reconocido al hombre que se afana
debajo del sol. Generación va, y generación viene; mas la tierra siempre
permanece. Sale el sol, y se pone el sol. El viento tira hacia el sur, y rodea
al norte; va girando de continuo, y a sus giros vuelve el viento de nuevo.
Los ríos todos van al mar, y el mar no se llena; al lugar de donde los ríos
vinieron, allí vuelven para correr de nuevo. Todas las cosas son fatigosas
más de lo que el hombre puede expresar; nunca se sacia el ojo de ver, ni
el oído de oír. Lo que fue es lo mismo que será y nada hay nuevo debajo
del sol. Cuanto aquí es nuevo, ya fue en los siglos precedidos. Para el
hombre que no ara su tierra, no hay memoria de lo que precedió, ni
tampoco de lo que sucederá.
Mi mano sobre el arado; que traigo en mí, igual que mis hermanos de
estrellas, para compartirlo entre las estrellas nacientes... mi reja, la
cuchilla filosa de mi arado, descansa de la tierra, no es de cobre ni de
bronce que se amella, es de acero forjado de las espadas de mis abuelos,
es la única de la región...
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El buey azul oscuro, y blanco que siempre llamé “gran ave”, el más
poderoso de los dos y el rojo “pleyón”, aún cargaban en su testuz el yugo
de madera y correas de cuero. Los dos eran cabeceros, cuando en las
mañanas tantas veces adhería las doce yuntas en una sola y araba a
profundidad con mi uña, la reja y arado que labré durante siete años en
esta tierra de mi padre. Todos, animales y hombres, habíamos llegado allí,
cumplidos los tiempos del paso del Profeta, la voz que volvió a clamar...
“Todo tiene su tiempo: y todo lo que es debajo del cielo tiene su hora”.
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Mi mano sobre el arado: que algún día y luego de que regrese... todos en
silencio, ninguno de los caminantes vedó al profeta, tenían miedo y
respeto; sentí; la mayoría, que sólo escuchó y se impregnó del portento,
del Saber y Sabiduría: ninguno arriscó hacerle preguntas, el huracán era
un portento desde su corazón, mientras los demás no tenían ni siquiera
vientos de dudas: se veían acusados.
El espacio abierto daba la sensación de libertad, de grandeza: nadie de los
allí presentes antes, estuvieron de acuerdo para llegar al lugar; todos
estaban conmovidos al mirar y sentir a este hombre. Sus ropajes tejidos en
pelo de camello y lana de oveja, un cinto atado a la cintura, sujetaba un
faldón a la usanza del desierto. Un Manto en líneas azules y blancas del
mismo tejido, caía desde su hombro derecho. Su porte elegante de cuerpo
vigoroso y ágil, terminaba en un rostro de barba poblada y belleza varonil.
En sí, su vestidura era humilde, su presencia de aquella época, denotaba la
identidad del profeta. Alzó sus dos manos al cielo, en la derecha su vara
con la que agitaba el viento y los símbolos en cada una de sus palabras;
dejó caer con fuerza su mano izquierda en el hombro derecho y con la
vara suspendida, llevó su mano derecha encima del corazón y dijo: “Mi
nombre es mil nombres, cualquiera de ellos soy”.
EL MANTO DE PROFECÍA
Entonces, el Manto cubrió mi cabeza y cuerpo, quebró en pedazos mi
corazón, para revivirlo en el futuro aún desconocido; y allí, entre lágrimas
y visiones del presente que es hoy, mientras doy de comer este Saber al
Reformador del Pensamiento, sentí desmoronarse el mundo anterior y
crear el presente, donde hablo por estas letras escritas por el “cincel
rutilante” para los que intentan conocer la Justicia Eterna… Solté mi
arado, acaricie mis bueyes y tomé el Manto: lo aferré con la fuerza del
arado como nunca había aferrado antes el arado y me levanté ante el
Profeta y dije: permíteme besar a mi padre y a mi madre y estaré
preparado para seguirte… Sólo había ido por mí y por quienes desde ese
momento crecieron en espíritu conmigo.
Todo lo comprendí. Sentí que jamás regresaría por esos lugares y
encarnaciones. Al fin puede entender algunas de las enseñanzas que los
rabinos recalcitrantes no pudieron responder a mi espíritu sediento de
Saber. Había encontrado el camino para la llegada del Mesías que le
llamaban Señor, y que yo esperaba en preguntas y ruegos mirando las
estrellas, al nacimiento y poniente del Sol, o la mano de los enfermos
desamparados que el Lamud mandaba matar para no ser estorbo del
pueblo y de Dios. En este instante, mientras soltaba el arado y tomaba el
Manto, mirándome a lo profundo de mi corazón dijo: “Ve, y vuelve, este
es tu camino”.
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Limpié el cuero de mis dos bueyes; de “gran ave”, por ser el símbolo de
la fuerza de la tierra, en él dibujé el límite de mi herencia. Corté en trece
pedazos el cuero y repartí la tierra entre mis doce aradores, según cada
forma del plano. El número trece, lo guardé para mi padre y madre ya
viejos. Escribí sobre el cuero de “pleyón” y con la mano de cada uno de
mis doce sucesores, el juramento de sangre de todos los herederos de mi
tierra. Ninguno de ellos poseería mi heredad que entregué, hasta que mis
días y mis ojos se apagaren, porque yo, con la yunta trece, el pedazo de mi
padre, guiaría la vida de los que atrás quedaron; tendrían alimento. Cada
uno de mis herederos daría una porción del producto para el sustento de
mis padres, hasta que volvieran a la tierra.
Me levanté y fui tras el Profeta que retomó su rumbo mientras decía... “Mi
nombre es vida, pues por mí, vosotros encontraréis la inmortalidad desde
la fuente en que se inició”. Ahora tenía mis manos sobre el otro arado, era
el manto de una verdad nueva; me preparaba para arar la tierra del espíritu
del hombre. Con mayor fuerza tomé el Manto, el arado del Preparador del
Camino y tal como lo sentí en el impulso, no me había equivocado en el
sentir de mi corazón: fue necesario sacrificar mis bueyes, ya no pertenecía
a ese lugar; ya nadie cuidaría de mis robustos animales, ya ninguna
persona los amaría como yo, porque crecieron junto a mí y yo mismo los
amansé, les enseñé los caminos y las palabras del arado.
Fue esencial; mis padres ya viejos, dependían de la fuerza del arado, ahora
ya tenía otro arado y este me daría y les daría la vida que siempre esperé:
LA INMORTALIDAD...
Insistió ante las gentes que era el Predicador, el Preparador del camino del
Señor, y siempre repitió; “Yo soy amor y amor es mi nombre” mientras
habló siguiendo las palabras con las cuales arrojó su Manto sobre mí...
“Aunque el hombre engendrare cien hijos, y viviere muchos años, y los
días de su edad fueren numerosos; si su alma no se sació del bien, para él
creció su sepultura. Porque el hombre vano viene y a las tinieblas va, y
con tinieblas su nombre es cubierto, aunque aquel viviere mil años dos
veces. Éste no es sabio, es más que un necio. ¿Quién sabe cuál es el bien
del hombre en la vida, todos los días de la vida? Porque ¿quién enseñará
al hombre qué será después de él debajo del sol?”
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MI PREPARACIÓN
Mi Espíritu con el Manto... Mi preparación se preludió según él, por
mandato del Eterno; hay muchos hombres como yo, perdidos
inconscientes, ignorantes de su encarnación y compromiso. Sus palabras
entregaba en cada lugar donde llegábamos; iban dirigidas a mi arado, a mi
fuerza que tantas veces me sustentó; porque conociendo los cinco libros
de Moisés; el Génesis, con una creación incompleta que se contradice en
la esencia del hombre y el mensaje; un Éxodo de grandes esclavitudes y
pactos que someten al hombre, el mensaje, entonces, debía llegar a mi
mente y corazón. Un Levítico atiborrado de sangre, como si Dios
Supremo masticara sangre, vísceras y barbaries.
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Quien corta piedras, se hiere con ellas; el que parte leña, en ello peligra.
Si muerde la serpiente antes de ser encantada, de nada sirve el
encantador.
Cuánto desconocen los hombres del Dios del Universo: su amor es más
poderoso que el de cualquiera de los dioses del mundo figurado a imagen
y semejanza de los hombres. Ante el Altísimo, los demás no son nada,
porque los demás dioses pasan como el invierno o el verano, en tanto, el
Altísimo es Señor del invierno y el verano”... y la sinagoga no tenía
respuestas...
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porque el tiempo –el arado- perdido por los hombres lo lloran los ángeles
del Supremo”.
¿Por qué dices que tienes un vivo celo de servir al dios de este pueblo? Si
no conoces a quién sirves ¿Puedes servir al amo que desconoces cuando
dices: tus profetas?
¿Consideras que he mandado inmolar hombres si yo he creado toda la
Vida de la vida? Mi Trono es la vida y no la muerte.
Quien te busca para quitarte la vida es quien la niega, el dios de la
venganza contra el hombre y el Supremo.
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Sur. Allí sembraré la semilla que dará los frutos del final de los tiempos”:
dijo El Señor de las Leyes del viento y la tempestad, del terremoto, el
fuego y el sellar del alma humana... “Ve, vuélvete por tu camino, por el
desierto de Damasco; y llegarás, y ungirás a Hazael por rey de Siria. A
Jehú hijo de Nimsi ungirás por rey sobre Israel; ellos –en los tiempos-
desparramarán la sangre de los culpables, de los que han derramado la
inocente; de ellos saldrá la serpiente voladora, ellos son la raíz de los
arrojados que perecerán: pero al hijo de Safat, de Abel-mehola, ungirás
para que sea profeta en tu lugar: él es poderoso en el arado y será tu
Manto y Mi Manto. Y en la justicia que pongo en tus manos, el que
escapare de la espada de Hazael, Jehú lo matará para que no dé semilla
mala; y el que escapare de la espada de Jehú, Eliseo lo cortará de la ley
del arado al final de los tiempos.
Y yo haré que para ese tiempo, queden en Israel siete mil almas, cuyas
rodillas no se doblaron ante Baal, la otra cara del dios que dice: mía es
la venganza.
Hasta que Abdías, sirviente de Acab le dio el aviso a su rey y Acab vino a
encontrarse con el Preparador del Camino, al cual le dijo: tú y la casa de
tu padre, han dejando los mandamientos de justicia, siguiendo a los
baales. Envía, pues, ahora y congrégame a todo Israel en el monte
Carmelo, y los cuatrocientos cincuenta profetas de Baal, y los profetas de
Asera, que comen de la mesa de Jezabel.
Entonces Acab convocó a todos los hijos de Israel, y reunió a los profetas
en el monte Carmelo.
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a la nueva vida que se me ofreció, y tomé su Manto, volví mis ojos en los
suyos y pedí: te ruego que una doble porción de tu espíritu sea sobre mí. Y
él repuso: cosa difícil has pedido. Si me vieres cuando fuere quitado de ti,
te será hecho así; si no, no…
Y entendí los símbolos que en ese momento transmitió, pero los grabé en
mi corazón y ahora se abren para quienes han de buscar al Preparador del
Camino, como yo lo encontré. Hablábamos cuando el torbellino se repitió
y de él salió un “carro” de fuego cristalino, no se parecía a ninguno de la
tierra, ningún rey poseía uno de éstos. Era un fuego y dentro, como plata a
forma de casa de cristal. Brillaba en colores del arco iris, pero su fuego no
quemaba. El torbellino nos apartó a los dos, él quedó a un lado, en tanto,
yo al otro. Mi mente y pensamiento trataron de recordar la figura del
carro, me era familiar; quedé separado por una distancia que no me
permitió acercarme, el torbellino lo elevó lentamente, yo en tierra clamé
con las manos hacia el carro de fuego. Entonces recordé mi origen, me
parecía venir de un fuego, de carros de fuego; él se elevó lentamente
mientras sentí que así fui depositado en el vientre de una mujer joven. Y el
Preparador subió al torbellino, al fuego del iris, que lo arrebató ante mis
ojos y manos suspendidas mientras clamaba: ¡Padre Altísimo, Padre mío,
carro de los Cielos! Lloré otra vez, mientras rompí mis vestidos en dos
partes, una del saber en ese tiempo y la otra, del heredar el cumplimiento
de esta Verdad.
Desde ese instante mis ojos y voces fueron sobre la madre, estaba cercano
su alumbramiento. De día y de noche la vigilaba y aprendí de ella su
consistencia de futura madre, pues era primeriza en su parto. La hora se
acercaba, la noche cayó en ese último invierno antes del verano; esa tarde
las nubes presagiaban tormenta y así fue. Borrasca desde el desierto y
fríos desde los mares cercanos, apuraron las nubes hacia estas cercanías.
La lluvia azotaba todo, fue gran tempestad donde los animales, el bosque
y las distancias parecían desaparecer en la noche larga. La madre parió
llegada la mañana; la tormenta caía, los vientos desraizaban árboles
viejos, y la madre comprendió dónde la había conducido para su parto.
Inquieta, abrigada debajo de la gran roca que hacia de peñasco en las
alturas de estas montañas casi secas, sólo mojadas por los inviernos, ella
parió a “gran ave”, así lo nombré por su extraño color azul oscuro y
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La tierra se movía bajo sus pezuñas, las duras raíces fueron arrancadas de
cepa y la tierra sentía la herida profunda de la uña, la reja de mi arado; no
se resistía raíz de cizaña ni pedrusco a la madera labrada que curé al fuego
del aceite caliente, en el agua de las montañas, y en la profundidad del
barro de la misma tierra; ella me obedecía como mis bueyes y mi fuerza,
que dentro de mí, bullía igual a la tormenta que trajo al mundo a “gran
ave” o como la inteligencia y soltura que mostró “pleyón”, antes de llegar
el Profeta...
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Del Libro de los Tiempos “Profecía del Templo”, Saber que está
escrito en otros libros de la Tierra.
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¡Saris! regresas del futuro para adquirir la consciencia del pasado… Soy
el más pequeño de todos los aquí vivientes. Las edades de cuantos nos
congregamos en las tareas del “Nido de Almas”, están por debajo de los
15 años. Este es un aprendizaje, el moldear al dictamen de los maestros
que hasta ahora no conocemos. Llegué y estoy aquí, porque mi padre y
madre, para que no muriera de hambre, me dedicaron a este “Nido de
Almas”. Pobres y viejos me recogieron de una mujer joven que murió en
el parto; recuerdo también de ella...
Allí veo a los ermitaños de ordenación que dirigen; poseen largas pértigas
y aguzados ojos para gobernar con dureza a los grupos de muchachos más
adultos y rebeldes. Tengo siete años, esa es mi edad: mi piel es rojo
cobrizo y mi pelo negro cae en abanico sobre mis hombros. Veo a otros
muchachos más adultos que no tienen cabello, han sido rapadas sus
cabezas. Yo tengo el mío todavía, como otros de mi edad, hasta adaptarme
al “Nido de Almas”, según dicen los ermitaños. El corte del cabello es una
iniciación para salir de la cueva, aprendiendo a la luz del sol y las
estrellas.
Es una cueva dentro de las montañas: sus aguas frías vienen de los hielos
perennes, afuera de donde vengo: las calientes, de las bocas del “gran
horno”, como aquí lo llaman los naturales. Es un volcán que tiene
comunicación por este lugar, como un brazo de aguas y vapores sin gases
mortificantes que se extiende fuera de las chimeneas muy lejanas y
apagadas. Aquí, dicen los ermitaños, todos vinieron por vez primera como
nosotros.
En este lugar lograron longevidad, porque quien aquí respira no envejece;
se hace dura la carne mientras se trabaje y se coma bien la harina de
cebada y trigo, de las semillas y cereales que vinieron desde otros mundos
de la galaxia, en la leche de una res que al tiempo futuro en las cimas de
otro continente, se llamaría yack; en tanto el aceite de las lámparas nos
alumbren el trabajo y la oración hacia el Señor que regenta este “Nido de
Almas”, continúa. Esto escucho y aprendo en mis siete pequeños años que
aún no comprendo... recuerdo memorias del pasado…
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Estaba solo frente a él, en ese pasado hace mucho tiempo, reviviendo estas
imágenes desde el tiempo donde enseño... se me pidió recordar y he aquí
que en este tiempo como en el pasado, “mis recuerdos están bien
asentados”: tan profundamente grabados, que puedo definir el tenor de la
información que en este presente entrego. Allí la aprendí y fue desde ese
lugar que la llevo dentro. Todo los recuerdos en una sucesión de imágenes
están perennes y sin dispersión. Se me dijo que debía recordar y recuerdo
vivamente...
¡Saris! el mundo persigue al hombre para que ahorre el tiempo como oro;
es una trampa del dios de la materia, así él borra la consciencia del
espíritu… Me dispuse a superar la gula voluptuosa del mundo, cuando mi
primer instructor me enseñó los secretos de la carne en los apegos de las
sensaciones. Me dispuso conocer las enseñanzas del cuerpo, sus funciones
y estados que azotan a los hombres de la tierra, los que mueren en vida,
porque el velo de la carne trama el sufrimiento del espíritu. La carne, dijo,
mientras me hizo recordar las primeras cámaras de oscuridad de los siete
años, donde llegué para merecer esto que hoy, ya es Saber de justicia: “la
carne es razón, oscuridad escupida y maldita para aquellos que no
comprendieron la oportunidad que se les dio”… y luego de la iniciación,
comprendí que la carne es el asiento del pensamiento que sostiene la vida
del hombre. En ella se generan sus fuerzas de “bien y mal”, las emociones
tejen la tela de araña pegajosa y la apilan como un fango.
Se conforma en ella un lodo que se hace focal y global, conectado a la
razón en su contorno primitivo, confinada a los moldes de oscuridad de
cuanto desconoce o encarcela como sus demonios de inmundicia, de vicio,
confusión de mente y lo rastrero de las cavernas; del negro corazón que
los humanos tienen como vida.
Me enseñó, por otra parte, que los mejores pensamientos son como luces
de estrellas y se graban en pequeños núcleos individuales, que un día
llamaríamos células humanas. Que lo nocivo del pensamiento, se forma de
ese barro en las primeras cámaras de oscuridad, que es la inconsciencia
del hombre. Es un barro de su mundo, un ente de aguas emotivas de
pensamientos fríos y calientes, un fuego del calor o frío de su propio
espíritu, que obtiene su aliento en el palpitar que cada quien graba como
su obra. Así nacen las nuevas emociones y pensamientos y el hombre ve
su Luz o sus tinieblas. Entonces, se esencian en cinco sentidos y aflora el
gran libro de la vida, escrito en el corazón de cada hombre y en aquel
momento comprendí el aprendizaje de las cinco cámaras primeras; los
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Los pensamientos que se incitan y pegan en los dos encajes primeros, son
falsos y no testimonian el pensar celular y cerebral. De esa cavilación y
accionar salen los hechiceros del kudú, que enseñan de la ignorancia, su
oscuridad, el sacrificio de salvación, la peste de los miedos y castigos en
las puertas del cielo o del averno.
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Aquellos como tú, acrisolan los mismos principios, pero reencarnan, van y
vienen con sus memorias de encarnación... ¿Ves estas cavernas? me
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Los pasadizos que ahora recorría con mi maestro Preparador, con voz
potente, hacía casi derrumbar partes de la caverna, soltando pedazos que a
mis pies quedaron: “¡Hay hombres que buscan el oro que da palacios,
mansiones y poder! Este hombre al llegar aquí, quedará perdido en la
noche de la caverna”.
La caverna de los pestilentes, era el lugar de los espíritus sin luz: olía a
pudrición. Una niebla viciada emanaba de ella. Los custodios ermitaños
del lugar, eran altos iniciados, conocedores de las Nueve Leyes de los
espíritus del mundo de los hombres. Durante días intenté llegar a la
caverna, pero mis sentidos rechazaban la hediondez, hasta que un día y
luego de tres años de preparación, penetré en ella. Vetustas rocas en lo
profundo del “Nido de Almas”, formaban los laberintos donde pocos se
aventuraban, allí llegaban los poseedores del oro, palacios, mansiones y
poder, muchos criminales y asesinos encontrados en los caminos del
mundo; creí que los llevaban vivos. No, eran sus esencias, que al morir en
un lugar cualquiera, se desplazaban hasta este lugar en el Templo.
El Túnel Luz de este Templo, está conectado por siempre con las
coordenadas de energía de cada túnel personal humano y allí, a través de
mecanismos del cuerpo humano y de leyes del Universo, quedaban
confinados a este lugar. Desde aquí, los maestros de Consciencia venidos
de lejanos lugares del universo, gobernaban estas leyes para los hombres.
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¡Saris! cada memoria creadora, se hace cristal; pero cada memoria del
mundo se hace materia, mundo... Al centro de la cámara de Luz, no había
olor. Cada espíritu que por el Manantial de Luz se plasmaba, se
almacenaba en estas botellas, en tanto los ermitaños acomodaban los
recipientes en anaqueles dentro de la misma roca. La visión siguió sin
detenerse... el Guía me condujo fuera de la cámara y caminando por los
pasillos donde volví a sentir la fetidez, me dijo: estábamos en otra
dimensión, en la dimensión de la conciencia del hombre terrestre. “Así,
desde la luz, se gobierna el destino de los espíritus para este mundo.
Cuanto viste es sólo una visión de lo que es en el Corazón de la Tierra y
en la mente del hombre, que aprisiona a quienes son reos en su ley, a
quienes violan los derechos de vida y de ella hacen toda maldad humana.
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La dejé con calma en mis manos, mientras mis ojos miraban y mi corazón
sentía. Poco a poco, el humo se disipó, hasta formarse una esfera del
tamaño de una vid que palpitaba como un corazón vivo y abierto. Sus
bordes luminosos, azules, negros brillantes, llenaban la esfera hasta el
centro que se veía rojo, en tanto, yo sentía la furia que emanaba desde un
punto central, el negro corazón donde terminaba mirándome a forma de
ojo humano. No quise creer cuanto vi por vez primera y moví la botella,
batiéndola con fuerza, mientras el ojo furioso de negro corazón y roja
sangre, se volvió humo negro y fétido, se calentó el cristal hasta el punto
que quemó mis dedos; la sostuve de la punta de la boca que vi estaba
cerrada, intacta, como si nunca existiese allí una abertura. Del asiento de
la botella, vi que el humo negro volvió a tomar forma de esfera de ojo
palpitante que me miraba con furia. Deposité la botella en las manos de mi
guía, mientras él me insistió: tiene diez mil años del tiempo de los
hombres...
Los ruidos y alaridos daban forma a las lenguas de fuego, que antes sentí;
su forma se daba a cada quejido; era el mismo fuego de las pasiones de
estos espíritus allí detenidos, los que daban estas formas que yo, vivo,
sentía. Debes saber, dijo, que aquí están cuantos endurecieron sus
pensamientos sin conciencia, los que viviendo la vida, no fueron capaces
de reconocerla en su conciencia. Este es el lugar de los engañados del
tercer encaje-velo, el que ajusta la forma real de las primeras betas de la
mente celular sensorial verdadera; ellos creyeron que cuanto la vida les
presentó, que consideraron no superaban, era la realidad y optaron por
cortarse la vida. Debes saber que ningún humano tiene derecho a la vida
Ese lugar es un mundo árido, sin sonidos para los propios participantes;
los sonidos se ahogan dentro de este mundo de sufrimientos, porque nadie
los escucha. Nosotros los podíamos oír al sentir el sufrir de sus corazones
y desde éstos, sus gritos y lamentos. Serpientes, animales nocturnos, ranas
y búhos; rostros deformes e infernales, figuras ensangrentadas en medio
de un calor sofocante, mientras cada uno de los participantes de este
mundo viven una perpetua confusión; es el abismo astral... Allí estarán
hasta que se cumplan sus tiempos de vida que se les dio, a la que se les
suma la de los que asesinaron, quitándoles la otra vida. Esas vidas tiempo,
son restadas al asesino o suicida, y hasta que no se pague el último
segundo de estas vidas, no regresarán en carne. Pueden pasar miles de
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Eterna del alma. Ya había aprendido, que la cuarta capa encaje, ajusta la
exacta mente a su naturaleza real, la suma y la sustancia al cerebro y desde
allí se hace pensamiento como expresión del espíritu humano. Conocía la
forma de convertir cada pensamiento en espíritu, grabando una a una, la
memoria limpia y pura sin nexos de los tres encajes anteriores; limpia y
pura en consciencia, convirtiendo cada impulso-pensar, en un símbolo del
Sentir Interior, del DIOS INTERNO DEL HOMBRE.
Se inició desde ese momento una nueva preparación, me debatía entre la
vida y la muerte. Conocía el conocimiento “a paso lento pero seguro”;
lento, porque el conocimiento debe aprenderse y hacerse consciencia y
toda consciencia que intenta conseguirse veloz, sin conocimiento
aplicado, se pierde; pues el Saber no se asimila a la velocidad del tiempo
de los hombres, es a la eternidad de la consciencia, que es diferente al de
los hombres...
Y pude ver los vastos dominios del Alma Suprema, del VERBO
INMUTABLE, donde cada diástole y sístole Sella los DÍAS DE LAS
SÚPER GALAXIAS, que hacen mover, girar, estirar, relampaguear, agitar
en Marejadas, todo el Océano de la Creación que jamás se detiene; que
crea, funda y forma sin detenerse, porque es el Reloj Corazón Supremo
del movimiento de la Vida, la Luz de los hombres en Perpetua Creación.
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El lugar de mis anhelos estaba allí, yo estaba dentro de él. Conocí que era
también parte de mis pensamientos, de mis memorias, pero dentro de este
lugar incluso, estaban las memorias de mi consciencia y los Maestros de la
Consciencia las leían; ellos viajaban entre las dimensiones de
Consciencias trayendo desde ellas, los archivos de conciencia de cada
desencarnado. A cada uno le daban cuanto le pertenecía en conciencia y
éste era “el nirvana, paraíso o cielo” de los mortales; y la voz siguió
grabando con su cincel de acero y fuego, mi espíritu en la consciencia...
“Así surge el nuevo hombre. ¡Silencio! Hay un hombre a punto de
resolver su conflicto interior. ¡Miradle! Lleva en sus ojos y en su sonrisa,
la inconfundible muestra de su triunfo interior”.
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imponderable, donde nunca cree que va a ser tocado jamás el más oscuro
de sus pensamientos que afloran y rigen a los hombres de las más bajas
vibraciones. Allí, ellos encuentran su tributo. Allí, ellos encuentran su
premio. Allí, ellos se encuentran, creen en la paz de todos los postulados
de los demás y creen desde este sitio en donde se codean con los
imbéciles, con los vocingleros, con la tozudez, con los hombres de poca
monta. Se codean y encuentran su nivel de vibración y encuentran su
color y las mismas vestiduras y, desde allí, en voz baja, mascullan y
conforman lo que creen les deparará la paz y el conocimiento que
necesitan.
Luego el Quinto, que tiene la llave de vida y muerte, fue leído por el Amo
y Señor de los Siete Espíritus de Dios, el Señor de Días y de las Siete
Estrellas, y dijo esto: “Sé Protector y afirma las demás obras que deben
morir para que tus vestiduras sean blancas conmigo; para así escribir tu
nombre en el libro de la vida, y confesarlo delante de mi Padre y sus
santos ángeles”... y vi que estas palabras revisan todos los siete Discos
Memoria dentro del archivo de diez y seis memorias del disco fiel.
Luego el Sexto, la puerta abierta que nadie puede cerrar, fue leído por el
Santo, el Verdadero Señor de Días, el que tiene la llave de La Vid Eterna,
el que abre y ninguno cierra, y cierra y ninguno abre, y dijo esto: “Si
guardas mi palabra en consciencia y verdad, yo te guardaré de la prueba
del mundo entero. Vengo pronto; que ninguno tome tu corona porque así
yo te haré columna del Templo de mi Dios, y nunca más saldrá de aquí;
porque escribiré sobre él, el nombre de mi Dios y de la gran estrella que
desciende del Sielho, de mi Dios, y mi nombre nuevo”... y le vi comprimir
en Luz, cada uno de los siete archivos dentro de las dos puertas de la luz
interior.
Luego, y por fin, el Séptimo y final, la evocación fría y caliente, fue leído
por el Testigo Fiel y Verdadero del Principio de la Creación de Dios, el
Señor de Días y dijo esto: “Yo reprendo y forjo a todos los que amo y
estoy a la puerta del espíritu llamando al alma; y si alguno oye mi voz y
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hombre para los Siete Días de Creación para que éstos se cumplan por
encima y sobre la inconsciencia de los hombres, de los mortales insípidos
que rechazan y vomitan la Ley del Supremo, que siempre, desde las
Eternidades, ha dicho... “YO ESTOY EN TUS CORAZONES
AUNQUE NO ME SINTÁIS”: porque en esta Ley son creados los
Sistemas Solares, las Galaxias, las Súper galaxias, los Universos y los
Súper-Universos y dentro de cada orden, sus habitantes. Todo es desde
esta Ley del Padre en el hombre terrestre y Universal...
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terrible y espantosa, que llegaría al final de los tiempos; ellos serían los
guerreros, asesinos, conquistadores de pueblos en nombre del dios de las
tinieblas; bendecirían las armas y guerras, vistiéndose de santos y
representantes de “Dios”, mientras serían fétidos como el aliento de toda la
Bestia reunida.
…Una luz poderosa de miles de soles cubrió mi propia Luz, que sin
desvanecerse, quedó dentro de ésta: no quemaba, era Luz de gran paz
indecible. No entendía en ese instante, hasta que la Consciencia habló,
enseñándome para que mostrase este Saber en el futuro, para los pocos
que llegarían al Templo de la Verdad... “La consciencia posee
pensamiento de consciencia: no es una razón; es la memoria clara y
limpia de su propia presencia, que piensa en su Ser y mantiene indeleble
su Esencia, las verdaderas memorias del Alma. Este pensamiento es el
que es leído ahora por la Suprema Luz, es LA MEMORIA MAYOR DE
TODAS LAS MEMORIAS, ella lee el pensamiento-conciencia humano,
sus recuerdos de Ser, separándolos de sus emociones, apegos y
pertenencias mentales de su mundo que ha creado para sí. La Luz Mayor
que ves y sientes, está desprovista de pensamientos, emociones,
sentimientos y formas mentales de los mundos, es una Luz de Esencia
dentro de la misma Consciencia y ella, en Consciencia, conoce su propia
Consciencia, que es su Esencia que no se mezcla con la conciencia de los
hombres y por esto, Ella puede juzgar cualquier pensamiento, porque es
Justicia para los hombres. Escribe esto en tu corazón, no en tu mente que
se deshace cada desencarnación, pues la Luz Mayor rechaza los
pensamientos y formas mentales del hombre que vive inconsciente, sin
memoria de su conciencia; impugna estas formas y sólo toma la esencia
de la conciencia del participante, para enviarle a la siguiente
encarnación. Graba esta Ley en la intensidad de tu espíritu y siéntelo en
tu cristal de fuego, porque únicamente así, esta Ley de Luz se graba en
cada parte de tu carne y se convierte en memoria de consciencia, pues lo
que aquí ves, tu luz dentro de la Luz; es la valoración de tu consciencia y
la respuesta Mayor de la Luz, que te preparara de acuerdo a cuanto
hayas logrado. Te prepara dando más Luz a tu cristal, para que cumplas
en las encarnaciones donde debes obtener la Luz de la Consciencia
Suprema. Todos los hombres de tu mundo deben llegar a ella; llegarán,
no importa el tiempo que ellos mismos determinen. Mira tu cristal, es
fuego sellando tu tiempo dentro de la Luz de la Consciencia; míralo y
siéntelo, pues por voluntad propia, tú has enfrentado la muerte y ésta ha
de llegar dentro de pocos instantes, cuando tu corazón deje de marcar el
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IMPLOSIÓN DE LUZ:
ERA LA IMPLOSIÓN DE LUZ: mi propia luz leía en Luz cuanto había
creado como vida, “la Luz de los hombres”… vi y sentí que los injustos
por su maldad alargan sus días de sufrimiento en la muerte y luego, en la
encarnación siguiente, porque la implosión en ellos pasa sin conocerse, sin
conciencia y caían en el vacío de sus mentes, que poco tenían para el
espíritu, no portaban Luz en sus células, poca memoria en sus Discos
Memoria, menos, conocimiento en su alma memoria de Creación.
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Sur, que se cubre de cristales policromos y símbolos del arco Iris, del
origen del Templo. Vi el salón principal, sitio de los iniciados, los
Maestros de Consciencia del Saber Eterno, quienes leen sus libros,
escriben y meditan con sus lámparas de espíritu, en sus obras y
conocimientos, Libros de los Tiempos. “Guarda y cincela en tu
comprensión este símbolo del altar de la muerte, allí reconocerás a
cuantos hayan sido preparados en este Templo y tiempo”.
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BABILONIA Y JERUSALÉN
Y regresé entre los hombres para aprender que la testarudez de la mente
es el atraso del espíritu… ¡Hay guerra! Es guerra en el reino de Joacim,
rey de Judá. Nabucodonosor de Babilonia sitió a Jerusalén. Hay gran
matanza: el imperio de judá cae, se hace polvo: los ejércitos son arrasados,
todas las riquezas de Israel, ganados y caballos, son botín de guerra. Los
ancianos, mujeres y los hombres que no resisten y viven, son hechos
esclavos. Los utensilios de la casa del dios de Israel van al tesoro de
Nabucodonosor... somos botín de guerra... los imperios siempre destruyen,
son la testarudez, el poder temporal sostenido por la ignorancia de causa y
efecto…
Hemos caminado desde Jerusalén, pasando por las tierras de las tribus de
Benjamín, Efraín, Gad, cruzando los desiertos de Amón hasta Babilonia.
Larga y forzada marcha caminamos, muchos han muerto por hambre,
espada y rebeldía a nuestros captores; quedamos quienes siguieron mis
consejos, mis visiones, cuanto guarda mi corazón… Los hijos del linaje
del rey han muerto casi todos, apenas unos pocos y yo, hemos quedado y
somos esclavos del Rey de Babilonia. Crecí en aquella familia en medio
de viñas y olivares, se me preparó como príncipe, para ser heredero de los
reyes: nací de la unión de mis padres mayores, me engendraron por amor:
ahora soy esclavo, y Aspenaz, jefe de los eunucos del rey, nos vigila en
este palacio, porque somos linaje real de los príncipes de Israel. Llevamos
tiempo aquí, tres años y medio; como los que pasé muriendo y resucitando
en la cámara de granito rojo… Aparte de los mayores, somos cuatro
jóvenes; aprendemos las costumbres de Babilonia y nos consideran
educados en la sabiduría de nuestro pueblo; fui instruido con los mejores
libros y maestros, hablo arameo, griego, latín; conozco lenguas de otro
continente, encarné en este pueblo de madre aramea y padre hebreo: esto
nos da dispensa ante el rey que espera de nosotros ciencia y buen
entendimiento, por lo tanto, se nos enseña las letras y la lengua de los
caldeos.
El rey señaló ración para cada día de la provisión de la comida del él, y
desde entonces, mis hermanos y yo, pedimos al jefe de los eunucos, que
nos dio nombres según la costumbre caldea a Ananías, Sadrac; a Misael,
Mesac; a Azarías, Abed-nego; y a mí, Beltsasar; le pedimos no ser
contaminados ni con el vino ni con la porción de la comida del rey en
estos años, y puse ingenio y buena voluntad con el jefe de los eunucos
quien dijo; temo a mi señor el rey que condenaréis para con él mi cabeza.
Entonces respondí: te ruego que hagas la prueba con tus siervos por diez
días, y nos des legumbres a comer, y agua a beber y compara luego
nuestros rostros con los de los muchachos que comen de la ración de la
comida del rey, y haz después con tus siervos según creas… busqué esta
ración, pues desde mi anterior efusión terrestre como hijo de Safat en el
tiempo del Rey Acab de Israel, el Manto me ungió visionario y ya en los
últimos días, leche, miel, legumbres y nueces alimentaron mis visiones de
profeta…
Y consintió y aprobó los días y al cabo del tiempo, nuestro rostro apareció
mejor y más robusto que el de los otros jóvenes que comían las carnes y
viandas del rey; y aumentó nuestro conocimiento e inteligencia en todas
las letras y ciencias; y yo volví a recordar en visiones y sueños mis
memorias de preparación: el arado devolvió mi Manto y Verdad del
Templo. Retengo todo el símbolo, el código de leer e interpretar Libros y
libros del final. En el Templo aprendí, conocí y guardé para hoy mi
nombre. La luz penetrando en mí, en el punto luminoso del entrecejo, el
Manantial del palpitar Interior del Corazón y Cristal: allí aprendí a ver el
punto pequeño de luz en mi pequeña luz brillante; centrarla en mi mente,
dejarla limpia de imágenes e ideas del momento, limpias de pensamiento
del mundo; y por esto, puedo hacer este viaje por el tiempo que antecedió
al espacio actual donde me veo en Babilonia y ahora ha llegado el tiempo
que se nos presente, como consejeros delante del rey Nabucodonosor.
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Luego fui ante Arioc y le dije: no mates a los sabios de Babilonia; llévame
a la presencia del rey, y yo le mostraré la interpretación. Así, prontamente
fue ante el rey, y le dijo sin él saber, que yo había pedido tiempo al rey:
“He hallado un varón de los deportados de Judá, el cual dará al rey la
interpretación. Entonces me preguntó el rey ¿Podrás tú hacerme conocer
el sueño que vi y su interpretación?” Y respondí diciendo: El misterio que
el rey demanda, ni sabios, ni astrólogos, ni magos ni adivinos lo pueden
revelar al rey, porque es un sueño o ideal personal de tu mente, una
precognición o anuncio del espíritu individual; pero está el Señor del
Templo en los Sielhos, lugar del origen de la Sabiduría y consciencia de
los hombres, el cual revela los misterios, y Él ha hecho saber al rey
Nabucodonosor lo que ha de acontecer en los postreros días. He aquí tu
sueño, y las visiones que has tenido; porque tu Oh rey, serás símbolo “de
andar ligero”, la muerte de los enemigos del iris en ese lugar del sur al final
de los tiempos.
Estando tú, oh rey, en tu cama, te vinieron pensamientos por saber lo que
ha de venir en los tiempos finales; así es señor tu inquietud, en el tiempo
donde volveré a interpretar esta visión; y el Señor de Sielho te mostró lo
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Y por ser los dedos de los pies en parte de hierro y de barro cocido, la
política de ese tiempo será en parte fuerte y en parte frágil. Así como viste
el hierro mezclado con barro, se mezclarán los hombres por medio de
alianzas humanas; pero no se unirán el uno con el otro, como el hierro no
se mezcla con el barro: esa será la señal, porque en los días de estos reyes
de naciones, el Señor del cielo levantará un Reino Espiritual que no será
jamás destruido, ni será dejado al pueblo que tu esclavizas hoy, el que
intentará globalizar, desmenuzar y consumir a todos estos reinos, porque
el Reino Espiritual que yo enseño, permanecerá para siempre, de la
manera que viste que del monte fue cortada una piedra, no con mano
humana, el Reino Espiritual viene de la montaña de las estrellas y
desmenuzará el falso reino hierro, el bronce, el barro, la plata y el oro de
ese orden de este pueblo, que se alzará como bestia final. Así rey, tú eres
un espejo de la conciencia de los hombres del final, por esto, el Gran
Señor te ha mostrado lo que ha de acontecer en lo por venir; y el sueño es
verdadero en los días que se cumplirán, y fiel su interpretación en el
Saber de Luz”.
Y asombrado e ignorando el camino espiritual de la consciencia, el rey
Nabucodonosor se postró sobre su rostro y se humilló ante mí, y mandó
que me ofreciesen presentes e incienso; y me habló y dijo: “Ciertamente
el Señor vuestro es Señor de dioses y de reyes, él revela los secretos, pues
pudiste correr el velo de este misterio”. Entonces el rey me engrandeció,
y me dio honores y grandes dones, y me hizo gobernador de toda la
provincia de Babilonia, y jefe supremo de todos los sabios de Babilonia. Y
solicité y obtuve del rey que pusiera sobre los negocios de la provincia de
Babilonia a mis hermanos de Luz, Sadrac, Mesac y Abed-nego; y yo
estaba en la corte del rey.
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Por esto, en aquel tiempo algunos sacerdotes caldeos que adoraban las
serpientes y lagartos, el símbolo de la inva-sión extramundo, vinieron y
acusaron maliciosamente a los jóvenes, mis hermanos del Templo.
Hablaron y dijeron al rey Nabucodonosor: Rey, para siempre vive. “Hay
unos varones, los cuales pusiste sobre los negocios de la provincia de
Babilonia: Sadrac, Mesac y Abed-nego; éstos, oh rey, no te han respetado;
no idolatran tus dioses, ni adoran la estatua de oro que has levantado”.
Entonces el rey dijo con ira y enojo, que trajesen a Sadrac, Mesac y Abed-
nego. Al instante fueron traídos delante del rey.
Habló Nabucodonosor y les dijo: ¿Es verdad, Sadrac, Mesac y Abednego,
que vosotros no honráis, me honráis, ni adoráis la estatua de oro que he
levantado? Y ellos respondieron al rey, diciendo: “He aquí, es a nuestro
Señor del Cielo a quien servimos y no a tus dioses, ni tampoco
adoraremos la estatua que has levantado; porque es el SÍMBOLO DEL
FINAL DE LOS TIEMPOS, para las naciones del Reino Espiritual que ha
de quedar, comprendan desde ahora, que una gran imagen de poder
gobernará las naciones, las humillará y quitará su Esencia de Saber en
Luz”.
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Entonces, estos varones fueron atados con sus mantos, sus calzas, sus
turbantes y sus vestidos, y fueron echados dentro del horno de fuego
ardiendo. Y como la orden del rey era apremiante, lo habían calentado
tanto, que la llama mató a aquellos que habían alzado a los jóvenes. Y
estos tres varones, cayeron atados dentro del horno de fuego ardiendo;
igual como al final de los días vi a toda la humanidad caer en ese horno
que se llamará el Orden mundial…
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Y todo esto vino sobre el rey dando él mismo su testimonio: “Mas al fin
del tiempo, yo Nabucodonosor alcé mis ojos al cielo, y vi al Protector
santo cerca de mí, él interpretaba mis sueños y sostenía con su sabiduría
mi reino y mi razón fue devuelta; y bendije al Verbo Altísimo, que envío
entre los hombres su Protector, y alabé y glorifiqué al que vive para
siempre, cuyo dominio es sempiterno, y su reino es por todas las edades.
Ante él, todos los habitantes de la tierra son considerados como nada; y él
hace según su voluntad en el poder del cielo, y en los habitantes de la
tierra, y no hay quien detenga su mano, y le diga: ¿Qué haces?”
Entonces fui llevado delante del rey, y él me dijo: ¿Eres tú aquel de los
hijos de la cautividad que mi padre trajo de Judea?
Si ahora puedes leer esta escritura y darme su interpretación, serás vestido
de púrpura, y un collar de oro llevarás en tu cuello, y serás el tercer señor
en el reino. Entonces respondí delante del rey: tus dones sean para ti, y da
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